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Sunflower por rkivexxxv

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Una decisión

Sasuke movía su pie con rapidez y mordía constantemente la punta del bolígrafo azul entre sus dientes. Ese día en particular el trabajo no fue tan pesado en la oficina y su cartera de clientes estaba al día en cuanto a pagos, lo que significaba que no tenía tantas llamadas que hacer y estrés que acumular. Contactó a su madre y le dejó tranquila haciéndole saber que iría a la boda de Itachi, incluso le prometió hablar con este antes del gran día para calmar un poco las aguas.

Aunque, obviamente, omitió el hecho de que Naruto le acompañaría. Su madre seguía pensando que era el mismo hombre solitario y sin vida social de siempre.

Sasuke arrugó la frente y exasperado suspiró mientras miraba hacia el reloj de la pared. Escuchó risas venir del otro extremo y visualizó a Suigetsu acercarse para tomar asiento en su escritorio, este le miró y le sonrió de nuevo.

Uchiha casi ponía los ojos en blanco, odiaba ese gesto de lástima que siempre tenía cuando le miraba. Mientras el albino tomaba asiento en su silla, pudo darse cuenta del horroroso ánimo de su compañero y respiró hondo en cuanto abrió la boca.

—Sé que voy a arrepentirme de esto luego, pero—anunció con pesar—. ¿Qué te sucede? Pareces más irritado que de costumbre.

El silencio que Suigetsu tanto esperaba no se hizo de rogar, suspiró porque sabía que Sasuke jamás soltaría una palabra acerca de sus sentimientos, de su vida, de cualquier cosa que sea sobre él. Sin embargo, y sorprendentemente, él le miró indeciso y con una increíble curiosidad que era casi palpable en esos ojos melancólicos que tanto miedo daban.

Por otra parte, Uchiha estaba en un aprieto consigo mismo; buscaba una forma de decir las cosas sin que sonaran exactamente como lo que eran y también se preguntaba si podía confiar por una vez en su vida en Suigetsu.

Esa era precisamente la parte que más le desagradaba de no tener amigos y de no poder conversar como alguien normal con su propio hermano.

—¿Alguna vez te has enamorado?—la pregunta de Sasuke casi lo hacía escupir su sorbo de café.

Era más que obvio que no había logrado preguntar lo que carcomía su mente sin que sonara precisamente a lo que quería decir.

Aquí es cuando Suigetsu tenía que ser cuidadoso. Si metía la pata, Sasuke le miraría con indignación y escaparía antes de decir cualquier otra cosa.

Optó por la sinceridad—. No sé si enamorar, pero me han gustado algunas chicas.

El tono serio le sorprendía. A decir verdad, Sasuke no le caía mal; sabía que era diferente a los demás en el banco, era siniestro y de pocas palabras. Había escuchado infinidad de rumores, estaba al tanto de que era un Uchiha y también sabía que a este le molestaba increíblemente que hablaran sobre su familia, y especialmente estando frente a él.

Pese a todo, siempre actuaba con Sasuke como usualmente lo hacía frente a los demás empleados. Uchiha tenía sus razones para ser como era y Suigetsu no era absolutamente nadie para poder juzgarlo. Era por ese aspecto tristón que siempre cargaba que lo invitaba a beber con sus amigos, la razón por la que le hablaba a pesar de recibir a cambio esos silencios incómodos y las miradas aburridas, el por qué no desaprovechaba la oportunidad para molestarle un poco... aunque ahora mismo, estaba seguro que la nube de tristeza ya no posaba descaradamente sobre él.

Hozuki sabía que últimamente tenía un inusual rostro relajado, muchísimo más que cualquier otro día o todo lo que llevaran de vida trabajando juntos.

—¿Qué se siente?

—¿Disculpa?—Suigetsu estaba realmente consternado, con los ojos abiertos que brillaban curiosos.

—Ya sabes—el pelinegro tosió un par de veces, componiendo la voz—, que te guste alguien, ¿cómo se siente?

Sasuke sabía que ahora mismo parecía un imbécil preguntando ese tipo de cosas, ¡era un hombre adulto! Pero es que no estaba seguro... o más bien, sólo necesitaba la confirmación de algo que ya sabía. Su viaje de auto-descubrimiento durante un tiempo le brindó indicios de lo que sentía y lo que no había planeado siquiera buscar, simplemente quería escucharlo de alguien más.

—Bueno...—masajeó su cuello buscando una respuesta decente—. Cuando te gusta alguien no dejas de pensar en esa persona y no me veas así... ya sé que es muy trillado, pero es la verdad.

Suspiró al notar la disconformidad asomarse por los ojos de Sasuke, se acercó con su silla de rueditas y le miró seriamente—. Bien—exclamó desesperado—, es algo así como la magia.

El pelinegro alzó una ceja y Suigetsu se quedó un rato callado, pensando—. Míralo como el confort que necesitas para sonreír al menos una vez en el día.

Hozuki rascó su cabeza y negó un par de veces, con la mirada perdida en algún punto.

—No sé... de pronto conoces a alguien especial, comienzas a poner sus fotos en tu mente—se encoge de hombros—. Inconscientemente deseas querer estar a su lado, y empiezas a ver las cosas buenas en lugar de las malas que tanto te molestan.

—Como magia—Sasuke asintió levemente, evitando la mirada de Suigetsu.

Gran parte de la ira que sentía hacia sí mismo y todo lo rutinario que implicaba ser un Uchiha se había evaporado poco a poco. Esa mancha de oscuridad en su vida que tanto le asfixiaba estaba siendo opacada por la resplandeciente aura que vio en Naruto cuando lo conoció. Sasuke ni siquiera había esperado nada de ese encuentro, ni mucho menos pidió que algo pasara.

Todos esos pensamientos sobre Naruto se reprodujeron en su cabeza, como lo estuvo haciendo por días. El cómo se conocieron, la primera conversación que tuvieron, el ramen de Ichiraku, la pequeña ave llamada Shiro, la cena con sus padres y quizás lo más importante, Naruto abriendo su corazón para él; contándole un poco sobre su pasado y presentándolo a personas importantes de su vida. Quiso curvar sus labios hacia arriba y suspirar como tarado, pero se obligó a sí mismo a no hacerlo. Su compañero de ojos violeta tenía razón, era ese confort que necesitaba para sonreír al menos una vez.

Pero debía averiguar si Naruto se sentía de la misma forma... o quizás encontrar la posibilidad de crear esa mínima oportunidad.

—¿Te gusta alguien?—preguntó Suigetsu con temor a ser ignorado, de morir sin saber el chisme.

La respuesta lo dejó atónito—. Ah, uhm... ya vuelvo, tengo que... sacar copias.

Ese maldito cretino, pensó—. ¡Deja de poner la misma excusa!—gritó, pero Sasuke ya había desaparecido.

Esa misma tarde, cuando iba de regreso a casa, estuvo pensando en lo que tenía que hacer. Debía buscar una forma de arreglar las cosas con Itachi; invitarle a comer o lo que sea, mientras no se ponga odioso con cuestiones laborales, quizás logre solucionar las cosas con él.

Aparcó frente al edificio e inhaló profundamente el conocido aroma de los mariscos, había pasado el tiempo suficiente atascado en ese lugar que todo parecía afectarle menos, excepto las tediosas reuniones con la asociación de vecinos.

Iba con prisa para ni siquiera atreverse a ver si el guardia de turno estaba en su puesto, pero justamente cuando entraba chocó duramente contra alguien.

Escuchó el pequeño jadeo de dolor de la otra persona—. Dios—murmuró pasando una mano sobre su frente—. Eso dolió, Sasuke.

—Ibas distraído.

—Y tú parecías estar huyendo de alguien de lo rápido que venías—esos brillantes ojos azules le miraron directamente y de pronto se sintió con la necesidad de suspirar.

Naruto recogió la bolsa negra y sonrió con simpleza—. ¿De quién te escondes? ¿Kabuto?

Asintió levemente, era como si él pudiera descifrar cada vez mejor sus movimientos.

—Él es un poco extraño—dijo al aire y sin mucha importancia, se acercó al contenedor y dejó caer la bolsa negra—. Yo también me escondo y no tengo mucha suerte con eso, pero no te preocupes—decidido le dio un par de palmaditas en el hombro—. Por lo general no está merodeando por acá cuando llegas del trabajo.

Naruto asintió formando una sonrisa pequeña, Sasuke en silencio lo observó y el rubiecito nervioso le devolvió la mirada—. ¿Qué pasa? —preguntó, borrando su sonrisa y dejando a la extrañeza apoderarse de su rostro.

—¿Quieres ir a cenar?—Sasuke hacía de nuevo lo mismo, hablar en automático y no pensar en las consecuencias.

Hacía un segundo estaban hablando sobre el odioso de Kabuto y lo escalofriante que era, y de pronto Sasuke soltaba una petición que no tenía cabida por ningún lado. En algún punto anheló tener el control de sus palabras y de su comportamiento, pero la verdad es que no podía evitarlo; no cuando Naruto estaba tan cerca de él, cuando pronunciaba su nombre o cuando sonría lo más mínimo hacia él.

Su rubio vecino tenía un rostro muy gracioso ahora mismo, y Sasuke agregó:

—La última vez dijiste que podía elegir el lugar.

Naruto tenía las mejillas rojas, Sasuke deseó que fuera por el atrevimiento doble de sus palabras... que fuera porque en el fondo también se sentía de la misma forma que él.

—¿A-ahora mismo?

Asintió un par de veces—. A menos de que estés ocupado, podemos dejarlo para luego.

Demonios, no sabía de dónde salía tanta confianza... tantas palabras. Sasuke Uchiha ya había tomado una decisión, y no planeaba rendirse ni abandonar esos cálidos sentimientos que tenía hacia Naruto Uzumaki.

 


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