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El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

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Notas del capitulo:

   Hola, saludos, les traigo el capítulo final del fics. Agradecida estoy por las lecturas y espero que hayan disfrutado de esta historia.

 


Nuevos Comienzos


 


   Un martilleo lo saca de su sueño, se mueve lentamente, toma aire y bosteza desperezándose. Mira la hora del reloj que está sobre la mesa de noche, las agujas marcan las 9:30, vuelve a cerrar los ojos mientras siente una mano pasar por su costado y tomarla entre la suya.


   -¿Qué hora es? – Pregunta somnoliento la otra persona.


   -Las 9:30 – Responde – Es tarde, mi hermano nos ha dejado dormir mucho.


   -Cierto,  has podido descansar bien, me alegro por ti amor.


   - Si y creo que tú también.


   -Puede ser lo mejor que nos ha sucedido en mucho tiempo.


  -Así es – suspira y toma un impulso para girar su cuerpo y  quedar cara a cara con ese rubio. Hyoga lo veía con sus ojos azules como si aún fuera la primera vez, era una mirada llena de amor. El rubio se acerca para poder robarle un beso que fue correspondido, se besaban con cariño, dándose piquitos y después profundizando el beso, fue bajando suavemente por el cuello hasta llegar al pecho y besar aquella cicatriz en el pecho del otro quedando absorto contemplándola y delineando con las yemas de sus dedos, pero su contemplación fue interrumpida por varios martilleos fuera de la habitación los dos se miraron en complicidad sonriendo decidiendo levantarse.


   Habían pasado dos meses de aquel suceso que conmocionó no tan solo a los habitantes de esa importante ciudad, sino que cambió la vida totalmente de los jóvenes.


   Su nueva vida comenzó cuando despertaron uno tras otro de un profundo sueño inconsciente que los tuvo en cama por unos 3 días. Cuando despertaron, no solo se encontraron con la mirada preocupada de Dohko que veía a través de la ventana de su casa en una noche donde el reflejo de la luna menguante iluminaba un poco la habitación, sino también, a su amigo Seiya que permanecía a su lado cuidándolos y ayudando al mayor con lo que pudiera. Sus cuerpos estaban demandando un poco de movilidad, estaban adoloridos y entumecidos por la falta de movimiento pero los dos cuidadores al ver que los chicos estaban despertando de su letargo se apresuraron a ayudarlos a que no hicieran movimientos bruscos y se pudieran lastimar en ese proceso.


   Su recuperación fue más o menos rápida, pero aun así trajo alivio a los habitantes de aquella casa que esperaban su pronta mejoría. Esmeralda era una de ellas y el abuelo de los hermanos que a pesar de que estaba convaleciente con su cadera podía movilizarse con una andadera.


   Los recuerdos de lo que había pasado ese día venían a sus mentes, aún no creían que hubieran podido vencer al mal, pero,  ¿qué había pasado después que lograron vencer a Hades? Seiya fue el que le respondió todas sus dudas comentando que cuando al fin pudieron vencer a Hades simplemente se desmayaron uno tras otro y con la ayuda de los vampiros sobrevivientes de la revuelta los ayudaron a regresar a casa, luego todos ellos desaparecieron, se dispersaron menos él ya que se sentía culpable de lo sucedido. Shiryu simplemente le respondió que no fue su culpa, ya estaban inmersos en eso desde hace mucho antes.


   Las pesadillas no se hicieron esperar, cada noche era un martirio para ellos dormir bien y tener un sueño apacible, las más frecuentes tenían que ver con que Hades cumplía con su objetivo de acabar con sus vidas una por una de las formas más sanguinarias posibles y otras sobre todo la de Hyoga era ver a su padre en sus pesadillas. 


   Ninguno había dejado el nido por pedido de Dohko, no estaban recuperados totalmente ni mentalmente para salir de casa. El abuelo les pidió que hicieran caso pero por la mente de Ikki y Shun solo pasaba el recuerdo de su madre, preguntando a los presentes si sabían algo.


   Dohko no les dio muchas esperanzas, no quería que los hermanos se ilusionaran con que podrían encontrar a su mamá aún viva, pero de todas formas decidieron salir, pero no irían solos, tanto Shiryu, Hyoga y Seiya se ofrecieron a acompañarlos saliendo fuera.


   Lo que vieron los dejó atónitos. La ciudad de Aqueos, que antes era majestuosa y resplandeciente se encontraba prácticamente en ruinas, la casa de Dohko no escapó del daño, pero era una de las que habían quedado en pie. La similitud del daño a la ciudad era como si hubiera estallado una guerra, dejando una gran herida en esta ciudad.


   Los pocos ciudadanos que andaban estaban cabizbajos, otros hacían labores de obra pero era un hecho, los residentes de Aqueos no se darían por vencido y ponían de su parte para levantar de nuevo aquella ciudad de sus escombros.


   El corazón se les estrujo cuando llegaron a aquel edificio que alguna vez fue un hospital para tratar a las personas aquejadas por problemas mentales. La edificación permanecía en pie pero se observaba a plena vista, la destrucción de ese lúgubre lugar.


   La mayoría de las ventanas estaban rotas, de ellas ondeaban las cortinas que decoraban esas habitaciones, vidrios esparcidos por el piso, sangre seca y un ala de aquel hospital lo había consumido un gran incendio quedando las evidencias de esto en su fachada.


   El silencio abrumador de la devastación estaba presente, ni el silbar del viento se escuchaba. Caminaron en completo silencio. Hyoga llevaba la mano tomada de Shun que temblaba. Llegaron a la habitación que le había pertenecido a su madre para constatar con evidencias que alguna vez albergó a alguien en ella, solo la cama con las sábanas desordenadas y un bouquet de flores silvestre ya marchitas que el abuelo le había traído la última vez que la visitó adornaban la habitación.  Sus lágrimas rodaron silenciosamente, pero no se quedaron mucho tiempo allí. Sus pies los llevaban de regreso a la salida cuando vieron algo que les llamó la atención en el patio de aquel recinto.


   Había una gran cruz en el medio de este y un montículo de tierra, era una fosa común. Pero los hermanos en su mente albergaban la idea de que ella estaba bien, que había logrado escapar a un lugar seguro y estaba al cuidado de alguien.


   Caminaban de regreso en silencio hacia la casa, pero Seiya se fue quedando rezagado, mirando al piso, hasta que detuvo su andar.


   - Chicos… tengo algo que decirles… - Interrumpió Seiya el silencio y con una expresión de culpa en su rostro única.


   -¿Qué pasa Seiya? – Agregó Shiryu mirando al castaño.


  Ikki se viró y vio la escena, él deducía lo que iba a suceder en esa conversación, suspiro y decidió dejarlos solos, lo que tenía que decir Seiya era con ellos  - Los espero en casa, no se tarden mucho – Dijo Ikki despidiéndose y caminado con las manos en los bolsillos del pantalón.


   -¿Qué tienes que decirnos Seiya? – Preguntó Shun mirando con una expresión compadecida al castaño que aún miraba al suelo y tenía las manos cerradas en puño.


   -Primero, quiero pedirles una disculpa a todos, los he metido en problemas desde…desde hace mucho…


   -¿Seiya de qué estás hablando?


   -Desde que los convencí a salir a buscar a la madre de Shun, si no hubiéramos hecho eso creo que nada de esto hubiera pasado.


   -Te equivocas Seiya, todo pudo haber pasado como debía de ser, si no hubiera sido así, estaríamos todos muertos – Respondió Shiryu con ahínco en sus palabras - ¿Por qué te culpas? 


   -Por todo, por no decirle nada de mi sueño, por haberles hecho daño – Agregó el castaño con los ojos humedecidos.


   -Tú no nos hiciste daño Seiya - Expresó Hyoga – Si mal no recuerdo fueron los otros seres que prácticamente intentaron matarnos.


   -Si lo hice Hyoga, tu padre – Hizo una pausa larga mientras miraba a los ojos a Hyoga que quedó perplejo, al parecer se le había olvidado ese detalle – Yo fui el que decidió ir a tu casa y hacer eso para que descubrieras que tu padre era un ser nefasto. En esa mansión me enteré de muchas cosas, pero esta es una de las que me dolió más, se lucró a costa de todos y de la muerte de muchas personas, incluyendo la de tu madre,  yo… yo no quería que ocurriera de la forma en la que pasó, solo quería que supieras la verdad de él, pero, las cosas se fueron de las manos.


   -A ti Shun, te herí cuando fui a tu casa y dije toda esa sarta de babosadas que por cierto ninguna fue verdadera, lo sé, yo sé todo lo que han hecho por mí y por mi hermana, así tengamos poco o mucho, todos ustedes me han ayudado en los momentos más difíciles de la vida. Aún no se como pudimos ser amigos, somos tan diferentes pero tan iguales a la vez – Dijo Seiya mirando al peliverde donde las lágrimas ya comenzaban a resbalar en el rostro de este. – No pude prevenir lo que iba a pasar, él me estaba espiando.


   -¿Te vas a ir cierto? – Preguntó Shiryu casi en un susurro audible para el castaño.


   -Sí, yo… yo no puedo pretender que soy una persona normal y corriente, que puede tener una vida normal como si no hubiera ocurrido nada, y tú eres la tercera persona que he lastimado Shiryu, indirectamente pero fue así.


   El pelinegro quedó con la duda en su rostro, ¿De qué forma lo ha lastimado?


 -Seiya – Dijo Shun - Eres nuestro amigo, tú lo sabes muy bien, pero no puedes luchar con esto tu solo, déjanos ayudarte, sabemos que no volverás a tener la vida normal que tenías, pero nosotros tampoco la tendremos, toda nuestra vida ha dado un giro, ha cambiado y nosotros también, tu hermana a lo mejor está a salvo.


   -Lo está Shuni y la voy a buscar. Antes de que iniciara todo esto fui a casa, fue un momento que pude estar solo, sin sombra de nadie, ella se sorprendió en verme y mucho más en lo que me había convertido, le dolió, pero le advertí que se fuera de aquí, que quería protegerla, además que la quería, le prometí que nos volveríamos a ver.


   -Tal vez tengamos mejores cosas que recordar de todo esto – Dijo Hyoga que hasta ahora había permanecido en silencio. Su rostro estaba serio pero había expresiones de dolor – Tú no tienes las culpa de nada Seiya, deja de decir estupideces, yo solo veo a un buen amigo en frente de mí, eso es todo. Que cometió errores, que no supiste como pedirnos ayuda, que te enfrentaste solo con tu horror no es excusa para odiarte, yo te absuelvo de toda culpa amigo tú intención era buena pero mi inestabilidad fue mala para tomar decisiones.


  Hyoga se acercó al castaño, este pensó que le sobrevendría un buen puñetazo, cerró los ojos para poder recibirlo de lleno en él pero no, en cambio sintió un abrazo fraternal de un buen amigo, Seiya sintió que algunas lágrimas aterrizaban en su hombro y fue cuando correspondió el abrazo de Hyoga, luego algunas palmadas sobre su espalda, se separó un poco el rubio de Seiya mirándolo con los ojos llenos de lágrimas tomándolo de los hombros.


   -Buena suerte amigo – dos nuevo golpes en el hombro y Hyoga se viró para comenzar a caminar a casa.


   Shun se acerca también con lágrimas resbalando por su mejilla.


  - Seiya, te voy a extrañar mucho, por lo menos, envíanos una carta de vez en cuando para saber de ti, aquí estaremos y aquí te esperaremos hasta que decidas regresar – Abrazó fuertemente a Seiya que también fue correspondido.


   -Buena suerte con Hyoga – Le susurró en el oído al peliverde se vieron a la cara y sonrieron. Shun se giró mirando de vez en cuando atrás para guardar ese recuerdo en su memoria, dándole alcance al rubio donde se fueron abrazados los dos juntos.


   -Shiryu…


   -Ya veo a lo que te refieres cuando me dices que me has lastimado y yo concluyo que ambos lo hicimos, ninguno dio el primer paso, no sé por qué, pero de algo estoy seguro, este sentimiento no va cambiar.


   -Esto no será un adiós Shiryu, tal vez cuando me encuentre a mí mismo, pueda volver con ustedes.


   -Yo te estaré esperando Seiya.


   Seiya se acerca al pelinegro besando esos labios que tanto había anhelado antes.


   -Hasta luego Seiya  - Fue la despedida más dolorosa para Shiryu, despedirse de esa persona que tiene un espacio especial en su corazón.


 


,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,


 


   Ikki se desvió del camino que lo conducía a la casa de Dohko, había decidido pasar por la casa en donde creció.


   Esa parte de la ciudad no estaba tan distinta como lo estaba prácticamente toda la ciudad. Por lo menos en este barrio, las casas habían sobrevivido, se encontraban aporreadas pero aún de pié.


   La puerta de su casa estaba un poco torcida, fuera de su eje pero con un poco de esfuerzo Ikki pudo abrirla para entrar. El techo de la casa no había colapsado en su totalidad gracias a la viga de soporte que a pesar de que estaba astillada por la mitad, sostenía el techo.


   Vio con nostalgia todo a su alrededor, la casa en la que creció él y su hermano estaba prácticamente destruida, caminaba por el lugar apartando cosas para poder sentarse en las sillas del comedor que había construido su padre y su abuelo hace un buen tiempo antes de que encontrara ese trabajo esclavizante de la mina. Veía a través del recuerdo los fantasmas de sus padres, recordaba con orgullo a su mamá haciendo las tareas domésticas con una gran panza que llevaba en su interior a su querido hermano, casi no la dejaba moverse pero ella hacía eso y mucho más, a su padre cuando regresaba del trabajo, no importaba lo mal que le fuera, siempre tenía una sonrisa para ellos y el estar todos sentados en la pequeña mesa como una gran familia era todo lo que quería recordar.


   Se levantó y miró con una media sonrisa aquella columna con marcas en esta que hacia su padre para medirlos cuando crecían, lo hacía cuando cumplían años y solo anotaba la edad que tenía en ese momento. Recordó esos momentos en los que intentaba mantener a Shun de pie para que fuera medido a la edad de 1 año.


   Había otras marcas especiales que su padre había hecho por lo largo del  pequeño hogar, ahora que se daba cuenta, la casa estaba plagada de recuerdos e historia que no deseaba perder por nada del mundo. Cuando entró a la casa quiso desistir de volver a ella, pero en cada recoveco de la misma estaba implícita toda su historia. Ahora que la observaba bien no había nada que no pudiera arreglarse.  Dohko había sido muy amable en tenerlos a todos en su casa, pero era hora de partir.


   Ahora su nueva vida no tendría a sus padres, pero todavía tenía al abuelo, a Shun y a dos nuevos integrantes de su familia, Esmeralda y Hyoga. Con Esmeralda no pensó que pudiera tener a esa gran mujer, no hubiera querido que fuera de esta manera, pero así sucedió. Nadie sabía a ciencia cierta lo que pasó con esas personas nefastas de corazón que fueron poseídas por la maldad, simplemente los cuentos de los que estaban presentes en la ciudad era que se desvanecieron, otros dicen que permanecen ocultos en los bosques, solo se sabe que no hay ningún rastro de ellos.


  Y Hyoga, bueno,  la pequeña conversación que tuvieron mientras estuvieron encerrados en aquella habitación le había abierto los ojos, su hermano había crecido, que no tuviera las mismas preferencias sexuales que las otras personas no le importaba, solo veía que ese chico de verdad amaba a su hermano, sabe que a la larga tiene que prepararse cuando ellos decidan irse a vivir juntos cuando sean mayores de edad, le dolería tener que dejar ir a Shun, pero hasta que eso suceda él será el tutor de ellos.


  No quería saber nada de lo que había pasado en esa mansión, ni si se volverían a enfrentar a un peligro latente, pero esto era el inicio de un nuevo comienzo, era un renacimiento, una nueva esperanza que en esa casa la historia volvería a ser escrita por ellos, una nueva historia se escribiría en esas paredes, una nueva generación crecería en ella y una nueva vida comenzaría para todos ellos de ahora en adelante.


 


FIN

Notas finales:

  Quizás este final está un poco escueto, si estoy de acuerdo que dejé muchas cosas por fuera pero así me salió, muy emotivo. Es una despedida para un nuevo comienzo para todos los protagonistas.


   Sigo agradeciendo por su lectura y no es un adiós es un hasta luego.


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