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Una nueva vida por JennVilla

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Harry estaba puliendo el mango de su escoba cuando Lily y James entraron a su habitación.

—Harry, ¿podemos hablar un momento? —dijo Lily con cautela, sentándose en la cama de Harry.

— ¿Sí? —Harry estaba seguro de que había limpiado la jaula de Hedwig. No creía estar en problemas.

—Te voy a preguntar algo y quiero que-

— ¡No fui yo, mamá, te lo juro! —gritó Harry asustado— ¡Papá me dijo que escondiera las macetas rotas!

— ¿Qué? —exclamó Lily.

— ¡Yo no hice nada, Lily! —se defendió James— ¡Harry está mintiendo!

— ¡Tú sabes que no, papá! —Harry se cruzó de brazos— Me prometiste un helado en Fortescue si escondía las macetas que tú y Sirius rompieron.

— ¡Eso no es cierto! —se defendió James.

—Oh, ya basta ustedes dos —dijo Lily con impaciencia—. Ahora mismo no quiero hablar de sus travesuras. Esto es mucho más importante.

—Está bien. —dijo Harry

—Eres un niño traidor. No volveré a confiar en ti. —murmuró James.

— ¡No pagaré tus platos rotos! —exclamó Harry.

Lily levantó una mano y el silencio se hizo en la habitación.

—Como iba diciendo, tengo que preguntarte algo muy importante, Harry —Lily le miró fijamente—. Y lo haré de una buena vez y sin rodeos. ¿Recuerdas a Voldemort?

Harry cerró la boca de golpe y miró a su madre con confusión.

—Ya te lo había dicho, mamá. Es el monstruo de mis pesadillas. Él que se apareció en las mazmorras cuando bajé con Draco; le puse Voldemort y... bueno, la verdad no sé por qué le puse ese nombre, pero Draco dijo que era un nombre muy guay para un monstruo.

Lily y James compartieron una mirada.

—Está bien —dijo ella—. ¿Puedes decirnos algo de Mopsus?

—Mopsus también aparece en mis sueños—recordó Harry—. Pero Remus dice que es un amigo imaginario.

— ¿Por qué Remus sabe de Mopsus? —preguntó James.

—Porque le he contado sobre él. Es un anciano muy chistoso, ahora que lo pienso. Me refiero a Mopsus. —dijo Harry sin percatarse de la mirada de sus padres.

—Bueno... —Lily parecía no saber qué decir— ¿Recuerdas cómo te hiciste esa cicatriz?

—Papá dice que me caí de la escoba cuando pequeño, ¿no?

—No —dijo James frunciendo el ceño—. ¿De verdad no recuerdas cómo te la hiciste?

—No. —negó Harry. Lily suspiró y James le acarició la espalda.

—Una vez nos comentaste algo sobre unos mortífagos. ¿Quiénes son ellos? —preguntó Lily —Harry le miró con confusión y Lily volvió a suspirar, ahora con alivio—. Oh, James... todo se trató de un sueño entonces.

— ¿De qué hablan? —preguntó Harry con confusión.

—Eso no explica la cicatriz —dijo James, sin prestarle atención—. Cuando lo encontramos en el suelo no pudo haber caído tan fuerte de la cama, como para hacérsela.

—Oh, eso lo sé —aceptó Lily—. Pero Harry no recuerda nada de esas cosas de las que habló. Eso quiere decir algo.

—Yo pienso que de repente las ha olvidado, si no es que se trata de algún hechizo de memoria más contundente —reflexionó James—. Seguramente su mente se está acomodando definitivamente a esta vida.

— ¿De qué hablan? —preguntó Harry en voz más alta.

—Bueno, es muy factible lo que dices —concordó Lily—. Pero es lo mejor, en todo caso, ¿no crees? —James asintió— Era terrible verle recordando cosas tan espantosas.

—Mamá…

—Tienes que hablar con algún Inefable, James —continuó la pelirroja—. De todas maneras, haya sido un sueño o algún hechizo de memoria, tenemos que estar seguros.

—Podría ser alguna variación del Ovbliate —James frunció el ceño—. Puedo hablar con Kingsley; él es experto en el tema.

Lily y James terminaron su conversación y parecieron reparar, apenas ahora, en la enfurruñada presencia de su hijo.

—Oh, hola. De nuevo —ironizó Harry, ignorando la censura en los ojos de Lily—. ¿Puedo ahora preguntar qué es lo que pasa?

—No nos pongas atención, Harry —dijo James con una sonrisa que no alcanzó sus ojos—. Sólo estábamos preocupados por tus pesadillas, eso es todo.

—Pero eso es normal, ya sabes —Lily besó la frente de Harry y le pellizcó una mejilla—. Sólo trata de no discutir tanto con Draco y verás que tendrás unos dulces sueños.

Harry sonrió y James le detuvo antes de que hablara.

—Y te ruego que no me digas qué sueños tienes con Draco, Harry.

Harry rio y Lily le dio un zape a su esposo.

—Y tú tienes que dejar de contarle historias de tu trabajo, James. ¡Son vacaciones de Navidad, por Merlín! Se supone que Harry tiene que descansar.

—A mí me gusta escuchar a papá —dijo Harry—. Tengo que aprender ciertas cosas si es que quiero ser Auror.

— ¡Ajá! —James sonrió y se cruzó de brazos con gesto triunfal— Mi hijo necesita aprender muchas cosas.

—Está bien —Lily puso los ojos en blanco—. Entonces no vengas a mí cuando sueñes con Voldemort.

—Está bien —dijo Harry con tono suficiente—. Dentro de poco cumpliré trece y seré todo un-

— ¡Familia! —rugió la voz de Sirius de repente, desde la planta baja— ¡Tengo excelentes noticias!

— ¡Por las bolas de Merlín! Olvidé que-

—James, no digas palabrotas delante del niño. —regañó Lily.

— ¡Tengo doce años, mamá! —se quejó Harry.

— ¿Y? Puedes tener barba y aun así tienes que- —Lily se interrumpió cuando Remus y Sirius entraron como trombas a la habitación.

— ¿A qué no adivinan? —gritó Sirius con júbilo. Remus estaba sonrojado y miraba a Lily con emoción. La pelirroja entendió y gritó.

— ¡Oh, por Dios!

— ¿Qué pasa? —preguntó James con confusión. Lily nuevamente gritó y saltó en su lugar como una niña, luego giró el torso para abrazar apretadamente a Harry y gritarle en el oído— ¡Lily! ¿Qué pasa mujer? —James no entendía nada y Harry cayó de espaldas en la cama mareado, por la efusividad de su madre.

—Oh, Cornamenta. ¿Eres en serio tan lento? —preguntó Sirius con voz emocionada. Remus se sonrojó más y se cubrió la boca.

—Pues perdona mi lentitud —bufó James—. ¿Podrías explicarme qué es lo que pasa?

Lily no aguantó más y saltó de la cama hacia un desprevenido Remus, luego ambos se abrazaron y Lily volvió a gritar. Harry se incorporó y dijo:

—Sirius ha sido ascendido en el trabajo.

Sirius miró a su ahijado con decepción y apuntó con un dedo a James.

—Tu turno.

— ¿Te has ganado esa rifa muggle súper millonaria? —intentó él.

— ¡No! —Sirius gimió y se peinó su cabello con la mano derecha. Un anillo dorado relucía en uno de sus dedos. Lily se apartó de Remus y frunció el ceño.

—Espera. ¿Fuiste tú el que-?

— ¡Oh, ya lo sé! —gritó Harry y James le miró con expectación— Sirius se ha ganado ese anillo en una apuesta.

— ¿Qué? ¡No! Harry, cachorro, no es-

—Yo tengo una mejor —dijo James pensativamente—. Sirius ha encontrado algún tesoro de puro oro-

—Oh, papá. Los tesoros son para los niños. —dijo Harry con escepticismo.

— ¿Fuiste tú el que se propuso, Rem? —preguntó Lily, antes de que James le respondiera a Harry.

Remus asintió y Sirius sonrió con presunción.

—Así es. Y obviamente le he dicho que sí.

Harry y James les miraban estupefactos. Remus sonrió y levantó la mano derecha; otro anillo idéntico al de Sirius reposaba allí. Lily abrió la boca desmesuradamente y regresó a sus brinquitos extasiados.

— ¡Oh por Dios, oh por Dios! ¡No me digas que se propusieron al tiempo!

—Bueno, primero lo hice yo —dijo Remus—. Cuál fue mi sorpresa al ver que Sirius también lo iba a hacer.

Lily volvió a gritar y Sirius se permitió saltar como ella por la alegría.

—Pero como ya debes saber, mi proposición fue la mejor —dijo él—. Aunque él lo hubiese hecho primero, la mía fue digna de ser publicada en el Profeta.

—Sirius Orión Black, no vamos a publicar nada en el Profeta. —advirtió Remus.

—Ya me verás haciéndolo. —declaró Sirius y Lily por primera vez estuvo de acuerdo con Sirius. Los tres sonrieron ampliamente y se abrazaron entre ellos.

James y Harry se miraron.

— ¿O sea que los anillos son de matrimonio? —preguntó James con ingenuidad antes de que el paño limpiador de escobas de Harry le diera en la cara y Lily escondiera rápidamente la mano.


Toda la familia estaba reunida en la mesa saboreando un delicioso postre que Lily había preparado con prisas por motivo de la celebración.

Sirius y James no dejaban de parlotear y discutir sobre cómo serían los fuegos artificiales perfectos para la boda y Harry observaba curiosamente el anillo de Remus en su pequeña mano. Remus y Lily estaban hablando con las cabezas muy juntas y de vez en cuando, Lily soltaba risitas nerviosas y miraba a Sirius.

Charlotte, la lechuza de Lily, se posó en una de las ventanas y arañó suavemente la superficie para hacerse notar. Harry fue a recibirla corriendo, casi dejando perder el anillo de Remus en la alfombra mullida.

—Es una carta del señor Malfoy. —anunció. James y Sirius gruñeron.

—Oh, seguramente es para fijar el lugar para la cena de Navidad —dijo Lily—. ¿Tú dónde prefieres, Remus? ¿En la mansión Malfoy, aquí o en Grimmauld Place? Molly nos invitó a la Madriguera, pero allí estarán sus hermanos y definitivamente no iré. Cissa piensa igual que yo.

—No dejaré que Malfoy entre en mi casa. —dijo Sirius.

—Pues te recuerdo que esa también es mi casa —dijo Remus con tranquilidad—. Lucius es un buen amigo mío, además, no dejaremos de invitar a Cissa y Draco por tus caprichos.

Sirius se cruzó de brazos y no discutió.

—Voy a leer la carta —dijo Harry cuando al fin pudo romper el sello de la familia Malfoy—. "Estimada Lily. En esta carta te haré partícipe de lo que hemos decidido para la cena de Navidad.

«Narcissa estuvo pensando seriamente en hacerla en la ratonera del Chucho--

— ¡Oye! Ya quisiera él tener una casa como la mía. —interrumpió Sirius.

«Pero —Harry levantó la voz con impaciencia— yo la disuadí de esa tontería así que la cena tendrá lugar aquí, en casa. Así que estás completamente invitada, tú y Harry. Avísale a Remus por mi parte también, por favor. Les esperamos antes de las siete de la noche.

«Es tú decisión si le dices a Potter y al Chucho, pero yo recomendaría que vinieran ustedes tres solamente. La idea es pasar una velada agradable.

«También te aviso con antelación que Tom Ryddle y Severus están invitados. Y sé que lo estás pensando, pero no, Bella no ha podido venir y Andrómeda irá a celebrar con la familia muggle de su esposo. No creo conveniente hacer más aclaraciones salvo que no pueden faltar; yo, Lucius Malfoy, tengo una sorpresa para todos ustedes, incluso para mi esposa y mi hijo.

«Narcissa manda saludos a todos (como si no nos hubiéramos visto hace poco) y Draco insiste en que le digas a Harry que no olvide traer el pijama que él le obsequió en su cumpleaños.

Harry omitió la despedida y la firma.

— ¿Qué sorpresa tiene el señor Malfoy? —preguntó, mientras entregaba la carta a su madre.

— ¿Coquetear como siempre lo hace con mi futuro esposo? —gruñó Sirius— ¿O hacer equipo con Ryddle para embaucarlo?

Remus y Lily pusieron los ojos en blanco.


—Bienvenidos sean ustedes a la Mansión de la venerable y respetable-

— ¡Hola a todos! —Draco gritó, interrumpiendo el saludo de Dobby.

— ¡Hola, Draco! —saludó Harry y entró corriendo por la puerta principal de la Mansión Malfoy sin dejarse detener por Lily.

—Hola, Dobby. —saludó Lily con una sonrisa al elfo.

— ¡Señora Potter! ¡Qué amable es usted al saludar a este pobre elfo! Dobby es un elfo muy afortunado al estar al servicio de tan buenos amos con tan honorables amigos. —chilló Dobby sin dejar de retorcer nerviosamente sus dedos en una pequeña túnica verde que cubría su cuerpo.

Lily sonrió dulcemente y casi fue empujada por Sirius al este entrar en la Mansión.

—Muero de frío —dijo—. Dobby, no tienes por qué dejarnos afuera.

—Oh, Sirius cállate. —gruñó Lily fulminándole con la mirada al ver que Dobby agachaba las orejas. Remus negó con la cabeza exasperadamente y James se mantuvo juiciosamente en silencio ante la mirada de Lily.

La casa de los Malfoy era sin duda grandiosa. Pero en Navidad, era magnífica. Las decoraciones que con tanto empeño y gusto distribuía Narcissa en persona por todo el lugar, formaba sin duda un escenario hermoso.

El elfo los dirigió a la sala principal donde se encontraban los demás invitados.

— ¡Bienvenidos! —dijo Narcissa desde su lugar, en el umbral de la puerta— ¡Estamos muy felices de que hayan llegado!

—Hola, Narcissa —canturreó Lily abrazando a su amiga—. Tengo tantas cosas que contarte, que una carta no es suficiente para todo ello.

Harry y Draco ya estaban en uno de los grandes sillones junto a la chimenea viendo una pequeña dotación de pociones de emergencia que Severus le había regalado a su ahijado. Draco nunca esperaba a la mañana siguiente de Navidad para abrir los regalos.

—Buenas noches, Remus —saludó Lucius caminando elegantemente hacia los recién llegados—. Bienvenido a nuestro hogar.

—Si no lo has notado, Malfoy, Sirius y yo también estamos aquí. —dijo James cruzando los brazos.

Para suerte de los caballeros, Lily y Narcissa estaban ahora lejos de ellos, compartiendo secretos y risas cerca de sus hijos. Severus se puso de pie con una sonrisa burlona en su rostro, seguido de cerca por Tom.

—Señores, por favor... —empezó Remus.

— ¡Feliz Navidad, Remus! ¡Y feliz Navidad para todos ustedes! —dijo Tom amablemente ganándose un suspiro fastidiado por parte de Lucius y Severus— Lucius y Cissa se han lucido este año, ¿no? Remus, ¿cómo has estado? —entrelazó su brazo con el de Remus y lo dirigió hacia el interior de la sala— Por un momento pensé que no ibas a venir.

— ¡Hey! —dijo Sirius, pero fue interceptado por Lucius.

—Nada le pasará a tu Remus, Chucho. En realidad, nosotros queremos hablar con ustedes y no queremos que nadie más se entere de nuestra conversación.

—No tenemos nada que hablar con ustedes. —dijo James.

—Yo creo que sí —dijo Severus—. Pero por ahora sólo fijaremos una fecha de reunión.

— ¿Reunión?

—Sí. Nos reuniremos pronto, aquí en mi casa.

— ¿Y de qué vamos a hablar? —preguntó Sirius con cautela.

—Sobre trabajo, obviamente. No hablaríamos de nada más con ustedes. Vamos a exportar unas pociones muy delicadas, así que necesitamos de toda la seguridad posible —explicó Lucius—. Así que pronto ultimaremos detalles.

— ¿Y qué creyeron ustedes? ¿Acaso somos guardaespaldas personales? —dijo James con sorna— Tenemos cosas más importantes que hacer.

—No cuando nuestras pociones serán llevadas al Ambroise Paré en Francia, y varias... personas están maliciosamente interesadas en ellas. —dijo Severus con voz suave.

—Mala suerte para nosotros que nos hayan puesto en manos de dos aurores tan-

—Mucho cuidado con lo que dices, Malfoy. —siseó James.

— ¿Qué están cuchicheando ustedes allí? —dijo Lily en voz alta— James, recuerda lo que te dije y tú no le sigas la corriente, Sirius.

—Lucius, acompáñame a preceder la mesa —dijo Narcissa—. Es hora de la cena y no podemos hacer esperar más a nuestros invitados.

Los cuatro magos se dirigieron miradas de distintos significados y se apartaron mansamente.

—Han hecho un trabajo excepcional con la decoración, Narcissa. —alabó Remus con una sonrisa. Tom le contemplaba encandilado.

—Oh, muchas gracias, Remus —dijo Narcissa mientras tendía una mano a su hijo para que se pusiera de pie—. Hemos pasado un buen rato decorando.

—Yo también he ayudado con las decoraciones —dijo Draco caminando con su madre hacia el comedor principal—. ¿Viste esa estrella que estaba arriba de la chimenea, Harry? La he puesto yo.

—Eso es mentira. Eres un enano y aunque alcanzaras, no nos hubieras ayudado siquiera un poco. —se quejó Lucius desde atrás.

Narcissa suspiró y se dirigió a su puesto en la gran mesa. Los demás comensales se acomodaron en sus sillas sin más ceremonias. No había necesidad de ellas, al fin y al cabo.

—Yo creo que ya no puedo aguantar más —dijo Lily mirando con emoción en torno suyo—. Remus, diles lo que pasó. —sonrió a Remus, quien estaba a su lado.

—Oh, sí —exclamó Sirius desde el otro lado—. Son muy buenas nuevas.

— ¿Buenas nuevas? ¿De qué se trata? —preguntó Tom con gesto curioso.

—Así es Ryddle. Muy buenas nuevas —dijo Sirius en voz muy alta. Lucius le miró con desdén—. Remus y yo nos casaremos dentro de poco. Hoy en la mañana nos hemos declarado mutuamente.

Narcissa y Lily compartieron un gritito de alegría y Draco le dio una mirada indescifrable a Harry desde su puesto. Lucius miró con lástima a Remus y Severus torció la boca con burla.

— ¿Es en serio, Remus? —preguntó reflexivamente— ¿Por qué no pensaste mejor las cosas?

— ¿Qué quieres decir, Quejicus? —gruñó James.

—Oh, ya basta todos ustedes —regañó Lily—. Lucius, Severus, feliciten a la feliz pareja y demos paso a la cena.

—Así es —dijo Narcissa—. Draco, tú también debes felicitarlos.

—Felicitaciones, señor Lupin y señor Black. —dijo él educadamente obligando con ello a que Lucius y Severus dieran sus respectivas felicitaciones, no sin unos cuantos comentarios hacia Sirius.

—Bueno —dijo Tom después de un rato—. Mi oferta sigue en pie, de todas maneras. —dijo con descaro, guiñando un ojo a Remus y también a Sirius.


—Ya va siendo hora de que muestres lo que sea que vayas a mostrar, Malfoy. —dijo Sirius tiritando de frío. Todos estaban a la intemperie en uno de los senderos que conducían a un pequeño bosquecillo propiedad de los Malfoy.

Lucius levantó el mentón con desdén y se recogió el cabello en una cola de caballo. Narcissa y Draco le miraban con curiosidad.

—A pesar de la presencia de Potter y Black aquí, todos ustedes son personas muy importantes para mí —dijo el rubio—. Así que quiero compartir con todos, uno de mis pequeños logros; este, en particular, es uno de los que más me enorgullecen.

— ¿Una orden de Merlín? —preguntó Tom.

—Yo creo que debe ser que le han dado un puesto en el Ministerio —sugirió Remus—. De eso hablabas con James y Sirius ahora, ¿no?

—Yo puedo estar segura de que ha conseguido un puesto en el Wizengamot —dijo Lily y compartió una sonrisa ilusionada con Narcissa—. Oh, Lucius. ¡Te felicito!

—Seguramente ha conseguido hacer una poción lo más decente posible como para no arruinar mi tablón de ingredientes al primer intento. —dijo Severus con burla, siendo acompañado por las risas de James y Sirius.

—Nunca creí que estuviera de acuerdo en algo con Quejicus.

—Cállate, Chucho —dijo el profesor—. Merlín me ampare de compartir algo contigo.

—Oh, no seas aguafiestas, Quejicus —dijo James—. Esta vez te has lucido. Acepta tus felicitaciones.

—Tú no me hables, Potter.

—No voy a tolerar más discusiones entre ustedes en una noche tan linda como esta. —regañó Lily.

—Tú no deberías decir eso de mi esposo, Severus —dijo Narcissa—. Sabes perfectamente que después de ti, Lucius es el mejor pocionista.

—Oh, Cissa, tienes mucha fe en tu esposo —dijo Sirius—. Puedo entenderlo; yo haré lo mismo cuando me case con Remus.

—Sirius, cállate. —dijo Remus frotándose las sienes con fastidio.

Lucius contemplaba todo con fría indiferencia. Luego miró con expectación a los niños y ambos se agitaron en sus sitios.

—El señor Malfoy reemplazará al profesor Snape en pociones. —gritó Harry con emoción.

— ¡No! —Draco exclamó— ¡Mi papá es el nuevo Ministro de Magia!

Sirius rugió de risa y Remus le dio un zape en la nuca.

—Amo la inocencia de los niños. —dijo James entre risas, esquivando un golpe de Lily.

—Mi esposo perfectamente puede ser Ministro de Magia, James Potter. —dijo Narcissa con severidad, congelando con su mirada a James.

—Esto de verdad es muy divertido —comentó Tom con los brazos cruzados—. Pero es momento de que escuchemos a Lucius y que él mismo nos saque de nuestro error, si es que lo hay. No me impresionaría que Lucius hubiera logrado todo lo que hemos sugerido. —añadió con una mirada penetrante sobre el rubio.

Narcissa suspiró con fastidio y entrelazó su brazo con el de Lucius. pero su esposo se retiró suavemente, después de besarle con cariño una de las mejillas. Draco se puso de puntillas para reclamar su propio beso y Lucius sonrió al corresponderle.

Luego, estirando elegantemente sus brazos, se lanzó hacia el suelo acompañado por un grito ahogado de Narcissa y convirtiéndose en un instante en un magnífico lobo blanco.

— ¡Mi papá es un animago, Harry! —gritó Draco, llenando el silencio que le había seguido a la sorpresa inicial. Narcissa gritó emocionada y abrazó fuertemente a su hijo mientras reían alborozados.

Harry sonrió y contempló con curiosidad al lobo quien se asentó sobre sus cuartos traseros y le devolvió la mirada antes de ser casi arrojado al suelo por Draco y Narcissa.

—Bueno, yo esperaba que si Malfoy fuera un animago, se convirtiera en murciélago. —murmuró Sirius sin poder esconder la envidia en su rostro.

—No más comentarios, Sirius —dijo Remus—. Y tú tampoco, James.

James levantó las manos con inocencia.

—Sólo iba a comentar que la forma animaga de murciélago quedaría bien para Quejicus.

Luego soltó un aullido de dolor por el repentino fuego que le dio en el trasero. Severus sonrió antes de ser arrastrado por Tom a curiosear al nuevo animago.

—Ni creas que me voy a compadecer de ti. —dijo Lily a James. Remus rio.


—Hubiese sido una velada perfecta si Adrianne y Blaise pudieran acompañarnos. —dijo Narcissa tomando un poco de té junto a Lily. Ambas estaban bajo un toldo, contemplando el gracioso espectáculo frente a ellas.

—Es cierto —dijo Lily—. Pero no será así todas las Navidades. Espero que Adrianne pueda resolver esos problemas legales allí en Italia; Harry echa en falta a Blaise, ya sabes. Se consideran hermanos.

Narcissa sonrió.

—Muy diferente a su relación con Draco, ¿no? —ella miró con fijeza a su amiga.

—Cissa...

—No pienses tanto las cosas, Lily. Draco y Harry se quieren a su manera. Son unos niños y no pueden ver nada malo en su relación.

Lily observó a su hijo contemplativamente.

Harry estaba sentado junto a Severus, riendo, al ver a Lucius en su forma de lobo, perseguir a Draco. James, como ciervo, se acercaba lentamente por detrás de Harry y Severus para luego tumbar con su cornamenta al profesor de pociones. Severus se levantó hecho una furia y amenazó con su varita al ciervo, pero James se escondió miserablemente detrás del pequeño cuerpo de Harry.

Sirius y Remus, ambos convertidos, correteaban juntos esquivando los ágiles pasos de Tom como pantera. Sirius no fue lo suficientemente rápido y se dejó atrapar, quedando patas arriba con Tom encima. Remus siguió corriendo y se unió a Lucius para juntos aullar a la luna. Draco les miraba embelesado.

— ¿Lily?

Lily parpadeó y se concentró en Narcissa.

—Lo siento. Es qué es encantador ver todo eso.

—Ya, eso mismo pienso yo. Nunca pensé que esa era la sorpresa de Lucius. Estoy muy contenta con él; ya tengo un lobo en la cama. —añadió con voz pícara.

— ¡Cissa! —exclamó Lily sonrojándose. Narcissa rio y lo hizo más fuerte cuando James embistió contra Severus sin hacerle daño.

—Respecto a lo de ahora —dijo Lily titubeante—. De verdad no quiero que Harry sufra.

— ¿A qué te refieres? —Narcissa frunció el ceño— ¿Cómo podrían sufrir dos niños como ellos? No es algo tan serio, Lily.

—Cissa, Harry se está encariñando mucho con Draco. Cuando James no está, me habla mucho sobre él y lo mucho que... que le gusta... Oh, tú sabes.

— ¿Y qué con eso? —preguntó la rubia.

— ¡Que está muy ilusionado! Y estoy segura de que lo querrá por toda la vida y que ustedes desean que Draco se casé con una chica de clase y-

—Oh, Lily por favor, no seas ridícula y perdóname que te lo diga así —resopló Narcissa—. Nosotros no decidiremos de esa manera sobre la vida de nuestro hijo. No hagas caso a lo que pueda decir Lucius sobre eso; él y yo sabemos que es Draco quien decidirá con quién unir su vida —dijo con convicción—. Lily, están muy jóvenes y no es momento de pensar en eso. Ellos conocerán a muchas personas más, tendrán más oportunidades y más situaciones para experimentar, y nosotras como sus madres, debemos estar ahí para acompañarlos y apoyarlos en lo que sea necesario. Pero si llega a pasar que al final del camino, Draco y Harry siguen coincidiendo, ¡entonces mucho mejor! ¿No crees?

—Pero-

—Pero nada, Lily. Últimamente estás con unas paranoias muy extrañas. Confía en mí, en tu hijo, en Draco, y en tu propio criterio —Narcissa pellizcó cariñosamente una mejilla de Lily—. Draco y Harry son apenas unos niños; lo que tienen es algo muy bello, aunque crean que nadie más se da cuenta de lo que pasa y que pueden engañarnos. Si así sigue siendo con el pasar de los años, nosotras sólo debemos preocuparnos porque se sientan y estén bien, ¿de acuerdo?

Lily asintió y suspiró con resignación.

—Lo siento es que-

—Oh, no me vengas con otra excusa. Algo pasó con Harry, puedo sentirlo —Lily le miró alarmada, pero Narcissa no desistió—. Sé que hay algo que se me escapa, pero no te obligaré a contarme nada, Lily. Pero sea lo que sea que haya pasado, no tengas miedo. Harry tiene muchas personas a su alrededor que lo quieren, créeme. Estará a salvo.

Lily suprimió un quejido y más bien se giró en su puesto para abrazar a Narcissa.

— ¿Qué haría sin ti, Narcissa Malfoy?

—Nada —dijo la rubia con tono fanfarrón—. Ahora olvida lo demás y disfrutemos de la noche. Y ruega a Severus por la vida de tu esposo.

Lily se dio vuelta y vio cómo el gran ciervo astado caía fulminado por un Petrificus Totalus al suelo. Harry levantó un puño con un grito de guerra y se fue contra Severus para ser repelido ágilmente con un Aguamenti. Lily rio muy a su pesar, sabiendo que ambos se lo habían buscado y que era hora de que Severus respondiera.

Más allá, Lucius lamía la cara de Draco provocándole cosquillas y Remus empujaba con su hocico una especie de pelota. Tom le perseguía y Sirius intentaba morderle la larga cola para detenerlo.

—Son como niños. —dijo Lily.

—Sólo faltamos tú y yo por ser animagas. —dijo Narcissa.

—Y Severus.

—Ah, Severus tiene sus secretos. Pronto nos sorprenderá dejando en su sitio una serpiente o algún bicho malhumorado.

Ambas rieron y siguieron tomando de su té.

—Feliz Navidad. —se desearon al unísono las dos mujeres sin despegar la vista de Draco y Harry, quienes se juntaron para corretear con pies y manos por la suave hierba del bosquecillo.


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