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Tú + Yo = Allegro (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Temas del capítulo: Primera cita / Confesión / Intentar impresionar.

 CAPÍTULO 2:

(RE)

RECUERDOS TUYOS, MÍOS Y NUESTROS

 

Los espejos están llenos de gente. Los invisibles nos ven. Los olvidados nos recuerdan. Cuando nos vemos, los vemos. Cuando nos vamos, ¿se van?

(Eduardo Galeano, Espejos: una historia casi universal).

 

 

 

—No, no y no. Me niego a que ese desecho de ser humano ponga un pie en mi casa y la contamine.

Las palabras de Levi resonaron como una condena en la cocina mientras preparaban el desayuno; palabras que fueron seguidas de dos pares de ojos pesarosos que lo contemplaron con idéntica tristeza y el maullido de un gato en protesta porque se estaba tardando demasiado en llenar su plato.

Tras poner la comida a Nox, que maulló lleno de agradecimiento mientras ronroneaba, se lavó las manos en el fregadero intentando ignorar el hecho de que su familia lo estaba poniendo como el malo, cuando él solo intentaba defender su territorio por el bien de los cuatro, joder.

—Levi, cariño —insistió Eren una vez más, abrazándolo por la cintura y pareciendo tan entristecido como un cachorro al que han regañado—. Zeke de verdad necesita un sitio donde quedarse esta noche. No puede regresar a su casa porque Frieda amenazó con castrarlo si se aparece por allí; y si va a casa de nuestros padres, mamá igualmente lo hará por haber enfadado a su esposa. ¿No te da pena?

—No —admitió él con sinceridad, apartándose de Eren—. Te recuerdo que ese bastardo estuvo a punto de arruinar nuestra boda, mocoso. ¡Si el muy cabrón se opuso a que te casaras conmigo frente a todos, joder! Que regrese a su casa como un hombre y se enfrente a Frieda; y si ella lo castra, pues le hará un enorme favor a la humanidad al evitar que esa escoria pueda reproducirse.

—¡Levi! —lo regañó Eren, toda espantada seriedad en sus enormes ojos mientras cubría las traslúcidas orejitas de Ymir, quien los contemplaba muy atenta—. ¿Qué te dije de las malas palabras frente a la niña?

—A mí no me importa —apostilló esta, con una vocecilla diminuta—. Ya tengo doscientos once años después de todo.

—Un año más, un año menos, eso son trivialidades —dictaminó Eren—. Las reglas son las reglas.

Levi chasqueó la lengua ante lo idiota que su esposo era. ¡Si aquella fantasmal mocosa era incluso mayor que ellos dos juntos!

—Bien, Jaeger. Entonces espero que recuerdes estas mismas palabras cuando te obligue a obedecer las mías y aceptes obedientemente el castigo si llegas a desobedecerlas —le dijo a este, dejando un plato con tostadas sobre la mesa para comenzar a untarlas con mermelada.

La cantarina risita de Ymir fue seguida de una mirada llena de pánico por parte del mocoso, quien de seguro acababa de recordar las mil reglas que esa sola mañana había transgredido sin que Levi le dijese nada.

Poniendo un cuenco de coloreados cereales a Ymir, él acarició su rubia y transparente cabecita antes de tomar asiento a su lado en la redondeada mesa que los tres compartían. Eren, solícito, sirvió una taza de té negro que Levi aceptó, contemplando la extraña familia que ahora formaban y pensando en lo mucho que habían cambiado las cosas en tan solo un año.

El año anterior, en esa misma fecha, su esposo y él celebraron su primer aniversario de casados —el aniversario más extraño de toda la historia en su opinión—, donde un espejo roto por culpa de este los cargó no solo con siete años de mala suerte, sino que también con un fantasma. Un pequeño y rubio ente que ahora fruncía el ceño, frustrada, porque su pila de cereales rosa amenazaba con caerse.

A pesar de que a Levi le gustaba pensar que él era alguien controlado y mesurado la mayor parte del tiempo, debía reconocer que el asunto de la mala suerte y las supersticiones solían sacar lo peor de sí, así como también Eren. En un primer momento, tras la aparición de aquella niña fantasma, él se sintió a punto de morir, porque estaba segurísimo de que aquel espejo maldito era el responsable de sus desgracias; no obstante, luego de asegurarse de que la fantasmilla no parecía desear hacerles daño, huyeron cobardemente de casa.

Durante la noche que pasaron metidos en el coche del mocoso, ambos elaboraron un plan de exorcismo, y tras determinar —por idea suya— que un gato serviría para espantar las malas vibras, echando al fantasma de allí, pidieron ayuda a Hange; pero, como la mala suerte ya estaba echada, la única cría que a esta le quedaba era una cosa negra y peluda que no sirvió en absoluto, porque nada más meterla en la casa para que atemorizara a la mocosa fantasma, esta creyó que el bicho era una especie de ofrenda satánica, volviéndose toda risas de felicidad mientras le daba un nombre, arrastrándolo luego con ella por toda la casa para enseñársela, ¡como si fuese suya!

Un mes fue lo que Levi se demoró en comprender que, hiciera lo que hiciese, la niña no se iría porque… bueno, aun no sabían bien el porqué; pero, al descubrir que esta era más útil que su esposo ayudando con las labores de la casa y recordando encargos, decidió que podían quedársela, al menos por un tiempo.

Fue así como la convivencia de los cuatro dio inicio tras una larga noche de plática entre todos para dictaminar normas. Eren, entusiasmado con la idea, quiso bautizar a la cosa rubia como Giselle, por la fantasma del ballet del mismo nombre de Adolphe Adam; pero, siendo una rebelde desde el comienzo, la niña insistió en que se llamaba Ymir, a secas, porque aparte de saber que tenía doscientos diez años y que había estado viviendo en el espejo por, quien supiera cuanto, no recordaba nada más.

Realmente ese espejo estaba maldito.

—A mí me gusta que Zeke venga de visita —dijo Ymir repentinamente, formando un colorido dibujo con los cereales sobre la superficie de la mesa—. Siempre es divertido ver como discute con Levi.

—¿Ves? —se apresuró a intervenir Eren, tragando a toda prisa su tostada—. A la niña le gusta que mi hermano venga.

—Medio hermano —recalcó él, bebiendo un sorbo de té.

—Medio, completo, da igual —bufó Eren.

—Claro que no da igual —reclamó Levi, mirándolo con ojos acerados—. Afortunadamente la media parte que no comparten es decente. Intento convencerme de que la otra no existe.

La pequeña fantasma rio al oírlo, dando a Nox un par de cereales cuando este comenzó a maullarle para llamar su atención.

—Puedo cederle mi habitación —insistió Ymir, acariciando la negra cabeza de su gato—. La última vez que se quedó fue muy divertido. Canté durante toda la noche y creo que pudo oírme, porque se la pasó orando.

Tras oír lo que esta acababa de decir, Levi tomó una decisión.

—Dile al bast… a tu hermano que puede quedarse —aceptó a regañadientes, bajo la atenta mirada de su esposo—. Pero solo una noche.

Como si aquello hubiese sido algo planificado, Eren e Ymir saltaron de sus sillas para abrazarlo, y cuando él al fin pudo librarse de esos dos, contempló como el maldito mocoso guiñaba un ojo a la fantasmal niña, quien ahora sonreía felizmente cómplice.

Sí, se dijo Levi dejando escapar un resignado suspiro, aquel maldito par de embaucadores acababan de timarlo. Puta vida.

 

——o——

 

Sintiendo que la vida no podría ser peor ni, aunque se lo propusiera, Levi maldijo a todas las generaciones de espejos, desde el primero hasta el último; sin embargo, temiendo que sus malos deseos pudiesen revertirse, se arrepintió de inmediato, pidiendo disculpas mentales a… quien fuese el dios de los espejos.

—Cariño, ¿de verdad no quieres que vayamos a algún otro sitio? —le preguntó Eren, encaminándose hacia la casa e intentando mostrarse animado a pesar de que su segundo aniversario de casados volvía a ser un fiasco—. Que hayamos perdido las entradas para la ópera, nos hayan cancelado la reservación en el restaurante y se estropease el coche no es nada. No tiene por qué arruinarnos la velada.

—Me gustaría que hoy terminásemos vivos, Jaeger, así que no insistas —le dijo a este, dándole un par de palmaditas en la morena mejilla y reacomodándole unos cuantos largos y rebeldes mechones castaños que habían escapado de su coleta.

A Levi realmente le hubiese gustado ser tan optimista como su marido era, pero no podía; no tras todo lo vivido años atrás. La mala suerte existía, y él lo sabía de primera mano, y aunque Eren siguiera tomándoselo con cierto escepticismo, Levi se encargaba de ser precavido por los dos. Además, estaba seguro de que todas las desgracias de esa jornada eran a causa de la maldición del espejo, a pesar de que Ymir se negaba a sentirse responsable de ellas.

Nada más abrir la puerta, Nox llegó felizmente a recibirlos, restregándose contra sus piernas mientras maullaba, dejando el gris pantalón de su traje lleno de lustrosos pelos negros.

—¿Crees que Hange nos la jugó a propósito encasquetándonos a esta bestezuela maldita? —preguntó a Eren cuando este se agachó para tomar al peludo animal entre sus brazos—. No es que me queje, ya estoy acostumbrado a él, pero es que es tan negro…

—¿Y si lo teñimos un poquito? ¿Te sentirías más tranquilo con eso? Me gusta la idea de que tenga un antifaz blanco. Sería como un súper gato.

—Tch, no te pases de listo conmigo, mocoso idiota —protestó Levi al detectar la broma escondida en su voz, probablemente porque con Eren siempre, desde un comienzo, había sido así—. No creas que puedes engañar tan fácil a la mala suerte, ¿no te lo he dicho ya?

—¿Y no te dije yo también, la primera vez, que podías compartirla conmigo tanto como necesitases? —replicó Eren, inclinándose hacia él; tanto que Levi pudo verse reflejado en sus ojos verdeazulados y notar su cálido aliento sobre sus propios labios—. Feliz segundo aniversario, cariño.

A pesar de que él ya intuía el beso, este igualmente le aceleró el corazón, tal vez porque, aunque odiase admitirlo, aquel condenado mocoso nunca dejaba de sorprenderlo por una cosa u otra, ya fuese para bien o para mal. Nox protestó al quedar atrapado entre ambos, por lo que Eren, muerto de la risa, lo dejó ir; pero en cuanto volvieron a besarse, un conocido —y desagradable— carraspeo se hizo oír, obligándolos a separarse.

—¡Zeke! —exclamó su esposo, confirmando sus peores sospechas—. ¿Qué haces aquí? Creí que llegarías más tarde.

—Bueno, me desocupé antes del turno y pensé que quizá podríamos hacer algo divertido; si Levi todavía no estaba en casa, claro.

Eren bufó.

—¿No te dije que hoy era nuestro aniversario y estaríamos fuera? ¿Cómo pudiste haberlo olvidado?

—Oh, ¿era hoy? —oyó preguntar al imbécil de su cuñado con una fingida inocencia que de seguro solo el idiota de su marido se creía—. Lo había olvidado por completo.

Volviéndose lentamente cuando Eren comenzó a recriminar a su hermano mayor por su mala memoria, Levi observó al otro y apretó los labios.

Vestido con un impecable traje azul oscuro, Zeke Jaeger seguía tan alto, rubio, barbón e imbécil como siempre. Sacando el blanco pañuelo del bolsillo de su traje, estiró la mano hacia aquella escoria de ser humano y exigió:

—Llave.

—Hola, Levi —le dijo su cuñado con total sarcasmo, entregándole esta solo después de que él le lanzase una mirada asesina que auguraba problemas—. Que gusto verte.

—No te acomodes demasiado, solo puedes quedarte esta noche y mañana a primera hora estás fuera.

Zeke le lanzó una mirada de rencor que él prefirió ignorar, centrando su atención en la entrada de la sala donde la diminuta Ymir apareció para llamar a Nox, toda descalza, despeinada y llena de hojas, pese a que ellos le dijeron que no podía jugar en el patio y que a las ocho debía estar acostada con el gato en su habitación.

Nada más verlos, esta sonrió alegremente; no obstante, al percatarse de la presencia de Zeke, se detuvo, encogiéndose de hombros y modulando un claro «no fui yo» que Levi entendió de inmediato, pues aquella era la habitual respuesta que la niña daba cada vez que las desgracias los aquejaban y él le exigía que dejase de provocarlas.

—¿Y por qué han regresado a casa tan temprano? —preguntó el malnacido de su cuñado, ignorando a Levi por completo y luciendo casi esperanzado al mirar a Eren—. ¿Problemas en su perfecto matrimonio?

—Es que surgieron algunos pequeños inconvenientes que nos obligaron a regresar.

—Y que a ti no te incumben —aclaró él—. ¿Y qué mierda pasó con tu coche? ¿También te lo requisó Frieda? Tenía la esperanza de que al menos pudieses dormir allí.

Al ver como el otro enrojecía ante su acierto, Levi se sintió triunfante, sobre todo cuando, tras las gafas, los grises ojos de Zeke lo fulminaron, llenos de odio.

—Mis problemas con Frieda no son de tu incumbencia, cuñado.

—Lo son si terminas invadiendo mi casa.

—Te recuerdo que también es la casa de mi hermano.

—Que ahora es mi esposo, aunque intentases impedirlo, bastardo.

Zeke inspiró pesado, irguiéndose en su más de metro ochenta como si con ello pudiese intimidar a Levi. Como si con ello pudiera olvidar la humillación que pasó, cinco años atrás, cuando fue a meterse al teatro para increparlo por «atormentar» a su hermanito, recibiendo tal paliza de su parte que tuvo que pasarse dos semanas con cuidados y reposo.

Realmente los idiotas no entendían cuando debían rendirse.

—Chicos, ¿podrían detenerse? —preguntó Eren, observando resignado de uno a otro—. ¿Por qué mejor no preparamos la cena?

Levi torció los labios, pero se tranquilizó cuando la despeinada Ymir unió su trasparente manita con la suya, muy ilusionada al preguntarle:

—¿Podemos comprar un pastel para celebrar? ¡Por favor, por favor!

Con el idiota de su cuñado viéndolo como si fuese la peor pesadilla de su vida y su esposo rogándole con verdes ojos de cachorro que se portase bien con el otro desgraciado, él suspiró. Su segundo aniversario estaba resultando casi peor que el primero, casi, porque tal como Eren le había dicho aquella primera vez que descubrió su terrible secreto, la mala suerte compartida podía sobrellevarse mejor, y Levi tenía una familia para apoyarlo; aunque fuese una familia algo extraña.

—Una vez estemos a solas, voy a purificarte —amenazó en un susurro a la niña, haciéndola reír con aquella risilla que siempre le recordaba los claros armónicos de las notas perfectas. Alzando los ojos hacia Eren, e ignorando a Zeke, le dijo—: Oi, mocoso, vamos a comprar un pastel.

—¿Eh? ¿Pastel? —preguntó este, confundido; sin embargo, al ver la celeste y esperanzada mirada de Ymir, comprendió, medio sonriendo—. Ya, pastel.

—¡Y que sea de chocolate! —añadió la niña, asustando a Nox, quien soltó un maullido al mismo tiempo que el cobarde de su medio cuñado miraba asustado a su alrededor, tal como si hubiese oído a un fantasma.

 

——o——

 

—¡Bravo, bravo! —aplaudió Eren con entusiasmo por segunda vez al ver como las titilantes velas se apagaban tras unos cuantos intentos de la etérea Ymir.

Esta, tras un par de regaños de parte de Levi por su apariencia, había vuelto a ser una niña fantasma decente.

Apartando con cuidado los dedos del piano que había estado tocando para acompañar el pastel, él apoyó las manos en su regazo con la elegante pulcritud de un concierto, observando secretamente satisfecho lo contenta que la mocosa estaba tras haber apagado dos veces las velas del pastel.

—Ejem —carraspeó el desagradable ser que era Zeke, para llamar su atención e interrumpir su importantísimo momento familiar—. Comprendo que estemos de celebración por su… aniversario —añadió este, casi atragantándose con la palabra, de seguro al recordar que, a pesar de todos sus intentos, Eren de todos modos acabó casándose con él—, ¿pero por qué hemos cantado el Cumpleaños Feliz dos veces? ¿Y quién apagó las velas?

Demostrando su incapacidad de ser un buen mentiroso cuando más se le necesitaba, su esposo soltó una risita nerviosa, implorándole ayuda con su verde mirada estival.

—Es una tradición —masculló Levi, volviendo a apoyar los dedos sobre las teclas del piano cuando Ymir se sentó a su lado, pidiéndole con vocecita infantil que tocase Ah! vous dirai-je, Maman de Mozart, ante lo que ella se puso a tararear.

Desde que habían celebrado su cumpleaños el pasado diciembre, Ymir había sentido una fascinación absoluta por dicha celebración. Ella no podía comer pastel, por supuesto, pero amaba cantar mientras él tocaba el piano y apagar las velas; tantas velas como correspondiesen a ese día. De momento, ella llevaba ya seis cumpleaños celebrados en seis meses y Nox cinco. Por suerte, habían logrado convencerla de que Eren solo necesitaba uno, pero Levi ya temblaba ante la perspectiva de que para su siguiente fiesta deberían apagar treintaisiete veces las velas.

—¿Tradición de qué?

—¡De aniversario! —saltó Eren, riendo algo cohibido—. Ya sabes, como Levi y yo comenzamos a salir para su cumpleaños… Podría decirse que esa fue nuestra primera cita y el comienzo para nosotros.

La explicación del mocoso hizo que la expresión del barbón y rubio hermano de este se contrajera, tal cual hubiese chupado un limón agrio, ante lo que él sonrió secretamente complacido.

Al pensar en ello, Levi debió reconocer que la forma en que Eren y él comenzaron su relación fue inusual de mil formas distintas, no solo porque el muy idiota le chocó el coche el primer día que se conocieron —negándolo descaradamente—, sino que también porque durante los seis meses siguientes no hicieron más que pelear y discutir por todo, absolutamente todo.

Cuando Levi decía blanco, Eren decía negro, y si para él la noche era perfecta, el chico alababa todas las bondades del día. El bastardo de Erwin —que no quiso ceder a su sensata petición de echarlo— le aconsejó una y otra vez el tenerle paciencia, paciencia de la que Levi tuvo que armarse hasta que el día de su cumpleaños número treinta y dos ocurrió la desgracia, pasando sin darse cuenta por debajo de una escalera al ir estudiando unas partituras, atrayendo toda la mala suerte de golpe sobre sí.

Como supuso que ocurriría, el concierto de Navidad que celebraban esa tarde se canceló debido a la tormenta de nieve que sumió a la ciudad en completa oscuridad, y por desgracias del destino —y la maldición de la escalera—, mientras discutían sobre quién de ellos debía largarse de la orquesta, Eren y él se quedaron encerrados en el teatro, sin luz, sin calefacción, sin móvil para pedir ayuda y solo con una botella de agua, dos chocolatinas y un paquete de galletas saladas que eran la colación del mocoso, y con él tan desanimado que acabó confesándole a este no solo que aquel desgraciado día era su cumpleaños, sino que también el cómo en su cumpleaños número siete rompió un espejo por casualidad, el cual lo llenó de horrible suerte maldita durante siete larguísimos años; siete años que lo habían hecho ser muy consciente de que las supersticiones eran reales y había que tomárselas en serio.

En un comienzo, tras acabar su triste y desafortunada historia, Levi había temido que aquel condenado mocoso se aprovechase de su pequeña debilidad para atormentarlo; no obstante, para su sorpresa, Eren acabó siendo toda comprensión y llorando por él cuando le relató cómo había muerto ahogado su querido pez mascota y el resto de las desgracias infantiles que le tocó vivir durante ese tiempo. Luego de consolarlo —porque el chico resultó ser un llorón de lo peor—, ambos compartieron aquella extraña cena improvisada que Eren dictaminó era su primera cita, logrando que el corazón de Levi se paralizara de emoción cuando este le dijo, con total sinceridad, que la mala suerte compartida podía sentirse menos, asegurándole que estaba dispuesto a compartirla con él si quería, antes de besarlo.

Sin embargo, aun después de esa noche de confesiones, secretos y besos, él tardó un poco más en reconocer que quizás el chico sí le gustaba; semanas en las que este intentó impresionarlo por todos los medios posibles, mientras los miembros de la orquesta no lograban explicarse el cómo habían pasado de ser enemigos acérrimos a… algo menos inamistoso; por lo menos hasta que enero gélido dio paso a febrero y ellos anunciaron que estaban saliendo, logrando que Erwin llorase de puro alivio —literalmente— por no tener que despedir a ninguno.

Ahora que Levi lo pensaba con mayor detenimiento, sentía que tal vez su mala suerte había acabado siendo hasta buena fortuna; después de todo, tras su primer espejo roto su madre lo metió a clases de piano para calmar la tristeza por su pez muerto, y luego de la escalera maldita, Eren y él se hicieron novios. Incluso, tras lo sucedido con el espejo del año anterior, consiguieron a Ymir y Nox en sus vidas.

Aun así, seguía rogando porque las desgracias se detuviesen, al menos un poco. Estaba seguro de que tener allí al idiota de su cuñado, con lo mucho que lo odiaba, era consecuencia de la maldición.

—Dos años no es demasiado tiempo —oyó Levi decir al simio barbudo entre nota y nota, saliendo de sus pensamientos—. Creo que ni siquiera lo resentirías demasiado, Eren.

—Intenta convencerlo de que se divorcie de ti —le explicó Ymir solícita, balanceando sus piececitos mientras se concentraba en imitar el movimiento de sus manos.

—Si Frieda te botó luego de seis, no me extraña que pienses así —soltó él con mordacidad.

—¡Que no me ha botado! —ladró su cuñado en respuesta—. Solo ha sido un desacuerdo entre nosotros.

—Que espero soluciones mañana mismo porque no vas a quedarte aquí ni un día más, bastardo. Además, si me casé con tu querido hermanito, fue porque este me lo rogó.

—Levi —imploró Eren, observándolo con ojos llenos de advertencia.

—Te lo pidió solo porque lo engañaste—insistió el idiota de Zeke, reacomodándose las gafas—. Te aprovechaste de su inocencia.

—Zeke —acotó nuevamente su esposo, dirigiéndose ahora a su hermano.

—Tch, como si no hubiese sido él quien se aprovechó primero de mí.

El barbudo rostro de Zeke palideció de golpe, como si acabaran de confirmarle que… bueno, Santa no existía. Levi quiso reírse, pero Eren le advirtió con una mirada que mantuviese la boca cerrada, a lo que él cedió porque estaban de aniversario y sabía que había ganado.

Poniéndose de pie con fluida elegancia, preguntó al resto:

—¿Quién quiere pastel?

La expresión de su cuñado fue como si acabase de ofrecerle cicuta en vez de tarta de chocolate, pero Nox corrió a su lado como si estuviese decidido a ser el primero a quien sirvieran.

—Tú, maldito… —Perdiendo la paciencia, Zeke agarró lo primero que halló sobre la repisa de las partituras, haciendo que Eren y él contuviesen el aliento al comprender lo que era—. ¿Qué hace aquí el espejo de mi abuela y por qué está roto?

Las claras notas de Ah! vous dirai-je, Maman resonaron en la estancia que usaban para las prácticas, ante lo que tres pares de ojos fueron hacia el piano, donde Ymir tocaba concentradamente.

En un primer momento Levi quiso llorar de emoción por lo muy orgulloso que estaba de ella, pero al oír el sonido estrangulado que soltó Zeke, supuso que para este debía ser algo por completo espeluznante, ya que claramente no la veía; o por lo menos no lo había hecho hasta ese preciso instante.

—¿Fantasma? —preguntó su cuñado casi sin voz.

La niña, feliz de ser vista, se puso de pie y corrió hacia este para abrazarlo.

—¡Hola, Zeke!

Nada más oírla, el simio valiente gritó y se desmayó, como el bravísimo hombre que era.

Eren corrió a ayudarlo, mientras que Ymir —arrodillada a su lado— lo abanicaba con su fantasmal manita, sin importarle que Nox ya se hubiese hecho una negra bola sobre el pecho de este; y Levi, bueno… Levi tan solo se quedó allí, preguntándose cómo una primera cita de mierda había acabado con él sumido en aquella caótica familia.

Su segundo aniversario con Eren había sido un nuevo desastre, aun así, no lo cambiaría por nada.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que el capítulo de hoy fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

Por lo demás, solo confío en que este enorme salto temporal de un año que tuvo la historia no se sintiese tan extraño y resultara entendible el cómo Eren y Levi han llegado hasta este punto donde, bueno, se han hecho de una familia bastante extraña, con Ymir fantasma como seudohija, Nox como su mascota, y bueno, Zeke para complicar la vida de Levi, jaja. A medida que la historia avance, otros personajes igualmente irán haciendo aparición por aquí.

Creo que también ya habrá quedado claro que los capítulos de la historia van a ser relatados de forma intercalada entre los protagonistas, o sea uno para Eren (como fue el de la semana pasada) y luego otro para Levi, y así sucesivamente hasta completar los ocho que conforman esta historia.

Al igual que el capítulo anterior, el capítulo tiene algunas referencias musicales, aunque mucho menos que las pasadas, así que procederé a aclararlas:

-Giselle es un ballet de Adolphe Adam, donde la protagonista, Giselle, es el fantasma de una joven doncella que ha muerto a causa de una traición romántica y se ha convertido en una willi a causa de la misma, para cobrar venganza; por ese motivo Eren se empeña en bautizar a Ymir «Giselle», ya que en su cabeza, que todo es música y sus asociaciones extrañas, la historia de ambas fantasmas se parece.

-Ah! vous dirai-je, Maman de Mozart, es un conjunto de temas que probablemente por este nombre pocos conozcan, pero que aun así creo todos han oído a lo largo de la vida, porque no es otro que Estrellita donde estás. De forma muy técnica, la autoría real de la pieza no pertenece al compositor ya que era una tonadilla popular francesa del siglo XVIII, pero Mozart compuso doce variaciones musicales para el tema, que son las que suelen ocuparse en los primeros grados de estudio para la mayoría de los músicos, en casi todos los instrumentos. De ahí que sea precisamente esa pieza la que Ymir toca.

-Armónicos son la serie de parámetros de timbre y frecuencia que llevan a determinar que un sonido es perfecto porque está en su rango adecuado. Cada nota musical tiene un rango específico de afinación, y este es el llamado armónico, por lo que al interpretar una nota en perfecta afinación, el sonido que produce es extraordinario y vibra. De allí que Levi, de alguna forma, haga la asociación de ese sonido perfecto a la risa de Ymir.

-Por otro lado, el nombre del gato que Ymir bautizó, Nox, significa «noche» en latín, y hace referencia a que este es por completo negro.

Y bueno, creo que esas serían todas las acotaciones para este capítulo. Igualmente, cualquier duda que haya quedado, pueden preguntarla e intentaré aclararla.

Para quienes leen el resto de mis historias, aviso que entre martes y miércoles de esta semana que entra, publicaré el nuevo capítulo de Anonymous, el cual ha resultado bastante largo; luego de eso, para el siguiente domingo, nuevamente Tú + Yo = Allegro con su capítulo número tres. Y ya para la semana posterior, regresamos una vez más con In Focus.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Siempre son la llamita que mantiene encendida la hoguera que es la imaginación de esta escritora. Hasta la siguiente semana entonces, con los siguientes temas del evento: Día festivo / Vacaciones / Viajar juntos.

Un enorme abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes y los suyos.

 

Tessa.


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