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Ojos de tristeza (KuroKen) por Ast_atine_

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Ojos de tristeza. Capítulo 2
Al otro lado de la puerta, se encontraba Kenma, sentado en el suelo, mirando como sus delgados muslos derramaban sangre, poco a poco goteaban y el muchacho únicamente miraba en silencio, absorto en sus pensamientos hasta que una voz que él conocía a la perfección lo saco de sus pensamientos.
-Kenma, abre la puerta por favor-. Se escucho suavemente al otro lado de la puerta.
El chico se mantuvo en silencio, sorprendido de que Kuroo estuviera en su casa a esas altas horas de la noche, el chico supo inmediatamente que su madre era la que los había llamado por lo que dio un pesado suspiro. Kenma no pensaba abrirle la puerta, por lo que se quedó esperando que Kuroo se aburriera y se fuera, pero eso no ocurrió, pasaron 5, 10, 15, 20 y 30 minutos y el chico seguía afuera de la puerta de su habitación, golpeando suavemente la puerta mientras esperaba la respuesta de su amigo. Kenma no tenía la más mínima intención de abrirle, pero el muchacho no tenía en cuenta que su madre estuvo buscando junto a la madre de Kuroo una de esas llaves de repuesto de la cerradura de su habitación, Cuando las señoras la encontraron le entregaron las llaves a Kuroo y decidieron que lo dejarían únicamente a él hablar con Kenma sobre la situación. Kuroo abrió lentamente la puerta y Kenma se sobresaltó, cubrió rápidamente sus piernas con una frazada y lanzo lejos la pequeña navaja del sacapuntas de la escuela.
- Lamento tener que entrar a la fuerza, pero necesitamos hablar – Dijo Kuroo mientras entraba a la habitación de su amigo.
- Vete Kuroo, no tenemos nada de qué hablar, No se que te dijo mi madre, pero está exagerando – Dijo el muchacho mientras se ponía cada vez mas nervioso, el sabía que no podría ocultar sus piernas por mucho tiempo. Mientras tanto Kuroo miraba extrañado la habitación de su amigo, se encontraba mas descuidada de lo normal, cojines dispersados por todos lados, la cama deshecha, las mismas latas de siempre en su mueble, pero la única diferencia es que ya no podías ver los envases de snacks repartidos por el suelo. Kuroo comenzó a notar que su amigo se cubría de una manera extraña las piernas, lo miró fijamente y puso una pequeña mueca de disgusto al confirmar todo lo que dijo su madre, el chico estaba mucho mas delgado de lo normal, se le veía mas pálido y ojeroso.
- ¿Que tienes ahí? – dijo el chico señalando las piernas del muchacho.
- Nada Kuroo, Simplemente es una noche fría. – respondió Kenma mientras internamente rezaba por que su amigo dejara de preguntar y se marchara.
Kuroo fue donde estaba el muchacho y en un acto veloz le quitó la frazada de las piernas, Kenma dio un grito de dolor ya que la frazada le rozo todos esos pequeños pero profundos cortes que se había provocado en sus delgados muslos. Kuroo lo miró sorprendido, el muchacho jamás pensó que era lo que estaba viendo, él pensaba que Kenma tendría escondida su consola o algo de ese tipo bajo la frazada, no podía creer que su amigo estuviera dañándose a propósito, no le cabía en la cabeza la imagen que estaba presenciando, ver a ese muchacho el cual desde pequeños lo acompaño y le dio muchos de los momentos mas felices de su vida ahí sentado con sus delgadas piernas cubiertas de sangre mientras envuelto en llanto las abrazaba para que el no pudiera verlo en aquella situación. Kuroo se acercó, lo tomo suavemente en sus brazos y lo cubrió con la misma frazada que le había quitado hace unos segundos, cuidadosamente salió de la habitación y se dirigió al baño mientras le hacia un gesto a su madre de que se mantuviera alejada, al llegar al baño cerro la puerta y posó a Kenma en la taza de baño, abrió el botiquín del baño en busca del liquido limpiador de heridas y unas vendas, en silencio el muchacho se arrodillo y quitó la frazada. Mientras, Kenma lo miraba en silencio pensando en cómo a pesar de no haber hablado con el hace semanas ahí estaba Kuroo haciendo todo eso por el.
- Por favor avísame si te duele, No quiero hacerte daño. – Dijo Kuroo mientras empapaba un pequeño algodón con el liquido limpiador de heridas.
Kenma solamente asintió y así se mantuvieron en silencio mientras Kuroo le limpiaba y lavaba sus delgadas piernas. El pelinegro le pidió sus brazos para corroborar que el muchacho no tuviera más cortes bajo la camisa manga larga que traía, al levantarla vio lo que menos quería, cortes que aun no cicatrizaban del todo, el muchacho asumió que podían ser de hace algunos días atrás y ahí fue cuando colapsó, Tomó a Kenma por los hombros y lo miró a los ojos fijamente.
- Lamento tanto que tuvieras que pasar por esto tu solo-. Exclamó el chico con lágrimas asomándose en sus ojos, Kenma se mantuvo en silencio mientras Kuroo lo abrazó suavemente intentando evitar rozar cualquier lugar donde pudiera causarle cualquier tipo de dolor al menor.
Kenma no reaccionaba ante aquella situación, el muchacho sabía que mañana Kuroo volvería a ser distante con él, Aratani aun era su novia después de todo y para ella Kenma era como un estorbo para su relación. Kuroo termino de vendar las piernas y los ante brazos de su amigo y lo cubrió con la frazada para volver a tomarlo en sus brazos suavemente.
- Kuroo, puedo caminar, mis piernas no están quebrad…- Dijo Kenma, pero fue interrumpido por su amigo.
- Quiero evitar que tus piernas sigan sangrando, déjame hacer esto por ti. -
Kuroo salió del baño con Kenma entre sus brazos y se dirigió a la habitación del menor cerrando la puerta tras de ellos, para la sorpresa y tranquilidad de Kuroo, La madre de Kenma había ordenado a medias su habitación mientras ellos estaban en el baño, habían ordenado la cama y recogido la ropa del suelo. Kuroo posó a Kenma suavemente en la cama y comenzó a abrir cajones y a revisar la mochila del chico.
- Kuroo, ¿Qué haces? – preguntó extrañado el chico, Kuroo se acercó y se sentó en la cama al lado del muchacho.
- para evitar este tipo de situaciones tendré que llevarme todo tipo de objetos cortantes, espero lo entiendas. – respondió Kuroo mientras dejaba delicadamente una caricia en la mejilla de su amigo.
Kenma quitó la mano de Kuroo de un pequeño golpe y se recostó dándole la espalda. Para Kenma acciones como esas hacían que su corazón diera un vuelco, pero el sabia que para Kuroo no era de la misma manera, dentro de sus pensamientos, Kenma intentaba convencerse de que solo lo hacía porque sentía pena por él.

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