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Sunflower por rkivexxxv

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Una noche no tan silenciosa

Sasuke miraba con atención y sin hacer el mínimo ruido que pudiera desconcentrar al rubio de su trabajo. Y aunque sonara ridículo o de poca importancia, le parecía en extremo cautivador observar a Naruto siendo peculiarmente cariñoso mientras curaba a un ave.

Bajo el cielo nocturno en donde las estrellas lo decoraban ampliamente y la luna se llevaba el protagónico, llegó a pensar que estaba volviéndose un poco loco. Estaban frente al edificio graffitiado bajo un par de postes con luces que los iluminaban, sentados en una mesa de picnic que absolutamente nadie usaba porque no había sentido para hacerlo.

¿Un lugar tan demacrado y poco llamativo con una mesa de picnic?

Las gentiles manos del rubio sostenían al pequeño animal y con ayuda de un hisopo colocaba un ungüento sobre la herida del ave—. No es tan grave, seguro se recuperará en una semana—murmuró concentrado en lo que hacía.

Sasuke no aguantó más la curiosidad—. Estudias para ser veterinario—afirmó más que preguntar.

Naruto sonrió y asintió—. Siempre me ha gustado cuidar de los animales.

Con delicadeza depositó al ave en una caja, en donde previamente había hecho agujeros y puesto una mantita para brindar calor y oxígeno.

Le miró de vuelta con esos enormes y brillantes ojos—. Vamos adentro, tenemos que dejarlo en un lugar seguro.

Ambos entraron al edificio, que, aunque no estuviera en sus óptimas condiciones, era lo suficientemente acogedor como para pasar las noches. Sasuke estaba agradecido, el ascensor por fin funcionaba correctamente; pero, a decir verdad, eso también suponía menos tiempo para hacerle preguntas a Naruto, a pesar de eso sabía que él no era una persona difícil de tratar.

Se miró en el reflejo de las puertas y se dio cuenta de lo limpias que estaban, casi como para ver su propia sorpresa al darse cuenta que era él el que estaba buscando hacer conversación. Miró el reflejo de Naruto y este se veía distraído en sus propios pensamientos.

Tenía una sonrisa y parecía cómodo.

—Gracias por ayudarme a sacarlo de ahí—Naruto le miró por unos segundos—. Un poco más y este pequeño no lo hubiera logrado, las aves son muy delicadas.

Sasuke agradeció al cielo por no tener que hablar él de primero, era malísimo tratando con otras personas y no se diga empezar una conversación.

—No agradezcas, hiciste más que yo—Sasuke le devolvió la mirada—. Tú eres el genial aquí.

Se preguntó por un momento si lo que dijo estuvo bien. En realidad, Uchiha no tenía ni la menor idea de cómo hacer halagos, confortar a las personas y ser expresivo; estaba haciendo un laborioso trabajo para hacerle saber eso.

Pero de inmediato se tranquilizó al notar una sonrisa y un leve sonrojo en el rostro de su vecino. El ruidito del ascensor les avisó que habían llegado al piso donde se alojaban y dieron unos cuantos pasos hasta llegar a su pasillo, en donde se habían visto por primera vez.

—Toma—Sasuke le tendió el pequeño botiquín a Naruto, que este mismo había ido a traer con toda prisa.

—Oh, gracias—el rubiecito iba a tomarlo, pero arrugó la frente cuando se fijó con cuidado en la mano más pálida—. ¿Qué es eso? Tu mano...

Sasuke bajó la mirada—. No es nada—intentó alejarla, pero Uzumaki fue más rápido y la sostuvo.

—Te picó cuando lo tomaste del contenedor de basura—la preocupación de Naruto le hizo sentir raro.

—Estoy bien—le aseguró, aunque claramente era una herida pequeña, Naruto sabía que podía tornarse un poco más complicada si no la trataba.

—Ven conmigo y déjame limpiarlo—le pidió—. Te invitaré a comer como forma de agradecimiento.

El pelinegro le observó con los ojos entrecerrados, un poco receloso acerca de la petición; Naruto sólo curvó los labios hacia arriba.

—Ya sé que mi deber está con los animales—explicó—, pero no voy a practicarte una operación a corazón abierto, Sasuke—dijo con un matiz de burla.

—Sólo déjame ayudarte.

Sasuke no podía declinar una oferta de ese calibre, y no era sólo por un poco de vendajes y comida. La calidez y la preocupación en los ojos azules de Naruto le hizo pensar en que quizás no era mala idea. Tenía hambre, eso era un hecho; había dejado su plato entero en casa de su madre y hasta ahora no había caído en cuenta lo mucho que dolía esa minúscula herida. 

No se hizo de rogar y se permitió entrar al departamento continúo al suyo, a comparación del propio se notaba que Naruto era un poco más descuidado y desordenado que él. Luego se recordó a sí mismo que estaba con un universitario y allí encontró la respuesta. Sasuke era parecido a cuando estudiaba.

Naruto le hizo sentarse en la mesa y le pidió unos minutos para buscar un buen lugar donde dejar a la pequeña ave lastimada. Y a pesar de lo serio y reservado que podía llegar a ser, se puso más observador de lo normal y le echó una mirada a la habitación. Era una mesa para al menos 4 personas, la sala de estar se encontraba a un par de metros y la cocina estaba justamente al lado del comedor. Era pequeño, como el suyo y como seguramente todos los demás en el edificio.

Algunas prendas de ropa se encontraban regadas en el sofá, y sobre la mesita de estar sopas ramen la decoraban.

—Listo, déjame ver—Naruto se sentó a un lado de él y alzó su mano, esperando a que él mismo se la diera. 

Sasuke colocó su dorso sobre la palma ajena y expuso la herida a Naruto, quien la revisó con atención. El pequeño corte se encontraba justamente por encima de su pulgar y no dudó más en aplicar agua oxigenada con un algodón. El rubio esperó alguna reacción que le indicara dolor, pero Sasuke ni siquiera se inmutó o probablemente sólo se estaba haciendo el fuerte.

De cualquier forma, lo curó y le colocó una vendita. Sasuke miró su mano por un rato y pensó en lo infantil que era tener una caja entera de tiritas con camioncitos de colores.

Levantó la mirada y una sonrisa de ojos cerrados le esperaba—. De nada—Naruto recogió sus instrumentos.

El silencio no duró mucho y Sasuke se acomodó en la silla.

—¿Y bien?—Uchiha suspiró—, ¿qué tienes en mente para cenar?

—Uhm—dijo al aire, pensativo—. Qué tal si comemos...

—Déjame adivinar—aunque su tono fuera irónico, Sasuke se sentía con ganas de hablar—, ramen instantáneo.

Naruto abultó los labios y un pequeño sonrojo se pintó en su rostro.

—Eso ibas a decir, ¿cierto?—su tono era juguetón, como si hubiera recobrado una extraña energía que creía haber perdido hace mucho tiempo.

—En realidad no lo pensé muy bien—murmuró avergonzado.

Sasuke lo vio un rato y se paró de la silla—. ¿Puedo...? —él hizo un ademán de acercarse a la cocina.

Naruto le siguió—. Adelante, pero no creo que encuentres mayor cosa.

Sasuke abrió el refri y resopló—. ¿De qué hablas? Está más lleno que el mío.

Los ojos azules se abrieron sorprendidos, dándose cuenta de su torpeza—. Oh, lo había olvidado—se encogió de hombros—. Mi padre suele ayudarme con las compras del supermercado.

Sasuke escaneó el pequeño lugar hasta dar con una idea. Tenía claro que no era el mejor cocinero, pero al juzgar por la apariencia de la mesita de centro de Naruto, estaba seguro que no era de los que se alimentaban adecuadamente. Además, salir de casa significaba independizarse y eso era lo mismo a mejorar las habilidades culinarias para no terminar nutriéndose con comidas precalentadas todos los días hasta morir.

Y en su momento, los canales con programas de cocina eran los únicos que se veían cuando se mudó.

—¿Tienes arroz?—preguntó y enseguida el rubio asintió.

Ahora era el turno de Uzumaki observar a su vecino ser bastante ágil en la cocina, se juró a sí mismo que aprendería un poco más también. Sasuke condimentaba cuidadosamente el salmón para dejarlo caer sobre la sartén; en realidad era algo bastante simple y ligero, pero el pelinegro inconscientemente había puesto esmero en ello.

—No sabía que tenía espárragos—lo escuchó murmurar y eso le hizo sonreír—, quizás deba invitarte más seguido a comer.

—El único que saldría ganando serías tú, olvídalo.

Naruto se cruzó de brazos—. Pues tú te lo pierdes.

Sasuke estuvo a punto de burlarse de él por parecer un niño pequeño haciendo rabietas, pero el rubio cambió rápidamente su expresión a una curiosa.

—Oye, ¿también trabajas los domingos? Noté que venías desde fuera, pensé que los horarios eran un poco más cómodos en los bancos.

Uchiha no estaba muy seguro de cómo responder a esa pregunta. No quería darle tantas vueltas para terminar dando una respuesta vacía y sin llegar a algo en concreto. Quizás si hubiera sido alguien de su oficina, como Suigetsu, habría abandonado el lugar en un abrir y cerrar de ojos.

—Estaba en casa de mis padres—dudó un poco en cómo continuar—. Mi hermano va a casarse en primavera.

Naruto se dio cuenta inmediatamente del tono apagado que utilizó el pelinegro en su respuesta, y sin querer obligarlo a contar más sobre eso decidió abstenerse de hacer más preguntas que resultaran innecesarias; había entendido que la situación familiar no era algo con lo que su vecino se sintiera cómodo de hablar.

—Eso es genial, felicítalo de mi parte cuando puedas.

Era la primera vez que hablaba con alguien sobre su familia por iniciativa propia, y aunque Naruto no lo supiera en ese preciso momento, Sasuke estaba siendo extrañamente sincero y abierto. Y estaba agradecido, estaba agradecido porque no generaba una presión sobre él para hacerlo. 

Aun así, él no podía entender por qué tocaba esos temas con un desconocido. Aunque ahora mismo, Sasuke no estaba tan seguro de eso. 

 


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