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ABOctober BKDK (Omegaverse) 2020 por Marbius

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3.- Pregnant/Sex

 

Katsuki casi puede jurar que Izuku no estaba así de grande la semana pasada.

Y no es que los cambios en la fisonomía del nerd hayan sido drásticos como los que se ven en otros omegas. Izuku es sobre todo músculo ganado a base de esfuerzo para contener su quirk (sus múltiples quirks), así que los cambios en su cuerpo durante el primer trimestre del embarazo son insignificantes a simple vista. Al menos no notorios mientras viste sus ropas de siempre.

En los vestidores es otro asunto. De pie y de espaldas puede pasar por su yo de siempre, pero desde un mes atrás Katsuki casi se siente tentado a jurar que al sentarse en la banca para ajustarse los soportes de sus zapatos puede ver un ligero bulto sobre su vientre bajo.

Al fin y al cabo, 3 meses de embarazo son... Bueno, 3 meses. Y contando.

Y los que falten por venir...

Pero de pronto Katsuki tiene que atender el llamado de una misión lejos de Musutafu. En Sapporo, una ciudad que por su clima frío y humedad no era apropiada para un héroe con su tipo de quirk, pero estaban en verano, y la heroína que solicitaba su colaboración era en el rango de los primeros 100 en Japón, una oportunidad única para un interno en su lugar, así que Katsuki aceptó la misión e hizo maletas esa misma noche.

A Izuku le escribió para notificarle las generalidades de su viaje:

 

KB: Misión en Sapporo. Parto hoy, no tengo fecha de retorno. Mantente alerta a cualquier noticia mía.

 

Y también por si acaso...

 

KB: No olvides ponerle el pasador a tu puerta, comer más verduras y no salir a patrullar por tu cuenta.

KB: Cuídate por los 2 y no vuelvas a romperte ningún jodido hueso en mi ausencia.

 

Que sin ánimo de analizar por qué había dicho eso último con tanta convicción de que el nerd lo consiguiera en su ausencia, Katsuki se lanzó de lleno a una misión que prometía no durar más de 3 días y en realidad lo alejó casi por 10 de Musutafu.

A su retorno, Katsuki traía barba de varios días y unas ojeras impresionantes que eran producto de haber pasado las últimas 72 horas durmiendo a intervalos de 30 minutos mientras mantenían vigilancia sobre un puerto que era sospechoso de contrabando de drogas y armas. Al final los rumores habían resultado ser ciertos, y el quirk de Katsuki cumplió una función crucial al descubrir un laboratorio de experimentación humana y tener que lidiar con rehenes aprehendidos desde quién sabe cuántas semanas atrás.

Katsuki volvió de su misión con agotamiento en cada músculo de su cuerpo, pero eso no le impidió que tras pasar un par de horas en el hotel que tenían pagado por 3 días y 2 noches como compensación por su parte en el rescate, en su lugar decidiera volver a Musutafu en el último tren de la noche.

Cabeceando sin parar, Katsuki arribó a eso de medianoche, y en lugar de pedirle al taxista que lo llevara a su piso, le dio indicaciones para la dirección del departamento de Izuku. Por razones que él mismo se resistía a interpretar a esas horas y en el estado en el que se encontraba, Katsuki sólo tenía claro que no conseguiría dormirse en su propia cama si antes no se cercioraba que durante su ausencia el nerd hubiera seguido sus indicaciones al pie de la letra y se encontrara bien. Él y... el cachorro que llevaba dentro.

Casi a la 1 se presentó Katsuki frente a la puerta de Izuku, y tocó con desconsideración utilizando el puño hasta que el ruido de pisadas le alertó que había despertado al nerd.

Izuku abrió la puerta sin cautela alguna, y el sueño en sus facciones se evaporó en el mismo instante en que reconoció a Katsuki, y descalzo y vestido sólo en bóxers para lidiar con aquel verano caluroso, se lanzó a sus brazos en un espontáneo abrazo.

—Oh, Kacchan —exhaló cerca de su oreja, y Katsuki agradeció traer su equipaje colgando de la espalda cuando rodeó a Izuku con ambos brazos y aspiró hondo para capturar su nueva fragancia siempre en transformación por obra del embarazo.

—Idiota, te dije que fueras más cuidadoso a la hora de abrir la puerta —le riñó Katsuki a Izuku, aunque sin malicia, y éste sacudió la cabeza.

—Sabía que eras tú.

—¿De madrugada?

—Nadie toca a la puerta como lo haces tú.

—Da lo mismo. Podía haber sido cualquier. Antes de abrir debiste cerciorarte de quién era, nerd.

Izuku apartó el rostro, y mirando a Katsuki directo a los ojos desde una distancia mínima le mostró su expresión divertida.

—¿No confías en que pueda defenderme por mi cuenta?

Katsuki entrecerró los ojos. ¿Honestamente? Sentiría pena por el supuesto ladrón que decidiera introducirse en el piso de Izuku, no sólo porque su intento de robo sería infructuoso al descubrir que adentro vivía un pobre interno cuyas únicas pertenencias de valor eran figurillas de colección y pósters de héroes, sino porque el mismo inquilino de ese departamento era un héroe que legalmente podía convertirlo en pulpa por allanamiento de morada. Y sin embargo, la mera idea de que Izuku tuviera que lidiar con algo así cuando justo acababa de entrar a su segundo trimestre le hacía hervir la sangre por la mera irresponsabilidad que le parecía actuar sin pensar en su propio bien.

Izuku pareció leer la verdad en sus facciones tensas, y refregando su mejilla contra la de él lo hizo salir del trance en el que se había perdido.

—Es tarde, erm, ¿piensas quedarte?

En cualquier otra ocasión, Katsuki ni siquiera habría respondido. En su lugar habría entrado al piso de Izuku y tomado posesión de la mitad de la cama que por derecho de antigüedad le pertenecía, pero todo eso del bebé había hecho las circunstancias entre ellos de lo más confusas, y con un dejo de timidez asintió una vez.

—Ven...

Izuku lo guió al interior del departamento y cerró la puerta tras de sí con el pasador normal y el otro que Katsuki había insistido instalar apenas 2 semanas atrás apenas tuvo la notificación de su misión fuera de Musutafu. Apagando el rastro de luces que había encendido al levantarse para ver quién lo visitaba esas horas de la noche, Izuku gateó de vuelta a su cama, y esperó a Katsuki sentado sobre las sábanas y con gesto expectante.

Volver a la rutina de antes ahora que tendrían un hijo pero ningún otro compromiso de por medio era extraño, y Katsuki estaba a punto de sucumbir al pánico mientras luchaba por mantener la pantalla de normalidad al dejar su maleta en el rincón y despojarse de sus ropas, cuando la curva en el estómago de Izuku llamó su atención y la capturó del todo.

—¿Cenaste ración doble de fideos? —Intentó bromear Katsuki, aunque más bien sonó a uno de sus clásicos regaños por comer de la calle más veces de lo que era prudente, e Izuku sujetó su almohada contra su frente y la estrujó.

—Erm, no. He subido un par de kilos. Mi doctora dice que es lo normal, ¿sabes?, que ya era hora de que el bebé comenzara a notarse... —Explicó con decreciente volumen de voz hasta terminar casi en un murmullo.

Con sólo los pantalones y la camiseta colgando de sus dedos laxos, Katsuki se acercó a la cama, y sin preguntar le quitó la almohada a Izuku para contemplar reverente el pequeño bulto que podía pasar como indigestión pero que era... un bebé... su cachorro...

—Puedes tocar —le permitió Izuku al observar los dedos de Katsuki extenderse en su dirección y permanecer congelados en el aire.

El roce fue eléctrico, y aunque Katsuki no encontró nada que no fuera piel tersa y músculos duros, la reacción primaria que sacudió su cuerpo fue la del deseo.

Izuku se mordisqueó el labio inferior, y atentó observó la palma de la mano de Katsuki subir de su vientre a su pecho, trazando un camino de calor que hacía muchas semanas no conseguían experimentar juntos. Después del caos que había sido llegar a un acuerdo con el futuro del bebé que no afectara sus carreras como héroes o la relación de amigos con derechos que sostenían porque no conocían nada mejor, el sexo entre ellos dos había chocado contra pared, limitándose a encuentros fortuitos en la oscuridad y con tanto nerviosismo como sus primeras experiencias.

Esa madrugada sin embargo el ambiente se respiraba diferente, e Izuku no tuvo ningún inconveniente cuando Katsuki lo hizo tenderse sobre su espalda entre las almohadas, y tras despojarlo de sus bóxers y hacer lo mismo con sus prendas restante, posicionar su peso sobre el suyo con absoluta delicadeza.

—¿No peso demasiado? —Preguntó Katsuki por primera vez, e Izuku se lo atribuyó a su miedo de aplastar el minúsculo bulto en su estómago.

—No, es perfecto —gimió Izuku entre besos, abriendo las piernas y alzando las caderas cuando la urgencia de Katsuki por estar dentro de él le hizo por poco quemar las sábanas con el uso de su quirk.

La primera estocada de sus caderas hizo llorar a Izuku, y poco faltó para que Katsuki se detuviera del todo y por primera vez en su vida le ofreciera una disculpa instantánea, pero éste consiguió detenerlo al entrelazar sus brazos alrededor de su nuca y besar su rostro por doquier.

—No es nada... Estoy sensible, es todo... Las hormonas hacen que todo se sienta increíble, Kacchan —dijo Izuku con los ojos vidriosos por el placer y las mejillas arreboladas—. Hazlo despacio... Tenemos tiempo.

Katsuki recuperó su confianza, y por los próximos minutos disfrutaron de un ritmo lento y profundo en el que abundaron los besos y las caricias. No fue sino hasta que los gemidos de Izuku aumentaron que Katsuki recuperó su confianza para tratarlo con un poco más de fuerza, y éste dobló una de sus piernas sobre la cadera del alfa para profundizar todavía más en ángulo de penetración.

—Ka-Kacchan... —Gimió Izuku, ondulando las caderas y aproximándose a la inminencia de su orgasmo con la misma facilidad que lo hacía cuando era un crío inexperto y él y Katsuki descubrían en compañía del otro el placer entre un alfa y omega.

Katsuki interpretó correctamente su petición, y ejerciendo más peso sobre Izuku alzó su cadera al aire e hizo que el ángulo fuera propicio para que el miembro de Izuku se refregara contra su estómago.

En la base de su propio pene, Katsuki golpeó repetidas veces a Izuku entre las nalgas con su botón, abriéndose paso a través de sus músculos hasta que con una última embestida consiguió entrar y la presión de sus músculos lo mantuvo en su sitio. Katsuki se sostuvo sobre sus codos sobre Izuku, sobrellevando su orgasmo para no perder de vista lo que era importante en esos momentos, como el rostro del omega contraído por el paroxismo de su propio orgasmo y no depositar en su totalidad el peso de su cuerpo sobre él.

Pero Izuku tenía otra opinión, y abrazando a Katsuki como un koala lo hizo claudicar.

—No nos lastimas —dijo con voz suave, incluyendo al bebé.

Katsuki enterró el rostro en su cuello. —¿Estás seguro?

—Por completo. Además, si crees que ahora estoy gordo, espera a verme en unos meses.

—Nunca dije que estuvieras gordo.

—Ya, pero no podías dejar de mirar mi estómago, ¿o me equivoco?

—Maldito nerd... —Gruñó Katsuki de buen humor, y abrazando a Izuku contra su cuerpo se las ingenió para rodar primero de costado y luego su propia espalda sin caer por la estrecha cama.

Daba igual lo que dijera Izuku, él prefería estar abajo y no poner sobre él (o el cachorro) peso innecesario, y en cualquier caso, tras recuperarse de la sorpresa éste no tuvo problema alguno en recostarse contra su pecho y taparlos a ambos con su sábana.

Era verano y hacía calor, pero conectados de la manera más física e íntima que conocían, nada (ni siquiera un poco de sudor) podía arruinar la paz que los envolvía en esos momentos tras largas semanas de tensión.

 

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Notas finales:

Confieso sin vergüenza que quería una escena mucho más larga y con Katsuki preocupado por el bebé, pero ya tendré oportunidad más adelante de explorar ese kink. Hasta entonces, graxie por leer y espero les esté gustando como va la historia :)


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