IX
Mucho se decía de Yoo Jisuk. Mucho había escuchado de él incluso antes de conocerlo. Si era muy honesta consigo misma, Subin aceptaba ser una persona que se dejaba atrapar por «rumores» muy fácilmente cuando estos provenían de personas de su interés. Lo hizo cuando escuchó que el Sr. Park quería reclutar a un chico extraño personalmente, y, aunque no se avergonzaba para nada de haber acosado a Wooin en su momento, tal vez recibió una reprimenda por ello.
Y esa no fue la primera vez. Ni sería la última.
Lo mismo le ocurrió años atrás, cuando captó susurros sobre un niño de su edad que poseía increíbles habilidades. Alguien incluso se había atrevido a compararlo con ella. Con. Ella. Lee Subin, nieta del director de la Unión, una promesa futura y destacada entre los niños con habilidades despertadas a nivel nacional, simplemente elogiada por los grandes Despertados. Esa simple afirmación encendió una llama de curiosidad en su interior, por lo que se propuso conocer a Yoo Jisuk y, por supuesto, barrer el suelo con él.
La oportunidad de medir su fuerza contra él no se presentó sino mucho tiempo después, durante esas aburridas reuniones que los adultos organizaban para que los «futuros protagonistas del poder del país» se conocieran. Yoo Jisuk seguía cargando con esa cara de niño engreído y Subin tenía toda la intención de arrancársela a pedazos. En ese momento, él incluso la había mirado con sumo desinterés, como si ella no fuera digna de su atención.
Pequeño bastardo.
Le demostró que no debía tomarla por el lado fácil. El mocoso era fuerte, no lo negaría, se divirtió peleando con él, y sí, aceptaba que estaban al mismo nivel. Pero ese gesto altivo y comportamiento desagradable hicieron que no quisiera acercársele más, a no ser que fuera para alguna otra confrontación futura para medir fuerzas de nuevo.
¿Quién hubiera imaginado que sólo haría falta un dulce niño amante de los gatos para que eso cambiara?
Subin no sólo logró acercarse a Jisuk y conocer facetas de él que nunca habría imaginado, también ganó otros dos amigos incondicionales. Todavía más impresionante, ahora podía presumir de ser cercana a Kayden El Destructor y a Yoo Jiyoung, una de las Despertadas más poderosas del mundo.
—Estás muy distraída —la voz ronca de Jisuk le dijo, mientras aprovechaba para tomar un rápido aliento antes de volver a lo suyo.
Subin pensó que su vida había dado más vueltas de lo que jamás nadie hubiera esperado. Especialmente mirándose ahí, con los dedos enterrados en el blanco pelo lacio de Jisuk, haciendo un desorden de él, mientras le mordía los labios y le exigía otro beso igual de feroz, atrapada entre sus brazos fuertes.
—Cállate —respondió, sin embargo, aprovechando ese instante para jalarlo del pelo y arrastrar los dientes sobre su perfecto y grueso labio inferior. Jisuk le gruñó en respuesta, apretándole la cintura con los dedos—. Recordaba cómo te habría sacado toda la mierda egocéntrica en nuestra primera pelea, de no ser por la campana que te salvó.
Las manos de Jisuk, que habían comenzado a subir por su espalda, se detuvieron de forma repentina.
—¿Estás loca? —Su tono cargado de diversión—. ¡Yo tenía la ventaja! Tus endebles mondadientes ni siquiera me rozaban.
—¡Sigue soñando! Mis carámbanos —enfatizó ante la obvia burla, arrastrando las uñas por la piel de la nuca de él— hicieron más que rozarte y lo sabes.
De hecho, los moderadores del enfrentamiento decidieron detener la pelea porque ambos –incluso siendo tan jóvenes– se lo habían tomado muy en serio y estaban siendo descuidados y violentos con sus poderes.
—Oh, sí, tus poderes eran taaan aterradores. —Con tono burlón, fue lo último que Jisuk dijo antes de volver a besarla. Y Subin no se quejó porque, joder, ¿en serio?, ¿Yoo Jisuk tenía que ser también un genio en el arte de besar?
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