Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El imbécil de Matthew Bell por CrystalPM

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Golpeo la frente contra el cristal de la ventana. El dolor que me produce no ayuda a aclararme las ideas, ni a calmarme.


—¿Quién se cree que es ese imbécil? 


Me cabrea, solo pensar en su estúpida mirada de superioridad hace que me hierva la sangre. Me cabrea tanto que no he sido capaz de ir directo a mi dormitorio, necesitaba despejarme un poco con el aire frío de la calle. Toso levemente, notando un nudo incómodo en la garganta y me siento en el bordillo de la acera. Nerviosamente mis dedos hurgan en el pantalón, en busca de un nuevo pitillo, vacío. Suelto un gruñido molestó.


—Me debe un cigarrillo.


Mascullo para mis adentros.


Contemplo la oscuridad de la noche. No hay nadie en la calle, probablemente ha pasado la medianoche mientras yo me dedicaba a contemplar la nada. Mañana —o mejor dicho, hoy—, empiezan las clases, y desde luego aquello no era algo que me hiciese especial ilusión. Si al menos padre me hubiese dejado escoger la universidad, pero claro, ni en eso tenía voz ni voto. 


<<Al menos no tendrás que soportarle>> me había consolado Nina cuando me fui. Vuelvo a dejar escapar un gruñido. Ese idiota me ha puesto de mal humor y yo de mal humor resulto ser bastante negativo. Nada dispuesto a que la melancolía me supere me levanto de mi sitio y pongo rumbo a la habitación, probablemente Anthony y Jordan ya hayan abierto la botella sin siquiera tener la decencia de esperarme.


—¿¡Te pensaste que el nuevo te estaba metiendo mano!? 


La risa de Jordan inunda mi dormitorio, Anthony en cambio tiene la sensatez de contenerse, aunque su rictusindicaba que le esta suponiendo un esfuerzo apoteósico.


—¿Qué queríais que pensase? ¿Que el viejo verde se ha cambiado de acera? 


—¡Para, para!, no sigas que se me van a romper un pulmón de tanto reír —suplica Jordan con lágrimas en los ojos. Cabreado le golpeo en el estómago. Él se dobla en dos y se lleva las manos al estómago debido al dolor, pero las carcajadas no cesan.


—No sé para que os cuento estas mierdas —murmuro casi para mis adentros. Porque sí, me lo tengo merecido por ser un bocazas. No es como si esperase un poco de comprensión por su parte, o una disculpa por lo mal que me lo han hecho pasar. 


Tony parece captar mi estado de humor ya que saca la botella de vodka y habla con tono conciliador.


—Bueno, tío. Eso es agua pasada. Ahora toca el momento de disfrutar el botín.


Repentinamente Jordan cesa de reír y saca de la nada tres vasos de chupito. Siempre son así, Anthony Jackson y Paul Jordan, siempre tienen el objeto adecuado en el momento adecuado. Los tres nos miramos y asentimos a unísono. En completo silencio el pelirrojo vierte parte del contenido en los recipientes. 


—Es hora del brindis, ¡por el nuevo curso!


"Chin Chin"


Nos lo bebemos de un solo trago


—Puaj. Tíos, el vodka se toma frío. Si no sabe a mierda.


—¿¡Yo que iba a saber!?


—¿Y si le echamos limón?


—A ver de dónde lo sacas porque yo no pienso rescatarte de nuevo del viejo verde.


"Noc Noc Noc"


Tres golpes secos contra la madera de nuestra puerta. Nos volvemos a mirar, esta vez con alarma en los ojos. 


—Escóndelo.


Anthony se apresura a guardar la botella debajo del colchón. Yo me ocupo de los vasos, Jordan se levanta y recorre la distancia hasta la puerta. Aunque no le veo sé que ha abierto la puerta con la mejor de las sonrisas en el rostro. 


—Lo siento, te has equivocado de habitación


Por el tono informal sé que no se trata de ningún profesor, así que respiro aliviado. Hasta que escucho esa voz.


—¿No es esta la habitación ciento treinta y cinco?


Me giro con rapidez hacia la puerta. El ángel está ahí, observando confuso al pelirrojo, que ensanchó su sonrisa. Sé lo que va a decir.


—¡Por el culo te la hinco! 


Antes de que mi amigo termine de ponerse en ridículo me acerco a ellos y le empujo, apoyándome en el marco de la puerta. Hecho una mirada de perros al intruso. 


—¿Qué haces tú aquí?


Suena como un ladrido más que una pregunta. Él vuelve su mirada hacia mí, sin reaccionar al verme.


—Este es mi dormitorio.


Se forma un silencio incómodo entre los tres. Solo por las risas contenidas de Anthony a mi espalda. Al final, me atrevo a hablar. 


—No —Lo hago despacio, arrastrando las palabras. Como cuando quieres que tu abuelo sordo como una tapia comprenda que no puede mirar tus cartas en el poker—. Esta es mi habitación.


El recién llegado pasea la mirada por la habitación, seguramente observando las dos camas contiguas.


—Los dormitorios están pensados para ser compartidos por dos personas.


—Para Ben no —se le escapa a Anthony, que por alguna razón toda esa situación se le hace de lo más cómica—, no ha compartido dormitorio en su vida. 


El angelito encarna una de sus finas cejas y me mira. Yo intento adoptar la sonrisa más inocente que soy capaz de hacer, seguramente no cuela. 


—Antes le dijiste al director que estabas de acuerdo con compartir habitación. 


La sonrisa se borra de mis labios. 


—¿Yo? ¿Cuándo he dicho eso?


—En el despacho del director —insiste—, justo antes del numerito de tu amigo saltando por la ventana. ¿Por qué crees que el director quería hablar contigo sino?


El rostro se me desencaja al comprender la situación. Jordan rompe a carcajadas. El ángel nos observa impasible, como si aquella escena le aburriese más que extrañarse. Incapaz de aguantar la humillación cierro la puerta de golpe, en sus narices. Me vuelvo hacia Anthony, su cara ha adoptado un tono incluso más oscuro al darse cuenta de su culpa en todo el asunto.


— Te voy a matar.


El aludido alzó las manos y junto las palmas en son de paz.


—Lo siento, tío ¿¡Yo qué iba a saber!?


Jordan no puede contenerse. 


—Debes ser muy bueno en eso de meter mano para que a Ben se le ocurriese que era buena idea compartir habitación con ese estirado. 


Desafortunadamente se escapa de mi alcance cuando intento estrangularle. 


—Rectifico, os mato a los dos.


—¡Calma, calm...Auch! ¡Eso duele!


—Y más que va a doler, ¡traidores!


De nuevo se oyen tres golpes secos contra la puerta. Los tres nos detenemos. Aún con mis manos en sus cuellos les pregunto en un susurro, poco esperanzado.


—¿Creéis que si le dejo fuera toda la noche se acabará cansando y se ira?


—Para eso primero tendrías que haber puesto el cerrojo por dentro.


Como si hubiese escuchado aquello la puerta se vuelve a abrir, por el rostro del muchacho se está cansando ya de la situación. 


—No me importa lo que sea que estéis haciendo, pero es tarde y mañana empiezan las clases. 


Con paso elegante se acerca a la cama que está sin hacer y deja una de sus maletas encima para luego mirar a mis amigos.


—Agradecería que os marchaseis.


Será estirado el niñato este. ¿Quién se cree que es para echar a mis amigos de MI habitación?


—Oye tú, gilipollas...—Jordan me detiene. Tal vez teme que vuelva a iniciar una discusión.


—Ya nos vamos, Ben. De todas maneras, es tarde.


Incrédulo veo como ambos chicos se levantan, dispuestos a largarse y dejarme solo con aquel idiota. Antes de que salgan por la puerta me estiro en mi cama y agarro con rapidez la botella que minutos antes habíamos escondido.


—¡Esperad!


Poco me importa que el idiota lo vea. Que tenga huevos a chivarse si él quiere. Avanzo hacia la puerta donde Anthony y Jordan se han detenido. 


—Voy con vosotros. Necesito otro trago. 


Me despierto desorientado entre unas sabanas enredadas. El estridente sonido de la alarma de mi móvil me taladra los tímpanos de un manotazo lo agarro y miro la hora: "8:10".


Las clases empiezan en 20 minutos: 5 para ducharme, 5 para vestirme y otros 5 para tirar los libros de mala manera en la mochila. No hay tiempo para bajar a desayunar así que durante el proceso me bebo una bebida energética que les robe a Jordan y Anthony de su nevera la noche pasada y cojo un par de galletas de una caja que encontré debajo de mi cama. Curiosamente la cabeza no me duele a horrores por la resaca, aunque tampoco bebí tanto. Cuando llego al aula el profesor ya ha entrado y está empezando a escribir su nombre en la pizarra. Afortunadamente para mí la asignatura que nos toca es común para todo el curso y se imparte en el aula magna así que no llamo mucho la atención al entrar tarde. Busco con la mirada un sitio al fondo que esté libre. Jordan agita la mano para que le localice, me ha guardado un sitio a su lado, al otro Anthony ronca con la cabeza apoyada en la mesa. 


—¿Qué tal la convivencia? 


Me pregunta nada más ocupar el asiento. Yo le miro confuso.


—¿La qué?


—La convivencia, con tu nuevo compañero de habitación


Mierda, me había olvidado del angelito. Cuando llegué por la noche ni me molesté en encender las luces antes de meterme directo en mi cama y esta mañana debía haberse levantado más temprano. Suelto un quejido de frustración.


—20 minutos del día y ya me los has jodido.


—Récord.


Sin poder evitarlo paseo la mirada por la habitación. No me sorprende verle rodeado de bastante gente, es muy extraño que alguien nuevo llegue en esta universidad saltándose tres años. Aprieto la mandíbula con rabia recordando nuestra primera conversación. Pronto todos se darían cuenta de que es un borde de mierda y pasarían de él.


El profesor empieza a presentarse en aquel momento. No sé por qué, si ya le tuvimos el curso pasado. Finjo prestar atención mientras hago garabatos en mi libro. De repente noto unos golpecitos contra mi espalda. Al darme la vuelta Lizzy me sonríe con picardía acentuando sus preciosos rasgos afroamericanos. Sus rizos se mueven con gracia cuando se inclina hacia mí y deja una nota en mi mesa. 


<< Ni si quiera un mísero saludo después de dos largos meses sin verme y te sientas con estos dos tontainas nada más llegar. Me debería cabrear, mucho >>


No puedo evitar sonreír. Ambos teníamos móvil, pero Lizzy siempre se empeñaba en continuar con esta costumbre más típica de niños de secundaría. Rápidamente garabateé la respuesta.


<<Te he echado de menos, preciosa>>


<<Bien, tu hazme la pelota para que te consiga la cita que tanto me pides con Rachel>>


<<¿Te he dicho ya lo bien que te sienta ese vestido?>>


La chica se ríe y escucho como escribe con rapidez.


<<Tampoco te pases. ¿Qué es eso de que estás compartiendo habitación? ¿Brown se cansó de tus excentricidades??>>


<<Tu primo y el viejo verde me tendieron una vil y burda trampa>> 


A mis espaldas vuelvo escuchar su risa y una sonrisa se forma también en mis labios. En aquel momento la voz del profesor se hace sonar por encima de los cuchicheos de la gente.


—A los del fondo. Mi clase no es una comedia.


—¿Qué os parecería empezar con "Bigmouth strikes again"? —pregunta Jordan cuando acaba la clase y empezamos a recoger para irnos todos a nuestras respectivas clases optativas.


Lizzy bufa.


—Si empezamos un concierto con The Smith vamos a aburrir al público en 3 minutos.


Jordan parece ofendido 


—¡Pero si es un temazo!


—Bueno, ya pensaremos en el setlist del concierto luego —refunfuña la pelinegra mientras mueve la mano como quien espanta una mosca molesta. Se vuelve hacia mí— ¿Entonces estás compartiendo habitación con el nuevo?


—No me lo recuerdes.


—O vamos, está buenísimo.


Inconscientemente mi mirada vuelve a localizar al angelito, inspeccionándole.


—Me los he tirado mejores. 


—Pero a este me lo quiero tirar yo ¿Me lo presentas? 


Frunzo el entrecejo, molesto.


—¿A ese? Si es un gilipollas.


—¿Solo le conoces de un día y ya te cae mal?


—¿Cuánto más necesito para saber que una persona es imbécil?


Jordan se atreve a intervenir.


—No sé tío. No parecía tan gilipollas cuando habló con nosotros ayer.


Abrí la boca sorprendido y ofendido a partes iguales.


—¡Nos echó de mi habitación!


—Tú te echaste solo. Además, no le contó a nadie lo del vodka.


—¿Bebisteis vodka y no me llamasteis? —exclamó la chica molesta. Jordan dejó escapar una risa nerviosa.


—Sí... se nos olvidó.


—Pensaba que éramos amigos. Ten un grupo para esto...


—No seas dramática, ricitos de carbón y tú, Jordan, despierta a Tony o búscale un bozal para los ronquidos al menos. Joder.


Antes de que pudiese levantarme para marcharme del aula Lizzy me agarró de la muñeca, echándome una mirada decidida.


—Solo hay una manera de compensar este insulto. Preséntame al tío buenorro.


Mierda, siempre me hace esto. Por experiencia sé que no va a cerrar el pico hasta que haga lo que ella quiere.


—Allá tú, pero que sepas que es un remilgado de mierda.


Nos acercamos al grupo que se ha formado a la salida de la clase, tanto chicas como chicos rodean al recién llegado y se dedican a hacerle preguntas. No me molesto en sonar amable cuando alzo la voz.


—¡Eh tú! —Mierda, se me ha olvidado cómo se llamaba ¿Alguna vez se presentó?


El corro se abre un poco y quedando los dos frente a frente. Me preparo mentalmente para lo que viene. Una sonrisa burlona como la que tenía cuando me quitó el cigarrillo o tal vez una mirada de reprobación como cuando nos echó de la habitación. 


El ángel me mira unos instantes y luego sonríe con amabilidad.


—Buenos días, Benjamin ¿Has dormido bien?


¿Qué cojones? Aquel gesto me pilla tan de imprevisto que no sé muy bien qué contestar. El ángel no parece inmutarse por mi falta de respuesta.


—Me alegra ver que llegaste a clase a tiempo —¿Dónde ha quedado el tío que me fastidio el piti y se hizo el chulo la noche pasada? Ignorando completamente mi mutismo vuelve la cabeza hacia Lizzy—. Hola ¿Tú eres...?


—Elizabeth. Elizabeth Jackson—se apresura a decir la chica.


—Matthew Bell, encantado.


—¿De dónde vienes, Matthew?


—Soy de Manhattan, pero mis padres y yo estuvimos viviendo unos cuantos años en Canada. Por eso he tenido que hacer el traslado ahora que nos hemos vuelto. 


Otra de las chicas que esta en el grupo se apresura a preguntar entusiasmada.


—¡Qué guay! ¿Qué parte de Canadá?


—Quebec


—Uf. Debe nevar un montón ¿Hacías algún deporte ahí? ¿Hockey?


—Ehm, no. No sé me dan muy bien los...


—¡Oh! ¿y tienes hermanos? 


Suelto un bufido que calla momentáneamente a las grupis enloquecidas.


—¿Por qué no le preguntáis de paso por su tipo de sangre? Para apuntarlo en vuestra lista de cosas que no le interesan a nadie.


Se hace un silencio incómodo del que no me siento culpable. A mi lado Lizzy me golpea con el codo, a modo de reproche. Una de las chicas, Andrea, la ricitos de oro, me dedica un mohín y se vuelve al angelito.


—Ignóralo, es un borde. Solo sabe decir palabrotas y pegarse a puñetazos con los demás.


Aquella frase me cabrea, y cuando me cabrean no puedo contenerme.


—No decías eso el mes pasado cuando me la querías chup...


Una exclamación de Lizzy me impide terminar la frase


—¡Qué tarde es! ¡Nos tenemos que ir a clase! —Me agarra de la camiseta que llevo puesta y tira de mí para alejarme del grupo. Yo no la hago mucho caso. Me llama más la atención la mirada de reprobación que me esta clavando el angelito, al igual que la noche anterior. Al menos eso no lo podía ocultar. Nuestras miradas se cruzan y eso me hace sentir victorioso—. Un placer conocerte, Matthew.


Él tarda unos segundos en reaccionar, por fin rompe el contacto visual y se vuelve a la chica sonriendo con amabilidad. 


—Igualmente.


De camino a la siguiente clase voy escuchando el sermón de Lizzy.


—¿En qué demonios estás pensando?


—No me gusta.


—¿Andrea? Esa no es razón para insultarla. Sabes que el padre de Andrea hace negocios con los nuestros.


—¡No! Andrea no... bueno sí. Me refería al remilgado ese


—¿Matthew? Pero si parecía simpático.


—Por eso no me gusta.


Lizzy suspira con fuerza.


—No hay quien te entienda.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).