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El Misterio de los Vampiros de Aqueos por Shuni_Chan

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Notas del capitulo:

Hola, muchas gracias a todos por leer. Les traigo un nuevo capítulo, lo iba a colocar más temprano pero tuve problemas de conectividad con el Internet. Bueno sin más espero que lo disfruten.

   Transcurría el año 1920, 60 años para ser exactos, el cual había dejado una estela de muerte atrás. Sus pequeñas y rurales calles no lo eran como tal, se habían expandido y por ellas transitaban automóviles de diferentes marcas solo adquiridos por personas acaudaladas. Sus casas ya no eran tan modestas, se habían actualizado pero seguían teniendo ese encanto europeo que las caracterizaba.

 

   El otrora pueblo fue reacomodándose y organizándose hasta convertirse en una fructífera ciudad que estaba en todo su apogeo. La población comenzó a ascender, llegaron personas que se enamoraron de ese lugar, construyeron casas, mansiones y castillos. Era unas de las pocas ciudades que mantenía el esplendor de antaño manteniendo las farolas de kerosene que iluminaban las calles de la ciudad floreciente.

 

   El episodio había quedado atrás, la historia de aquello aún se mantenía vigente a través de algunos ancianos pobladores de aquellas tierras que vivenciaron, algunos con sus propios ojos de niños, otros con lo que se rumoreaba en aquel pueblo, pero esta era contada a sus familias diferentemente; en sus mentes olvidadizas, ya se estaba borrando aquel recuerdo y con el tiempo ese suceso se convertiría en una leyenda urbana.

 

   Esa misma historia estaba siendo contada a un par de jóvenes que se encontraban en su pequeña habitación compartida, su abuelo, a pesar de todo le contaba esa historia antes de irse a dormir, él quería que ese suceso no se olvidara, porque estaba seguro que a pesar del tiempo esos seres volverían a su hogar, el lugar a donde pertenecen.

 

   El adulto joven ya no le prestaba mucha atención a la historia, ya se la sabia de memoria, y le aburría que con las mismas palabras que su abuelo había usado con él, lo hace con su hermano que fascinado escucha la historia atentamente. Él a cambio de su hermano mayor no perdía lujos de detalles de todo lo que le decía, a pesar de que también se la sabia de memoria, pero la sola ilusión de lo que su abuelo vivió en casi carne propia lo dejaba rememorando.

 

   Su hermano mayor tenía 17 años, de rostro serio, cabello azul y ojos del mismo color. Estaba enamoradísimo de la bella Esmeralda, joven de familia acaudalada, un día simplemente se vieron y fue amor a primera vista, pero la familia de la chica no está de acuerdo y no lo estará nunca con esa unión.

 

   Él en cambio era un muchacho de 14 años con apenas ilusiones en la vida, su cuerpo delgado, piel blanca, cabello verde, y sus grandes ojos verdes le daban un aire de inocencia. Sus cualidades no eran muchas pero tenía un gran corazón y humildad ante todo.

 

   La semana estaba comenzando, la ciudad despertaba de a poco, por sus calles se escuchaba el caminar de las personas, las ruedas de los autos y el pregonar de los niños vendiendo el diario matutino con las noticias que más sobresalían en ese día.

 

   - ¡Asesinado anocheee! ¡Encontraron un cadáver en la calle, entérese quién fue el culpable! – Decía el chiquillo vociferando a todo lo que daba su pequeña voz.

 

   - Shun, te dije que te levantaras temprano, voy a llegar tarde al trabajo. – Decía un joven peliazul, moviendo un bulto en la cama.

 

   - Ikki, no entiendo para que sigo asistiendo a una escuela, puedo trabajar y poder ayudar a nuestros padres – Replicaba un peliverde, soñoliento y despeinado que se levantaba lentamente de la cama.

 

   - No digas más Shun, yo quiero darte un futuro más prometedor, no te quiero ver trabajando como esclavo por unas míseras monedas, y no has visto lo que hacen esos depravados con los jóvenes como tú, te quiero mucho Shun - Le decía mientras le sostenía la cabeza con sus dos manos y lo miraba directamente a los ojos verdes del muchacho - Quiero que seas un hombre de bien, que vaya por el camino recto siempre, y que a pesar de todos los obstáculos que se atraviesen en tu camino, puedas atravesarlo fácilmente.

 

   - Hermano – Sus palabras llegaron a lo más profundo de su ser, a veces no entendía todo el esfuerzo que tenía que hacer su hermano para lleva el pan a la mesa. Su padre Albión, un señor muy parecido a Ikki, de rostro serio, estaba enfermo, tenía una fuerte neumoconiosis*, por trabajar en minas de carbón, e Ikki se había ofrecido para sustituirlo en dicha mina, era el único trabajo bien remunerado que podía llevar el debido sustento a la familia. El Señor Andrews Lavert, dueño de la mina había accedido a dicha petición según él, violando algunas normas y reglas que había impuesto.

 

   Su madre Loretta, mujer hermosa, de piel rozagante y ojos verdes, ya estaba sumamente cansada para cargar la vida sobre sus hombros pero hacia todo lo posible por sobrellevarla y cuidarlos a todos, y el abuelo, padre de Loretta, disfrutaba lo que le quedaba de vida, fumando su pipa en una silla mecedora que estaba colocada mirando siempre hacia afuera. Era un señor mayor que en sus días de mozo fue una persona trabajadora de la ebanistería, pero por diversos problemas de salud, no pudo continuar con ese trabajo siendo delegado al padre de Ikki, que al no ganar lo suficiente para mantener a su familia tuvo que dejar el mismo para poder trabajar en las minas de carbón.

 

   - Entiéndeme Shun, tú eres mi familia y no te voy a dejar por nada del mundo.

 

   - Te entiendo hermano - Con la cabeza cabizbaja asentía con pesar.

 

   El peliverde tomó la ropa y se vistió presuroso sin tomarse el tiempo de arreglarse, se colocó un pantalón beige que le quedaban algo holgado, una camisa blanca manga larga que más o menos le ajustaba al cuerpo, unos tirantes que ayudaban a sostener los pantalones y unos zapatos recién pulidos, saliendo así de la habitación.

 

   - ¡Shun! hijo, por favor mira el desastres en el que estás – Acusó su madre que se acercó presurosa a ayudarle a terminar de arreglarse, colocando la camisa adecuadamente dentro del pantalón y arreglando bien los tirantes que estaban enroscados y mal colocados.

 

   - Mami, así estoy bien – Dijo molesto mientras alcanzaba en la mesa una tostada con mermelada que la engullo mientras volvía a la habitación a buscar los libros que utilizaría ese día en la escuela.

 

   - Ikki, tu almuerzo está listo en la lonchera, no se te vaya a olvidar – Comentó la madre al tratar de seguir lidiando con el peliverde.

 

   - Gracias mamá. – Expresó mientras miraba el espectáculo de su hermano con su madre y salía emprendiendo el camino.

 

   - Adiós mamá, adiós abuelo – Dijo Shun rápidamente dándole un beso en la mejilla a cada  uno saliendo de la casa mientras que Loretta lo detenía para darle una caja que estaba parsimoniosamente envuelta en un paño.

 

   - No te olvide de tu almuerzo hijo.

 

   - Gracias mami, adiós – Dándole otro beso y corriendo para darla alcance a su hermano que caminaba rápidamente.

 

   Shun lo miraba entristecido, no quería que le ocurriera a Ikki lo mismo que a su padre. Antes de esto, ellos iban juntos a la escuela, era muy buen estudiante, por supuesto estaba unos grados más avanzado que él pero tuvo que abandonar todo incluso a sus amigos. Cambió sus ropas limpias por la usadas por su padre para el trabajo, incluso llevaba puesta las botas que le pertenecían a él. Pero eso sí, toda su contextura había cambiado por el trabajo duro en la mina, estaba más fornido y no era un languiducho como él.

 

   Siguieron el camino en silencio, la mina quedaba algo alejada de esa vía a la escuela de Shun, según Ikki, era el camino corto, pero Shun sabía que era mentira, nunca lo dejaba ir solo. Al llegar se despidieron y el peliazul le espetó que llegara temprano a casa que no se distrajera con libros o cuentos inútiles que no le servían a sus enseñanzas.

 

   Al darse la vuelta y visualizar el patio de aquella escuela pudo observar a su siempre alegre amigo Seiya,  un muchacho de su edad, de cabellos castaño corto y alborotado, vestido casi como iba él excepto por los tirante, muy hiperactivo, era humilde, vivía con su hermana y era igual a Ikki, ella quería lo mejor para él; a la derecha estaba Shiryu, un año mayor que él, de descendencia china,  pelinegro de cabello largo, siempre vestía con ropas orientales, algo más tranquilo y ratón de biblioteca, vivía con su abuelo Dohko, era muy reservado y no se sabía muchos de sus padres, y luego, estaba él, también un año mayor; qué diría su hermano si le dijese que le gusta un amigo; un amigo que poco a poco le ha robado el corazón, ese rubio de ojos azules, un hombre de su mismo sexo, tal vez lo quemarían en la hoguera como a las supuestas brujas o lo llevan a la guillotina por actos pecaminosos.

 

   -“Hyoga” – Suspiro de solo recordar su nombre, cada día era una tortura para el acercarse, a veces no podía controlar todos esos sentimientos que se aglomeraban en su interior, y eso lo expresaba su rostro que se sonrojaba, o simplemente esas molestas mariposas que revoloteaban sin cesar en su estómago.

 

   Con paso firme y controlando todas esas emociones se fue acercando al grupo, poco a poco iba escuchando de lo que estaban hablando

 

   – ¿Te fijaste en eso la otra noche? – Comentaba el castaño.

 

   - No - respondía el pelinegro y la indiferencia del rubio que solo bufaba de lo que el castaño estaba contando.

 

   - Buenos días, ¿de qué me perdí?  - Todos giraron a ver al que había llegado.

 

   - ¡Shun no lo vas a creer! - No podía ocultar su emoción, estos temas le fascinaban y le parecía curioso igual a Shun.

 

   - ¿Qué?- pregunto curioso el peliverde.

 

   - Hay un rumor muy fuerte que la casa de los demonios, al parecer hay alguien viviendo allí.

 

   - ¿¡Volvieron!? Esas palabras salieron solas de su boca – Será que su abuelo si tenía razón, no eran solo cuentos para asustar.

 

   - ¿¡Qué!? Shun, de dónde sacas esas cosas. Esa casa ha estado en ruinas por mucho tiempo, fue incendiada, ¿cómo es posible? Solo quedan cenizas -Decía un prudente Shiryu.

 

   - Mi abuelo dice que ellos siempre vuelven, así como un ave a su nido, ¡es su guarida!

 

   - ¡Puff! por favor, tengan un poco de sentido común, solo son rumores, en este lugar todas las personas no tienen consideración con lo que dicen, escuchan cualquier cosa y lo vociferan- decía un incrédulo Hyoga.

 

   - ¡Pero es cierto! El camino de esa casa va hacia la localidad del norte, es un paso obligado y muchos han pasado a altas horas de la noche y ven luces encendidas.- Seguía insistiendo en su cuento el castaño.

 

   - ¡Luces! La mayoría de los que vienen de esa localidad están ebrios. – Argumentaba Shiryu, que con cada palabra que decía su compañero era menos creíble.

 

   En ese momento sale la maestra llamando a los jóvenes para comenzar la clase.

 

   Esa mañana pasó lenta y pavorosamente fastidiosa, Shun no le estaba prestando atención a la clase, en su cabeza quedaron las palabras de Seiya y las palabras de su abuelo, no lo podía creer, de verdad habían regresado.

 

   Un golpe en su mano lo trajo de vuelta al mundo, al girarse era su maestra que le había dado con una regla de madera, su reflejo fue la de apartar su mano adolorida y bajar la cabeza al regaño que le estaba profiriendo la maestra.

 

   Llegó la hora de salida y su amigo Seiya le estaba discutiendo su despiste.

 

   - Te pasaste toda la clase en la luna Shun.

 

   - No puedo dejar de pensar en lo que dijiste Seiya.

 

   - Es mejor olvidar esas cosas por ahora, nos centraremos en la tarea que nos dejó la maestra Marín, la podemos ir adelantando en mi casa y así le puedo explicar los problemas de matemáticas que no entendiste Seiya y tu Shun por estar distraído, si quieres puedes venir Hyoga, viendo la negativa en la cabeza del rubio asintió.

 

   - Está bien – dijeron al unísono los dos menores derrotados.

 

.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.

 

   Ya en casa la familia estaba reunida en la pequeña mesa para la cena, conversaban sobre varias cosas.

 

   - Hijos, ¿cómo les fue hoy? – Preguntaba su madre, con tono cansado, no lo mostraba en su rostro, siempre tenía la más bella de las sonrisas.

 

   - A mi igual mamá, no hay ninguna novedad, ¿el doctor vino hoy? – Preguntó Ikki.

 

   - Sí - respondió con voz cansada y apagada, bajando la cabeza, esa bella sonrisa había desaparecido.

 

   - ¿Y qué te dijo?, ¿te dio la receta para más medicinas?

 

   - Tu padre está muriendo hijo, ya la medicina no le hace efecto.

 

   El lugar quedó en silencio, todos miraron su plato de comida y comían sin real apetito, el nudo en la garganta se hacía más apretado, hasta que las lágrimas poco a poco aparecieron, fueron llantos silenciosos, mudos, que solo era roto por la tos de su padre que estaba en sus últimas horas.

 

   La mañana llegó y con ella la fatídica noticia del fallecimiento del señor, ese día Ikki no podía faltar al trabajo, se perdería el funeral de su propio padre, pero si no iba prácticamente lo botaban del mismo. Llorando se despidió por última vez de su padre, se acercó al peliverde, lo abrazó, le susurro unas palabras y salió de la casa. Shun solo veía ensimismado el cuarto donde yacía su padre, su mamá estaba inconsolable el dolor era insoportable al perder a su compañero de vida.

 

   Las ruedas de una carreta en el pavimento rustico, lo sacaron de sus pensamientos, era el doctor que venía a firmar el acta de defunción y a retirar el cuerpo. Amigos y algunos vecinos de su padre los acompañaron en el peregrinar hasta la última morada, un sacerdote dio unas palabras y se procedió a la sepultura. Shun no podía dejar de llorar, su mamá estaba siendo abrazada por el abuelo, simplemente no lo podía creer, su padre había muerto e Ikki había heredado su trabajo a él le tocaría su misma desdicha.

 

   Poco a poco las personas se fueron retirando, ellos luego también lo hicieron sin dejarle un adiós.

   Al llegar a la casa los amigos de Shun estaban ahí, lo acompañaron en su dolor, las palabras sobraron y solo el silencio reinó.

Notas finales:

   *Neumoconiosis: La neumoconiosis de los mineros del carbón, es una enfermedad pulmonar que resulta de la inhalación del polvo del carbón mineral, grafito o carbón artificial por un tiempo prolongado. También se conoce como la enfermedad del pulmón negro.

 

   *Los nombres de los padres de Shun e Ikki los tomé de un cuento corto de Stephen King llamado "El Hombre del Traje Negro" y bueno al abuelo no se me ocurrió que nombre colocarle ops, pero se entiende.

 

   Espero que les haya gustado este capítulo.


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