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SNS Week por shiki1221

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Día 6: Suavidad

 

La piel de los shinobis se endurecía con el entrenamiento constante para soportar las duras batallas. Incluso las kunoichis tenían callos en sus manos de tanto practicar el uso de sus armas. Fueran kunais, espadas u otras menos frecuentes. Nadie con dicha profesión escapaba a esa realidad. En consecuencia, la última palabra que se les cruzaría por la mente al pensar en un ninja era suave. Menos para Naruto. A sus ojos su pareja era suave y filoso a la vez. Su analogía favorita para explicar ese oxímoron era hacer notar las similitudes entre el último Uchiha con los gatos. No se cansaba de acariciar los suaves cabellos azabaches preguntándose cómo lograba mantenerlos de esa manera. Siendo que solía viajar mucho, dudaba que pusiera el mismo empeño en su cuidado que las kunoichis cuando se corrió el chisme de que le gustaban las niñas de cabello largo.

—¿Quieres dejar de jugar con mi cabello, Dobe? —interrogó Sasuke sin siquiera abrir sus ojos.

Estaba recostado en la cama completamente desnudo cubierto sólo por una sábana blanca que compartía con su amante, quien estaba en igualdad de condiciones. Uzumaki reparó en sus manos. Había estado perdido en sus pensamientos sin notar como sus dedos se enredaban entre las hebras oscuras. Había hecho el amor con su pareja y despertó hace relativamente poco. Aprovechando que Sasuke todavía dormía no pudo resistirse a tocar su cabeza. Suave y perfumado. Con el aroma del shampoo que frecuentaba tanto. Su novio tenía hábitos muy marcados y reconocía perfectamente cuál era su elección predilecta para diversas cosas.

—Lo siento, Teme —se disculpó Naruto sin sentirlo realmente mientras seguía jugando con su cabello sin intención de detenerse pronto—. Es tu culpa por tener el cabello tan suave —dijo con una enorme sonrisa.

—A diferencia de ti, yo me baño con frecuencia —bufó abriendo un ojo sólo para observarlo con una mueca burlona.

—Yo también lo hago, pero mi pelo es muy rebelde —se quejó el rubio tocándose las partes puntiagudas—. No importa cuánto lo lave, peine o arregle hace lo que quiere ttebayo —se quejó haciendo un puchero de disgusto.

—Se queda parado porque la mugre se ha endurecido —señaló el azabache sentándose mejor en la cama para tocar a su novio.

—Me bañé antes de que vinieras, Teme —protestó Uzumaki con indignación.

—Si no lo hacías no podrías tocarme —le recordó Sasuke con una sonrisa socarrona—. Me alegra saber que gracias a mí tus hábitos de higiene han mejorado.

—No era tan mugroso como afirmas ttebayo —protestó el rubio con claro disgusto.

—Sí que lo eras —reafirmó el de ojos oscuros mirándolo con burla—. Recuerdo que una vez le dijiste a Sakura que no te lavaste los dientes ni te cambiaste los calzones por querer llegar a tiempo a una reunión con Kakashi —mencionó siendo que en aquel entonces pese a fingir indiferencia, sí que escuchaba los parloteos de sus compañeros de equipo.

—¡Eso sí te acuerdas, ¿no?! —preguntó el jinchuriki con irritación sintiendo algunas venas saltarle por el enojo—. Pero cuando te digo que tenemos compromisos con nuestros amigos se te olvida —reclamó crujiendo un poco los dientes—. Además, esa vez sólo estaba exagerando para tener algo de qué hablar con ella —confesó un poco avergonzado.

—Y te salió terriblemente mal —se burló Sasuke con una media sonrisa—. ¿De verdad creíste que a alguien le atraería el mal aliento y la ropa sucia?

—Bueno, el punto era quejarnos de Kakashi-sensei ttebayo.

—Eso es fácil —mencionó Uchiha encogiéndose de hombros.

El aspirante a Hokage le daba la razón. Era sorprendentemente sencillo encontrar cosas para hablar mal de su antiguo maestro. Desde sus llegadas tarde, sus malos hábitos, su perversión, sus negligencias y su poca moralidad al leer porno delante de niños de doce años. Aunque en esa misma bolsa podría incluir al sannin de los sapos. Otro que no le veía nada de raro a arrastrar a su joven aprendiz a bares de dudosa reputación y hacerle leer libros no aptos para menores. Cosa irónica. Jiraiya se dio cuenta del patético intento de adulación de su parte cuando le dijo ser de sus mayores fans, justamente porque lo que escribía no era para niños. Ahí fue el anciano a usarlo de editor para obtener una segunda opinión. ¿Qué podía opinar él sobre el romance apasionado de una pareja heterosexual cuando en su mente sólo estaba Sasuke?

—¿Estás bien? —interrogó Sasuke al verlo enrojecer rápidamente—. Tienes la cara roja.

—Estaba pensando en que quizás siempre fui homosexual —respondió como si hubiera tenido una epifanía—. Desde niños que he pensado más en ti que en otras personas.

—Déjate de tonterías, Usuratonkachi —reclamó Uchiha jalándole una de las mejillas con sus dedos—. De niño te gustaba Sakura y las mujeres de grandes pechos —mencionó a sabiendas de que se “inspiraba” espiando baños públicos para el oiroke no jutsu.

—En realidad no me interesaban las mujeres, pero sabía la reacción que tenían los adultos ante un buen cuerpo desnudo —confesó.

Cuando Jiraiya le había hablado acerca de los tabúes de los shinobis, no se preocupó demasiado por ellos. El dinero le era muy difícil de conseguir y sabía bien lo que era tener que ahorrarlo para que alcanzara hasta fin de mes. Siendo un paria no podía darse el lujo de quedarse sin recursos cuando nadie se apiadaría de su situación. Si pasaba hambre hasta lo celebrarían los aldeanos. Seguramente rogando en su interior porque se muriera de inanición. El alcohol fue menos problema aún debido a que no tenía edad para beber. Y las mujeres era un asunto que no entendía del todo. Podía reconocer la belleza de una mujer, pero no el perder la cabeza por ella. Mas, no era ciego y sabía que los adultos se ponían muy tontos si veían a una mujer bien dotada. Esa era la razón de usarlo en su contra.

—¿Estás seguro de eso? —cuestionó el portador del sharingan viéndolo sumamente curioso debido a esa respuesta—. Siempre creí que te gustaban las chicas frágiles y delicadas de grandes pechos.

—Hace apenas unos minutos me recordabas que me gustaba Sakura-chan —mencionó Uzumaki mirándolo con una ceja arqueada—. ¿En qué se ve ella frágil, delicada y pechugona? —cuestionó haciendo ver lo tonta que sonaba la sospecha ahora.

Uchiha sabía bien eso. Luego de hacerse pareja oficial de Naruto, la kunoichi dejó de fingir delante de él. No es como si alguna vez se hubiera creído esa actuación complaciente dándole la razón en todo y adulándolo por cosas nimias, pero tampoco sabía cómo decirle que dejara de intentar mentirle. Ella hacía todo eso con la esperanza de gustarle, teniendo el efecto contrario. Puede que existieran personas que adoraban la adulación incluso sabiéndola falsa e interesada. Para desgracia de Haruno, él no era parte de ese grupo. Prefería a las personas honestas con él, aun si le mentían al resto del mundo. Como lo hacía Karin. Ella nunca ocultaba sus intenciones de seducirlo cuando estaban a solas, pero era recatada de cara a los demás. Respetaba eso, los asuntos románticos, —que se tuvieran o pretendieran tener—, eran algo privado de sólo dos personas. Y teniendo a alguien tan celoso como Suigetsu al acecho más razón llevaba.

El espadachín de dientes afilados siempre dejó claro que mientras pudiera separarlos, lo haría. Al principio no entendía sus motivaciones para hacer tal cosa. Fue cuando vio a Hinata intentando llevarse a Naruto para conversar a solas que comprendió como se sentía Suigetsu. Imaginar a la persona que te gusta con alguien a quien consideras atractiva, te hace imaginar miles de escenarios. Desde aquellos donde formalizan una relación hasta una donde intiman. Era de esperar que alguien con una vida difícil y retorcida como la de Suigetsu, no supiera expresar sus sentimientos y manejar sus celos. Teniendo de mentor a Orochimaru, todos ellos, incluyéndolo comprendían mejor la “posesividad” que la comunicación.

—Entonces siempre te gustó lo masculino —molestó Sasuke con una mueca burlona.

—Cuidado con decir eso, porque si se entera nos golpeará a ambos —advirtió el blondo con una sonrisa nerviosa—. Y recuerda que ya no te favorece como antes ttebayo.

—Tsk.

Si bien Sasuke agradecía que su compañera de equipo finalmente dejara ver su verdadera personalidad con él, eso también trajo aparejada la confianza de hacer lo que quisiera. Cuando dejó de ser el chico trofeo al que quería conquistar y se volvió sólo su amigo comenzaron los regaños y golpes que antes sólo estuvieron destinados a Naruto y Sai. Tenía que reconocer que ella era mucho más bruta que su Dobe y él. Mínimo ellos dos se iban a los golpes después de una larga discusión llena de insultos. En cambio, Haruno a la primera palabra sobre ser plana, fea o demasiado marimacha los atacaba. Aunque a Ino le había dado el beneficio de no ser golpeada por mucho que se burlara de su aspecto. Quizás era lesbiana. El trato entre Yamanaka y ella era muy similar al suyo con Naruto. Sólo que no se atrevían a preguntar en voz alta para evitar que se enfureciera.

—Tú eres mucho más suavecito que ella —afirmó Naruto oliendo el cuello pálido mientras le daba besos en las zonas donde dejó marcas—. Tu piel me vuelve loco.

—No seas mentiroso —regañó Sasuke paseando sus manos por la ancha espalda—. Estoy lleno de cicatrices.

Ambos lo estaban y tendrían más de no ser por los beneficios que obtuvieron. La piel lisa e impoluta era una completa fantasía para guerreros como ellos. Cada vez que sus manos robustas recorrían el cuerpo ajeno se topaban con aquellas ligeras protuberancias en la dermis del otro. Testificaciones vividas de sus vivencias en el campo de batalla y fuera de éste. Había marcas que quedaron allí como consecuencia de duros entrenamientos. Naruto rara vez tenía alguna debido al poder del chakra del Kyubi y Sasuke había sanado gran parte de las suyas cuando absorbió a Orochimaru en su cuerpo. Por ende, rara vez tenían marcas y no eran muy visibles. Muchas estaban en lugares que ni ellos mismos conocían. No obstante, eso no importaba.

—Aunque no me gusta imaginar cómo te hiciste esas marcas, no me desagrada nada de ti ttebayo —aseguró Naruto antes de morderle la muñeca dejándole un gran chupetón imposible de esconder.

—No todos tenemos un demonio que cura cicatrices —le recordó Uchiha viendo que la marca recién puesta en su piel tardaría al menos una semana en desaparecer.

—¡Eso me alegra! —exclamó Uzumaki con gran alegría—. Me gusta ver cómo queda tu piel con mis besos.

—Mordidas de zorro salvaje —corrigió el portador del sharingan—. Y sigue sin parecerme justo que tú no lleves mis marcas más tiempo.

—Culpa de Kurama —se defendió encogiéndose de hombros—. A mí no me molesta llevar tus marcas de besos, es mejor que tener estampado el símbolo del clan Uchiha hasta en los calzones.

—No soy tan exagerado como para llegar a eso —aseguró Sasuke viéndolo con claro reproche.

—Menos mal, no soportaría estar marcado como ganado o una mascota que se extravía —bromeó el blondo antes de envolver a su novio nuevamente entre sus brazos.

No eran suaves como las aldeanas cuyos trabajos distaban de la lucha contra enemigos letales. Estaban lejos de tener la delicadeza de las princesas y otros nobles cuyas tareas se reducían a dar órdenes y jugar shogi. Empero, sus corazones seguían siendo suaves. En lo más profundo claro está. Los shinobis eran herramientas que no debían guardar sentimientos y mucho menos expresarlos para no anular el buen juicio y sentido del deber, pero eran humanos. Era imposible no sentir. Podían ocultar su vulnerabilidad ante todos, menos no a su persona especial. Aquella que estuvo a su lado en sus peores y mejores momentos. Se tenían un nivel de confianza tan absoluto que desnudaron sus debilidades mutuamente con la plena confianza de que no serían heridos.

Luego de tantas penurias, peleas y desacuerdos ocurridos anteriormente, sólo querían dejar el pasado atrás. Mirar hacia el futuro con esperanza sujetando la fuerte y callosa mano de la persona que amaban. Estaban seguros de que, si les dieran la oportunidad de volver en el tiempo y escoger otra pareja, lo rechazarían. Se elegirían una y mil veces el uno al otro.


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