Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Más de media hora por Aurora Artemiva

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Buenas a todxs! Me atrasé horrores, lo sé, disculpen. Entre el estudio y el trabajo se me complica. Peero como siempre, poniendole todo el amor a esta historia la cual TERMINARÁ EN EL CAPITULO 14.

 No se sientan mal que siempre voy a subir one/shots para ustedes.

 Nos acercamos a la culminación de este viaje y espero realmente que les haya minimamente gustado.

 ¡A disfrutar!

Aeropuerto de Aeroparque.

Buenos Aires.

 

POV Levi

 

Apenas amaneció y por la ventanilla se filtró un rayo de sol que me quemó la frente. Me giré en dirección contraria y casi olvidó que tengo al mocoso dormido en mi hombro. 

Mierda, voy a tener que soportar la luz del sol hasta llegar.

De igual manera, parece que tal molestia va durar poco, porque el piloto y la azafata anuncian el pronto arribo al aeropuerto.

Reviso la mochila entre mis piernas para verificar que no falte nada, hago lo mismo con la de Eren y vuelvo a quedarme quieto con él encima.

—Oi, mocoso… - paso mis dedos por su cabello un poco fuerte - ya vamos a llegar… —

No hay caso, está cual cría de canguro con la capucha del buzo puesta y pegado contra mí; como si fuera que yo voy a darle algún tipo de calor corporal siendo más pequeño.

Tch, que pendejo de mierda.

Aunque, ahora que me detengo a pensarlo, estuvo muy emocionado y eufórico con los preparativos para el viaje. 

Durante la semana le llegaron diversas llamadas de sus amigos y familiares diciendo que lo esperaban con ansias. También me explicó los lugares que visitaríamos y que nos quedaríamos solo dos noches en casa de su madre para después viajar a una provincia… creo que se llamaba Córdoba. Mencionó muchas sierras, bosques y lagos, así que me convenció fácilmente.

—Ey… Eren, hay que despertar...—

Me ignora peor que en el pasado cuando desobedecia mis órdenes, así que opto por otra maniobra.

Muerdo el cartílago superior de su oreja al tiempo que lo besuqueo. Un poco de aliento caliente para que sienta escalofríos y ahí lo veo removiendose. Continuo con gusto hasta que abre con pereza los ojos. 

Ya logré mi objetivo.

—Ngh… tengo sueño...—  dice refregandose en mi brazo como un parajito mojado 

A veces puede ablandarme más de lo que me gustaría.

—Ya lo sé, pero en menos de media hora vamos a llegar— le explico acariciando desde el comienzo de su lóbulo hasta la mejilla y mentón.

—Entonces quiero desayunar primero — y eso me suena más a reclamo que a comentario.

—Mirá mandón de mierda, despertate del todo sino no podemos pedir nada para comer— 

No da objeciones y se endereza de a poco. Refriega los ojos y como si nada busca una de mis manos para llevársela contra el cachete.

Por más que lo sienta muy tierno, me deja desorientado.

—¿Que onda con vos?—

—Nada, es que tu mano estaba fría y tengo parte de la cara caliente por estar apoyado — explica relajado mientras siento el calor de su mejilla inundando mi palma.

Es un ñoño total.

No va que pedimos dos cafés con leche y medialunas que a los minutos aterrizamos en el aeropuerto.

Buscamos nuestras valijas medianas al salir y colgamos la mochila en el hombro de cada uno. 

Lo más interesante de esto es que es la primera vez que viajo a Sudamérica, así que me embeleso con cada nuevo paisaje que encuentro. 

No muy distinto al de una ciudad rutinaria; encuentro avenidas transitadas, árboles que son característicos de Buenos Aires al parecer, al igual que una costanera que trae un viento frío hacia mi cara y cuello.

Eren me dijo que la ciudad era una mierda, pero éste sector no debe ser del que él hablaba…

—¡Levi, vení! — me llama cuando terminó de comprar cigarrillos en un kiosko cercano. 

Me acerco y ya lo veo con el teléfono en la mano y frente a un edificio.

Es obvio que quiere una foto.

—Mira, este tiene las paredes como un espejo, quiero una foto—

Capricho que quiere, capricho que le termino cumpliendo posando a su lado. 

El taxi nos lleva hasta una estación gigante, al parecer se llamaba Constitución, y me asombró la diversidad de personas que encontré. Desde elegantes hasta vendedores ambulantes y de comida. Un popurrí de personas y clases sociales, cosa que no ocurre mucho en Singapur.

Tomamos un tren y de nuevo Eren estrecha mi mano, supongo que siente ansiedad.

—Oi… - gira apenas el rostro para mirarme, y denoto ese brillo cual niño en Navidad esperando un regalo - ya vamos a llegar, no te pongas ansioso—

Creo que ya no le sorprende que lo lea y entienda con tanta facilidad.

—Jajajaja es que no me di cuenta hasta ahora que había extrañado esta ciudad. Eso sin contar que también extrañé a mi familia. Mamá tiene muchas ganas de conocerte y mis amigos también—

Eso me trae un lejano y confuso recuerdo que al instante manifiesto.

—Tu mamá, nunca me dijiste su nombre… ¿en esta época sigue siendo Carla?—

Se queda estático por un momento para luego asentir y responder.

—Creo que nunca te lo dije, ¿Cómo lo supiste? ¿O se me escapó?—

—No, no fue eso… recordé una noche que me hablaste de ella cuando eramos soldados. Te pregunté por qué acumuladas tanto odio contra los titanes, y me hablaste de Carla—

No se entristece ni lo veo viajar en malos recuerdos, todo lo contrario. Se ríe con burla y enciende la chispa de seguridad que aviva en sus acuarelas.

—Bueno, fue como me lo dijiste hace un tiempo. Supongo que la vida me permite disfrutar de aquello que no pude en esa época. Tengo la libertad que quiero para estar con vos, mis amistades y disfrutar de mi madre. Con eso me alcanza —

Le regalo un beso corto antes de bajar del tren, y según el mocoso la casa no queda muy lejos caminando. 

Unas 6 cuadras a pie y llegamos a la residencia, bastante grande y de pinta antigua. 

No sé por qué, pero me comienza a sudar frío por la espalda. La puta madre, matenme. 

Dos golpes a la puerta y Eren comienza el supuesto "llamado" de aviso. 

—¡DALE CARLAAA, DEJA DE REGAR LAS PLANTAS Y ABRINOS!—

No. No pedazo de gil, ¿cómo vas a gritar así? ¿No se va enojar tu mamá?

Enseguida objeto la respuesta desde el balcón de arriba.

—AHI VOOOY—

Bien, ya entendí que entre ellos se manejan así.

El traqueteo rápido que se escucha desde, (lo que supongo yo) es una escalera, más el sonido del metal abriendo con rapidez la puerta me explica lo mucho que debe haber extrañado esa mujer a su hijo.

Apenas se abre y la veo saltar para abrazarlo por el cuello; sonriendo a más no poder. Grita y se ríe de emoción, y es obvio que Eren va devolver esa efusividad al levantarla y girarla más que contento. 

—Ay, Eren, pensé que iban a tardar más… - enseguida nos hace ingresar, y solo cuando dejo la valija en el suelo siento los brazos de Carla a mi alrededor, abrazando con dulzura… - ¡Levi! Al fin, no sabes las ganas que tenía de conocerte—

Es ilógico como los pocos nervios que sentía se esfumaron tras ese saludo.

—Yo también quería venir a conocerla, es un gusto— y no puedo evitar el gesto de felicidad que adorna en mi cara. Seguro parezco un payaso.

Me suelta y enseguida nos hace sentar en la mesa, no sin antes dejar las mochilas en una habitación que se encuentra bien cercana a la puerta y al lado de la escalera.

Es una casa realmente linda. Muy distinta a lo que creí que sería. Las paredes de color coral y negro, una decoración bien acoplada, uno o dos retratos en las paredes y una pequeña biblioteca alrededor de la sala de estar. Las ventanas grandes con cortinas blancas dejan entrar la luz con furia y hace de todo esto aún más precioso. 

Que fácil que puede uno ponerse cómodo ,¿No?

De hecho, en la misma pared de la cocina hay una pintura del Shing y Shang, y allí entiendo el modo de vivir que debe tener esta mujer para con todo, lo cual hace que me caiga aún mejor.

—Sientense chicos, ya pongo la pava. ¿O quieren tomar otra cosa? ¿Te gusta el mate Levi? Sino tengo té, mate cocido, café, lo que ustedes quieran —

Por Dios, denle un premio de lo buena que es.

—Por mí está bien mate, Eren ya me acostumbró— le contestó.

—Aahh jajajaja, ¿ya te pegó sus mañas? Que desubicado que es — y es obvio el tono irónico que usa para burlarse de él.

Nos sentamos en la mesa de vidrio (previamente cubierta por un mantel negro) y Carla trae de la ventana un bizcochuelo que cocino para nuestra llegada.

Es oro puro esta mujer.

—¿Cómo estás Eren? ¿Cómo te trató el exterior? —

Mientras ellos conversan, yo me dedico a cebar el mate, aprovechando para observar la relación que tienen estos dos. Denoto la clara confianza y amor que se tienen.

Una ronda de mate y llegan las preguntas que, supuse, nos haría.

—Ay chicos, pero… ¿cómo terminaron juntos? Si no estoy confundiendo las cosas, vos Levi lo llamaste para que trabaje en tu equipo, ¿No? — pregunta después de que le alcanzo un mate.

—Asi fue. Yo lo pedí en la Agencia como integrante del equipo que estaba armando—

—Digamos que me flechó el corazón, ma— se burla Eren y arma un corazón con sus dedos.

—Aaww me encanta. Además, elegiste muy bien Eren. Mirá lo que es - hace alusión a mí, y ya me siento rojo - es un caballero totalmente, bonito y encima tu jefe. Te va tener cortito JAJAAJJA—

Es una genia. La amo.

—Ya sabemos quién tiene cortito a quién - responde él, se ríe y me penetra con la mirada sabiendo perfectamente a donde apunta—

Tomo el mate y me lo llevo a la boca antes de contestar.

—¿Estás seguro? — le devuelvo también sonriendo.

—Ay chicos por favor, no que me pongo colorada — comenta Carla, y ese chiste es el punto de quiebre para reírnos los tres. 

En un momento, Eren va al baño dejándome sólo con su madre. Se desata una conversación trivial sobre mi trabajo en Singapur, que cómo llegué a la relación con su hijo y demás cosas. Nada que me incomodara. Es entonces que ella toma una de mis manos sobre la mesa, y siento como si fuera un ángel el que me está tocando.

—Eren ya me habló un poco sobre las pocas veces que viste a tu familia en Estados Unidos, y quería decirte que así como ésta es casa de mi hijo, también es la tuya… Una madre sabe entender y leer los estados de un hijo, y es increíble la felicidad que derrocha hablando y estando con vos. Por eso quería decirte que vas a ser bien recibido siempre que me visiten —

No escarbo mucho en mi consciencia para encontrar  la respuesta adecuada.

—Carla… fue tu hijo quién me mostró un estado de felicidad que desconocía. No yo a él. Y de hecho, si lo pienso un poco… tanto Eren como yo merecíamos conocernos. Así que gracias por decírmelo —

Es joven, inteligente y un amor. Así que puedo afirmar que superó mis expectativas. 

Del cansancio que llevábamos terminamos durmiendo unas dos o tres horas. Carla se encargó de preparar la habitación para nuestra estadía y fue una bendición. Algunos horas más tarde, cuando se hizo de noche, llegaron algunos amigos de Eren, y que sorpresa fue encontrar a Armin totalmente cambiado. Diría que lo reconocí porque no olvidé nunca los ojos celestes que tenía; tan figurativos como los de Erwin. 

En algún punto, antes de que llegar a esta situación, sentí la pequeña inseguridad de si todo saldría bien o no. De si sería recibido o si tendría que tomar mi valija a último momento para volver a Singapur. 

Es un alivio total sentirme tan en casa estando con esta gente. Los amigos de Eren… me tratan casi como un primo, como si me conocieran de siempre y me abren las puertas de su familiaridad al compartirme una cerveza en la tranquila noche mientras cocinan pizzas. 

Música, risas, anécdotas sobre la adolescencia de Eren y nuestra nueva relación. 

—¿Entonces cómo fue?, ¿Quién se enamoró primero?— nos pregunta uno de sus amigos estando ya sentados en la mesa.

Veo a Eren mirarme dubitativo; tal vez porque ninguno de los dos sabe quién se enamoró primero, ni en la actualidad ni en el pasado.

Cuando me quiero arriesgar a que fui yo, el mocoso se me adelanta.

—En realidad…yo lo admiraba a Levi hacía mucho tiempo. Su manera de trabajar me parecía asombrosa y… de a poco me fui acercando para conocerlo. Costó un montón, es alguien reservado, pero una vez que te deja entrar en el círculo de su vida, te garantiza su apoyo absoluto para con todo—

Con todo eso que largó, no se si habla del capitán que fui o del agente que lo entrenó en Singapur; pero supongo que su respuesta es válida para ambos casos.

Una velada acogedora que termina recién a las 6 am después de mucho escabio. Apenas toqué la cama después de un baño y sentí al sueño pegarme duro. De hecho, cuando Eren vino acostarse a mi lado, quiso preguntarme  cómo la había pasado, pero yo ya estaba entrando a la quinta dimensión del cansancio que tenía.

--------------------------------------------------------------------------------------

 

Segundo día y la madre de Eren no deja de asombrarme.

Antes de que el Sol se asomara por completo, ella ya había preparado un desayuno riquísimo con variedades de frutos secos, yogur, café y jugo. Una cosa divina.

La mitad del día lo utilice para atender mails y llamados que tenía pendientes desde Singapur con respecto a la inauguración de la tienda. Le dije al mocoso que me soltara un poco y que disfrute de la tarde con Carla.

Por suerte atendió a mi sugerencia y acompañó a su madre a comprar, a regar las plantas y hasta cocinar para la merienda. 

El día transcurrió con calma mientras terminaba de redactar en la Notebook el stock faltante para la inauguración, con un cuaderno a mi lado mientras escuchaba la música proviniendo del exterior y las voces de madre e hijo hablando en el patio trasero.

Es cómodo, bastante cómodo este lugar.

Por ser la última noche, Carla nos preparó un banquete fenomenal. Sentí que reventaria de todo lo que nos dio de comer esta mujer en apenas dos días. 

Por más que la tentación estuvo a flote, nos abstuvimos con Eren de toquetearnos en la cama cuando fuimos a dormir. Insistió en que no pasaría nada, pero no puedo tener sexo con él estando su madre durmiendo en la planta de arriba.

Sólo unos mimos, unos besos fogosos y pusimos la alarma 8:30 am para desayunar e irnos a tomar el micro que nos llevaría hasta Córdoba.

Apenas dos días y ya me siento en casa estando en casa del mocoso. No imagino lo que me esperaba en las sierras.

--------------------------------------------------------------------------------------

 

12:38 PM

 

—… ¿De verdad?¿Tan gigantes van a ser las montañas en este lugar?— expreso mi intriga mientras terminamos de adentrarnos en el tren.

—Sii, son unas maravillas — me contesta Eren.

Ya tenía sabido que el viaje duraría al menos 10 horas, así que la lectura de un libro me vino perfecto para transcurrir ese tiempo. 

El paisaje de campo verdoso y bañado en sol se refleja en la ventana a mi derecha; algunas vacas y caballos que demuestran la ganadería. 

Cómo últimamente sucede, Eren toma mi mano para estrecharla. Ni siquiera atiendo a ver el por qué; solo sostengo el libro con mi otra mano y dejó que su calor traspase por la mía. Minutos más tarde vibra mi teléfono, y una notificación de Instagram me avisa que "Jaeguer Boom" me etiquetó en una publicación. 

—¿De qué subiste foto? — le pregunto quitando la atención del libro.

—Nada del otro mundo — me mira y sonríe.

Averiguo de qué se trata cuando entro en la aplicación, dando con la foto de nuestras manos unidas, tal y como lo están ahora. 

“ Si no hay amor que no haya nada entonces” tiene de subtítulo nuestra foto. Estoy casi seguro que es la estrofa de una de esas canciones que pone en mi casa cuando cocina.

Siento el pecho burbujear y ya sé que estoy emocionado.

Dejo el teléfono y lo busco con la mirada. Encuentro la suya entonces.

—Te quiero mocoso — fue lo primero que me salió.

Me responde con un beso duradero, sostiene mi barbilla y termino perdiéndome en los pequeños y superficiales besos que me obligan a sonreír como un estúpido. 

—Y yo a vos Levi - corta el contacto, mira de reojo mi otra mano y pregunta - ¿De qué trata el libro?—

Me da charla, y entiendo que el viaje no va ser tan largo teniendo su presencia conmigo.

--------------------------------------------------------------------------------------

 

21:02 PM

Al final era verdad. Las sierras eran tan grandes como lo decían en el folleto de turismo. 

El aire, por favor. El aire que entró a mis pulmones desde que bajamos del tren es completamente limpio y puro. 

Arribamos al hotel donde nos alojaremos toda una semana, y si bien no es lujoso, tampoco lo necesito. Me gustan los muebles barrocos y las paredes construidas con madera. La pequeña cocina, el baño con regadera, la cama con sábanas ocre y la luminiscencia anaranjada. 

Una belleza diferente.

Dejo la mochila sobre la cama para el cargador del teléfono, y siento al mocoso abrazarme por atrás y ubicar su rostro en la curvatura de mi cuello y hombro.

—¿Todavía tenés energía?— me pregunta.

Echo apenas la cabeza atrás y hablo en tono suave.

—Depende de para qué — 

—Jajajaj. Siempre malpensando todo —

—Yo no dije nada todavía — me defiendo.

—No, pero conozco tu tono seductor - afianza sus brazos en mi cintura - quería llevarte a un lugar que está cerca de este complejo. Es una sorpresa —

—Ah, mira vos. Ya me dio intriga - me giro para verle los ojos, y si no estoy equivocado, otra vez está ansioso - llevame entonces —

Al parecer el hotel tiene acceso a un pequeño sendero por entre las sierras. Es así que tomamos una sola mochila con agua, una campera para cada uno y una manta. Supongo que quiere mostrarme un paisaje.

Emprendemos la caminata, y lejos de lo que creí en un momento, tengo la energía suficiente para escalar una sierra entera si lo hago con este mocoso a mi lado.

Me detengo dos segundos al observar la sombra que se refleja de Eren al caminar delante mío. Allí elevo la vista para descubrir la fuerte luminiscencia de la Luna en Cuarto menguante. ¿Se entiende?, la luna ni siquiera es llena y sin embargo ilumina aún más que un farol de carretera y más hermoso que cualquier luz artificial.

Continuamos subiendo por la tierra, entre los arbustos y las piedras blancas ( porque sí, acá hay piedras blancas que son Cuarzo) hasta una pequeña pendiente que debería ser la cima.

Antes de terminar de subir Eren se defiende y se pone detrás de mí.

—No vas a querer tirarme, ¿Verdad?—

Me tapa los ojos con sus manos mientras se ríe.

—Jamas. Solo quiero que te impresiones con la vista cuando lleguemos arriba—

Confío en su palabra de que no va arrojarme por la montaña y continuamos caminando los últimos metros faltantes. Se detiene y me detiene a mi.

Cuando quita sus manos, tardo unos segundos en adaptar la vista. Intento descifrar qué es cada cosa, y terminó impresionandome.

La altura me permite observar el resto de las montañas, la lejanía e infinitud del cielo y las estrellas al igual que la ciudad al bajar la mirada.

No me alcanzan los ojos para llenarme de tan gigante horizonte.

—¿Te gusta?— lo escucho preguntar.

—...Es … sorprendente… ni siquiera sé cómo describirlo — 

—Jajajja, ¿Eso es un sí? —

—Totalmente —

Sacamos la manta para el suelo y allí me dejó estar; con el olor a tierra, humedad y flora. El cielo se ve azul oscuro, un azul marino similar al del mar. No es negrura lo que cubre el cielo, sino una pintada de acrílico puro con purpurina… sí, es eso.

Habremos estado, no sé, 20 minutos hablando de boludeces, hasta que nos acostamos en el piso y callamos por un momento. Un silencio bien compartido donde cada uno navega en sus propias divagaciones, hasta que vuelve hablar.

—¿Pensaste alguna vez en tener hijos?—

¿Qué? ¿Qué carajo me acaba de preguntar?

Estando acostado a su lado, giro mi rostro a la izquierda para verlo.

—¿Por qué lo preguntas? —

—Bueno… nunca me lo planteaste y yo tampoco lo pregunté —

Esto es raro.

—Sinceramente no está en mis planes. No me veo siendo padre. ¿Vos sí?—

Tienta con reírse.

—Tampoco. De suerte puedo con Capitán, mira si voy a tener un hijo—

Me paro del suelo solo para tomar una foto mientras continuamos hablando. Termino de tomar las fotografías y me quito la duda.

—Te conozco mocoso, y sé que esa pregunta sobre la paternidad no la hiciste al azar. ¿Qué te preocupa?—

Deja de estar acostado y se sienta como indio. Amaga con reírse y se lo ve rendido

—No deberías conocerme tanto —

—Me lo estás avisando un poco tarde. Ahora escupí lo que te pasa —

Enfrenta mi mirada, tal y como suele hacerlo.

—Había pensado en la posibilidad de que quisieras algún día ser padre, o formar una familia tipo con alguien. O si te gustaría conocer a otro hombre o mujer… son cosas que no pensé antes por puro egoísmo ajajajaj —

Lo mato.

—¿Es en serio?¿De verdad te quemaste la cabeza pensando en esas estupideces a esta altura?— 

Sólo encoge los hombros en señal de ignorancia y se termina riendo.

—Si. Suelo usar el tiempo libre para pensar cosas innecesarias —

Mierda, se nota que sigue siendo un mocoso.

Me agacho para besarlo, y siento que al menos lo reconforto un poco así.

—No necesito nada de eso. Estoy bien con vos, y no necesito hijos ni tengo la necesidad de conocer a alguien más. Así que relajate —

Por más que se lo digo, aún parece nervioso.

Optó por dejarlo pensar en frío mientras continúo observando el paisaje. 

El viento de repente sopla un poco y se me erizan los vellos.

—Ya está empezando a hacer frío mocoso, deberíamos vol-

Se me corta la voz, mis neuronas hacen cortocircuito y me quedo asustado con lo que veo.

—Eren… ¿Qué estás haciendo?...—

No hace falta ser un genio para entender lo que hace, pero no puedo creerlo.

De repente caigo con fuerza ante la clara imagen de Eren arrodillado frente a mí, una pierna en 90 grados y una mano rebuscando en el bolsillo de su jean.

Tengo que pararlo.

—Eren… yo… yo no creo en el casamiento. No está en mis creen-

—Sshh. No es eso —

Toma mi mano y, por primera vez, siento la suya fría.

Lejos de lo que imaginé, no extrae un anillo, sino una pulsera.

La delicadeza y fragilidad con la que abrocha la hebilla en mi muñeca me conmociona.

—Nunca te pediría matrimonio, tampoco creo en ello. De hecho nunca te pediría nada…- levanta la vista, aún con mi mano entre las suyas, y veo un bello mar agitado en la profundidad de sus acuarelas - ésta es mi forma de proponerte compromiso. Si no querés aceptarlo, va estar todo más que bien, y seguiremos siendo la pareja que somos. Sólo que… quería hacerlo… —

Reconozco la figura que la pulsera; un entallado sutil y unisex de color plata que brilla con la luna. Busco aquello que cuelga de uno de los ensambles y encuentro un ala de plata azul, pequeña y bien significativa.

—No es necesario que me contestes ahora, pensalo tranquilo y-

Deja de hablar cuando me arrodillo a su lado y le tapo la boca con una mano. Con la otra hundo mis dedos en sus bolsillos hasta que encuentro el otro juego de pulsera que (imaginé) debería tener guardado en caso de que yo dijera "sí'.

Hizo bien en traer ambos y apostar por mi respuesta positiva.

Abrochó el metal es su muñeca izquierda, y solo entonces siento que su mano al igual que su rostro vuelve a tener calidez y color.

Al igual que la mía, la suya tiene un ala de colgante. Obviamente, de color blanca.

—Con esto ya te di mi respuesta, ¿No te parece? —

Creo que nunca lo vi sonreír tanto como en ese momento. 

Se me tira encima cual oso hambriento y no deja de reír. Sea por el miedo pasajero o por felicidad, está bien para mí.

Ja, al parecer ya no es un mocoso como creía.


*************************************************************

Notas finales:  

Hasta acá por hoy bellezas. Nos leemos en la próxima actualización.

 Besos y fuerza!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).