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ABOctober BKDK (Omegaverse) 2020 por Marbius

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9.- Wash the baby.

 

Izuku nunca había tenido duda alguna en su fuero interno de que Katsuki sería un buen padre. Bastaba verlo durante sus patrullajes o en misiones de rescate cuando de por medio había críos y su atención se transformaba de un deseo enfermizo por apalear y aprehender a los villanos como camino para conseguir la victoria a un deseo de protección casi tan enfermizo en la que su seguridad quedaba en segundo término para proteger a los civiles a su cargo.

Así que no, Izuku jamás había puesto en tela de juicio el afecto sincero que había visto en los ojos de Katsuki la primera vez en que la enfermera colocó sobre sus brazos a su cachorro y entre dientes el alfa amenazó en voz baja a cualquiera que quisiera escucharlo que “si alguien se atrevía a tocarle siquiera un pelo de la cabeza a su hija se los haría pagar y con creces”, dicho tanto como una promesa y sentencia a la vez. En su mente no existía ni un atisbo de desconfianza porque el amor que Katsuki sintiera por su bebé fuera real, pero... Ni por asomo se había llegado a imaginar por lo más remoto hasta qué nivel llegarían sus afectos.

Por descontado que tras casi una vida completa de conocerlo, Izuku tenía bien clara el tipo de personalidad con la que Katsuki contaba. Atrás habían quedado los años de agresividad sin parangón y violencia innecesaria, sustituidos en su lugar por una hosquedad casi permanente pero que era más bien una fachada tras la cual el Katsuki actual se escudaba para no dejar más que a unos cuantos selectos a su círculo interno. En realidad hoy en día Katsuki era cáustico y abrasivo, así lo describían los medios como un héroe que no aceptaba mierda de nadie pero en quien se podía confiar para cumplir con su trabajo de la mejor manera posible.

Izuku había dado por sentado que algo similar ocurriría una vez que el bebé naciera, pero resultó que sus bajas expectativas resultaron contraproducentes cuando luego de esos primeros días en el hospital les tocó volver a casa a lidiar con su cachorro por propia cuenta.

Asumiendo que la tarea de cuidar de la bebé recaería sobre todo en él por ser el omega, Izuku casi se llevó un susto de muerte cuando luego de quedarse dormido con la bebé al lado en su cama despertó de golpe para descubrir que no estaba a su lado. Lo que era peor, ni siquiera podía escuchar su llanto en la casa.

A trompicones se incorporó Izuku de la cama y ya estaba trazando un plan de búsqueda y rescate en el que involucraría por triangulación a las 3 agencias que circundaban su vecindario cuando se paralizó a mitad de un paso al descubrir en la sala a Katsuki recostado en el sofá y con la bebé acurrucada sobre su pecho. En algún momento, Katsuki la había tomado en brazos y se la había llevado consigo a la sala a ver televisión. O al menos esa era la estampa que podía deducir con la pantalla encendida en un canal de noticias, pero se habían quedado dormidos, con toda seguridad, agotados luego de esos primeros días de transición en los que todo era nuevo y el miedo de fallar como padres era un recordatorio constante al que se debían de enfrentar.

Aquella fue la primera vez que Izuku comprendió que podía no tener a Katsuki como su alfa, pero que su bebé sí contaba con él, y que éste no dudaría en darlo todo para demostrarlo.

 

En la actualidad, en una sociedad que se regía por el uso de quirks, héroes, villanos y sexo secundario que podía catalogarlos como alfa, beta u omega, Izuku tenía esperanzas de que los viejos roles fueran cosa del pasado y la apertura a nuevas posibilidades fuera una constante en su vida ahora que como omega sin compañero tenía consigo a cuestas a un cachorro y al alfa que había estado a cada momento a su lado pero al que todavía le iba a costar bastante vencer sus últimas reticencias antes de reclamarlo como suyo.

Izuku no iba a ser quien se quejara del acuerdo que mantenían, pues en ese primer mes de vida de Mahoro (al final, el nombre fue elección conjunta de sus abuelas, que hartas de llamar a la bebé ‘cachorro’ dieron ese gran paso por ellos) la ayuda que recibió provino de todas partes, desde sus padres, amigos y colegas, pero sobre todo de Katsuki, quien estuvo a su lado día y noche luego de pedir en la agencia que sus días de vacaciones acumulados se le fueran otorgados en su totalidad para permanecer a su lado.

De algún modo, Izuku se había hecho a la idea que Katsuki pasaría con él los primeros días del parto antes de descubrir que cambiar pañales, lidiar con horarios de comida y desvelos con llanto incluido no eran lo suyo y que mejor prefería devolverse a su departamento. Para crédito de Katsuki, eso no había ocurrido, e Izuku apenas había podido contener la sonrisa perenne que ahora adornaba su rostro cuando de madrugada era Katsuki el que le retenía en la cama con una mano sobre el hombre mientras adormilado le aseguraba que “él tenía esa” y se levantaba para atender las necesidades de Mahoro.

Por su parte, Izuku tampoco quería abusar, así que habían llegado al acuerdo de por lo menos en esas semanas que tenían por baja de maternidad y paternidad respectivamente repartirse las obligaciones por partes iguales siempre que fuera posible. De esa manera, Katsuki se encargó de cuidar a Mahoro mientras la mecía para dormirla al tiempo en que Izuku ponía en su lavadora varias cargas con la ropa de bebé más diminuta de sus cajoneras, y viceversa, había aceptado alimentar a Mahoro recostado en el sofá mientras Katsuki hacía lo propio frente al fogón luciéndose con lo mejor de su repertorio en alimentos reconstituyentes para que recuperara su estado de salud previo al parto.

Como la máquina bien engrasada que habían sido antes y que era la causa de que en el medio de los héroes se les conociera como el Wonder Duo en ascenso, Izuku se había desecho de cualquier duda que tuviera respecto a las capacidades de Katsuki como padre, o al menos eso creía.

La verdadera prueba de fuego llegó cuando Mahoro ya estaba por cumplir el mes y con expresión seria Katsuki le preguntó cuándo sería su turno para bañarla.

—¿Quieres bañarla? —Preguntó Izuku, que no podía pensar en una labor menos glamurosa (vale, quizá cambiar pañales sucios se le equiparaba) que esa, y no comprendía por qué Katsuki tenía interés en hacer eso.

—Es mi hija también, no veo por qué no —masculló Katsuki, e Izuku se apresuró a corregir el malentendido.

—No me refería a eso. Es sólo que... Mahoro puede ponerse quisquillosa si el agua no es de su agrado, y una vez tuvo un accidente en la bañera. Eso no fue nada agradable de limpiar.

—¿Y qué con eso? Por algo tengo que empezar si quiero aprender.

—... Vale.

Poco antes de la hora de dormir, Izuku se encargó de enseñarle a Katsuki cómo poner el agua en el ofuro, desde la temperatura hasta la profundidad apropiada, y enfatizando que por nada del mundo podía dejar a la bebé sin supervisión sin importar de qué se tratara.

—¡Lo digo en serio, Kacchan! Un villano podría romper ese muro, y antes de lanzarte a su encuentro para derrotarlo primero tendrías que asegurarte que Mahoro está fuera de la tina —dijo Izuku exaltándose con cada palabra y sin parpadear porque los ojos se le habían llenado de lágrimas, y por una vez, Katsuki no se burló de él—. Los accidentes fatales pueden ocurrir en apenas segundos, y basta una pulgada de agua para que suceda uno...

Con expresión seria y una mirada de absoluta determinación por acatar sus consejos, Katsuki asintió una vez. —Juro que eso jamás pasará.

Mahoro era una bebé energética a pesar de su corta edad. Izuku tuvo dificultades al desvestirla, pero no tanto al colocarla sobre la esterilla antiderrapante que servía como soporte para mantener su cabeza fuera del agua mientras con el jabón hipoalergénico hacía espuma en una esponja y empezaba a bañarla.

—Es despacio, sin lastimar su piel —le indicó Izuku a Katsuki mientras éste observaba paciente a su lado—. En movimientos circulares como un masaje.

—Parece que le gusta.

—Seguramente es eso. Aunque espera a que lleguemos a su cabeza...

Y en efecto, Mahoro lloriqueó apenas las primeras gotas de agua tocaron su mollera. De poco sirvió que Izuku empezara con unas gotas, porque la bebé se removió en su sitio y tuvo que detenerse para evitar que se le escabullera de entre las manos con su piel resbalosa.

—No da la impresión de ser tan fácil como lo hiciste creer —comentó Katsuki, extendiendo una mano y dejando que la manita de Mahoro se ciñera sobre su dedo meñique.

—Nunca dije que lo fuera —resopló Izuku al limpiarse con el dorso del brazo un poco del sudor que en la habitación caldeada por el vapor había hecho aparecer en su frente—. ¿Quieres intentarlo?

Katsuki frunció el ceño y se mostró dubitativo. —¿Puedo?

—No lo sabrás si no pruebas al menos una vez.

Así que Katsuki lo hizo, siguiendo las indicaciones de Izuku al limpiar a Mahoro con la esponja y después lavar todo rastro de jabón de su cuerpo. La bebé apenas lloriqueó al salir del agua, e Izuku se apresuró a envolverla en una toalla del más suave tejido que Katsuki jamás hubiera tocado, según comprobó al recibirla en brazos y con el corazón acelerado por la experiencia (en apariencia sencilla pero que se había equiparado a manejar una bomba a contrarreloj) acurrucarla contra su pecho.

—¿Crees estar listo para hacer esto la próxima vez por tu cuenta? —Le chanceó Izuku al retirar el tapón del ofuro para dejar que el agua se fuera, pero al mirar a Katsuki descubrió que éste estaba refregando con aprehensión su mejilla contra la cabeza todavía húmeda de Mahoro e impregnando la pelusa de su cabello con su esencia de alfa.

—Ni lo pienses. Te ayudaré siempre que pueda, pero niego a hacer esto por mi cuenta. Ha sido más tenso que trabajar con explosivos.

Izuku rió entre dientes. —¿Lo dices en serio?

—Absolutamente —dijo Katsuki con certeza, mirándolo directo a los ojos—. ¿Una bomba? Puede estallar, pero sé lidiar con eso gracias a mi quirk. ¿Pero esto? Joder... Si ibas en serio con lo de una pulgada de agua... No quiero ni pensarlo.

—Ya, yo tampoco —confirmó Izuku en voz baja.

—Así que haremos esto juntos. Como —una pausa— el buen equipo que somos.

—Ya. Equipo —masculló Izuku, que se recriminó en silencio el ligero sobresalto al que había sometido a su corazón al hacerse la falsa esperanza de que Katsuki pensara en ellos dos no como un alfa y un omega a cargo de un bebé que habían hecho por accidente, sino un alfa y un omega que estaban juntos porque querían y que incluso tras su descuido estaban satisfechos de su pequeña familia.

Pero claro, la realidad era diferente, y cuanto antes lo aceptara mejor.

—¿Y ahora qué? —Preguntó Katsuki, sacando a Izuku de su estado de melancolía autoinducida.

—Ahora —inhaló hondo Izuku—, vestimos a Mahoro con sus pijamas y la preparamos para dormir.

 

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Notas finales:

(Ah, a menos de 2 horas para que termine el día pero lo conseguí, phew.) Katsuki quiere involucrarse en el cuidado de su cachorro pero no sabe cómo, aunque al menos lo intenta. Elegí que la bebé fuera Mahoro porque si ven en la lista de prompts en el día 31 hay la posibilidad de darle un hermanito y~ No diré más para no arruinar la sorpresa.
Graxie por leer, y si les gusta el fic no duden en hacérmelo saber~! :)


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