Presente
Dean estaba solo en su apartamento. Solo y agitado. Su respiración era errática y su visión borrosa. Dean respiró hondo pero se quedó sin aliento en los pulmones.
Esta no es la primera vez que ha tenido un ataque de pánico. Y sin embargo, desde que fue rescatado y sacado de la zona de exclusión por Castiel, sus ataques son más frecuentes.
Es real. Ya no está escondido en su estúpida mente. Ya no está atrapado y sin salida.
Dean cerró los ojos.
Inhalar.
Expulsar.
Inhalar.
Expulsar aire.
Con sus manos temblorosas marcó el número de Castiel.
Los recuerdos se apoderaron de Dean de inmediato.
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"Tienes miedo, Dean".
"Ja, no mierda Sherlock".
Por supuesto que tenía miedo. Era un cobarde.
"Creo que te mereces una oportunidad".
Dean negó con la cabeza. ¿Qué le pasaba a este maldito guía?
"No me conoces" nadie quiere, dice la última parte en silencio.
El hombre de ojos azules cruzó la habitación y tomó una foto al azar. La tormenta se hizo más intensa y parecía que el cielo se partía en dos. Dean apretó los puños y cuando estaba a punto de escupir: No toques eso. Dean fue interrumpido por Castiel.
"Quiero".
"¿Qué deseas?".
"Quiero conocerte Dean. Claro, si aceptas", dijo el guía en voz baja y a su vez, con un ligero toque de firmeza.
Dean estaba abrumado por la respuesta de Castiel. No puede ser verdad. Fue solo un truco utilizado por los guías. Solo otra tonta habilidad para ayudar a un centinela.
Excepto-
Excepto que la mirada de Castiel ya no estaba en la fotografía sino en él. Esos ojos azules parecían ver más allá. Podían ver el alma de Dean.
No supo que pensar.
No supo como actuar.
Dean estaba completamente confuso. La lluvia cesó su densidad y ahora era una llovizna ligera. El clima había dejado atrás su furia y dolor.
"¿Y cómo vas a hacer eso? ¿Cómo quieres conocerme?" Sus palabras ya no eran de burla, solo tenía curiosidad. Quería entender cómo se le había acercado este extraño.
Quería-
Quería lo mismo que Castiel. Quería que este guía lo conociera. También quería conocer a Castiel.
El hombre le sonrió. Fue una pequeña sonrisa lo que hizo que el corazón de Dean se acelerara.
Castiel le tendió la mano y dijo: "Es hora. Necesitas recuperar fuerzas, Dean. Quiero verte en la vida real".
Y con solo esa oración, Dean se despertó en el hospital que poseía el complejo de centinelas. Su hermano estaba sentado a su lado, pero no había ni rastro de Castiel.
Sam le había dado un papel con un número de teléfono y un nombre.
"Me dijo que te lo diera una vez que despertaras".
Dean lo entendió.
El desconocido.
El guía de ojos azules.
Castiel.
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Al tercer tono, Dean reconoció la voz de Castiel.
Fue su primera llamada. ¿Qué debía decir?
El silencio duró unos segundos hasta que Castiel lo saludó.
"¿C-cómo supiste que era yo?"
Mierda. ¿Por qué se había vuelto tan suave?
"Lo sé ... lo sé porque me uní a ti, Dean.
No puede ser verdad. Él - él tenía fallas. Imposible.
"Puedes repetirlo. Yo ... creo que escuché mal. Nosotros ..."
"Formamos un vínculo".
Dean sintió que le picaban los ojos. No se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Castiel repitió su nombre con preocupación.
Dean suspiró.
"Lamento llamarte tan tarde ... pero justo ahora tuve un ataque de pánico ... y conmigo como un superhéroe, eres la única persona con la que puedo hablar".
El era un idiota. ¿Superhéroe? Idiota. Idiota. Nunca fue una persona divertida. ¿Por qué quería intentarlo ahora?
"Estoy saliendo Dean ...".
Oh. Ya lo había estropeado todo. Bien hecho Winchester.
Se aclaró la garganta y trató de no parecer decepcionado.
"Bueno ... yo solo ... adiós Ca-".
"¿Cuál es tu dirección Dean?
Dean se quedó congelado.
¿Que...?
"Estoy en mi auto, si me das tu dirección podemos hablar con más tranquilidad".
Dean le dio su dirección y Castiel cortó la llamada.
Dean no pudo describir todas las emociones que estaba sintiendo, pero sus lágrimas se reanudaron. Las lágrimas eran de felicidad. Alivio y esperanza.
Existía la esperanza para él.
Ahora, como un pensamiento que se instaló en su mente y corazón, Dean puede admitir que solo necesita una guía en su vida, y ese es Castiel.
Su bendito protector.