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Sasuke card captor por shiki1221

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Cap 8: El entrenamiento

 

Al caer la noche tanto Naruto como Sasuke prácticamente cayeron desmayados sobre las bolsas de dormir. Estaban muy adoloridos y cansados. En el caso de Uzumaki sus músculos estaban prácticamente desgarrados. Los había sometido a un esfuerzo sobrehumano el cual le estaba dificultando moverse correctamente sin sentirse adolorido. El joven de ojos oscuros presentaba un agotamiento bastante agravado. A simple vista no le sucedía nada malo. Empero, cualquier estudioso de la magia notaría sin problemas su baja energía mágica. Para un mago de su calibre, el aura desprendida de su cuerpo era bastante notoria y casi palpable. Estar en esos momentos en el límite, emitiendo débiles ondas similares a las de las personas normales, era cuando menos llamativo.

―Te ves acabado, Teme ―comentó Naruto mirándolo desde su propia bolsa de dormir.

―Tú te ves mucho peor ―refutó Uchiha viendo los múltiples rasguños en el rostro y brazos de su mejor amigo―. ¿Qué demonios les sucedió a tus manos? ―cuestionó sentándose repentinamente al ver los vendajes en las mismas.

―Oh ¿esto? ―preguntó sin darle mucha importancia mientras veía su propia palma―. Es parte del entrenamiento que sugirió Minato ―suspiró recordando lo propuesto por el adulto.

 

Uzumaki había sujetado el brazo de su progenitor casi sin darle tiempo a hablar con Sasuke. Al menos el mayor alcanzó a decirle las instrucciones necesarias. No había mucho que explicarle de todas maneras. No por falta de interés en darle los pasos a seguir, sino porque no existían. No era una receta que se pudiera realizar, sino algo que los magos descubrían mediante la meditación. Era algo escondido dentro de ellos mismos. Si bien existían los hechizos legados en libros y en las personas que enseñaban esos secretos a la siguiente generación, cómo dominar la paz interior no tenía un método. Cuando su hijo se detuvo, Minato dejó de pensar en aquellas inexistentes reglas, para centrarse en el hiperactivo rubio menor. Naruto tras detenerse, lo soltó y se paró delante suyo con una mirada decidida.

―¿Qué debo hacer para ser más fuerte? ―preguntó sin apartar los ojos ni un solo momento.

―Antes de iniciar con eso, quiero que me contestes algo con toda tu sinceridad ―dictaminó Minato mientras se cruzaba de brazos―. ¿Para qué quieres ese poder?

―Para proteger a quienes son importantes para mí ttebayo ―respondió casi gritando mientras cerraba sus manos en puños y las contraía hacia su pecho.

―Bien, entonces déjame replantear mi pregunta ―comentó Minato cerrando los ojos para meditar las palabras que dejaría―. ¿Lo haces para proteger a Sasuke o a Sai?

―A ambos ―replicó moviendo la mano con indignación por el tono en el que estaba hablándole. Casi parecía que estaba pidiéndole elegir entre ellos―. No sólo debo proteger a uno. Yo puedo…

―No, no puedes ―interrumpió el mayor mirándolo con el ceño fruncido―. Los guardianes no pueden tener dudas. ¿Cuáles son tus sentimientos hacia Sasuke y Sai?

―¿Eso qué tiene que ver con la magia? ―preguntó imitando la expresión del rubio mayor. Él también mostraba su descontento hacia las preguntas del mayor.

―Todo ―respondió el adulto de ojos claros soltando un largo suspiro mientras negaba con la cabeza―. Un guardián recibe ese nombre porque es su deber entregarse a su mago. Todo, su tiempo, su fuerza, su vida, incluso su…

―¿Su familia? ―preguntó Naruto con sarcasmo mientras alzaba una ceja como solía hacer Sasuke.

―Jamás me perdonarás eso, ¿cierto? ―interrogó con seriedad. Sus ojos se mostraban tristes por las reacciones de su hijo, mas su rostro se mantenía serio como ameritaba su puesto como mentor.

―Yo no seré como tú ―declaró Naruto temblando ligeramente conteniendo sus sentimientos―. Yo los protegeré a todos. A mi mago, a mis amigos y no dejaré que mi deber como guardián hiera a quienes amo, como tú hiciste.

Namikaze oyó cada palabra de su hijo, notando el resentimiento hacia su persona. El menor era un iluso. Un soñador que creía que aquellas palabras podrían hacerse realidad. El lazo entre un mago y su guardián era mucho más profundo de lo que esos niños estaban entendiendo. Él también fue ingenuo al pensar en una relación de amo y sirviente sin más ni más. Hasta el momento en que vio a la muerte cara a cara entendió todo lo implicaba entregarse a un mago. Encontraba extraño ver a su hijo en tan buenas condiciones aun. A esas alturas ya debería estarle afectando al igual que a Gaara. Tal vez, aun sin ser expresamente consciente, estaba yendo por el camino correcto. Tendría que apostar por eso y ayudarlo en lo que estaba necesitando.

―Bien, hijo ―suspiró resignado―. Como sabes los guardianes al transformarnos cambiamos de forma y adquirimos apariencia de animales míticos. Lo cual nos permite volar y detectar con mayor facilidad donde se encuentran las cartas Clown.

―Pero nos volvemos débiles ―acotó tras asentir a las palabras anteriores―. No tenemos fuerza y con nuestro tamaño de muñequitos de peluche estamos muy expuestos a ser blanco del enemigo ―explicó exponiendo el motivo de su frustración.

―La magia que se concentra en el cuerpo de un guardián es lo que nos permite cambiar de forma. Si logras redirigir la magia que recorre tu cuerpo podrías concentrarla lo suficiente para no adquirir un tamaño tan pequeño.

―No lo estoy entendiendo ―admitió Naruto mirándolo con clara confusión.

―La magia de los guardianes depende de su mago ―simplificó Minato mirando a su hijo fijamente―. El gran mago Clown tenía un demonio zorro de nueve colas debido a sus incalculables poderes. Sasuke y Sai son magos débiles por eso ustedes adquieren esas formas tan pequeñas.

―¡No son débiles! ―reclamó Uzumaki indignado que se atreviera a hablar de esa forma de sus amigos.

―Lo son, Naruto ―repitió el mayor de los rubios sin perder su seriedad―. Con el poder que poseen en estos momentos tendrás que hacer magia sin transformarte en guardián. No podrás volar y tu cuerpo seguirá vulnerable como el de cualquier humano.

―¿Eso es posible? ―cuestionó sorprendido de enterarse. No tenía idea de la posibilidad de que un guardián hiciera magia.

―Empezaremos por algo complicado. Lo siento, pero no en estas circunstancias no hay tiempo de iniciar con ejercicios suaves ―se disculpó Namikaze. Confiaba en que ambos podrían superar el ejercicio preparado para ellos, pero por lógica deberían empezar por otra cosa.

―Estoy listo, Minato ―respondió Uzumaki prestando su total atención a las instrucciones.

En el caso de Naruto lo principal era controlar la magia que usaba para transformarse y dirigirla a su mano. Esa era la única manera de evitar que su magia quedara destinada únicamente a mantener su apariencia de guardián. Sin embargo, la contra de dicho proceso era controlarlo. Al pensar en transformarse su cuerpo comenzaba el proceso de cambio y el rubio debía detenerlo antes de que se completara. Sintió la magia fluir a través de su cuerpo cada vez más fácilmente. Su figura de guardián estaba hecha de la concentración de la magia de su mago. Mas, entenderlo no era sinónimo de controlarlo a voluntad. Tras varios intentos de forzar a su cuerpo a concretar su propósito había caído la noche y con ella el propio joven.

 

―Concentrar la magia es más difícil de lo que pensé ―dijo Sasuke interrumpiendo los pensamientos del otro.

―Lo es ―secundó Uzumaki mientras giraba su cuerpo con dificultad para quedar cara a cara con el moreno―. No entiendo cómo los magos lo hacen ver tan fácil ttebayo ―exclamó con sus ojos azules fijos en el rostro de su mejor amigo.

La tenue luz de la fogata cercana a ellos hacía ver los ojos de Sasuke como dos pequeñas brasas rojizas. Sus ojos naturalmente negros cuando reflejaban el fuego se veían como si de un sol rojo se tratara. Naruto no pudo evitar perderse en la oscuridad de esos enigmáticos ojos. Estaban fijos en su persona, pero aquellos labios no emitían ninguna palabra. Había varios pensamientos cruzando la mente de Uchiha en esos momentos. No tenía algo en concreto que decirle al otro. Estaba adolorido y cansado. Además de la frustración de no conseguir su cometido, pero… ver al blondo esforzándose tanto y sonreírle con aquella facilidad suya, hacía que su corazón se acelerada. A veces deseaba decirle a su mejor amigo que lo necesitaba a su vida. Pedirle que jamás se volviera a apartar de su lado.

―Sasuke, Sasuke ¡Teme! ―gritó el joven de ojos azules sacándolo de sus pensamientos.

―No me grites ―ordenó enojado por ser llamado con tanta insistencia―. ¿Qué sucede, Dobe? ―preguntó irritado.

―Te estaba preguntando algo ―respondió rodando los ojos con fastidio.

―¿Qué cosa? ―interrogó curioso y genuinamente interesado, pues no oyó nada.

Uzumaki desvió la mirada hacia la fogata unos breves instantes. Miró de reojo a Sasuke antes de tomar aire y hacer una pregunta.

―¿Crees que esté bien haber venido sin Gaara? ―cuestionó mostrándose incómodo de hablar del otro guardián―. Ya sabes, él es tu guardián y vienes aquí conmigo… a solas…

―No estamos solos, está tu padre ―corrigió el joven de ojos oscuros―. Además no creo que a Gaara le moleste estar con Sai, pese a sus acosos, ellos se entienden mucho mejor de lo que aparenta.

―Apuesto a que Sai y Gaara están perdiendo el tiempo mientras nosotros nos esforzamos ttebayo ―comentó Uzumaki con un puchero―. Ellos se quedaron entre un montón de libros mientras nosotros estamos aquí dándolo todo. ¡Qué perezosos!

―Tampoco se puede envidiar mucho a Gaara ―agregó el joven de ojos negros sonriendo divertido―. Apuesto a que está recibiendo todo tipo de piropos de parte del pervertido de Sai ―bromeó Uchiha mirando de reojo al otro.

Ambos estaban muy adoloridos y sentían el frío viento de la noche chocar contra sus pieles. Estaban tenuemente iluminados por las llamas de la fogata preparada por el mayor de los rubios. El mencionado se había alejado momentáneamente a buscar agua fresca y cargarla en las cantimploras para los menores. Sabiendo que ninguno de ellos era capaz de realizar algún esfuerzo tras tanto ejercicio los dejó reposar sin pedir más. Llegó con las provisiones hasta donde estaban los menores encontrándolos profundamente dormidos. Sonrió enternecido al verlos, así que colocó una manta grande para cubrirlos a ambos. Se sentó cerca del fuego y asó su pescado para cenar. Ya en la mañana habría que reiniciar las prácticas. Era mejor dejarlos descansar lo más posible.

Con la salida del Sol, los jóvenes despertaron encontrándose abrazados el uno al otro. Durante la noche inconscientemente se habían acurrucado buscando calor. Empero, despertar con la cara de su mejor amigo a centímetros del otro no era precisamente lo más normal del mundo. Soltaron un grito espantados y se separaron el uno del otro, notando que compartían una sola manta. Ubicaron con la mirada a Minato viéndolos divertido por las muecas que pusieron al estar abrazados.

―Buenos días ―saludó Namikaze sin mostrarse ni siquiera sorprendido por el despertar de ellos.

―No tienen nada de buenos ―reclamó Naruto viendo a su padre con la cara enrojecida mientras señalaba a Sasuke―. Desperté con esa serpiente metiéndome sus fríos pies entre las piernas ttebayo ―se quejó.

―Y yo desperté con el horrible aliento a ramen podrido de la sucia boca del Dobe ―replicó Uchiha sin quedarse atrás con los insultos.

―Ya, paren con las peleas ―pidió Minato sin perder la paciencia, pese a ver que los menores estaban a una oración de darse de golpes ahí mismo―. Aún tienen mucho que hacer. Desayunen y luego continuamos donde nos quedamos ayer.

 

A regañadientes se soltaron la ropa, pues se habían sujetado mutuamente listos para hacerle pagar al otro haber hecho tal comentario. Namikaze sólo sonrió divertido de la situación. Era obvio que esas peleas no eran en serio. Eran la manera más sencilla de combatir la vergüenza que tenían de despertar en brazos del otro. El sonrojo en las mejillas de ambos los delataba. Aunque debía admitir para sí mismo que lo único fuera de su entendimiento, era ese intento de disimular frente a él. Como si le interesara separarlos. Ellos dos siempre se persiguieron mutuamente desde hacía muchos años. Soltó un corto suspiro y les dio de desayunar abundantemente para compensar la cena que se saltaron la noche anterior. Tras eso, al igual que el día anterior se separaron para continuar con sus respectivos entrenamientos.

Uchiha había estado levitando en medio de aquel lago concentrando su magia para no caer. Oía leves susurros sin poder identificar de que se trataban. Le había costado mucho llegar al nivel de poder elevar su cuerpo sólo usando su poder, pero había un problema. La magia era energía vital canalizada a través de hechizos. Éstos últimos cobraban forma en la mente del mago. En resumen, debía transformar su energía vital usando la mente y expulsarla con su cuerpo. Por instinto los magos conseguían realizar hechizos repitiendo algo ya creado. Sin embargo, hacerlo por cuenta propia era demasiado complicado. Sólo centrarse en la capacidad de mantener el control era más difícil de lo esperado.

Tras estar tantas horas en un flujo constante, sus fuerzas comenzaron a debilitarse. No podía parar el entrenamiento aun. No conseguiría aquel poder que le prometió su tutor si no lograba dominar ese ejercicio. Comenzaba a sentirse frustrado. Apretó los dientes intentando no decaer, pero una parte de él dudaba. ¿Podría vencer a Itachi? ¿Merecía ser el sucesor de Clown? ¿Él? Quien había luchado contra una de sus cartas y fracasado. ¿Estaba capacitado para ser card captor? Exilió a Burbujas en un arrebato de ira. Tenía razón en estar enojado, pues fue traicionado de una manera baja y vil. Si fuera un buen mago, eso no habría sucedido. ¿Era un buen mago? Todo lo que sabía hacer era la magia de curación e invocar a las cartas Clown. Ese no era su poder, era del gran mago y él sólo era un simple aficionado tomando prestado un poder ajeno.

Esos pensamientos habían quebrado algo dentro de Uchiha. Él jamás había reflexionado tan profundamente acerca de ese asunto. No, más bien había evitado con todas sus fuerzas pensarlo. Su orgullo no estaba preparado para soportar darse cuenta que nunca llegaría a ser nadie. Él dependía de textos y cartas, sin eso ¿qué podía hacer? Un poco de magia de purificación y sanación.

 

“Él no valía nada”

 

Fue en ese instante que su cuerpo se precipitó hacia el lago sobre el cual estuvo flotando todo ese tiempo. Intentó mover sus manos e invocar algún hechizo para alivianar la caída, pero la voz no le salía. Cayó de lleno hacia el agua y se hundió en la misma. Su cuerpo se sentía entumecido y demasiado pesado como para nadar. Fue así como su mirada se posó en la luna reflejada sobre él. A medida que iba hundiéndose y perdiendo la consciencia. Repentinamente, las voces que antes eran simples murmullos de las cartas comenzaron a hacerse cada vez más claras para Sasuke. Pronto dejaron de ser palabras inentendibles y las frases cobraron sentido para él.

—Nos reemplazará ―dijo una voz muy fina que denotaba mucho temor.

—Sasuke-sama no haría tal cosa ―habló otra con un tono ofendido de tal acusación.

—Lo dices porque eres su favorito, Trueno ―intervino un tercero que parecía ser una mujer joven.

—Ella tiene razón. Cartas como Nube y yo seremos fácilmente reemplazadas por ser "inútiles" ―secundó la voz de una niña pequeña.

—Si así lo quisiera ya lo habría hecho ―defendió la única voz masculina del lugar.

—¡¿Olvidas cómo nos pisó hace tiempo?! ―exclamó una voz bastante chillona llena de enojo―. No le importamos si no causamos daño ―explicó con cierto aire de tristeza.

El mago estaba confundido. ¿Habría muerto ya? Lo último que recordaba era haber caído hacia el lago y hundirse de manera inevitable. Había cerrado los ojos y aun no los habría, pero seguía oyendo voces para nada conocidas. En su vida había oído de esas personas que lo acusaban de tantas cosas. Temió abrir los ojos y comprobar que efectivamente había muerto en medio de un estúpido entrenamiento. Su venganza, su vida, su sueño todo habría terminado si tenía razón.

—¿Daño? ―interrogó una mujer de manera seria, pero a diferencia del resto parecía más calmada―. Yo creo bosques, árboles. Traigo vida, no la destruyo. Me niego a prestar mi fuerza para esos fines ―aseguró de manera decidida.

—Te sellaron, Bosque debes obedecer ―le recordó el hombre que estaba discutiendo con ellas.

—Así son las reglas ―bufó con sarcasmo la voz más chillona.

—Siempre se puede renunciar como Burbujas ―agregó alguien de manera muy bajita sin dejar que se notara quien exactamente dijo eso.

—¡No me menciones a ese traidor! ―ordenó entre dientes aquel que estuvo defendiendo todo el tiempo a Sasuke.

—Claro ―dijo una de ellas alargando la “a” para darle énfasis a sus palabras―. Como a ti no se te tienta el corazón en atacar a los tuyos.

—¿Qué quisiste decir con eso? ―cuestionó en un tono grave bastante amenazante como si estuviera a punto de soltar algo peor en respuesta.

Cansado de oír como hablaban de esa manera de su persona abrió los ojos observando personas que nunca antes vio. Sin embargo, hacía sólo unos pocos momentos los oyó decirse “cartas”, “Trueno”, “Bosque”. Así que puso toda su atención en cada uno de ellos notándolos similares a sus cartas. Si veía con cuidado los detalles cada uno de ellos era similar al retrato en cada carta Clown. No cabía duda, esas eran sus cartas, pero tenía la duda de donde se encontraba exactamente. No obstante, había estado tantas horas esforzándose para poder concentrar su magia que notó que las cartas hacían cierto “ruido”. Y en algún punto llegó a desear escucharlas, así que verlas era una oportunidad que no iba a desaprovechar.

—¿Ustedes son mis cartas? —preguntó Uchiha en voz alta para captar su atención. Cosa que consiguió de inmediato, pues todas las miradas se centraron en él.

—¿Tuyas? ―preguntó una de ellas acercándose a él antes de girar el rostro con indignación―. ¡Ja! Faltaba más ―exclamó cruzándose de brazos.

—Lo somos desde el momento en el que fuimos sellados ―recalcó un hombre alto de cabellos plateados con el rostro medio cubierto.

—Sí, sí ya lo repetiste varias veces ―agregó una joven de ojos claros.

—Esto es increíble —susurró el mago captando la atención de todas las cartas—. Ustedes pueden pensar ―exclamó sorprendido.

Uchiha no podía ocultar su fascinación por el descubrimiento. Sus cartas, aquellas herramientas que siempre usó, estaban hablando. Ellas tenían pensamientos diferentes. Comprobado con la discusión anterior. Pese a no estar muy de acuerdo con aquellos comentarios dirigidos hacia su persona, podía obviarlos por el momento. Había tantas cosas que quería preguntar a las cartas. Siempre había deseado que pudieran comunicarse con él como alguna vez dijo su madre que hacía. ¿Ella fue consciente de las personalidades de ellas? ¿Qué tal les pareció a las cartas la anterior guardiana del mazo? Ni siquiera sabía por dónde empezar. Aún estaba enmudecido observando a cada carta que estaba allí. No era para nada similar ver sus retratos en las cartas selladas, o pelear cara a cara con ellas cuando enloquecían, a verlas como seres pensantes.

—¿Recién lo notas? ―interrogó un niño acercándose hasta Sasuke mientras le miraba con la cabeza hacia arriba debido a su pequeño tamaño.

—La descendencia del mago Clown ha bajado de calidad ―murmuró aquella adolescente moviendo las cejas de manera coqueta.

—¿Qué esperabas? ―preguntó la carta Bosque―. Su sangre se ha ido diluyendo a lo largo de los siglos.

—Sasuke-sama —llamó la carta del trueno—, cada carta tiene pensamientos y sentimientos individuales ―explicó al notarlo algo perdido―. Me disculpo por lo groseras que han sido mis hermanas ―dijo inclinando la cabeza con arrepentimiento mostrando todo su respeto al mago.

—Somos el mayor orgullo de nuestro creador ―comentó Nube sonriendo alegremente.

—Yo no diría el mayor precisamente ―destacó la carta Vuelo mostrándose indecisa de continuar.

—¿Qué quieres decir con eso? —interrogó Uchiha ansioso de conocer alguna herramienta más útil para destruir a Itachi—. ¿Hay algo más poderoso que ustedes? ―preguntó sin poder ocultar su ambición de poder.

Las cartas guardaron silencio sin decidirse si era o no buena idea revelar aquel detalle. Desconocían si sus hermanas capturadas por Itachi habían hablado al respecto de ese asunto con el otro mago. Era evidente aquel brillo malicioso en la mirada de Sasuke. Ese odio latente en él y su deseo de poder lo hacían bastante peligroso. No les correspondía a ellas juzgar al mago, su papel les había sido dado desde el deceso de Clown. Ellas obedecían al guardián del mazo o, en su defecto, a quien lograra sellarles. Sólo Charasuke tenía un trato diferente, siendo él quien representaba la máxima voluntad de Clown, era quien decidía sobre la información pertinente para los Uchiha. Su mutismo había conseguido sacar de sus casillas al mago frente a ellos.

—¡Respondan! —ordenó Sasuke harto de ver a las cartas intercambiando miradas.

—Entre todas las cartas la más poderosa es aquella a la cual llaman "Charasuke" —respondió Trueno siendo el más leal al mago novato.

—¿Él? ―interrogo Uchiha con una mueca poco sorprendida, más parecía fastidio por comprobarlo―. Lo sospechaba, no es normal —susurró pensativo—. ¿Qué carta es? —preguntó entonces.

—No estamos autorizados a revelar esa información ―se apresuró a decir la carta Bosque.

—¿Por qué? ―cuestionó el azabache cada vez más intrigado por semejantes consideraciones que se tenían a esa carta.

—Él es la carta encargada del juicio final ―reveló Trueno de forma fría, sin siquiera inmutarse por las miradas de reproche de las demás.

—Charasuke es quién decide al sucesor de Clown ―secundó otra carta soltando un suspiro al saber inútil seguir callando.

—Si él no te considera digno, no importara que reúnas a todas las cartas, no serás nombrado el sucesor y las demás cartas no obedeceremos ―agregó la carta Nube―. Es él quien te permitió usar el báculo mágico.

―¿Qué? ―preguntó Sasuke abriendo la boca sorprendido―. Yo conseguí invocarla por mí mismo ―replicó ofendido de que sus esfuerzos fueran desmeritados.

Minato le había enseñado el conjuro para liberar el báculo, luego de entregarle la llave. Ese era uno de los artículos mágicos de su familia, pasado de generación en generación. Su madre ya les había explicado de la importancia del mismo. Se tenía resguardado todo aquello en el templo familiar y Mikoto siempre lo había protegido con dedicación. Con su magia mantenía alejados a los malintencionados. Por ello, cuando su hermano asesinó a sus progenitores, Namikaze se encargó de robarle la llave y llevársela a él como correspondía. ¿Qué tenía que juzgar aquella tonta carta? Itachi era un asesino a sangre fría sin más ni más. Y no conforme con semejante insulto de que podría ganarle el título de sucesor ahora le atribuían algo que él consiguió por su propia fuerza con años de práctica.

―Nadie ha dicho que no tuvieras el mérito para invocar al báculo, pero ese mérito fue reconocido por él.

―Es más, seguramente es de color rosa por capricho suyo.

―Suele ser bastante bromista, no me sorprendería que lo hiciera para mofarse de Sasuke-sama.

―¿Itachi sabe de esto? ―interrogó cortando aquellos comentarios que iban acumulándose unos sobre otros. Ya no estaba distinguiendo correctamente quien hablaba exactamente.

―No tenemos conocimiento de eso, pero… es probable.

―Si ha tenido contacto con Charasuke es casi seguro de que le habrá enseñado algo o dado algún consejo.

―Como a ti.

―¿A mí? ―repitió a modo de pregunta. El moreno se señaló a sí mismo mientras seguía hablando―. A mí no me ha dado ningún tipo de ayuda esa ridícula carta.

―Lo ha hecho.

―¿Quién te mostró la utilidad de burbujas?

―¿Quién te regañó por tu debilidad?

Sasuke meditó al respecto. Ciertamente haciendo memoria aquella molesta carta solía señalar puntos débiles a mejorar, en vez de aprovecharlos. Si lo dejaba sumido en su propia ignorancia seguramente Itachi vencería con facilidad. Empero, ahora ¿por qué estaba entrenando? Por sentirse humillado. Por lo sucedido en el templo Nakano. Sacudió la cabeza negándose a creer las palabras de las cartas. Aceptar que tenían razón sería lo mismo que admitir que nunca tuvo libre albedrío. Sus deseos, sus sentimientos y su venganza eran suyos y de nadie más. No aceptaría ser utilizado como una marioneta en un enfermizo juego de parte de esa carta. Negó con la cabeza queriendo convencerse. Nadie le dirigía ni le decía que hacer. Las cartas debían estar intentando confundirlo para ayudar a Charasuke. Hacerle creer que tenía más poder del que realmente disponía.

―¿Es por eso que Burbujas se negó a mis órdenes? ―preguntó Sasuke mostrándose serio al mirarlos.

―No creo, es por el lugar ―dijo meditando otra carta mientras se mostraba pensativa.

―No estoy entendiendo ―admitió el joven de ojos negros rodando los ojos por lo vago de aquel comentario.

―Hablar de eso está prohibido ―puntualizó Bosque intentando captar la atención de sus semejantes.

―Bah ¿qué importa ya? ―cuestionó Trueno encogiéndose de hombros mientras movía las manos restándole importancia―. Si vamos a ser chismosos hagámoslo bien ―dijo sonriendo bajo su máscara.

―Me sorprende viniendo de ti, Trueno ―admitió con sorpresa Vuelo.

Las demás cartas seguían contrariadas al respecto. El mago Clown había confiado en Charasuke y ellas debían hacer lo mismo. Aun recordaban claramente las palabras del mismo cuando el primer mago Uchiha, tras Clown las llamó. Era un legado, una petición y prácticamente una súplica. Jamás les diría algo perjudicial para ellos. Por lo mismo si les pidió callar temían equivocarse y hacer algo que le afectara de manera negativa. Mas, estaban preocupados por él. Gracias a Trueno, Vuelo y Burbujas se enteraron de los por menores del estado del otro. Estaba cansado, malherido y siendo debilitado poco a poco por el demonio a su lado. Tal vez recurrir a la ayuda del mago que los selló no era tan mala idea después de todo.

―Es nuestro nuevo amo debemos compartirle lo que sucede o nunca nos entenderá ―respondió Trueno intentando que las demás dejaran de dudar de una buena vez.

―Explíquenme por favor ―pidió Sasuke mirándolos fijamente.

No se mostraba asustado, ni tampoco prepotente, sólo firme y listo para afrontar la verdad. La carta Trueno sonrió imperceptiblemente. Estaba entendiendo, así fuera sin notarlo, que ellos no buscaban nada más que respeto. Se podía dar órdenes manteniendo la cabeza en alto y sin ser irrespetuoso. Él le tenía mucha fe a Sasuke. A diferencia de las demás cartas, Trueno sí era alguien observador capaz de ver las similitudes con el mago Clown. Estaba más que seguro de que su nuevo amo conseguiría sus objetivos. Estaría a su lado fielmente hasta el día que Charasuke lo reconociera como se merecía. Dejando de lado sus pensamientos se concentró en lo que tenía que hacer. Tomó aire profundamente y se dispuso a hablar.

 

“¡Despierta, Teme!”

―¿Y eso? ―preguntó Sasuke al oír la voz de su mejor amigo―. ¿Es la voz del Dobe? ―cuestionó mirando en todas direcciones buscándolo.

 

“Resiste, Sasuke”

 

―¿Minato-sensei? ―cuestionó el joven mago mirando a su alrededor buscando el origen del sonido.

―Parece que nuestra conversación se tendrá que quedar hasta aquí ―suspiró Trueno.

―¡No! ¡Espera! ―pidió el azabache volteándose a mirarlo―. Aun no me cuentas la verdad sobre Charasuke, sobre ustedes, Clown, Kyubi. Hay tanto que aun debo aprender ―enumeró Uchiha desesperado sintiendo un dolor en su pecho.

―Si te quedas más tiempo aquí podrías morir ―advirtieron las cartas a su alrededor―. Regresa a casa y por favor salva a…

No obstante, Uchiha no podía oír lo que estaban diciendo las cartas. Las vio mirarlo fijamente sin mover los labios, pero a diferencia de antes no oía nada. Era curioso reparar en ese detalle. Las cartas habían sostenido una larga conversación con él sin siquiera separar los labios. Empero, los entendía. De alguna manera conseguía saber exactamente lo que estaban pensando y diciendo. Era como si no existiera un filtro entre ellos al comunicarse. Se sorprendió de sí mismo al darse cuenta de cómo no había guardado ninguna palabra ni por muy mal que sonara. Después de todo, a pesar de oírlas quejarse de su deseo de destrucción, no reparó en omitir la pregunta sobre cómo destruir a Itachi. Quería preguntar acerca de aquello también, pero el tiempo se le agotaba.

A su alrededor todo comenzó a tornarse oscuro y las cartas se iban perdiendo de su vista. Extendió las manos intentando alcanzarlas. Aunque fuera peligroso quería intentarlo. Sólo hablar un poco más. ¿Salvar a quién? No alcanzó a oír el nombre de aquella persona. Además no tenía idea de si no dijeron algo más. Ahora que entendía que podían comunicarse sin mover la boca, tenía serias dudas. ¿Y si después le dijeron algo importante? ¿Algún secreto? Algo de vital importancia pudo ser gritado a último momento y él desconocía por completo qué podía ser. Cerró los ojos cuando se sintió arrastrado por una especie de corriente. Y los volvió a abrir viendo aun la luna llena en lo alto del cielo. Todavía era de noche. Tal y como era cuando se sumergió en el lago.

―¡Teme! ―gritó Naruto en una extraña mezcla de felicidad, alivio y preocupación―. Estás vivo ttebayo ―dijo abrazándolo con fuerza contra su pecho.

―Espera, Naruto ―pidió Minato, quien estaba en el lado opuesto mirándolo con un ligero regaño―. Casi se ahoga y tú estás asfixiándolo entre tus brazos.

―¡Eres un estúpido! ―reclamó el rubio menor mirando seriamente a Sasuke, mientras ignoraba por completo a su padre―. Si estabas cansado deberías habernos llamado o parado e ido a descansar. ¡Grandísimo idiota! ―insultó nuevamente.

―Ya cállate, Usuratonkachi ―ordenó el mayor separándose un poco de él para respirar correctamente―. ¿Qué sucedió? ―preguntó a su maestro.

―Te desmayaste durante el entrenamiento y casi te ahogas ―explicó brevemente Namikaze mirándolo con seriedad―. Tuviste suerte de que las cartas Clown emitieran magia de forma irregular.

―¿Irregular? ―interrogó Uchiha no entendiendo a qué se estaba refiriendo.

―Sí, las cartas selladas generalmente transmiten una magia pequeña. Algo como si dijeran “Hola, aquí estoy” ―explicó Naruto mientras sacaba las cartas del bolsillo del azabache―. En cambio está vez fue diferente. Estaban como enloquecidas, sentía como si me estuvieran gritando.

―Gracias a eso vinimos a buscarte y logramos sacarte a tiempo antes de que te ahogaras ―completó Minato dejando atrás su expresión de alivio para pasar a la seriedad―. Creo que es hora de volver a casa, necesitan descanso. Además aún tienen que ir a la escuela.

Pese a las protestas de los menores, no hubo más opción que acatar. Tenían aprendido lo básico, así que podrían seguir practicando en sus propios hogares. Sin embargo, a Sasuke no dejaba de llamarle la atención lo sucedido. Se preguntaba si se trató de un simple sueño o era algo más. Durante todo el viaje de regreso a casa no paraba de mirar sus cartas recordando las palabras de cada una. Especialmente tenía curiosidad sobre el método de evaluación de Charasuke. ¿Qué era lo que buscaba aquella carta que ningún mago fue capaz de darle? Volvió a mirar su pequeño mazo, eran poco más que una mano para jugar al póker y aun así le salvaron la vida.

―Gracias, cartas Clown ―susurró Uchiha guardándolas en su bolsillo con una ligera sonrisa de cariño.

 

 

CONTINUARÁ…..


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