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Dos son mejor que uno por alex solano

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Draco frunció el entrecejo, apretando sus puños en blanco, mordiéndose levemente el labio en nerviosismo por su inesperada y ahora vulnerabilidad.


-ustedes...-murmuro con un deje de cansancio y desprecio.


-si...-


-...nosotros-sonrieron, caminando hacia el muchacho, que dio un leve paso hacia atrás.


-¡Piérdanse! ¡Vuelvan a lamerle el culo a Potter y déjenme en paz!-siseo, alzando el mentón con un deje de orgullo y altanería.


Ambos se enternecieron a la vez, para Fred se le hacía adorable esos gestos tan Malfoy, tratando de aparentar frialdad y dureza que no tenía aun en sus tiernos trece años. Para George se le hacía jodidamente divertido que siguiera con esa mascara cuando lo que sentía en su interior era totalmente distinto.


-nos lastimas Draco-se llevó una mano al pecho fingiendo estar adolorido Fred.


-¡Soy Malfoy!-corrigió irritado.


-y nosotros Sid y Am, mi querido amo-sonrió de lado George arrinconándolo contra la pared poniendo su brazo por encima de su cabeza, acortando la distancia entre ellos mientras Fred flanqueada su lado derecho en la misma posición.


Ambos se sintieron complacidos al ver que el rubio no se tomó las pastillas de amargura de su padre al mostrar ese sonrojo de vergüenza en sus mejillas, perdiendo aquella mascara por unos momentos, mostrando un nerviosismo y vacile en sus ojos grises.


-¿acaso...te has olvidado lo que hemos pasado juntos, amo?-susurro Fred en su oído. Atreviéndose a ir más allá, le dio una ligera lamida en su mejilla, soltando un maullido al final.


Draco soltó un pequeño chillido, estremeciéndose, tratando se asestar un puño al rostro de Fred, pero este teniendo experiencia con sus hermanos le estuvo en seco con su palma.


George se sintió satisfecho al ver que seguía teniendo el mismo efecto en él, eso quitaba todas sus dudas sobre sus sentires.


-¡de haberlo sabido los hubiera echado al calamar gigante!-trato de defenderse, zarandeando su mano atrapada.


Ambos hermanos se miraron cómplices.


-no nos mientas, amo-murmuro Fred, tomando su muñeca para darle un beso casto.


-¡N-no hagas eso!-tiro de mano.-¡¿Qué demonios quieren de mí?!-ladro enojado.


Los gemelos le miraron con suma gracia desde su altura.


-¿Qué queremos de ti?-pregunto retorico George mirándolo con burla, irguiéndose y llevándose una mano al mentón en gesto pensativo.


-Que no dejes que el imbécil de Zabini te siga tocando, eso queremos-termino su hermano con deje oscuro y grave en sus palabras.


El ojigris parpadeo, no creyéndose de verdad lo que le decían.


¿Quién se creían que eran?


-¿Qué?, ¿acaso están celosos o algo así?-interrogo con sorna, con una mueca arrogante y ceja alzada, pensando que arrepentirán de sus palabras, dejarían esta bromita e irse a la paz de su habitación.


-Pues si- admitió Fred, encogiéndose de hombros, mirándolo a los ojos.


Eso no lo esperaba...


-estamos...-George se acercó a su oído-... jodidamente celosos-le susurro.


La situación se le estaba escapando de las manos, pensaba el Malfoy, no entiendo para nada la situación.


-¿de qué mierda me están hablando? ¡Ustedes no son nada mío! ¡Yo-dejame!-rugió cuando Fred le revolvió su cabello como un vil perro.


-ahí es donde te equivocas principito-negó con un dedo.


-nosotros somos tu todo, solo que aún no lo sabes-le tomo de la muñeca George para besarle el dorso de la mano, siendo retirada con brusquedad por el rubio con enojo.


La situación ya le sobre pasaba, con Potter y sus amigos aun enfrentándolos solo no era problema, podía controlarse, pero con los gemelos Weasley era otra historia, ellos sabían que botones presionar para hacer trizas sus nervios de acero. Los empujo a ambos, pasando por el medio con brusquedad, mandando al diablo su varita, los acusaría con su padrino después.


Unos largos brazos pecosos le detuvieron, enrollándose alrededor de su torso y ser levantado con facilidad del suelo a pesar de sus pataletas para zafarse, presionada su espalda contra su cuerpo tibio y más alto.


Ambas muñecas fueron sujetadas con fuerza al aire, quiso pisarle los pies a su captor pero jadeo en sorpresa al ver que estaban pegados al suelo.


-vamos a jugar un juego Principito-sonrió malicioso George que le tenía sujeto.


-¡vayanse al diablo! ¡No quiero jugar!-zarandeo.


Fred se permitió reír con mucha gracia, sujetando su mentón con sus dedos, observando esos orbes grises que le miraban con enojo mas no con odio, labios fresas apretados de frustración y mejillas coloradas.


Por un momento su mente le envió al pasado, recordando casi dos años atrás el comienzo de todo.


Con tan solo 14 años ambos habían logrado la transformación animaga, les costó unos dos años hacer los preparativos para tener al menos una oportunidad de éxito, y en la privacidad de la sala multipropósitos se vieron encogidos a dos simples gatos anaranjados.


No estaban tan decepcionados de la forma animal, además... la euforia de lograr lo que casi nadie a su edad conseguiría les invadía.


Desde entonces fue sumamente fácil hacer las bromas más difíciles y escapar impunes, pues nadie sospecharía que dos aparentes gatos hicieran volar la torre de Ravenclaw con bombas apestosas. Cada broma que no pudieron realizar por la dificultad encubierta ahora era realizada con los ojos cerrados.


Recuerdan una que le hicieron a McGonagall, poniendo unas Acromantulas falsas en su sombrero, riéndose mentalmente al ver la histeria de la profesora tratando de quitárselas de encima. Viéndose satisfechos, caminaron por los pasillos tranquilamente, imaginando las pesadillas que llegara a tener la pobre docente, pero toda fantasía fue cortada por Snape, que al verlos hizo un gesto de desprecio, caminando con paso rápido hacia ellos con la capa ondeante y la varita en mano.


Se erizaron de susto, dando media vuelta y tratar de escapar, pero fueron sorpresivamente petrificados, totalmente asombrados de la agilidad del profesor.


Cerraron los ojos de temor al ver su mano pálida acercarse hacia sus pieles, ya pensando en el funeral y en las lágrimas de su madre, pues es conocido que cualquiera animal suelto que se encuentre el profesor de pociones nadie más lo vuelve a ver, rumores decían que los mata y los disecciona para ingredientes de pociones.


Antes que toda la horripilante escena en sus mentes se cumpliera, un niño rubio de no más once años se paró entre ellos.


Conocían algo a Malfoy, era el matón personal de su hermano menor y de Harry, no era un muchacho agradable, todo lo contrario, déspota, arrogante, orgulloso e imbécil para su edad. Que les defendiera era toda una sorpresa.


Draco le había rogado a su padrino que no les hiciera nada, pero este no iba a ceder, pues un animal sin dueño seria echado del colegio.


Esos ojos grises les miraron por un segundo y sin dudar le dijo a su padrino "¡Yo los adopto!", desasiendo el hechizo en sus cuerpos y cargándolos en sus brazos contra su pecho, haciendo una cara de perro apaleado a su padrino, que se restregó la cara impotente, gruñendo y dándose media vuelta.


Ambos se quedaron en blanco sin saber que pensar.


Draco con un sorpréndete cariño los llevo en sus brazos hacia las mazmorras, viéndose a donde iban decidieron quedarse quietos, era una excelente oportunidad para hacer un reconocimiento a la impenetrable guardia de las serpientes.


El rubio los había llevado a su cuarto personal, luego es que pensaron que si Snape era capaz de matar un gato para tener ingredientes, el niño podría hacerles lo mismo o peor.


Pero no fue así, este cargo Fred sonriéndole ampliamente, restregando su rostro contra su cabecita, diciéndole lo lindo que era.


Ambos se sintieron de verdad muy perdidos.


Esa día fueron mimados, cepillados y acariciados a mas no poder por el niño, que les decía a voz alta lo feliz que era tener al fin un amigo.


No era difícil sumar dos más dos para saber el trasfondo de esas palabras.


El día de mañana muy pocos les extrañaron, pues seguían estando en los aposentos del rubio sin saber cómo irse, de manera afortunada comenzaban las vacaciones de pascuas, no tendrían que preocuparse por las clases, pero si por su madre.


Aparentemente el rubio se iba a quedar en el castillo y se le hacía feliz la idea de no pasarla solo.


Se pensaron, ¿Por qué no pasar un tiempo más con el rubio? Tal vez podrían descubrir una debilidad y hacérselas saber a todos. Era tentador seguir con el teatro, pues era muy codiciada la inteligencia del príncipe de la casa de Slytherin, ya podrían ver los galeones que les daría Ron para que le dijeran sus más profundos secretos, pensaron maliciosamente.


Pero aquella debilidad les supo amarga, y en el transcurso de la semana ya no les parecía una buena idea su plan.


Solo...


El niño se sentía solo, aquellos niños que iba de arriba abajo con el no eran más que seguidores y amistades de conveniencia, en otras palabras falsas, una noche fueron testigos de su envidia por Harry y las lágrimas de que haya rechazado su mano.


Sinceramente las apariencias engañan, el niño por dentro es toda una ternura, las apariencias engañan...¿Quién lo diría de Draco Malfoy?


Pero Sid y Am estaban a ser su leal compañía, sus nombres relucientes en sus placas.


Se sintieron de verdad conmovidos.


Pero también terribles, porque no son lo que Draco creía que eran.


El inicio de las clases era un meteoro que destrozaría todo.


No podían acompañarlo cuando se les requiriera, pues son dos grados mayor que él, sus horarios no coincidirían y por tanto no estarían los leales gatos por siempre.


Aun así trataron de intentarlo. ¿había una razón? La verdad es que no pensaron mucho en ello.


Su madre les tiro la bronca por haber desaparecido una semana por un vociferador así que ya podrían despedirse de su mensual mesada y un gran castigo en las vacaciones y termino del año en junio.


En las primeras semanas no fue sencillo, podían coincidir al menos unas horas entre el horario escolar, unas cuantas después de la cena en la que religiosamente el Malfoy iba directo a sus aposentos a descansar, los fines de semana no suponía un problema, pues este se iba a estudiar y ellos aprovechaban a gastar bromas.


Pero como todo lo bueno dura tan poco...


A unos meses después, cerca del fin de año escolar, al rubio se le hizo buena idea sacarlos a tomar aire fresco por las orillas del lago negro.


Y no fue el único que quería tomar aire fresco.


Su hermano menor Ron en compañía de Harry, al verlos junto su peor enemigo, les grito traidores, exigiendo explicaciones del porque estaban junto a él.


Se les había olvidado el detalle que el sabia de sus formas animagas.


Draco había salido en su defensa, diciendo lo ridículo que estaba siendo al principio, pero su rubio era inteligente y comenzó a conectar los cabos, y si lo descubrió en el momento, no dejo que ellos lo supieran.


Ron antes de irse murmuro a Harry que tal vez no eran ellos y simplemente era una loca coincidencia, pues, ¿Quién estaría voluntariamente junto al rubio arrogante?


Pero Draco no...pues se volteo a ellos con lágrimas en los ojos, siseando sus nombres con un creciente enojo y tristeza.


Fred fue el que no pudo resistir y tomo su forma humana, mirando el suelo de manera culpable, seguido de su hermano.


Quisieron explicarse al albino, ofreciéndoles sus más sinceras disculpas y amistades, pero este cegado por la humillación, vergüenza e ira, les acuso de espionaje, de burlarse de sus sentimientos y que nunca les volviera hablar.


Eso... había dolido, dijo Fred, y solo George pudo asentir.


Aun así, no dijeron nada y nadie supo del hecho.


Las siguientes escasas semanas tuvieron un deje amargo, frio y solitario, pues toparse a la serpiente por los pasillos suponía ser victimas de una mirada fría y luego voltear la cabeza al frente y prenteder que no existen para el.


Dolía.


Así finalizo su tercer año, con un sabor en el fondo de la lengua que no les gusto demasiado.


Al comienzo del siguiente año, es donde lo fascinantemente raro comenzó, pues son Weasley's y no se rinden, no está en sus venas dejar invadir por sentimientos tan ridículos como la depresión, aprensión, amargura y soledad.


Era divertido molestar al niño, lazándole pullas o sugerencias descaradas que le hacía rabiar o sonrojar. Otras veces le robaban besos en la mejilla para molestarlo, le enviaban regalos pequeños que eran calcinados o arrojados a la basura, con tal de tener su atención por unos momentos se daban bien satisfechos.


Entonces fue que a la mitad de su cuarto año que se dieron cuenta gracia a Angelina que esas formas de llamar la atención al que le gustan son propias de primaria, fue esa vez que lo comenzaron a ver con otra perspectiva.


Y la vista es buena tenían que admitir.


No son de los que filosofan, se niegan o evaden prolongadamente, si les gusta algo, pues les gusta y ya, para ellos no tiene sentido sufrir por seguir ignorando lo obvio, la vida es para disfrutarla, no son como el reprimido de su hermano que se nota la baba por Hermione, pero lo niega descaradamente.


Sí podían prestar más atención, no les era indiferentes al rubio, pues aun este pensara que no se dieran cuenta, podían pescarlo mirarlos por momentos en el comedor, en los partido de quidditch, y esas rodadizamente adorables reacciones a sus pullas dejaban mucho que imaginar.


Fred ubicándose al frente le mostro ante su confusión un anillo, no tenía nada especial a simple vista, era negro, tenía el aspecto de cortado y pulido, tal vez fue extraído de una piedra preciosa, podría ser obsidiana, pero siendo de la procedencia de los dos mejores bromistas del colegio totalmente natural dudar.


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