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Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

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La decisión estaba tomada, guarda el contrato de patrocinio del torneo nórdico en un sobre dentro de su caja fuerte. Con eso que planeaba hacer estaría matando dos pájaros de un tiro. Consolidaría su imperio de los negocios y sacaría de ese agujero depresivo a su amado hijo.

Coge el teléfono y llama a su asistente −Preparen el auto − se cubre con su gabardina y sale de la oficina hacia el estacionamiento del edificio, allí le espera su chofer para llevarlo a hacer una visita muy importante a los suburbios de Asgard.

Las risas de Licie abrazando a Siegfried terminan por despertar a Mime. − buenos días dormilón − la pequeña se arroja hacia la cama para caer encima de Mime.

− Madrugaron − responde con voz rasposa todavía, se frota la cara y recibe a la pequeña princesa en sus brazos.

−Ya le di de desayunar, deje en la cocina fruta y jugo para ti− menciona Siegfried entusiasmado, esperaba que lo que hicieron anoche y lo que hablaron continuara de ahora en adelante, darle una familia feliz a Mime.

Por su parte Mime, aun sentía ese vacío en su estómago, no de hambre si no de remordimientos, sin embargo, Siegfried le daba ese luz de esperanza de salir por fin de ese oscuro sufrimiento, de verdad quería ser feliz a su lado y con su pequeña.

−¿Ya tienes que irte? − pregunta un poco desanimado.

−Si, tengo prácticas, en tres días vamos a viajar a Alemania para la copa, lo digo en plural − lo señala y a Licie también − requiero mis porristas oficiales  − le da un beso en la frente a la niña y otro en los labios a Mime.

−¿Nos llevarás? − pregunta un poco más entusiasmado.

−Obvio, necesito esa fuerza de mi familia, de a quienes amo − le guiñe el ojo.

Sus palabras le provocaban un calor agradable en su pecho, así que solo asiente con una sonrisa cariñosa a su pareja.

−Me voy, pórtense bien − se despide una vez más. 

La pequeña abre y cierra la palmita para decirle adiós a su papá.

Cuando Siegfried sale de la casa, Mime se pone de pie para verlo partir desde la ventana − Yo también te amo Siegfried − susurra desde el cristal de la ventana. 

− Amo − repite Licie entre risitas, colocando la palma de su mano en el cristal empañado. 

Una hora después se encontraba corriendo tras Licie para que se dejara peinar, esquivaba juguetes regados en la alfombra de la sala, de pronto el timbre interrumpió la carrera.

Grande es su sorpresa al ver a Magnus Megrez en la puerta – Señor Megrez – no pasa por su mente llamarle padre, ya había sido evidente la repulsión del padre de Alberich hacia su persona.

– Buenos días Mime ¿puedo pasar?– pregunta amablemente.

Deja ir un fuerte suspiro – Adelante... mire no tengo intenciones de armar ningún escándalo, yo no tengo interés por perjudicarlos, no pienso reclamarle nada, no me interesa lo que haya hecho mi madre en el pasado – trata de dejar en claro todo aquello antes de escuchar los reclamos del hombre.

– Te seré sincero, ni yo se si Victoria miente o no, pero solo dejar en tela de juicio tu procedencia es algo que lastima profundamente a mi hijo– su rostro se transforma en angustia que Mime pudo percibir. 

– Señor, le prometo por Odín, yo no tenía ni la más remota idea que conoció a mi mamá, ella nunca me dijo nada... yo muchas veces  le pregunte de niño ¿dónde estaba mi padre?, siempre daba rodeos, y si anhelaba saber mi procedencia – aprieta los puños – Yo puedo seguir mi vida haciendo de cuenta que mi madre no habló– Magnus le hace una seña para que calle.

– Alberich está muy mal, el solo pensar en esa falta de respeto hacia su moralidad, ante el mismo Odín, lo está destruyendo... intentó suicidarse – afloja un poco su corbata sintiéndose un poco sofocado.

–¡¿Qué?!– Mime se lleva las manos a la boca.

Licie se acerca a su abuelo recargando su carita en el brazo de Magnus.

– Lo siento mucho, yo no quería que nada de esto pasada, mi amor por el era sincero y me aflige mucho saber que por mi culpa el no tiene deseos de vivir, si yo pudiera arrancar ese dolor en Alberich lo haría para cargar yo mismo toda esa pena – limpió sus lágrimas con el antebrazo. 

– Mi hijo siempre estuvo para ti, también creo que nada de esto lo merece Alberich – se deja abrazar por Licie.

– Discúlpeme un momento por favor – Mime se levanta del sillón para ir al baño. Sentía que se iba ahogar con la angustia de imaginar a Alberich atentando contra su propia vida. 

Magnus observa en el sillón el cepillo que traía Mime momento antes, con cuidado lo toma entre sus manos, tenía residuos de cabellos de Licie y lo envuelve con un pañuelo, antes de que Mime regrese lo guarda en el bolsillo interno del saco.

– Perdón... esta noticia ha sido muy fuerte – dice con voz llorosa Mime. –¿Quiere que hable con Alberich?... no me ha querido responder las llamadas –

– Mime, hay algo que puedes hacer para salvarlo, nuestra empresa es patrocinador del motocross, ha ido a ver el equipo y bueno, lo noto animado... sus ojos brillan cuando convive con Siegfried – suspira– quizás esto es demasiado, pero hasta donde supe tu y Siegfried ya no tienen nada ¿verdad?–

La mirada de Mime cayó al piso, ya veía por donde iba el asunto.

– Si estás lejos te va olvidar... si es que es cierto ese amor que dices tener por mi hijo... vete lejos, deja que mi hijo repare su corazón, él y Siegfried no son indiferentes –

– Entiendo – dice apenas en un susurro – Alberich se merece ser feliz, Siegfried también ¿verdad?– siente un nudo en la garganta – Lo haré, quizá está en mis manos la felicidad de todos y no lo había comprendido hasta ahora–

Magnus saca su chequera – ¿cuánto dinero ?– estaba por escribir en el cheque una cantidad fuerte.

– No por favor,  yo le dije que no pediría nada, ni cara tengo para reclamar nada señor Magnus, si   usted necesita que firme algún documento donde me comprometa a no ventilar relación alguna con los Megrez, no voy a ensuciar el apellido Megrez si eso es lo que teme, seria como si nunca me hubiesen conocido sin dinero de por medio –

–¿Hablas en serio?– a Magnus eso le pareció bastante fuera de lo común, cualquiera exigiría remuneración monetaria o un escándalo por el apellido.

– No estoy interesado en el dinero y siempre se lo dije – le dijo serio tratando de disimular su tristeza.

– Está bien, no voy a insistir – se levanta del asiento – espero que cumplas con tu palabra... Alberich es lo que más amo en este mundo, si no estuviera preocupado por su integridad no me hubiese atrevido a decirte eso, tu me entiendes ¿no es así?, ya eres padre – camina a la salida.

Lo miró una vez más ante sus palabras, si lo entendía ahora que era papá, pero anhelaba haber podido ser amado por un padre de esa manera,  quizás en otra vida conocería ese tipo de amor.

Después que Magnus se fue, empacó las pocas pertenencias que tenían en casa de Siegfried, escribió una carta para Siegfried.

“Siegfried

Agradezco todas las atenciones que me diste estos días, lamento mucho haberte preocupado tanto, tu propuesta de formar juntos una familia ha sido algo muy bonito, pero yo no estoy listo para dar un paso así, anoche me hiciste sentir amado pero no es suficiente, yo no deseo tener una relación ahora ni nunca. Por favor no me odies, se que amas a Licie no quisieras alejarte de ella, pero necesito un tiempo solo, un tiempo para mi, pero no lejos de Licie, cuando me sienta mejor te buscaré para que veas a tu hija. No me busques por ahora.

Debes olvidarme y rehacer tu vida con alguien que si te aprecie como lo mereces.

Mime”

Toma a su hija entre sus brazos junto a dos maletas pequeñas y salió una vez más de esa casa, renunciando a su felicidad. Licie tocó las lágrimas en la mejilla de Mime sin comprender porque llora su papi.


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