Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ABOctober BKDK (Omegaverse) 2020 por Marbius

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

28.- Beauty day.

 

Por alguna extraña deducción de la que ahora se arrepentía a morir, Katsuki había dado por sentado que si tener un bebé era difícil, entonces tener 2 sólo sería el doble de difícil, pero... Error. En su lugar había comprobado que la magnitud de sus problemas se había elevado a una potencia desconocida en la que a ratos se sentía un poco asfixiado dentro de las 4 paredes de su hogar.

Vale, que Mahoro había llorado, mojado pañales y actuado como la bebé que era durante esos primeros meses de transición en los que como padres primerizos habían cometido él e Izuku incontables errores de los que ahora que tenían experiencia podían reírse, ¿pero con Katsuma? Pf, era como si de pronto hubieran tenido que comenzar desde cero, porque lo que había funcionado con un bebé no lo hacía con el otro, y viceversa.

Ahí donde nada era mejor para Mahoro que mimos en la espalda para hacerla dormir, con Katsuma eso sólo empeoró el volumen de su llanto y la única solución (descubierta por accidente) fue adormecerlo caminando en círculos alrededor de la habitación.

Katsuki habría dado su brazo izquierdo por tener apoyo de sus padres en esa ocasión, pero claro, él e Izuku procedían de familias con hijos únicos, así que nadie entre ellos estaba calificado para explicar cómo 2 cachorros de mismo padre y madre podían ser tan diferentes entre sí desde los hechos que importaban hasta los que no.

Igual que durante el nacimiento de Mahoro, Katsuki se pidió un mes de baja paternal para ayudar a Izuku en casa, y tuvo que reconocer casi con culpa que cuando esas 4 semanas llegaron a su fin encontró más gratificante volver a la oficina con sus pilas de papelería, rondas por las calles del sector más peligroso de Musutafu y lidiar con civiles, que quedarse en casa y escuchar sin parar a sus 2 bebés llorar, cuando no al unísono, uno detrás de otro de tal manera que nunca hubiera silencio.

Si bien Izuku había intentado hacer que las cosas funcionaran en su hogar con la llegada de Katsuma, Mahoro era quien no se los había puesto fácil. Apenas ver al nuevo integrante de su familia en brazos de Izuku había tenido un berrinche monumental en el que lloró y se tiró al piso por los celos de ya no ser la bebé de casa. E Izuku hizo lo posible por no marcar distinciones y dedicarles a ambos el mismo tiempo posible, pero el día sólo tenía 24 horas, y con un recién nacido prendido de su pecho y una cría de menos de 2 años colgando de su pierna, más veces que no daba la impresión de estar a punto de quedarse dormido de pie.

Sin embargo, pasada la marca de los primeros 2 meses en casa, a un ritmo demencialmente lento la rutina volvió poco a poco a lo que solía ser, con Izuku manejando su hogar con mano férrea hasta conseguir un símil de normalidad al que se aferraba como náufrago a su tabla de salvación.

Por supuesto, a costa de su salud, apariencia, y casi sanidad.

—Nerd... Te ves terrible —le hizo saber Katsuki una noche en que por obra divina Mahoro se había ido a la cama sin respingar demasiado y Katsuma hacía lo propio en su habitación.

Los 2 monitores de bebé estaban puestos en medio de la mesa, e Izuku parecía más atento a cualquier vibración suya que a la deliciosa cena italiana de pasta que Katsuki había cocinado para ellos aprovechando que tenía la tarde libre.

—Uh, ¿qué? —Miró Izuku en su dirección, y Katsuki se preguntó cuánto de las profundas ojeras y rostro demacrado que su esposo exhibía eran por causa suya.

—¿Es vómito lo que tienes en la manga? —Inquirió Katsuki buscando encontrar una manera apropiada de abordar el tema, pero el resultado fue el opuesto.

Cubriéndose con la mano sobre un enorme parche de vómito seco, Izuku apretó los labios. —Oh, es que Katsuma tenía el estómago sensible.

—¿Esta mañana? No recuerdo que mencionaras nada.

—Más bien hace 3 días.

—¡¿3 días?!

—Shhh, no grites o despertarás a los cachorros y... —Izuku contrajo el rostro en una mueca—. Por favor.

«Oh, joder, joder, ¡joder!», pensó Katsuki con alarma, comprendiendo que Izuku traía la misma ropa de días atrás.

—Pensé que habías puesto varias cargas de la colada hace un par de días —volvió Katsuki a intentar un diálogo adulto, e Izuku por su cuenta reaccionó de igual manera, casi con culpa.

—Uhm, sí. Una carga para ti y otras para los cachorros, pero... Katsuma quería leche, y Mahoro no paraba de llorar, así que olvidé lavar la mía.

—Mierda, esto no puede seguir así.

Izuku se removió incómodo en su asiento, y el pelo sobre su cabeza, grasoso y sucio, le cayó desarreglado sobre los ojos.

—I-Inte-n-nto hace-cerlo l-lo me-mejor que p-p-puedo, Ka-Kacchan —trastabilló Izuku con las palabras, luchando contra un nudo que se le formó en la garganta y le impidió respirar, y Katsuki decidió que había tenido suficiente.

Lanzando con furia su servilleta sobre su plato, se puso en pie y se dirigió hacia Izuku, que asustado se limpió los ojos sin parar.

—Nerd... Izuku... —Se arrodilló Katsuki a su lado, comprendiendo demasiado tarde que Izuku estaba asustado porque creía que él estaba enojado—. No puedes, no debes cargar con todo esto tú solo.

—Otros omegas lo hacen.

—Genial por ellos, pero apuesto que no son héroes o tienen la misma clase de responsabilidades que tú. Y aunque así fuera, esto está desgastándote y acabando contigo. No es sano.

Izuku se sorbió la nariz.

—Lo que dije antes... En verdad te ves terrible. —Con premura, Katsuki buscó las manos de Izuku, que temblaban sin control—. Si lo digo es porque me preocupo por ti.

—Claro, un omega que no hace lo posible por verse bien para su alfa... —Balbuceó Izuku las razones que él asumía como correctas y que no podían estar más equivocadas a ojos de Katsuki.

Y así se lo hizo saber éste al golpear su frente con la de Izuku y obligarle a salir de cualquier clase de fantasía negativa que su cansado cerebro conjurara para él.

—¿Te escuchas siquiera? —Resopló Katsuki con brusquedad, porque en esos momentos Izuku necesitaba que el alfa impusiera el orden y lo guiara—. Podrías verte el triple de peor que ahora y no me importaría. Mejor dicho, no me importaría tu apariencia, sino tu bienestar. ¿Te has visto siquiera al espejo?

—No... No he tenido tiempo realmente...

—Exacto. Y eso no puede ser sano para nadie, en especial para ti. No tenías esas ojeras por lo menos desde aquel trabajo de infiltrados con la magia china cuando pasaste casi 2 semanas escondido en una de sus bodegas y grabando todos y cada uno de sus crímenes.

—Al menos entonces podía dormir más de 3 horas seguidas —se lamentó Izuku, que de pronto contrajo el rostro en una mueca y rompió a llorar—. Oh, Kacchan...

—Aquí estoy, nerd —le abrazó éste, hundiendo su rostro en su cuello igual como hacía el omega con él, embriagándose en el perfume de sus feromonas que traían consigo un poder casi anestésico. Acariciando con sus manos la espalda de Izuku, así se lo confirmó—. No me iré a ningún lado.

Y lo cumplió, dispuesto a dar todo de sí para conseguirlo.

 

De buenas a primeras, Izuku no se tomó a bien la intervención que Katsuki decidió para ambos luego de aquella crisis emocional que lo había puesto a llorar por horas como a uno de sus cachorros.

En su opinión, como omega debía estar capacitado por biología a lidiar con las altas y bajas de la maternidad sin importar si se trataba de un bebé o 5, aunque daba gracias porque en su suerte sólo fueran 2... Izuku se negaba a creer que fuera el único omega con esas dificultades propias de quien tiene en casa cachorros en edad infantil, pero se terminó llevando una sorpresa mayúscula cuando después de que Katsuki casi lo arrastrara al consultorio de su doctora ésta le informara que lo que estaba padeciendo no era normal, sino un caso medio de depresión post partum.

—¿Significa eso que estoy... deprimido? —Había repetido Izuku el diagnóstico sin comprender cómo era posible. ¡Él era un héroe, por todos los cielos! Había derrotado a la Liga de los Villanos, se había enfrentado a innumerables pruebas para obtener su licencia, ¿y era el nacimiento de sus bebés lo que terminó por acabar con él y su sanidad?

—Este tipo de depresión es más común de lo que se piensa —le había explicado su doctora—, pero lo importante es que entiendas que no estás solo en esto. Tienes personas que te apoyan a tu alrededor, y que quieren lo mejor para ti y ayudarte a que salgas adelante.

A su lado, Katsuki había tomado la mano de Izuku, y entrelazando sus dedos le había hecho saber que estaba ahí para él. En las buenas y las malas, en la salud y la enfermedad, porque así se lo había hecho saber durante sus votos, y demostrando que confiaba en él porque nadie más en su vida ostentaba ese título al grado en que Katsuki lo conseguía, Izuku había accedido a llevar cambios en su rutina para conseguir salir de aquella etapa tan oscura de su vida.

De ese modo acordaron que tanto Mahoro como Katsuma pasarían la mañana en la estancia infantil mientras Izuku recuperaba el control de su vida y salud mental.

Izuku lloró a mares esa primera mañana que pasó en casa sin sus bebés, y aunque una insidiosa voz en el fondo de su cabeza le taladró diciendo que era la peor madre del mundo por no ser capaz de cuidar a sus cachorros de tiempo completo como cualquier otro omega haría en su lugar, después de un par de horas de llanto consiguió ponerse en pie y limpiar a fondo su cocina por primera vez en semanas, de tal modo que cuando fue hora de pasar por ellos a la estancia infantil el recorrido de un par de calles al aire libre y el saber que había cocinado una comida deliciosa que él y Mahoro podrían disfrutar mientras Katsuma bebía de su leche le hizo saber que estaría bien.

Estarían bien. Como familia.

 

—No sé si estoy listo para esto...

—Ya lo discutimos.

—Pero...

—Estarán bien.

Izuku resopló, pero no abrió más la boca.

Katsuki tenía razón. Lo habían hablado antes hasta el cansancio, aunque no por ello terminaba de estar convencido de que era lo adecuado. Después de todo, pasar una noche sin sus cachorros en casa mientras los Bakugou se encargaban de ellos no era el fin del mundo, pero... Izuku continuaba resistiéndose. Su instinto de omega y madre le gritaba que dieran media vuelta y no prosiguieran con el plan, pero al final la mano de Katsuki acariciando entre sus tensos hombros le hizo decidirse.

Por fortuna, tanto Mitsuki como Masaru les recibieron de brazos abiertos a ellos y a sus nietos para esa primera noche en la que Izuku y Katsuki tenían planes de darse un tiempo de pareja sin interrupciones por primera vez en al menos desde el nacimiento de Mahoro (exceptuando su luna de miel, que por descontado había sido interrumpida de la manera más abrupta posible), y tras asegurarle a Izuku que llamarían ante la más mínima señal de cambio y que a la inversa recibirían cualquier posible llamada suya sin importar la hora, éste consiguió por fin besar la cabeza de sus cachorros y salir por la puerta dejando un trozo de su corazón detrás, pero también con la firme convicción de que era un paso necesario en el camino a su recuperación.

No en balde su doctora había insistido en que tomara tiempo para sí mismo, que no permitiera que la maternidad se convirtiera en el único eje de su atención o corría el riesgo de sumirse aún más en la depresión que sufría, así que Izuku siguió sus indicaciones tomando su medicamento, repitiéndose que no era un fracaso como madre por estar pasando por eso, y que ni Mahoro ni Katsuma lo resentirían por procurar su salud de la manera más adecuada para su situación.

Pero incluso con todo eso en mente, Izuku lloró todo el camino de vuelta a su hogar, y Katsuki no tuvo el ánimo para presionarlo con el resto de sus planes para el día, que incluían salir a cenar juntos y tener una especie de velada de parejas digna de una película romántica.

—Siento tanto haber arruinado los planes para hoy —le dijo Izuku horas después con los ojos hinchados y aspecto deplorable, pero éste denegó con la cabeza.

—Olvídalo. Guárdate cualquier disculpa que tengas preparada. ¿Y qué si no salimos? Igual podemos pedir comida a domicilio y pasar una tarde agradable tú y yo.

—Oh, es cierto.

—Yo llamaré a los del reparto de ese sitio de sushi que te gusta tanto, y mientras tanto... —Katsuki consultó la hora—. ¿Por qué no llamas a mis viejos y te cerciorar de que los cachorros están bien?

Una sonrisa mínima apareció en labios de Izuku. —¿En serio? ¿No será demasiado sobreprotector de mi parte?

—Y un carajo. Llama, comprueba por ti mismo que están bien, y elige alguna película para ver. Te la has ganado.

Con un suspiro de alivio, eso hizo Izuku.

 

A la llamada (en la que Mitsuki le hizo saber a Izuku que Katsuma había bebido todas las onzas de leche que había preparado de antemano para él y Mahoro jugaba con un nuevo juguete que su abuelito Masaru había comprado para ella) y la cena (sushi con extra de todos sus ingredientes favoritos), siguió una película en el sofá que ni Katsuki o Izuku tuvieron concentración suficiente para poner atención, así que recostados en extremos opuestos del sillón con las piernas extendidas en el regazo del otro, se recompensaron con mutuos masajes de pies.

—¿Era así como imaginaste que pasarías tus noches de sábado con apenas 22 años? —Preguntó Izuku con toda seriedad, jugando con los dedos de Katsuki mientras éste trabajaba su arco y con los pulgares aliviaba el cansancio acumulado de mucho tiempo atrás.

—Ni de broma.

—¿Y... te disgusta?

—... nah. Ciertamente no imaginaba esto, pero... Te visualizaba a ti, y aquí estás, así que con eso me basta.

—Kacchan...

Con las orejas ardiendo porque aquella era una especie de declaración de amor de su parte que Izuku había interpretado correctamente, Katsuki carraspeó y con fingida indiferencia preguntó:

—¿Todavía tienes aquella mascarilla que la Cara Redonda te regaló para tu cumpleaños?

—¿La de menta para piel cansada?

—Ni idea. Pero olía... ¿Fresca? Tal vez podrías ponerte un poco y... Ponerme un poco a mí —masculló Katsuki—. Leí no sé dónde que un día de spa puede ser beneficioso para la salud mental.

Y por primera vez en un largo tiempo, Izuku sonrió abiertamente. —Iré por ella.

—Ok.

—Y traeré rodajas de pepino.

—¿Qué mierda? ¿Para qué?

—Creo que fue Ashido la que mencionó alguna vez que ayudan con las ojeras y la hinchazón en los párpados.

Katsuki resopló. —Vale, trae unas para mí también, ¡pero las rebanadas más gruesas serán para ti y tus ojos de mapache!

Así, sin planearlo siquiera y en total contraste con lo que podían imaginar siquiera como algo remotamente divertido, disfrutaron su primera noche de soledad con los rostros cubiertos de mascarilla de menta, rodajas de pepino (que terminaron comiendo con buen humor), y muchas caricias sin una traza de sensualidad, sólo el deseo de aliviar la tensión en el cuerpo del otro.

 

/*/*/*/*

Notas finales:

Pobre Izuku. En verdad quería hacer un capítulo completamente dedicado a su momento de spa, pero mi cerebro decidió que primero tenía que sufrir y... Lo hizo. Pero estará bien porque tiene a su Kacchan al lado.
Graxie por leer~!
p.d. Los comentarios siempre son bien recibidos :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).