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Cómo perder a un hombre en diez días por Aranel Poli

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Viajar a Patras no había sido mucho problema, de hecho Milo se había portado bastante bien, bastante “normal”. Sólo eran los nervios de conocer a la familia del hombre con el que estaba jugando, eso ya no estaba del todo bien.

-¿Te sientes bien?- preguntó Kanon en cuanto el avión despegó.

-Sí, sí, es sólo que conocer a tu madre es… sólo hablé con ella por teléfono y…

-Tú lo pediste, Milo- se burló con ironía mientras el menor rodaba los ojos.

-Lo sé, creo que eso fue extreminsta, lo siento. Tengo miedo- aceptó mirando por la ventanilla. Kanon se había sorprendido por ese cambio de actitud, ese era el Milo que le gustaba, además de que ahora lucía bastante hermoso mirando el paisaje con su cabello recogido en una coleta y su rostro relajado.

-Oye, todo saldrá bien, son excelentes personas- sonrió tomando la mano de Milo haciendo que le diera un vuelco en el estómago. Cuando estaban dentro del juego no importaba, pero lo tomaba desprevenido y eso no le agrada.

-Sí, dormiré un rato- sonrió el menor dándole la espalda, Kanon sonrió, estaba bien que durmiera, no sabía cuánto tiempo duraría ese Milo bueno.

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Llegaron a Patras, la ciudad de donde provenía el mayor. Tomaron un taxi hasta la casa de sus padres y durante el camino Milo no había dicho ni una palabra, sólo miraba por la ventana tronándose los dedos.

-Deja de hacer eso, te lastimarás.

-¿Puedo hacerlo con tus dedos?- pidió con una sonrisa nerviosa para girarse de nuevo haciendo reír al mayor continuando con aquello.

-No, sólo tranquilízate, nadie te comerá- dijo tomando su mano evitando que hiciera esa molesta manía.

-Qué tranquilizador- dijo con ironía sin prestarle verdadera atención y sosteniendo su mano con fuerza.

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-¡Mamá! ¡Papá! Llegamos- anunció Kanon entrando a su acogedora casa. Milo entró como si buscase a algún asesino escondido, mirando por todas partes, aunque eso le sirvió para admirar la hermosa casa.

-Hola querido, me alegra verte, llegaron justo a tiempo- dijo una hermosa mujer de pelo lila y de lindos ojos azules llegando hasta ellos con un bebé en su espalda y una charola de bocadillos en las manos.

-¿Lo conoces?- sonrió Kanon señalando a Milo haciendo que su madre sonriera.

-¡Hola, Milo! Me alegra poder conocerte en persona, eres tan guapo y lindo como suenas en la bocina- dijo la mujer acercándose a acariciarle las mejillas hacienéndolo sonreír -Kanon saca al bebé, debo cambiarlo.

-Gracias, Sasha, eres muy bella- sonrió Milo conociendo a la madre de Kanon, tan diferente a él.

-Oh, gracias Milo, muéstrale la casa, Kanon, tengo que ir con los demás- se disculpó Sasha dejándolos con el bebé.

-Él es mi sobrino Tenma, es hijo de mi hermana, Saori- decía el peliazul cargando al pequeño en sus brazos.

-Es lindo- sonrió Milo sin acercarse mucho al bebé, no le agradaban demasiado.

-Adelántate, limpiare a Tenma- dijo Kanon sonriéndole dándole la confianza de conocer su casa y a su familia.

Milo caminó por donde Sasha se había ido, la casa no era muy grande, pero era linda, además de que tenía algunas decoraciones griegas.

Llegó hasta el patio trasero en donde estaban dos hombres acompañando a Sasha en una mesa jugando cartas gritando ¡Patrañas! Todo el tiempo. Se asomó un poco mirando aquella escena tan cálida con una sonrisa, hasta que la mujer lo vió.

-¡Milo! Ven acá.

-Vaya, vaya, vaya- sonrió un hombre de cabellos añiles y algunas canas en la cien, muy parecido a Kanon.

-Ven, conoce al padre de Milo, Aspros- decía Sasha llevando al peliazul hasta el sonriente hombre.

-Mucho gusto, bienvenido a nuestro humilde hogar- sonrió aquél hombre estrechando su mano.

-Gracias, de verdad, es una hermosa casa.

-Él es Seiya, el esposo de nuestra hija- decía Saori presentando a un apuesto hombre de cabellos castaños.

-Vaya, hasta que Kanon trae un chico, bienvenido- saludó el hombre que traía un uniforme de policía. Aspros le dio un par de cartas a Milo y lo invitó a unirse a ellos, el menor sonrió sin saber qué hacer en ese juego.

-El juego es “Patrañas” y llegas a tiempo para la ronda especial, cariño- sonrió Sasha.

-En realidad, no sé cómo jugar- respondió apenado, Aspros le sonrió dispuesto a enseñarle.

-Te enseñaré, es simple, el truco es deshacerte de todas las cartas en tu poder, observa, voy a ver mi mano y mira que tengo ¡Dos ases! ¿Qué dices a eso?

Gritó el padre de Kanon tomando dos cartas, las miró y sin voltearlas las colocó en el centro de la mesa. Milo sonrió mirando sus cartas, en donde había tres ases, al menos sabía lo básico y sabía que entonces Aspros mentía.

-¿Patrañas?

-No te escuché, Milo.

-¡Patrañas!- gritó sonriendo seguido por los demás.

-Perfecto, estás aprendiendo, claro que sí- en ese momento Kanon entraba con el bebé en sus brazos para unirse a la diversión, dándole el bebé a su cuñado y saludando a los demás.

Comenzaron a jugar enseguida otra ronda con nuevas cartas mientras Kanon miraba las suyas con suficiencia. Aspros estaba por tirar una de sus cartas diciendo apenas diciendo un par de palabras cuando su hijo lo interrumpió.

-¡Patrañas!- su padre sonrió tomando de nuevo sus cartas, Milo miraba eso con una sonrisa extraña.

-Milo, Kanon es un detector de mentiras- dijo Sasha.

-Intenta esto hijo, par de tres- tiró el mayor de los Dragonsea dejando sus cartas en el centro, Kanon se quedó callado con un sonrisa mientras Milo lo miraba sonriendo.

-Un cuatro- dijo Sasha.

-Tres cincos- soltó Kanon.

-Patrañas- soltó Milo con suficiencia siendo observado por los demás, Aspros miraba aquello sorprendido mientras el pelilargo alzaba una de sus cejas y miraba al menor con orgullo.

-¿Ves esa tabla de allá, cariño? Dice Kanon con una estrella a un lado, estoy invicto ¿Aún dices patrañas?- decía señalando a un lado de la puerta un pequeño pizarrón que decía los nombres de los jugadores y que claro, su nombre estaba en lo alto.

-Debes estar orgulloso- dijo Milo alzando las cartas de su pareja y observando que efectivamente, había dicho la verdad.

-La clave para ganar es conocer a la persona- susurró Kanon a su oído y sonrió levemente mientras los demás continuaban.

-Tres ochos.

-Patrañas, mamá-  soltó Kanon, quien seguía cerca de Milo sin mirar a su madre, pero la conocía a la perfección.

-Aún puedo castigarte- sonrió Sasha tomando sus cartas de vuelta.

-Mamá, jamás ha sido buena en esto y es que tu corazón es demasiado puro- decía mientras el menor miraba todo eso enternecido. Ese ambiente familiar que no había conocido lo tenía frente a él con esas maravillosas personas.

En ese momento, la hermana de Kanon llegaba, una chica de piel blanquecina y cabellos lilas muy parecida a su madre, vestía un uniforme de enfermería y parecía un poco cansada.

-Milo, ella es Saori, mi hermana- dijo Kanon mientras la chica se acercaba al menor para darle un gran abrazo, después fue a sentarse junto a su esposo y su hijo.

-Estamos jugando patrañas y Milo le está ganando a Kanon- explicó Aspros poniendo al tanto a la hermana mayor.

-Vaya, por fin encontraste un rival- sonrió la pelilila mientras Milo se preparaba para la siguiente jugada. Lo que Kanon ignoraba, es que cada vez que él tiraba una carta, Milo miraba a los demás para saber si era o no mentira, ellos lo conocían mejor así que le daban señas cuando mentía, ahí estaba la trampa.

Pero, claro que no duró demasiado, en su última jugada, Kanon tiró “Tres reyes”, Milo miró a los demás, pero el mayor también lo hizo, miró su padre tocándose el lóbulo de la oreja al igual que su cuñado y su madre.

-¡Patrañas!- les gritó señalándolos haciendo que el juego terminara y todos se soltaran a reír. Lanzó sus cartas al centro y tomó a Milo del rostro para besar su frente.

-Ya encontraste a tu igual, Kanon- decía Sasha riendo.

-Papá, no lo creo y tú mamá, señora pura de corazón, Seiya con uniforme haciendo trampa- decía Kanon sonriendo y señalándolos levantándose de la mesa.

-Kanon, yo no vi nada- mentía su cuñado mientras Saori torcía los ojos sonriendo.

-Traicionado por mi propia familia, la única persona honesta aquí es Tenma porque es un niño.

-Pero yo gané- decía Milo fingiendo un puchero.

-Me largo, jugaré con los niños del vecindario, ellos no me harán trampa- decía saliendo de allí con una enorme sonrisa.

-Milo, recuerda esto por siempre- dijo Aspros estrechando su mano.

-Esperamos que regreses aquí porque llevaste a Kanon a su menor puntaje desde su operación de amígdalas- secundó Sasha yendo hasta el pizarrón para borrar el nombre de hijo y escribir el de Milo.

-¿Sus otros novios perdían en patrañas?- preguntó el menor con una sonrisa y un pinchazo en el estómago que no supo interpretar.

-¿Qué otros novios? Eres el primero que trae a la casa- decía Sasha acercándose para abrazarlo con cariño mientras Milo borraba su sonrisa sintiendo eso tan genuino y sincero.


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