Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sunflower por rkivexxxv

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Decepción

Arrugó la frente al sentir el calor subiendo por su espalda, tan incómodo y molesto. Era obvio que ya no podía seguir durmiendo, Sasuke abrió los ojos tratando de acostumbrarse a los rayos del sol que entraban tan insolentes por el balcón de la habitación. El techo de madera y sin rastros de telarañas fue lo primero que vio, recordando inmediatamente en qué lugar estaba. Se volteó hacia la mesita de noche buscando su celular para dar con la hora. 

Suspiró relajado, dejándose caer de nuevo sobre la almohada, no eran siquiera las siete de la mañana. La estrafalaria boda empezaría a eso de las diez, probablemente Deidara e Itachi ya estarían despiertos y muriéndose de los nervios, mientras se preparaban y arreglaban en sus costosos trajes. 

Bufó con cierto toque de burla al pensar en su madre, seguramente dando órdenes a diestra y siniestra a los encargados de los preparativos para que todo saliera perfecto. Se quedó viendo a un punto fijo, preguntándose cuánto tiempo más tendría que estar ahí. Giró la cabeza, encontrándose con aquellos alborotados y rebeldes cabellos rubios, su respiración acompasada era señal de que seguía en el mundo de los sueños, tenía la sábana enredada entre sus piernas descubiertas; con razon, pensó. 

Quiso taparse con algo por la madrugada, pero se rindió al no encontrar por ninguna parte las sábanas. 

Se dio la vuelta, acostándose de lado y dispuesto a conciliar el sueño de nuevo. Abrazó a Naruto por detrás, sintiendo cómo este se removía tomando su mano mientras la entrelazaba con la suya, acomodándose de mejor forma en los brazos de Sasuke. 

—¿Ya estás despierto?—dijo aún adormilado, y en un tono apenas audible. 

Era increíble lo raro que Naruto podía resultar, algunas veces parecía una piedra inmune a cualquier ruido; no despertaba con absolutamente nada, y otras veces, podía tener el sueño extremadamente ligero. 

Sasuke enterró su nariz entre los desordenados cabellos, algo pensativo—. ¿Y si nos escapamos?—susurró cerca de su oído. 

—¿Te quieres escapar el día de la boda de tu hermano?—soltó una pequeña risa—. ¿Y qué hay con Itachi? 

—No creo que le importe.

Naruto se dio la vuelta—. ¿Y tu mamá? 

—¿Qué pasa con ella? 

—¿No piensas que podría enfadarse contigo porque has dejado a tu hermano en un día tan especial? 

Y así como a veces resultaba increíblemente raro, también podía sorprenderle. La mayoría del tiempo era él quien trataba de persuadirlo para hacer locuras, el que se dejaba llevar y veía todo como un juego. Ahora mismo sentía que estaba siendo un desconsiderado de primera, y es que realmente había olvidado que tenía a Mikoto Uchiha pisándole la sombra. 

—No puedo creerlo—dijo Sasuke burlonamente—, a veces puedes ser muy inteligente.

—¡Siempre soy inteligente!—exclamó ofendido y más despierto que nunca, mientras le daba un golpe de puño en el hombro.

Sin poder resistirse más, Sasuke se aventuró a besar sus labios, acallando todas esas quejas que para él sonaban sólo a adorables berrinches. El sonido de sus labios al encontrarse era apenas perceptible, con un toque lascivo y juguetón. El azabache sonrió al sentir esas manos acariciando sus cabellos, acorraló a Naruto en medio de su cuerpo y la cama mientras se acomodaba entre sus piernas; deseoso y sin prisa alguna paseó su mano por la cintura del rubio, robándose unos cuantos suspiros al mismo tiempo que dejaba besos pausados, lo suficientemente lentos como para saborear esos labios. 

—Sabes...—Naruto sostuvo el rostro de Sasuke en sus manos—. Lo he estado pensando... sobre vivir juntos.

Sus labios se curvaron hacia arriba al notar el brillo de emoción en los oscuros ojos de Sasuke, y ese silencio que lo invitaba a terminar con su discurso era casi tangible. No podía imaginarse una vida en la que no tuviera que apreciar esos pequeños gestos, que a vista de cualquier persona pasarían desapercibidos. 

—A mí también me gusta despertar a tu lado—susurró con cierta timidez.

Sasuke no pudo evitar sonreír al escuchar a Naruto aceptar su propuesta, era una sonrisa pequeña y de lo más sincera que venía desde las profundidades de su corazón. No había querido apresurarlo con ello, así que decidió no insistir con el tema hasta que Naruto lo sacara a colación. 

—Pero...—dijo dudoso—. Debemos decirle a mis padres que estamos saliendo. 

Él asintió de acuerdo con la condición. No quería hacer enojar a los padres del rubio, ni siquiera quería imaginarse lo que podría pasar si no encontraban a Naruto en su departamento o si lo encontraban a él en el suyo. 

—Sólo dime cuándo, y lo haremos—le prometió. 

Naruto acaricio las mejillas de Sasuke—. Y por más que me gustaría complacerte, no podemos escapar de la boda de tu hermano. 

El pelinegro suspiró frustrado. 

—Ya lo sé—susurró—, mi madre me mataría. 

El rubio le consoló con una sonrisa que fue correspondida con un beso en la frente. Sasuke observó con mayor cuidado los azules ojos que le veían, tragó en seco tratando de ahuyentar la vergüenza. 

—Yo...

Naruto arrugó la frente al escuchar el tono tímido con el que Sasuke hablaba. 

—Yo te a- 

—¡Sasuke, Naruto!—pero un grito voraz y unos apresurados golpes en la puerta retumbaron por toda la habitación. 

Uchiha murmuró un grosería, y con la frustración calando en lo más profundo de su cuerpo se dejó caer suavemente sobre el pecho de Naruto, escondiendo su rostro en la curvatura del cuello de este. El pesar en las caricias que recibía de su novio no tardaron en llegar, y de nuevo, como si fuera un niño en busca de consuelo, Naruto pasaba su mano por su espalda. 

—¿Ya están despiertos?—la voz de Mikoto se escuchó al otro lado. 

Sasuke se levantó con la desilusión marcando sus pasos, despidiéndose de la comodidad, la calidez e intimidad de la cama. Con un rostro digno de temer, abrió la puerta encontrándose con su madre, quien sonreía sin ningún atisbo de culpabilidad; como si no supiera el pecado, la traición y la infamia que acababa de cometer. 

—¿Y esa cara de mal humor?—su madre preguntó, pero luego le restó importancia con su siguiente petición—. Sé buen hermano y acompaña a Itachi, seguramente ha de estar muriendo de los nervios. 

—¿Y Naruto? 

—No te preocupes, déjamelo a mí—la mujer se hizo a un ladito en busca del chico—. ¿Te parece bien si vienes a ayudarme un poco, Naruto? 

Él le sonrió amable desde donde estaba—. No se preocupe, señora Uchiha. Yo la ayudo. 

—¡Muchas gracias, corazón!—exclamó, miró a su hijo y se acercó a él—. Es tan lindo, deberías aprender más de él—murmuró, alejándose inmediatamente. 

Cerró la puerta con un suspiro cansado saliendo de su boca, se quedó ahí parado, mirándola. 

Pensando. 

—¿Qué sucede?—Naruto se acercó a él con preocupación. 

Enderezó la espalda. 

—No te preocupes, debemos ir a vestirnos antes de que regrese otra vez—le dio una pequeña sonrisa.

Ya tendría otra oportunidad de decirle realmente lo que sentía, más allá de lo que dijo cuando se confesó en la azotea del edificio, las cosas habían evolucionado tan rápido que no se había dado cuenta hasta hace unos días. Y fuera de estar incómodo por el lugar en donde se encontraba, estaba aún más molesto por ser interrumpido cada vez que tenía la ocasión de hablar con Naruto sobre sus sentimientos. O simplemente de que alguien más osara romper su pequeña burbujita ridícula y cursi de la que tanto disfrutaba en secreto, seguramente el antiguo Sasuke Uchiha estaría decepcionado del nuevo, pero ahora era más feliz de lo que pudo ser alguna vez. 

Bajaron al comedor, encontrándose con una manada de meseros que parecían pingüinos gracias a sus trajes de oficio. Llevaban cristalería carísima, y el personal de catering se encargaba de acomodar mesas, manteles, decoraciones y sabrá Mikoto Uchiha qué más había preparado para ese día. Parecía temible desde donde la veían, tan seria dando órdenes sobre cómo debía ir todo.  

—¡Ya están aquí!—Mikoto tomó la mano de Naruto—. Ven conmigo, ayúdame con las flores—le pidió. 

—Y tú ve a buscar a tu hermano y dale apoyo—le miró severa. 

Sasuke y Naruto se dieron una última mirada de despedida, su madre nuevamente logró alejarlo de él, un injusto y poco merecedor tipo de castigo. Fue en busca de Itachi, sabía exactamente dónde encontrarlo, porque al final de cuentas era su hermano; lo conocía más de lo que realmente quería aceptar.

Estaba de pie mirando por el ventanal, le daba la espalda. Parecía normal, algo tenso, pero no como para necesitarlo ahí. 

—¿Bebiendo tan temprano?—preguntó al notar el vaso de vodka en su mano—. ¿Quieres huir? 

El mayor se sobresaltó—. ¡Sasuke!—dejó el vaso vacío sobre la mesita—. ¿Cómo sabías que estaba aquí? 

Se encogió de hombros. 

—Siempre te escondes en la biblioteca cuando algo te preocupa—se sentó en el sofá y se cruzó de brazos—. Y bien, ¿qué es eso que te preocupa? 

Él le sonrió—. ¿Mamá te pidió venir? 

Sasuke asintió.

Itachi exhaló y tomó asiento a su lado, un corto silencio se paseó por la habitación. 

—Las cosas cambian repentinamente, ¿no te parece? 

—¿Qué crees que haces?—preguntó alarmado. 

—Yo me voy a casar, y tú estás realmente enamorado de ese chico. 

—Itachi. 

—¿Qué?—se recostó en el sofá. 

—¿Qué estás tratando de hacer?—era sincero cuando lo preguntaba. 

—Trato de ser el hermano mayor—se miraron por un rato, mientras Sasuke intentaba averiguar el por qué. 

¿Era la crisis de la mediana edad? ¿Estaba muriendo y no le quería decir? ¿O es que acaso el vodka había hecho efecto tan rápidamente?

—Ve al grano, por favor. 

—En el pasado tuve muchos problemas para que papá aceptara que salía con Deidara—se acomodó en su lugar y tomó una bocanada de aire—. Y tú entiendes perfectamente cómo es él. 

—Bien... agradezco tu preocupación, pero ni Naruto ni yo necesitamos la aprobación de papá para estar juntos. 

Su fase de querer la atención de Fugaku Uchiha había quedado en el pasado, y pese a que tenía claro lo que trataba de decirle su hermano, aun seguía sin entender por qué le estaba diciendo todo eso ahora mismo. Justo en su día.

—Esta es la prueba de fuego, Sasuke—su tono serio le preocupó—. La intransigente forma que tiene nuestro padre de preocuparse por nosotros, puede lastimar a quienes más amamos. 

—No sé si alguna vez se ha preocupado por mí. 

Todo lo que había hecho en los últimos años era ignorarlo, menospreciar su forma de vivir y juzgar sus elecciones. 

—Ese viejo testarudo lo hace, créeme—se sirvió otro trago, bajo la mirada atenta y llena de reproche de su hermano menor—. Sólo debe darse cuenta. 

—¿Y el punto de esta conversación cuál es?

Se supone que iba en apoyo, no a recibir consejos o sermones. 

—Saber qué tan fuerte es Naruto como para soportar la aristócrata familia de su novio. 

Sasuke lo miró con el ceño fruncido—. Llamarla aristócrata es un poco exagerado. 

—Sólo te estoy diciendo que tengas cuidado, hazlo por el bienestar de Naruto. 

Empezaba a creer que realmente el vodka estaba haciéndole efecto, tanto como para decir semejante cosa. 

—Ya deja de beber—le quitó el vaso—. Dudo que el novio se ponga feliz de ver a su prometido borracho antes de la ceremonia. 

Y aunque Sasuke pensara que su hermano sólo estaba diciendo disparate tras disparate, la verdad es que no estaba muy alejado de la realidad. 

Naruto y Mikoto se entretenían con una divertida plática sobre cómo era Sasuke cuando era un niño. Naruto sabía lo mucho que contrastaba la época de niñez con la de adultez de su novio, sólo que no estaba al tanto de lo lindo y buen niño que solía ser. Aunque, Sasuke siempre se portó como un buen hombre, de eso no tenía duda. 

—¿Cuál es tu flor favorita, Naruto?—preguntó Mikoto, mientras veía al personal acarriar con arreglos costosos de tulipanes rosas. 

Estaban en el jardín, las alargadas mesas fueron sustituidas por las redondas. Al frente de estas un hermoso arco lleno de tulipanes se encontraba, ahí es donde los novios dirían sus votos y cerrarían con un acepto, bajo la bendición del juez a cargo de oficiar la boda. 

No lo pensó mucho. 

—Los girasoles. 

—Lo tendré en consideración entonces—le dedicó una sonrisa. 

Lo que hizo que su rostro se sonrojara. Mikoto parecía segura de que él y Sasuke acabarían contrayendo matrimonio. La idea hizo que su corazón empezara a latir con fuerza, no por miedo o desagrado, sino porque en el fondo le encantaba esa idea. 

Pero aquella ensoñación se esfumó cuando divisó la imponente figura del padre de Sasuke acercándose a ellos. 

—¡Por dios, hasta ahora estás listo!—exclamó la mujer en tono enfadado.

Aunque el señor Uchiha no logró excusarse a tiempo, porque a lo lejos se pudo escuchar un cristal romperse, y seguido de esto, unos cuantos gritos femeninos a causa de la sorpresa. Mikoto salió a pasos apresurados en busca del origen del problema, dejando a Fugaku y a Naruto en un terrible silencio incómodo. 

Aunque el rubio se armó de valor en cuestión de milisegundos. 

—Señor Uchiha—pronunció con el debido tacto, siempre mostrando una sonrisa imperturbable—. Parece que no hemos tenido tiempo de presentarnos. Yo soy-

—Sé quién eres—lo interrumpió, ese tosco comportamiento le era tan familiar, la diferencia es que este le resultaba increíblemente detestable—. Uzumaki Naruto. 

El rubio apretó los labios manteniéndose firme ante a él, inclinó levemente la cabeza en forma de saludo—. Es un gusto, señor. 

Recibió una helada mirada. 

—No te equivoques, Naruto—dijo al cabo de unos segundos, mirándole mordaz—. No sé qué intenciones tienes, así que sólo lo diré una vez. 

El rubio enmudeció, sin saber qué decir ante las palabras que recibía. 

—Podrás engañar a Mikoto y a Sasuke, pero no a mí—dijo amenazadoramente—. Mantente al margen y conoce tu lugar. 

Fugaku caminó a un lado de él, desapareciendo de su vista. Dejando esa sensación inquietante e incómoda con él. 

—¿Que conociera mi lugar?—murmuró indignado—. ¿Pero con qué clase de comentarios has tenido que lidiar Sasuke? 

Él no iba a permitir que le hablaran así, y no lo decía específicamente por él. Pese a lo sofocante y dañina que le resultaba esa amarga emoción, o lo dolorosas y cortantes que esas palabras pudieron ser; no quería que de ninguna forma Sasuke se siguiera sintiendo afectado, por más que este ya estuviera acostumbrado a comportamientos meramente apropiados de un troglodita. 

—¿Qué haces?—susurró cerca de su oído, mientras colocaba una mano sobre su cadera—. ¿Estás bien?—preguntó luego al notar la disconformidad en su rostro. 

Su afligido novio lo miró con seriedad. 

—Creo que tu padre acaba de decir que no soy suficiente para ti. 

—¿Que él qué?—un evidente enfado surcó por su voz. 

—No te preocupes, Sasuke—el rubio llevó sus manos a su corbata, acomodándosela—. Tú me lo advertiste. 

El pelinegro sostuvo sus manos, acariciándole con preocupación—. Y también te dije que no tenías por qué aguantarlo. 

Naruto le sonrió. 

—Estoy bien, de veras. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).