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El voto de Parcas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos, esperamos que les guste este cap.  Un agradecimiento muy especial a:

 

- Nanluy

-Ponyflechaestelar

-Violet9153

 

 

 

CAPITULO 6: DECISIONES.

 

El tridente volvió a brillar contra el joven. Este cerró los ojos pues sabía que su padre no era un ser de paciencia y al que se le debía absoluta obediencia. No obstante, escuchó el sonido de metales chocando y cuando abrió sus orbes, suspiró con alivio cuando vio a Hades. El Dios del averno había sacado su espada y había detenido el ataque del tridente.

 

–       ¡Hades! – exclamó entre sorprendido y molesto el rey de los mares– ¿qué haces aquí?

 

–       Evitando que cometas un gran error, baja tu tridente  y hablemos.

 

El segundo de los dioses mayores bajó su tridente. Cuando Hades intervenía en alguna situación, es porque era realmente necesario. La escena que luego vio le erizó la piel, y es que ver como su hermano mayor levantaba con cariño y fraternidad a su hijo, le dio mala espina.

 

 

–       ¿Estás bien? - preguntó el azabache.

 

–       Si… ¿Qué haces aquí?

 

–       Vine por ti- manifestó para luego darle una leve sonrisa.

 

–       Iremos a mi salón.

 

Aquel fue el veredicto del dios de los mares. Hades asintió y tomado de la mano con el menor, siguió a su hermano. Las sirenas, generales, soldados y sirvientas veían sorprendidos y hasta escandalizados  que estuviera allí el azabache. El Dios del averno parecía un cuervo qué siempre que estaba en un lugar, traía mal agüero.

Cuando estuvieron en el salón los tres hombres tomaron asiento, fue Poseidón quién inició la conversación.

 

–       Explícame que haces aquí, Hades.

 

–       Estoy aquí por tu hijo.

 

–       No intervengas en su castigo, esto no te concierne, es mi hijo y debe obedecerme.

 

–       No pretendo ofenderte, sabes que respeto a mis hermanos, pero estabas a punto de cometer un error.

 

–       ¿De qué error me estás hablando?

 

–       Seiya y yo hemos consumado nuestro afecto, por eso, quiero pedirte formalmente su mano en matrimonio.

 

–       ¿Matrimonio dices?- miro molesto al Pegaso – el ahora no es más que un simple mortal, mientras para él podría sentirse como mucho tiempo su vida pasará en un parpadeo para ti.

 

–       Eso no me importa, además, es triste que trates tan mal a tu propio hijo.

 

El osó  desobedecerme y se fue al inframundo sin mi autorización y no conforme con eso, ¿me dices que deseas contraer matrimonio con mi hijo?– escupía enfurecido la deidad marina.

 

–       Padre a ti no te afecta, después de todo acabas de desterrarme.

 

Poseidón se enfureció ante las réplicas del Pegaso, todo ante la fría mirada del hermano mayor.

 

–       Bueno estés de acuerdo o no, me iré con Hades –dijo retadoramente.

 

Hades conocía más a su hermano que su propio hijo, por lo cual, sabía que el menor antes complicaría más las cosas por su rebeldía.  Tomó la mano del menor y la beso, sonriéndole con tranquilidad.

 

–       Déjame esto a mí, hablaré a solas con tu padre.

 

–       Pero… – exclamó el joven no muy convencido-

 

–       Confía en mí.

 

El menor salió del salón ante la mirada furibunda de su padre.  No aceptaba que le hiciera caso a Hades y no a él, que era su propio padre.

 

–       Sé que estás molesto porque es muy rebelde, pero eres un dios y hago un llamado a tu serenidad y sabiduría.

 

–       ¿Me pides serenidad?, entras sin mi permiso a mi reino, me desafías en frente de mí hijo y fuera de eso, quieres llevártelo, ¿cómo puedo estar sereno, Hades?

 

–       En dónde tú ves problemas, yo veo oportunidad. Poseidón, dame la mano de Seiya, el tendrá todo el espacio en el inframundo para desfogar toda la vitalidad que posee. Necesito su chispa en el averno y sé que reinará a mi lado de la mejor forma, también, te ahorrarás un dolor de cabeza, pues ya no estará bajo tus órdenes y no estará retando tu directriz.

 

–       Tu idea es muy tentadora…. – pronunció el otro dios pensativo–  sin embargo, Zeus me lo había pedido para Atenea y que comandara su ejército.

 

–       Zeus entenderá, además, hay muchos otros para esa función, Heracles, Perseo…

 

–       Tienes razón, además, se estrecharán los vínculos entre el averno y los siete mares.

 

–       Así será, hermano.

 

Seiya sintió una punzada en el pecho y respiró hondo, aquel recuerdo fue demasiado revelador.  Su padre, su historia, sus vivencias, su personalidad… todo volvía como una brisa fresca que le reconfortaba.  No obstante, la noticia de su matrimonio, lo había impactado mucho.

 

–       Hades… nos… nos íbamos a casar…– afirmó.

 

–       Así es, ibas a reinar a mi lado en el inframundo, pero nos quitaron esa oportunidad – mencionó con cólera– por eso quiero derrotar al Olimpo, quiero cumplir ese deseo de estar a tu lado, por eso... lucha conmigo, Seiya – dijo el dios con ansiedad mientras le tomaba las manos– peleemos juntos por nuestro futuro, por nuestro destino, nadie nos lo debe imponer.

 

–       Si, lucharé contigo, combatiremos por nuestro amor y nuestro hogar.

 

El castaño sabía que aún le faltaban muchos recuerdos por recobrar, pero había visto lo suficiente para tomar una decisión, no podría continuar pues ya había perdido bastante sangre.

Sin más, el azabache se acercó vendando la herida y presionando para que la sangre dejara de brotar y lo cargo entre sus brazos para llevarlo a la cama.

 

–       Por ahora esto es todo Hécate, limpia todo y ven en mis aposentos para continuar con la planeación– sin más el azabache se retiró, al llegar a la habitación recostó a un pálido castaño, pues por dejarse llevar había perdido bastante sangre, no la suficiente para estar en riesgo pero si para estar debilitado.

 

–       ¿Y bien, ya tomaste una decisión?– volvió a insistir el dios para estar seguro.

 

–       Ya te lo dije, lucharé junto a ti para recuperar lo que nos arrebataron.

 

–       Bueno solo quería estar seguro, pues esto significa estar en contra de Atenea y de sus caballeros, los cuales antes eran amigos tuyos. Sé que eso puede afectarte.

 

–       Después de ver eso… no me queda duda, debemos derrocar al Olimpo cueste lo que cueste, así tenga que cortar por completo esos lazos que formé como Seiya.

 

–       Me alegra mucho escucharte–  dijo para luego darle un casto beso– creo que lo mejor será volver al inframundo y alistarnos para volver.

 

El azabache dejó descansar a su amante, estaba en plenitud con la decisión del menor y por ende, era momento de organizar todo para la batalla contra el Olimpo. 

Cuando estuvo con Hécate para hablar, sintió una perturbación en el ambiente,  no dudó en sacar a Sheol y apuntar contra el sujeto que se hacía presente.

 

–       ¿Qué haces aquí? – exigió una respuesta.

–       …..

 

–       ¡Deténgase su alteza!, yo lo he traído…

 

–       ¡Pandora! - exclamó con sorpresa el rey mientras aflojaba un poco su espada.   La mujer corrió y se agachó frente a su dios, abrazándole las piernas y sollozando– creí que estaba muerto, mi señor.

 

–       Levántate, Pandora–  mencionó Hades mientras se hincaba y la ayudaba a levantarse.  Con un gesto de fraternidad, limpió sus lágrimas y le sonrió tenuemente– estoy muy aliviado de que estés bien.

 

–       Es gracias a él - expresó la dama mientras miraba al hombre presente.

 

Hades miró con molestia al mortal frente a él, no lo olvidaba tan fácilmente.  Un sucio caballero que osaba retarlo.  No obstante, el que le haya traído sana y salva a Pandora, era merecedor de su gratitud.

 

–         Has traído a mi sirvienta sana y salva, eres merecedor de mi gratitud y de un favor.

 

–       Me sorprende que siga vivo, pero Pandora tenía la fiel creencia de que usted no era un ser común que se destruiría fácilmente.  Veo que no se equivocó…  Iré al grano, cobraré el favor, quiero encontrar a Seiya de Pegaso.

 

El dios rio con sorna, ante los ojos impactados de la mujer y de los molestos del caballero.  Los hilos del destino comenzaban a entrelazarse a favor suya.

 

–       Caballero de Fénix, mi  deuda ha sido saldada.

 

El joven caballero no entendió las palabras dichas por el dios hasta que vagamente sintió el cosmos del Pegaso.

 

–       ¿Tú… tienes a Pegaso en este lugar?

 

–       En efecto– el joven caballero lo miró con furia.

 

–       ¿Dónde está?

 

–       Debes saber que él está aquí por su propia voluntad, yo no lo tengo prisionero ni nada por el estilo.

 

El azabache comenzó a caminar hacia la habitación del Pegaso, indicándole al fénix que le siguiera. Este último lo siguió desconfiado pensando en que podría ser una trampa.

Al llegar a la habitación vio postrado sobre la cama al castaño, de inmediato se acercó a él.

 

–       ¡¡Seiya, despierta!!- miro molesto al dios al verlo en ese estado.

 

–       Él está bien, simplemente algo cansado por recobrar sus recuerdos, déjalo descansar y despertará.

 

–       ¿Sus… recuerdos? ¿De qué hablas?– preguntó confundido el humano.

 

–       Pronto lo sabrás, el mismo podrá contártelo, si viene de mi seguro no creerás nada de lo que te digo.

 

El joven caballero no se fiaba del dios, pero algo era seguro, que no le haría daño a Pegaso y aparentemente a el tampoco siempre que se comportará.

 

–       Sé que lo aprecias, por eso te dejaré estar con él hasta que despierte, pero te advierto, no quiero que le pongas las manos encima. Ya ves porque me llaman el dios de los muertos–  le amenazó mientras salía del cuarto.  Se topó con Pandora, quién con sus vivaces ojos lo miraba incrédula.

 

–       Hay mucho que tengo que explicarte, querida mía- la tomó del brazo con delicadeza y fueron al segundo salón.  Allí hablaron y Pandora le contó como el fénix la había rescatado y escondido de la furia del santuario.  El mayor veía cierto interés en la forma de hablar de la mujer, era poco usual que ella se interesara en alguien.

 

–       Te gusta - mencionó mientras recostaba su rostro en una de sus manos.

 

–       No… no es así - dijo nerviosa-

 

–       ¿Le dices mentiroso a tu dios?

 

–       No mi señor, no puedo mentirle, me interesa un poco el fénix, pero es nuestro enemigo.

 

–       No tiene por qué serlo.

 

–       ¿No?, ¿qué está tramando, mi señor? - indagó curiosa-

 

–       Ya lo verás.

 

En el cuarto, los ojos avellana se abrían con lentitud.  La oscuridad no le permitió bien definir la silueta a su lado, pero imaginó que era su pareja.

 

–       ¿Hades?

 

–       Veo que ese sujeto te tiene lavado el cerebro.

 

–       ¿ Ikki?- preguntó con emoción–  hermano, ¿ qué haces aquí?– dijo abrazándolo con fraternidad.

 

–       Yo debería preguntar lo mismo, ¿qué haces aquí con Hades?

 

–       Yo… vaya… es una larga historia.

 

–       Pues no pienso moverme de aquí sin escucharla.

 

La tarde en aquella dimensión fue para contextualizar a los recién llegados, ambos comenzaban a entender con plenitud toda la mentira en la que fueron envueltos.  Todos fueron llamados al comedor, para que revitalizaran sus cuerpos.

Hades le dio un casto beso al castaño, le corrió la silla y luego se sentó a su lado. El Pegaso cada vez caía rendido ante los encantos de su prometido, era tan varonil y caballeroso, aunque solamente con las personas que tenían su cariño.

 

Pandora sonrió solemne ante la muestra de cariño, su amo merecía tener a alguien a quién amar, además, merecía dominar sobre los demás dioses. Por su parte, el fénix aún estaba incrédulo, pero no por la historia de cariño entre esos dos, sino, porque el amor que les profesaba Atenea no era tan sensato como lo imaginaba.

 

–       Bien, deseo brindar por tener de nuevo mi vitalidad, por recuperar a mi amado, por tener sana y salva a mi Pandora y porque deseo, que el caballero aquí presente me jure lealtad y haga parte de mis  más fuertes espectros.

 

El joven fénix lo miro indeciso pues no estaba seguro, sabía que Atenea tampoco era una opción, pero irse completamente al lado contrario, no le parecía algo sensato. Entendía al Pegaso después de lo que le contó pero no podía aceptarlo tan fácilmente.

 

–       Podría jurarte lealtad por Seiya pero me reservo ese derecho, por ahora digamos que tienen mi apoyo, no me pidas más.

 

–       Ikki… sé que no te agrada todo esto y más por qué Hades fue nuestro enemigo, pero no siempre fue así, está es tu primera vida, es decir tu eres el primer caballero fénix en toda la historia, pero yo he vivido 3 vidas y te aseguro que en una todo era diferente.

 

–       Bueno eso déjame juzgarlo a mí, te aprecio, pero no por eso actuaré de una manera irracional, por ahora les daré el beneficio de la duda.

 

El joven castaño sonrió asintiendo mientras continuaba comiendo.

 

–       Gracias por considerarlo - comentó bebiendo- además, es la única forma de estar con mi bella Pandora - dijo el dios mirando la cara apenada de la mujer.

 

–       No está elocuente, mi señor - dijo sonrojada-

 

–       Sabes que ningún otro dios o guerrero puede poner los ojos en ti, a menos de que sea un espectro.

 

–       Sí mi señor - dijo inclinando su cabeza en son de respeto- sus palabras, son ley.

 

 

El dios la miró complacido, el Pegaso con comprensión y el fénix indignado.  No entendía cómo aquella bella mujer podía obedecer tan ciegamente a ese ser.  Indagaría eso, para poder entender las palabras de Hades, aquel sujeto era bastante astuto a su parecer. 

Luego de la cena, Hades y Seiya se fueron al cuarto y Pandora quedó en el mirador con Ikki.

 

–       Mi señor no te lo propone con mala intención.

 

–       No me fío de él.

 

–       Te comprendo, pero he vivido mucho más que tú y déjame decirte, que de todos los dioses, Hades fue el único que me consideró una persona y me acogió en su vida. Empiezo a tener un cariño invaluable por ti, pero si eres enemigo de Hades, también serás mi enemigo - dijo con fiereza la dama negra.

 

El fénix no esperaba aquellas palabras, sin embargo entendía la situación.

 

–       Bueno disfrutemos está noche, mañana podríamos volvernos enemigos.

 

La dama se limitó a sonreír con una pícara sonrisa.

 

–       Bueno… ¿y cómo disfrutaríamos la noche?

 

–       Tengo una idea– el fénix se acercó y abrazó a la dama frente a él, ella se dejó limitándose a sonreírle mientras sus mejillas se sonrojaban.

 

 

Mientras tanto el Pegaso yacía en la cama mirando el techo

 

–       Me gustaría que Ikki se uniera a nosotros, es uno de mis amigos…

 

–       Nosotros ya le develamos la verdad, está en él decidir el bando.

 

El castaño suspiró recordando a los demás caballeros de bronce con los que había formado un fuerte lazo.

 

–       Quizá Shun se una a nosotros si Ikki lo hace, finalmente son familia.

 

–       No estés tan seguro, deja de indagar en cosas que no sabes si pasarán o no.

 

El dios se sentó en la orilla de la cama acariciando los suaves cabellos cafés. El menor se sorprendió por tal gesto de cariño, pues Hades cada día le demostraba un lado que no conocía, aunque le gustaba.

Mientras mimaba a su Pegaso, se sentía satisfecho puesto que había lanzado la primera piedra para desfragmentar la fuerza de Atenea, tal vez si el Fénix se le unía, otros caballeros que estimaban a Seiya lo harían.

Le besó la frente cuando lo vio completamente dormido, aún no se recuperaba del todo, solo era cuestión de tiempo para que volvieran al inframundo, su hogar… cuanto ansiaba por reinar desde ya al lado de su futuro consorte.

 

Escuchó leves golpes en la puerta y cuando abrió, vio a su juez Radamantis en frente.  Esto lo extrañó, pues tenía ordenado, organizar  el averno mientras regresaba.

 

–       Mi señor, no es mi intención molestar o desobedecer, pero creo que debe hablar con este inquilino- mencionó el juez mientras dejaba ver la silueta del hombre. El rey lo miró fijamente y el hombre le sostuvo la mirada.  Un momento fugaz fue necesario para que el azabache supiera que debía aceptar conversar.

 

–       No es posible que hablemos aquí, Radamantis, condúcenos a un lugar apropiado.

 

–       Si mi lord- asintió el juez para luego abrir un portal- los invito a que me sigan, por favor.

Ambos hombres aceptaron y siguieron al juez hasta un recinto pequeño pero cómodo.  Hades tomó primero asiento, invitando al otro hombre a sentarse, lo cual hizo sin vacilación.  El juez, tan solo se paró en la puerta escoltando y protegiendo a su señor por si la conversación no era efectiva.

 

–       Te escucho, Asklepios.

 

–       Odysseus…. Odysseus de Ophiuchus, ese es mi nombre ahora.

 

–       Bien Odysseus - mencionó Hades observando al hombre peli plata- ¿en qué puede servirte este Dios?

 

–       No soy ajeno a la profecía, tengo mis medios para enterarme y como para mantenerme con vida, como puedes ver.

 

En la época del mito, Asklepios fue descrito como el Saint más benévolo, sabio y heroico de los trece caballeros de oro del santuario. Él solía curar las enfermedades o las heridas que afligían a las personas, por lo que estas, llegaron al extremo de considerarlo un dios entre humanos. Había alcanzado un poder casi divino y llegó a ser considerado él mismo como un dios, tornándose un poco arrogante.

Hades no veía nada de malo en que Asklepios ayudara a la humanidad, pues era un mortal después de todo y en cualquier momento fallecería, pero los demás no lo apreciaban así. El médico despertó  la ira de los dioses y lo castigaron, expulsándolo del Santuario, mientras que todo rastro de su existencia fue borrada.

 

Se dice que el error del Santo de Oro de Ofiuco fue tan grave que Atenea no pudo defenderlo, por lo que el templo fue sellado junto con su Paño Dorado de Santa. Su existencia se ha convertido en el mayor secreto del santuario y ha estado oculto hasta el día de hoy… historia que obviamente no creía mucho, conociendo a su sobrina.

 

–       Soy todo oídos…

 

–       Sé que no gustas de Atenea - mencionó el médico.

 

–       Creo que tenemos eso en común, aunque desconozco bien tu razón, si fuiste su servidor.

 

–       Atenea es impura, tiene el poder de una diosa pero se moviliza por sus egoístas intenciones. Cuando fui uno de los trece guerreros, desarrollé mis habilidades y cosmos para ayudar a las personas. Era una  función que ella debía asumir pero que no hacía por estar pendiente del caballero de Pegaso–  suspiró molesto. Hades ante la mención de su pareja tan solo levantó una ceja.

 

–         Atenea no es la indicada para gobernar la tierra.

 

–       ¿Entonces quién sería apto para gobernar la tierra, según tú?

 

–       Yo por supuesto y por eso he acudido a ti.

 

–       ¿Y qué puedo hacer  para cumplir tu… anhelo? - expresó el dios-

 

–       Si la profecía es cierta, hay vientos de guerra que soplan victoria a tu alrededor.  Vengo a ofrecer mis servicios como caballero para que la balanza esté más de tu lado.

 

–       Es una propuesta deleitable, pero si algo sé, es que hay un precio… ¿cuál es el tuyo?

 

–       Si te conviertes en el regente de todos los dioses, degradarás a Atenea como diosa y la tierra, me la darás a mí, para ser su amo y señor.

 

–       Suena tentador, pero debes saber que hay una interconexión entre la tierra y el averno, no pretendo dejar a alguien que no conozca este equilibrio.

 

–       Soy muy consciente de ello y soy de los que alabo tu idea de dar un nuevo inicio.  Los humanos que hay ahora, son los que Atenea ha puesto en la cúspide, sin límites, sin equilibrio, sin humanidad… quiero que le demos un nuevo inicio a la humanidad y los guiemos.

 

 

En otra  habitación se encontraba el castaño, el cual abría sus ojos lentamente al sentir la ausencia de su amado, palpo con la mano la cama y  en efecto este no estaba. Sin más se sentó aun adormilado. Después de unos minutos se puso de pie .

 

–       ¿Hades?– preguntó al aire y al no obtener respuesta, caminó por la habitación sin encontrarlo.  Lentamente abrió la puerta, fuera de la habitación reinaba un silencio algo aterrador. Transitó  por el lugar encontrándose con algunas doncellas quienes le indicaron dónde se encontraba el azabache.

Al llegar a la habitación en la que se encontraba escuchó voces, de alguna manera esa otra voz no le resultaba familiar, por lo que llenó de curiosidad entró.

 

–       Oh, estás aquí, te estaba buscando.

 

–       Si, tenemos visitas no quise despertarte-

 

El azabache le tendió la mano atrayéndolo hacia él sentándolo en sus piernas. Mientras tanto el visitante no perdía de vista al joven Pegaso, mirándolo con un poco de desagrado.

 

–       Veo que has abandonado a Atenea, no pensaba que vendrías a seducir ahora al dios del inframundo.

 

–       ¿De qué estás hablando? es más ¿te conozco?– el joven castaño también le dirigió una mirada de molestia.

 

–       Él no me sedujo, Atenea me quito lo que por derecho era mío, solo lo recupere.

 

–       Tsk… en fin, no me importa lo que el Pegaso haga mientras no se meta en mi camino.

 

–       Vaya que arrogante eres– exclamó molesto el castaño

 

–       Suficiente–  alzó la voz Hades, pues no iba a permitir que el otro le faltara el respeto a su amante- cuidado como le hablas a Seiya, el regirá conmigo en el averno, por ende, es tu aliado también.

 

–        De acuerdo, de acuerdo– dijo el antiguo caballero de oro– somos aliados ahora.

 

El caballero entendió que su presencia en aquel momento no era grata. Inclinó su cabeza en respeto a Hades y se marchó siendo escoltado por el juez.

 

–       ¿Por qué estaba aquí? - preguntó el menor.

 

–       Será una ficha clave en nuestra victoria- expresó el dios sin dar muchos detalles- creo que es momento de que partamos al inframundo.

 

–       ¿Ahora?

 

–       Si, ahora.

 

El rey llamó a uno de sus sirvientes y le ordenó citarlos a todos en el gran salón. Cuando se reunieron, Pandora, Radamantis, Hécate, Seiya, Ikki y Hades estaban presentes.

 

–       Debes saber que en este momento en el inframundo, solo permitiremos la entrada a personas de nuestra entera confianza- dijo el mayor al fénix- es en este punto donde decides tú bando.

La dama de negro tomó la mano de su dios en súplica, pero este se soltó con delicadeza y negando.

 

–       Lo lamento Pandora, pero esto es una guerra y no puedo darme el lujo de dudas.

 

–       Lo comprendo mi señor, se hará su palabra.

 

–       Ikki…. - susurró Seiya.

 

El fénix le dirigió una sonrisa a Seiya y a Pandora antes de irse, dejándolos ahí. Eso entristeció a ambos pero entendían la postura del caballero. Sin más se marcharon al inframundo, al llegar Cerberus los esperaba, de alguna manera este supo quién era pues se acercó pidiendo ser acariciado.

 

–       Vaya, ¿aún te acuerdas de mí, aunque me veo diferente?

 

–       El percibe el cosmos no se guía de la apariencia física, el conoce bien tu cosmos.

 

Pandora por otro lado se hizo a un lado, no deseaba acercarse más de lo necesario a aquella bestia, pues no le tenía confianza.

 

–       Mi señor… ¿debido a que el fénix no se ha decidido y él era parte importante del plan… que haremos?– indagó la dama.

 

–       Estoy seguro que él va a hacer algo de lo que nos beneficiarnos, no exasperes, el volverá.

 

Al escuchar eso, el joven castaño lo pudo evitar sonreír, pues realmente apreciaba al fénix. Dejaron la conversación y  montaron a Cerberus, el cual los llevo hasta el palacio.

 

–       No ha cambiado, sigue igual que en mis memorias- dijo el castaño mirando asombrado la construcción.

 

–       No ha pasado tanto tiempo, recuerda que el tiempo transcurrido para los humanos no es el mismo para un dios.

 

–       Si, tienes razón lo olvide.

 

–       Es bueno que el joven Pegaso haya recuperado sus memorias- susurro la dama.

 

                                                                     ***

 

En un lugar de Grecia, Ikki acababa de llegar al santuario.  Su hermano Shun fue el primero en interceptarlo.

 

–       Hermano, ¿dónde estuviste?

 

–       ¿Dónde están Shiryu y Hyoga?- respondió con otra pregunta.

 

–       Están entrenando

 

–       Llámalos, tengo información importante.

 

Cuando todos los caballeros de bronce estuvieron reunidos, el fénix vigiló que estuviesen solos.

 

 

–       ¿Por qué tanto misterio?- indagó Shiryu

 

–       Es un tema bastante complicado.

 

–       ¿Qué pasa hermano?

 

–       Encontré a Seiya

 

¿Qué?, ¿dónde?- preguntó exaltado el cisne.

 

–       En el inframundo

 

–       ¿Cómo puede ser? - se preocupó Shun.

 

–       Es una larga historia - suspiró para luego contextualizar a sus camaradas.

 

Los caballeros de bronce escuchaban estupefactos lo narrado por Ikki, sus creencias se veían fragmentadas por una verdad muy turbia.

 

–       Debemos informar a Atenea de esto- mencionó Shiryu

 

–       ¿Y qué lograrás?, nada va a parar esta guerra - comentó con molestia el fénix.

 

–       Aún no puedo creer que Seiya nos traicionara… - expresó ofendido Hyoga.

 

–       Cuando Hades tomó posesión de mi cuerpo, ¿no les pareció raro que estuviéramos juntos en todo el camino Seiya y yo? - mencionó al ver que todos guardaban silencio- de alguna u otra forma, en ese momento sentía angustia y una extraña familiaridad por Seiya.  Si ahora nuestro amigo está sintiendo eso mismo, lo entiendo.  Hades y él tienen una conexión muy fuerte.

 

–       No lo justifiques Shun, juramos proteger a Atenea - intervino el dragón.

 

–       Pero…

 

–       Ya basta, solo tengan presente que ahora pertenece al inframundo y será su enemigo - argumentó Ikki.

 

–       ¿Su? - indagó Shun.

 

Si, esta vez, el santuario no contará conmigo - espetó el mayor mientras dejaba la caja de su armadura frente a ellos- renuncio a ser un santo de Atenea

Notas finales:

Se nos hace algo paradójico en este momento escribir de una guerra, cuando el país de una de las escritoras, pasa por un momento tan álgido de violencia. Al final la historia de la humanidad, desde la antigua Grecia y en el presente, sigue los mismos principios.

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