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Sunflower por rkivexxxv

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Sombras 

La voz grave y apagada del maestro se escuchaba muy a lo lejos a pesar de que estaba en el salón a menos de veinte metros de él, parecía que el curso de microbiología era el menor de sus problemas ahora mismo, ni hablar de su nota que estaba casi por los suelos. En ese momento suspiró aliviado, agradecía tener a alguien tan inteligente como a Shikamaru Nara sentado a su lado. Sabía que, si le pedía sus apuntes y explicaciones, él se las daría.

Con pereza guardó sus cosas cuando la clase dio por finalizada, pero en cuanto escuchó el lamento de su amigo volvió a la realidad. Parecía haber estado en piloto automático toda la primera mitad de la jornada.

—Disculpa, ¿qué dijiste?—Naruto se giró al rostro somnoliento de Shikamaru.

Él suspiró—. Que fastidio—expresó, Naruto sonrió inmediatamente al escucharlo—. Desde hace días estás más distraído de lo normal—le reprochó mientras salían al receso.

—Perdón—hizo una sonrisita boba—. Sólo estaba pensando en algunas cosas...

—¿Es tu vecino raro de nuevo?—preguntó con la ceja alzada.

Naruto le había contado a Shikamaru sobre su nuevo amigo del complejo departamental, y este obviamente no dudaba en sacar siempre a colación el tema cuando podía. Él sabía que ese tal Sasuke Uchiha estaba detrás de los pequeños trances mentales de su amigo y que no sólo eran por su indudable desinterés en el curso, de por sí Naruto ya era una persona con pocos dones para el estudio; ¡es más! Ni siquiera sabía cómo es que había llegado al sexto semestre de medicina veterinaria.

—Sasuke no es raro—ahí estaba de nuevo, defendiendo a alguien que no conocía—. Sólo le cuesta hablar con las personas.

Se sentaron en las mesas al aire libre. Shikamaru esperanzado en reunir fuerzas y soportar lo que quedaba de clases y Naruto... bueno, él parecía seguir en su pequeño mundo.

—Entonces, ¿cuál es el problema?

Naruto le miró seriamente—. Eso estoy tratando de descubrir, Shikamaru.

La frasecita bien conocida se escuchó al aire. Sí, Naruto lo sabía, era una molestia; ¡un fastidio! Estaba seguro de que no era una persona muy inteligente y también sabía que no se le daba microbiología, pero intentaba entender lo que sentía. Lo que llevaba por ratos pensando, y aunque no quisiera admitirlo, necesitaba verlo desde otra perspectiva aparte de la suya.

—Sólo asiente si esto es por Sasuke Uchiha.

Naruto hizo un puchero y movió la cabeza afirmativamente.

—Eres muy tonto, Naruto.

—¡No es necesario que lo digas así!

Shikamaru miró con pesar ese rostro y suspiró desganado. Esto era incluso más molesto que tener que explicarle la clase entera cada vez que no la entendía.

—Naruto, ¿qué es lo que sientes cuando piensas en el ramen?

El rubio le miró fijamente, confundido. Pero algo brilló en sus ojos azules inmediatamente.

—Es increíble—la emoción lo consumió—. Cuando estoy feliz, cuando estoy triste o cuando estoy enfermo; siempre sabe bien y me anima.

Shikamaru lo escuchaba atentamente.

—Olvido las cosas malas... es parecido a ahogar las penas en alcohol, pero mucho mejor—asintió satisfecho con su respuesta.

—¿Dirías lo mismo de Sasuke?—el tono serio hizo que Naruto se pusiera nervioso.

—¿A-ah? ¿Qué tiene que ver el ramen con Sasuke?

—Estoy tratando de ayudarte con tu problema—dijo—. Anda, responde. No seas fastidioso.

El silencio los rodeó por un momento, Nara sabía que debía darle cierto tiempo para dejarle pensar y formar una respuesta coherente en esa cabecilla despistada. No era tan fácil aceptar sentimientos del tipo romántico, menos si se trataba de alguien tan bobito como su querido amigo de rubios cabellos.

Sólo necesitaba de un pequeño empujón para armarse de valor.

—Me gusta pasar el tiempo con Sasuke. Siempre está molestándome y no le gusta el ramen—sonrió divertido, recordando los momentos que compartieron juntos—. Pero si estoy feliz, triste o desanimado... él puede hacer que olvide por qué me sentía así.

Uzumaki frunció el ceño, procesando lo que él mismo había dicho—. Parecido al ramen...

—Naruto.

—¿Qué?

—Tú amas el ramen.

Su pequeña confesión le hizo entender rápidamente hacia dónde se dirigían realmente sus sentimientos.

El resto del día transcurrió como lo habitual. Shikamaru ya no volvió a tocar el tema de Sasuke, ni tampoco hizo mención de su efectiva analogía con comida. Sabía que debía darle espacio a Naruto para reacomodar sus pensamientos y decidir lo que tenía que hacer. Por otro lado, el rubio distraído, no evitó —aún y con más fuerza— pensar en lo que Sasuke significaba para él. Antes sólo era un amigo, su meta era hacerlo sentir cómodo en su presencia. Conocerse más.

Y pareció haber funcionado, pero las pequeñas e inadvertidas acciones de Sasuke lo hacían sentir confundido, nervioso y con ganas de esconder su rostro bajo una almohada.

Las clases acabaron un poco más tarde de lo habitual ese día. Y aunque estuviera algo cansado, pasó a la tienda de conveniencia cerca de la parada de autobuses para hacer una mini compra; ramen instantáneo, gaseosas y frituras. Una noche larga para pensar.

Estaba agradecido de que no le tocara turno en su trabajo de medio tiempo en la biblioteca de la facultad. Así que caminó a rastras hacia el edificio tenebroso que estaba lleno de dibujos de colores extravagantes y suspiró en cuanto entró.

¿Sasuke habrá llegado a salvo?

Eso fue lo primero que pensó—. Él ya debió irse a dormir—murmuró, subió por el ascensor y caminó hacia su puerta.

Pero en cuanto dobló la esquina se quedó petrificado antes de siquiera acercarse un poquito más. Estaba oscuro y tenía miedo, pero estaba seguro que conocía esa silueta. Con lentitud caminó y reconoció de inmediato la figura que se recostaba perezosamente sobre la puerta del departamento de al lado.

Se colocó en cuclillas, dejando su bolsa de compras a un lado. Tocó suavemente el hombro del pelinegro—. ¿Sasuke?—vio que a penas y se movió—. ¿Sasuke? Despierta, ¿por qué no entras a tu departamento?

—Voy a quedarme aquí, no puedo entrar—su voz se escuchaba apagada y ronca, estaba ebrio. Podía notarlo por el olor y por la forma en que arrastraba las palabras al hablar.

—No puedes quedarte aquí, vamos. Ponte de pie.

Naruto lo ayudó a levantarse del suelo sucio y frío—. ¿Y tus llaves?

—Ya te dije que no puedo entrar, rubio tonto—se burló de él aun estando borracho—. Dejé las llaves adentro.

—¿Tonto yo? Lo dice la persona que dejó sus llaves dentro—lo regañó y luego resopló—. ¿Y el código de acceso?

Naruto sentía que iba a morirse allí mismo. Estaba nervioso, ayudaba a Sasuke a mantenerse de pie y al tenerlo tan cerca no le ayudaba a controlar su alocado palpitar.

Sasuke torció los labios, lo más parecido a una sonrisa burlesca.

—¿Por qué sonríes de esa forma?—tenía miedo de la respuesta.

—Por más que intento no la recuerdo.

—¿¡Cómo olvidas algo así!?—gritó con pánico, sintiéndose estresado en cuestión de segundos.

El pelinegro tapó rápidamente su propia boca y alejó a Naruto con cuidado, temiendo lo peor—. Náuseas—eso fue lo único que dijo.

La desesperación se apoderó del rubio, tenía que hacer algo. Ayudó a Sasuke a caminar hasta su departamento con todo y su bolsa de compras. Lo llevó rápidamente hasta al baño y le dio palmaditas en su espalda hasta que Sasuke terminara de desechar lo que había bebido.

Naruto fue directamente hacia su armario, en busca de algo cómodo para Sasuke. Estaba acostumbrado a usar ropa holgada y un par de números extras de su talla normal. Así que escogió una playera blanca y unos pantalones grises de pijama que no había usado.

Escuchó el agua fluir en el lavabo cuando regresó al baño, Sasuke enjuagada su boca casi tambaleándose por culpa del estado en el que se encontraba. Naruto se preguntó qué fue lo que hizo que bebiera tanto esa noche.

El rubio arrastró a su vecino a su habitación—. Usa esto, ¿puedes cambiarte solo?

—Estoy cansado como para hacerlo. Déjame así, dormiré en tu sofá.

Pero al intentar caminar por su cuenta, casi caía de no ser porque Naruto lo sostuvo... O algo así. Apenas y lo logró, casi caían los dos juntos al suelo.

—Sólo... sólo, déjame ayudarte.

Acompañados sólo por la luz de la lámpara de noche, Naruto le quitó el pesado saco que olía a tabaco, dejándolo sobre una silla extendido para que no se arrugara. Aflojó la corbata chueca de un estilizado color azul y suspiró cuando llegó a los botones de la camisa blanca y empolvada. Sasuke miraba atento sus movimientos, estaba pasadísimo de tragos, pero eso no significaba que ignorara lo que estaba pasando.

No era la forma en la que quería ser desnudado por Naruto. Y tampoco quería ser el único en no participar. 

El rubio se deshizo de cada botón con el máximo cuidado, deslizó la camisa por la piel pálida de su vecino hasta quitársela. Agarró la playera que antes había preparado y la pasó por encima de la cabeza del ebrio Uchiha. Miró con los ojos entrecerrados a la persona que tenía enfrente, de alguna forma, el pelinegro parecía disfrutar de la situación.

Sasuke sonrió con mofa cuando Naruto le miró de esa forma, era divertido verlo tan nervioso y al mismo tiempo enojado. Quiso disfrutar un poco más del momento, pero lo detuvo tomándole de las muñecas cuando intentó acercarse a la hebilla de su cinturón.

—Yo lo hago.

No quería hacerlo sentir incómodo a pesar de todo, además, deseaba vivir la experiencia de otra forma y no iba a permitir que por culpa del alcohol pasara de ese modo. Naruto suspiró aliviado en cuanto se dio la vuelta para dejarlo cambiarse.

—Listo.

Naruto se giró de nuevo hacia él y lo llevó a su cama a pasitos lentos. Cómodamente lo recostó, se quedó a su lado por cinco minutos; minutos que fueron eternos y entregados al silencio, dedicándose miradas en medio de una tenue oscuridad hasta que, por arte de magia, el pelinegro parpadeó del sueño hasta caer dormido.

Una terrible resaca lo esperaría mañana con gusto, pero no podrá concentrarse en el dolor de cabeza y la interminable sed cuando recuerde por qué fue que terminó ahí.


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