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No sé quien eres por Rather be

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Notas del capitulo:

No pense en continuar la historia, pero despues de releerla no pude dejarla ahi. Gracias por leer. 

Busque las llaves en mi bolsillo de la campera, mientras estaba de pie al lado de mi auto. Miré como todos a mi alrededor seguían con su vida. Y solo un segundo pensé que vendrías por mí. Incluso espere tan solo unos segundos, que parecieron años. Aun me aferro a la esperanza de que me expliques porque después de 6 años comprometidas, una estúpida fiesta te hizo cambiar de opinión sobre lo nuestro. Patetica me siento pero de verdad es que no entiendo, supondré que ya nada puedo hacer, pero me enferma.

¿No pudiste hablar conmigo tan solo unos minutos? 

¡Seis años! Seis maravillosos años. Seis malditos años. Ay que imbécil me siento.

Entiendo que pudieron ser tus padres los que te comieran la cabeza todos los días. Entiendo incluso que me dejaras por un hombre, porque bueno ya sabes… siempre fuiste muy conservadora. Tan acomplejada... tan inalcanzable para mi timido amor que te ofreci aquel dia.

Siempre recuerdas que cuando yo aparecí en tu vida. comenzaste a dudar de todo. cuando yo aparecí, puse tu vida de cabeza.

Aparecí. y desde aquel dia fuiste feliz.

Fuimos felices, lo pude sentir.

Lo sabíamos, pero de la noche a la mañana todo te molesto… mi presencia, mi manera de ser incluso comenzaste a ocultarme cosas, no hablabas, no me mirabas. Esos cuatro meses separadas una de la otra, fueron terribles, buscar departamento, escuchar a nuestros amigos hablando mal de ti fue algo que no pude tolerar. Los mande a la mierda. Podían ser amigas de ambas, pero no toleraría que hablaran mal de ti.

Patético ¿no?

Aun con tanto daño que me hiciste, sigo… sigo esperando que abras esa puerta y me digas que demonios te paso.

Me gustaría una explicación antes de irme, la necesito. Me la debes. 

Suena mi celular, miro la pantalla. Y eras tú. Aun conservas el mismo nombre agendado. "amor" 

Deslizo mis dedos por la pantalla, torpemente. 

-        ¿Hola? - susurro apenas.

-        ¿Estás muy lejos? ¿Puedes volver? … tenemos que hablar- dice apresuradamente.

-        Eh… si… estoy… dentro de cinco estoy- susurro mirando el suelo y mordiendo mis labios.

-        Bien… te espero- cuelga.

Guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón. Miro al cielo… estaba comenzando a nevar. El frio quemaba mi cara, pero algo en mi interior… algo cálido me reconfortaba. Suspiro mientras bajo mi mirada y camine hacia el kiosco más cercano.

Compre un café, esperaría los cinco minutos… y trataría de calmarme, mis manos temblaban y una fuerte agonía comenzaba a dominarme, pero supongo que estaba bien.  Ella quería hablar y yo necesitaba escucharla. Aun si doliera, aun si no fuera lo que quería en el fondo.

Aun si me dijera la verdad o una mentira. Ya a esta altura no me importa, solo quiero verla una vez más.

Termine el café, y camine de vuelta, volví a subir las escaleras hasta la puerta.

Si estas escaleras pudieran hablar, susurrarían las veces que te dije que te amaba, casi podría escuchar nuestros besos esa noche que volvimos del festival de cine. Incluso puedo verme con muchos nervios de pie dudando si entrar. Esa noche que supe que darías el siguiente paso. Lo sentí en mis entrañas, estabas rara hace más de una semana y era porque habías comprado el anillo y no querías que lo encontrara.

Ahí lo supe, supe que compartiría mi vida contigo…

Suspiro por última vez, y golpeo.

-        ¿Sí? – preguntaste.

-        Soy yo- susurre apenas. 

Tardaste unos segundos en abrirme, me miraste sin decir nada… pude sentir tu mirada en mí. 

-        Mírame- ordenaste, levanté mi rostro y por primera vez en meses pude ver tus ojos.

-        Eso es, extrañe esos hermosos ojos que tienes. ¿Por qué saliste corriendo? - me pregunta. –creí que podríamos hablar, pero en cuanto entre, te marchaste. Qué bueno que aun conservas el mismo número… creí que… bueno no importa. Pasa por favor- toma mi mano y me guía hasta la entrada. Cierra la puerta.

-        ¡Estas helada!, ¿quieres un café o un té? -

-        Eh… café por favor- susurre.

-        Bien, no me tardo- dice mirándome y sonriendo apenas.

Luego que ella pasara la puerta a la cocina, me quite el abrigo lo deje en el respaldar de la silla, mire todo a mi alrededor. Parecía que él, no estaba físicamente, pero parecía que cada rincón de la casa, me susurraba que ya no pertenecía aquí.

Solo fueron cuatro meses, pero tiempo suficiente como para que ambos puedan convivir juntos en nuestro departamento.

¿Nuestro?… ya no es nuestro, ahora es de ellos.

Yo solo. Solo estoy aquí de pie, esperando un café. Yo solo estoy aquí por unos minutos.

Busco la estufa, comenzaba a hacer frio aquí adentro. Llego y la veo desarmada, a su alrededor unas cuantas herramientas, cintas aislantes, tornillos, etc. 

-        Felix comenzó a arreglarla, pero recibió una llamada del trabajo…- dice ella a mi espalda, dándome un susto de muerte.

-        Puedo… si quieres-

-        No, no déjalo- dice avergonzada.

-        No me molestaría ayudar- dije arremangándome, me arrodille y mire cual era el problema. –solo será unos segundos… mira aquí es- dije mostrándole la parte oxidada. Agarre la cinta, atornille y golpee un poco. Me levanté y encendí la estufa.

-        Con eso bastara, igualmente llama al gasista. Creo que aún tengo el numero…- justo en ese momento caí en cuenta de que todo se sentía tan familiar y tan natural que me quedé inmóvil. Ella no dijo nada, permaneció en silencio. Me sonrió y me acerco un trapo para que limpiara mis manos. Su mano estaba esperando mi respuesta, lentamente tomo el trozo de tela, y suavemente roce mis dedos con los suyos, fue solo unos milisegundos, pero…

Hace mucho tiempo que no sentía esa paz.

El silbido de la cafetera, nos despertó de nuestros pensamientos y nuestras miradas se separaron.

Ella se aleja, mientras yo me quedo inmóvil. ¿Qué demonios fue eso? Estaba pasando de nuevo, estaba cayendo de nuevo a sus pies, ella sintió lo mismo ¿no?

-        Ten, ¿azúcar? – pregunta sin mirarme.

-        Si, gracias.

-        Cuidado está muy caliente –

-        Descuida… - dije mientras veía como ella, se preparó un té. Una vez que coloca dos cucharadas de azúcar, y comienza a mezclar… con la mirada perdida buscando las palabras indicadas ¿tal vez?

-        ¿Cómo…? - la miro, ella duda si tomar asiento o quedarse de pie, aprieta sus dedos, finalmente se sienta justo enfrente mío. - ¿Cómo has estado? – me pregunta ahora si mirándome.

-        Ocupada, pero bien. Gracias ¿y tú? –  ella asiente.

-        Bien, de hecho, muy bien… ayer volví de un viaje de negocios, mi padre quería que saliera del país por una temporada para ir a Alemania, fuimos con John. ¿recuerdas a John? El punto es que logre una buena inversión que beneficiara bastante la empresa.

-        Wow, increíble. Nadie se merece tanto eso como tu… has trabajado muy duro. ¿Tu padre te envió creí que estaban distanciados? Ella no responde solo levanta sus hombros mientras toma un sorbo de café.

-        Si, recuerdo a John. ¿No estaba en la fiesta…? - apreté mis labios, no quería mencionar la fiesta, pero ni modo.

-        Si estuvo, mis padres lo invitaron, era una reunión entre los socios y bueno un montón de protocolos de los más aburridos. Mis padres invitaron a varios conocidos, estaba bastante nerviosa y alterada ese día, me avisaron dos horas antes. ¿Te imaginas?

-        Suena horrible – dije apartando mi vista hacia la ventana.

Un silencio de lo más incómodo se formó entre ambas. Hasta que ella susurra, ojalá se hubiera quedado en silencio.

-        ¿No vas a preguntar? – susurra mientras juega con sus dedos mirando la mesa. Giro mi rostro para verla. Sus orejas estaban rojas, siempre le pasaba eso cuando estaba avergonzada.

-        No, vine a escuchar lo que sea que tienes que decir y me iré.

-        Cielos, fría y directa – dice sin mirarme – ya pasaron cuatro meses, y lo has aceptado sin decir nada. Creí que harías al menos una escena en la fiesta… claro que agradezco que no lo hayas hecho. Hubiera sido un desastre, pero simplemente te fuiste en silencio… desapareciste sin decir nada. 

-        ¿Yo? ¿En serio? ¡Te espere todos los malditos días a que volvieras! Y te atreves a decirme que yo fui la que… ¡Ah! – de un salto me levanté de la silla, sujeté mi cabeza entre mis manos.

-        ¿Por qué estoy acá? Creí que… no sé qué creí, pero de verdad no paras un segundo de sorprenderme. Primero te comportas extraña durante semanas, entiendo que no me invitaran a tu fiesta de socios y demás gente rica. A la que de alguna manera que desconozco avergüenzo; incluso entiendo que tus padres me odien, porque bueno hay miles de razones… pero – suspire mientras trate de calmarme.

-        Pero, creí que lo nuestro era algo por lo que debíamos pelear. No algo que se esfumo en horas. ¿Qué paso? - pregunte mientras buscaba tus ojos.  

-        Hará cosas de tres meses, fui a ver a mi padre. –pongo los ojos en blanco- mi madre nos llamó a mi hermano y a mí, para que viajáramos y nos viéramos los cuatros. Estaba muriendo, y no quería que continuáramos peleados. Quería enmendar sus errores… probablemente no me creas Meli, pero en sus ojos lo vi, vi que estaba realmente arrepentido- su voz se le quebró y por su mejilla descendió una lagrima.

-        Oh, Liz… ¿por qué no me lo dijiste? - la abrace, no lo dude solo lo hice.

-        No, no lo sé. Supongo que no caigo aún, además sabia cuanto se odian ambos. De todas formas, es tarde ya, murió hace una semana fuimos a Alemania a esparcir sus cenizas.

-        Lo siento… siento no poder haber estado para ti, tuvo que ser bastante duro.

-        Aún hay algo más… estoy embarazada.

-        ¿Qué?... emba… embarazada?- eso si no… no me esperaba eso. Increíble, al final sí fuiste capaz de decidirte.

-        ….- te quedaste en silencio mirándome fijamente… analizando. Cerré mis ojos, apreté mis puños e inhale suficiente aire para llenar mis pulmones.

-        Increíble… felicitaciones- susurre agache la mirada, no quería que me vieras sufrir. 

-        umm...gracias, mi madre me acompañó… porque bueno ya sabes estábamos ambas distanciadas y… no quería

-        Ya, claro.

-        Félix, no lo sabe aún.

-        ¿Y me lo dices a mi primero? increíble…

-        ¿Melisa?

-         Estoy… solo dame unos segundos ¿sí?- cierro los ojos, siento que me voy a desplomar… mis manos comienzan a temblar. Empiezo a sentirme mareada…- No sé qué quieres que diga- susurro mientras me cubro la boca.

-        nada… es sólo que pensé que tal vez… te alegrarias

-        Claro que me alegro… Ah ya entiendo quieres que sea su madrina? te ayude en tu baby shower?... Oh ya sé quieres que te la cuide cuando salgas con tu novio payaso? Oh, espera mejor… sí -

¡Paf! el sonido de la cachetada, fue ensordecedor, pero el dolor en mi pecho… no podía compararse jamás con el dolor del golpe. Estaba anonada… fascinada por lo imbécil que fui. Me toque la mejilla enrojecida. Mientras veía tus lágrimas descender de tus hermosos ojos.

 

-        ¿Por qué soy siempre yo la que recibe los golpes?... cuando sabes que tengo razón- susurre mientras toma tus manos que frotabas sobre tus ojos bruscamente para secarte las lágrimas.

-        ¿por qué eres así?...

-        Liz… mírame...  dos años, Liz… dos años enteros pensamos en ser madres… realmente quería que funcionara… pero ya vez… no era necesario que estuviera a tu lado. Ya no estaré aquí para ti… has tomado una decisión y la acepto… pero esta vez voy a desistir. Estoy fuera.

-        no no-

-        sí, ambas lo sabemos. Ambas sabemos que lo mejor es dejarlo estar. Tomaste una decisión…debo irme ya…

-        pero

-        pero ¿qué?... dilo- dije mirándola.

-        te amo- susurra apenas.

-        … no, no es verdad. sólo te amas a ti misma.

Me pongo de pie, me acerco a la puerta… no te miro, sabia que estabas envuelta en un mar de lágrimas.

-        Buena suerte Liz.

-        ¿Por qué me haces esto? Lo dejare, dejare a Félix… quédate a mi lado. Yo… no puedo con esto sola… te necesito.

Apreté mis puños y me mordí la lengua, mientras dudaba si salir y terminar con esto de una vez o volver a los brazos de una mujer que amé hasta la locura, pero que ya no conozco.

Me quedé de pie justo en la entrada de la puerta, ella se levantó de un salto y me abrazó… estaba temblando, estaba aferrándose a mí con desesperación… como aquella noche en que nos conocimos. Estaba aferrada a mi, temblando… en susurros me suplicaba que la perdonara. En silencio aparte sus brazos de mi cuerpo, lentamente levante su rostro para que pudiera mirarme a los ojos… en ese momento, lo entendí… por más que doliera, por más que sufriera… nada se comparía nunca con perderla para siempre.

Fin.

Notas finales:

Y bien? dejen sus comentarios no sean timid@s. 

Gracias por leer.


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