Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Before you go por Little Bully

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdón por haber demorado en actualizar, pero cuando estaba a nada de subir este capítulo, lo leí a más detalle y como que algo no me terminó de convencer que prácticamente lo escribí todo de cero dos veces hasta que quedó por fin.

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

El dolor fue instantáneo.

Ron sintió punzadas por toda la espalda y sus costados una vez que despertó. Estaba todo entumecido. Gimió del dolor que le dio al tomar una bocanada de aire, fue como sentir un ardor dentro de su cuerpo y sus pulmones pareciesen lastimados. Trató de abrir los ojos, pero la luz de la mañana, que se colaba entre las ramas de los árboles, lo hizo removerse inquieto, calándole los ojos con la claridad de un día iniciando. Pestañeó en repetidas ocasiones para que sus ojos dejaran de arder, pero no sirvió de nada, solamente logró que soltara lubricantes lágrimas.

Se desorientó cuando escuchó sonidos del exterior y se extrañó al sentir todo su cuerpo tendido en el suelo, tanteó con una de sus manos el terreno mientras que con la otra tallaba sus ojos para quitar las lágrimas que se habían acumulado en estos. Los ruidos, más al sentir su cuerpo rodeado del largo pasto, le hicieron recordar de golpe que estaba en el bosque, huyendo junto con Lucius y entonces el pánico se apoderó de él sin meditar nada y más aún cuando, se supo, ya no estaba recargado en el hombro del mayor.

Maldijo mil y una veces el haberse quedado dormido en una situación como esa, el haberse descuidado y haber bajado la guardia de esa manera ante el peligro, era imperdonable. La garganta la sintió seca de repente, y un sudor frío le recorrió la espalda antes de incorporarse de golpe, no importándole el mareo que le ocasionó, tampoco el dolor de su cuerpo ni el entumecimiento de sus piernas, mucho menos el que los ojos le ardieran hasta sentirlos calientes.

Parpadeó tantas veces como le fueron necesarias para adaptar sus ojos ante la luz enceguecedora y buscó a Lucius lo más rápido que su cuerpo le permitió. Pensó tantas cosas negativas en un solo segundo que el verlo a solo unos pasos de él, parado y dándole la espalda, fue un golpe de alivio tan grande que su pánico se disipó así tan rápido como llegó. Y le dejó la sensación de sentir su cuerpo ligero, perezoso, como debería sentirse el despertar de un tranquilo sueño.

Al parecer, Lucius no había escuchado sus movimientos torpes. No había volteado a verlo en ningún momento. Se preguntó en lo que debería estar pensando, ideando que debía ser algo con importancia para tenerlo tan en sí mismo, a tal punto de no percatarse e ignorar todos aquellos ruidos que había a su alrededor. Aunque, a la vez, Ron pudo imaginar que Lucius estaba en paz, tranquilo, viendo el paisaje, contemplando y sintiéndose cautivado por lo que la naturaleza era capaz de ofrecerles al son de una alborada en otoño.

Ron no pudo contener la sonrisa que le surgió ante ese último pensar, deseando que ojalá ese fuera su caso. Sigilosamente, comenzó a caminar hasta que llegó a él y pegó su frente contra su espalda, sintió que la espalda de Lucius estaba rígida y levantó una de sus manos para comprobar que sus hombros estaban tensos.

— Pensé que te habías ido. —le susurró Ron al separarse un poco de él, esperando que Lucius no captara la pequeña mentira en esa oración. Fue una de las cosas que pensó cuando el pánico despertó en su interior, pero en realidad había pensado en que, las personas que estaban detrás de ellos, los habían alcanzado.

El mismo miedo había hecho que en su cabeza se creará un escenario donde él, por estar dormido, no se había dado cuenta que los encontraron y de alguna manera se habían llevado a Lucius entre maña cautelosa para que no despertarse y quedara a su suerte sin cómo defenderse, siendo presa de las bestias y criaturas que el bosque ocultaba, mientras que al mayor le hiciesen cantidad de cosas inimaginables al capturarlo por fin.

No podría confesarle eso, Lucius podría tomarlo como una tontería y atacar con que era sin duda un mago poderoso y que la manera en la que ponía en cuestionamiento sus capacidades. Ron no lo discutiría, eso está claro. Una idea tan ideática no estaba ser discutida. No cabía duda que la irracionalidad era capaz de llenar al cerebro de ideas inciertas, probables, pero de lo más extremas.

— Dije que no lo haría. —contestó antes de darse la vuelta y arroparlo completamente entre sus brazos—. ¿Sigues sin confiar en mi palabra?

— No, nada de eso. —soltó un ligero bufido entre fastidiado y satisfecho, rodeando a Lucius en un abrazo correspondido. Ambos permaneciendo a una corta distancia, pero aun logrando verse fijamente a los ojos—. Pero me quedé dormido recargado en ti y me desperté tendido en el suelo y, bueno, ¿qué más podía pensar? Imaginé que me hiciste caso y te refugiaste.

— No me iría sin ti.

Ron no contestó, el fuerte hormigueo en su estómago se lo impidió y sintió como todo su rostro se puso caliente, llegando el calor hasta sus orejas. No se acostumbraba a la manera en la que Lucius tendía a declarar ciertas cosas con demasiada seriedad, lo abrumaba de la pena; el solo ver ese rostro serio, hablando con una total tranquilidad, lo tomaba tan desprevenido que podía con él. Se encogió para ocultar su rostro en el pecho de Lucius debido a la repentina vergüenza que le dejó aquella declaración e inhaló fuertemente aire para calmarse.

Diferentes aromas fueron los que pasaron por su nariz. Hojas secas, ramas, humedad, tierra, pero el que más pudo percibir fue el olor a hierba. Un aroma fresco y potente que Lucius desprendía, justo como debía nutrir el olfato en una serena mañana rodeados de arboleda. Sin embargo, todavía podía distinguir ese aroma entre cítrico y floral de su perfume*, limón y lavanda, esencias que siempre lo acompañaban intensamente, más ahora eran cálidamente efluvios de los mismos; siendo sorprendente como, ni siquiera bajo esas condiciones, pudo desprenderlos de su cuerpo.

Ron se sintió reconfortado y, olvidándose de toda situación y del dolor de su cuerpo por unos instantes, cerró los ojos para disfrutar de aquella combinación de armónicos olores.

— Debemos irnos. —susurró Lucius sobre su cabello. El cosquilleó que sintió lo hizo separarse, no sin antes respirar una vez más aquellos puros aromas para que quedaran resguardados en una nueva memoria.

— Sí. —asintió—. Necesitamos ducharnos y descansar. Y no sé tú, pero a mí me duele todo el cuerpo y también me exige alimento.

Lucius guardó silencio por un momento viéndolo directamente, haciéndolo sentir extrañado y un tanto confundido. Lucius parecía como si estuviera buscando la respuesta a algo en él o que él fuera quien lo iluminara referente a eso mismo. Estuvo a punto de preguntarle si le sucedía algo cuando Lucius le ganó la palabra.

— Aún no iremos donde ellos. —informó firme—. Estuve pensándolo toda la noche y, al verte dormir, supe que lo mejor sería llevarte a otro lugar primero.

Ron lo miró con sorpresa—. ¿Me miraste toda la noche dormir-? ¡Aguarda! ¿No dormiste ni un poco?

— No. —contestó después de vacilar con su respuesta.

— ¿Por qué? ¡Te vas a desmayar por falta de sueño! —sacudió la cabeza—. ¡¿Piensas transportarnos así?! —preguntó escandalizado—. ¿Es así de importante a dónde quieres que vayamos primero?

Lucius asintió—. Lo sabrás una vez que estemos ahí.

— ¿Es seguro a donde quieres llevarme?

— ¿Crees que sería lo bastante idiota como para ponernos en riesgo?

— No lo sé… ¿piensas matarme o algo así? —preguntó suspicaz. Quiso que sonara más como una broma, pero no pudo evitar sonar en total desconfiado, anoche parecía que le urgía irse al lugar donde estaban Draco y Astoria y ahora quería ir a otro lugar primero, tenía razón de ser su sospecha.

— ¿Realmente eso es lo único que pasó por tu cabeza? —preguntó torciendo su gesto a uno molesto. Antes de que Lucius continuara con su monólogo lleno de enfado, Ron comenzó a negar frenéticamente con las manos.

— Era una broma, hombre —balbuceó torpemente. Suspiró al momento en que Lucius relajó su expresión de nuevo, aunque no parecía muy convencido—. ¿A dónde piensas llevarme antes? Porque creo que, con nuestras pintas, llamaremos mucho la atención.

Ninguno de los dos estaba en sus mejores apariencias. Claramente daban señales de haber estado corriendo y haber pasado la noche en el bosque; Lucius estaba completamente desaliñado, con las prendas justas para cubrir su cuerpo y su cabello enmarañado en una desastrosa coleta. Ron no estaba mejor. Él si tenía sus prendas a medio poner, su camisa se la abotonó en el transcurso de la noche de los primeros botones y sus pantalones con partículas de pasto y la humedad de la noche, no daban ninguna buena impresión. Se iban a evidenciar.

— No es necesario arreglarnos. —dijo Lucius—. En ese lugar no habrá personas que puedan vernos… estoy seguro que no habrá absolutamente nadie.

— ¿Entonces si piensas matarme? —murmuró nervioso. Lucius lo miró ceñudo, pero no le respondió y únicamente extendió su mano hasta tomarlo del brazo.

Repentinamente, sintió como si todo su cuerpo fuera aplastado, aprisionado, dejándolo sin aire. Lucius los había trasladado sin avisarle y, en menos de un pestañeo, ambos llegaron a lo que parecía ser una extensión del bosque; al ver todo tan similar, no supo diferenciar en si era otro lugar del mismo en donde anteriormente estaban o si era uno totalmente diferente. En ese momento era lo que menos le interesaba en realidad.

Estaba tratando de respirar continuamente, todo lo que sus adoloridos pulmones le permitieran, buscando reponerse de la súbita aparición. Incluso, comenzó a sentir un malestar tremendo. Posicionó su cuerpo de cuclillas y puso sus manos en las rodillas, deseando alejar el malestar. Pero no lo conseguía. Era la primera vez que le sucedía algo como eso, y aunque lo tenía desconcertado, lo atribuyó a que era lógico si había estado tenso todo el tiempo; el cuerpo ya le dolía de por sí y el haber sentido que era estrujado a tal grado de sofocarlo, solo se había intensificado con unas arrebatadoras náuseas.

— Me hubieras avisado. —quiso regañar, pero al hablar entrecortado, sonó como un simple jadeo. Volteó hacía Lucius para ver si se encontraba en sus mismas condiciones, más lo encontró parado frente a él totalmente normal, desprendiendo su típica aura altanera. Lo hizo sentirse débil e inexperto.

— Seguías con tus absurdas insinuaciones que lo mejor fue actuar. —habló Lucius enojado. 

— Sí, pero- —fue interrumpido por una arcada. Agachó la cabeza y cerró los ojos en el momento que otra arcada lo invadió. Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, pestañeó para alejarlas rápidamente y tragó saliva antes de hablar—. Creo que voy a vomitar.

Arqueó su espalda por el sobresalto que le dio al sentir agua fría resbalar por su nuca. Pero inmediatamente fue un cómo ponerse un bálsamo. Suspiró de alivio cuando el agua fría, que recorría ahora su espalda, mojaba zonas clave distrayéndolo de su malestar; aunque, por el nudo en su estómago, le fue difícil mencionarle un agradecimiento a Lucius por aligerar su molestia, más esperaba que sus suspiros de satisfacción y su cuerpo relajado fueran suficiente reconocimiento para el mayor.

— No me había visto a alguien que quisiera vomitar. —admitió Lucius mientras deshacía el encantamiento—. Que se quedaran sin aire, sí, pero esto… es interesante.

— Sí, bueno, de nada. —dijo Ron sarcásticamente. Una vez que la sensación ceso casi por completo, aspiró aire fuertemente antes de sacudir con una de sus manos la parte baja de su cabello retirando el agua que había estado mojando esa parte, del mismo modo que fue incorporándose mientras agitaba su camisa para secar su espalda mojada.

El viento le producía escalofríos. Todo se movía con la misma intensidad de los aires y, al sentirlo, le hizo inspeccionar con más detalle el lugar. No le cabía más duda, por los árboles frondosos que ahí había, sin duda seguía siendo un área boscosa. Definitivamente era extraño. Y aun cuando seguían estado totalmente desolados, sin personas en ninguna parte, justo como Lucius lo había dicho, no se sentía en peligro. Su instinto no se había encendido para huir en el momento que se requiriese; su parte coherente le decía que eso tal vez no debería darle tan buena espina, más sentía una insólita tranquilidad. 

Detuvo su vista en Lucius, esperando a que le diera respuestas sobre todo lo que estaba haciendo o lo que quería hacer con él. Sin embargo, este parecía estar reconociendo el lugar donde estaban parados haciendo que en él se instalara un ligero sentimiento de incertidumbre. 

— Lucius-

— Sígueme. —ordenó Lucius sin posibilidades a que iniciara con sus preguntas. Ron quiso protestar, pero al ver como Lucius se dio media vuelta y comenzó a caminar entre el alto pasto, decidió seguirlo al ganarle la curiosidad.

Observaba la espalda de Lucius mientras caminaban mientras seguía preguntándose a donde quería llevarlo. A él le gustaba saber lo que hacía, no era ningún fanático del misterio y que Lucius se pusiera de ese modo, sin soltar detalle de sus movimientos, le hacía sentir ciego, como si anduviera a la deriva. En realidad, estaba a la deriva. El lugar era completamente silencioso de cualquier evidencia humana, solo se escuchaban los sonidos que la naturaleza producía y por más que caminaban y caminaba, entre árboles y maleza, no llegaban a un lugar en específico. Entonces, comenzó a voltear de lado a lado, viendo si de ese modo podía encontrar alguna clase de señal. 

Hasta que miró algo que le llamó la atención.

A lo lejos, parecía ver piedras. De todos tamaños. Incluso, en el suelo que habían comenzado a pisar, había trozos tirados y enmarañados en el forraje. Pensó que tal vez se lo estaba imaginando, pero entre más avanzaban, más tomaban forma aquellas piedras en el suelo. Se sintió demasiado nervioso de pronto. Comenzó a caminar más de prisa para comprobar lo que veía y, en su campo de visión, pudo contemplar como el lugar se estaba convirtiendo en lo que parecía ser un cementerio. Pero no era uno bonito, ese lugar estaba abandonado en su totalidad.

Había lapidas y mausoleos por todas partes, unos más intactos que otros, pero todos cubiertos entre la suciedad, el moho y el césped que había crecido sin piedad, enredándose entre todo lo que estuviera a su paso. Se detuvo al ver figuras humanas* rotas bajo sus pies. Su sorpresa crecía cada vez más, no sabía ni que pensar o que era lo que estaban haciendo en un lugar tan abandonado como ese, los motivos le eran indiferentes. No imaginaba que Lucius verdaderamente le fuera a hacer daño, pero encontraba razones para las cuales Lucius lo quisiera ahí, le hubiese salido mejor abandonarlo a su suerte en el bosque y no tomarse esas molestias. Se inclinó para tomar pequeño y regordete brazo entre sus manos.

— Lucius —lo llamó con voz temblorosa. Se maldijo mentalmente por sonar asustado, pero estaba demasiado nervioso como para poder evitarlo y se estremeció al momento en que Lucius volteó a su dirección. Alzó una de sus cejas al ver lo que traía Ron agarrado en las manos, luciendo un tanto divertido. Carraspeó un poco—, si ibas a acabar conmigo, me hubiera gustado que lo hicieras en un lugar menos… cutre.

Lucius frunció el ceño—. Sigues con esas… —bufó—. Solo sígueme, ¿quieres? No me gusta estar aquí y todavía tenemos que atravesar este pedazo para llegar.

— Pero-

— Vamos.

No le dio tiempo para replicar, Lucius volvió a continuar con su andar. Se debatió el si seguirlo o no al mirar a donde se dirigía, parecía que ese era solo una pequeña parte del cementerio porque si seguían caminando por ese corto tramo, conducía al bosque de nuevo. Ron no supo si sonreírle, gritarle o correr de ahí hasta donde le dieran sus adoloridas piernas. No quería desconfiar de Lucius a ese punto, pero el estar rodeado de todas aquellas tumbas, le descompuso. Sobre todo, al ver que no pasaba ni un alma por ese lugar desde hace muchos años.

Ron soltó el pedazo de mármol como si quemara, escuchando como hacía un ruido sordo al golpear contra el montón de hierba y tierra. Algo le susurraba que debía de confiar, que no debía de estar dudando de la palabra de Lucius cuando le había demostrado todo lo contrario, que no quería hacerle daño. Suspiró al ver que cada vez se alejaba más de él y decidió no seguir pensando en lo malo que pudiera pasar si lo acompañaba a donde sea que se dirigía.

Pensó en la singular calma que sintió antes de saber que estaban dentro de los territorios de un cementerio y entonces imaginó que probablemente era algo que debía de ver, no por nada se había pasado meditándolo en el resto de la noche y no por algo había sentido tranquilidad al estar ahí. Sus pies comenzaron a moverse solos, apresurados, pero teniendo cuidado de no tropezar con los trozos esparcidos y destrozados de las lápidas. Ocupaba alcanzar a Lucius y no perderlo de vista.

Al estar a una distancia prudente del mayor, paro con sus acelerados pasos y caminó con normalidad, contemplando como dejaban atrás ese lúgubre lugar. Le fue sorpresivo el cómo un sitio que se suponía estaba para recordar con cierta quietud a los seres que dejaron el mundo terrenal, podía lucir tan tétrico aún en plena luz del día. Aunque figuró que se debía a que estaba en ruinas. No sabía que sucedía con las aquellas almas que sí aceptaban la muerte, no quedándose como fantasmas, y sí iban más allá del velo, pero al alcanzar a contemplar como unas lápidas tenían aún los nombres firmemente grabados en ellas, esperaba que las que estaban ahí enterradas no estuvieran molestas por estar en un completo abandono.

Sintió a una repentina melancolía. No lo había meditado antes, pero así era como la muerte se veía desde el olvido, terminando de morir por la soledad, porque ahí era cuando realmente se moría. El recuerdo era lo que mantenía vivos a toda persona pérdida, físicamente dejaban de estar, pero mientras se recordara iba a seguir con vida en los corazones de todas aquellas personas que en vida la rememoraban. Cada persona buscaba donde evocarlas, en cada vela encendida, en cada estrella, en cada luz, en cada canción, en cada lugar, en cada hechizo, en lo que fuese, porque era lo único que quedaba, memorias que conmemorar una y otra vez del ser amado.

Ron no había tenido ni siquiera oportunidad de despedirse, pero si él tuviera un lugar donde visitar a aquellos que se fueron, no los tendría de esa manera tan abandonada. Era muy cruel para lo que ofrecieron en vida, dejándolos como si no valieran solo por estar bajo tierra. Entonces, tuvo una repentina idea y, antes de terminar de alejarse y de adentrarse al bosque, trató de visualizar y memorizarse todo nombre que alcanzara a leer. Si los habían dejado en el olvido, él podría recordarlos, aunque deseaba conocer las historias de cada uno, eso no iba a ser ningún impedimento para su meta. Ya había pisado ese lugar y ahora los conocía, esperaba que se sintiera felices de tener a alguien que aún recordará sus nombres.

Estaba tan concentrado que no se dio cuenta cuando Lucius se había detenido solo a unos cuantos pasos de haber pasado al área boscosa y chocó de lleno contra su espalda. Se tambaleó al momento que cruzar sus pies en un intento para no irse de espaldas, pero cuando estuvo a punto de caer, Lucius se dio vuelta y lo tomó del brazo jalándolo hacía él y reteniéndolo fuerte.

— Perdón. —se disculpó apenado al agarrar estabilidad de nuevo. Lucius lo miraba con una expresión que se asemejaba a la confusión.

— Ibas distraído. —obvio Lucius mientras lo soltaba.

— Sí. —Ron asintió—. No pude evitar pensar en unas cosas al ver este lugar tan abandonado.

— Este sitio está abandonado desde hace casi treinta años. —confirmó Lucius. Ron entonces comprendió la razón de que ese lugar estuviera destruido y desolado.

— ¿Dónde estamos?

— Es el cementerio de Nunhead* en Londres.

— ¿Un cementerio abandonado en Londres?

— Sí, fue lo que dije. —contestó Lucius al mismo tiempo que veía encima de su hombro.

— ¿Qué es lo que hacemos aquí? —preguntó viéndolo con curiosidad.

— Pensaba traerte después… —admitió Lucius en un susurro, justo cuando sus ojos se posaron en él—, pero me di cuenta que era el mejor momento para hacerlo, no podías quedarte con eso más tiempo.

— ¿Con qué? —Ron cuestionó mirándolo ahora desconcertado—. ¿Qué sucede?

— Están a tu derecha. —Lucius apuntó con su varita al mismo tiempo que hablaba.

Extrañado, Ron volteó a la dirección que la varita señalaba, encontrándose un tramo de terreno limpio, con el pasto al ras y cuatro lápidas descansando al fondo, aunque un poco alejado del camino, no era nada similar a lo que habían dejado atrás. Ese pedazo se miraba nuevo y cuidado. Se acercó con cierta cautela para poder apreciar mejor lo que estás lápidas tenían grabadas, se concentró por un momento en los pasos de Lucius que se escuchaban a sus espaldas hasta que se detuvo de golpe cuando logró leer las inscripciones.

Cuando entendió las siglas, leyó una y otra y otra vez cada una sin parar. Sus ojos iban y venían de una lápida a otra al no poder creer lo que estaba observando.

 

PADRE
A.W.
1950-1998

MADRE
M.W.
1949-1998

HERMANO
F.W.
1978-1998

AMIGA-HERMANA
H.G.
1979-1999

 

— Entonces, ¿estás son sus tumbas? —preguntó con la voz entrecortada debido al fuerte nudo que se había formado en su garganta. Su vista continuaba clavada en cada una de las lápidas.

— Sí, son ellos. —Lucius aseguró.

— ¿Cómo es posible?

— Buscaron un camposanto donde menos se los pudiera ocurrir buscar y encontrarlos para hacerles alguna clase de daño. El que tengan sus iniciales es parte de ello, incluso los Muggles leen los números mal, para ellos fallecieron hace una centuria y se ven en los vestigios. —explicaba Lucius a su lado, pero él lo escuchaba tan distante, como un murmullo a la distancia que luchaba por ser escuchado—. Nosotros somos los únicos que podemos ver correctamente donde descansan.

 — ¿Quiénes lo hicieron? —balbuceó entre su incredulidad—. ¿Cómo es que sabías donde estaban? —apenas logró formular las preguntas, más que por curiosidad, las realizó por un mero consuelo. Sin embargo, el silencio fue suficiente para saber que Lucius no respondería a ninguna de ellas y él no insistió.

Después de haberse atormentado por pensar e imaginar en lo que pudo pasarles a los cuerpos de aquellos apreciados, creándose escenarios tan dolorosos de tal manera que entre pesadillas se preguntaba vez tras vez si seguían sufriendo, si lo odiaban, si lo perdonarían, si los volvería a ver, en donde estaban; después de tanto, ya estaba con ellos, le dieron la oportunidad de encontrarse.

Aquí están.

El tacto frío de las lápidas daba evidencia que ese momento era real, que realmente estaban ahí. Se sintió sereno por primera vez con respecto a ellos, ahora entendía esa calma al haber pisado ese lugar, como si ellos supieran que estaba en aquel cementerio y le quisieran transmitir toda sensación de tranquilidad.

Mami, papi… —Ron sollozó e inmediatamente resopló al querer aguantarse las ganas de llorar—, soy su hijo Ron. Vine a verlos, me trajeron a verlos a ustedes. —retrocedió un poco para poder ver las tumbas de su hermano y su mejor amiga—. Perdónenme que no pude ni hacer esto por ustedes, también por no haber venido en todo este tiempo, pero no lo sabía, yo- —su propio jadeó lo interrumpió.

Notó como las lágrimas comenzaban a bajar por su rostro sin manera alguna de hacerlas parar y su cuerpo se encogió debido a los lamentos que no pudo retener en su garganta por más tiempo.  Tuvo hincarse para recuperar el soporte y no caer, quedando a la altura de las lápidas. A pesar de que su vista se tornó borrosa por el llanto, las inscripciones continuaban viendo con total claridad para él y las siguió repasando hasta que perdió la cuenta de todas las veces que lo hizo.

» Saben que no los hubiera dejado solos si lo hubiera sabido. —continuó hablando entre gimoteos—. Jamás lo hubiera hecho, pero ya llegué. Estoy aquí y espero que me perdonen por abandonarlos.

— Ellos no piensan en eso. —susurró Lucius de repente. Ron volteó a su dirección al escuchar su voz y pudo observar que estaba a unos pasos de él ahora, aunque seguía plantado en el mismo sitio sin mover un solo músculo, su cabello era únicamente lo que se movía debido al viento que hacía—. Por el amor que te tuvieron, no podrían ni pensar en algo como eso.

Ron sorbió su nariz—. Eso espero realmente.

— Debes estar tranquilo porque eso es lo que hubieran querido. —añadió—. Ellos se fueron luchando para dejarles un mundo mejor y debes quedarte con eso en lugar de lamentarte pensando en cosas que ellos no harían.

— Sé que para ellos fue una muerte noble. —regresó su vista hacía las lápidas, sorbiendo de nuevo su nariz—. Estoy seguro. Nos protegieron hasta su último aliento, cada uno de ellos a su manera y es por eso que lo puedo asegurar. —suspiró al darse cuenta que su llanto había cesado—. Solo me hubiera gustado que se hubieran ido en otras circunstancias.

— Lo sé. —murmuró—. Esto fue uno de los motivos por las que traje aquí, les debías la despedida.

Pa, ojalá que estés escuchando —dijo sonriente mientras se tallaba sus ojos, limpiando las pocas lágrimas que aún quedaban en sus ojos—, y que no me odies por esto. Mamá decía que a uno le llegaba sin avisar y sabes que ella nunca se equivocaba, ambos sabemos que era su rama. Ma, tenlo a raya mientras tanto hasta que vuelva a verlos y pueda jalarme las orejas. Pero no tienen por qué alterarse, me trata bien, ¿verdad? —preguntó en un tono burlesco, o al menos eso intento, su voz ronca no le permitía hablar como deseaba.

— Supongo. —contestó Lucius dudoso y Ron lo vio de reojo.

— No le hagan caso. —rodó los ojos—. Sí lo hace, me cuida, ¿quién lo diría? —vio la lápida de Hermione—. Tenías razón, chica lista, como siempre y no me sorprende. Todo el tiempo te dabas cuenta de las cosas antes que nosotros, ¿qué no? Pero, a pesar de todo lo que me dijiste, sé que sí gritarías al ver como hablamos Draco y yo. —dirigió su vista a la de su hermano mayor, Fred—. Pero debes de estarte retorciendo de la risa tú. Te juro que hasta soy capaz de escucharte, fastidioso.

Escuchó una carcajada de Lucius—. A veces me sorprende lo fácil que te repones.

— El atormentarse solo lo hace peor. —apartó su vista de aquellas piedras para, de ese modo, poder ver a Lucius—. Tú lo has dicho. No puedo seguir lamentándome, menos ahora que los he podido ver. —le dedicó su mejor sonrisa, una agradecida—. Por eso, te lo agradezco.

Lucius no respondió de momento, acortó la distancia que había entre ambos y le ofreció una de sus manos con la intención de que la tomara. Ron no tardó demasiado en tomarla y la apretó fuertemente cuando lo levantó del suelo.

— Cuando esto se tranquile, y si así lo deseas, podrás venir las veces que quieras. —dijo con sinceridad. Esos ojos grisáceos lo transmitían, destilaban completa honestidad que no había cavidad para la duda en aquellas palabras.

— Sí, no los voy a dejar solos otra vez. —dedicó una fugaz mirada a las lápidas, sintiendo como un peso sobre sus hombros lo soltaba. Definitivamente era lo que necesitaba para dejarlos ir, el poder despedirse propiamente de ellos y, aunque faltara su mejor amigo para tener a su familia completa, lo hizo sentirse ligero—.  Creo que es hora de irnos, deben estarse preguntando porque no aparecemos todavía.

Lucius asintió—. Draco debe de estar histérico. Pero lo necesitabas.

— Tu hijo es un histérico. —confirmó en modo de mofa. Deshizo el agarre de sus manos para después deslizarla hasta tomar a Lucius del brazo—. Entenderán que debo irme y que tenemos que irnos a…

— Iremos a Castleton*, está dentro de Derbyshire, más específico en el distrito de High Peak. —reveló Lucius en un susurro—. Nosotros estaremos adentrados en el bosque. 

— ¿Conviviremos con Muggles? —curioseo.

— Por algo estaremos adentrados en el bosque. —siseó mientras negaba. A Ron le pareció divertido como aún en esas situaciones, era posible que renegara a aquellas personas tan parecidas a ellos, pero que lo único que tenían diferente era la falta de magia.

— Ni hablar. —chasqueó la lengua fingiendo molestia—. Malas costumbres suyas.

— Es lo más seguro.

— Lo entiendo. —dijo entre dientes aun manteniendo su falsa fachada molesta. Apartó sus ojos de Lucius y los posó de nuevo a las tumbas—. Ma, Pa, en la primera oportunidad que tenga, vendré a verlos de nuevo y cuidaré muy bien este lugar. A Hermione le traeré las flores que tanto decía que le gustaban y a Fred… —vaciló entre una broma—, bueno, le ofrezco mi más sincera compañía.

— No estarán solos. —susurró Lucius llamando de nuevo su atención.

— Nunca pensé que te diría especialmente a ti algo como esto, pero… —pausó inhalando un poco de aire, le sonrió al mismo tiempo que afianzaba más el agarrare que tenía en su brazo—. Gracias, por todo… y lo digo en serio.

— Es momento de irnos a casa. —dijo Lucius después de que los invadió un agradable silencio.

A casa.

Se sorprendió de sobremanera por aquella oración. Ron sintió un cálido calor recorrerle desde su estómago hasta terminar instalado en su pecho. Quiso llorar de nuevo, tuvo que sacudir su cabeza y carraspear ligeramente para reponerse y no hacerlo. Tantas emociones en tan poco tiempo lo habían dejado demasiado sensible y ese no era ningún motivo para abrazarse a los lloriqueos otra vez.

A casa.

Podía soltar esas cadenas, ya no le molestarían ni le atormentarían. Finalmente había encontrado a la familia que había perdido, lo habían llevado hasta ahí y les había dado la despedida que tanto deseaba, estaban ahí y tenían su lugar, uno a donde podría ir a verlos y cuidarlos. Se los debía. Eran su vida y lo que le quedaba de ellos, no importaba que ya no estuvieran, estaban ahí y lo acompañarían en sus pensares, ahora tranquilos y llenos de gozo, a donde quiera que él fuera.

Porque ahora a él le tocaba irse a su lugar, a donde él pertenecía y debía de estar. Y mientras que ellos se quedarían descansando, él continuaría con su brillo, luchando para ya no tener más despedidas como esa, luchando por y al lado de los que aún estaban vivos, luchando contra lo que se avecinará.

Pero protegiendo su hogar.

Sonrió conmovido y asintió antes de susurrar:

— Vamos a casa.

Notas finales:

*1 Use el perfume Blenheim Bouquet de la marca Penhaligon's para describir el aroma. Siento que Lucius usaría un perfume dedicado a la realeza, obvio; y este es un perfume que fue creado en 1902 y cuyo nombre lo tomaron del palacio de Blenheim, dedicándoselo al Duque de Marlborough. 

*2 Ron uso ese término para referirse a las figuras de mármol que hacen de ángeles y musas especialmente para los mausoleos o tumbas que en ese entonces se lo pudieran costear. Tomó el brazo de un ángelito en las manos, por eso lo de regordete.

*3 El cementerio de Nunhead fue consagrado en el año de 1840 en Londres y, es el menos popular, pero es uno de los «Magnificent Seven» de la época victoriana en Londres. Debido a la Segunda Guerra Mundial, por los bombardeos, este quedo en muy mal estado, siendo abandonado finalmente por ahí del año de 1970. Pero fue rehabilitado y reabierto al público en el año 2001, aunque ya no cuenta con servicios de enterrio. Es por eso que se me hizo lógico el que enterraran los cuerpos en un camposanto totalmente olvidado, a donde nadie se le ocurriría ir a terminarlos de matar.

*4 Castleton es una villa dentro del distrito de High Peak, esta está rodeado de montañas y bosque. Es más maleza que pueblo, rodeados de norte a sur de zona boscosa. Forma parte del territorio de Derbyshire. Mucha turístas los visitan por sus vistas y realizar actividades al aire libre.

¡Por fin Ron supo donde andaban los Weasley que se le fueron y Hermione! ¿Quién piensan ustedes que les dio sepultura? Como para que Lucius supiera... que, por cierto, cómo ven que Lucius anda muy comprensivo, quiere quedar bien ;) Ron ya les había llorado mucho, lloró lo que debía de llorarles y pudo hablar con ellos para dejarlos ir por el lumbral.

¡Espero les haya gustado este capítulo! 

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).