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Omega por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Hola, he decidido publicar este capítulo un día antes. Tal vez suba el siguiente el viernes. 

 

[Otra aclaración: El aroma aparece inmediatamente, pero no se termina de manifestar enteramente hasta antes de un año después. Es decir, el olor puede cambiar.]

Sam levantó la vista de su abdomen y de su pecho, y recorrió por un par de segundos el salón iluminado por un elegante candelabro de cristal sobre el techo y unos cuantos candelabros de velas posicionados sobre las cuatro paredes blancas marfil. Removió un poco sus largas piernas, acomodándose sobre la silla con relleno de plumas y respaldo de cerezo. Su brazo había sido colocado en un férula temporal después de ser limpiado con un paño húmedo, y aún tienen el torso expuesto; él comienza a sentirse un poco incómodo con eso. Asimismo, hay una pequeña, baja y redonda mesa junto a él con finas patas de madera y contiene un cuenco hondo de porcelana blanca con agua limpia, un paño mojado, unas cuantas vendas nuevas, y algunas otras cosas más. Sobre su pies hay una gruesa alfombra de color borgoña y en el salón hay un par de sofás cómodos de color blanco seda.

 

-Tus heridas están perfectamente limpias, así que solo las vendaré.- Dijo Jo con una voz femenina algo susurrante, frente a él. Sam acaba de conocerla y sabe que no es un alfa. Su aroma es débil, su constitución es delgada pero no baja la mirada cuando un alfa como su propio padre habla, tal como ocurrió cuando les dio la bienvenida hace solo unos minutos, así que Sam se dio cuenta de que no es una omega. Le sonrió una vez, para nada cohibida. Sam se dio cuenta de que su sonrisa es encantadora y además, sus rizos rubios relucen, resaltando su delgado rostro. Sus ojos son oscuros, de un café oscuro, y sus dedos son delgados y pequeños. La beta se inclinó sobre su torso y observó sus heridas con ojo crítico, pero Sam solo puede pensar en su hermano, en la habitación contigua, junto a su madre. Él sabe que está a salvo, pero también está consciente de que Dean puede alterarse si él no está presente cuando despierte. Esperaba que esto no durara demasiado.

 

-¿Estás segura?.- Preguntó su padre, detrás de él, de pie. Sam no lo escuchó acercarse, estaba distraído, pero fue su olor lo que le advirtió de su cercanía.- Se ha expuesto más de los esperado al ambiente.- Dijo con lentitud, exhibiendo su voz de alfa. Su aroma también se volvió más poderoso. Sam comprendió que su padre está preocupado por su salud, es ello lo que lo hace actuar así. Se sintió un poco avergonzado.

 

-John, mi hija es una excelente sanadora.- Interrumpió otra voz femenina, tan gruesa y dominante como la de él. Es un alfa, uno viejo.; es la madre de Jo. Sam le echó un vistazo a la mujer, recargada sobre el grueso marco de la entrada. Exhibe una ligera sonrisa sobre sus delgados labios y sus cuencas están surcadas de arrugas, pero su mirada es cordial. También viste como toda una cazadora; pantalones vaqueros y camisa de cuadros bajo una chaqueta oscura con botas. Sam le devolvió la sonrisa y después descendió su mirada, donde se encontró con la mirada de Jo, quien tiene unos ojos cálidos y amables. Sam pensó en cómo Dean se tomaría la noticia de los Harvelle, aunque su padre ordenó que la información no le fuese revelada, consciente de que Bill representó una importante figura de confianza y posiblemente de autoridad para él en sus primeros años como omega. Aún así, está seguro de que Dean comenzaría a hacer preguntas y entonces Sam comenzaría a sentirse culpable.

 

-Estoy segura.- Añadió Jo, incluso se notó algo contenta. Tal vez este acostumbrada a los cuestionamientos. Hubo silencio por un par de segundos. Ella tomó una venda y la desenredó con sus dedos, colocándola sobre su piel.- La saliva de los omegas tiene propiedades curativas.- Explicó mientras trabajaba. Sam sintió una pequeña presión sobre sus heridas, pero no se inmutó.- También actúa como una barrera aislante, impidiendo que las heridas se infecten.- Dijo. Sus dedos se movieron con agilidad.- Es bueno tener un omega en la familia. Tienen suerte.- Aseguró después de algunos segundos prudentes. Todos guardaron silencio. Sam continuaba pensando en Dean y aún tiene algunas preguntas, así que cambio el tema de conversación.

 

-¿Lo supiste antes de darle la orden?.- Le preguntó a su padre, quien aún aguardaba, como él, que Jo terminara. Más que una pregunta, fue una afirmación. No volteó su mirada hacia él, seguro.- ¿Cómo?.- John se volvió sobre sí mismo y caminó por la alfombras unos pasos, alejándose de ellos con lentitud. Sus pasos fueron amortiguados. John tardó unos segundos en responder.

 

-Los omegas distinguidos no muestras sumisión a ningún otro alfa que no sea el suyo.- Le dijo, ligeramente absorto.- Dean ladeó el cuello, aunque apenas fue perceptible.- Sam rememoró su encuentro ocurrido una hora atrás. Sus ojos verdes se volvieron  algo vidriosos.

 

-Aún sigo sin comprender algo.- Continuó él mismo, casi en un susurro.- Dean mencionó, en el bosque, no ser suficiente...pero como omega, él conocía su pertenencia dentro de la manada.- Se quedó en silencio, ensimismado. Nadie habló, pero Sam escuchó el profundo suspiro de Ellen Harvelle. La respiración fue pesada y significativa.

 

-Yo sé algunas cosas de omegas.- Jo interrumpió sus pensamientos. Su voz fue segura y firme, lo que lo desconcertó un poco.

 

-Jo...- Ellen llamó su atención con calma.

 

-No, puedo decir lo que creo, ¿No?.- Jo se volvió un poco hacia su madre. Sam aún se pregunta como Jo puede ser una beta, si ambos padres son alfas.

 

-Adelante.- La incitó Sam, deseoso de saber lo que tiene que decir. Ella se volvió hacia él, con las manos sobre su pecho.

 

-Yo...Tuve contacto con una omega en Kentucky. -Dijo, con una ligera sonrisa.- Era una omega temerosa e insegura, siempre buscaba complacer al resto de su manada.- Hizo una pausa. Su sonrisa se borró pero su rostro seguía siendo agradable.- Consulté a una distinguida alfa, una excelente intelectual quien conocía al omega. Ella me dijo que su alfa no se molestó en reconocerla cuando se presentó.- Hizo otra pausa.

 

-Entonces, el rechazo que sintió Dean...- Meditó Sam, dejando sus palabras al aire.

 

-Es posible que fuera debido a que no fue reconocido por su alfa.- Jo asintió ligeramente.- Es importante para un omega ser reconocido, de esa forma saben que son bienvenidos dentro de la manada.- Sam recordó su propio recibimiento. Guardó silencio por varios segundos. El hecho ocurrió solo unos días después de la partida de Dean y sucedió mientras caminaba por el jardín trasero de la mansión. Estaba solo y llevaba en sus manos algunas armas de cazadores nuevas. El calor lo golpeó con fuerza y Sam estuvo tan impresionado que no pudo moverse por varios minutos. Las armas se desparramaron por el suelo, provocando un increíble estrépito. Se había inclinado sobre si mismo mientras sentía como su cuerpo estallaba en llamas; el fuego inició en su abdomen y se extendió hacia su pecho, sus hombros y finalmente llegó a sus piernas y brazos. El calor lo abrazó con vigor....fue como si las brazas lo acariciaran...y después de unos minutos lo derrumbaron al piso. Él recuerda observar sus manos y notar que se habían tornado rojizas. Sam en serio creyó que no estaba preparado.

 

Cuando el calor terminó pudo ponerse en pie. Recuerda haber entrado a la casa y llegar al área principal donde se encontró con su padre en las escaleras, quien aparentemente, lo estaba esperando. John apenas captó su olor; lo tomó del cuello, lo olfateó una sola vez y después lo soltó. Eso fue todo. Él siempre comprendió que las preocupaciones de su padre fueran otras ya que su madre aún yacía inconsciente sobre una cama.

 

-Algunos creen que reconocer el olor durante el recibimiento no es importante.- Dijo Jo.- Es desafortunado, sobre todo para los omegas, aunque sus cuerpos tarden mucho más en madurar el aroma de lo que lo hacen los alfas.- Sam asintió una vez. Aquello tienen mucho sentido. Observó el rostro de la joven antes de preguntar.

 

-¿Qué me dices de ti?.- Ella soltó una risa simpática. Después se enderezó y lo miró a los ojos antes de echar una mirada a su padre, quien todavía aguardaba con paciencia. Asombrosamente, Jo había terminado y Sam se sintió mucho mejor.

-Yo soy una beta. Las cualidades o defectos de los alfas y de los omegas no son importantes biológicamente para mí.- Le sonrió. Sam tampoco conocía mucho de los betas. Claro que había tenido contacto con ellos, sobre todo aquellos que se relacionan de alguna forma con la labor de caza, pero no demasiado, así que no tiene una experta opinión sobre el género.- He terminado.- Le dijo. Sam se miró a sí mismo y se puso en pie. De alguna forma, estuvo seguro de que a Dean le agradaría la hija de Bill Harvelle.

-Tenemos que prepararnos para la llegada del consejo.- Dijo Ellen, separándose del marco y dando un par de pasos al interior.

-Está bien.- Coincidió John, volviéndose hacia ella. Sam sabe que aún hay mucho trabajo que hacer, solo esperaba que las cosas no salieran mal.- Es importante para nosotros que estés aquí, aún después de los últimos sucesos.- Añadió. Sam estuvo de acuerdo. Notó como Jo bajaba la vista y observaba la alfombra. Siempre es duro perder a alguien, sobretodo a alguien tan cercano.

-Mi principal motivación es conocer al muchacho. Bill se encariñó bastante con él. Solía hablar de él, incluso en su último día.- Jo sonrió un poco y asintió. A Sam le hubiera gustado conocerlo, a fin de cuentas, ellos le debían mucho. 

 

 

.......

 

 

 

Dean suspiró profundamente. Sintió como el aire inundó sus pulmones y se complació con ello. Se dio cuenta de que estaba consiente, pero no se molestó en abrir los ojos. Tampoco pudo escuchar mucho. Por un instante, fue como si su cuerpo se hubiera desprendido de su conciencia.

 

Continuo respirando, tranquilo. El aroma de Sam está cerca y eso lo mantuvo calmado, relajado. Su cuerpo se siente bastante cálido y eso lo desconcertó por un segundo, sin embargo, casi de inmediato percibió otro aroma. Dean estrujó su mano izquierda, que sujetaba algo con firmeza, y sus dedos aprisionaron una tela. En ese mismo momento, bostezó. Cuando terminó, respiro hondo y se relajó aún más. En algún instante, Dean juro haber escuchado las palabras “es bastante tierno”. La voz no fue más que un murmullo, así que no la reconoció.

 

Dean comenzó a olfatear indiscretamente, interesado, tratando de captar puramente ese aroma nuevo para él. Enseguida, una pequeña, suave y cálida mano tomó su mano derecha con delicadeza y la envolvió. Dean dejo que lo hiciera, ni siquiera abrió los ojos. Luego sintió algo cálido cubriendo su extremidad. Los dedos acariciaron su palma un par de veces.

 

Dean no sabía como lo supo, pero, inmediatamente, en cuanto aquella mano se aflojó sobre la suya, devolvió su extremidad y enterró su mano debajo de su nariz.

 

Olfateó el olor que aquella persona había trasmitido a su piel mediante su aliento y el contacto. Se tomó su tiempo. Recorrió con su nariz desde la muñeca hasta los nudillos codiciosamente e identificó las notas intensas y embriagadoras de nardo con mucha claridad. Luego olfateó sus dedos, cerrados en un puño, y pasó a muñeca. Le tomó unos segundos, pero logró percibir la esencia a bergamota mezclado con una pizca de sándalo. Entonces advirtió el silencio. No era un silencio incómodo, más bien....plácido.

 

En breve, Dean sintió algo acariciando su pómulo izquierdo. Fue solo un roce, tal vez con un dedo. Aquello siguió acariciándolo, esta vez sobre su cien y su lóbulo izquierdo.

 

Dean entró en confianza y movió su cabeza hacia el pecho de la persona que lo mantiene en brazos. No es Sam, eso lo sabe. El aroma lo embriagó confortablemente.

 

-Dean, cariño....- Dean dejo de olfatear, sorprendido. Es su madre....esa voz pertenece a su madre. Su corazón dio un pequeño y suave vuelco.- Ya estás en casa, eso es lo que importa.- Volvió a acariciarlo. Sus manos recorrieron su cabello con mayor confianza. Su voz es diferente a como él la recuerda, eso ya lo había notado, pero es más claro ahora.- Soy yo, mamá....Estoy bien, estoy perfectamente, no tienes que culparte por lo sucedido.- Susurró con blandura.

 

Dean se permitió abrir los ojos. Sus pestañas temblaron sobre sus ojos y después de unos segundos, su vista se esclareció. Y el rostro de Mary Winchester apareció delante de él, bajo una luz cálida....un limpio y radiante rostro surcado por un profundo corte en el pómulo izquierdo. Mary fijo los ojos en los suyos y ambos se miraron el uno al otro.

 

Su madre había cambiado, al menos ante los ojos de Dean. Y Dean sabe que es debido a su presentación. Bill le habló sobre ello, sobre como percibiría a sus conocidos de forma diferente.

 

-De haber sabido que Azazel era tan importante para ti....-Dean parpadeó, confundido. “¿Por qué su madre está hablando de Azazel?”. No se lo preguntó, porque aún contemplaba sus rasgos. Esos ojos, sus ojos, son tan hermosos. Sus pestañas no son tan largas como las suyas y su cabello rubio cae en caireles sobre sus mejillas, aunque no lo recuerda tan largo. Dean está consiente de que para ella también él le debe parecer un desconocido, tanto como para él lo fue Sam en principio. De cierta forma, Dean no estaba consiente de qué tanto él había cambiado en los últimos años y es que no le interesó demasiado su físico, ya que de haberlo hecho se hubiera mantenido en forma, como un buen cazador lo hubiera hecho.

 

El semblante de Mary Winchester le transmite una paz innegable y Dean no puedo evitar sentirse completo. Fue una sensación embriagadora y poderosa.

 

Ella lo quiere, ella lo tienen en sus brazos. 

 

Dean no advirtió las lágrimas hasta que sus ojos se llenaron por completo y se le desdibujó la vista. La imagen de su madre se distorsionó frente a él y por un momento, temió que no fuera real. Mary respondió acercando su rostro al suyo y depositando un suave beso sobre su frente mientras continua acariciando su cabellera. Pero no se alejó, sino que olisqueó su piel. Su nariz recorrió sus párpados y él tuvo que cerrar sus brillantes luceros cuando lo hizo. La fuerte nostalgia que sintió se disipó un poco. Ella también olfateó sus pómulos y sus mejillas, y por unos segundos olfateó su cuello. Finalmente, su nariz se enterró en su cabello, luego separó su rostro del suyo, solo un poco, y acarició nuevamente su cabellera. Hace mucho tiempo que Dean no sentía caricias como esa, por lo que lo percibió como un acto tan íntimo.

 

Cuando ella terminó, Dean estiró una mano hacia su rostro, solo unos centímetros, y acercó los dedos a la herida su pómulo, pero no la tocó. Mary permaneció quieta, un tanto confundida. Dean se acercó, olfateó el aroma que desprenden las glándulas de su cuello y lo delineó con su nariz hasta llegar a su mandíbula. Tuvo que estirarse y fue entonces que percibió la debilidad de sus músculos, pero ignoró la sensación. Se dio cuenta de que el sándalo de su aroma es más fuerte en la clavícula y la bergamota se intensifica detrás de su oreja mientras que el nardo está presente por todos lados. Finalmente, después de un par de minutos de inspección, su nariz llegó a su pómulo y olió la sangre. Su aliento acarició los párpados del alfa, los cuales temblaron ligeramente. Después Dean abrió los labios, sacó su propia lengua y rozó la herida con ella.

 

-¿Qué es lo que haces?- Murmuró Mary, sorprendida. Abrió los ojos de par en par y entreabrió los labios. Dean no respondió.

 

-Está limpiando la herida.- Dijo Sam en voz baja, pero presurosa, explicando su comportamiento y mitigando la impresión de Mary.- Parece ser que es un conducta habitual de los omegas.- Mary parpadeó, conmovida por el comportamiento de Dean. Dean también ignoró a Sam, pero no del todo. Su olor ya le había dado información de su ubicación temporal.

 

Dean se tomó su tiempo para asegurarse de que la herida estuviera completamente limpia y que pudiese sanar adecuadamente. El sabor de la sangre no representaba un problema para él en realidad. Cuando se separó del rostro de su madre, ésta tomo su rostro entre sus manos, impidiendo que se alejara mucho, y procedió a olfatearlo nuevamente. A Dean le gustó aquello, aunque sabía que su olor estaba mezclado con el olor de la tierra, el musgo y las plantas del bosque, eso sin mencionar el sudor y las lágrimas o el propio olor de Sam. Pero Mary estaba ansiosa por conocerlo.

 

Fue el cuerpo de su madre lo que lo mantuvo caliente todo ese tiempo. Y él estuvo agradecido.

 

Mary tomó su mano nuevamente y Dean se percató entonces de sus propias heridas. Seguramente, el estrés había evitado que Dean sintiera los pinchazos de dolor de los cortes de sus palmas, así que pasó su lengua por su piel lastimada una sola vez, después levantó la mirada y se encontró con los ojos de su madre.

 

-¿Te gustaría darte una ducha?.- Le preguntó suavemente. Sus ojos brillaron en señal de asentimiento. 

 

 

 

......

 

 Por la mañana

 

-Él intervino cuando Dean estaba a punto de darme la mano.- Expresó Castiel, molesto. Su aroma reflejaba un nítido olor a cuero. Castiel caminó por la alfombra parda del salón con pasos rápidos y decisivos. Se posó delante del librero junto a la pared. La luz de la mañana entraba desde el exterior por la ventana ya que las cortinas de color salmón estaban corridas suavemente y descansaban sobre un par de sillones rinconeros de color blanco huevo.- No estaba en su derecho.- Continuó, exaltado.- Simplemente, Michael no pudo soportar la idea de que yo pudiera tocarlo antes que él.- Se quedó en silencio y sus ojos vagaron por los estantes del libros, sin ver los títulos en realidad. Tiene los labios fruncidos y las mejillas tensas.

 

-Entiendo lo que hizo.- Asintió Gabriel, con decoro.- No debió de haber estado siquiera cerca de ustedes.- Coincidió.- Pero como veo las cosas, el único acto que representó un riesgo en relación a tu acercamiento hacía Dean Winchester, fuiste tú mismo.- Castiel cerró los ojos y lo meditó por un momento. Colocó un puño sobre sus labios, refrenando sus inquietudes. Gabriel volvió su atención a los bizcochos de leche sobre la pequeña mesa de té del salón. Probó uno y luego bebió un sorbo de té,  provocando un poco de ruido al manejar la costosa vasija.

 

-Casi pierdo el control en su presencia.- Susurró Castiel después de unos minutos, decepcionado.- Eso jamás me había pasado.

 

-Es comprensible.- Armonizó él.- Perder la atención de Dean cuando ya tenías su interés en ti, te ha afectado...y lo sigue haciendo, como es esperado.- Lo miró un segundo y se dio cuenta que Castiel no se había movido en absoluto.- Pero recuerda, la relación que debes mantener con nuestro hermano, en los límites de los terrenos de John Winchester, no es sino cordial y tolerante. Esa es una estipulación inalterable. John no soportará peleas ni arrebatos de ira, sobre todo en presencia de Dean.

 

-Lo sé.- Asintió Castiel, quien tragó un poco de saliva. Abrió los ojos y recorrió la estantería de libros.

 

-Además, no dudo que esto sea parte de las intenciones de Michael. Te está provocando y sabe que no caerás pronto.- Castiel no respondió, permaneció en silencio. Castiel caminó hacia el centro del salón, abajando su brazo, donde la luz del sol alcanzaba la alfombra y le dio la espalda a Gabriel. Los ajustados pantalones de vestir de color gris oscuro delinean perfectamente su trasero. Lleva puesto una camisa blanca de mangas largas.

 

-Tienes que probar estos bizcochos.- Le comentó Gabriel, saboreando los residuos de miel de sus delgados labios. Gabriel yace sentado sobre una silla victoriana con cubierta acolchada color crepe.

 

-Estoy bien.- Respondió Castiel, ausente. El salón no tiene puerta, solo un angosto umbral de madera.

 

Cuando Gabriel terminó el bizcocho que tenía en la mano, volvió su atención de nuevo a él.

 

-¿Qué estás pensando?.- Preguntó, interesado. Castiel se tomó un momento antes de contestar.

 

-Tenías razón.- Dijo en voz baja y ensimismada.- Dean es perfecto.- Gabriel parpadeó.- Él...lo tiene todo, incluso con el rostro manchado de tierra es bastante encantador. No hay otra cosa en la que desee pensar, sino es en él.

 

-Si, él suele provocar ese efecto en las personas.- Concordó Gabriel. Castiel trago saliva. La imagen de su hermoso omega se interponía sobre el resto de sus pensamientos sin que el pudiera evitarlo con mucho éxito. Su bello rostro, manchado de tierra y restos de sudor, brillaba bajo la luz de la luna y sus brillantes ojos relucían bajo unas radiantes pestañas. Las gotas de sudor resbalan por su tierno y seductor cuello. Castiel recordaba el terrible capricho que sintió cuando lo tuvo lo suficientemente cerca. No iba a admitirlo, pero Castiel tuvo tantos deseos de lamer ese cuello y saborear la sal producto de la exudación de su agraciado cuerpo.

 

-Tu té se está enfriando.- Esclareció Gabriel, devolviéndolo al presente. Observó su taza de porcelana rellana de té preparada con un poco de leche. Castiel es aficionado de las cosas dulces.

 

-No deseo té...¿Sabes si Dean podría estar despierto?- Preguntó en voz baja, pero claramente deseosa.

 

-Lo dudo. Y aunque fuera así, el consejo ya está aquí. John no dejará que el consejo se involucré con su hijo de ninguna manera. No si puede evitarlo. Y por ello, tu próximo encuentro con Dean será oficialmente, tal vez en la cena de está noche. Michael también estará ahí.

 

-Si, tal vez.- Dijo secamente.

 

-Aunque, sospecho que hay algo que no me estas diciendo.- Susurró Gabriel en seguida.

 

-Es algo que no necesitas saber.- Aclaró, sin dar señales de cooperar.

 

-¿No lo necesito?.- Replicó Gabriel, ofendido.- Necesito todos los detalles, hermano, si quieres mi ayuda.- Dijo, alzando un poco la voz.

 

-Creo que ya hiciste demasiado. Estaré solo de ahora en adelante.- Reveló, bastante seguro de si mismo y calmado.- Pero aún tengo algunas preguntas que hacerte.- Se volvió hacia Gabriel y lo miró directamente. Se quedaron en silencio más de un minutos, hasta que Gabriel cedió.

 

-Bueno, responderé, pero debo aclararte que el hecho de que Azazel muriera no estaba dentro de mis planes.- Le dijo, inequívocamente.- Lo único que aseguraba que los Winchester le encontraran una pareja a Dean es que temieran que Azazel todavía pudiera ponerle las manos encima.- Castiel permaneció pensativo unos segundos. Parpadeó, desvió una vez su mirada y volvió su vista hacia él.

 

-Dime, ¿cómo es posible que John siga siendo su alfa después de tanto tiempo de separación?. ¿No se supone que, incluso si así fuera, Azazel hubiera roto el vínculo que tenía con su padre?.- Gabriel sonrió un poco.

 

-Es más simple de lo que crees, en realidad.- Respondió con lentitud, tomando su taza de té.- Dean estaba más interesado en aparearse con Azazel que en unirse a su manada, consiente o inconscientemente.- Aclaró con algo de soberbia, que se reflejó también en sus facciones.- Lo que es buena señal, Dean se percibe a si mismo preparado para una unión en pareja.- Aseguró y añadió algo más.- Solo la mordida podría haber roto ese vínculo y Dean hubiera pasado oficialmente a formar parte de su manada.

 

-Entiendo.- Le dijo, asintiendo ligeramente.- Aunque aún es bastante joven.- Sus ojos se opacaron. Gabriel respondió.

 

-Eso tiene que ver con la falta de apego en su primeros años como omega.

 

En ese momento, fueron interrumpidos por una mujer castaña, quien permaneció bajo el umbral en una postura recta y seria. Los miró a ambos con atención antes de pronunciar sus siguientes palabras.

 

-El consejo está deseoso de reunirse con ustedes ahora mismo. Esperan su declaración de los hechos.- Su voz fue neutral.

 

-Si, seguro.- Dijo Gabriel, poniendose en pie, nada sorprendido. Se acomodó el saco gris del traje con las manos.- Es hora. 

Notas finales:

Nos vemos!!!


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