Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo perder a un hombre en diez días por Aranel Poli

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias por sus lecturas, mis bebés, espero les esté gustando y divirtiendo esta historia.

 

 

-Y después de todo eso ¿Aún no te deja?- preguntaba Camus a su amigo. Estaban en la terraza de Mu tomando cervezas y disfrutando su día libre.

-Tenemos que tomar medidas drásticas, vamos, concéntrense- decía Milo pidiendo su ayuda, ese tipo debía amarlo de verdad para aceptar todo aquello.

-¿Eres chillón?- preguntó Mu comiendo una dona, Milo asintió comenzando a contar con los dedos de su mano.

-Chillón, consentido, celoso y estoy a punto de monopolizarlo.

-¿Le hablas como bebé? Odian eso- sonreía Camus.

-Sí, algunas veces, aunque creo que podría mejorarlo.

-Yo estaba obsesionado con los exnovios de Shura.

-O mejor aún, háblale de tus exnovios- interrumpió Camus con una enorme sonrisa.

-Es bueno, pero no va a ahuyentar a este hombre, estamos en alerta máxima, tengo que hacer algo en verdad asombroso, tengo que pensar en algo antes de mañana.

-¿Y por qué no ésta noche?

-Es noche de póker, borrego, va a ver a sus amigos- dijo dándole un sorbo a su cerveza.

-No lo creo, cielo ¿Le permitirás eso?

-Lo hacen cada semana, Camus- el francés lo miró con una sonrisa que casi hacia retroceder a ambos chicos.

-Eso era antes de conocerte.

-¿Qué estas sugiriendo?- sonrió Milo sabiendo por donde iba aquello y le gustaba.

-Sabes qué es lo que sugiero.

-----------------------

-¿Se sienten con suerte chicos?- preguntaba Kanon a sus dos mejores amigos, los tres sentados alrededor de la mesa de póker que tenía en su casa.

-Me siento más afortunado que tú, no me llevaron a un concierto de Lana del Rey- se burló Eo mientras el peliazul negaba con una sonrisa.

-Eso es el verdadero amor.

-¿Está enamorado?- preguntó Sorrento tomando sus cartas.

-¿Bromeas? Está planeando la boda- y eso era lo único que diría, lo del álbum familiar sería una cosa de la jamás hablaría con nadie.

Comenzaron a apostar, fumarse un puro y a beber cervezas riendo y bromeando entre ellos, como cada semana… hasta que Milo llegó.

-Kani, ya llegué amor- los tres se giraron en cuanto el menor entró con su nueva llave, la cual le había perdido al conserje del edificio.

-¿Milo?- debía ser una pesadilla, pero no, ahí estaba el peliazul con unas bolsas en ambas manos y sonriendo igual que un hermoso ángel.

-Hola, amor- saludó pasando enseguida hasta la cocina.

-¿Tiene llaves? ¿Eso es legal?- susurró Eo, mientras Kanon no sabía cómo diablos responder a eso.

-Amm… no te esperaba, cariño ¿Cómo conseguiste la llave?- preguntó mientras sus amigos lo miraban con la boca abierta.

-Ay, pastelito, con tu conserje, me hizo una copia- sonreía Milo con un plato en sus manos acercándose a ellos.

-El conserje, vaya- resopló Kanon torciendo el gesto.

-¿Eso te molesta, caramelito?

-No, de ninguna manera- dijo poniendo enseguida una sonrisa en el rostro, no quería despertar al Milo malvado.

-Qué bien- sonrió pasando a su lado- Hola chicos, ya no los saludé, es que les traje algo de comer- los tres se extrañaron porque justamente tenían una pizza a un lado. Milo colocó un plato de sándwiches en medio de la mesa sonriéndoles, pero no iba a dejar todo ahí.

Eo parecía ignorar aquello porque seguía con sus cartas y se había metido un pedazo de pizza a la boca, fue en ese momento que el peliazul se acercó tomando la orilla de la pizza de su boca.

-No, Eo, fuchi pizza, rico, muy rico sándwich- dijo quitándole el pedazo de masa y metiéndole a la boca uno de los sándwiches que había llevado de tofu con pepino.

Kanon y Sorrento miraban aquello sin creerlo, Milo no sólo humillaba a su novio, ahora también a ellos, además de que Eo hizo un gesto de asco en cuanto masticó aquella cosa y la escupió en cuanto el menor se giró para ir de nuevo a la cocina y volver con un poco de jugo de remolacha.

-Sigamos con el juego, chicos- sonrió el mayor tirando sus cartas seguido por los otros dos, Milo estaba mirándolo pensando qué más podía hacer, aunque no lo pensó demasiado, ya que en cuanto vio el humo salir de sus bocas y llegar hasta sus fosas nasales vino a su mente una idea.

Realmente no le molestaba el tabaco, él fumaba en algunas ocasiones, pero en la guerra y en el amor…

Comenzó a toser, obviamente era una tos fingida, pero ese era el punto, que esos tres lo voltearan a ver. Kanon lo miró con cara de interrogación, Milo agitó su mano frente a su nariz dándole a entender que olía terrible, el mayor alzó las cejas sorprendido por eso, pero sacando el puro de su boca y apagándolo.

-Chicos…- susurró indicándoles que hicieran lo mismo ganándose un par de miradas molestas y gestos de incomodidad. Milo estaba fastidiándolos en serio.

Una vez cometida su misión, les sonrió y fue hasta la cocina, debía hacer algo más, quizá hasta enfurecer a Kanon y que lo corriera de su apartamento, así terminaría de actuar como un demente.

Miró a su alrededor para saber qué más podría usar para joderles la noche, y lo encontró, había una caja de pañuelos, eso era demasiado humillante incluso para él.

-Suénate- dijo llegando hasta Kanon y colocándole el pañuelo frente al rostro.

-¿Qué?

-Que te suenes la nariz, a nadie le gusta el señor mocoso- dijo mirando a Sorrento y a Eo, quienes miraban aquello entre divertidos y aterrados.

-Sí… odio al… señor mocoso- se burló Eo conteniendo una enorme carcajada.

-Vamos- a Kanon no le quedó más que acercarse al pañuelo y sonar su nariz estruendosamente.

-Muy bien, muy limpio- dijo Milo mirando el pañuelo -Pueden continuar, chicos- soltó girándose mientras Eo y Sorrento miraban a su amigo esperando una respuesta, pero lo único que escucharon fue de nuevo la voz del menor -Ay, no, ¡Ay, no! Nuestro helecho del amor… ¡Está muerto!- chillaba tomando la planta que le había obsequiado, la cual Kanon había olvidado junto a la mesa.

-No… sólo está… dormido- dijo frunciendo el ceño, ni siquiera recordaba la estúpida planta.

-¡Lo dejaste morir! ¿Vas a dejar morir nuestro amor?

-Yo…

-Deberías pensar en eso- finalizó tomando la planta llevándola hasta la cocina para ponerle un poco de agua.

-¿Se mete algo?- susurró Sorrento creyendo que el menor no los escuchaba, pero erró, Milo estaba saliendo de la cocina cuando dijo aquello.

-Dios, eso espero- rió Kanon haciendo un ademán con su dedo junto a su oreja indicando que su lindo novio estaba loco y este sabía que tenía razón, pero debía hacer un drama por eso.

-¡¿Estás diciendo que soy un enfermo mental?!- gritó agitando los brazos haciendo tirar una de las cervezas sobre la mesa.

-No, Milo… estaba hablando de… otro loco- dijo Eo haciendo que el menor tomara uno de los sándwiches y se lo arrojara a la cara.

-¡Esto se acabó! ¡Se acabó!

-Yuri…- Kanon se levantó para arreglar las cosas aunque ciertamente no lo deseaba, ya no más.

-Me llevo el helecho del amor, adiós- finalizó saliendo del departamento siendo seguido por Kanon.

-Oye, espera ¿Qué sucedió allá?- exclamó tomándolo del brazo justo cuando estaba por tomar el ascensor.

-¿De qué hablas?

-Esto es aterrador, estás actuando como un desquiciado.

-¿Así que estoy loco?- dijo mirándolo con enojo.

-Actúas igual a un loco.

-¿Sabes qué? me largo, no puedo estar con alguien que cree que estoy loco- dijo sonriendo y haciéndole bizcos al mayor subiéndose al ascensor.

-A eso me refiero, ¿Dónde está el Milo sexy, listo y divertido que conocí? El que quería ser un periodista serio- dijo frunciendo los labios de frustración- Estás bien y estás mal, llorar, ríes, es como estar en la cuerda floja.

-Bien ¿Eso significa que terminamos?- soltó rodando los ojos.

-Sí, eso creo.

-Genial, adiós- se despidió dejando que las puertas del ascensor se cerraran.

Frunció el ceño, se sentía extraño no ver más a ese hombre y hacerle todas esas bromas, que claro, él no sabía que lo eran, pero era divertido.

Kanon resopló aliviado, aunque en verdad le había gustado el Milo que conoció al principio, ese chico divertido e inteligente, pero ahora estaba completamente demente.

Entró a su departamento observando que Eo y Sorrento habían escuchado toda la discusión mirándolo con los ojos entrecerrados.

-Se acabó.

-No lo creo Kanon, sólo cuatro días más- dijo Eo, pero el mayor en verdad estaba cansado.

-Ustedes lo vieron chicos, es el homenaje de un hospital psiquiátrico.

-Sí, lo vi y creo que era sexy- dijo Sorrento mientras sus amigos lo miraban extrañados.

-Eres un idiota.

-Bien, tienes razón, se acabó, Marín y Shaina estarán muy felices en su nueva oficina- soltó mientras el peliazul consideraba aquello.

-¿Qué puedo hacer? Ustedes vieron todo ese espectáculo.

-Vayan a terapia de pareja, cada vez que Krishna y yo discutimos tomamos terapia de parejas, te dará al menos cuatro días- sonrió Eo.

-De acuerdo, voy por ese loco- dijo el peliazul chocando los puños con sus amigos y saliendo de su departamento bajando las escaleras lo más rápido posible alcanzando al rubio cuando estaba por cruzar la calle.

-¡Milo! ¡Espera!- el menor se giró mirando aquello confundido, en verdad muy confundido.

-¿Qué quieres?

-¿Puedes perdonarme, terrón de azúcar?- dijo acercándose y arrodillándose para tomar su mano- No sé en qué estaba pensando, lo siento, perdí el control, Milo ¿Me das otra oportunidad?

-¿No has tenido suficiente?- susurró impactado con aquello, no sabía si sentir lástima por ese hombre o miedo.

-Estoy dispuesto a hacer lo que sea.

-Levántate, no seas ridículo- Kanon se levantó tomando sus manos.

-¿Qué te parece terapia de parejas?

-¿Qué dices?

-Terapia de parejas, escucha, Eo conoce a un doctor y dice que es estupendo, que…

-No, conozco a un terapeuta que hará maravillas con alguien como tú, Kanon- dijo sonriendo de lado. El mayor sonrió triunfante, sólo cuatro días más.

-Sí, eso necesito, amor.

-Llamaré para pedirle que programe una cita para mañana.

-Sí, sí, gracias cariño- el mayor se acercó para besar la mejilla de Milo, quien fingió sentirse ofendido por todo lo que le había dicho allá arriba.

-Te amo, pero ahora no me agradas- dijo para seguir caminando y de nuevo fruncir el ceño susurrando un ¿Por qué?

-¡Gracias, Milo!- gritó Kanon sin respuesta para después tomarse el puente de la nariz, la publicidad lo valía, su integridad mental no importaba, tomaría la estúpida terapia y eso le daría al menos los cuatro días y terminar con esa locura.

Notas finales:

Besos inmensos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).