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Sunflower por rkivexxxv

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Un pequeño viaje

Sasuke disfrutaba su domingo en casa; sin preocupaciones, sin llamadas del trabajo, reuniones molestas de vecinos, y lo más importante, sin que su madre estuviera detrás de él preguntando cuándo llegaría a la residencia Uchiha de nuevo.

Se sentía cómodo usando ropa normal y no ese conjunto tan de oficina, limpiaba un poco por aquí y otro poco por allá. Eran al menos las once de la mañana, así que podía sentirse tranquilo consigo mismo y decirle a su mente que se relajara un poco porque después de todo, había hecho cosas productivas desde que se levantó.

Asintió satisfecho al notar lo reluciente que se veía la sala de estar, comedor y parte de su cocina. No todos los días de descanso se levantaba con esa energía para ponerse a hacer los quehaceres domésticos y menos cuando la semana laboral había sido tan pesada.

Esa sensación de vacío en su estómago le hizo entender de inmediato lo hambriento que estaba después de su arduo trabajo. No había desayunado, por lo cual, se dirigió a su pequeña cocina y abrió el refrigerador compacto que estaba al lado de su estufa.

—No puede ser—dijo en ese tono apagado, cerró la puertecita con paciencia—, está vacío.

Suspiró frustrado.

Es verdad, olvidó pasar al supermercado por casi una semana entera. Aunque, a decir verdad, la mayor parte de la culpa la tenía su insistente pereza. Buscó las llaves de su camioneta y tomó la descuidada billetera que compró en una tienda de antigüedades. Salió y le echó un pequeño vistazo a la puerta de Naruto, y el fresco recuerdo de la noche anterior se proyectó en su mente cual cine mudo.

—¿Qué haces parado ahí como loco?—la gruñona voz le sacó de su pequeño trance—. Si buscas a Naruto acaba de salir.

Sasuke, curioso por lo que escuchó de la vieja Chiyo, alzó la ceja y de nuevo se centró en sus propios pensamientos. No tenía idea de que la loca de enfrente y su rubio vecino se llevaran bien, por darle un nombre a la situación. Vio a la anciana adentrarse a su departamento y cerró la puerta con mucha fuerza. Dios, ni siquiera le dejó agradecer por información que no había pedido en un principio. El azabache se encaminó al pequeño parking del edificio y rezó a quién sea que estuviera allá arriba para que su viejo motor funcionara. Una sonrisa apareció de nuevo en su rostro, el cacharro que tenía encendió a la primera y arrancó directo a la pequeña zona industrializada.

En cuestión de minutos visualizó aquellos sedosos y brillantes cabellos rubios pasearse por la banqueta peatonal, Naruto vestía tan informal como siempre; esas camisas sueltas y largas junto a los shorts parecían predominar en su armario. Llevaba consigo una canasta de mimbre y algunas bolsas de plástico que parecían llevar pequeños trastes con comida.

Dudó, Sasuke dudó sólo unos segundos, pero fue suficiente como para dejarse llevar por su instinto, lo alcanzó y manejó a su lado. Hizo sonar la bocina un par de veces obteniendo su atención, de inmediato bajó la ventana contraria y lo primero que vio fue su dulce sonrisa.

Después de su madre, quizás Naruto era la persona que parecía más feliz de verle.

—No trabajas hoy, ¿o sí?—le saludó, iban al mismo tiempo.

—Voy al supermercado—respondió tajante, como era usual—. ¿Adónde vas?

—A tomar el autobús, iré de visita a un lugar.

Probablemente, eso explicaría la canasta. ¿Una cita quizás? Eso le hizo fruncir el ceño.

—Si quieres puedo llevarte.

Sasuke habló sin pensar mucho en las consecuencias, las palabras habían salido como si estuvieran esperando el ansiado momento para decirlas, pero no estaba avergonzado por ello; nervioso sí, porque no sabía si tendría una respuesta positiva. Naruto se detuvo y Sasuke copió su acción deteniendo la camioneta, parecía estar pensando muy bien la propuesta; eso le asustó por un momento.

—¿No te molesta?—preguntó levemente sorprendido.

Él negó un par de veces con ese rostro tan serio de siempre. Le quitó el seguro a la puerta como clara invitación y esperó pacientemente a que Naruto por fin entrase. Al tenerlo a su lado como copiloto arrancó de nuevo sintiéndose un poco extraño.

Arrugó la frente por un momento.

Él llevaba al torpe y hablador de Naruto a su lado, y este iba inusualmente callado. Apretó las manos en el volante y lo miró a través del retrovisor unos segundos.

—¿A qué lugar necesitas ir?

—¿Conoces la casa hogar que está poco antes de llegar a la ciudad?—preguntó. Sasuke asintió sabiendo a qué lugar se refría. Siempre pasaba frente a la silenciosa fachada cada día antes de ir al trabajo y después cuando regresaba a casa.

No era exactamente la respuesta que esperaba, de hecho, creía que iría al centro de la ciudad o algo parecido. De cualquier forma, no quedaba tan lejos de donde estaban y aunque el viaje fuera más largo caminando, estarían ahí en menos de treinta minutos sobre ruedas. Sasuke posaba su vista de vez en cuando en Naruto, quien sólo se mostraba interesado en los viejos robles que decoraban el camino.

—Oye—Uchiha tomó la iniciativa de la charla, un poco preocupado, a decir verdad—, ¿estás bien?

Sasuke estaba en un proceso de descubrimiento, y ese sentimiento de interés que tenía sobre Naruto, sólo arrojaba a esas sospechas inusitadas que tanto había querido ignorar en su momento.

—Sólo estoy un poco nervioso—contestó—, hace mucho que no vengo.

Esperaba respuestas evasivas y mentiras pequeñas, pero en cambio, Naruto fue honesto y rápido en su respuesta; casi en automático, como si estuviera buscando soltar el peso de las palabras que se acumulaban dentro de él. Sasuke asintió tratando de entender lo que se escondía detrás de esos suspiros y de las miradas furtivas hacia la ventana; giró a la izquierda hacia el camino de tierra que llevaba a la casa hogar y que estaba sólo a unos cuantos metros de distancia, al llegar, el azabache saltó de la camioneta y la rodeó hasta llegar a la puerta contraria.

Naruto se notó sorprendido al ver cómo Sasuke tomaba las bolsas de plástico—. ¿Me acompañarás hasta allá?—preguntó sosteniendo con fuerza la canasta de mimbre, Sasuke aclaró su voz queriendo disipar las dudas que carcomían su mente.

—Sólo si te parece bien.

Estaba seguro que algo le pasaba a Naruto, y tampoco quería incomodarlo con esa actitud que había decidido dejar florecer.

Él le observó, un pequeño silencio se formó a su alrededor; Sasuke sabía lo mucho que brillaban los ojos de Naruto, lo mucho que decían sin que este dijera algo y ahora mismo, juraba que eran más azules que nunca; casi tanto como las profundidades del océano o los cielos en primavera. Empezaron a andar por el poco camino que les quedaba, estaba lleno de baches y algo estrecho como para dejar pasar la camioneta. Era más fácil continuar el sendero a pie bajo la sombra de los árboles.

—¿Recuerdas cuando te dije que había vivido en Osaka hace tiempo?—Naruto miraba al frente con una sonrisa nostálgica—. Iruka y Kakashi no siempre fueron mis padres—confesó.

Sasuke escuchó con atención y paciencia, esperando a que su rubio vecino soltara las palabras por su cuenta.

—Tuve un padre y tuve una madre... al menos por seis años de mi vida—relató en un pequeño susurro, sólo escuchaban el crujir de algunas ramitas que pisaban y los vientos fuertes soplar contra ellos—. No recuerdo mucho, pero sé que nos gustaba ir a Ichiraku.

Naruto se encogió del frío—. Esa noche habían tardado más de lo normal en regresar del trabajo, supuse que algo andaba mal, porque la niñera no quería decirme lo que había escuchado después de contestar esa llamada.

Él calló por un momento e inhaló profundamente—. Sólo dijeron que algo salió de la nada... mi padre trató de evitarlo, pero perdió el control del auto y terminaron contra los árboles—tenía la mirada perdida, recordando lo que había pasado con su familia—. No tenía a nadie más que a mis padres, así que la policía terminó llamando a servicios sociales y fue de esa manera en la que terminé aquí.

Pararon frente a la fachada del orfanato. Naruto le devolvió la mirada y le sonrió, parecía mucho más calmado luego de contarle un trozo de su historia. Sasuke quiso hacer algo, cualquier cosa; sólo para quitarle ese brillo de tristeza de los ojos. Deseó acariciar su mejilla, rodearle con sus brazos y darle palabras de aliento, pero todos esos pensamientos se vieron interrumpidos por el estruendo que escucharon.

La gigantesca y pesada puerta se abrió, dejando ver a una mujer de cabellos largos, rubios y de una mirada serena.

—Naruto—exclamó entre la sorpresa y la alegría, se acercó hasta él y lo abrazó por mucho tiempo. Sasuke se alejó dándoles un poco de espacio.

Ella le miró con ternura después de separarse—. La última vez que viniste tenías diecisiete, pareces todo un hombre ahora—sonrió orgullosa, haciendo que Naruto bajara la mirada con timidez mientras sonreía.

—Abuela Tsunade, lamento venir hasta ahora—se disculpó.

—Eyyy, miren quién está aquí—exclamó un hombre alto y fornido, su cabello era blanco y largo. Sonrió al rubio, abrazándolo con ese mismo cariño paterno.

Entonces Sasuke entendió, entendió por qué la sombra de tristeza cubría ese rostro tan alegre, por qué parecía tener un conflicto interno, y, sobre todo, por qué había regresado a Osaka. Los miraba conversar tan felizmente que incluso él sonrió, quizás Naruto pudo haberlo pasado muy mal hace algunos años, pero sabía que estuvo rodeado de buenas personas.

—¡... tido! 

—Mocoso, ya te dije que no me digas pervertido frente a las visitas—de pronto la atención se enfocó en Sasuke, nervioso enderezó la espalda.

Naruto se acercó a él con esa sonrisa, esa sonrisa que sabía con perfección que había calado muy dentro de él desde que la vio—. Ven, déjame presentarte—dijo con dulzura, lo tomó de la mano y se plantaron frente a ambos.

—Ella es Tsunade, y su esposo Jiraiya—Sasuke hizo un pequeño ademán, tratando sin éxito aparente de expresar algo que no sea la seriedad de su rostro—. Son los dueños del orfanato, se encargaron de mí durante un tiempo hasta que llegaron Kakashi e Iruka.

—Mucho gusto—dijo en ese usual tono neutro, aun así, logró sonreír mínimamente.

—Él es Sasuke Uchiha—Naruto dudó un momento—. Es mi amigo, vivimos uno al lado del otro.

La mujer rubia sonrió con sorna—. ¿No te cansa ser amigo de alguien tan revoltoso?—molestó Tsunade.

—Oh vamos—Naruto resopló, Sasuke sonrió al escucharlo.

—Es tan agotador que a veces necesito un respiro—le siguió el juego, ganándose una mirada asesina por parte de Naruto.

—¿Tú también?—indignado dijo.

—Pero no es tan malo, Naruto es divertido—admitió mientras lo veía.

Jiraiya y Tsunade soltaron una sonrisita en cuanto vieron el sonrojo de Naruto esparcirse hasta sus orejas.


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