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ABOctober BKDK (Omegaverse) 2020 por Marbius

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Notas del fanfic:

So... @EstrellaChan27 (https://twitter.com/EstrellaChan27/status/1307837818362892289) compartió un reto para ABOctober que me resultó intrigante a morir y que no me dejó en paz hasta que me resigné a sus encantos. Si bien ella va a dibujar (y les recomiendo pasar por su cuenta para darle amors como merece) yo me decidí a escribir fics y actualizarlos en tiempo real con el calendario.
Lean bien los tags, este fic es ABO con Katsuki/Izuku en mpreg, y habrá tanto fluff como angst con algo de smut, así que sobre aviso no hay engaño.
Cuando empecé a ver los prompts se me vino a la cabeza la trama de un fic pero contado en desorden, donde el bebé no es planeado y ellos 2 son amigos con derechos que no saben cómo avanzar al siguiente nivel. Puede que resulte un poco confuso en el fic porque por día cumplo el prompt y son viñetas específicas, pero el trasfondo es que tienen sexo, Izuku sale embarazado, Katsuki decide que va a ayudarle (sin ser pareja todavía) y pasan los siguientes 9 meses sufriendo porque creen que el otro no quiere una relación seria. Los one-shots antes del parto son con esa idea, y los que ocurren después del parto son romance porque ya están juntos. Igual les prometo que sufriremos juntas con esta historia :)
Sin más que decir, espero que me acompañen a lo largo de octubre con actualizaciones diarias y muchas sorpresas en este fic~

1.- Making a baby.

 

No había sido planeado, en el sentido en que sus celos se sincronizaron para llegar casi una semana antes de lo esperado y a la biología de sus sexos secundarios no había quién la controlara.

Como internos y sin importar que en la agencia de Endeavor tuvieran el honor de contar con la aprobación del ya jubilado y otrora héroe #1 y la amistad de su hijo menor, Izuku y Katsuki habían tenido que aceptar casi a regañadientes los días que por vacaciones nacionales estaban obligados a tomar durante la Golden Week. A consideración de ambos, enviar a los héroes a descansar durante esa semana era una tentación demasiado alta para los villanos siempre deseosos de ocasionar desorden, pero en recursos humanos la jefa de división les mostró estadísticas de cómo precisamente esos días eran los que al año tenían las tasas más bajas de crimen y delincuencia en la nación porque al parecer los ladrones y criminales de Japón también descansaban en esos días de asueto.

—Los internos de primer año se encargarán de patrullar igual que hicieron ustedes anteriormente —les recordó la severa mujer de recursos humanos, una empleada ya mayor que había estado desde la fundación de la agencia y que tenía por quirk la habilidad de mutar los dedos de sus manos en diferentes herramientas de escritura.

Sin admitir una réplica de sus 2 internos más apasionados, selló para ambos con su pulgar una orden de descanso obligatoria que empezaba ese mismo jueves después de su última ronda, y que incluía al menos en el caso de Izuku 3 días adicionales más.

—¿Tan pronto es tu 4º celo en supresores? —Corroboró Katsuki con él al salir de la oficina, y que era información que ambos conocían bien.

—Sí —confirmó Izuku, y no proporcionó ni una palabra de más porque era innecesario.

Después de todo, nadie lo conocía como Katsuki y viceversa.

Al fin y al cabo, no en balde habían sido amigos desde la infancia, enemigos jurados en secundaria, rivales durante sus años en U.A., y también en U.A. y a partir de su segundo año compañeros de celo cuando luego de una sesión de entrenamiento que los había dejado sudorosos y con una incipiente erección bajo los pantalones de deporte Katsuki lo sugirió como si fuera lo más natural del mundo. Por aquel entonces Izuku se había mostrado reservado de aceptar su propuesta. Después de todo, él y Katsuki apenas estaban parchando los daños en su relación luego de muchos años de malentendidos y dificultades diversas, pero incluso su consciencia no tuvo peso alguno cuando durante su siguiente celo su omega interno le exigió enviarle un mensaje a Katsuki y pedir su presencia en su dormitorio.

Desde entonces, habían sido compañeros de celo sin que esa faceta de su relación afectara otras áreas, y al menos por parte de Izuku no había queja alguna al respecto. Por desgracia, esa no era una opinión compartida entre sus respectivos grupos de amigos, que se mostraron cautelosos cuando en U.A. se filtró la noticia de que el celo de Izuku se había sincronizado con el de Katsuki a partir de su segundo encuentro. Aquello era natural entre duplas que compartían regularmente cama, por lo general, después de un año de sostener encuentros, e Izuku había tenido que sofocar en su pecho el extraño orgullo que surgió cuando él y Katsuki demostraron ser más compatibles como alfa y omega que el promedio casi desde el primer día.

De eso hacía ya unos cuantos años, e Izuku no podía expresar ninguna clase de arrepentimiento respecto al acuerdo que él y Katsuki todavía mantenían vigentes como compañeros de celo. Entre sus amigos no era ningún secreto, y aunque de vez en cuando se tenían que enfrentar a preguntas veladas de si acaso no estaba en sus planes formalizar su unión, por el resto iban a sus anchas y se manejaban a su ritmo al respecto.

Como por ley ningún ciudadano podía recurrir a supresores por más de 3 celos continuos (héroes incluidos), Izuku había estado más que agradecido cuando su siguiente ciclo en el calendario coincidió con el fin de semana de la Golden Week, y sin necesidad de confirmarlo con Katsuki dio por sentado que lo pasaría con él de la mejor manera posible.

Aquellos habían sido los pensamientos que tuvo Izuku la misma mañana casi una semana antes de su celo, y que acudieron a su mente cuando luego de vestirse con su traje de héroe se reunió con Katsuki en el vestíbulo para salir a patrullar en la ronda del segundo turno matutino.

Era martes de los últimos días de abril, y en la atmósfera se respiraba un aire festivo que era un precursor de los próximos días de vacaciones que tenían por delante.

Así como Izuku había hecho planes con sus amigos de pasar juntos el fin de semana en la casa de playa que los Todoroki tenían a 2 horas de distancia de Musutafu y que Shouto había ofrecido generosamente para que su grupo tuviera unos días de descanso como era debido, Katsuki por su cuenta se iba a reunir con su propio grupo de amigos para adentrarse a las montañas y acampar un par de noches en un sitio cercano.

Entre ellos no había ninguna duda de se verían el siguiente lunes sin falta, justo durante el comienzo del celo de Izuku, y estaba de más verbalizarlo porque Katsuki tenía llave de su piso, y permiso explícito de entrar sin necesidad de anunciar su presencia.

Desenfocando la vista unos segundos mientras fantaseaba con la agradable sorpresa que sería si el alfa se introducía silenciosamente a su cama mientras él sufría de los primeros estragos de un celo sin supresores, Izuku evitó por poco una farola y regresó a la realidad con brusquedad cuando Katsuki chasqueó los dedos frente a él y lo regañó por su distracción.

—Regresa a la realidad, nerd. Estamos de patrullaje —le recordó con hosquedad, e Izuku parpadeó repetidas veces para recordarse que esas fantasías no tenían lugar en horas de trabajo.

Sin embargo, conforme transcurrían las horas de la mañana y se hacía cada vez más evidente que nada excitante iba a ocurrir durante su ronda, Izuku volvió a bajar la guardia mientras pensaba que la primavera se estaba dejando sentir con ganas. Atrás había quedado el frío del invierno, e Izuku pidió parar en un parque cercano para beber agua de una fuente y refrescarse las mejillas y la nuca que de pronto sentía pegajosas de sudor.

—Estás en precelo —le dijo Katsuki a la menor oportunidad, e Izuku le miró con ojos nebulosos—. Joder, ¿es que no te has dado cuenta?

—No realmente, Kacchan.

—¿Crees que puedes terminar la ronda?

Izuku se llevó la mano a la mejilla, y aunque se sentía la piel caliente, creía poder aguantar un poco más. —Eso espero.

—¿Sí o no, nerd?

Con un resoplido, Izuku le hizo saber que sí, y redoblaron sus esfuerzos a través de las calles en las que lo único que se transpiraba era una expectación por las vacaciones y el buen clima que el canal meteorológico presagiaba para ellos.

Izuku consiguió llegar hasta el final de su recorrido, y aunque se creía capaz de más, Katsuki le hizo saber que su aroma se estaba volviendo cada vez más penetrante y lo mejor sería actuar con cautela.

Al fin y al cabo, un omega en celo tenía una fragancia biológicamente hecha para atraer, y el hecho de que su organismo utilizara como auxiliar supresores durante 3 celos continuos sólo acrecentaba la potencia de sus feromonas. De ahí que los médicos aconsejaran no excederse, pero claro, Izuku ya lo había olvidado desde la última vez.

—Deberías pedir permiso y largarte temprano a casa —le aconsejó Katsuki apenas volvieron a la agencia, e Izuku abrió la boca listo para replicar que no iba a ser necesario porque se encontraba perfectamente bien cuando uno de los internos de primero año pasó a su lado y casi se dislocó el cuello al voltear la cabeza y ensanchar las fosas nasales.

Instintivamente, Katsuki le enseñó los dientes y le gruñó.

—¡Qué tanto miras, idiota! ¿Es que nunca has olido a un omega en precelo?

—¡Kacchan! —Siseó Izuku con mortificación, porque una cosa era no poder hacer nada en contra de las reacciones naturales de su cuerpo y otra muy diferente el lidiar con los comentarios.

Decidido a no dejar que la biología de su cuerpo le afectara, Izuku se dirigió a los vestidores y se colocó un parche supresor de feromonas en el cuello. Si por órdenes de su médico tenía que lidiar con eso, al menos lo haría con ayuda, e impaciente aguardó hasta la mayor parte de sus feromonas quedaron neutralizadas.

Sólo entonces se atrevió Izuku a enfrentar a Katsuki, que hosco como era habitual en él ofreció su bandera blanca de la paz invitándolo a almorzar en la cafetería.

Quizá porque su celo estaba a la vuelta de la esquina y su cuerpo lo estaba preparando para ello, Izuku aprovechó la generosidad de Katsuki para pagar a la hora de pedirse 3 tazones de katsudon con extra cerdo y finalizar con un taiyaki como postre.

—Espero pienses quemar esas calorías extras en el gimnasio —le chanceó Katsuki, aunque no tenía muchas bases de ventaja porque él también había almorzado en abundancia.

Después del patrullaje siguieron algunas horas en la oficina atendiendo llamadas en la línea de emergencia (Izuku) y lidiando con la papelería atrasada (Katsuki) de tal modo que el resto del día se les escurrió entre los dedos hasta que de pronto era hora de partir.

Para entonces el parche en el cuello de Izuku había perdido su eficacia, y éste se sentía inquieto y con una picazón generalizada por todo el cuerpo.

Sus síntomas no le pasaron por alto a Katsuki, que al marcar junto con él su salida en recepción se colocó detrás de él y con la punta de su nariz trazó una línea desde la porción de clavícula que se asomaba a través de su camiseta de civil y ascendiendo por su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja.

—¿Ka-Kacchan? —Tartamudeó Izuku cuando aquel simple gesto le resultó tan intenso como un golpe de placer en el estómago.

—Creo que tu celo se va a adelantar —dijo éste en voz baja y gutural, el alfa tomando el control—. ¿Es que no te has dado cuenta?

—Pero... Es demasiado pronto todavía —balbuceó Izuku con las piernas débiles y a punto de caer, pero Katsuki se le adelantó posicionándose a su lado y posesivo colocando una mano alrededor de su cintura.

Un gesto de amantes entre dos amigos que más bien se consideraban rivales y que estaban juntos por simple gratificación sexual. Ni más ni menos que eso.

—Vamos —le indicó Katsuki, e igual que si se tratara del llamado de una sirena, Izuku le obedeció.

Iría con Katsuki hasta el fin del mundo si éste se lo pidiera.

 

Katsuki fue el único con la suficiente cabeza fría (y por poco) para avisar en la agencia que el celo de Izuku había empezado antes y que podían despedirse también de él por los próximos 3 días como era habitual.

Porque su ciclo se había adelantado casi una semana, Izuku no tenía provisiones para ambos, y Katsuki se encargó de la situación haciendo una corta parada en el supermercado y comprando víveres frescos y bebidas isotónicas en abundancia. También condones, y en un arranque de espontaneidad una barra de chocolate que era la debilidad de Izuku y causa de que Katsuki seguido le regañaba cuando le veía comer cualquier alimento que en su opinión tuviera exceso de azúcares o calorías inservibles.

De camino al piso de Izuku, el propio Katsuki tuvo que luchar con la necesidad física de su alfa, que reaccionando al omega de su acompañante lo tenía salivando en exceso y con una incómoda sombra de erección en los pantalones.

Katsuki había creído que iban a conseguir entrar al piso de Izuku antes de que todo se saliera de control, pero la inminencia de su celo se precipitó como la lluvia tras una constante amenaza de relámpagos y truenos. En el elevador, Izuku levantó la cabeza que tenía apoyada en el hombro de Katsuki, y con ojos lánguidos murmuró una única palabra.

—Alfa...

Un segundo Katsuki había estado consciente de la importancia de mantener el decoro y no comportarse como idiota en un elevador público, y al siguiente la bolsa con los víveres estaba en el piso y él tenía a Izuku presionado contra el panel de controles en un abrazo íntimo que no dejaba lugar a dudas de sus intenciones.

Katsuki habría tomado a Izuku ahí mismo de no ser porque de pronto las puertas del elevador se abrieron un piso antes del suyo y una anciana dejó escapar una exclamación de sorpresa frente a la imagen de lujuria que tenía ante sí. La mezcla de feromonas y la posición no dejaba espacio a dobles interpretaciones, y en un gesto de urgencia que poco tenía que ver con la racionalidad y mucho con el instinto de cópula, Katsuki se agachó a recoger su bolsa de la compra, en un mismo movimiento ágil sujetó a Izuku por la corva de las rodillas y lo alzó, echándoselo sobre el hombro con la misma facilidad que había hecho antes durante alguna misión en la que hubiera salido lastimado.

La diferencia estribaba en que ahora Izuku no sangraba por ninguna herida, y laxo porque él mismo había decidido que el alfa tenía permiso de hacer lo que quisiera con él le sonrió bobaliconamente a la escandalizada anciana que dejó ir el elevador, incrédula por la escena casi animal que acababa de presenciar.

Frente al piso de Izuku, Katsuki utilizó su propia llave para entrar, y por segunda vez la bolsa de la compra conoció el piso y desparramó su contenido por el suelo del genkan cuando éste bajó al dócil omega que cargaba como peso muerto y que de pronto pareció volver a la vida al posicionarse de puntas y besarlo con urgencia.

Pese a que Izuku había conseguido un par de centímetros luego de U.A., también Katsuki había hecho lo propio, y la diferencia seguía siendo la misma, muy para la satisfacción de éste último.

Empujando a Izuku contra el muro, Katsuki no perdió tiempo en introducir sus manos bajo la camiseta de éste y arrancarle un gemido. Izuku onduló las caderas, y ladeó la cabeza para darle a Katsuki espacio suficiente para lamer insistente su cuello.

—Pica —dijo Izuku, y sin necesidad de más indicaciones Katsuki le arrancó el parche del cuello y el piso de inundó con una marejada de hormonas.

A Izuku les rodillas le fallaron, y fue la perfecta excusa de Katsuki para darle media vuelta y con insistencia presionar su creciente erección contra su trasero.

—Nerd... —Lo llamó Katsuki, pero la sensación no era correcta sobre su lengua y se corrigió—: Omega...

Izuku gimió, y Katsuki no tuvo problemas en conducirlos al piso, al escalón que separaba el genkan del resto de la casa y de un tirón bajarle los pantalones y bóxers en uno. Todavía en las etapas tempranas de su celo, Izuku tenía apenas un pequeño rastro de humedad en la pequeña abertura entre sus nalgas, pero Katsuki no tuvo problema en introducir 2 dedos y obtener un segundo gemido mucho más fuerte que el anterior.

El resto progresó con rapidez. Katsuki se desabotonó el pantalón, y tras trazar un par de dibujos en las caderas de Izuku mientras refregaba su miembro para prolongar la agonía de la espera por último lo penetró en un movimiento lento y fluido.

Izuku terminó de cara sobre el piso de madera, e intentó abrir sin éxito más las piernas a pesar de llevar al pantalón a la altura de medio muslo.

Katsuki pegó sus caderas al trasero de Izuku, y empezó un lento vaivén en el que la meta era conseguir en labios de su acompañante un gemido mayor que el anterior. Pronto Izuku intentó cubrirse la boca cuando el ruido de su unión amenazó con volverse una molestia para los vecinos, y Katsuki decidió que no podían esperar más. Con una fuerte embestida, Katsuki consiguió introducir su botón a través de la abertura de Izuku, y éste gimió gutural cuando la presión alrededor de sus músculos se hizo insostenible por una fracción de segundo y después se convirtió en la sensación más placentera del mundo.

Con un arqueamiento de su espalda, Izuku se corrió, y la tensión en sus músculos provocó la misma reacción en cadena para Katsuki, que marcó con sus dedos la delicada piel de su cadera pintando las palmas de sus manos a cada lado en moretones que perdurarían días más allá de su celo.

Eufóricos por la combinación de sus feromonas, que en reacción se alimentaron mutuamente hasta sincronizar a Katsuki por igual con su propio celo, poco tomaron en consideración que incluso si se encontraban en las primeras horas, el sexo sin protección conllevaba un cierto riesgo...

Luego de media hora, la erección de Katsuki bajó lo suficiente para que éste pudiera separarse de Izuku, y éste cayó lánguido en la entrada de su piso y con una sonrisa perezosa en labios.

—Kacchan... —Llamó éste al alfa en su tono particular y que éste interpretó correctamente al alzarlo en brazos y recorrer así todo el camino hasta el dormitorio.

Con Izuku seguro en la cama, Katsuki tuvo el suficiente raciocinio para guardar los víveres y traer consigo la caja de condones al dormitorio. De hecho, eran técnicamente innecesarios porque Izuku estaba tomando la píldora y de por medio no había ningún otro compañero sexual (aunque no lo mencionaran como tal), pero Katsuki se preciaba de ser responsable.

Al menos cuando podía... Porque la vista de Izuku a medio desvestir sobre su cobertor y con semen entre las piernas era una de la que a ratos creía no poder prescindir. No que por ello fuera a confesárselo al nerd...

—Hey... —Le tiró Katsuki de los pantalones, desnudándolo de cintura abajo al tirar también de sus calcetines y admirando su trabajo—. ¿Listo para un segundo round?

En ventaja y montando por lo alto las oleadas de su celo, Izuku le respondió con gemidos antes que con palabras, y Katsuki hizo un arte del desvestirse frente a sus ojos hambrientos y unírsele en la cama por los próximos días.

Después de todo, hasta los mejores héroes (internos) merecían sus recompensas.

 

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