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Complementarios por Bel Okumura09

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Capítulo 6

El sol de un nuevo día se asomó por su ventana como una incitación a poner fin a su descanso, era ya una costumbre despertar en aquel horario, casi con exactitud. Como también lo era sentir la presencia de Jake a su lado, no podía explicarlo pero de alguna manera siempre fue capaz percibir a su novio. Esa mañana podría haber sido como cualquier otra, de no ser por el susto que se llevó al encontrarse en un lugar desconocido, sin Jake junto a él. Una bofetada de realidad le recordó la razón de todo aquello, y otra vez se sintió destrozado. 

Aún resguardado en la cama con la mirada fija en el techo, deliberaba cómo proceder frente a su situación actual, solo estaba completamente seguro de una cosa, no iba a darle más vueltas al asunto, tenía un largo día por delante en el estudio, no iba a dejar que su vida personal y sentimental perjudicara su labor.                                                                                                De tal modo que se despojo de las colchas que lo protegían y se puso de pie, con energías renovadas vistió alguna que otra prenda que pudo encontrar y emprendió camino al exterior.

Hacer las compras no era su fuerte, pues su criterio para comprar cualquier producto implicaba variables que a los ojos de cualquiera serían una exageración, pero no tenía opción, debía dejar de lado su obsesión y ser rápido, pues no contaba con mucho tiempo.

Una vez estuvo de vuelta se dispuso a preparar el desayuno, puesto que cuando se dirigió al cuarto de invitados el chico desconocido aún yacía dormido, encendió la televisión para, como era costumbre, oír las noticias.    A medida que preparaba la mesa con tazas, cucharillas, una canasta con tostadas y demás la voz de la conductora de noticias llamó su atención cuando pronunció la palabras subterráneo, conductor alcoholizado, accidente. Rápidamente dejó lo que estaba haciendo y oyó la noticia atentamente. Efectivamente se trataba de la línea de subte de la noche anterior, el conductor quien estaba borracho casi ocasiona una accidente luego de perder el control de la maquinaria, varias personas salieron heridas pero nada más grave.                                                                                                      Y esa fue toda la noticia, en ningún momento se dijo ni una palabra acerca del chico que ahora dormía a pocos metros de él ni de su intento de arrojarse a las vías.                                                                                           Liam pensó que realmente Joshua tenía suerte, justo ese día tenía que aparecer un conductor pasado de copas que no fuera capaz de parar en la estación como era habitual y justo ese día tenía que aparecer él, Liam, que no viajaba en subte hace años luego de una pelea con novio, para frustrar sus planes y evitar que sucediera lo peor. 

—Eso sí que fue algo de otro mundo… —pensó alucinado, y volvió a la cocina. Poco tiempo después ya tenía el desayuno listo, solo faltaba despertar a su invitado. 

 

—Joshua despierta, el desayuno está listo —dijo el rubio al entrar en el cuarto de invitados donde descansaba el muchacho que conoció la noche anterior.                                                                                          Caminó hacia el interior y vió al joven recostado, parecía estar sumido en un sueño realmente pacífico, muy lejos había quedado esa expresión desesperada que vio en el momento que lo encontró.

—Mmmm por favor, cinco minutos más —rezongó al mismo tiempo que se tapaba el rostro con las sábanas para seguir dormitando.

—Bueno es que… —repuso Liam tallandose la frente. En poco más de una hora debía presentarse en el estudio, esperar cinco minutos más no era una opción.

—OH LO SIENTO LIAM —un sobresaltado Joshua se incorporó violentamente en la cama. Había olvidado que estaba en casa ajena— enseguida voy —como pudo salió de la cama y se puso de pie frente a Liam, sin embargo no había reparado en la desnudez de sus piernas— es que, nunca he podido dormir con pantalones —justificó sonriente haciendo un ademán con las manos.

—Lo noté —agregó divertido el rubio— anda, date prisa que se enfriará tu desayuno —dejando la puerta abierta se retiró para dejar que Josh se vistiera.

—Sisi enseguida —contestó mientras se colocaba los pantalones azules y buscaba sus tenis debajo de la cama.

Terminó de vestirse y se encaminó a la sala. 

La casa de Liam le pareció muy bonita, no por algo en especial, quizá la manera en la que las habitaciones estaban distribuidas o la forma en que el sol en la mañana iluminaba todo, pues no lo sabía con exactitud, pero le agradaba.

—Buenos días —saludó Josh mientras se acercaba al rubio para depositar un pequeño beso en la mejilla este.                                                          Quien se hallaba sentado frente a la mesa leyendo el periódico, y se sorprendió ante aquella acción, pero al ver que la expresión del más bajo era totalmente neutra solo lo dejó pasar.

—Buenos días, ¿Qué deseas tomar?

—Cualquier cosa esta bien para mi —dijo sonriente.

El rubio tomó la tetera con agua caliente y la vertió en una taza con té.

—Agradezco tanto no haberme llevado todas estas cosas, cacerolas, tazas, platos, de otro modo si que estaría en problemas —soltó con algo de preocupación.

—¿Llevarlas? ¿A dónde? —preguntó Josh mientras revolvía el líquido con una cucharilla.

—Te comenté que mi madre es quien mantiene la casa en condiciones, pues cuando me mude pensaba llevarme todas estas cosas para el apartamento de Jake y... —enmudeció. Por un momento había olvidado aquel acontecimiento pero el solo pronunciar el nombre del castaño hacía que el corazón le oprimiera fuertemente.

—¡Ah! Sí, Jake… —soltó una risa Josh— hmm no lo conozco, no sé quién es.

—Claro que no lo conoces —dijo riendo por los gestos tan antagónicos del chico— Pero no hablemos de ello, cuéntame ¿dormiste bien?

—De mil maravillas, debo confesar que la cama es muy cómoda, de veras dormí espectacularmente. Muchas gracias por dejarme pasar la noche aquí —estiró sus brazos hacia el techo desperezándose— ¿Y tú, cómo estuvo ese descanso?

—Un poco incómodo, el colchón está bastante nuevo y duro, pero nada que no pueda soportar —le dió un sorbo a su taza de café y vió el desayuno del chico intacto— ¿No comerás tu omelette?

—Si, ¿me pasas las galletas por favor?

El de ojos miel le extendió la canastita de galletas.

—¿Cómo me dijiste que se llama tu hermano? Lo busque en mi agenda y pero no recuerdo su nombre. 

—Es que nunca lo encontrarás, porque no te lo he dicho —agregó masticando su omelette.

—Entonces no sé qué busqué. En serio tengo la cabeza hecha un lío.

—Usted es muy gracioso señor Evans —nuevamente dejó ver esa linda sonrisa y continuó comiendo. Tragó lo que tenía en su boca y dijo: —Johan De Priota, así se llama. Por cierto ¿Qué hora se supone que es? Parece temprano —dijo apuntando la vista a la gran ventana de la sala.

—De Priota, lo buscaré. Son las 8 de la mañana —cogió su móvil e introdujo el nombre que Joshua le dió esperando los resultados de la búsqueda.

—¿L-las 8? —abriendo los ojos enormemente —es... Bastante temprano.

—Johan De Priota, aquí está. Aún lo tengo agendado —mencionó dándole el último sorbo a su taza de café. 

—¿Lo llamarás? —preguntó con temor en sus ojos.

—Si, a las diez debo ingresar al trabajo, puedo aprovechar y de paso llevarte con él —dijo sin despegar la vista del móvil el rubio.

—No lo hagas —dijo rápidamente y con un tono tan serio que tomó por sorpresa a Liam. 

Extrañado por el cambio de actitud del chico, lo miró, preguntándose el por qué de aquello. 

—¿Por qué no quieres que lo llame? ¿Sucede algo? —se atrevió a preguntar. 

—Solo no lo hagas. Veras... —se aclaró la garganta— mi hermano y yo no nos llevamos bien, de hecho no hablamos ni tenemos contacto hace tiempo. Y preferiría que siga siendo de ese modo —dijo firme sin apartar la mirada de los ojos del más alto.

—Comprendo, pero ten en cuenta que no puedes quedarte aquí Joshua. Pareces un buen chico pero, la realidad es que eres un completo extraño, sin ánimo de ofender, no se nada de ti y no sé qué tan seguro es que te quedes. 

—Sí claro, lo entiendo pero… De veras no tengo a donde ir, por ahora. Encontraré un lugar donde quedarme, lo prometo. Si lo que te preocupa es que soy un completo extraño puedo hablarte de mi. No tengo antecedentes penales, puedo traerte un certificado que acredite eso. Me hago chequeos médicos mensuales. Tengo una cuenta en el banco, que no suelo usar porque es dinero de mi familia y ya sabes… —rodó los ojos. Se limpió una mancha de dulce que tenía en uno de sus dedos y le dedicó una linda sonrisa— no soy una mala persona, o eso creo.... Tengo todos mis papeles de identificación en mi bolso, no como mucho, eso sí soy un poco molesto con ciertos alimentos, pero no voy a ponerme exquisito ahora, es una promesa. 

Aquellos comentarios se le hicieron muy graciosos al rubio. Al parecer era un sujeto muy agradable, y además divertido.                                                   —Pues, si no tienes a donde ir… —meditó un momento, buscando rápidamente una solución a aquel problema— por el momento te quedaras aquí, pero espero que seas consciente de que tengo que tomar ciertos recaudos. No llamaré a tu hermano ahora, pero si algo sucede tendré que hacerlo y él será responsable de tus acciones, por lo que espero que si no quieres que lo contacte actues acorde. Cuando sea el momento puedo ayudarte a encontrar un buen lugar.                                                            Le dio cierto margen de seguridad el hecho de que al menos tenía a alguien a quien contactar si algo pasaba con el muchacho y lo usaría como garantía.

—Gracias, prometo que cuando tenga dinero rentaré una habitación.

—¿Tienes trabajo? 

—Hm ya no, pero me encargaré de conseguir uno —le sonrió y dio por terminado su omelette— Sabes, no he comido un omelette en mil años, porque de hecho no me agradan, pero éste, estuvo delicioso —se quedó estático. Había pensado eso para sus adentros pero lo soltó sin darse cuenta.                                                                                                Miró a Liam esperando su reacción, pensó que esta vez si lo echaría a la calle..

—¿No te gustan los huevos? Debiste habérmelo dicho así preparaba alguna otra cosa.

—No es para tanto, ya sabes, no puedo quejarme después de que me has dejado quedarme aquí temporalmente. De todos modos estuvieron muy ricos, eres un buen cocinero.

—Gracias por el cumplido. Ya debería bañarme, ¿quieres entrar antes? Porque suelo demorar. 

—De acuerdo. 

Liam se levantó de la mesa dirigiéndose a su habitación. 

Mientras Josh entró al cuarto de baño a lavarse la cara.                              Se vio al espejo. Su rostro era pequeño y algo aniñado, el hecho de que el vello facial se rehusaba a poblar su piel no colaboraba en absoluto con su aspecto, pero al escucharlo hablar todo cambiaba, la naturaleza le dio revancha cuando hizo que desarrollara una voz muy masculina y armoniosa.  Siguió recorriendo el reflejo de su rostro, debajo de sus grandes y redondos ojos negros las ojeras tan pronunciadas que tenía hace unos días ya casi no estaban. También notó el descenso de peso en esos días, lo que pronunciaba aún más los hoyuelos en sus mejillas.                                                        Su piel ya no estaba tan blanca como en esos días, ahora por lo menos podrían distinguirlo de las blancas cerámicas del baño.

Abrió el grifo y comenzó a mojarse la cara para luego tomar la barra de jabón y esparcirla por su piel, amaba esa sensación. Se enjuagó los restos del perfumado jabón y nuevamente se observó en el espejo.                      Su cabello estaba muy alborotado, lamentó no haberse mirado al espejo anteriormente, esos cabellos rojos y algo ondulados tenían la manía de amanecer hechos un gran remolino, todos apuntando a diferentes direcciones.

—Es un desastre —dijo pero se calló de repente. Unos recuerdos vinieron a él, una habitación blanca, un llanto, gritos y una voz diciendo "Todo esto es tu culpa, si no fuera por ti..." se oían en su mente. 

Hasta que el sonido de la puerta fue más fuerte y lo sacó de sus pensamientos.

—¿Te falta mucho Josh? Necesito usar el baño —era la voz de Liam. Realmente se oía apurado.

—No, ya salgo —cogió la toalla que estaba al lado del lavamanos y se secó la cara rápidamente— lo siento —salió y pudo ver a al rubio con dos toallas en mano.

—No es nada, si quieres beber algo más, en la tetera hay agua caliente y el refrigerador está en la cocina, sólo compré lo necesario para el desayuno así que cuando regrese iremos de compras —dijo eso último y entró al baño.

Josh por otro lado se dirigió caminando a paso lento hacia la sala y encendió la televisión. Se sentó nuevamente frente a la mesa y se sirvió otra taza de té caliente.                                                                                        Estaba dándole un sorbo cuando oyó el agua de la ducha correr e inmediatamente la imagen del rubio en paños menores vino a su mente. Sonrió con picardía, anoche lo había visto sin camisa, su torso niveo, abdomen firme y marcado. No le fue muy difícil imaginar el resto, como tampoco demoró mucho en sentir un calorcito en su cuerpo. No podía negar que el dueño de casa era casi irresistible.                                                  Le fue muy difícil contener las ganas de correr al baño y tirarselo por horas, hasta que lo que quedaba de la mañana acabara, pero había algo en Liam que le impedía hacerlo, algo que no sabía con certeza qué era. 

Decidió dejar esos pensamientos a un lado y en su lugar pensar en cómo organizarse para encontrar un empleo pronto.                                    Debería preparar un currículum y presentarse en entrevistas, esperando que alguien se decidiera a contratarlo. La idea de volver a pasar por eso le producía dolor de cabeza y angustia. Aunque al contar con experiencia el conseguir un trabajo no se le haría tan difícil como la primera vez, de igual modo sería cansador. Ir de aquí para allá sin que nadie te contrate es algo complicado, y eso él lo sabía muy bien.

Se levantó de la silla y se dispuso a recoger la mesa, lavó los trastes que utilizaron, tazas y cubiertos.                                                            Terminó de ordenar la cocina y se dirigió al cuarto de visitas, donde durmió la noche anterior, debajo de la almohada se hallaban sus pertenencias. Su identificación y billetera,  no pudo evitar mirar los objetos con tristeza y recordar lo que estuvo a punto de hacer.                                                    No se arrepentía en absoluto de ello.                                                        Solo pensaba que si no fuera por el rubio, estaría bien muerto, y no le importaba estarlo. Porque nadie se preocuparía por él, nadie lloraría su muerte y mucho menos irían a su funeral. Si vivía o no, era algo sumamente irrelevante para él.

Abrió la cartera y contó la cantidad de dinero que le quedaba, la mitad o poco más de su último sueldo. Lo usaría para comprarse algo de ropa y el resto se lo daría a Liam.

—Bien, iré a un ciber café e imprimiré varias copias del curriculum, espero que esto me alcance —dijo en voz alta para sí mismo tomando unos cuantos billetes del interior.

Pero algo que llamó su atención hizo que dejara el dinero sobre la cama.

Era música, y provenía de la sala.                                                        Siguió a su oído y se topó con el móvil del rubio que sonaba insistentemente.                                                                                    Dejó que la persona que estaba llamando desistiera y se alejó.

Pero nuevamente la luz de la pantalla se encendió para vibrar y timbrar descontroladamente.                                                                                El tono de llamada de Liam era como un taladro en su cráneo, tuvo la intención de nuevamente esperar a que el sonido cesara pero no lo logró, no resistió más y atendió.

—¿Hola? —dijo Josh con un tono que expresaba lo harto que estaba del incesante sonar del aparato.

-Ho-la-                                                                                                  Se escuchó la voz entrecortada de la persona que estaba al otro lado de la línea 

-¿Liam?-                                                                                                No supo por qué preguntó tal cosa, pues sabía que no era él.

—No, él no puede atenderlo en este momento, si me dice su nombre con gusto le avisaré que llamó —contestó amable el de cabellos rojos.

- .......... -                                                                                              Se hizo un silencio y una gran montaña de sentimientos enfrentados invadía a la persona detrás del teléfono.

-Soy Jake-

 


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