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Sacrificio por nscanon

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Notas del capitulo:

Cambié de parecer (? este fic va a tener 3 capitulos no más. Les prometo que el último va a ser un poco menos agrio que este, básicamente porque tiene que explicarse lo que pasa después de esto.

Aclaro y recalco, que no tengo ni la menor idea de cómo van a terminar Naruto y Sasuke en Boruto (me refiero, a que si vivirán o morirán), pero me late que para que Boruto tenga finalmente el protagonismo en su propia serie, tienen que deshacerse de ellos; porque sino, va a pasar lo que ya viene pasando, valga la redundancia: se roban la serie.

Así que nada, espero que les guste! Los leo!

El funeral del séptimo Hokage fue más desgarrador de lo que Sasuke se imaginó en la vida. Había silencio. Demasiado. La gente caminaba como zombies por las calles de la aldea, sin decir nada. El negro era la principal característica en la estética del lugar. Habían venido shinobis de otras aldeas, incluyendo sus kages. La ausencia de Naruto era casi palpable. Todavía no creía del todo su muerte. Parecía tan irreal. Naruto siempre pareció un ser inquebrantable, imposible de vencer. Nadie lo había tirado jamás, y su voluntad era más poderosa que cualquier ninjutsu que pudieran arrojarle. Sin embargo, la realidad lo golpeaba con crueldad. Él sabía mejor que nadie que el deseo de Naruto fue ser el pilar que sostuviera Konoha. Que se encargaría de protegerla y de cuidarla con cuerpo y alma. Y así lo hizo.  

Sasuke no se quedó mucho tiempo en el funeral. Sólo lo suficiente. Todos dejaban flores en la tumba del séptimo Hokage. Tantas, pero tantas, que apenas se podía divisar algo debajo. Hinata abrazaba con fuerza a Himawari, quien estaba sumida en un llanto silencioso. Boruto estaba a su lado, en el mismo estado, pero con el semblante serio, casi tan expresivo como el suyo. Boruto era la viva imagen de Naruto cuando era niño, y sin embargo…

Se parece más a ti, en realidad.

Sonrió un poco. Naruto tenía razón. Había algo en él que lo hacía recordar a sí mismo. Cerca de la familia Uzumaki, estaba la suya. Sakura acariciaba los hombros de Hinata, y Sadara rodeaba la cintura de su madre, entre sorprendida y dolorida, con la cara empapada en lágrimas. Todavía recuerda el grito de alivio de su hija cuando lo vio, sano y salvo. También recuerda cómo el rostro de Sakura se desarmó cuando vio a Naruto muerto en sus brazos. No lo podía creer. Shikamaru, quien había llegado junto con ella, miró el cuerpo inerte de su Hokage y su mejor amigo, con un dolor que jamás había visto en él. Sus labios temblaban cuando se acercó a Naruto para revisar su pulso. Lo escuchó quejarse e insultarlo por su imprudencia. Estaba molesto, pero a la vez había desdicha en su semblante. Una mezcla de sentimientos que luchaba por controlar, mientras intentaba organizar su cabeza. Sakura estaba igual o peor que él, debatiéndose mentalmente entre abrazar a Naruto o intentar usar su chakra para hacer algo. Lo que sea. Lo que sea para traerlo de regreso. Pero ya era tarde.

 

Sasuke no soportó más, y se alejó de la multitud. Esperó unas horas a que todos se dispersaran, para acercase a la tumba de su mejor amigo. Cuando lo hizo, un fuerte dolor en el pecho lo hizo inclinarse. Sujetó las flores que tenía en su mano, con fuerza, y las dejó junto a las miles y miles que habían allí dispuestas. No creyó que podría llorar de nuevo. Estaba seco. Se sorprendió de lo mal que estaba la noche que tuvo que dormir en su casa, sabiendo que a la mañana siguiente no lo encontraría. Estaba acostado en su cama, junto a Sakura, y simplemente… comenzó a llorar. Así, sin más. Sin control. No podía parar, y eso era un poco vergonzoso. Sakura lo abrazó con fuerza, dejando que apoyara la cabeza en su pecho. Sasuke se permitió perder la poca cordura que tenía, y llorar todo lo que no pudo antes. No le importó si Sadara lo oía. Quería dejar salir su dolor, su angustia, su impotencia.

Sin embargo, parado allí, frente a la tumba, hizo que sus ojos se enrojecieran hasta el punto de nublarse completamente.

– ¿Sasuke-san?

La voz de Boruto lo trajo al presente. Se limpió los ojos con el brazo, y lo miró.

– ¿No deberías estar con tu madre?

Boruto se encogió de hombros.

– Todos siguen muy mal, y la verdad  sólo quería alejarme un poco. Seguir pensando en ello sólo hace que me de rabia – dijo, con el ceño fruncido, con la vista clavada en las flores. Sasuke se lo quedó viendo – No bromeaba cuando decía que iba a honrarlo. Quiero que me entrenes, de verdad. Un entrenamiento duro. Quiero poder vencerlos esta vez, con mis propias manos.

– No te precipites. No puedo enseñarte todo lo que sé de la noche a la mañana. Nos tomará un tiempo. No quiero que cometas alguna estupidez, como lo de la kunai en tu garganta. Si algo te pasara… – Boruto lo miró, y Sasuke apretó el puño – Le prometí que te protegería.

Boruto bajó la mirada, y suspiró.

– Aun así vas a entrenarme, por lo que veo.

Sasuke se alejó unos pasos, hasta estar de espaldas a él.

– Si ese es tu deseo, entonces lo haré. Además, estoy seguro que lo harás bien. Eres un gran shinobi, Boruto, y a penas eres un niño – dijo, y miró el cielo, que empezaba a oscurecerse – Me lo recuerdas…

Boruto dejó escapar una sonrisa avergonzada. Se acercó a Sasuke, y le agarró el brazo.

– ¿Puedo quedarme un rato más contigo? ¿Por favor?

Sasuke bajó la vista para verlo. Suspiró con resignación.

 

Ya era de noche, y ambos estaban en el medio del bosque, junto a una fogata improvisada. Estaban sentados en silencio, sólo mirando las llamas arder. Boruto agarró un par de ramas del suelo, y se puso a juguetear con ellas. Miraba a Sasuke de vez en cuando, y abría la boca para decir algo, pero nunca salía nada. Sasuke empezaba a impacientarse. Boruto lo miró una vez más, y esta vez Sasuke soltó un bufido.

– Suéltalo.

– ¿Lo amabas?

Sasuke lo miró esta vez, y su cara el vivo retrato de la incredulidad. Boruto ya no lo miraba. Su vista estaba clavada en el fuego.

¿Acaso escuchó mal?

– … ¿qué cosa?

– No sé mucho de estas cosas, la verdad. No conozco el amor… en ese sentido – aclaró entonces, y Sasuke se sintió inquieto, pero no lo hizo notar – Mi padre siempre estaba ocupado. Casi nunca estaba en casa. Pero nunca dejó que nos faltara nada. Y cuando estaba con nosotros… se hacía sentir. Al menos, yo lo sentí así. Sé que yo tampoco lo demostraba, pero lo amaba. Y sé que él también nos amaba.

– ¿Cuál es tu punto?

– Que no estoy molesto – expuso, tirando unas ramas al fuego – que lo amabas.

Sasuke siguió mirándolo, sorprendido por estar teniendo esta conversación con él. Sinceramente no le importaba si Boruto estaba molesto o no, porque eso no cambiaría sus sentimientos, pero el saber que siempre lo sospechó, fue un baldazo de agua fría. Aun así…

– ¿Cómo te diste cuenta?

Boruto se encogió de hombros.

– Los vi antes de que mi padre… Bueno, los vi. Sé que debí haberme ido de inmediato pero tenía… curiosidad.

 – Eso no responde mi pregunta, Boruto – insistió, y esta vez Boruto se giró para verlo.

– No es necesario. No lo negaste.

– Boruto…

– Sadara me dijo una vez, que nunca te escuchó hablar de Sakura-chan de la manera en que hablabas de mi padre. Además, estabas predispuesto a dar tu vida por él… Era al único que veías, incluso fuera de la aldea. Y ni hablar del pasado de ambos. Mi padre no me contó mucho, pero cuando les pregunté a cada uno, ambos se referían al otro de una manera tan… especial – suspiró, y Sasuke pensó en cómo demonios Sadara había deducido eso, y cuándo diablos habían hablado de eso con Boruto – En fin, siempre lo sospeché. Y cuando los vi… despidiéndose, yo… de alguna manera, lo supe. No me quedaron dudas.

Boruto se movió, incómodo. No se atrevió a decirlo, pero había visto la manera en que se besaron, y no parecía algo casual. Parecían tan íntimos, tan intensos. Naruto jamás había besado así a su madre. Y tampoco había visto a Sasuke tratando así a Sakura. Ese beso estuvo cargado de sentimientos demasiado complejos para que pueda entenderlos a la perfección. No se sentía capaz. Era demasiado para asimilar, y tan sólo tenía trece años. Pero una cosa era segura: se amaban. Pudo sentirlo.  

Sasuke, sin embargo, no parecía querer objetar nada ante su lógica. Estaba en silencio, y Boruto decidió continuar, mientras volvía la vista al fuego.

– En fin, nunca vi a mi padre mirar a mi madre de la forma que te miraba a ti. Tampoco lo he escuchado hablar de ella de la manera en que hablaba de ti – añadió, con una sonrisa triste – Quería odiarlo, de verdad. Pero, a pesar de eso, podía ver que mi madre era feliz, y nunca se quejaba de él. Mi padre tenía un trato especial con ella, y eran tan confidentes que no pude enfadarme con él. No entiendo mucho de estas cosas, pero de alguna manera… comprendí que lo que sentía por ti iba más allá de todo. Que no era una broma, ni algo pasajero. Era algo real.

Boruto se calló en cuanto vio que Sasuke giraba la cabeza a un lado, justo cuando una lágrima se deslizaba por su mejilla. Quizás habló de más.

– Querías saberlo, así que…

Sasuke negó con la cabeza, sin mirarlo. Todavía recordaba la vez que se dio cuenta que de hecho sí, se había enamorado de Naruto. Pero creyó que no lo merecía, y que lo mejor era que las cosas siguieran el rumbo en que estaban. Casi se sonrió a sí mismo cuando el recuerdo lo inundó. Un recuerdo no del todo feliz.

 

Sasuke había regresado a Konoha luego de dos años de ausencia. Después de la última carta de Naruto, se decidió a regresar. No fue hasta que puso un pie en la aldea, que se percató de lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo. Nuevas construcciones, nuevo aire… Probablemente se debía al trabajo de Kakashi como Hokage, y claro, de todo el empeño que estaban poniendo los aldeanos. Lógicamente, no pensó demasiado en esas cosas. En su mente sólo estaba una persona, y estaba nervioso. Quería verlo, y a la vez, estaba molesto por cómo reaccionaba su cuerpo. No lo podía controlar. Estaba sudoroso, su corazón latía con fuerza en su pecho, y su estómago se retorcía. ¿Acaso era tan fuerte lo que sentía por ese rubio hiperactivo que se veía incapaz de controlar el propio estado de su propio cuerpo? No era de esperarse. Una vez creyó que había arriesgado su vida por él, cuando se dio cuenta que su cabeza ya no razonaba con claridad. Creyó saber el por qué, pero era un genin inexperto en el tema, y tampoco quería darse el tiempo de averiguarlo. Tenía otras cosas más importantes en mente.

Sin embargo, ahí estaba. De nuevo con el corazón latiéndole a mil por hora, buscándolo con la mirada entre las personas, esperanzado. Ilusionado. No fue hasta que Sakura lo vio, con lágrimas en los ojos, genuinamente feliz de verlo otra vez. Esta vez, Sasuke no la apartó cuando esta lo abrazó, con una fuerza descomunal. Había olvidado lo fuerte que se había vuelto. Sakura lo había invitado a almorzar. No se negó. Sakura parecía esperanzada, y lo supo por la manera en que lo miraba.

Sakura, después de tanto tiempo… ¿aun te sientes así por mí?

Sasuke se esforzó por esta vez, en no herirla. Le dejó en claro que no estaba interesado, pero que aun así, no quería perderla. Después de todo, no podía negarlo: Sakura era su amiga. Su única amiga mujer. En la única en que confiaba. No supo exactamente cómo hizo para poner en palabras lo que sentía por ella, pero al parecer, la chica a su lado, lo entendió, secando un par de lágrimas que brotaban de sus ojos. Sakura sonreía ahora, con tristeza, pero le prometió que estaría bien, y que ella tampoco quería perderlo. Que se imaginó que pasaría, pero que quería arriesgarse de todas formas. Sasuke agradeció la comprensión, y cambió de tema. Decidió que lo mejor era hablar de otras cosas.

Poco después del almuerzo, y de camino a la oficina del Hokage, Sakura le hablaba del hospital en donde trabajaba ahora. Le contaba cosas que habían pasado, pero Sasuke estaba esperando que hablara de Naruto. Por supuesto, no quiso preguntar. No quería sonar desesperado. Pero Sakura no paraba de hablar de otras cosas. No quiso interrumpirla. Se veía tan contenta. Y justo cuando creyó que seguiría divagando sobre sus nuevas tareas en el hospital, lo mencionó. Pero no fue lo que se imaginó. Al principio pensó que había escuchado mal. Luego se dio cuenta del dolor en su estómago, y en su pecho.

Naruto. Hinata. Compromiso. Embarazo.

Tuvo que detenerse ahí mismo. ¿Qué era ese sentimiento? ¿Qué era esa sensación tan horrible? Se sentía descompuesto. Enfermo. Sakura se acercó a él, claramente preocupada. Sasuke no podía ocultar su decepción, su tristeza… su dolor. Se recompuso lentamente, asegurándole a Sakura que estaba bien, que sólo era el cansancio del viaje. Parecía que Sakura le había creído. Después de eso, pasó por la oficina del Hokage para reportarse, con una naturalidad y una parsimonia digna de ser galardonada. Kakashi le había dicho que pasaría un tiempo más antes de que pudiera ser reintegrado a la aldea, pero que movería sus hilos para que no pasara de ese año. Sasuke le agradeció, e informó que se quedaría un tiempo en la aldea. Inmediatamente después de salir de la oficina, desapareció, sin decirle nada a Sakura. Se esfumó, sólo así. Buscó un lugar alejado, y no supo por qué (o quizás sí) se encontró parado en el Valle del Fin, viendo el agua caer ininterrumpidamente; casi igual que lo estaban haciendo sus lágrimas, que por más que las intentó reprimir, no pudo. Sus ojos no soportaron la retención, y el líquido empezó a recorrer sus mejillas, en silencio. El dolor en su pecho aun latía con fuerza, pero era una clase de dolor muy diferente a algo físico. No estaba herido, pero a la vez sí. No era algo visible u orgánico. Era algo más. Algo que lo hizo sonreír, con sorna.   

Ok, ahora lo comprendió. Tardó un poco, pero lo comprendió. Siempre creyó que el lento era Naruto, pero estaba vez le había quitado el puesto. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Sí, le gustaba. Eso jamás se lo negó, pero… ¿amor? ¿Era para tanto? De no haberse sentido tan mal, probablemente lo negaría. Pero era más fuerte que él. Ese sufrimiento no era más que el claro resultado de un rechazo implícito, y del conocimiento de que a pesar de ese dolor, estaba feliz por él. ¿Por qué no estarlo? Se lo merecía. ¿Acaso pensó que él mismo se merecía a alguien como Naruto, después de todo lo que hizo? ¿Acaso no merecía Naruto formar una familia real, con todo lo que eso implica? Él jamás podría darle eso. La aldea podría verlos mal, y no iba a arriesgar la reputación de Naruto por su terquedad. Por querer tenerlo a toda costa, sin pesar en las consecuencias. No. Ya no haría eso. Esta vez iba a pensar antes de actuar.

Caminó al departamento de Naruto, con una claridad en su mente, como jamás la tuvo. Le diría la verdad, y lo dejaría ser libre. Libre de tener una vida normal, y de poder disfrutar lo que jamás tuvo. Esta vez no iba a ser egoísta.

 

 

Cuando Naruto le abrió la puerta, su sonrisa era resplandeciente y cegadora. Había olvidado lo que era estar frente a él. Se sentía tan feliz, tan lleno de vida, y con tanta paz. Naruto lo recibió con el mismo júbilo y la misma energía que Sakura. Hablando sin parar, como siempre lo hacía, y contándole lo feliz que le hacía verlo de nuevo en la aldea. Le hizo un té verde, y lo tomaron juntos en la terraza. Naruto era el que más hablaba, pero a Sasuke no parecía importarle. Lo escuchaba, atento, sin perderse un detalle. Se sentía flotando en el aire. Se lo permitió. Tampoco quería reprimirlo del todo.

Después de un rato, Naruto le contó que iba a mudarse, y que estaba emocionado. Vio que Sasuke asentía a lo que decía, pero aun así, vio algo en él que lo hizo preocupar. Sasuke parecía desganado, y triste. Pudo notarlo en su semblante, aunque estaba sorprendido de que el rostro normalmente estoico de su amigo dejara a entrever sus emociones. 

– Sasuke, ¿estás bien? – no, no lo estoy – Estás más pálido de lo normal. ¿Quieres que entremos?

Sasuke asintió sin decir nada. Al entrar, Naruto esperó que Sasuke dijera algo. Lo que sea. Una pista de por qué sentía que la tensión en el aire podía con una navaja. Sasuke lo miró, y vio la determinación en su ojo más visible.

– Naruto, necesito decirte algo.

Así, sin vacilaciones. Sin vueltas.
El aludido asintió, y sus ojos azules se fijaron en los suyos. Sasuke pareció olvidar cómo respirar. Estaba nervioso, pero decidido. No iba a dar marcha atrás. Sólo tenía que soltarlo.

– Estoy enamorado de ti.

Silencio. Casi pudo escuchar el esfuerzo en la cabeza de su amigo por comprender lo que había escuchado; como si fuesen unos engranajes oxidados intentando arrancar una vieja maquinaria.

– … ¿eh?

Resopló.

Dobe…

– No me hagas repetírtelo – se quejó, pero Naruto estaba de piedra, realmente desconcertado. Tomó aire de nuevo, y su voz balbuceó – Me escuchaste, yo… tú… estoy enamorado de ti, idiota.

Naruto parpadeó, dejando escapar todo el aire que había estado conteniendo, sin darse cuenta. Se llevó una mano a la cabeza, masajeándose. Sasuke no podía dejar de mirarlo. Naruto abrió varias veces la boca para decir algo, pero no salió nada. Cuando finalmente pudo articular una frase, era él quien balbuceaba.

– Sasuke yo… yo no… no sé qué decir…

– Descuida, no pretendía que lo hicieras. Sólo quería que lo supieras.

Naruto lo miró ahora, más desconcertado.

– ¿No quieres saber qué pienso?

Sí.

– No.

– ¿No te interesa saber lo que yo siento? – Sasuke no dijo más nada. Naruto se sintió dolido – ¿Por qué me lo dices entonces? ¿Qué pretendías? Te vas dos años y luego apareces aquí y me dices…

– Fue un error, lo sé.

– No, no lo fue. Pero es que…

– Lo sé. Estás comprometido. Con Hinata. Y ella está embarazada… me lo contó Sakura – admitió, en cuanto vio el rostro cada vez más sorprendido de Naruto – No estoy enfadado. Lo entiendo. Te lo mereces.

– Sasuke…

– No importa lo que me tengas que decir ahora, Naruto. Yo sólo… quería que lo supieras. Tan sólo eso. No podía seguir ocultándolo más. Por eso volví. Necesitaba soltarlo. Aun sabiendo que podrías estar con alguien más.

– Pero Sasuke…

– No te preocupes por mí, en serio. Estoy bien.

Mentira.

– No te vayas así, no me hagas esto – se apresuró a decir, en cuanto vio que Sasuke se dirigía a la puerta.

Naruto tenía el llanto acumulado y contenido en la garganta. Estaba molesto, y su cuerpo empezó a temblar de ira. Agarró una kunai y apuntó directo a la puerta. El objeto se quedó clavado en la madera, segundos antes de que Sasuke pusiera la mano en el picaporte. Sasuke se dio media vuelta, sorprendido. Vio que los ojos de Naruto estaban vidriosos, y su ceño fruncido lo hizo girarse por completo hacia él.

– ¿Qué diablos te ocurre?

– Esa es mi línea.

– Naruto, no seas infantil. Sabes que me iré de todas formas.

– Está bien, pero antes me vas a escuchar. O te juro que no me volverás a ver jamás. Me importa una mierda si te vas de la aldea y no regresas. Esta vez no iré tras de ti.

Sasuke se lo quedó viendo. El tono de Naruto era serio, determinado y sincero. No había vacilaciones en su declaración. Sabía que decía la verdad. Y quizás eso fue lo que más le inquietó. El idiota sabía perfectamente que por más que no lo admitiera, no podía vivir sin él. Fue un golpe bajo, pero justo.

– Te escucho.

Naruto se acercó a él, hasta estar a una distancia prudente. Su semblante seguía serio y determinado.

– Eres una de las personas más importantes en mi vida. Este último tiempo estuve pensando en todo lo que pasó, y me di cuenta de que te había mentido. No…. me había mentido – corrigió, mirándolo a los ojos – Eres mi amigo, Sasuke. Pero no de la manera en que pensaba. No fue hasta que estuve con Hinata que me di cuenta de la diferencia – tragó saliva – Te amo. Y no como amigo, ¿sabes? Porque me enamoré de ti.

Sasuke se quedó inmóvil, sin saber bien cómo reaccionar. No se permitió sentir la felicidad de saber que sus sentimientos eran recíprocos. No podía dar marcha atrás.

Por qué me la haces tan difícil…

Naruto bajó la vista, rascándose el cuello.

– No sé si estoy enamorado de Hinata, pero ella me hace tan feliz… Me siento cómodo con ella. Es maravillosa, de verdad pero… no es tú – sonrió, con tristeza – Entiendo lo que me dices. Sé mejor que nadie por todo lo que pasaste. Aunque nunca pensé que sentirías lo mismo por mí, si te soy sincero – y volvió a mirarlo – Sasuke, no tengo miedo de arriesgarme si tú tampoco lo estás…  

Sasuke apretó tan fuerte su puño, que su mano estaba entumecida. Deseaba tanto llorar de amargura. Quería abrazarlo. Quería besarlo. Quería estar con él. Aceptar el amor que le estaba dando. La mirada azulada estaba quebrando el muro que una vez más había puesto entre ambos, pero no podía ceder.

Usuratonkachi – soltó, con el corazón latiéndole en la garganta  – No seas ridículo. Hinata está embarazada, no puedes dejarla así. Además, no, ahora déjame hablar a mí – farfulló, cuando vio que Naruto intentaba recriminarlo – Hablaba en serio cuando decía que no estoy molesto. Sería un idiota si lo estuviera. Tú, más que nadie, mereces ser feliz. Y jamás lo serías conmigo.

– Eso no lo sabes…

– Te he hecho tanto daño, Naruto… durante tanto tiempo… No me perdonaría la vida si vuelvo a verte sufrir así por mi culpa. ¿Acaso no entiendes la maravillosa persona que eres? Te mereces lo que te está pasando. Tienes una mujer, allá fuera, que te ama por lo que eres. Que te respeta y que siempre creyó en ti. ¡Estás por formar una familia! ¡Estás estudiando para ser Hokage, por amor de Dios! ¡Es tu sueño! No tires a la basura todo lo que ya tienes. No lo desperdicies con alguien como yo.

– Cambiaste…

me cambiaste. De no ser por ti, no habría admitido muchas cosas. Hice este viaje para expiar mis pecados. Y no me arrepiento de haberme ido. No me importa si eso hizo que perdiera la oportunidad de estar contigo. No puedo seguir siendo egoísta. No cuando al fin entendí lo equivocado que he estado.

Naruto bajó la cabeza, y asintió, comprendiendo finalmente que no había manera de hacerle entender que no le importaba; que aun así quería intentarlo. Sasuke estaba decidido. Sus palabras parecían inquebrantables, pese a cómo le tembló la voz al hablar. Sasuke se acercó a Naruto, y puso su mano en el hombro del otro, apretándolo con suavidad.

Cuando Naruto habló, después de un breve silencio, su voz se escuchaba apagada. Ni siquiera se molestó en levantar la cabeza. Sólo apoyó su frente en el hombro de Sasuke.

– ¿A dónde irás ahora?

Sasuke esbozó una sonrisa sin gracia.

– No lo sé. Estaba pensando en quedarme un tiempo aquí. Sakura me ofreció asilo en su departamento. – Sasuke sintió que el cuerpo de Naruto se crispó, pero lo ignoró – Descuida, ya hablé con ella. Le dejé (nuevamente) en claro mis sentimientos. Pero creo que no le interesa. No entiendo por qué sigue tan aferrada a mí…

– Quiere ayudarte, ¿sabes? – musitó Naruto, sin moverse – Me dijo que está dispuesta a tener un hijo tuyo, para restablecer tu clan. Aun si la rechazabas de nuevo.

– No quiero usarla. No se lo merece. Pero no confío en ninguna otra mujer. Sakura es… es como, ni siquiera puedo decir amiga, porque la he despreciado tanto que aun no me lo perdono. Ella tampoco debería.

Naruto se alejó un poco, para verlo. Estaban a la misma altura. Sasuke se permitió perderse en sus ojos una vez más.

– Supongo que es igual o más obstinada que yo.

– Nadie es más obstinado que tú, Naruto.

Sonrieron.

Sasuke decidió que por su bien, y el de ambos, lo mejor sería que se marchara de una vez, antes de que se arrepintiera de su decisión. Comenzó el camino hacia la puerta del departamento de Naruto, pero esta vez no parecía que iba a arrojarle nada más.

– ¿Puedes prometerme algo? – exclamó Naruto, cuando Sasuke abrió la puerta, sin voltearse a verlo – No desaparezcas de nuevo. Aun seguimos siendo amigos, imbécil. No te librarás de mí tan fácilmente – esto último lo dijo con tanta arrogancia, que logró que Sasuke soltara una breve risotada.

– Lo prometo – sonrió de lado, y desapareció por la puerta.

 

 


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