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Sunflower por rkivexxxv

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En esta vida y las que siguen

Sasuke observó a través del retrovisor a Naruto salir del edificio, llevaba consigo una pequeña maleta y en su otra mano sostenía las llaves de su departamento. Abrió la puerta y dejó su equipaje en los asientos de atrás. Estaban listos para partir a la humilde morada de los Uchiha, en alguna costosa parte de los Alpes japoneses.

Naruto casi se desmayaba al escuchar a Sasuke decirle que irían a una de las residencias aisladas de la familia, en medio de la nada. Sólo serían ellos, rodeados de árboles gigantescos y casas antiguas dignas de un documental de History. Y no le tranquilizó en absoluto cuando dijo que el pueblo más cercano estaba a 100 kilómetros desde donde estarían, así que con mucho valor armó su muda y se subió a esa vieja camioneta.

Un inquietante silencio los envolvió en cuanto él cerró la puerta del copiloto, Sasuke colocó sus manos sobre el volante y carraspeó un par de veces.

—¿Estás listo?—preguntó, escuchando el viejo, e irónicamente, potente motor encenderse.

—Sasuke—escuchó su nombre ser pronunciado en medio de una risita nerviosa—, tu hermano se casará en el bosque, tu familia estará ahí y he de suponer que mi teléfono estará muerto por dos días—se encogió de hombros—. Obviamente no lo estoy.

El pelinegro sonrió ante la inquietud en sus palabras—. ¿A dónde fue esa persona que dijo que todo estaría bien?—le molestó con una de sus sonrisas traviesas—. Pareces más asustado que yo ahora mismo.

—Sí... bueno—sus mejillas se sonrojaron—, eso fue antes de que me dijeras que iríamos a los Alpes.

—Los Uchiha podrán ser una horda de hipócritas adinerados, pero créeme cuando te digo que no tienen mal gusto en cuanto a propiedades... y decoración de interiores.

La camioneta empezó a moverse, tomaron el camino hacia la salida de la zona rural de Osaka para dirigirse a la carretera principal. Sasuke y Naruto salieron desde muy temprano en la mañana para poder llegar a tiempo al almuerzo, casi cena, que la familia había preparado especialmente para la futura pareja de casados. Eran al menos seis horas de viaje en carretera, y Naruto no estaba dispuesto a pasarlas en medio del estridente sonido que hacía el motor de esa camioneta; encendió la radio esperando encontrar una emisora con música medianamente decente y que tuviera señal en donde sea que estuvieran ahora.

Sasuke miraba de vez en cuando a Naruto, por el retrovisor lateral o por el rabillo del ojo. El rubio pudo notar rápidamente la tensión que había, especialmente porque él no dejaba de apretar con fuerza el volante.

—¿Qué pasa?

—Vas a conocer a mi familia.

Naruto elevó una ceja, confundido—. Sí... ya lo sé—infló las mejillas con cierto temor—. ¿Cuál es el problema?

—Ellos son un poco... excéntricos—no estaba seguro de que esa fuera la palabra correcta para describirlos.

Naruto miró a través del cristal del parabrisas, los pocos autos que iban frente a ellos y el paisaje verdoso empezaba a ser más prominente.

—Bien, entonces dame algunos tips.

—¿Tips?

—¡Sí!—exclamó más seguro—. Sé cómo tratar con gente odiosa.

Odiosa, ahí estaba la palabra que más se ajustaba a lo que quería decir.

—Y mira el resultado, ahora estamos saliendo.

—Oye—Sasuke sonrió.

Pararon en una de esas hogareñas y pequeñas posadas, la cual, muy convenientemente se situaba en una zona con aguas termales, se detuvieron por algo de comer y para recuperar un poco de esa energía que perdieron en el largo viaje. El lugar era cómodo, limpio y para ser sinceros, estaba en muy buenas condiciones. Lo que hacía pensar a cualquiera que estaba hecho especialmente para los turistas, visitantes de ciudades aledañas y las que se encontraban más alejadas.

—Lo primero que debes saber sobre los Uchiha es que son...

—¿Aburridos?

—No.

—¿Enojados?

—No precisamente...

—¿Increíblemente insoportables?

—Sólo algunas veces—él de verdad lo pensó—. O la mayoría de veces, quizás.

Naruto hizo un mohín mientras llevaba un bocado de carne a sus labios. No sabía realmente qué esperar de la familia de Sasuke, pero estaba dispuesto a soportar lo que sea.

—Sólo no quiero que los comentarios mal intencionados de mi padre, o de cualquier otro Uchiha, te hagan sentir mal de alguna manera—hizo una pequeña pausa para tomar aire—. Yo ya estoy acostumbrado a ello, pero tú no mereces nada de eso.

—Sasuke...—él acarició su mano por sobre la pequeña mesa—. Tú tampoco lo mereces.

Él le sonrió.

Y el espacio, el tiempo, o lo que sea que girara a su alrededor se detuvo. Los iris azules y hermosamente brillantes de Naruto, y aquellos oscuros y aun así cálidos ojos de Sasuke se veían mutuamente, como si no existiera nada más allá que ellos mismos y aquel gentil tacto.

Naruto tenía un alma fuerte, tan valiente que incluso él mismo se sentía influenciado por esta como para olvidar lo tedioso que le resultaba todo, porque era por eso que su vida había dejado de ser tan monótona y gris. Y no quería que su dañada y arrogante familia hiciera sentir de menos a Naruto, pero si el rubio estaba decidido en acompañarlo durante el tormentoso momento, él también estaba dispuesto a defenderlo a capa y espada.

La última hora de viaje fue en un cómodo silencio, mientras el viento cálido golpeaba sus rostros y el oxígeno limpio se respiraba gustosamente. No había edificios en ninguna parte, el cableado eléctrico y las vallas publicitarias dejaron de aparecer, las torres de comunicación y el tranporte público sólo eran un recuerdo. El bullicio de la ciudad era inexistente.

El escenario era más que maravilloso, era preciosamente verde con un clima despejado, los gigantescos árboles les dieron la bienvenida conforme iban avanzando por el camino adoquinado. Naruto sacó su mano por la ventana, sintiendo la ráfaga de aire chocar contra ella, sonrió como un niño en una excursión.

En cuanto las pequeñas casas empezaron a vislumbrarse a lo lejos, la velocidad de la camioneta iba disminuyendo. Sasuke buscó rápidamente un lugar donde estacionarse junto a tantos autos de última generación, su carcacha de los noventa hacía un gran contraste con lo ostentoso del lugar.

—¡No lo puedo creer!—exclamó Naruto al bajarse como un rayo por la emoción—. Este lugar es increíble.

Sasuke sacó las únicas maletas que llevaban consigo, una en cada mano—. Te dije que eran buenos con la decoración de interiores—sonrió al notar la alegría en el rostro de su novio.

—Parece sacado de un cuento de hadas.

—Y no has visto cómo es adentro—la voz de Mikoto se hizo presente.

Llevaba un hermoso vestido blanco, parecía sencillo y al mismo tiempo tan caro y elegante. En su mano derecha sostenía una copa de algún vino costoso, su sonrisa cálida les hizo saber lo contenta que estaba al verlos llegar.

—Señora Uchiha—Naruto le dedicó un leve asentimiento, pero ella se acercó y lo abrazó, haciendo que por un segundo se quedara como una piedra.

Naruto le devolvió el abrazo—. Me alegro verte de nuevo—dijo ella.

—Lo mismo digo—él le sonrió.

—Hola, mamá—Sasuke bajó las maletas al suelo, rodeando a Mikoto con sus brazos.

—Estoy muy feliz de verlos aquí—miró a ambos con una sonrisa.

—Veo que ya llegaron algunos invitados—mencionó, tanteando el terreno.

Mikoto sonrió tratando de aliviar el pesar en su tono de voz—. Están en el jardín, charlando con los novios.

Sasuke asintió no del todo convencido de querer acercarse a ese lugar, su rostro ensombrecido fue notado por Naruto y su madre—. ¿En dónde vamos a quedarnos nosotros?—prefirió preguntar.

—Oh, sí—ella les hizo un gesto con la mano para que la siguieran—. He cambiado algunas cosas de lugar, y también instalamos una nueva chimenea...—empezó a explicar.

Caminaron a través del espacio verde, por el suelo empedrado; los ojos de Naruto iban de un lado a otro, asombrado por la naturaleza y especialmente por la magnitud de la casa de los Uchiha, la cual estaba rodeada por otras casitas a su alrededor. Además, tenía unos preciosos ventanales por donde la luz entraba, adueñándose de cada rincón del lugar.

Y cuando por fin entraron, un sonidito de sorpresa salió de los labios del rubio. Una lámpara de araña, un salón enorme y una muy rústica ambientación. Pinturas de autores que realmente desconocía colgaban de las paredes, la televisión sobre la chimenea y el minibar al lado le daban un toque extranjero a la morada.

—Preparé tu habitación, ¿la recuerdas?—dijo con nostalgia.

Sasuke asintió suavemente, sabía lo mucho que su madre extrañaba esos momentos en familia.

—Veníamos aquí de vacaciones para el verano—le explicó a Naruto.

—Es un lugar hermoso—Naruto aún seguía impresionado, era hasta ahora que se daba cuenta realmente lo importante que era la familia Uchiha.

—Bueno, dejaré que se despejen del viaje—Mikoto decidió dejarlos solos—. Sabes dónde está todo, Sasuke.

Ella les dio una última sonrisa y caminó hacia el lado contrario, donde apenas podían escuchar risas y conversaciones amortiguadas por la música instrumental de fondo.

Sasuke llevó a Naruto por las escaleras de madera, pasaron por un largo corredor hasta doblar en una esquina, y al final de este se encontraba una puerta solitaria. El pelinegro la abrió lentamente, escuchando ese bien conocido rechinar que lo llevó a su yo de diez años.

La habitación estaba repleta de luz natural gracias al balcón. Un par de libreras como paredes estaban a un lado, una cama en la que perfectamente cabrían dos personas y un brillante piso de madera, el cual estaba parcialmente cubierto por una alfombra color beige.

—Por Dios—exclamó Naruto—. Eres un niño rico.

Sasuke sonrió, más divertido que molesto.

—No es verdad—tomó las maletas y dejó al rubio pasar primero.

—¿Te das cuenta en dónde pasabas los veranos, verdad?—dijo al aire, echándole un vistazo a los estantes y libreras.

Sasuke lo observó pasearse por la habitación, el cómo sus labios se fruncían al ver algo que le llamaba la atención o su frente arrugarse al sentir curiosidad. La luz que entraba de pronto dejó de ser lo que más brillaba en el lugar, Naruto era jodidamente hermoso en todos los sentidos, y Sasuke se sintió bendecido por existir en el mismo mundo que él.

Ese sentimiento oprimía de nuevo su pecho, esa sensación de querer detener el tiempo y dejar que las cosas se quedaran así para siempre.

Estaba seguro que quería pasar el resto de su vida de esa forma, compartiendo los días y las noches junto a Uzumaki Naruto.

—¿Crees que en otra vida estuvimos juntos?—Sasuke se acercó hasta a él, obteniendo rápidamente su interés.

Naruto y sus enormes ojos azules pensaron con cuidado la respuesta.

—No lo sé con exactitud—se encogió de hombros y le regaló una sonrisa—, pero estoy seguro que te buscaría de alguna u otra forma.

—¿En serio?

—Sí, en serio—lo miró a los ojos y con seguridad agitó la cabeza en afirmación—. No me importaría si en esa vida somos rivales.

—¿Aunque fuera un desalmado asesino en busca de venganza?

Naruto sonrió—. Te encontraría para darte unos buenos golpes, y luego te haría entrar en razón.

Sasuke soltó una pequeña risa—. ¿Y si mi desalmado yo decide que quiere matarte?

Él no quitaba esa sonrisa de su rostro, hizo como si lo pensara un rato y al final dijo:

—Llevaría la carga de tu odio, y moriría contigo.

Sus miradas se encontraron, viéndose uno al otro por un rato. Sasuke lo atrajo hacia a él, en un cálido abrazo.

—Que teatral eres.

—Tú empezaste.

Uchiha tragó duro, queriendo decir esas dos palabras que desde hace tiempo quería soltar. Sentía la mano de Naruto acariciar su espalda con delicadeza, como si fuera un niño en busca de consuelo.

Pero tan pronto abrió la boca, un par de golpeteos se escucharon del otro lado de la puerta.

—¡Hermanito!—la voz de Itachi—. ¡Sé que estás ahí!

—A él sí quiero matarlo.

Pudo sentir la risita de Naruto contra su cuello. 

 


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