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SNS Week por shiki1221

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Día 7: Neón

 

El ambiente saturado por el aroma a alcohol y sexo era intoxicante. Para alguien como él era casi como veneno en el aire. Odiaba los sitios ruidosos llenos de personas con nulo respeto por el espacio personal ajeno. También detestaba no poder decirlo en voz alta sin que le dijeran que era un “único y detergente”. No era su culpa que internet pusiera de moda esa frase tan irritante. Era su estilo de vida desde hacía mucho tiempo. No era algo para verse interesante y misterioso. Si al menos eso alejara a las féminas en celo que lo buscaban para tener sexo casual agradecería aquella moda. Pero para su desgracia ocurría lo contrario y creían que sus rechazos eran parte de su “actuación” para atraerlas.

—Viejo deberías cambiar esa cara de limón agrio —comentó Suigetsu abrazándolo por el cuello.

—Estoy haciendo suficiente como amigo estando aquí —respondió mirándolo con los ojos entrecerrados.

—Eres el más responsable de nosotros después de todo —le recordó el de cabellos blancos con una sonrisa que dejaba ver sus afilados dientes.

—Tiene razón, Sasuke —secundó Juugo con una expresión indiferente en su rostro.

Aquella no era nada más ni nada menos que una despedida de soltero para Suigetsu. Él planeaba casarse con su antigua némesis y amiga, Karin. Otra amiga de Uchiha. Fue por la amistad que compartía con ambos que participó en esa salida. Habían quedado en que no harían tonterías como llamar a nudistas ni nada similar que pudiera llevarlo a cometer una infidelidad justo antes de su boda. Por lo mismo, Suigetsu prefirió salir a una discoteca con sus dos mejores amigos por no decir los únicos. La pelirroja no tuvo problemas con ello, sólo le pidió al azabache que se asegurara de que su prometido volviera a casa a salvo. Si esa iba a ser una noche de celebración, lógicamente Suigetsu querría beber y por consecuencia de éste, hacer muchas tonterías. Teniendo cerca a alguien como el moreno, era de esperarse que no se saliera demasiado de los límites.

—¿Sólo por eso debo andar de niñera? —preguntó Uchiha con los brazos cruzados mirándolos de mala forma.

—De niñera no, sólo debes evitar que me prenda fuego a mí mismo —le recordó el de dientes afilados con tono despreocupado—. De nuevo —agregó en un susurro.

Si había un motivo por el que Karin estaba preocupada por su prometido, era porque literalmente se prendió fuego solo en una ocasión. Esa vez había sido la típica salida de amigos donde participaban los cuatro. Juugo bebía en silencio en una esquina apartado y la pelirroja estuvo intentando ligar con Sasuke. Entretanto, Suigetsu, —quien dicho sea de paso llevaba varias copas encima—, se sintió atraído a unos curiosos cocteles con fuego. Una bebida en llamas era un cóctel u otra bebida alcohólica que se prende antes de su consumo por motivos estéticos, ya que el alcohol es un compuesto inflamable. El alcohol puede ser parte integral de la bebida o flotar como una capa delgada en la superficie de esta. Aunque la principal razón para flamear una bebida era impresionar al cliente, muchos bármanes y mixólogos afirmaban que, en combinación con ciertos ingredientes, pueden alterar los sabores de la bebida, potenciándolos o aportando un matiz ahumado o tostado.

Por el uso de fuego, se trataba de una práctica que puede ser peligrosa, y se debían tomar las precauciones necesarias para garantizar la seguridad tanto del cantinero como de los clientes que consumían la bebida. El fuego siempre debía encenderse lejos del área donde se encontraban los clientes para garantizar su seguridad, y estos nunca debían consumir las bebidas mientras las llamas aún estén ardiendo. Los vasos podían calentarse bastante para sostenerlos con la mano, lo que podría provocar quemaduras. Además, siempre existía el riesgo de derrames o de incendiar otros artículos, especialmente si los clientes ya estaban bajo los efectos del alcohol.

Ahí estuvo el error de Suigetsu. Motivado por su alto grado de embriaguez, el de cabellos blancos se sintió envalentonado y se empinó un trago aun sin apagarse. Como resultado, parte de la bebida se derramó en su ropa causando que también comenzara a quemarse. De inmediato se hizo lo posible para extinguir el fuego. Por fortuna, sólo sufrió algunas quemaduras superficiales de poca importancia. A Karin la había dejado preocupada el estado del otro y comenzó a frecuentarlo para ayudarle con lo que no podía hacer. Eran demasiadas cosas a las que estaba limitado porque sus manos se llevaron la peor parte, así como su boca y barbilla. El tiempo juntos les había hecho desarrollar una relación que estaba por culminar en una boda. Una en la que la pelirroja esperaba no fuera recibida en el altar por una momia de vendas.

—Eres un peligro para ti mismo —mencionó Sasuke mirando al sonriente albino delante suyo.

—Estoy bastante sobrio ahora y no haré tonterías que dejen a Karin viuda antes de la boda —aseguró Suigetsu.

—Más te vale —advirtió el de cabellos ébanos mientras volteaba la cabeza.

Por un breve momento en medio de la oscuridad unos ojos rojos parecían estarlo observando atentamente. No estaba seguro de si fue real o no. Al menos la parte de una persona observándolo a la distancia. Pues el color rojizo en esas irises probablemente era el efecto de las luces de neón. Con toda la oscuridad reinante, no era de extrañar que las luces tuvieran extraños efectos en la percepción visual. Algo similar a lo que sucedía con los gatos siameses cuando sus ojos azulados se tornaban rojizos por el flash de las cámaras de los celulares al momento de tomarles una foto. Esa era la explicación lógica para esa tonalidad, pero eso seguía sin darle una respuesta a lo que buscaba ese desconocido.

Debe haber cruzado miradas conmigo accidentalmente”. Se convenció Sasuke al no encontrar de nuevo aquellos ojos rápidamente se propuso olvidar el tema.

Volvió a centrarse en vigilar a su amigo que, para su sorpresa, se estaba comportando bastante bien. Puede que la idea de casarse lo hubiera impulsado a madurar, pues bebió con suficiente moderación como para no perderse así mismo y bailaba sin segundas intenciones con quien se lo propusiera. Cuando alguien quería ligar con él, sin perder el tiempo les ponía límites. Estaban ahí para bailar y divertirse, no por una aventura. Eso sorprendió a Uchiha demasiado acostumbrado a oír a las mujeres quejarse de engaños en la despedida de solteros y a los hombres presumirlo como una hazaña. Viendo que su amigo no necesitaba una niñera se relajó lo suficiente para ir por otro trago a la barra.

Una vez que obtuvo su coctel observó distraídamente a quienes estaban bailando en la pista. El lugar era oscuro dejando que sólo se pudieran distinguir los cuerpos de los demás como sombras ondulantes que se movían al ritmo de la música y las molestas luces de neón. Supuso que se buscaba crear un ambiente misterioso o algo de ese estilo. A su parecer lo único que estaba consiguiendo era un extraño juego de ruleta rusa con luces. De haber alguien con problemas de epilepsia entre los que asistieron a esa discoteca, pronto estaría convulsionando en el suelo. Era una apuesta que él no haría si fuera dueño del lugar. Bebió lentamente su trago mientras pensaba en ello. Fue cuando lo vio. Allí en medio de la pista atrayendo la atención de todos estaba un rubio balanceando su cuerpo de un lado al otro.

Un, dos, tres un paso hacia adelante sin perder contacto visual con él y luego repitió ese patrón caminando hacia atrás. Como si estuviera invitándolo a unirse y reemplazar a su compañera de turno. Y Sasuke no pensaba rechazar semejante invitación del misterioso chico. Caminó lentamente como solía hacerlo. Su balanceo de caderas al caminar era similar al de un gato y eso indudablemente lo hacía ver increíblemente sensual a los ojos de cualquiera. Aquel misterioso joven de ojos azules no fue la excepción, relamiéndose los labios al sentirse acechado. Un cazador que había invitado a otro en un juego de mutua persecución. Uchiha no tenía prisa en perseguirlo. No dejaría que se viera su ansiedad por unirse a su juego. Tomó a una compañera de baile sin siquiera intercambiar palabras.

Los ojos azules destellaron con celos por la osadía de esa chica de moverse alrededor del azabache. “Maldita gata en celo”. Pensó Uzumaki con molestia, pero también diversión. El joven de movimientos felinos se las estaba cobrando por osar intentar provocarlo con su baile en pareja con otra persona. Y le salía bien. Ambos se sentían molestos por el accionar del otro en su búsqueda de provocarse. Siguieron bailando con aquellas féminas a las que ni siquiera les dedicaron una mirada. No habían siquiera distinguido sus rostros, por tener sus ojos puestos en su verdadera presa. Cuando las luces se apagaron por completo se alejaron de sus compañeras. Era extraño como consiguieron tomarse de la mano. Mas, la explicación era sencilla. Uzumaki ya había sujetado la muñeca blanca antes de que la oscuridad reinara.

Lo apegó a su cuerpo pegando su cuerpo al ajeno. Los labios del rubio estaban pegados a la oreja del azabache mientras su entrepierna se rozaba descaradamente contra el trasero del otro hombre. Este último no se quedaba atrás y se movía restregando su cuerpo de arriba hacia abajo. Sobándolo descaradamente a sabiendas de que seguir haciéndolo podría provocarle problemas en su zona baja al otro. Podían sentir el calor del otro cuerpo, así como su agitación. Una respiración pesada salió de los labios del blondo acompañado por un suave gemido de Sasuke causado por un roce especialmente estimulante.

—¿Quién eres? —preguntó Uchiha antes de darse la vuelta para arrinconar al otro con su cuerpo—. Y espero una respuesta satisfactoria —advirtió mientras su rodilla rozaba descara mente la entrepierna del otro. 

—Mi nombre es Uzumaki Naruto —se presentó mientras le seguía el juego moviendo sus caderas al ritmo de su rodilla—. ¿Puedo saber el tuyo?

—¿Para qué quieres saberlo? —interrogó el azabache con una de sus típicas sonrisas de superioridad.

—Por educación, porque ya te di el mío o quizás… porque podría ser lo único que quiera gritar en la cama esta noche ttebayo —respondió mientras le sujetaba del cuello de la ropa para acercarlo a su rostro—. ¿Preguntaste el mío pensando en lo mismo? —preguntó curioso antes de lamerle la mejilla con descaro.

—No creo que estemos en ese tipo de discoteca —contestó Uchiha de manera evasiva mientras le sujetaba el mentón con una mano y la otra iba a parar en su cintura.

—¿Y en qué tipo de discoteca estamos? —cuestionó Uzumaki antes de llevar sus dos manos a la cintura ajena.

La sonrisa zorruna del rubio le causaba diversión y curiosidad a Sasuke. Generalmente no era de enrollarse de esa manera tan rápida y desvergonzada, pero le atraía ese chico. Más de lo que cualquier otra persona había logrado captar su atención antes y no iba a desperdiciar su tiempo juntos. Uzumaki era como un paraíso sensual que lo atrapó desde el primer vistazo. Bajo aquella iluminación despareja era como un espejismo idílico lleno de misterio y promesas cargadas de lujuria no escritas. Ni siquiera pronunciadas por aquellos rosados labios, pero más que marcadas en sus ojos.

Naruto se sentía de la misma forma que su acompañante. Lo vio allí solo en la barra y cayó preso del embrujo de aquellos ojos negros como la misma noche. Casi sin darse cuenta terminó enredado en una telaraña de lujuria. Todo para culminar en esto. Ambos cayendo en un rito de pasión en una parte apartada de la discoteca. Atrapados entre la tortura y el placer, hundiéndose cada vez más en el deseo de beber de la boca ajena para saciar una sed incontrolable. Una sequía instalada en su garganta ardiente clamando por el otro. Incluso si le dijeran que era veneno, lo bebería gustoso. Daría lo que fuera por probar el sabor de sus labios, todo por sentirse su dueño tan sólo una vez.

—Una en la que no estaremos cómodos si queremos hacer lo que estás pensando —respondió Sasuke con una mirada ardiente que hizo sentir escalofríos al otro.

—Jugar conmigo es tu placer, ¿verdad? —preguntó el blondo con una sonrisa complacida.

—Y también puede ser el tuyo —mencionó Sasuke en tono sugerente antes de llevárselo de allí.

Sin avisar nada a sus amigos Uchiha se alejó de la mano con Uzumaki. Ocultos de ojos curiosos con música ensordecedora camuflando sus promesas para la noche susurradas en secreto.

 

“Lo siento por Suigetsu, pero si no me llevó a este rubio quien se prenderá fuego soy yo”.


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