Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

   Hola saludos, les traigo un nuevo capítulo, espero que lo disfruten.

 

SEIYA

 

   El rubio se encontraba aún en estado de shock. Lograron moverlo hasta el interior de la vivienda quedando sentado en el piso con la espalada recostada en la pared. Lloraba de repente y luego se calmaba. El abuelo  veía con lástima al chico mientras se sentaba en una silla.

   -¿Qué podemos hacer? – Preguntaba Shun desesperado de ver al rubio en ese estado, había manchado su rostro de sangre que estaba limpiando con un paño húmedo.

   -Avisarle a la policía, voy a la estación ya vuelvo.

   -No Ikki, no puedes hacerlo, lo pueden estar buscando.

   -Exacto Shun es lo correcto entregar a un asesino.

   -Ellos son poderosos, no podemos hacer nada- Decía el rubio mientras miraba a la nada – No podemos hacer nada sin que dañemos a alguien que nos importa. Solo disfrutaron mi sufrimiento, se divirtieron, son unos despiadados, yo fui un pendejo, me deje manipular por ellos. – Hablaba con voz inanimada – Ellos me hicieron esto, por ellos lo maté, lo maté, ¡LO MATÉ! – Y volvía a romper en llanto.

   Los hermanos cruzaban miradas entre si tratando de comprenderlo, mientras que un fulgor blanco resplandecía iluminando un poco el espacio y luego un sonido que retumbaba todo. Una gran tormenta se avecinaba.

   Poco a poco el murmullo de la lluvia se dejaba escuchar en las afueras, llenando todo el ambiente del olor característico de esta, “el olor a lluvia” como decían mucho.  Shun decidió sentarse al lado de él y prestarle su hombro para que se recostara un rato, el sollozo del rubio era lo que se escuchaba dentro de la casa. Ya llegaría el momento en el que él pudiera tranquilizarse y preguntarle directamente lo que había sucedido.

 

   Toc, toc, toc – Se dejó escuchar, miraron la puerta extrañamente, pues, tenían una sensación de miedo que recorría todo su cuerpo.

   -¿Quién podrá ser? – Preguntaba Shun - De nuevo tocaron un poco más impaciente. Pero aún petrificados nadie se movía. El abuelo decidido se levantó y se dirigía a abrir cuando Ikki lo detuvo.

   – No abuelo, yo lo haré – Espetó Ikki, tomo aire, quitó el seguro y giró el picaporte abriendo la puerta.

   -¿Seiya? – Preguntó Ikki intrigado viendo al castaño parado en el marco de la puerta de entrada. Estaba vestido elegantemente con un traje negro y una camisa roja.

   Rápidamente tanto Shun como Hyoga se levantan para ver a su amigo y quedan perplejos con la nueva apariencia del castaño.

-¿A quién pensabas ver? – Respondió él con una sonrisa divertida mostrando los colmillos que se asomaban en su dentadura  – ¿A un monstruo o a un fantasma? – Preguntó con sarcasmo.

   Hyoga, que miraba a Seiya como si fuera un extraño reaccionó a su voz, abrió de par en par sus ojos azules, incrédulo, era su voz, esa voz. Su respiración jadeante, caminó rápidamente a la entrada quedando frente a frente al castaño.

   – ¿Tú, tú estabas ahí? Tu voz, ¡yo te escuché!

   El castaño solo se carcajeó, la forma de hacerlo fue como en las obras de  teatro, cuando el villano logra consumar la venganza que tanto anhelaba. Tomó aire y vio a cada uno con una mirada de odio y prepotencia – Pues solo vine a decirles que como podrán ver, ustedes no tienen poder contra nosotros; es en vano lo que hacen todos los días en la casa de Shiryu, pero yo como buen amigo que soy les vengo a proponer algo: únanse a nosotros, es maravilloso, no saben cuánto me gusta esta decisión que tomé, tengo la vida eterna, puedo hacer lo que me plazca , no sufrirán más, no serán pobres, no habrá enfermedades y podrán ser felices. –Miraba directamente a Hyoga que estaba asombrado con las palabras que decía su amigo. Hyoga decidió apartarse de Seiya caminaba de retro sin apartarle la mirada.

   -Seiya tú no eres así, ¿de qué estás hablando? A ti no te importaba nada de eso de riquezas, eres feliz tal cual eres. – Respondía Shun

   -Vamos, no seamos tan hipócritas Shun. ¿Qué no me importaba? ¡Claro que sí! Todos los días me levantaba  maldiciendo mi destino, sin padres, solo con una hermana que trabaja todos los días para mantenernos y poder alimentarnos con las miserias que podía comprar todos los días ¿Me vas a decir que no te ha pasado? ¿No has pasado hambre junto a tu familia?

   -¡¡Nunca!! Tienes razón que a veces pudo faltar el pan en la mesa pero nunca pasamos hambre porque siempre teníamos el apoyo de Shiryu y Hyoga, que nunca se te olvide todo los que nos ayudaron y tu hermana siempre ha sido un apoyo para ti.

   -Ahora le debemos la vida a ellos, que buenos héroes son, como ahora tú y Hyoga son novios –Dijo mordazmente – Lo defiendes para todo.

   -¿Novios? – Dijo Ikki esperando haber escuchado mal.

   -Así es Ikki, tu hermanito ha crecido y se ha convertido en un marica – Dijo cizañero.

   Ikki se quedó viendo seriamente a su hermano que acongojado no levantaba la vista, estaba apenado, esta no era la forma que había planeado para algún día contarle a su hermano lo de su orientación sexual.

   - Eres vil, no tiene compasión por nadie, te has convertido en tu propia pesadilla Seiya – dijo el rubio con rabia.

   - Mira quien lo dice, el que mató con sus propias manos a su padre, por cierto toma, lo dejaste aún clavado en el cuello de tu padre – Sacando dentro de su chaqueta la daga que le había dado Dohko para poder defenderse y lanzándola con precisión a los pies del rubio- No la limpie, pensé que te gustaría ver aun la sangre fresca de él.

   El rubio vio caer a sus pies aquella daga, inmediatamente se rompió. Lloró recordando la escena con su padre, cayendo de rodillas tomando aquella herramienta que según el abuelo del pelinegro les hacía daño a penas tocarlo. Un nuevo relámpago iluminó la pequeña estancia.

   – Prefiero morir antes de ser un muerto viviente, que solo se alimenta del  sufrimiento del ser humano – Expresó con enfado Hyoga, mirando con odio a Seiya.

   - Bueno si así lo prefieres adelante, hazlo – Desafiaba el castaño, viendo con saña al rubio.

   - Hyoga no, no lo hagas, escúchame – Intentaba Shun remediar con él- No le hagas caso solo te está manipulando.

   - ¡Hijo no lo hagas!, no le sigas el juego – Secundaba el abuelo intentando hacer al rubio entrar en razón.

   Ikki permanecía en silencio viendo todo el escenario, no podía decir nada, después de esa revelación, por qué le afectaba, esa era la felicidad de su hermano o era que tenía miedo por el antiguo amigo de su hermano  ¿por qué estaba paralizado?, él no debía temer a nada “No pierdas el valor suceda lo que suceda”, se lo había enseñado a Shun para que el pudiera salir adelante siempre en las dificultades que le acaecían. Miró seriamente al rubio.

   - Si lo vas a hacer hazlo, solo hazlo bien y acabemos con esto. – Dijo decidido.

   - ¿Qué? Hermano por favor ¿qué haces?, no Hyoga no lo hagas, escúchame por favor escúchame – Se lamentaba Shun que ya a esas alturas las lágrimas rodaban por su rostro.

   - Ikki, ¿qué estás diciendo? – Dijo el abuelo preocupado.

   Hyoga se colocó de pie con una mirada decidida, no le quitaba para nada la vista a aquella arma que sostenía con ambas manos, empuñándola hacia él mismo, respiro profundo, miró a Shun que lagrimas copiosas salían de sus ojos y negaba con la cabeza para que no lo hiciera, cuan hermoso se veía; luego al hermano de este que lo miraba con seriedad única y luego al abuelo que solo agacho su mirada tapando con sus mano sus ojos para no ver nada. Modulo con sus labios un “Te Amo” al peliverde, acercó rápidamente el arma a su pecho y en un abrir y cerrar de ojos la daga cambió de dirección. Con gran habilidad Hyoga había colocado uno de sus dedos en el aro que al final de la empuñadura se encontraba y lanzó con fuerza dicha arma al enemigo.

   Con los ojos explayados Seiya pasó de una cara divertida a una de asombro, bajó su mirada viendo el arma clavada en el lado derecho de su abdomen de donde salía un denso humo. El metal le estaba quemando, gritó de dolor e intentó retirar la daga pero no podía ahora tocarla, cayó de rodillas lamentándose.

   El corazón de todos los presentes latía desaforadamente, un nuevo relámpago acompañado de su respectivo retumbar se escuchó en la inmensidad de la noche, todos miraban sorprendidos como el pobre Seiya se retorcía del dolor

    – ¡Rápido Shun! - Dijo Hyoga dirigiéndose al peliverde que asintió y de un cajón en la cocina sacó la otra daga. El peliverde movió hábilmente el arma en sus manos empuñándolas para atacar a su ex amigo que se retorcía del dolor en el piso, se dirigió rápidamente cuando de la nada aparece una figura imponente oscura que con un movimiento de su mano detuvo al peliverde lanzándolo por los aires chocando contra la pared.

   Un nuevo relámpago iluminó haciendo visible a aquel sujeto que ataviado en un traje algo antiguo para la época le quedaba muy bien. Cabello negro y largo, ojos de un color verde hermosos, piel pálida. Miraba con odio a los presentes que estaban ayudando a incorporarse al peliverde. Este agachándose coloca a Seiya en su pecho dejando la cabeza descansar sobre sus hombros y en un hábil movimiento retira la daga que cae haciendo ruido de metal. Aquel hombre se muerde su dedo índice y lo pone en la comisura de la boca de Seiya, el cual con verdadero deleite toma de aquella sangre que le ofrecía aquel sujeto cerrando la herida.

   Luego, se levanta junto a Seiya que al parecer había recuperado toda su fuerza vital y miraba a todos con ira.

    – ¡Ustedes! no tendré compasión en lastimar a los que dañaron a mi pequeño, no se lo voy a perdonar – Expresó el sujeto en un tono grabe, caminó adentrándose al pequeño hogar, era tan alto que incluso tuvo que agacharse un poco para pasar por la puerta de entrada. Todos miraban asustados, estaban inmovilizados con su sola presencia. Este levantaba de nuevo su mano haciendo levitar a todos y todas las cosas de la casa.

   - Él les ofreció redimirse a sus angustias, a ser libres, a su amigo, que aún se  preocupa por ustedes y lo tratan de esa forma, son los peores humanos que he conocido – Con otro movimiento de su mano los cuerpos de los presentes comenzaron a retorcerse girando sus brazos, cabeza y cuerpo de manera inimaginable, los gritos llenaron toda la estancia y el dolor era tal que no pudieron soportarlo desmayándose.

 

Notas finales:

   Espero que lo hayan disfrutado, nos vemos en el siguiente capítulo, gracias por seguir leyendo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).