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Complementarios por Bel Okumura09

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Notas del capitulo:

Hola! Epero se encuentren bien, les dejo el cap.

A leer!

 

Capítulo 5 - Joshua De Priota

Liam bajó a la estación y se dispuso a esperar a que el subte viniera.

Pero estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no notó al chico que estaba allí. Éste se encontraba parado justo en la orilla, demasiado cerca de la oscuridad profunda de las vías.

Un estruendoso sonido asustó al niño, anunciaba la llegada del transporte. Liam se paró. pero se quedó inmóvil. 

"Un momento ¿Qué es lo que hace?" pensaba Liam                                       —¡¿Pero qué demonios?! —dijo con los ojos como platos al ver el tren acercándose y cómo ese muchacho cerraba sus ojos con fuerza y estiraba una de sus piernas hacia el vacío. 

No sabia qué hacer, mejor dicho sí sabía pero sus músculos no se movían como él lo demandaba, el cuerpo no le respondía. Esas milésimas de segundos le fueron eternas, el tren cada vez estaba más y más cerca, varios metros lo separaban de ese chico extraño y su cuerpo seguía sin responder.  Como pudo junto todas las fuerzas habidas y por haber y fue en busca de ese niño loco.  

La presión que sentía sobre su cuerpo fue incrementando a cada paso, las pantorrillas parecían pesarle toneladas, el temor de no ser lo suficientemente rápido para alcanzarlo lo aterraba. Corrió, corrió con todas sus fuerzas con el corazón en la boca, el tren estaba a pocos metros del joven y este ya casi dejaba caer su cuerpo por completo en el vacío. 

Pero lo detuvo...

Con solo un brazo lo aferró a la vida, como pudo, antes de que se deje caer sobre los rieles prácticamente arrojándolo con fuerza al suelo gris.        Debido al fuerte tirón Liam quedó recostado sobre el niño con la cabeza a un lado del hombro derecho de éste.  

Podía incluso oir los latidos de su corazón. 

Lo había logrado.                                                                                    Se levantó un poco para regañarlo y fue ahí cuando sus miradas se cruzaron. 

—¿¿Qué demonios crees que haces niño?? ¿Te volviste loco? —decía furioso Liam, pero ese no era el sentimiento realmente, sólo estaba asustado, aterrorizado por lo que podría haber pasado de no haber reaccionado a tiempo.  

Mientras por otro lado el joven lo miraba a los ojos de un lado a otro.            —T-tú... —murmuró el chico sin expresión alguna debajo del cuerpo del rubio. 

Liam no logró contener por más tiempo el aire, los nervios y el miedo; la adrenalina que se había disparado en cuestión de segundos parecía disiparse, dejando en él una sensación de cansancio insostenible que lo obligó a dejar caer su cabeza y parte del cuerpo sobre el desconocido. 

Este quedó atónito por la acción del rubio pero sólo se dejó hacer. 

Su cabeza nuevamente a un lado del hombro del chico, su pecho en contacto con el del otro también, su respiración agitada y todos esos sentimientos que se estaba conteniendo salieron. 

Sentir el cálido cuerpo de ese hombre y su aroma lo tranquilizaron un poco, pero de pronto todo eso cambió cuando sintió como el pecho de aquel hombre subía y bajaba sin cesar. Incluso sentía la respiración acariciándole el cuello. El nerviosismo penetró sus huesos. La calidez del hombre que tenía encima, aquel perfume tan masculino lo encandilaron al instante, pero todo eso era sumamente superficial, ese hombre era la persona que lo había salvado.

Salvado de él mismo.  

—Oh lo siento —se disculpó Liam algo avergonzado al notar la posición en la que estaban ambos, para luego levantarse de encima del joven. 

Éste no dijo nada sólo se levantó para sentarse con las piernas estiradas y la mirada fija en las vías pensando y recapacitando lo que hasta hace solo unos minutos estaba a punto de hacer. Se aterró de sólo imaginarlo. 

Liam sentado a su lado lo miraba, esperando que se diera cuenta de que él estaba allí y saliera de su transe. Pero al ver que el chico no reaccionaba se paró y sacudió un poco sus pantalones.                                                        —Oye. Niño —llamó Liam pero el chico no respondió— debo irme… —seguía sin soltar palabra alguna— adiós y ten cuidado la próxima vez, eso que estuviste a punto de hacer... no sé qué es lo que te ha ocurrido, pero verás, los problemas no se arreglan de esa forma, eso no te hará menos infeliz ¿Sabes? —el chico desconocido aún permanecía en silencio, Liam lo miró con ojos tristes una vez más— adiós —y se encaminó en busca de su maletín que había dejado tirado, para ir en busca del mocoso suicida. 

Cuando el joven oyó como Liam se marchaba el miedo que tenía hace unos minutos cuando iba a arrojarse a las vías volvió. Oír sus zapatos contra ese frío suelo gris lo hicieron reaccionar. 

—¡No!... No te vayas —lágrimas empezaban a nacer en sus ojos— no me dejes solo. 

Liam se volteó al escuchar aquella súplica. Vió al muchacho allí sentado, con la mirada llena de desesperación. Parecía tan pequeño, y frágil, rodeado por toda esa estación tan surreal.

El chico se incorporó y permaneció allí parado esperando alguna respuesta del rubio, la que fuera. 

Liam sin decir nada dio media vuelta y siguió caminando, dejando al chico del subte atrás. 

Las lágrimas contenidas de los ojos del joven se escaparon al ver cómo el hombre que lo había salvado ignoró su pedido, iba a seguirlo pero se quedó allí al ver que el hombre se detenía para recoger su maletín y volvía hacia su dirección. 

—No iba a dejarlo allí tirado, demoré mucho al realizar el informe que hay aquí dentro y no quiero tener que rehacerlo —dijo sonriente el rubio. 

—Me parece lógico —dijo secándose las lágrimas con los dedos— gracias por no dejarme aquí solo. Me llamo Joshua, no niño —dijo sin apartar la mirada llena de lágrimas.  

—De acuerdo Joshua, yo soy Liam, ¿Te encuentras mejor? —preguntó amable. 

—Sí, algo. Y dígame Josh por favor, señor Evans —agregó burlón. 

—¿C-cómo sabes....? —Liam completamente confundido, no entendía cómo ese chico sabía su nombre.

—Sólo lo sé —sonrió Joshua levemente. 

Liam quedó mirándolo con los ojos entrecerrados como buscando la respuesta en aquellos ojos negros como la noche. 

—Ya, era broma. Sé que tu nombre es Liam Evans y eres abogado. Te recuerdo por mi hermano, porque hace un tiempo trabajaste para él, lo defendiste en un caso de estafa.

—¿De estafa? Y... ¿Quién era el estafado? 

—La empresa de viajes —dijo de lo más tranquilo. 

Los ojos como platos del rubio lo decían todo. 

—Hahaha ok no, sólo bromeo, al que estafaron fue a mi hermano —su sonrisa se pronunció aún más. 

—De todas maneras no lo recuerdo, debió haber sido hace mucho tiempo. 

—Sí, fue hace un año más o menos.

—Bueno no es tanto, pero mi memoria es realmente mala  —ambos se quedaron en silencio por unos minutos— tienes muy buen humor para ser alguien que estuvo a punto de arrojarse bajo un tren. No pareces esa clase de personas tristes que...

—Quisiera no hablar de eso... por favor —su voz se oía triste. 

—Lo siento, no quería… De acuerdo —miró su reloj de muñeca— creo que es hora de marcharse.

—Yo.... Bueno... —su expresión volvió a ser de tristeza. 

—Si quieres puedes venir conmigo, mi casa no está muy lejos de aquí.

—¿Seguro? ¿No tienes miedo de que sea un ladrón, un asesino o violador? 

—Me estoy arriesgando, lo sé. Pero hoy tuve un día de locos, probaré mi suerte con una locura más, además me pediste que no te dejara solo. Siendo sincero tampoco es que tuviera mucho que robar —sonrió. 

—De acuerdo...

—Por alguna razón que desconozco ese que fue el último metro nunca tuvo intención de parar, así que será mejor que cojamos un taxi ¿Te parece? 

Y sin darse cuenta ambos ya estaban viajando a casa del rubio.                Una pequeña casa que había adquirido un año atrás con la idea de mudars allí con Jake pero que por diversos motivos, relacionados al trabajo y caprichos de su novio, nunca pudo ser habitada. Por lo que tuvo que encargarle la propiedad a su madre, quien a cambio de realizar el mantenimiento y tenía permitido utilizarla como punto de encuentro para sus amistades y actividades recreativas.

Fueron cerca de 15 minutos de viaje en los que ambos permanecieron en silencio. Cruzaron muy pocas palabras pero las pequeñas charlas que surgieron fueron agradables.

El conductor del taxi volvió a preguntar la altura de la casa para corroborar que ya estaban a pocos metros. Una vez allí, detuvo el carro y alegremente les indicó el fin del viaje y el monto a pagar.

Una vez fuera del automóvil caminaron el corto trecho que los separaba de la morada. Eran casi la una de la mañana, las calles estaban vacías y el silencio sólo era interrumpido por unos grillos que cantaban sin cesar. A pesar de estar en pleno verano el frío nocturno se hacía notar, rápidamente atravesaron el pequeño jardín delantero y llegaron a la entrada: 

—Bueno aquí es —dijo el rubio abriendo la puerta de par en par, para que Josh entrara. 

—Parece muy espaciosa para ti solo —mirando cada rincón del lugar— ¿O vives con alguien más?

—No, solía vivir aquí, pero fue por poco tiempo porque luego me mude. Mi madre me hace el favor de limpiarla cada semana, es por eso que está así de prolija, si no fuera por ella todo esto sería una polvareda —dijo mordiendose el labio inferior. 

—Me gusta la decoración, es muy sobria, creo que sí se parece un poco a ti —lo miró a los ojos.

—¿Debería tomarlo como un cumplido? O me estas queriendo decir que soy un tipo sin estilo? —preguntó Liam dudoso. 

—No dije eso, digo que es sencilla, algo familiar, nada muy extravagante, y me gusta —sonrió. 

Liam de espaldas a Josh dejó su saco colgado en el guardarropas que estaba junto a la puerta y retiró su corbata guardándola allí mismo. 

—Veo que eres observador. Y que al parecer estás interesado o te gusta el tema este de la decoración y diseño de interiores

—Algo así.

—¿Te gustaría algo más cómodo para vestir? Puedo prestarte algo de ropa —dijo desprendiendo el primer botón de su camisa. 

—Te lo agradecería.  

—Aquí no tengo mucho pero algo debió haber quedado, sígueme —caminó hacia una de las habitaciones de la casa.  

Su hogar contaba con una sala de estar, contigua a la entrada estaba la cocina. La habitación que solía ser suya, la que utilizaba como estudio, el cuarto de visitas y por último al final del largo pasillo el cuarto de baño. 

—¿Ésta es tu habitación? —preguntó curioso Josh una vez que entraron a una de la habitaciónes. 

—Si, ¿Linda, no? —le miró para luego sonreirle. 

—Es muy bella y grande, es evidente que el color azul es tu favorito —decía mientras se rascaba el mentón y miraba detenidamente cada rincón del cuarto. Que como bien dijo era azul, las paredes eran blancas pero la parte superior de ellas era de un azul marino muy bonito. Al igual que las colchas, y las almohadas, la alfombra en suelo también era azul oscuro. 

—Pues es el color preferido de mi madre —dijo mientras buscaba algunas prendas en uno de los armarios— y también el mío. Ten es lo más pequeño que tengo —le extendió justamente un pantalón azul oscuro y una playera blanca. 

—Creo que si me irá —Josh cogió la ropa y se la midió superficialmente. 

—De acuerdo, mientras tú te cambias y yo iré a alistar el cuarto de invitados. 

 

 

Apartamento de Jake

El castaño se encontraba recostado en su cama, rastros de lágrimas se podían ver en sus mejillas. Los ojos hinchados y rojos confirmaban que había estado llorando.                                                                                Estaba triste por las palabras de su novio. ¿Realmente lo estaba dejando?  

No, no podía ser cierto, quiso creer que sólo fue porque Liam estaba enojado. Solo por eso.                                                                        Pensó en llamarlo para saber dónde estaba pero se detuvo al darse cuenta que quizá esa llamada sólo empeoraría más el asunto.  

Miraba la habitación, el cuarto nunca se había sentido tan vacío, volvió a llorar cuando pensó en la idea de que su rubio lo dejara. Liam lo era todo para él.

La razón por la que hoy estuviera ahí era el rubio, fue él el motivo por el cual permanecía en el país, priorizó su relación ante el trabajo eligiendo a Liam en lugar del protagónico que le habían ofrecido a principio de año, ya que aceptar la oferta implicaba ir al extranjero por un tiempo estimado de dos años. Y si bien las especulaciones acerca de la calidad de la obra y su anticipado estrellato era sabido, pensó que compartir aquel tiempo con Liam era lo mejor para ambos, ya recibiría ofertas igual de buenas en el futuro. 

Se sintió un completo idiota, aunque le doliera pensarlo, Liam no lo perdonaría fácilmente. 

 

Casa de Liam 

Mientras tanto en la casa del rubio ambos se preparaban para dormir 

—¿Ya estas listo? —habló el rubio detrás de la puerta de su cuarto. 

—Si, ya salgo —le respondió Joshua. 

—¿Quieres comer algo? —preguntó Liam al chico suicida.  

—No gracias, no tengo hambre —dijo sereno— ¿es por aquí? —preguntó el joven Josh mientras caminaba y señalaba una de la habitaciones  

—Es la otra, la que está al lado.

Ambos ingresaron a la habitación. Era casi tan espaciosa como la del dueño de casa, pero esta contaba con solo un guardarropas y una mesita de noche. Las paredes estaban pintadas de igual forma que el cuarto de Liam pero el color en vez de azul oscuro era una especie de naranja apagado. 

—Si te hace falta, en el último cajón del armario tienes mas colchas —dijo acercándose al armario y mostrándole donde estaban las colchas. 

—Bien —le sonrió y se dispuso a correr las sábanas. 

Liam se giró y caminó hacia la puerta para irse. 

—Gracias Liam —dijo en tono calmado desde la cama. 

El nombrado se dio vuelta y lo miró sonriente. Para luego salir de la habitación. 

Así los dos durmieron, Joshua en el cuarto de invitados y Liam en su antigua habitación, por un momento no pudo dejar de pensar en la escena de celos de Jake y los insultos que le había propinado, seguía sin creer cómo era que aquel hombre fue capaz de decirle tales cosas.  

Lo amaba y se sentía capaz de perdonarle lo que sea, sólo por el amor profundo que le tenía, pero le dolía.  

Esa clase de cosas no se las dices a alguien que supuestamente amas. ¿O no?

Una lágrima se escapó de sus ojos. 

 

Apartamento de Jake 

Entre tanto pensar y llorar se quedó dormido nuevamente.                    Medio dormido estiró su brazo esperando encontrar a su novio Liam en la cama junto a él pero no había nada allí.  

Tomó su móvil para ver la hora, eran las cuatro de la madrugada y Liam aún no llegaba, no había ningún mensaje de texto nuevo y mucho menos tenía alguna llamada perdida de él. 

—Que idiota soy —dejó el teléfono celular a un lado y se volvió a cubrir con la pesada colcha.

Notas finales:

Siento no haber subido el cap antes.

Espero les haya gustado.

Nos vemos... El miercoles o jueves.

Bye.


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