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"Innocence" por Dreamwave

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Capítulo 2: “Sweet ginger boy”

 

- Martes -

Aquella mañana, la alarma del despertador no sonó, ya que Kyle había olvidado configurarla la noche anterior. Pasó toda la tarde anterior esforzándose en terminar una enorme tarea de literatura sobre “El Resplandor”, de Stephen King. Quería lucirse porque era uno de sus libros favoritos, y cuando al fin acabó, colocando todas las hojas dentro de una carpeta, ya había oscurecido. Tenía intenciones de chatear con Stan a las 23:00, pero debido al vergonzoso tema de los dibujos Yaoi, fue incapaz de mandar un mensaje, tecleaba pero rápidamente se arrepentía y borraba todo lo escrito. Trataba de convencerse a sí mismo de que no era para tanto, que el Yaoi era un simple gusto de niñas para niñas, que de seguro Stan no le daba mayor importancia ni se sentía tan preocupado como él. Pensó en todos sus amigos, eran muy cercanos, y recordó que sí hubo un tiempo (no muy lejano) en que se molestaban diciendo o haciendo cosas gay, pero eran solo bromas y nadie del grupo se las había tomado en serio. Aquello le hizo calmarse, al final pudo dormir sin problemas y al día siguiente, mientras desayunaba cereales de colores con leche, había olvidado por completo el asunto de los dibujos. Después de comer, agarró su mochila y partió a la parada del autobús, en donde ya estaban sus tres amigos. Kenny y Cartman actuaban normalmente (si es que el bullying psicológico puede considerarse un “comportamiento normal”), mientras que Stan parecía perdido en sus pensamientos, y Kyle, al verlo, se siento invadido por la incomodidad, al tener flashes de las ilustraciones Yaoi y recordar nítidamente aquella en donde aparecían besándose de forma acalorada. Tratando de mantenerse calmado, saludó al chico del gorro azul, no obstante, sus movimientos innecesarios y la calidez rosada de sus mejillas lo delataban. Su voz sacó a Stanley del leve trance en el que estaba.

—Trágame nieve. —pensó—. Hola Stan...

—Hola Kyle, ¿Está todo bien?

—B-bien, de maravilla.

—Esperé tu mensaje anoche, pero no escribiste. Supuse que estabas ocupado y no quise escribirte yo.

—Si, disculpa, estuve haciendo la tarea de literatura y me dormí tarde. —dijo, y el nerviosismo, así como la rojez de su cara, habían disminuido considerablemente al darse cuenta de que su mejor amigo actuaba como si nada hubiese pasado. Se sintió un poco tonto por no actuar igual.

—Oh, entiendo. Sabes, como no chateamos ayer, me puse a ver la nueva película de Terrance y Phillip, y dios, ¡Está buenísima! ¡Tenemos que verla juntos! Le pregunté a Wendy si quería verla conmigo, pero no quiso, porque según ella la trama es estúpida.

—Oh claro, tu primera opción siempre es Wendy. —masculló.

—¿Qué?

—Na-nada. Me encantaría ver la película contigo, Stan. —dijo el pelirrojo, forzando una sonrisa.

—¡Genial! Si no nos dan mucha tarea, ¿Te parece venir hoy a mi casa después de clases?

—Bueno, llevaré unos snacks.

—No puedo esperar, ya quiero verla otra vez. Sé que te reirás mucho, amigo.

El bus escolar llegó poco después y se dirigió a la escuela de South Park, que con el tiempo había dejado de ser exclusivamente primaria, para incluir también los niveles de secundaria.

El primer bloque de clases era el de artes plásticas, así que la mayoría de los alumnos estaban preparando sus materiales y bastidores, ya que la profesora nueva les había dicho que pintaran algo a modo de prueba de diagnóstico. Quería ver el nivel de dibujo la clase, que estaba completa, a excepción de un solo alumno bastante peculiar.

—Me pregunto donde estará Tweek, no vino a clases. Craig, ¿Tú sabes algo? —preguntó Token.

—No, ¿Por qué debería?

—Supuse que quizás sabías que le pasó, eres su amigo más cercano.

—Eso no significa que siempre sepa lo que está haciendo. —dijo, con actitud impasible mientras le daba pinceladas a su lienzo.

—¿Está todo bien entre ustedes? —preguntó Clyde, con innegable interés.

—Sí, ¿Por qué no habría de estarlo? No pasa nada entre él y yo. Y es perfecto así. —respondió, todavía sin mostrar emociones visibles. Si acaso sentía una, la escondía demasiado bien.

La respuesta de Craig no dejó muy convencidos a sus amigos, quienes se miraron entre sí, para luego volver a enfocarse en sus proyectos de arte.

—No es raro que no haya venido, considerando nuestra discusión de ayer. Si quiere actuar de forma infantil, allá él, pero yo no dejaré que esto me afecte. De todos modos, iré a su casa si falta toda la semana. —pensó Tucker, sin darle mayor atención al asunto; necesitaba avanzar su pintura.

Dos horas después, la maestra Blumenfeld inició la revisión de trabajos. Los de Kyle, Kenny y Craig le parecieron buenos, pero estaba especialmente impresionada con las obras de las niñas japonesas. Cuatro eran increíbles acuarelas de paisajes y flores, muy realistas, pero una en un estilo más “de cómic”, representaba a Stanley Marsh y Kyle Broflovski durmiendo juntos bajo un cerezo. El color rosado era predominante, y la profesora llamó a toda la clase para que apreciaran la obra y opinaran sobre ella, pues eso les daría puntos extra para la nota final. Las caras de todos al ver el dibujo fueron de asombro, fascinación o disgusto (unas pocas), pero no por la técnica utilizada, sino por la escena en sí. Rápidamente habían manos levantadas ansiosas de compartir lo que pensaban, mientras que Kyle y Stan permanecían callados sin poder creer su mala suerte.

—Izumi, tu obra se destaca entre todas las demás, los detalles son exquisitos, la atmósfera entre los personajes es inmersiva, además los colores combinan perfectamente y el trazo tiene la calidad de un ilustrador profesional. Excelente trabajo, eres una verdadera artista. Tendrás el primer 10 de la clase. Chicos, ¿Qué podemos reflexionar a partir del trabajo de Izumi? ¿Qué es lo más les gusta? —preguntó la profesora de arte.

—Uuh, me gusta lo romántico que le quedó. —se burló Craig, que disfrutaba molestar a los demás pero no cuando era al revés.

—Es muy creativo y sugiere que existe una historia detrás de los personajes. —comentó Clyde.

—Personajes que, por si no lo notó señorita Blumenfeld, son Stan y Kyle. Para mí, este dibujo nos comprueba que ellos dos son un par de maricas. —se atrevió a decir Cartman, y luego se echó a reír.

—¡Eric Cartman! No seas irrespetuoso, no permitiré ese tipo de lenguaje en mi clase. Deberías comportarte, ninguno de los profesores está muy feliz contigo.

—Lo siento, profesora, no volverá a pasar. —dijo—. Puta aguafiestas. —pensó, aguantando las carcajadas.

—Aunque detesto la manera en que lo dijiste, Eric, si veo bien el dibujo pienso que tienes razón; sí podría existir una relación más allá de la amistad entre estos ficticios Stan Marsh y Kyle Broflovski.

—¿Lo ve? Sólo quería aportar a la clase, señorita.

—Supongo que te daré un punto extra, pero sólo si prometes comportarte de ahora en adelante.

—Lo prometo, no la defraudaré. —dijo Cartman, con una inocencia fingida.

—Señorita Blumenfeld, aunque el trabajo de mi amiga Izumi me parece adorable y asombrosamente bien logrado, no puedo negar que me molesta un poco su contenido, ya que Stan y yo somos pareja.

—Comprendo muy bien, Wendy Testaburger, pero como mencioné antes, los alumnos representados aquí son ficticios, el arte no tiene porque retratar fielmente la vida real.

—Entiendo su punto señorita, igual aunque no sean los reales, lucen extremadamente parecidos según mi percepción.

—¡Pero no somos nosotros! —exclamó Stan de repente, y todos voltearon a mirarlo— Wendy, sabes que solo estaría en una situación así contigo, Kyle y yo NO somos más que mejores amigos, me parece una pintura excesivamente rosada y, y, ¡Y en South Park ni siquiera existen los árboles de cerezo!

—Amigo, tranquilo, es solo un dibujo. —murmuró Kyle, que aparentaba no sentir vergüenza cuando en realidad sí la sentía. Tenía las solapas de su gorro verde sobre las enrojecidas mejillas para ocultarlo.

—No quiero que seamos el centro de atención, es todo. Profesora, ¿Podemos revisar la siguiente obra?

—Me temo que estaremos hablando sobre esta unos momentos más, Stanley. Pero tus emociones son buenas, de eso se trata el arte, de provocar al espectador y generar reacciones inesperadas. Tienes dos puntos extra.

—¡No me interesan los puntos extra! Me largo de aquí. —lanzó una última mirada a Kyle y se fue de la sala, cerrándola con un portazo.

—Stan... ¿A dónde vas? —pensó el chico de chaqueta naranja y gorro verde.

—Un poco exagerado, pero bueno, todas las reacciones son bienvenidas. Sigamos antes de que se nos acabe el tiempo, ¿Quieren, niños? —preguntó la relajada maestra, que continuó normalmente con la revisión.

Arrastrando los pies, Stan caminó hasta llegar a una de las máquinas expendedoras del pasillo. Lo que había pasado le dejó la garganta seca y le apetecía un refresco. Tenía ganas de irse a casa, pero había dejado su mochila dentro del salón y no volvería a entrar allí. Lo que podía hacer era sacar el teléfono para pedirle a Kyle que se la llevara disimuladamente, pero éste apareció minutos después y se la entregó, como si le hubiese leído la mente.

—Kyle, ¿Qué haces aquí? —preguntó, sentándose en el piso, contra la pared.

—Pensé que querrías tener tus cosas, así que te traje tu mochila. Salí de la sala sin que nadie lo notara después de que la profe evaluara mi trabajo, porque también quería saber como estabas. —respondió, mientras se sentaba al lado de Stan.

—Estoy más calmado. —dijo, dándole un sorbo a su lata de soda.

—¿Eso significa que podemos volver a clases?

—No voy a volver, Kyle. Si quieres anda solo y nos veremos más tarde.

—¿Estás enojado conmigo? Si hice algo que te-

—No, no, contigo no, sino con esas chicas y su afán por el Yaoi. Los demás se burlan de nosotros y no podemos hacer nada al respecto, ya que ni la profesora nos entiende.

—Ya veo...

—Y lo más importante, no quiero tener problemas con Wendy a causa de eso. Ella me importa mucho.

—Sí, lo sé, Stan. —dijo el pelirrojo, bajado de ánimos— Voy por una soda de esas, ya vuelvo.

—Ok.

Kyle se levantó y metió unas monedas a la máquina, que hizo unos ruidos. Sabía perfectamente que Wendy era la novia de su mejor amigo, el tema siempre le había causado ruido, ya que ella solía acaparar a Stan y hubo un tiempo en que se alejó bastante del grupo debido a la chica, pero lo habían hablado entre los dos y lo resolvieron dividiendo el tiempo libre de Stan en 50% con sus amigos, y 50% con su novia. No habían habido más inconvenientes. Durante las vacaciones en el extranjero, Kyle se la pasaba acordándose de Stan, aunque no se lo hubiese dicho. Y gracias a eso, entendió que lo quería más de lo que creía. Siempre había sido honesto consigo mismo y cuando algo le molestaba o le gustaba, lo decía, era conocido por sus discursos reflexivos entre sus amigos, los cuales solían tener su lugar al final de cada aventura. Pero aquel sentimiento confuso que comenzaba a crecer en su corazón, no era fácil de expresar con palabras, y tampoco era completamente seguro. Solo sabía que era una amistad muy fuerte, incondicional e ilimitada, pero ¿Qué tan grande tiene que ser la amistad para transformarse en...?

—Oh, Stan. ¿Cómo puedo ser más importante para ti? Sé que dije que quería tener una novia, pero ¿Por qué cada vez que pienso en eso, la primera persona que aparece en mi mente... Eres tú? Debe haber algo mal conmigo. —pensó, regresando a donde estaba Marsh, con una lata de Fanta en la mano.

—Kyle, no me has dicho que opinas acerca de que las niñas nos emparejen y nos dibujen juntos. ¿Acaso no te importa lo que los demás piensen, o digan?

—Pues sí, algo, pero trato de creer que el Yaoi solo será una moda pasajera.

—Espero tengas razón, no quiero vivir preocupado de cual será la siguiente “obra de arte” de las japonesas.

—Stan, sé que no es fácil, pero tienes que se firme, no dejar que te afecte lo que diga el resto. Hay que demostrar que somos más maduros que ellos. Y la manera de hacerlo, es dejando que los comentarios estúpidos o inapropiados nos resbalen. Si les prestas aunque sea un poco de atención, el problema se hará más grande, y la verdad ni lo es, además estoy seguro de que el curso tiene claro que estás con Wendy, y que yo solo soy tu mejor amigo. No hay nada que temer, Stan. Por eso... Regresemos a la sala. —dijo Kyle, suavemente, mientras se levantaba y le tendía una mano al chico de ojos azules—. Vamos, amigo.

—Kyle... Eres muy dulce, no sé cómo lo haces, pero siempre me animas. No sé qué haría sin ti, de verdad. Está bien, volvamos a clases. Aunque creo que ya están por terminar. —dijo, tomando la mano del chico e impulsándose para quedar de pie.

—Jaja, no me halagues tanto o los demás pensarán cosas raras.

Justo en ese momento, la campana sonó dando inicio al recreo. Kenny, Cartman y Wendy se encontraron con Stan y Kyle, que seguían tomados de la mano como si se hubiesen olvidado de ello.

—¿Qué pasó chicos, el dibujo los inspiró tanto que ahora andan tomados de las manos? —preguntó Cartman con evidentes intenciones de fastidiar.

—Déjanos en paz, gordo de mierda. —dijo Kyle, soltando rápidamente la mano de Stan.

—Stan, ¿Puedo hablarte? —preguntó Wendy, con el ceño fruncido.

—Uuuh, parece que hay problemas en el paraíso. Vamos chicos, la parejita necesita privacidad. —dijo Eric, yendo al comedor seguido por Kenny y Kyle— Oye judío, ¿Sabías que la Fanta la inventaron los nazis?

—¿¡Qué!? No puede ser, Cartman me estás jodiendo.

—Oh, si, fue creada durante el Tercer Reich, cuando Coca-Cola cortó su suministro en Alemania, durante la segunda guerra mundial. Los judíos no pueden beber Fanta, tendrás que dármela. —dijo, quitándole la lata a Kyle.

—¡Hey, mi bebida!

El grupo fue a buscar bocadillos a la cafetería, después de pedírselos al Chef se sentaron en una mesa para esperar a Stan, hablando de banalidades, memes de internet, series de Netflix y tareas.

En una de las bancas del patio, Wendy conversaba con Stan, mientras un par de chicas los espiaban de lejos.

—Míralos, de seguro van a terminar porque a Stan le gusta Kyle. —murmuró Bebe.

—Pobre Wendy, ni con todo lo perfecta que es puede competir con un chico por su novio. —dijo Heidi.

—Me pregunto si todo este pequeño escándalo bastará para que deje de ser la reina de la escuela o la presidenta de la clase.

—No te preocupes Bebe, es obvio que su popularidad quedará afectada y nosotras podremos dejar de estar a su sombra.

—¡Sí! Es un plan que se cumplirá solo, y todo gracias a Izumi y sus amigas, tenemos que invitarlas a pasar más tiempo con nosotras.

—Ahora que dijiste “plan”, se me acaba de ocurrir una idea genial: Vayamos donde Izumi y las demás para convencerlas de sacar copias de sus dibujos, después los pegaremos por toda la escuela. También masificaremos la imagen en Instagram y en grupos de WhatsApp. Qué dices, ¿Lo hacemos?

—No lo sé, Heidi, ¿No será ir muy lejos?

—Son solo ilustraciones, ¿Que es lo peor que puede pasar? Además, si lo hacemos con cuidado nadie se enterará de que fuimos nosotras, Bebe.

—Es una idea tentadora, es obvio que provocará la ruptura de Wendy y Stan. Ok, hagámoslo.

Stanley, con los ojos fijos en la suave y brillante nieve, escuchaba con algo de miedo las palabras de su novia de boina rosa, quizás que clase de cosas se habría imaginado al verlos a los dos tomados de las manos.

—Stan, ¿Soy un juego para ti?

—¿A qué te refieres?

—Quiero saber si tomas en serio nuestra relación.

—Wendy, llevamos juntos desde los diez años, por supuesto que me la tomo en serio.

—No lo sé, Stan. Nos hemos separado muchas veces, quizás esa es la prueba de que en realidad no funcionamos. Creía que era porque uno de los dos era demasiado posesivo con el otro, pero parece que es por otra cosa. Ahora te pido que seas sincero conmigo, ¿Te gusta Kyle? —preguntó, con los ojos un poco húmedos y enrojecidos.

—¡¿Qué?! ¡No! Claro que no Wendy, o sea, me agrada Kyle, pero solo somos amigos y siempre lo seremos.

—¿Seguro? Puede que no te des cuenta, pero el comportamiento de Kyle contigo a cambiado.

—¿De qué hablas? Si está como siempre.

—Te quiero mucho, Stan, pero tal vez eres un poco tonto con estas cosas. He notado que a veces se pone nervioso cuando están juntos, también que suele estar más cerca de ti cuando te habla y que sus ojos se iluminan cuando te ve. Un par de veces lo vi sonrojarse y creo que quiere pasar más tiempo contigo.

—Eso no significa nada, él siempre ha sido así.

—Pero es como si aquella actitud se intensificara este año, ¿No crees? Más encima están los dibujos Yaoi, mis nuevas amigas son muy perceptivas, y la pareja que más dibujan son ustedes. Eso debe significar algo. —dijo, preocupada.

—No lo creo, amor, tú misma fuiste quien dijo que todo el tema del Yaoi no es más que una fantasía. No te sientas insegura sobre lo nuestro, sabes que también te quiero mucho. ¿Estamos bien? —Le preguntó a su chica, tomándola de la mano.

—Supongo que sí, Stan. Lamento haberme pasado películas innecesarias.

—No pasa nada, Wendy. Ahora debo ir a la cafetería, mis amigos me están esperando.

Se abrazaron por un largo rato, pero se separaron al escuchar unos gritos provenientes del interior de la escuela.

—¿Qué es eso? Vamos a ver, Stan.

—Oh no, ahora qué... —dijo—. Tengo un mal presentimiento sobre esto. —pensó el chico de gorro azul.

Cuando entraron y caminaron por el pasillo de los casilleros, ya habían muchos alumnos amontonados mirando las paredes, que estaban cubiertas de copias y más copias de imágenes Yaoi. Stan se tapó la boca de la sorpresa y Kyle hizo lo mismo, cuando llegó minutos después junto a Kenny y Cartman. Los niños e (incluso algunos maestros) sacaban fotos, las compartían, se reían y bromeaban sobre los dibujos, era el revuelo caótico que Craig temía que pasara. Al ver algunas copias de él haciendo cosas románticas con Tweek, se fue rápidamente al patio, maldiciendo. Wendy volvió a enfadarse inmediatamente con su novio, a pesar de que él no tenía nada que ver con lo sucedido. La culpa era de sus supuestas amigas, a las que creía incapaces de hacer algo para dañarla, pero Wendy no tenía idea de eso.

—Hasta aquí, Stan. —dijo la chica de chaqueta violeta.

—¿Qué?

—Creo que lo mejor será que nos demos un tiempo. No puedo con esto, es frustrante. Y no quiero ser el hazmerreír de todo el colegio.

—Pero Wendy, son solo dibujos, no puedes estar celosa de algo que-

—¡No puedes decirme cómo debo sentirme! Ya valió, dejemos que esto pase, y si aún queremos estar juntos después, pues lo estaremos. —hizo una pausa—. Adiós, Stan.

—No, Wendy, ¡Por favor! ¡Esto no es culpa mía, y lo sabes! No te vayas... —dijo, pero fue inútil ya que la chica se había ido sin siquiera mirarlo de frente.

—Amigo... Lo siento mucho. Es terrible que las cosas se dieran así, pero todo pasa por algo. —trató consolarlo Kyle, mientras le ponía una mano sobre el hombro.

—Sé que he dicho esta frase varias veces, pero quizás estar separados un tiempo les va a hacer bien. —comentó Kenny.

—Y Stan, Wendy no tiene derecho a tratarte así, es una pe...

—¿Una qué, Cartman? —preguntó Stan, entrecerrando los ojos.

—...Una persona terrible.

—Gracias por su apoyo, chicos. Pero esto me bajó toda la energía.

—Ánimo, Stan, saldremos de esta. Volvamos al salón, ya va a empezar literatura.

La banda se dirigió a la sala de clases, pero Kenny se quedó atrás debido a que vio a Butters tirado junto a los lockers, tenía un ojo en tinta y parecía haber sido parte de una pelea. Se acercó a él, lo ayudó a levantarse y lo alejó de toda la gente, que aunque había comenzado a dispersarse, seguía siendo mucha.

—¡Dios mío, Butters! —exclamó McCormick, al tiempo en que revisaba unos cortes que su amigo tenía en el rostro— ¿Quién te hizo esto?

—K-Kenny...

—Ay no, creo que estás sangrando, te llevaré a la enfermería. Resiste, Butters.

Los dos se fueron dificultosamente, Kenny le había rodeado el cuello y los hombros a Butters con su brazo, para ayudarlo a caminar, pero el chico cojeaba y no parecía estar totalmente despierto. Lograron llegar a la enfermería diez minutos después, y como no había nadie, simplemente entraron y Kenny acostó delicadamente a Butters sobre una de las camillas. Se veía algo aturdido.

—Kenny... —tosió un par de veces—. Eres tú, ¿Cierto?

—Así es, Butters. No puedo creer que la enfermera no esté aquí, que poco profesional. Tendré que curarte yo. —dijo, mientras cerraba la puerta y agarraba un botiquín que estaba sobre una repisa.

—Está bien, que amable eres.

—¿Recuerdas que fue lo que pasó? Tienes muchas heridas. —dijo, limpiando los cortes y el ojo morado del chico con cuidado—. Dime quienes fueron los imbéciles y los mataré, no importa cuales sean sus nombres.

—Estaba en el corredor, muy confundido por la situación del Yaoi, de pronto llegó una pandilla de chicos más grandes que yo, me llamaron “homosexual de mierda” y me golpearon entre todos. No pude defenderme porque eran como cinco o seis. Fue horrible, Kenny... —dijo, casi en un murmullo, e instantáneamente sus ojos se desbordaron en lágrimas.

—Malditos, aprovecharse de alguien tan tierno e inofensivo como tú es imperdonable. Calma, Butters, estás a salvo conmigo. —dijo, mientras acariciaba el cabello de Stotch, que era de un tono más claro que el suyo y mucho más abundante que cuando era pequeño.

Al apretar un poco más el abrazo, Butters gimió de dolor y la chaqueta de Kenny se manchó de rojo en una parte.

—¡Auch!

—Oh, verdad, estás sangrando, ¡Lo siento! Déjame ver, quítate... Quítate la parte de arriba.

—O-ok. —dijo, intentando desvestirse—. No puedo, no tengo fuerzas y duele cuando me muevo. ¿Me ayudas?

—Este tipo... Esta situación es demasiado malinterpretable. —pensó Kenny, ruborizándose—. Sí, a ver, levanta los brazos... Ya está. —dijo, mientras doblaba la chaqueta color cyan y la polera de Butters.

Al ver el torso desnudo y las heridas sobre el pecho de su compañero, Kenny tragó saliva. Había algo en aquella imagen sangrienta que le parecía increíblemente sexy y fascinante. Ya lo había experimentado antes, mirando cierto tipo de contenido en internet; no sabía si era morbo o si simplemente tenía curiosidad por el sadomasoquismo. Probablemente era lo segundo. Sintió una pequeña oleada de placer, pero se contuvo, ya que no quería que Butters se asustara.

—Kenny, tengo frío...

—Ah, lo siento, me distraje. Sí que te dejaron moretones, esos bastardos. Esto te dolerá un poco, es alcohol, aguanta. —dijo, comenzando a desinfectar y vendar la herida de mayor tamaño—. Enseguida termino, amigo.

—Aah... Ay. —gimió, causando que el chico del anorak naranja se sonrojara intensamente y apresurara sus acciones—. Eres muy bueno en esto, me siento mucho mejor. ¡Muchas gracias!

—S-sí, de nada. Después de morir infinitas veces y tener tantos accidentes, se aprende algo. Ya no debería dolerte, así que vístete. —dijo—. Antes de que me descontrole y te lama todo el pecho. —pensó, maliciosamente.

El rubio asintió y comenzó a ponerse la polera, decepcionando a Kenny. ¿De verdad iba a dejar pasar una oportunidad como esa? Últimamente su vida era muy aburrida, incluso deprimente, pero cuando observaba a Butters durante las clases o el recreo, lo encontraba tan adorable que sentía la necesidad de atacarlo, o más bien dicho... dominarlo. Y ahora había una distracción afuera, estaban solos, la tentación era irresistible, pero sabía que si se dejaba llevar no podría detenerse.

—Butters, espera. —dijo Kenny de repente, antes de que el chico terminara de abrocharse su chaqueta.

—Eh, ¿Qué pasa?

—¿Puedo revisar tu vendaje? Tengo que ver si lo hice correctamente.

—Me parece que quedó bastante bien, pero hazlo si quieres. —respondió, sacándose nuevamente la ropa.

El chico de ojos celestes se quitó su anorak anaranjado, se inclinó hacia Butters y se relamió los labios. No era él mismo en ese momento, ese creciente lado más pervertido que el normal estaba tomando control sobre su cuerpo y cabeza. Invadido por el deseo, posó su boca sobre el pálido cuello del adolescente, deslizando su lengua lentamente hacia arriba, hasta llegar al mentón. Se quedó unos segundos apreciando los bonitos labios que tenía su amigo, le parecieron tan besables a pesar de estar un poco heridos.

—Ke-Kenny, ¿¿Qué haces?? —le preguntó, sin entender la situación y con los ojos abiertos como platos.

—Ssshh... Prometo no hacerte daño. Solo quiero tocarte un poco, porque la verdad, yo... Te deseo. —susurró, cerrando la cortina blanca que había junto a la camilla, quedando aislados del resto de la habitación.

—¿Qué cosas dices? Es-Estás raro, detente. —dijo, sonrojado hasta las orejas.

—No puedo, esta es la única manera de saber qué demonios me pasa. Quiero comerte... —dijo, mirando a Butters con ojos lujuriosos y abriendo la boca, revelando unos caninos semi puntiagudos.

—¡Estás loco! ¡¿Qué diablos... Mmhp!?

Kenny acercó sus labios a los del chico y deslizó su lengua dentro de ellos, fundiéndose en un beso que se intensificaba más a medida que pasaban los segundos. Un agradable escalofrío recorrió la espalda de Butters, cuando sintió como unas manos heladas jugueteaban con sus pezones, y se estremeció de placer cuando McCormick rozó “accidentalmente” su entrepierna con la suya propia. Después de varios besos húmedos y acalorados, tuvieron que separarse para recuperar el aire, además una herida en el labio inferior de Butters se abrió, sangrando levemente.

—Aah... Mi labio... ¿Qué fue eso? Mmh...

—Se sintió bien, ¿No es así? ¿Quieres que siga? —preguntó, dándole un suave apretón al abultado pantalón del chico.

—¡Ah! Kenny, n-no hagas eso... Se siente raro... Ngg... —gimió, tratando de apartar las habilidosas manos que lo tocaban.

—¿Por qué raro? ¿Nunca te lo haces a ti mismo? Tocarte... de esta forma. —murmuró, metiendo una mano dentro del pantalón de Butters, y frotando el bulto por sobre la ropa interior.

—¡Aaah! No, Ke- aah... Kenny, para, por favor... —dijo, avergonzado y cubriéndose la cara con las manos. Sus ojos se aguaron y fue entonces cuando su amigo reaccionó.

—Oh, demonios, que estoy haciendo... Butters, perdóname, estaba tan caliente que no pensaba con claridad en lo que hacía. No llores, no quise asustarte.

—No estoy asustado, pero ¿Por qué me hiciste eso? Parecías otra persona... —dijo, bajándose la polera.

—No lo sé, es complicado... He estado teniendo pensamientos extraños, trato de suprimirlos, pero al ver tu piel, tu cuerpo y tus heridas, sentí que perdía el autocontrol. —respondió, mientras se ponía su anorak y la capucha del mismo.

—¿Mis heridas? Dices que, ¿Te gusta verme lastimado? —preguntó, confundido y un tanto impactado.

—No, no es eso, es que la sangre me...

En ese instante, la puerta de la enfermería se abrió, y de no ser por el ruido, los estudiantes no se habrían dado cuenta de la entrada de la enfermera Gollum.

—¿Hay alguien aquí? —preguntó la mujer de cabello rosa.

—E-enfermera Gollum, hola, soy Kenny McCormick. Tuve que traer a Leopold Stotch aquí porque una banda de matones lo golpeó. Estaba mal, pero ya lo curé con vendas y todo. —dijo, caminando hacia la puerta, volteando a ver una última vez a su amigo—. En todo caso, pienso que sería buena idea que se quedara descansando un rato más en la camilla.

—Oh, tu eres el chico al que llaman “Butters”, ¿Cierto? Claro que puedes quedarte aquí el tiempo que quieras. Le contaré todo al profesor con el que estén ahora, no tendrás problemas por no haber entrado a clases a la hora, Kenny.

—Gracias, enfermera, debo ir ya mismo al salón. Nos vemos, Butters, y no te preocupes, le entregaré al profe tu trabajo de literatura.

—Espera, Kenny... ¿Qué rayos acaba de pasar? —pensó, la calentura había disminuido pero aún le dolía el cuerpo, y se quedó dormido quince minutos después.

El chico de ojos celestes salió al pasillo, por poco había logrado contenerse y detenerse a tiempo, sino quizás que otras cosas le hubiese hecho al indefenso de Butters. La ansiedad sexual se había ido, y gracias a la interrupción de la enfermera, se salvó de confesar su particular secreto, que sí era conocido por algunas chicas y chicos de la escuela. De su grupo de amigos cercanos, Kenny siempre había sido el más pervertido, pero vamos, ¿Hematofilia? Eso sonaba extremo incluso para él. No tenía problemas en sentirse atraído por Butters, debido a que se consideraba bisexual, pero no deseaba lastimarlo o ahuyentarlo, existía la posibilidad de pasarse de la raya y echarlo todo a perder. Tal vez quería lastimarlo solo un poco, hasta hacerlo gritar...

—No, no, no, qué mierda estoy pensando, qué locura. Debo tranquilizarme o los demás me verán y me molestaran por esto todo el año. —pensó, sintiendo una leve erección por culpa de su imaginación.

Una vez calmado, regresó al salón y el profesor enseguida le dijo que se había enterado de lo que había pasado y que se uniera a la clase. Kenny se sacó la capucha, le entregó la tarea de Butters y se sentó en su pupitre. Algunos lo quedaron mirando de puro metiches que eran.

—Kenny, nos preguntábamos en donde estabas. —dijo Stan.

—Oye sí, ¿Qué fue lo que pasó con el estúpido de Butters? —se rió Cartman.

—Nada, ¿Ok? Y no lo llames estúpido, cara de culo.

—Dios, no te esponjes, se nota que no has comido nada. Debe ser porque tu familia es tan pobre que no pueden pagar la comida de la cafetería. Por eso tienes que comer emparedados de aire.

—¿No crees que tus chistes están demasiado repetidos, gordo de mierda? —dijo Kyle, defendiendo al chico de naranja.

—Bueno, sí, ¡Pero me siguen dando risa! —respondió, desternillándose mientras los otros tres decidían ignorarlo.

La clase y el día pasaron rápido, mientras Kenny y Butters estaban en la enfermería hace unas horas, el consejero Mackey y el director PC habían quitado las copias Yaoi de las paredes, pero todos excepto la banda de Stan seguían comentando sobre el tema, y no todo lo que decían tenía buenas intenciones. El consejero les había dado una corta charla sobre el tema, tratando de buscar al culpable de la broma. Las niñas japonesas dijeron que no sabían nada al respecto, pero que sus dibujos habían sido robados. Pasaba que Bebe y Heidi las habían amenazado, diciéndoles que si abrían la boca, destruirían todas sus croqueras y cuadernos de dibujo. Al final, el Sr.Mackey les dijo que seguiría investigando el asunto pero que no estaba enojado con las nuevas estudiantes, pues las encontraba muy talentosas y la persona que había hecho la travesura claramente sentía envidia de ese talento.

Cuando la jornada escolar terminó, Kenny y Cartman se fueron a sus casas, despidiéndose de Stan y Kyle, quienes se fueron caminando por su lado hacia la vivienda del primero, conversando. Corría un viento gélido que heló sus narices, por lo que decidieron apresurar el paso.

—Stan, sobre lo que pasó con Wendy, ¿Te sientes mejor?

—Trato de no pensar en ello, Kyle. Pero supongo que sí, no saco nada con deprimirme, eso no la traerá de vuelta a mí.

—Tienes razón, amigo. Dios, qué frío hace.

—Sí, estoy congelándome. Nos prepararé chocolate caliente apenas lleguemos a mi casa.

—¡Suena perfecto! —dijo Kyle alegremente.

El cielo sobre sus cabezas estaba blanco y nublado, y justo cuando los chicos entraron a la casa de los Marsh, empezó a nevar. Stan se quitó la chaqueta café y los guantes, se lavó las manos, fue a la cocina para calentar la leche y buscar el tarro de cacao en polvo, mientras le decía a Kyle que dejara su mochila en el sofá. Se demoró poco en preparar dos tazas de chocolate, las cuales llevó hacia donde estaba el pelirrojo.

—¿Quieres el tuyo con mini malvaviscos? —preguntó el chico del pompón rojo, sosteniendo una bolsa gigante de Rocky Mountain Marshmallows.

—Sabes que sí, jaja.

—Listo, ahí tienes un montón. —dijo, agregando muchos de los dulces al tazón de Kyle.

—Gracias~ Oye, ahora que lo pienso, tu apellido suena como “Marshmallow”. Desde ahora te llamaré así, será tu nuevo apodo.

—¿Te atreves a burlarte de mí, Kyley-B? ¿Mmm? —preguntó, con tono juguetón.

—¡No me digas Kyley-B, jodido Marshmallow! ¿Crees que me enorgullece ser de Jersey?

—Jajaja, no, pero deberías ver tu cara, es muy graciosa. Me encanta cuando te enojas, Kyle.

—¡Serás...! ¿Qué diablos significa eso? —se echó a reír— Aaa, no puedo seguir bebiendo esto si me haces reír. Está bueno, por cierto. —dijo, luego miró a su alrededor—. Stan, ¿En donde están tus padres?

—Fueron a cenar a un nuevo restaurante japonés. Creo que es su cena de aniversario, y ni siquiera me dijeron a que hora volverán.

—Entonces... ¿Estamos solos?

—No del todo, Shelly está arriba en su cuarto, pero probablemente ni siquiera sabe que estamos aquí. Debe estar en Skype con su novio Kieran.

—Me parece un poco loco que tenga veinte años, supongo que ya no te molesta como antes.

—No, o sea, a veces sí, pero ya no me pega. Eh, subamos a mi habitación, ¿Puedes traer esa bolsa de papas fritas de la cocina?

—Seguro, vamos.

Stan prendió la computadora, se sentó en su escritorio, disculpándose por el desorden a pesar de que a Kyle eso parecía no importarle mucho.

—Qué bueno que no nos mandaron tarea hoy, así podemos ver la película. Espera mientras la busco, es que no está en Netflix.

—Sí, después de esa enorme texto que tuve que escribir sobre “El Resplandor” ya no quiero más tareas. Lo bueno es que obtuve un 10, valió la pena tanto esfuerzo. Voy a traer algo de abajo, ya vuelvo.

—Aquí te espero.

Kyle bajó al living y abrió su mochila, regresando al cuarto de su mejor amigo con una gran bolsa de color dorado.

—Traje esto para que compartamos, toma.

—¡Palomitas de maíz! Y son de caramelo, genial, gracias Kyle.

—Sé que son tus favoritas. Igual, ¿Seremos capaces de comernos toda la bolsa?

—Es una película de dos horas, ¿Ves? —apuntó a la pantalla de su computador, señalando la duración vídeo—. Aparte, yo podría comer la bolsa completa sin ayuda de nadie, jaja.

—Hey, Stan...

—¿Si?

—¿De verdad no quieres hablar sobre lo que te pasó hoy? Soy tu mejor amigo, puedes contarme lo que sea, y siempre estaré aquí para escucharte. Discúlpame si te molesta que toque el tema de nuevo.

—No te preocupes, no me molesta. La verdad es que ya no me importa que Wendy me haya pedido un tiempo, porque bueno, ya pasó y no hay para qué seguir dándole vueltas, además estoy un tanto acostumbrado a que me deje y luego me perdone. Lo que sí me tiene algo nervioso es la persona misteriosa que tapizó las paredes de Yaoi, ¿Qué vamos a hacer si vuelve a hacer una broma peor? Estaremos perdidos, adiós a la vida tranquila de secundaria. Además, si el Yaoi no deja de ser tendencia, Wendy no querrá volver conmigo.

—Stan, si ella no quiere ser tu novia no hay nada que puedas hacer, pero nosotros, así como también Kenny y Cartman, hemos pasado por un montón de mierda extravagante. Piensa en todas las cosas bizarras que hemos visto y hecho, el punto es que pudimos resolverlas.

—La vez que fuimos a esquiar a Aspen, cuando Satanás vino del infierno, el cambio de sexo del Sr.Garrison, cuando fuimos ninjas, cuando Michael Jackson vivía en South Park, el HombreOsoCerdo, la granja de marihuana de mi papá, los niños vampiros vs los emo, la vez que Cartman trajo a Cthulhu y casi destruye todo, cuando fuimos al espacio, Imaginaciónlandia...

—Cómo olvidar Imaginaciónlandia, ¿Lo ves? Son muchas aventuras, y las superamos todas. Si logramos hacer eso, ¿Cómo no vamos a poder vencer al Yaoi?

—Es cierto. Gracias por hacerme verlo de ese modo, Kyle, eres un gran amigo. —dijo, abrazándolo.

—De nada, para eso estoy, me pone feliz ayudarte. Ya veamos la película, no puedo volver muy tarde a mi casa.

—Sí, enseguida le pongo play. Sácate los zapatos y la chaqueta si quieres.

Kyle así lo hizo, y se sentó sobre la cama. Stan, a su lado, abrió la bolsa de palomitas de maíz y sacó un puñado, mientras la barra del vídeo comenzaba a avanzar. Los niños pasaron la primera media hora comiendo dulces y prestando toda su atención al filme, luego intercambiaron algunas palabras, básicamente comentarios sobre lo que veían, pero de repente Kyle sintió que había la confianza suficiente para sorprender a su amigo con una pregunta.

—Stan, ¿Puedo preguntarte algo medio personal?

—Por supuesto, lo que quieras.

—Tú... ¿Tú y Wendy ya lo han hecho?

—¿Qué cosa?

—Ya sabes... S-sexo. —respondió, ruborizándose.

—Oh si, claro, sexo... Sex- Espera, ¡¿Qué?! ¿A qué viene eso? —preguntó, desconcertado y con las mejillas rojas también.

—¡N-no sé, es algo que siempre quise preguntarte! ¿Está mal?

—No, pero no me esperaba esa pregunta. —respondió, toda su atención estaba sobre Kyle.

—Y entonces... ¿Lo has hecho con ella?

—...Sí. Pero no muchas veces.

—Oh... Ya veo. —dijo, un poco decepcionado—. Y, ¿Qué se siente? —preguntó, ocasionando que Stan, que estaba bebiendo agua, la escupiera.

—Diablos, ¡Kyle! ¿Vas a seguir?

—Lo siento, es que me da curiosidad, es todo.

—Se siente bien, pero no es la cosa más increíble del mundo. Creo que el sexo está muy sobrevalorado en la cultura actual.

—Estoy de acuerdo. Oye, y, ¿Ustedes hablan mientras tienen relaciones?

—Vaya que andas con preguntas raras. ¿Qué se supone que debería decirme en una situación así?

—No lo sé, algo como “¡Tócame las boobies, Stan!~”, o cosas más sucias.

—Ya te voy a tocar tus boobies, Kyley-B, ¡Ven acá! —gritó Stan, abalanzándose sobre el chico de ushanka verde.

—¡Nooo! ¡Suéltame, maldito Marshmallow! —exclamó, riendo.

La película pasó a segundo plano cuando ambos iniciaron una reñida guerra de cosquillas, riéndose a más no poder. Sentían el estómago y la cara adoloridos, pero continuaron atacándose y de un momento a otro, Stanley se encontraba arriba de Kyle, presionándole las muñecas contra la cama. Lo había vencido. Permanecieron así, mirándose directamente a los ojos, con la respiración agitada, el corazón a mil y la ropa desarreglada.

—Me ganaste... —dijo, recuperando el aliento—. Stan, esta posición... —murmuró, sonrojándose.

—K-Kyle...

—Aaa, ¿Sabés qué? ...Al carajo. —dijo, agarrando a Marsh por el cuello de la polera y acercándolo hacia él. La distancia entre sus rostros era nula.

El pelirrojo le encajó un breve beso en los labios a Stan, quién se sorprendió a sí mismo al no oponer resistencia. Cuando se separaron, quedaron en silencio unos minutos y Kyle se puso nervioso. ¿Había sido la decisión correcta besar a su mejor amigo? ¿Se había enojado o le había agradado?

—Kyle, ¿Qué fue eso? Tan de repente...

—Yo... Me temo que no he sido completamente honesto contigo. —tomó aire—. ...Me gustas, Stan.

—¡¿Qué?!

—¿Por qué te sorprende tanto? ¿Acaso no sabes identificar las señales? Todo este tiempo, incluso desde el año pasado, he estado tratando de que te dieras cuenta.

—Wow, wow, wow, pero yo creía que no éramos más que amigos. ¡Los súper mejores amigos! —exclamó, tomando a Kyle por los hombros—. No puedo creer que Wendy tenía razón, ¿¿Qué hago ahora?? —pensó.

—Estoy enamorado de ti, llevo tiempo sabiéndolo pero me hacía el idiota porque estabas de novio con Wendy. Es... muy doloroso cuando te veo siendo romántico con ella. Se me aprieta el corazón, así fue como me di cuenta de que no te veo solo como un amigo. Estoy arriesgándome al contártelo, pero llegué al punto en que mis sentimientos se desbordaron. No quiero poner en peligro nuestra amistad, Stan, por eso si esto te choca o soy un problema para ti, lo entenderé y-

—Espera, Kyle, tú jamás serías un problema para mí, ¿Cómo se te ocurre? Te tengo muchísimo cariño.

—Es que no quiero que te sientas incómodo estando conmigo.

—Bueno, ¿Entonces qué quieres?

El pelirrojo se sentó en la cama, frente a Stan, evitando el contacto visual. Sus mejillas estaban tan rojas como su cabello y sintió un nudo en la garganta.

—Qui-quiero un beso de verdad.

—...

—Digo, solo si tu quieres, no quiero presionarte, aaaa, dios, lo sient- Mmh...

El chico de ojos azules interrumpió a Kyle con un beso, mientras le tomaba ambas manos.

—Ah... ¿Stan? ¿Qué-

—Kyle, tú, hablas demasiado, sabes. —dijo, besándolo de nuevo y tratando de intensificar el contacto, pero los finos labios de Broflovski no se movían—. Abrelos, ¿Quieres?

Kyle obedeció y la lengua de Stan se introdujo dentro de su boca causándole extrañas cosquillas, además de una sensación cálida y placentera en su parte baja cuando el beso escaló de nivel.

—Ngg... Stan, no imaginé que besaras así. Sabes dulce también, debe ser por las palomitas de maíz...

—Soy bastante bueno, tengo mucha práctica, jaja. —dijo, y su comentario provocó que Kyle se entristeciera—. Kyle, ¿Te sacarías el gorro?

—Sólo si te quitas el tuyo.

—Trato hecho.

El chico judío se sacó su ushanka verde, y Stan también liberó su cabello negro de su gorro de pompón.

—Te ves muy dulce y lindo sin esa cosa. Me encanta tu cabello, es tan rojo, ¿Puedo tocarlo?

—Sí, adelante... —respondió, y de repente se sintió empujado por su amigo contra el colchón—. Espera, ¡Stan!

Los dedos del pelinegro se enredaron en la cabellera rizada de Kyle, mientras bajaba desde su boca hasta su blanquecino cuello con ligeros besos, provocando que se retorciera y dejara escapar unos gemidos, lo que lo avergonzó, ya que Stan parecía disfrutar de la situación.

—Esos sonidos que haces son nuevos para mí, pero no me desagradan en lo absoluto, jaja.

—¡No te rías! I-idiota...

—Lo siento, lo siento. Dime, Kyle... ¿Qué deseas que te haga? —preguntó, mirándolo con ternura.

—Stan, no me esperaba esto... Pensé que me rechazarías, ¿Esto no es un sueño?

—No lo es. Si te soy sincero, mi relación con Wendy no es color de rosas como todos piensan. Y siendo MUY sincero, me atraes un poco. Un poco mucho. Me fascina tu forma de ser, y el sonido de tu risa. La manera en como defiendes tus ideales y las cosas en las que crees. Y tus ojos, tu lenguaje corporal y más que nada, tu esencia. Me encantas, Kyle.

—Guau... No sabía que te gustaban tantas cosas de mí. ¿Eso significa que también te gusto?

—No lo sé con certeza, pero como te dije, me atraes. Ahora dime, ¿Qué quieres que haga?

—...¡Tócame las boobies, Stan!~

—¡Ya, qué infantil! Hablaba en serio, tonto.

—Entonces tócame el pecho. —dijo, subiéndose el chaleco, dejando al descubierto su torso delgado, cuya piel era pálida, tersa, y su abdomen estaba algo marcado. Stan lo observó y luego besó la clavícula, hasta llegar a los rosados pezones, que se endurecieron al ser estimulados con la lengua.

—¡Aah! Oye, dije “t-tócame” no bes... Aaah...

—¿Se siente bien?

—Sí, pero la tienes... Estás duro. —murmuró al oído de Stan, mientras le tocaba la entrepierna.

El chico se ruborizó más de lo que estaba al notar que era cierto, aquello era un problema. Los gemidos de su amigo lo habían excitado demasiado.

—Ah, estoy tan caliente. Demonios, podría tener sexo contigo ya mismo.

—¡Claro que no, tu hermana está en la casa! ¿Qué te pasa? A-además no estoy listo para eso...

—Dije “podría”, no que lo iba a hacer.

—¿Qué hacemos con eso? —preguntó, mirando la parte que sobresalía del pantalón de Stan.

—¿Por qué me miras tanto? ¡Si estás igual!

—Ya, sí, pero no estoy tan duro como tú. ¿Esperamos a que se nos pase?

—Mmm. Creo que hay algo que podemos intentar. Pon tus manos alrededor de mi cuello, Kyle.

—Ok... ¿Así?

El pelinegro inclinó a Kyle, y ya acostados sobre el cobertor comenzó a embestirlo, rozando eróticamente ambas erecciones por sobre la ropa.

—¡Aaah! S-Stan... ¿Qué estamos haciendo? Aah, ngg...

—Es como si de verdad estuviésemos teniendo sexo... Aah... Se siente asombroso...

—Si se siente así de- Aah... rico con pantalones, imagina sin la ropa puesta... ¡Aah, Stan!

—¿Estás bien? Aaah... Estoy al límite... —gimió, mirándolo a los ojos, y aquel contacto visual aumentó su excitación.

—Y-yo también, no puedo... Ah, ah, ah, más... Me voy a correr...

—K-Kyle, Ahh... Juntos, hagámoslo juntos... Ya casi... ¡Ah, aaahh!

—¡¡Aaaah!!~

El clímax los alcanzó al mismo tiempo y se vinieron deliciosamente, manchando su ropa interior. El ruido de la olvidada película garantizaba que Shelly no los hubiese escuchado. Se quedaron abrazados mientras recuperaban fuerzas, Stan acariciaba el pelo de Kyle, mientras éste cerraba los ojos.

Un poco más tarde fueron al baño a limpiarse, y Stan le prestó al pelirrojo un bóxer con diseño de Terrance y Phillip.

 —Al final ni vimos la peli. —comentó Kyle.

—Y no me arrepiento, jajaja.

—Yo tampoco... Te quiero, Stan.

—Y yo a ti, my sweet ginger boy.

Eran las diez de la noche y Stan Marsh le dio a Kyle un último beso de despedida. En el camino a casa, los ardientes acontecimientos seguían pareciéndole irreales y muy buenos para ser verdad. ¿Sería posible que su amistad con su mejor amigo se transformara en un romance? La emoción de haber sido besado varias veces por él invadió su mente, y al recordar lo que habían hecho, sintió su cuerpo caliente de nuevo.

Cuando llegó la hora de acostarse, se tocó repetidas veces pensando en Stan, y fantaseó con la idea de tener relaciones con él. No tenía nada de malo, hasta lo había mencionado. “Podría tener sexo contigo ya mismo”, las palabras resonaron en su mente haciendo que se estremeciera.

Solo esperaba que al día siguiente, las cosas fueran normales entre los dos, a pesar de todo.

Notas finales:

¡Gracias por leer! Nos vemos pronto~


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