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Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

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Dos veces tropezando con la misma piedra, la primera por ser un tremendo y completo imbécil al abandonarlo y pretender que lo esperaría eternamente con los brazos abiertos. Y ahora mismo que estaba para él, para ser su pilar, un hombro donde llorar.

 

Arrugó la carta escrita por Mime con tanta frustración, habían hecho el amor en la noche, sentía que podrían ser esa familia que su pequeño Mime anhelaba ¿y qué sucedió? ¿Acaso no lo amaba?¿No era suficiente su esfuerzo por tener solvencia para su familia? ¿Nunca fue suficiente para Mime?, era una decisión injusta, entendía que estaba dolido con la situación de su origen ¿pero era necesario que lo alejara de su propia hija?

 

Busca su número en la libreta de contactos de su teléfono móvil, para su sorpresa la contestadora decía que no se podía enlazar la llamada pues el número no está disponible.

 

–¡Maldición!– aprieta los puños dejándolos caer sobre la mesa, centra su vista en los boletos de viaje para dirigirse  al campeonato de motocross, por ello trata de mantener la cordura, debía concentrarse en la carrera, ya no quería seguir siendo el fracasado de la familia.

 

Con eso en mente, al siguiente día viajó a la sede de la competencia. Después de instalarse en el hotel, se dirige al recinto para conocer la pista donde competirá, de igual manera para afinar detalles con el equipo técnico y checar que la motocicleta esté al cien. Esa tarde le dio una rodada al campo con fines de reconocimiento.

 

Su carrera deportista dependía de este torneo, daría todo su esfuerzo, sería merecedor de los patrocinadores que ahora mismo confiaban en su talento.

 

Con esa idea y encomendando a Odín su suerte, llegó al día del torneo, quizás no llevaba la porra que había deseado, pero esperaba que la transmisión llegara a ellos, a toda su familia, incluidos sus padres. 

 

Por otro lado, llegaba al recinto con sus lentes oscuros y con el fastidio de la longitud de Asgard a Alemania. Su padre lo había obligado a volar de último momento a una estúpida carrera de motocicletas a la que debía presentarse su padre y no él.

 

– No sé en qué momento mi padre adquirió el gusto por este desagradable deporte… que sucio lugar – frunce la nariz al ver la pista polvorienta, con el sol en su punto, le daba náuseas de estar entre gente sudorosa. 

 

Camina hacia el palco principal para observar al piloto imbécil que ahora patrocina una de las empresas del gran Magnus Megrez.

 

–Vueltas y vueltas a lo idiota, deporte sin sentido– gruñe Alberich aburrido, le truena los dedos a un camarero para que le traiga algo de beber, no tardando llega el camarero un gran tarro con una autentica cerveza alemana helada.

 

Estaba por quejarse por tan vulgar bebida, pero al dar el primer sorbo se da cuenta que el sabor era bastante bueno.

 

– Ya me aburrió esta basura – termina el tarro, ve que el corredor que patrocina su padre viene remontando de una quinta posición, se levanta curioso retirando las gafas oscuras de sus ojos.

 

Inesperadamente Siegfried pelea por rebasar al puntero, acelera elevándose por un montículo, al caer toma un par de metros de distancia, solo un poco más y llega a la meta.

 

– Interesante Vonheim – los labios de Alberich se torcieron de forma graciosa, por más que lo intenta ocultar, estaba sonriendo satisfecho que el tipejo de la moto al menos puso en alto la marca DeltaMineral.

 

Baja de los palcos para hacer evidente su presencia, aunque estuviera todo mugroso el hombre, tendría que ir a felicitarlo frente a los medios o su padre continuaría jorobando con este tipo de eventos.

 

Al llegar al área donde el equipo técnico tenía rodeado al piloto festejando y bañándose en cerveza como locos cavernícolas, un par de empujones bastan para abrir camino hasta el susodicho.

 

–¿Vonheim?… felicitaciones, has puesto en alto el patrocinio de DeltaMineral – menciona en tono engreído Alberich.

 

El piloto se retira el casco, mostrando al fin su rostro Siegfried – Gracias… no sabía que DeltaMineral era de tu familia–.

 

– ¿Tú?… creo que hay una confusión aquí– arruga la nariz con desagrado –¿En dónde está Vonheim?– grita molesto, la gente solo se le queda viendo como si fuese un loquito de  manicomio.

 

Siegfried carraspea un poco, se limpia la mano y la estira para saludarlo con más formalidad – Yo soy Siegfried Vonheim, un gusto joven Megrez–  sin tiempo a más detalles, son abordados por los medios de comunicación para entrevistar a la estrella en ascenso del momento, claro que los fotógrafos no perdieron el momento icónico de Siegfried siendo felicitado por el heredero multimillonario de la familia Megrez, por ende la lluvia de la noticia en los medios no se hizo esperar.

 

Desde Asgard esa imagen pudo verla el gran Magnus Megrez, satisfecho pues su ambicioso plan iba viento en popa, ese pequeño empujoncito fue necesario para arreglar la vida de su amado hijo y ¿porque no?, amasar más fortuna.

 

–¿Alberich?– el piloto de motos agita su mano por encima de la cara de Megrez. 

 

El mal humor continuaba haciendo estragos en su expresión, su mente en ese momento divaga recordando a su bello Mime y el cruel destino recordando su mala suerte en el amor  hasta lejos de Asgard, si con la maldita presencia de Siegfried.

 

–¿Qué diablos quieres?– golpea la mano del idiota de Siegfried.

 

– Vamos a ir a celebrar, ¿vienes con nosotros?, de hecho la fiesta de la federación es el en salón Dortmund del Hotel Adlon Kempinski, ahí me estoy quedando, gracias a DeltaMineral por cierto – le extiende la invitación que sabe que de antemano debe estar enterado si está como representante de la familia, pero no tenía idea de como romper el hielo con el enojón de Alberich.

 

–¡Ya lo se idiota!– tuerce los ojos con fastidio - Yo también me estoy quedando ahí… quizás baje a la recepción, ya me voy , estoy mareado de tanto olor a sudor y mugre – mira al resto con desdén antes de irse del recinto de carreras.

 

Al filo de las ocho de la noche la cena y brindis por el campeonato dio inicio, Siegfried se encontraba bastante animado pese al reciente abandono de Mime y su hija, parecía que la buena estrella iluminaba su camino al fin.

 

El su debut en la liga y ya estaba considerado una gran estrella en ascenso, durante esa noche apenas pudo hablar con Alberich que intentaba charlar entre copa y copa con los grandes empresarios que patrocinan otros equipos, dado las circunstancias no se atreve Siegfried a interrumpir.

 

Pero su prudencia termina casi a punto de dar media noche al ver trastabillar a Alberich y tirar a un camarero con la bandeja llena de copas. No duda ni un segundo en ir a ayudarlo.

 

– Oye… ya bebiste demasiado, da gracias que ya solo quedan pocos invitados y la mitad de ellos están ebrios o quizás hasta drogados, no han notado tu espectáculo– lo toma del brazo para arrastrarlo fuera del salón.

 

– ¡Qué mierda te importa cretino!–  responde apenas entendible, arrastrando la lengua al hablar, de esa forma torpe entran ambos al elevador.

 

– Deja de manosearme – trata de lugar cuando Siegfried mete las manos en los bolsillos de la ropa de Alberich.

 

– ¡Oh si claro!… te escuchas chistoso remarcando tus eses al hablar con tu lengua sucia toda entumecida del alcohol– no desaprovecha en reirse de ese presumido – ¿acaso no sabes que los niños no asimilan bien el alcohol?– el alborota el cabello – No seas tontito, estoy buscando la tarjeta de tu puerta, mira qué puedo dejarte aquí botado y cagado de borracho, pero soy un caballero y te dejaré en tu cuarto para que dejes de hacer el ridículo – encuentra al fin la llave electrónica, al ver el número de habitación puede tocar el botón del elevador para ir al piso correcto.

 

– ¡Si como no!¡ muy caballero pero te gustaba darle duro en el culo a mi hermanito!– grita Albe siendo silenciado por la mano de Siegfried, así evitar un escándalo más en los pasillos una vez que salieron del ascensor.

 

– Alberich deja de decir tonterías - ubica rápido la puerta indicada y desliza la tarjeta.

 

– Eso hacías… y yo no puedo hacerlo, Mime es mi hermano, ¡maldita mi sangre!… quiero hacerle el amor – lloriquea dejándose caer en la cama.

 

– No hables de Mime ¿quieres? – resopla un poco molesto, camina hacia el frigobar y encuentra unos jamones finos – Espero no te importe que coma de estos– saca una cerveza también y toma asiento frente a Alberich que seguía haciendo berrinche aventando las sábanas y las almohadas.

 

– Pues ni tu ni yo, pensé que podría consolarlo y se largó de mi vida también – confiesa mientras mastica un pedazo del jamón.

 

– Esto es… es el infierno, lo extraño… lo deseo, mi cuerpo arde de pensar en él – su drama empeora comenzando arrancarse la ropa viéndose gracioso a la vista de Siegfried.

 

– Enano, creo que tendré que desvelarme hasta que se te baje la borrachera, no me iré hasta que te calmes, berrinchudo…– se levanta dejando su cerveza en la mesa, detiene su andar hasta quedar de frente a Alberich – ¡Ya cálmate!¡Lo siento mucho, ni yo te hubiese deseado ese final en relación!¿Crees que no te entiendo?¡Me alejó de mi hija!– lo toma de las muñecas para controlar a ese pequeño demonio.

 

Cerca de las 9 de la mañana la luz de la ventana estaba fastidiando en la cara de Alberich, era una bomba sobre su cabeza sumando la maldita resaca que lo aquejaba. Se negaba abrir los ojos, pero el dolor era insoportable, debía levantarse a cerrar las cortinas, al intentar levantarse siente una punzada en su trasero, sus ojos se abrieron asustado.

 

Mira el bulto tibio sobre la mitad de su cama y luego levanta la sábana, mirando incrédulo su cuerpo desnudo, alterna la vista a su acompañante y de nuevo su cuerpo. –¡¿Qué me hiciste maldito cerdo pervertido?!– se cubre inmediatamente con la sábana al ver a Siegfried frotando sus ojos peresozamente. 





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