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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Advertencia: Contenido +18

Disfruten el capítulo.

La primavera había comenzado de una manera espectacular.


A Ron le gustaba esa etapa del año, en el que podía observar la manera en la que los árboles y plantas estaban totalmente cambiando, poco a poco, a su brillante color verde y las flores comenzaban a regresar a la vida de manera natural. Le gustaba estar afuera por el olor que desprendía la naturaleza ante la nieve que iba derritiéndose con el pasar de los días. Los atardeceres eran más bellos en esa época y las noches comenzaban a ser cada vez más cortas conforme el tiempo volaba.


Era un clima en donde no estaba ni muy frío ni muy caliente, aunque a veces cayera un poco de nieve de forma esporádica, para él era el clima perfecto y siempre lo ponía contento.


La mansión se miraba con más vida de lo normal gracias a que los jardines estaban regresando a su habitual verde; los árboles estaban tornándose frondosos de nuevo y las pequeñas flores bailaban entre lo verdoso mientras asomaban sus pétalos. Era que ahora se permitía entender porque los Malfoy estaban tan orgullosos de su hogar, realmente era algo digno de admirar. Todo lo tenía bastante fascinado.


Contemplar todo aquello que la naturaleza les regalaba, lo había puesto a plantearse su situación y había estado dándole vuelta a los sentimientos que lo empezaron a embargar desde hace un par de meses, debido a una pregunta que salía de Lucius con tanta reiteración que no había podido evitarlo por más tiempo aun así lo quisiese.


«¿Confías en mí?»


Primero quiso concentrarse en que Lucius había comenzado a despertar emociones en él que quería enterrar y negar hasta que la vida se le fuera en ello. No le cabían en la cabeza, no era posible le estuviera pasando eso a él, más en momentos como esos, y no quería estar sintiendo esas cosas y mucho menos por él.


Estaba muy confundido.


Ron no había estado intentado ignorar a Lucius porque era simplemente imposible, pero si trataba de tener al hombre lo más alejado de sus pensamientos como le fuera posible.


El problema era que Ron tenía la certeza de que ya no iba a poder dejar de pensar en Lucius y en como esas nuevas emociones lo estaban haciendo sentir, dejándolo sin escapatoria. La parte racional de él le decía que parará con esa estupidez que él solo había empezado y se había metido de lleno, esa parte le decía que necesitaba deshacerse de ese problema antes de que fuera demasiado tarde. Pero lo peor de su situación era que no fue consciente de todos esos cambios hasta que fue demasiado tarde, otra vez.


Sus encuentros habían comenzado a ser más anhelados sin que se diera cuenta, al ver y sentir a Lucius siendo tan cuidadoso con él y en hacerlo disfrutar, hacían a su corazón acelerarse de una manera tan desenfrenada al estar con él; había llegado hasta sentir un vacío cuando no llegaban a más, se encontró deseando llegar a más que solo encuentros nocturnos y un nuevo sentimiento de soledad lo albergaba ya que se iba a su habitación.


No ocupaba estar necesariamente con él, solo pensar en él bastaba para que su corazón latiera como loco. Se había comenzado a sentir avergonzado por pequeñas cosas que el hombre hacía para su persona, como dejarlo platicar sin parar o dejarlo acurrucarse con él antes de irse a dormir, a veces hasta recibía uno que otro dulce de su parte. Se emocionaba y sentía una calidez cada que Lucius le contaba algo, parecía que ni él se daba enterado que hablaba referente a él, en su tiempo en Hogwarts o de cuando Draco era pequeño, que sin querer estuvo deseando saber más y más del mayor.


«Soy Ronald Weasley. Soy un Weasley. Odia a mi familia. Es un mortífago. Soy Ronald Weasley. Soy un Weasley. Odia a mi familia. Es un mortífago. Soy Ronald Weasley. Soy un Weasley. Odia a mi familia. Es un mortífago.» Se repetía una y otra vez con desesperación, como su nuevo mantra.


Pensaba en lo cruel que era ese hombre, en que tal vez había matado a muchos de los suyos, que era el fiel seguidor, que no era una buena persona y que tiene una personalidad horrible. Insistía en la rivalidad eterna de su familia, en la manera que humilló a su padre y habló mal de todos ellos. Pasaba arduas horas de desvelo analizando que Lucius no quería más que a alguien para desahogar sus necesidades y que hacía solo eso por ganárselo; incluso había llegado a tener conversaciones falsas en su cabeza con él y en como hacía eso con todas las malas intenciones del mundo para sacarle información que necesitaba para dársela a su Lord.


En su exasperación, en esas conversaciones ficticias, pensaba en lo que diría su padre o su madre al saber que tenía esa clase de intimidad con Lucius Malfoy. Un Ron irreal se ponía frente a ellos, les confesa esos nuevos confusos sentimientos y se imaginaba la cara roja de furia de sus padres para hacerlo entrar en razón y en cómo le decían que eso estaba mal de mil y un maneras.


Había llegado hasta querer hacer que su cuerpo no le resultara atractivo, diciéndose que era alguien muy grande para él, que su hijo era de su misma edad y era mejor si se encamaba con Draco.


Todo era inútil.


Era hasta vergonzoso todo el tiempo que pasaba pensando en eso, en sus intimidades y en Lucius Malfoy.


Estaba cansado de pensar en tantos líos y más que cansado estaba preocupado, preocupado por eso y la segunda razón por la que empezó su calvario.


 «¿Confías en mí?»


Ron no se caracterizaba por ser una persona que daba su confianza tan fácilmente, no era ningún idiota, aunque todos lo quisiera pintar de ese modo. Él había confiado en muchas personas a lo largo de su vida, tenía la certeza de decir que fueron muchas a comparación de otras que llegó a conocer que solamente se reducían a confiar en su sombra. Pero él sabía dónde estaban sus límites en cuanto a quien entregar ese empuje y sabía que no era a cualquier persona.


Para él existían diferentes tipos de confianza, no era un hecho, pero no a todos les confiaba las mismas cosas y le había gustado manejarse de ese modo.


Pero últimamente se preguntaba: ¿qué era la confianza en sí?


«¿Confías en mí?»


Esa sola pregunta había logrado que comenzará a cuestionarse todo lo que alguna vez creyó sobre la confianza y lo que significaba entregar algo tan valioso hacía otra persona. Ron sabía que dar tu confianza te podía traer tanto cosas buenas como cosas malas, incluso algunas irreparables.


Por ese motivo fue que pensó que esa pregunta había sido como una broma retorcida por parte de Lucius. Hasta lo había hecho reír la primera vez que salió de aquellos labios, vagamente recuerda haber pensado que no quería cuestionarse realmente dónde había depositado algo tan importante e ignoró lo más que pudo al día siguiente el darle vueltas a aquello y trató de seguir lo más natural que pudo, mentalizándose que solamente fue una tontería.


«¿Confías en mí?»


La segunda vez que le preguntó, le volvió a parecer gracioso y le respondió de la misma manera: «¿Por qué preguntas eso?» y Lucius no volvió a responder, haciéndolos a ambos entrar en un silencio incómodo que Ron no tardó en romper al seguirse repitiendo que no era nada, que no tenía por qué hacerle caso a algo así, que Lucius simplemente quería buscar una razón para burlarse de él y que luego se cansaría al no recibir alguna respuesta o reacción de su parte.


Pero entonces, la tercera ocasión que esa pregunta volvió a surgir, ya no le pareció gracioso y esa vez no pudo reír, quedándose en total silencio.


«¿Confías en mí?»


Su padre, antes de que todo estallará, se había sentado con los gemelos, Ginny y él a hablar sobre ese tema en específico. Al igual que su madre, su padre era un apasionado si de confianza y amistad se tratasen, habían sido traicionados muchas veces y por personas que ellos creían eran preciadas; entonces, les contó primero cada uno de esos escenarios dolorosos sobre las traiciones vividas y como la mente se corrompe tan fácilmente que ellos debían saber leer a las personas con detalle para tener certeza en dónde depositar sus secretos y cuando alejarse de ser necesario.


Les había dicho con toda la seriedad que pudo que la confianza no era solamente contarse quien te gustaba, con quienes te besabas o con quienes te podías pasar tareas sin que se delataran; para su padre, la confianza era el sentimiento más valioso que se podóa entregar porque ponías todo tu sentir en esa persona y le entregabas tu corazón, que era lo más vulnerable con lo que podían contar. Al entregar la confianza, decía su padre, era entregar tu vida, la cual ponías en manos de otra persona ciegamente, una vida la cual se podía destruir en cuestión de segundos y que les podía llevar a encarar su propia muerte.


Comentó que había muchas personas que les iban a querer ver la cara, que aparentaban ser lo que no eran y les vendían lo que cualquiera les compraría para tener esa confianza y terminar acercándose a ellos para arruinarlos o arruinar a los que estaban a su alrededor lenta o rápidamente. Entonces fue cuando les dijo que ocasionalmente podían dar su confianza sin darse cuenta, que llegaba a suceder el sentirse tan cómodos con ciertas personas que simplemente se bajaban todas las defensas y los signos de alertas, haciendo que todo se transformara y se reducierá a entregar se fé sin pensarlo.


Eso desencadenó a que les hablara un poco sobre la lealtad o, más bien, en su lealtad en especial. Les aseguró que ellos eran unas personas demasiado leales, que de eso no había ninguna duda y lo podían comprobar en cualquier momento que quisiera con las personas que tenían a su alrededor, entonces les informó que la confianza y lealtad van de la mano para ellos. Una vez entregada la confianza, entregabas lealtad y que era el sentimiento más noble con el que podías demostrar todo, que era esa misma fidelidad la que hablaba por ellos hacía los demás y que había personas que se aprovechaban de algo tan puro como eso.


Recordó entonces la advertencia que les lanzó: tenían que aprender a leer a las personas y tener mucho cuidado en quien depositaban ese sentir, porque una vez puesto, no había marcha atrás.


Y fue cuando Ron sintió miedo porque, si bien no era alguien que confiaba con facilidad en alguien, él no sabía leer a las personas cuando lo estaban queriendo manipular, él se dejaba llevar en el momento le demostraban señales de amistad y, desde esa platica, se puso un compromiso de tratar de tener el más mínimo cuidado con la gente para no cometer esa clase de error.


«¿Confías en mí?»


Una noche que se encontraba solo, decidió analizar a todas las personas en las que él había confiado, empezando primeramente por su familia.


Había confiado en sus padres, eran las personas que siempre lo apoyaron en las decisiones que tomaba y que sabía nunca lo iban a abandonar por más tonterías que hiciese o les contase, sabía que sus padres nunca lo iban a juzgar y darían su vida para salvarlo a él y a cada uno de sus hermanos, así como él daría la vida por ellos también.


Había confiado en sus hermanos, en cada uno depositó ese confiar de manera distinta, no con todos se sentía a gusto de contarles ciertas cosas, pero sabía que, al igual que sus padres, podía contar con cada uno de ellos sin importar qué y que podía poner su vida en las manos de cada uno.


Había confiado en Harry y Hermione ciegamente, primero en Harry antes que en Hermione, pero al final habían terminado ambos siendo sus confidentes, en quienes ponía su vida y su espíritu sin dudarlo ni un segundo. Él los había seguido en todo momento, con sus altas y bajas, pero trató lo más que pudo en no dudar de ellos e intentó con todas sus fuerzas el estar siempre juntos en esa travesía con la mayor lealtad que él pudo ofrecerles.


Pensó en Neville, Dean, Seamus, en Fleur, en Remus, en Tonks, en Sirius, en todos los que pudo y se le ocurrieron, incluso en la loca de Luna, y con todos llegaba a la misma conclusión: había confiado en su totalidad.


Sin embargo, en el instante que pensó en Draco y en Lucius, fue cuando se preguntó por primera vez: ¿qué era la confianza en sí?


«¿Confías en mí?»


A Draco le tenía esa clase de confianza, aunque no lo quisiera admitir en voz alta. Se cuestionó en qué momento fue que había bajado tanto la guardia con el menor de los Malfoy a tal grado de sentir esa comodidad y haberle regalado su confianza sin pensarlo, pero no lo recordaba y terminó resignándose al saber que podía contar con él de cierta forma, Draco se lo había demostrado las veces que lo salvó de los arranques de su padre, las veces que hablaban sin parar entre ellos sobre cualquier tema y cuando recordó el momento en que salvó a Draco aquella vez de un buen golpe por parte de Lucius, estuvo más que claro. Había cosas que no hablaban entre ellos, cosas que no había necesidad de ser pronunciadas por los sentimientos que causaban en ellos, pero eso no quería decir que no hubiesen formado algún tipo de lazo y acuerdo silencioso entre ellos dos.


No obstante, no era algo que le diría en un momento cercano o, si era posible, nunca. Tantos años de malos tratos no se olvidaban tan fácil y ambos se hicieron la vida imposible desde que tenía uso de razón, burlándose uno del otro hasta que alguno se enojaba y peleándose cada que tuvieron oportunidad. Así que, no, no era algo que iba a salir de su boca ni loco.


Pero ¿y con Lucius? Estaba consciente que de lo que hacían ya había dejado de ser para él solamente un estúpido plan -no plan- para ganarse precisamente la confianza del mayor, pero aún no estaba seguro a que tal grado.


Se sentía a gusto con él sin lugar a duda, habían hecho ya tantas cosas juntos como para haber dejado de sentirse incómodo a su lado, de una manera demasiado rápida que tampoco supo en qué momento había sucedido exactamente. Con Lucius había comenzado a hablar de todo, incluso de cosas familiares sin que pudiera evitarlo; cuando se dio cuenta que eso pasaba, trató de frenarse, pero una vez que las cosas salían de su boca sin chistar, se resignó y se dejó llevar procurando únicamente que no fueran cosas tan importantes o tan personales.


Pero él estaba seguro que aún desconfiaba de Lucius, aún no bajaba la guardia del todo por muy bien que lo hubiese comenzado a tratar, su racionalidad le decía que había una trampa que aún no descubría, que no debía dejarse llegar por sus confusas emociones y que debía estar alerta para buscar cualquier indicio que le diera la razón, entonces ¿por qué?


Había algo en su mirada siempre que hablaban sobre ambos: «entendimiento» Lucius lo miraba como si lo entendiera y eso causó que, poco a poco, una pequeña voz en su cabeza se instalara. Era una voz que, al principio trató de ignorar, pero que cada vez se hacía más fuerte y más fuerte, la cual, a manera de susurros, le decía que hiciera sus tonterías a un lado, que con Lucius estaba a salvo y que podía comenzar a contarle todas sus inquietudes, miedos e inseguridades, que podía hasta pedirle que le informara sobre el status de su familia y con eso bastaría para que él estuviese tranquilo a su lado, que Lucius sería capaz de protegerlo si solamente le respondía que sí.


¿Se podía confiar y desconfiar de una persona a la vez? Para él, no tenía ningún sentido.


«¿Confías en mí?»


Le había fallado a su padre y lo sabía al momento en que no respondía.


La pregunta salía cada vez con más insistencia, con fuerza, en susurros, entre gemidos cuando estaban juntos y Ron nunca le contestaba, se mordía los labios y evitaba lo mejor que podía a Lucius después de eso.


No sabía cuál era la razón, pero cada que esa pregunta salía de los labios de Lucius, él sentía una extraña sensación de calor pasar por todo su cuerpo y de sentirse atado a aquel hombre cada vez con más fuerza. Por lo tanto, sabía que esa era la mayor razón para no responder a esa pregunta, porque no quería contestar, no quería dejar sus muros caer y decirle que .


Draco le había comentado que estaba diferente, «… un brillo en tus ojos…» ¿era a eso a lo que se refirió? Se preguntaba entonces, que había hecho mal para haber dejado que algo como eso le sucediera, era un estratega, maldición.


Iba contra todo lo que les había dicho su papá y se sentía que le había fallado en más de un sentido al haberse dejado llevar y no haberse dado cuenta que le había entregado al enemigo de su padre algo tan valioso, lo que justamente les pidió desde el fondo de su corazón que cuidaran con recelo.


¿Le había entregado su confianza a un ser tan desalmado sin haberse dado cuenta? Si iba a seguir ahí, y así con él, tenía que buscar una solución rápida ante sus problemas antes de que se le saliera más de las manos.


«¿Confías en mí?»


— Ronald. —lo llamó y Ron se apuró de terminar lo que estaba haciendo para voltear a verlo. Se encontraban ambos en la oficina del mayor, Ron había estado acomodando unos libros que estaban fuera de su lugar y Lucius revisaba unas cosas que Draco le había entregado. Cuando terminó, Ron se giró rápidamente y se sorprendió al tener a Lucius tan cerca de su rostro—. ¿Confías en mí?


— A ti algo te pasa. —dijo desviando el tema para ver si funcionaba, aunque no era del todo mentira. Lucius había estado actuando de manera extraña desde hace unos días. Se notaba ansioso, como si algo le estuviese pasando y necesitase de su respuesta para parar con ese arranque de ansiedad que le había estado dando.


Había comenzado a estar demasiado tiempo con él, no es como si antes estuviese solo, pero el tiempo que ahora estaba sin su compañía era contado, incluso había llegado a pedirle que durmiera con él demasiadas veces que ya casi dormía entre sus brazos a diario, como si quisiera tenerlo ahí seguro y ya se le estaban acabando las ideas para no ser descubierto por Draco entre los pasillos. Pero lo más notorio es que había cambiado hasta al momento de estar con él, cuando estaban juntos, era cada vez más rápido y el acto se repetía con más fuerza casi al momento de culminar con uno, dejaba fuertes mordidas por todo su cuerpo y marcas en zonas que cada vez se le hacían más difíciles de ocultar.


Lucius se encogió de hombros—. Draco me dijo que se quería casar.


— ¿Qué? —preguntó sorprendido una vez que procesó lo que había dicho Lucius—. ¿Tan rápido? Pero, si apenas hace unos meses-


— Quiere presentarme a la chica. —confesó, separándose unos pasos de él—. Pero cuando supe quién era, no me agradó y no lo dejé.


— ¿Por qué no? —Ron soltó un quedo suspiro al relajarse un poco. Pensó que tal vez era eso lo que a Lucius realmente le pasaba y no planeaba hacer algo malévolo contra él.


— No me agrada la idea por quien es la chica, no tiene los mismos ideales que nosotros. —dijo, haciendo una mueca de disgusto.


Ron rodó los ojos y negó con la cabeza—. Debe de ser sangre pura, ¿entonces?


— Por supuesto que lo es, pero no me agrada ella. —dijo con enfado. Ron forzó una risa, Lucius le sonó tan parecido a su madre cuando no aceptaba a su cuñada Fleur en la familia solo por su manera de ser, proyectándose a cuando discutía con su madre y su hermana por ese tema.


— ¿Es en serio, Lucius? —preguntó, incrédulo—. ¿En serio eso te mortifica?


— Claro que sí. —contestó, indignado—. Es mi hijo y quiero lo mejor para él.


— Suenas igualito a mi madre cuando no quería dejar a Bill casarse, hasta le dijo algo sobre que iba a haber contaminadero de sangre. —habló sin pensarlo y después se arrepintió, sonrojándose al haberse dado de cuenta que habló de más.


— Bueno, al parecer tu madre todavía le quedaba algo de sensatez. —comentó con algo de burla en su voz y Ron sintió sus mejillas arder del enojo, ya que no era eso a lo que se refería exactamente, que bocota se cargaba. Pero antes de protestar, Lucius le ganó la palabra—. Hay cosas con la que fui criado que no puedo cambiar, Ronald.


— Estos sangre pura y sus crianzas. —murmuró molesto, apretando los dientes, lo bastante alto para que Lucius lo pudiera escuchar.


Lucius se carcajeó—. ¿Y tú que vas a entender? Mi padre decía que los Weasley eran una familia echada a perder.


— ¿Desde allá viene el odio? —preguntó asombrado, olvidándose totalmente de su enojo. Lucius vaciló un poco su respuesta para después asentir—. O sea que, ¿tu padre odiaba a mi abuelo, mi papá y tú no se podían ni ver y yo tenía que lidiar con Draco? ¡Cada uno tenía el suyo! ¡Que martirio!


— Son cosas entre familias. —dijo con un deje de irritación.


— Cosas entre familias, sí como no, ¿no será alguna clase de atracción? —cuestionó a modo de mofa—. Digo, dicen que entre el odio y el amor hay una línea muy delgada.


— Ni digas lo que estás pesando. —le advirtió Lucius. Ron sonrió para sus adentros, pensando en que no iba a dejar pasar la oportunidad de poder burlarse un poco de Lucius. Iba a tentar su suerte, esperando que el mayor no le hiciera nada.


— ¿Tu padre habrá estado enamorado de mi abuelo y no le hizo caso? ¿No será que tú estabas enamorado de mi padre? —preguntó, aparentando curiosidad y aguantó su risa al ver como tonos rojizos comenzaban a cubrir el fino rostro de Lucius—. ¿Esa es la razón por la que decidiste meterte conmigo?


— ¿En qué momento-?


— Ahora lo entiendo todo. —interrumpió a Lucius para después jadear, llevando una de sus manos a su pecho con fingida indignación—. ¿Ves a él en mí? ¿Todo este tiempo has estado pensando en mi padre cuando estamos juntos?


Ron no logró contener más su risa, por más que intentó, al ver la cara de terror que puso Lucius después de hacerle tal acusación. Las carcajadas que estaba soltando eran demasiado fuertes y tuvo que llevarse uno de sus brazos a su estómago para poder apretarlo y reír con más ganas, inclinándose ligeramente en el proceso. Lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos y sentía que se sofocaba, tenía bastante tiempo que no se reía con esa intensidad, ni cuando Draco le había insinuado que Lucius se estaba muriendo había sentido tal sofocamiento por la risa.


— Conmigo nunca te habías reído así. —declaró Lucius, haciendo que tomará una fuerte bocanada de aire, callando de inmediato y volteó a verlo sorprendido.


— ¿Cómo? —miró a Lucius desconcertado, haciéndose el desentendido para ver si Lucius tenía el valor de decirle aquello de nuevo.


— Conmigo nunca te habías reído así. —repitió con firmeza y Ron contuvo la respiración—. Solo te había escuchado así con Draco.


Ron cada vez estaba más sorprendido y su risa se había esfumado tan mágicamente, así como llegó. Ese comentario lo hizo tantear, se supone que cuando estaba con Draco, y hablaban con ligereza, era porque Lucius no se encontraba cerca y podían entablar una platica con un poco más de libertad y sin temor a que los fuera a reprender, ¿acaso los espiaba? No había manera, Lucius no tenía alguna razón para hacerlo, pero por si acaso de ahora en adelante iba a tener cuidado lo que hablaba con Draco.


— ¿Tu hijo es feliz? —carraspeó levemente con la esperanza de cambiar el tema.


— No lo sé. —respondió con honestidad. Ron no sabía que buscaba Lucius de su parte con esa conversación, por ese motivo tuvo que meditar las palabras correctas que le podía decir ante aquello.


— Deberías dejar que te presente a la chica y verlo por ti mismo, pienso que las cosas ya están demasiado jodidas como para agregarle la cereza del pastel. —dijo Ron con franqueza.


— Las cosas no están tan mal. —comentó Lucius mientras rodaba los ojos.


Ron gruñó irritado—. Oh, sí, como tú eres del lado ganador, claro que las cosas no están tan mal.


— ¿Tenías que decir algo como eso? —preguntó, molesto.


— Ustedes tienen libertad… Draco tiene libertad. —puntualizó—. Debería de eso tener una ventaja y dejar a tu hijo disfrutar lo que quiera hacer con su vida.


Lucius lo vio fijamente y guardó silencio—. ¿Tu hermano se casó?


— ¿Qué-? Ah, sí. —asintió ante la repentina pregunta.


— ¿Cómo le hizo tu madre para aceptarla al final?


— Era eso o perder a uno de sus hijos. —suspiró, recordando como se se había enojado demasiado con su madre en esos días—. Pero al final ella vio el amor entre ambos, así que la aceptó y lo dejó casarse por amor.


Yo quiero que Draco se case por amor. —dijo Lucius duramente—. No quiero que siga mis pasos.


Entonces fue donde Ron entendió que Lucius se veía así mismo en Draco y, al parecer, quería guiarlo de una manera u otra a tomar las mejores decisiones. No había otra explicación, era simplemente un hecho y se sintió conmovido hasta cierto punto.


— Oh, vaya. —exclamó impresionado—. Eso si no me lo esperaba, no sabía que tenías un lado amoroso, Lucius.


— Hay muchas cosas que no conoces de mí, Ronald.


— Sí, supongo. —respondió, sintiéndose incómodo por el comentario y apartó la mirada. Era la simple verdad, no lo conocía a pesar de todo. Rió suavemente ante esa idea.


— Ronald. —voceó su nombre en un susurro que sonó tan lejano, pero que Ron percibió. Entonces supo lo que vendría y que esa conversación que tuvieron hace unos momentos solo fue, tal vez, un distractor, porque cuando pronunciaba así su nombre era para hacer esa pregunta de nuevo. Levantó la vista para ver directamente a los ojos de Lucius, como si quisiera que estos le comunicaran que era lo que realmente le pasaba, que era lo que realmente quería de él—. ¿Confías en mí?


Ahí está, Ron suspiró—. ¿Para qué quieres saber?


— Solo respóndeme. —ordenó y Ron guardó silencio. Parecía que Lucius no quería rendirse hasta que recibiera una respuesta de su parte—. ¿Confías en mí?


Las palabras le pican en la punta de la lengua, quería contestarle, quería decirle algo, quería decirle lo que él también pensaba y que entre ambos se escucharan, pero no podía decirle. No podía negar ni afirmar.


Negarlo sería mentir.


Afirmarlo sería… ¿qué sería?


— ¿Y si te respondiera que no? —preguntó en un murmullo. La necesidad de bajar la mirada fue tan grande cuando miró la expresión tan seria de Lucius, mas no lo hizo. Algo le hizo sentir un escalofrío ante los ojos ahora inexpresivos del mayor, si bien no le demostraron nada, parecía que lo estaban quemando, logrando que quisiera retractar su pregunta.


Escuchó el bastón de Lucius caer con fuerza cuando lo soltó repentinamente y, antes de cuestionar que pasaba, Ron jadeó de sorpresa en el momento que, sucesivamente, era empujado contra una de las paredes de la oficina y sus ojos azulados se abrieron con sorpresa. Miró hacía Lucius quien lo miraba fijamente, tenía la misma expresión en su rostro.


— Luci-


— ¿Entonces es un no? —preguntó Lucius, interrumpiéndolo y manteniéndolo firmemente agarrado entre sus brazos.


Ron tembló ligeramente—. Yo solo dije-


— Es una pregunta de o no.


— ¿Y tú lo haces?


Lucius estaba demasiado pegado a él y sus manos se sentían tan cálidas atrás en su espalda que lo distraían. Cerró los ojos un momento, disfrutando un poco de la sensación, pero cuando los abrió de nuevo intentó que sus labios se abrían para hablar, para decirle algo, pero simplemente ninguna palabra salía de su boca.


Su respiración se aceleró ante la mirada de Lucius, sus ojos grises le decían algo que no pudo adivinar. Era como un fuego que salía de ellos, logrando que sus mejillas ardieran y en su cuerpo se sintiera un sofocante calor. Los labios de Lucius se torcieron en una mueca antes de presionar sus labios contra los de él en un intenso beso, sus labios se movieron rápidamente junto a los de Lucius, intensificándolo aún más.


Ron soltó un gemido ante una creciente excitación, su cabeza estaba siendo presionada contra la pared por la fuerza del beso y sus manos se posaron en los brazos de Lucius, tomándolo con firmeza al sentir que sus piernas le temblaban y que en cualquier momento se iba a caer. Lucius se apartó de él lentamente y una de las manos del mayor viajaron hasta su mejilla y la tocó con suavidad.


— Después de todo… déjame… —susurró contra su boca, pero Ron no entendió a que se refería. Sin embargo, Lucius no esperó ninguna respuesta de su parte y lo besó de nuevo, lamiendo sus labios en el proceso, como pidiéndole permiso para darle paso a su lengua.


Ron abrió su boca, un poco confundido porque no sabía que era lo que estaba pasando, pero le dio más sobre él a Lucius rápidamente. Gimió suavemente cuando la lengua de Lucius se presionó contra la suya, probándolo. El mayor le dio más libertad al soltar un poco su fuerte agarre y Ron movió sus manos hasta rodear el cuello de Lucius, presionándolo con más fuerza hacía él.


Lucius gruñó forzando más el beso y sus manos viajaron hasta la parte baja de su cuerpo, acariciando sus muslos para después apretarlos con vigor. Ron se sobresaltó cuando fue levantado en un repentino movimiento y gimió al ser presionado fuertemente contra la pared, rodeó con sus piernas la cintura del mayor, buscando no caer y enterró sus dedos en los largos cabellos platinados. Las manos de Lucius lo tomaron desde su cadera y se separó de él, jadeando.


— ¿Qué sucede? —preguntó entre cortado por su agitada respiración. Lucius seguía con la misma ansiedad corriendo por sus venas, lo podía sentir en cada movimiento apresurado, pero seguía sin encontrar alguna razón de su comportamiento.


— Déjame… —Lucius volvió a pronunciar aquello con voz ronca y Ron seguía sin comprender, menos aún porque Lucius parecía no querer terminar lo que tenía por decirle.


— ¿Qué te deje qué? —preguntó, exasperado. Sintió como su cuerpo era pegado contra el contrario con firmeza, haciéndolo sonrojarse más de lo que ya estaba.


— Déjame… —Lucius se acercó de nuevo a su boca para besarlo profundamente. Alejó una de sus manos, lo hizo creer que lo iba a soltar, pero entonces sintió a Lucius buscar algo entre sus propias ropas, supuso que buscaba su varita. Escuchó los muy conocidos murmullos que los dejaban a ambos desnudos, quedándose sin aliento cuando sintió ambas pieles chocar desnudas y jadeó un poco al sentir la fría varita tocar su cuerpo en el momento que Lucius volvió a posicionar su mano donde la tenía—. … en ti.


— ¿Qué? —soltó como pudo.


— Confía en mí. —murmuró Lucius ya no en modo de pregunta mientras atacaba su cuello con sus labios, mordiendo y succionando—. Confía en mí.


Él no supo que contestar y solo soltó un gemido. Aunque estaba confundido, realmente no era como si en esos instantes estuviese pensando con claridad ante lo que Lucius le acababa de pedir. Lucius gruñó fuertemente al no recibir respuesta y clavó sus dientes en la curvatura de su cuello y hombro, Ron gimió con fuerza y después soltó un ligero sollozó al sentir un agudo placer ante esa mordida y pegó a Lucius más a su cuello.


Lucius se separó ligeramente de él para poder besarlo en los labios y presionó ambos cuerpos desnudos, haciéndolo gimotear ante sus calientes temperaturas. Escuchó a Lucius susurrar, entre el beso, hechizos para prepararlo y después la varita cayó, haciendo un ruido sordo en el suelo. Se estremeció cuando las largas manos del mayor fueron a parar hasta su parte baja y acunaron su trasero.


— Lucius. —se quejó cuando una de sus manos fue hasta su entrada y un dedo presionó contra la misma. Alejó su boca de la del mayor y golpeó su cabeza contra la pared. Lucius presionó su erección contra la suya para distraerlo y sintió como un fuego quemaba por todo su cuerpo.


Su cuerpo se meció contra el de Lucius, juntando con más potencia sus erecciones para crear más de ese grandioso calor, logrando que ignorará los dedos que lo penetraban con cuidado. Ron se estremeció cuando los dedos de Lucius tocaron esa parte dentro de su cuerpo que prendía todos sus nervios y lo dejaba lloriqueando por más. Bufó cuando dejó de sentir los dedos moviéndose dentro de él, Lucius ya los había sacado, pero fueron reemplazados rápidamente por algo más grande.


— Mierda… —siseó levemente. Ron golpeó de nuevo su cabeza contra la pared mientras su cuerpo se arqueaba y sus ojos se abrían, sorprendido por la repentina intromisión, regresando un poco a la realidad ante la leve punzada de dolor; Lucius siempre le avisaba cuando debía relajarse, pero ahora no escuchó nada de su parte, mas no tuvo tiempo de seguir pensando, Lucius no perdió más el tiempo y comenzó a moverse dentro de él una y otra vez con rapidez e insistencia—. Luc- ¡ah!


Ese punto fue golpeado nuevamente, logrando que mandara su repentina preocupación muy lejos en su mente, se perdió entre la sensación de placer y en sus propios gemidos, pero alcanzó a escuchar a Lucius bufar frustrado al no tener una buena posición por estar ambos presionados contra la pared. Sintió como lo presionó más a su cuerpo, se enterró en él lo mejor que pudo y lo tomaba fuertemente de sus caderas. Ron apretó más sus piernas contra la cintura de Lucius al sentir que era separado del soporte que le brindaba la pared.


Miró hacía Lucius y contempló como este le sonrió antes de avanzar unos largos pasos hacía su escritorio para, después de un movimiento, deslizar uno de sus brazos sobre este, tirando todo lo que logró tocar hacía el suelo. Ron se alarmó cuando escuchó cosas romperse, pero fue rápidamente puesto sobre el escritorio y tembló cuando vio que Lucius agarró el borde del mismo, justamente encima de sus hombros. Lucius salió de su cuerpo y volvió a entrar de una sola estocada, haciéndolo soltar todo el aire de sus pulmones.


Ron ahogó un gemido cuando sintió a Lucius entrar cada vez más profundo que antes y también más fuerte. Sentía que no podría soportar más tiempo a ese apresurado ritmo, la parte baja de su estómago comenzaba a tensarse con fuerza entre cada embestida que Lucius daba contra él.


— Luc-Lucius… más… yo n-no puedo… —gimió mientras se retorcía, sintió un gran rubor llegar a sus mejillas y la manera en que sus cabellos se pegaban más a su rostro. Observó a Lucius sonreír y como sus pupilas se dilataron aún más, los suyos estaban cristalizados por lágrimas de placer, pero nunca pudo desviarlos de los de Lucius.


— Hazlo, quiero ver cómo te corres. —le susurró Lucius, suavemente, sin dejar de embestirlo. Una de sus manos soltó el escritorio para envolver su erección, moviendo de arriba-abajo al mismo tiempo que las embestidas. Ninguno de los dos apartó la mirada del otro—. Confía en mí.


Ron se sonrojó más de ser posible, pero luego arqueó su espalda. Eran tantas emociones y sensaciones las que pasaron por su cuerpo que no lo pudo resistir más tiempo y su boca se abrió en un grito silencioso. Dobló aún más su espalda al mismo tiempo que se corría, sintió una línea de semen golpeando en su pecho y estómago.


Confusión.


Adrenalina.


Preocupación.


Placer.


¿Qué pasaba?


Lucius se inclinó hacia adelante y, en un errático movimiento, se corrió momentos después que Ron. Llegó a su orgasmo, mordiéndolo en la misma zona donde sus dientes se habían enterrado con anterioridad. El dolor que sintió ante la mordedura fue más notorio esta vez, haciéndolo soltar una protesta. Ron jadeó con cansancio, pensando que definitivamente algo andaba mal y se preguntó si debía comenzar a preocuparse.


Ron… —susurró su nombre mientras, lentamente, se alejaba de su cuello pasando a su oreja, lamiéndola—. Ron, ¿confías en mí?


.


Pero no así.


No hoy.

Notas finales:

Uh, boy, that's toxic... Mi Ron cada vez llega más a lo que siente y justo algo le pica a Lucius, jajajaja. Cuenten las veces que la misma pregunta aparece, es la cantidad de veces que se la preguntó en menos de un par de meses (8

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a seguir subiendo el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, disculpen de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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