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Kaoru escucha al doctor frente a él diciéndole que debe mantener la calma; pero palabras como suicidio y riesgo de reincidencia no le son de gran ayuda, a penas y toma suficiente concentración para pedir que lo dejen pasar a ver a su novio.
Cuando entra a la habitación siente que su alma lo abandona poco a poco, tendido en la cama está el chico risueño que tanto quiere, tan etéreo durmiendo por efectos del sedante. Sus ojos viajan a su rostro pálido y desciende hasta encontrarse con los gruesos vendajes en sus muñecas.
<<intentó cortarse las venas>>
La decepción lo invade, siente como si drenaran los colores de su vida.
Él sabe, muy dentro de sí, que Isaka no está bien; le molesta que en su mirada pese una tristeza que es incapaz de comprender. Se recrimina en silencio por no haber hecho algo; pero a veces es tan complicado llegar hasta Ryu, que lo mantiene todo tan encerrado.
Ve al castaño marchitarse en esa cama y se acerca con cariño.
-Si tan solo me dijeras- le susurra al durmiente- si tan solo lloraras, yo lo haría contigo.
Pero el joven de 19 años sabe que no es posible, porque Isaka jamás llora.
Ryu solo se queda de pie, sonriendo, esperando que la pena llene hasta lo más profundo de su ser.
Solo escribe largos poemas que nadie entiende y baila canciones tristes con los ojos cerrados, simplemente deja que Kaoru se mueva sobre él, esperando que le haga recobrar la tranquilidad para después preguntarle cuánto lo ama, mientras el alto cuenta todos los lunares de su espalda.
Es la forma en que han vivido siempre. Sin embargo, esta vez Asahina no puede hacer nada contra el hecho de que el chico intentó acabar con su vida.
-¿Por qué?- le pregunta cuando despierta- no puedo quedarme en un mundo sin ti.
-Algunas personas simplemente no son felices Kaoru- dice con voz dulce, como cuando dice que lo ama.
Alza la mirada para verlo sonriendo, mientras él llora amargamente porque no entiende, no entiende que a pesar de que Ryu tiene un auto y un buen trabajo, buenos amigos y un novio que lo adora; aun así, está triste.
Que no odia la vida, sino que la ama tanto que se rehúsa a vivirla de ese modo.
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Y ahí está, ahora con 25 años.
Un hombre apuesto, de ojos color miel y sonrisa encantadora; completamente devastado ante su amor de juventud que está de nuevo en una cama de hospital.
Mira a su alrededor y siente que ha estado actuando el mismo estúpido papel por años, pensando que su amor es suficiente para superarlo todo.
Lo ve despertar y jura que jamás lo ha visto más frágil y pequeño, Ryu le sonríe; pero él no encuentra fuerzas para corresponder ni palabras amables que decir, porque está tan cansado.
Le sostiene la mirada y lucha contra su instinto de confortarlo.
-Se acabó- sentencia- estoy cansado, no puedo seguir viendo cómo acabas contigo.
Siente en el corazón el gesto de dolor de Isaka; pero no va a parar hasta conseguir lo que quiere, se acerca y le toma las muñecas con facilidad.
- ¡Estoy harto de correr detrás de ti! ¡Estoy cansado de amarte! - grita fuera de sí- ¿Quieres morir? Bien, hazlo… hazlo de una vez y déjame solo.
Algo en el corazón de Ryu se remueve, Kaoru le grita; pero sabe que no está molesto, parece que sufre con cada palabra que dice.
-Tengo miedo- susurra.
Siente las lágrimas asomar; pero las contiene y afloja el agarre en sus muñecas.
- ¿Miedo de qué?
- No lo sé
- ¡Responde!
- De ser esta persona, esta inadecuada persona para siempre.
Kaoru lo suelta para secar sus lágrimas, porque siente que se rompe tanto como la voz de Ryu
- ¿Crees que quiero morir? No quiero; pero estoy cansado- suspira- estoy tan cansado de estar perdido, de caminar sin tener en qué creer, ni a donde volver, así que pensé que si dejara de caminar…si solo me detuviera, estaría bien ¿no crees?
Deja de resistirse y lo abraza, lo abraza con fuerza queriendo unir las partes de su espíritu atormentado, lo besa cientos de veces hasta que su pecho duele de tanto amor.
-Está bien- le susurra- está bien parar a veces, yo puedo llevarte, puedo caminar por los dos.
Ryu escucha esas palabras, que tantas veces ha oído en las películas y ha leído en los libros; pero esta vez no le parecen un conjunto de frases bonitas.
Se aferra a las mangas de su novio, de su amigo y busca su mirada con desespero
Ve la verdad en los ojos de Kaoru y por primera vez en diez años, siente que está bien llorar.
Entonces lo hace y lo maravilloso es que Kaoru no lo suelta.