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La noche pasó dónde el príncipe y el mago se hicieron compañía mutua, platicando de cosas cotidianas como el clima o el origen de muchas flores más. Valt quiso cuestionar al príncipe sobre su intromisión a su hogar pero no se atrevió, mucho menos cuando las manos de ambos se unieron al estar acostados en el suelo mirando las estrellas.

 

Inevitablemente la mañana llegó, el príncipe tuvo que irse no sin antes besar la mano del mago, sonrojandolo al instante.

 

Valt durmió un poco durante el día, debía recuperar fuerzas si quería ir a la luna y luego a su siguiente destino terrenal, no volvería al reino Kurenai en un largo tiempo.

 

Esta vez decidió no invocar el hechizo para ver al príncipe, debía olvidarlo, no podía continuar por este camino.

 

Al anochecer el príncipe regresó, la cabaña ya no estaba oculta ante él así que caminó decidido. Al entrar al lúgubre lugar se encontró a Valt quien yacía de espaldas guardando quien sabe que libros y pócimas en un bolso de piel de carnero.

 

—¿Qué sucede? ¿Porque hoy no me viste? —preguntó Shu directamente, esperaba que Valt le respondiera pero este continuó con lo suyo ignorándolo.

 

Se acercó a él posicionándose justo a su lado, deteniendo los movimientos del mago quien se congeló ante su cercanía.

 

—Valt ¿qué pasa? ¿por qué te apresuras tanto en guardar tus cosas cuando no ha salido la luna aún?

 

El joven cuya túnica cubría su rostro respiraba aceleradamente, era la primera vez en años que tenía contacto con un humano; mucho más importante aún, la primera vez que tenía tan cerca al ser que robó su corazón.

 

No podía mentirle, no a él.

 

—Cuando me vaya a la luna no volveré a su reino, majestad.

 

Aquellas palabras helaron la sangre del príncipe quien lo tomó de los hombros y lo puso frente a frente, la oscuridad de la noche impedía ver sus rostros pero aun así Shu quería saber.

 

—¿Por qué dices eso? ¿Estás amenazandome?

 

—¡No! —respondió Valt apresurado, luego bajó la cabeza un poco—. Viajaré a un reino lejano, al reino perdido del este para buscar más información de mi hechizo.

 

Shu lo soltó, sus manos temblaban un poco pues sabía que no podía hacer nada para retenerlo con él.

 

—¿Por qué?

 

—Porque antes pensé que estaba bien si buscaba información con calma y continuaba viviendo mi vida, pero ahora que lo conocí a usted majestad me he dado cuenta que esto no es vida. Quiero estar a su lado para siempre, debo encontrar lo que busco más que nunca y así…

 

Su frase se vio interrumpida cuando el príncipe lo tomó de nueva cuenta y acercó su rostro, robando un beso del mago.

 

Valt se asustó por la cercanía y miró impactado a su amor prohibido, notando que este mantenía los ojos cerrados mientras se llevaba a cabo el beso que apenas y fue capaz de corresponder.

 

Se separaron e inmediatamente el príncipe lo abrazo, enterrando su rostro en el arco del cuello del contrario.

 

—Si te vas ahora a buscar tus respuestas, estaré muerto para cuando regreses —susurró Shu asustado y dolido, Valt suspiró y paseó delicadamente sus manos en su espalda, correspondiendo el abrazo.

 

—Tal vez —mencionó igual de triste—. Pero te buscare, reencarnaras y yo te buscare en una nueva vida.

 

—¿Cómo estás tan seguro? ¿Cómo sabes que vas a encontrarme? —preguntó Shu derramando unas cuantas lágrimas en el proceso, Valt rió suavemente antes de responder.

 

—Siempre lo he hecho.

 

El príncipe no pudo resistirse más ante su respuesta y lo beso apasionadamente, Valt correspondió tímido e inseguro, dejándose llevar después de unos cuantos segundos.

 

Sus bocas danzaban en un movimiento antiguo, que sin necesidad de palabras o miradas explicaba inmensamente el sentir de ambos seres.

 

El príncipe Shu permaneció con los ojos cerrados mientras paseaba su boca traviesamente por el cuello de su amado a la vez que las yemas de sus dedos acariciaban como si fuera una fina tela sus brazos, el abdomen, toda la piel de ese hermoso ser que se cruzara en su camino. Solo dejaba atrás la pesada túnica que llevaba y los jadeos que este soltaba.

 

Valt se sentía perdido en el paraíso, nunca había sido acariciado así ni siquiera por sus propias manos, ¿porque le recorría un cosquilleo cuando Shu lo tocaba?, ¿porque sus músculos se tensaban y relajaban incontrolables?, ¿porque el corazón se le llenaba de emoción, miedo, calidez y entusiasmo al mismo tiempo?. Recordaba que alguna vez vio a humanos convivir con cortejos y descuidos poco agradables en las calles más oscuras del reino, ¿pero entonces lo que hacían era esto? Nunca se quedó a mirar para ser honesto.

 

Pudo sentir como la sangre de su cuerpo se concentraba, además de su rostro, en una zona privada que nunca le llamó demasiado la atención, una zona que el príncipe con sus delicadas y suaves manos empezó a explorar al pasearse debajo de la suave tela.

 

Una incontrolable sensación lo invadió y dejó escapar un pequeño grito, el principio rió un poco antes de besarlo y continuar con aquel roce, delicado e invasivo que se volvía cada vez más fuerte, más placentero.

 

Valt empezó a gemir alto y entrecortado, el príncipe le indico que respirara profundo o su pequeño cuerpo no lo soportaría.

 

Sin siquiera llegar a un ansiado final que Valt sintió cerca en más de una ocasión, el príncipe tanteo a ciegas su cuerpo hasta llegar a sus manos, luego con calma y delicadeza las llevó a su propio miembro indicandole así que lo acariciara.

 

Torpe y lento empezó el roce de Valt sobre su amado, llenándolo de sensaciones increíbles y maravillosas, mucho mejor de lo que él mismo podría llegar a hacer.

 

Shu buscó el rostro de Valt mientras tenía los ojos aún cerrados y lo besó apasionadamente, justo como el primer beso que había iniciado la situación actual. Valt abandonó su tarea para envolver a Shu en un abrazo inocente y puro, sin darse cuenta derramaba lágrimas por doquier llenando la habitación de rosas, más brillantes y rojas que nunca antes.

 

El albino recostó al mago en la suave superficie de pétalos, abrió sus piernas en par y después de varios intentos fallidos insertó todo su deseo lenta y suavemente entre las delicadas y virginales paredes de Valt.

 

Este sorprendido por la intromisión se relajo como pudo, nunca pensó que podía llegar a sentir así de cerca a Shu, a su Shu. A ese ser a quien miró morir dos veces en sus vidas pasadas, del que se enamoró en aquel pueblucho cuando ambos eran unos niños hace ocho décadas o quizás un siglo.

 

No le importaba, lo amaba desde entonces; lo buscó desde entonces y ahora, por quizás suerte o destino. estaban así, juntos y felices.

 

El dolor en el interior de Valt pasó a ser un cosquilleo inusual y placentero, los gemidos de su boca hacían dudar a Shu sobre si su protección mágica había fallado, pues juraba que lo hipnotizaban y encantaban cada vez más y más.

 

Shu también soltaba unos cuantos gemidos, gustoso de la sensación de estar con Valt. Recordó que desde que era un simple niño miraba a la luna, escuchando el canto triste del único ser que la habitaba, enamorándose de esa voz que nadie más oía, imaginando a la persona que vivía ahí y soñando una y otra vez con ese rostro que nunca podría ver.

 

Con mente y cuerpo llenos de pasión y un deseo consumado, terminaron derramándose uno al otro con el placer acumulado y la dicha de amarse, por primera vez como siempre soñaron.

 

Quedaron dormidos y abrazados.

 

La mañana llegó con los rayos del sol que los cubrieron a ambos.

 

Shu abrió los ojos.

 

Mirando el rostro de Valt frente a él.

 


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