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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Advertencia: Contenido +18

Disfruten el capítulo.

Había algo que lo estaba molestando, de cierto modo, al no comprender que pasaba.


Esa molestia fue lo que lo hizo reflexionar el motivo por el cual no le daba miedo el ser tocado de aquella forma. Y ni siquiera estaba seguro de si usar la palabra miedo encajaba con lo que sentía en realidad.


Cuando los mortífagos lo capturaron, lo lastimaron demasiado físicamente; con ellos, llegó a un punto de, cuando los tenía tan cerca no se alejaba por mera terquedad, mas siempre deseaba que no se le acercaran, porque del temor hasta le temblaban las piernas. Recordaba cada herida, maldición tras maldición, la diversión con la que le propinaban golpe tras golpe, logrando que les desarrollara cierto sobresalto a sus verdugos. A Ron no le importó todos los ánimos que se diera para nunca agachar la cabeza ni rendirse ante ellos y el dolor, ya que, de manera inevitable, desarrolló un sentimiento de inquietud que lo acompañó después de tanto, uno que siempre lo hizo estar alerta a todo momento.


Aún así, para su sorpresa, descubrió que realmente con los Malfoy nunca sintió esa necesidad de estar alerta todo el tiempo.


La primera vez, que estuvo ahí con ellos, sí se asustó por lo que pudieran hacerle y Lucius no ayudó a que se apaciguara ese sentir. Estuvo torturándose mentalmente por días y, hasta la fecha, la paranoia de sentirse vigilado cuando estaba solo no se había ido del todo; sin embargo, después de que no le hicieron lo que tanto pensó que le harían y que lo trataran decentemente, había bajado con ellos la guardia sin pensar y estaba seguro que fue cuando empezó a sentir la comodidad con ellos, haciendo que esa ligera intranquilidad lo abandonara de vez en cuando.


No obstante, ese no era el punto que lo estaba agitando. El simple pensamiento le ponía nervioso, y al razonar en el, intuyó que cuando estuvo capturado nunca fue magreado de esa manera tan personal, por lo que nunca desarrolló un miedo real ante ese tipo de situaciones y, si a eso le sumaba la sorpresiva comodidad que progresó sin querer, era ahí que atribuía su falta de temor. No tenía un motivo, una razón, para sentir miedo cuando estaba con Lucius, mucho menos porque analizó que valía la pena hacerlo el que llegaran hasta ese punto.


Fue entonces que pensó en su madre y en todo lo que les había dicho sobre el amor.


Su madre era una romántica sin duda y siempre platicaba, con sus hijos, sobre como debían ser las relaciones entre dos personas, en la manera que siempre debía de haber amor o, al menos, un cariño especial para hacer de todos los momentos inigualables y poder compartir con esa persona no solo intimidad física, sino también intimidad emocional. Ella siempre les decía que la persona que ellos escogieran tenía que ser especial, porque con ella iban a compartir sus alegrías, sus miedos, sus anhelos, sus inseguridades, su todo; esa persona tenía que estar con y para ellos incondicionalmente, tanto como ellos para ella.


En todo momento se ponía de ejemplo a ella y a su padre, diciéndoles que la comunicación era la base de toda relación. Desde el primer momento se tenía que poner las cartas sobre la mesa, de ese modo ambos podrían saber que estaban dispuestos a aceptar y si no deseaban aceptar ciertas cosas, que esa persona ni ellos debían cambiar lo que eran y lo mejor era que se fueran. Les comentaba que, así como ellos, todo tenía que ser reciproco, que todo era a base de construir un camino juntos, amándose.


Lo hizo repasar sus relaciones pasadas y su última ilusión con Hermione. Él sabía lo que sintió por ella y, lo poco que duró con ella de esa forma, fue suficiente para que se diera cuenta que solamente eran dos amigos que habían buscado algo a lo cual aferrarse en esos momentos tan difíciles, algo que los hiciera sentir que seguían con vida y que todavía podían sentir algo, algo bueno, un sentimiento tan puro como lo era el amor. Nunca se había puesto a pensarlo de ese modo, en ningún momento le pasó por la cabeza que a eso se debía ese amor tan intenso, tan repentino, tan todo y nada. No querían pensar que sus sentimientos no fueron reales, no dudaba de ese amor que sintió por ella, nunca podría hacerlo, la amó demasiado, y aún la seguía amando pues su corazón seguía latiendo contento al visualizarla a su lado, mas no de la manera que el creyó que lo hacía. Se dio cuenta, por como estaba su situación ahora, que aquel amor por ella se apaciguó tan rápido como llegó, probablemente desde que se besaron por primera vez en medio de la batalla, entonces fue entendió que ella siempre fue un capricho para él; un capricho que estuvo agradecido no llego más lejos. No hubiera sabido manejar la situación si hubieran llegado a más y no se hubiera sentido cómodo, como tanto le decía su madre también.


Esas charlas eran las peores, las incómodas charlas en las que les recalcaba que no debían entregarse a cualquiera, que no solo porque eran hombres debían dejarse llevar por sus bajos instintos y entregarse a una persona que no fuera la indicada. Ella decía que no esperaba, ni quería, que se fueran castos hasta el matrimonio, que esa no era su intensión al hablar con ellos, pero su madre les comentaba, con sensibilidad, que la primera vez era para una persona a la cual nunca iban a olvidar y, así como esa primera vez jamás se olvidaba, que lo mejor era que fuera con quien tuvieran confianza y se sintieran cómodos, que les llenara de ilusión el compartir ese momento con alguien y no solo algo barato y rápido del momento o por presión de otras personas.


Ron siempre buscó esa ilusión, deseó por tanto tiempo encontrar a esa persona de la que tanto había idealizado, quiso experimentar esos sentimientos de los cuales hablaba su madre todo el tiempo y, a pesar de ser una persona muy impulsiva en sus sentimientos, deseó mantener siempre una línea en sus deseos y no hacerlo hasta que estuviera totalmente seguro de que estaba sintiendo todo lo que su madre le describía como mariposas en el estómago. Realmente quería seguir esos pasos.


Su madre nunca se equivocaba, él siempre confió en su madre en ese aspecto, por algo la relación de sus padres había durado tantos años y con tantos hijos de por medio; sabía que nadie mejor que su madre para hablar esos temas, estaba llena de sabiduría, era su fuerte. Por eso, no quería creer que todo lo que les compartió por tantos años fuera una mentira.


Ahí era cuando no comprendía como tener esa clase de intimidad con alguien que no era esa persona especial, con alguien que sabía era parte del enemigo y por quien no guardaba ninguna clase de afecto, no le molestaba para nada.


Y no era cualquier persona con la que había decidido intimar.


No entendió a qué se refirió cuando dijo que sería paciente y, cuando las caricias solo fueron superficiales, creyó que lo que había pasado entre ellos quedaría en solo algo de un momento una vez que el orgasmo menguara, un desliz de su parte, o que Lucius había saciado la curiosidad que tuviera con él y se burlaría por ser quien es, tal vez burlarse de sus padres también, y lo dejaría ahí tirado. Pero se sorprendió cuando no fue así y le dijo que su próximo encuentro sería en su habitación.


Solo habían pasado unos cuantos días, pero habían podido caer en una clase de rutina, tan rápido, en la que él aceptaba y Lucius lo esperaba en su habitación. «Antes de que te vayas, Ronald. Te estaré esperando.» era lo que le decía cuando quería que fuera con él y se escabullera en la noche, por entre los largos y desolados pasillos de la mansión, una vez que los demás habitantes del hogar estuviesen dormidos en sus respectivas habitaciones.


No iba a negar que eso si le asustaba, él se conocía muy bien y sabía que era una persona que sentía todo o nada, lo daba todo o no daba nada, y era una persona se dejaba llegar mucho por sus emociones; esas emociones a veces tomaban lo mejor de él y era lo que lo movía para tomar sus decisiones y, a veces, no se daba cuenta cuando dichas emociones le ganaban. Por lo que, le asustaba el que pudiera llegar a sentir algo por el mortífago gracias a eso que estaban haciendo. Sabía que no era tan estúpido y también que tenía un propósito al cual llegar con toda esa situación, una meta a la cual llegar, por lo cual sería tan ilógico que le sucediera algo tan horrible como ser capaz de llegar a sentir más allá de las caricias repartidas.


Pero Ron se sentía tan nuevo en aquello, como a un niño al cual le acaban de enseñar algún nuevo hechizo y él lo repetía una y otra vez. Eran encuentros furtivos tan suaves en los cuales llegaban a nada, mas sentía todo a la vez. Llegaba a sonar extraño una vez que lo meditaba, pero las caricias eran tan bien dedicadas que lo hacían olvidarse de la situación en la que estaba, solo se concentraba en él y en nadie más, su corazón latía desbocado en cada beso y, el frío que normalmente lo acompañaba por las noches, se iba por esos momentos y lo acompañaba una extraña calidez que le gustaba.


Hasta que el momento terminaba, el orgasmo los abandonaba y Lucius, con la falta de tacto y delicadeza que lo caracterizaba, lo corría de su habitación.


A veces le daba por pensar…


— No pienses en nada más que no sea en mí. —el suave susurro de Lucius, en uno de sus oídos, lo había sacado de sus pensamientos—. Concéntrate en mí, solo en mí.


Besos eran repartidos por todo su pecho hasta subir a su cuello, logrando que su respiración se acelerara con más fuerza. Lucius detuvo sus labios por un momento en la comisura de sus labios hasta que, con rapidez, unió ambas bocas en un fuerte beso. Ron gimió ante esa acción y movió sus manos al cuello del mayor, presionándolo más hacía él e intensificando más el beso. Escuchó una clase de gruñido que salió de la garganta del mago y terminó de posicionarse encima suyo, las manos de Lucius se movieron a su cintura, apretándolo con fuerza y causándole un calor que le recorrió la parte baja del estómago. Trató de contener contener los sonidos vergonzosos que salían de su boca en su garganta.


— No te contengas. —Lucius dijo entre besos mientras tomaba una de sus piernas y la colocaba en su cintura, haciendo que la rodeara. En esa posición podía sentir perfectamente la erección de Lucius chocando con la suya y se estremeció cuando sintió el calor y la palpitación de la contraria.


— Señor Malfoy. —Ron se separó por completo de Lucius y gimió sin poder evitarlo. Comenzó a mover sus caderas para hacer fricción entre ambas erecciones.


— Lucius. —Lucius susurró sobre sus labios y después repartió besos y lamidas entre su cuello y hombro—. Quiero escucharte, quiero escucharte decirlo.


Arqueó su espalda al sentir una repentina sacudida y Ron no sabía donde meter sus manos, así que enterró sus dedos en la larga cabellera de Lucius jalando un poco gracias a frotación entre los dos cuerpos. La mano que restaba en su cintura lo apretó con más fuerza y cerró sus ojos al sentir como Lucius movía su mano libre y tomaba ambas erecciones.


— Lu-Lucius. —No supo en qué momento dejó de concentrarse en algo que no fuera el cuerpo encima suyo y comenzó a gimotear su nombre en desespero, como si de un mantra se tratase. Ron se curveó un poco más contra Lucius, logrando que le diera más oportunidad de continuar moviendo sus caderas al ritmo que el mayor movía su mano en sus erecciones. Los movimientos cada vez eran más apresurados, más necesitados y Lucius comenzó a besarlo con esa misma necesidad.


Un ardor le recorrió todo el cuerpo al sentir como ese beso lo estaba asfixiando, parecía que con solo ese beso quería robarle sus suspiros como si la vida dependiera de ello; el ardor deteniéndose en su parte baja, sabía lo que significaba. Su erección palpitaba contra la de Lucius, anticipando su orgasmo y, antes de que pudiera moverse con más intensidad, lo golpeó y se corrió con un fuerte grito que Lucius contuvo con sus labios.


Lo único que Ron sentía ahora era la manera en la cual la mano de Lucius se movía frenéticamente, haciendo que su semen hiciera de la fricción más intensa, llegando rápido al orgasmo. Lucius mordió su labio inferior con fuerza cuando esto sucedió y Ron estaba tan sumergido en su propio orgasmo que no le importó del dolor en ese momento. Lucius colapsó entre ambos y le restó importancia a que estaban regados entre los fluidos de ambos quedando así por un par de minutos.


Ron apenas estaba tratando de recuperar el aliento cuando sintió a Lucius moverse y los hechizos limpiadores palparon sobre su cuerpo. Lucius ya los estaba limpiando a ambos y él todavía ni podía abrir los ojos, pero ya sabía lo que venía después así que con todas sus fuerzas logró recuperarse.


— Vete. —le ordenó y Ron no respondió. Saltó de la gran cama, las piernas le temblaban, pero recogió con prisa la ropa que estaba tirada en el piso antes de que la sensación de vacío le ganara y se instalara en su estómago. Lo último que quería era que Lucius mirara que le hería con esa simple órden.


Ron se preguntaba que le hería exactamente, el orgullo podía ser, trataba de restarle importancia a esas cosas. Comprendía desde un principio en lo que se estaba metiendo y debía aguantar, si quería ganarse la confianza de Lucius debía hacerlo y aceptar como si nada pasara. No obstante, el hombre se le hacía tan insensible cuando lo sacaba de su habitación de esa manera, tampoco era que se esperaba besos aquí y allá como despedida, pero al menos un «buenas noches» no le vendría nada mal.


Una vez vestido era cuando sus pies apenas lograban moverse hacía la puerta, la lógica ante sus acciones lo golpeaba cada vez con más pesadez y lo hacían sentirse frágil y asustado.


— Ronald. —lo llamó antes de que abriera la puerta. Ron estaba aturdido todavía por el remolino de emociones, así que solo volteó a verlo y contuvo la respiración una vez que lo hizo. Él nunca se había tomado el tiempo de apreciar a Lucius una vez que sus encuentros finalizaban; no había caído en cuenta que alguien de aquella edad podría verse de esa manera, siempre pensó en el como «el señor Malfoy» y nada más que eso, por lo que se había sorprendido del atractivo del hombre bajo la ligera luz que las velas brindaban; su piel pálida resaltaba entre las sombras, sus largos cabellos parecían finos hilos de plata y su mirada brillaba en la oscuridad, sintió una repentina vergüenza por su cuerpo con cicatrices—. Solo hay una cosa que había olvidado mencionar.


Ron trató de recuperar la postura ante su repentina sorpresa, se enderezó con un poco de fastidio reflejado en su rostro y su boca se había abierto dispuesto a decirle que no tenía por qué mencionar nada y salirse de su habitación. Tal vez, incluso, maldecirlo en su arrebato de coraje por la manera tan hostil con la que lo saca de su habitación después de usarlo. Pero no lo hizo.


— ¿Sí? —dijo ya que lo había meditado un poco mejor y supo que ponerse a pelear con Lucius, en esos momentos, no lo llevaría a nada.


— En realidad son dos. —Lucius carraspeó. Se removió en su lugar para tomar una mejor posición y verlo directamente—. Si piensas por un momento que al salir de aquí, por las noches, puedes deambular por la mansión y creer que con esto te estoy dando libertad, estás muy equivocado. Quiero que recuerdes siempre que vigilo cada uno de tus movimientos y nada se me escapa.


Bastardo, mil y un veces bastardo, el enojo que experimentó ante esas palabras fue tan intenso que apenas y pudo controlarlo. Nunca esperó que Lucius le diera libertad de andar por ahí tan rápido, eso era más que obvio para él y sabía que su paciencia tenía que ser clave al querer ganar su confianza, pero él no gozaba de paciencia y ese hombre no se la estaba poniendo tan fácil como creyó, ahora parecía que tenía que encontrarle el modo también.


Inhaló y exhaló varias veces en su lugar, de manera pausada, para frenar el coraje. Mordió su mejilla para distraerse con el dolor y pensó mejor sus palabras antes de echar a perder lo que había ganado, ¡y si es que había ganado algo!, y no maldecirlo más de lo que ya quería hacerlo.


— En ningún momento pensé en hacer eso, señor Malfoy. —le dijo con suavidad, forzando una pequeña sonrisa—. No tiene-


— Cuando estemos solos, no importa de qué manera, seré Lucius y sin formalidades. —lo interrumpió repentinamente, haciéndolo callar.  


¿Qué?


Su irritación fue reemplazada por un desconcierto ante lo dicho por Lucius.


— ¿Disculpe? —preguntó confundido. Se le hizo extraña esa petición por parte del mayor, más porque, desde que le empezó a dar órdenes, una de ellas fue que nunca le faltara al respeto llamándolo por su nombre ni a tutearlo, que él no se merecía tal derecho—. Pero desde un principio me dijo que-


— Lucius, ¿entendido? —ordenó y Ron acalló todo aquello que pensaba decir.


— Sí, muy bien, sí. —dijo aún en su aturdimiento—. Como tú digas, Lucius.


Lucius le dedicó una sonrisa de medio lado—. Bien, entonces, lo último que tengo que comentarte es que no busques en mí lo que no estoy dispuesto a darte.


No se esperaba algo como eso, estaba sorprendido por lo de recién que solamente sonrió por un momento, pensando que lo que dijo Lucius era una total broma, pero al ver la sonrisa ladeada en el rostro del mayor no había desaparecido supo, entonces, que no lo era. Y esa cuestión lo hizo que dejara de sonreír.


Si bien le asustaba que pudiera pasar, la sola idea de que él buscara en Lucius alguna clase de afecto, o de amor, era tan estúpida y que él lo dijera lo hacía todavía más estúpido que ni siquiera debió de haber sido mencionada. Insistía en lo irracional que era que él pudiera refugiar su corazón en una persona tan cruel y desalmada como lo era Lucius Malfoy, ¿cómo podría hacerlo? Después de todo lo que había hecho, de cómo había tratado a su familia con el paso de los años y de como lo había tratado, todavía tiene el descaro de decirle semejante tontería.


Porque lo viera por donde lo viera, era una vil tontería, ¿no?


— Eso está más que claro. —asintió simplemente. Entendió que era lo que Lucius quería escuchar al momento en que ensanchó su sonrisa y, luego de un asentimiento de su parte, le dijo con una de sus manos que se fuera.


Misteriosamente, hubo un dolor en su pecho que sintió justo cuando cerró la puerta tras él y encaró el, apenas, iluminado pasillo. No lo comprendió del todo y prefirió no darle más vueltas ese asunto. Era suficiente por esa extraña noche, necesitaba desconectarse un poco y dormir unas cuantas horas.


Pero entonces no lo pudo evitar y, a veces le daba por pensar que el frío que lo acompañaba normalmente por las noches, se hacía cada vez más intenso una vez que dejaba la habitación de Lucius atrás.

Notas finales:

¿Habrá tomado una buena decisión este muchacho? Yo creo que... ;)

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, disculpen de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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