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Cómo perder a un hombre en diez días por Aranel Poli

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Esa noche irían al cine y Milo sabía perfectamente qué hacer, además de que había platicado con los chicos de que a partir de ahora sería un bastante llorón e irritante.

Habían quedado de ir a una matiné de películas de amor, algo que el menor detestaba, pero así podría ser más meloso y molesto.

-Ay, quisiera un hombre como Ryan Reynolds… es mi película favorita- sonrió Milo mientras se metía un puño de rosetas de maíz a la boca.

-También la mía- susurró Kanon en un volumen más bajo que el del menor y aún así fueron silenciados por un tipo de atrás, algo que le dio una idea a Milo haciéndolo sonreír mentalmente.

-¿En qué estás pensando?- le preguntó mirándolo casi con devoción mientras el mayor miraba la pantalla.

-En nada, veo la película.

-¿Pero qué pasa por tu mente?

-Que esa escena me gusta.

-Entonces ¿Tú mente está completamente en blanco? ¿Quién es él?- soltó con ironía y con un tono de voz algo alta para una sala de cine y además molesto.

-¿Quién es quién?- preguntó Kanon mirándolo con sorpresa.

-El tipo en el que estás pensando- soltó Milo molesto.

-No estoy pensando en nadie- susurró consternado.

-No puedes ver a Ryan Reynolds desnudo sin estar pensando en alguien más- Kanon frunció el ceño sin saber qué decir ante eso mientras eran silenciados de nuevo.

-¿Quieres sabes en qué estoy pensando?

-Sí.

-Estoy pensando en lo absolutamente apuesto, guapo y bello que eres, eso es lo que pienso así que veamos la película- dijo sonriendo tratando de tranquilizarlo y poder ver la película.

-Ay, Kanon, eres tan maravilloso, me encanta compartir todo contigo- decía Milo en ese tono tan irritable acercándose al mayor para tomarlo por el cuello.

-No dejan escuchar, ni ver- dijo el tipo de atrás harto de ser interrumpido.

-Si no cierras la boca te arrepentirás de haber nacido donde sea que naciste- escupió Milo girándose en su asiento enfrentando al enorme hombre que los molestaba.

-Oye amigo, ponle un bozal al loco de tu novio la próxima vez que lo saques.

-¡¿Qué?! Kanon haz algo- gritó Milo fingiendo ofender aunque en realidad quería atacarse de la risa mientras el pelilargo lo miraba extrañado.

-Salgamos- dijo el hombre levantándose de su asiento retando a Kanon, quien no había dicho una palabra, sólo le quedo resoplar y levantarse para poder arreglar las cosas con ese tipo.

Pero eso no sucedió.

Una vez que cruzaron las puertas de la salida, el tipo se giró para estrellar su enorme puño en el rostro de Kanon sin dejarlo decir ni una palabra.

-Ahora voy a regresar a la sala para terminar de ver mi película- dijo el hombre regresando a la sala mientras el meyor había caído al suelo. Milo había tratado de sostenerlo, pero había sido imposible con el tamaño del otro, así que ahora descansaba en su regazo.

-Hijo de… perra.

-Kanon ¿Estás bien? Debemos ir al hospital, seguro es una contusión- lo cierto es que Milo no esperaba aquello, no deseaba que nadie saliera herido. Acariciaba su cabello mientras pensaba en buscar ayuda, pero pronto sintió una mano acariciar su muslo y después uno de sus glúteos.

-Sólo… quédate así, estoy bien- susurró Kanon con una sonrisa.

-Ya basta- se quejó Milo quitando la mano del pelilargo con una sonrisa mientras el mayor reía por lo sucedido, al menos esas atenciones eran buenas -Ya vámonos Rocky- rio levantándose y tendiéndole una mano al mayor, quien seguía riendo por su pequeña travesura.

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-¿Por qué siempre olvidan mi tocino?- se quejaba Milo abriendo su hamburguesa sin tocino, Camus lo miró con una enorme sonrisa mientras almorzaban en la oficina.

-No puedo creer que lo hayas dejado inconsciente.

-Sólo unos segundos y no fui yo.

-Pero lo provocaste, eres mal hombre- se burlaba el francés.

-Fue el más adorable hombre inconsciente que existe- reía mientras le daba una enorme mordida a su hamburguesa.

-¿Sales con él o estás pensando en adoptarlo?- se burló Mu, quien también los acompañaba, de pronto Hilda apareció dándoles a los tres un susto de muerte.

-Milo, me encantan tus notas en los reportajes.

-Gracias… Hilda- soltó el griego con dificultad por el enorme bocado que tenía en la boca -Esta noche me invitó a cenar a su casa.

-Maravilloso, tengo un presentimiento de esto- dijo satisfecha -Y Milo, ésta noche que sean mordidas pequeñas- finalizó la platinada dejándolos, los tres lanzaron una carcajada al imaginarse a su amigo comer de esa manera frente al pelilargo, ese escorpión tenía que comportarse… o no.

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Kanon tenía una sorpresa esa noche, verían el juego de hockey en su casa y prepararía su famoso y delicioso cordero con salsa de cereza, una especialidad que jamás fallaba. Además, esa noche dormiría con Milo y lo enamoraría aún más.

La hora llegó y Milo tocó la puerta.

-Adelante, está abierto.

-Hola- saludó mientras Kanon estaba ocupado en la cocina dando los últimos toques de la cena y eso era perfecto, así no preguntaría por la enorme caja que llevaba.

-Espero traigas un gran apetito porque hay un festín ésta noche- Milo pasó al comedor para ver que todo estaba decorado con velas, rosas y una botella de vino.

-Oh, Kanon, es tan lindo- dijo con una voz melosa.

-Sírvete una copa de vino, la cena estará lista en cinco minutos y el juego en ocho.

-¡Genial! Me muero de hambre- pero no se sirvió una copa, fue directamente a la habitación de Kanon para comenzar a colocar todo lo que traía en la caja.

Cubrió la cama con una cobija de encaje y llena de holanes así como un par de almohadas que decía “Él y Él”, en el baño puso un conjunto rosa de peluche. En la sala colocó un portarretrato con su foto suya y un par de peluches en uno de los sillones, dos osos abrazándose.

-Oye… que… lindo- dijo Kanon en cuanto se acercó a ver todo eso mientras Milo le sonreía feliz, demasiado feliz quizá.

-¿Te gusta? Lo hice para ti.

-¿Qué hay en la caja?- preguntó el mayor mirando la caja en donde había llevado todo eso, pero faltaba algo más.

-Es un helecho bebé, en busca de amor y cuidado, para ti- dijo Milo sacando esa simple planta de la caja y colocándola en las manos del más alto.

-Amm… gracias- el rostro de Kanon era digno de fotografiarse, que lástima que no podía hacerlo.

Se sentó a la mesa para ver el juego y pensar cómo podría arruinar esa noche, Kanon dejó la maceta en el suelo y fue hasta la cocina para servir el platillo y dejarlo junto a Milo, de verdad lucía apetitoso

-Y la cena está servida, cielo, la especialidad del chef, cordero a la cereza- decía bastante orgulloso del hermoso platillo que presentaba.

Pero todo se fue al carajo.

Milo lo miró dos segundos para después llevarse una mano al pecho y la otra a la nariz mientras hacía arcadas.

-Oye, ¿Estás bien?- el menor negó para después mirarlo y fingir gimoteos.

-Es hermoso… tú eres hermoso, todo esto lo es… pero, si tan sólo si comiera carne.


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