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El clan por FiorelaN

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Notas del capitulo:

 

POR FAVOR, LEE LAS NOTAS DE AUTOR DEL FINAL

Capítulo X: “Tus ojos”

 

Naruto

No planeaba quedarme en el orfanato si era lo que creían la abuela Tsunade y Sasuke. No me importaba si debía escaparme o lo que fuera. Yo solamente deseaba ir a ver a Sasuke, hablar con él y hacer que se quedara a mi lado por siempre. Perderlo no era una opción, no después de todo lo que había sucedido. Habíamos tenido que pasar por cosas dolorosas hasta que nos habíamos dicho lo que sentíamos y no podía arruinar eso.

Yo y mi maldita falta de confianza, mis dudas y mis estupideces. ¿Por qué no había podido confiar en él y ya? ¿Por qué había dudado de él y de sus sentimientos? Yo me había creído tan poca cosa que no había podido entender cómo era que el chico más guapo de toda la escuela había posado sus ojos en alguien de su mismo género y, además, en mí. No podía comprenderlo y por eso había dudado de que él me amara, porque yo, además de todo, había sido su mejor amigo y ni siquiera había podido él admitir eso. Algo tan simple como que yo había sido su mejor amigo no había podido salir de su boca, y mucho menos que yo le gustaba. Por eso mismo había dudado.

Algo cierto era que no podía salir sin avisarle al menos a la abuela Tsunade, porque, si me iba sin más,… ella se asustaría de nuevo sin saber dónde estaba yo, así que, si le avisaba al menos, ella sabría dónde ir a buscarme si me tardaba.

Ella estaba conmigo en mi cuarto todavía. Estaba sentada en mi cama a mi lado simplemente acariciando mi cabeza mientras yo sollozaba.

—Abuela Tsunade…—la llamé en susurro.

—Dime.

—Voy a ir a casa de Sasuke…

Ella suspiró con pesadez.

—Naruto, ¿no ves cómo te pusiste? Es mejor que, mañana, no vayas a clases. Ya podrás hablar con él en algún momento. No se irá de la ciudad—me dijo tratando de calmarme.

—No entiendes… Tengo que hablar con él—la miré y ella vio mi horrible cara demacrada por tanto llorar.

—Naruto…—acarició mi mejilla y luego besó mi frente.

—Por favor…—le supliqué con mis ojos humedecidos nuevamente—Si no me dejas ir, me voy a escapar por donde sea, así tenga que hacer un agujero en la pared. Te lo advierto, dattebayo.

Ella soltó una pequeña risa y suspiró.

—Bueno, pero le avisaré a Itachi que irás, ¿sí? Trata de no pelear con Sasuke, por favor. No creo que sea buena idea que vayas ahora por eso, porque, seguramente, pelearán y le darán problemas a Itachi. Recuerda que es nuestro ayudador y no sería bueno que fueras a perturbar su hogar—me dijo a modo de tratar de convencerme.

—No te preocupes, abuela. No pelearé con él… Solamente hablaremos—le respondí para que me dejara ir.

—Bien.

Ella tomó su teléfono para informarle al hermano mayor de Sasuke que yo iría para que él se asegurara de que nada malo me pasara y para decirle que, si no le era molestia, me trajera de nuevo al orfanato cuando yo terminara mi reunión con Sasuke. Itachi no se encontraba en su casa. Había salido un momento a atender un asunto rápido y regresaría muy pronto. Tenía el permiso de Itachi para ir a su casa.

Yo salí del orfanato con el permiso de la abuela Tsunade. No podía correr hasta la casa de Sasuke, porque tenía miedo de que me agarrara uno de esos odiosos y aterradores ataques de asma. ¡Dios! ¡Qué molesto estaba siendo eso! Pero, si me cuidaba, ya luego no tendría que preocuparme, así que, todo el camino, traté de ir calmado y de relajarme de toda la desesperación que traía encima para poder estar bien hablando con Sasuke sin que me diera uno.

Llegué hasta la puerta de su casa. Dudé un poco al principio de si tocar el timbre o no. Tenía mucho miedo de su reacción al verme y de que me rechazara, pero, si lo hacía, debía insistir. Perder a Sasuke no era una opción y no iba a permitir que eso sucediera.

Toqué el timbre y esperé un momento. Rogaba que Itachi hubiera llegado a casa y fuera él el que me abriera, así, entonces, Sasuke no tendría de otra que verme.

Oí pasos cerca de la puerta y, finalmente, una voz que no era la de Itachi. Sentí miedo.

—¿Quién? —preguntó Sasuke detrás de la puerta.

—S-Sasuke…—dije casi en susurro, pero no sabía si había sonado lo suficientemente fuerte como para que él me oyera.

—¿Quién es? —volvió a preguntar como si no me hubiese oído.

—S-Soy yo… Sasuke. Ábreme, por favor—le dije con temor.

Oí que dijo algo, pero no pude entenderle. Lo que peor me hizo sentir fue que no abrió y solamente oí el silencio. Me desesperé y volví a tocar el timbre, pero, esta vez, lo obligaría a no ignorarme.

Toqué el timbre mil veces. Hasta dejé el dedo pegado a ese botón un buen rato. Aunque se irritara o lo que fuera, no dejaría de insistirle.

—¡Sasuke! —Lo llamé a gritos con lágrimas en mis ojos— ¡Ábreme!

Solamente había silencio. No podía creerlo. Sasuke era capaz de dejarme en la calle, ignorado y solo, aunque había salido hacía unas horas de estar ingresado en el hospital por casi haber muerto. Sí que podía ser cruel cuando quería.

—¡TEME! ¡Abre la puerta! ¡SASUKE! —esta vez, gritaba más fuerte y empecé a golpear la puerta con mis nudillos a la vez que dejaba el dedo de la otra mano pegado al botón del timbre.

Nada. Absolutamente nada era lo que se oía. Estaba bastante enojado con él por lo cruel que estaba siendo conmigo.

Me había empezado a alterar y no podía dejar que eso ocurriera. Me estaba empezando a faltar el aire, así que tomé el inhalador de mi bolsillo y lo usé. Solamente me hice una aplicación, porque había sido suficiente para ayudarme.

Decidí relajarme un momento y me senté en el escalón de la puerta a esperar a su hermano mayor, porque era obvio que no estaba.

Al cabo de unos quince minutos, un auto se aproximaba a la casa de Sasuke y estacionó justo en la entrada del garaje de dicha casa. Obviamente, era Itachi. Se bajó de su lujosísimo auto negro y me miró con sorpresa por menos de medio segundo para después mostrar esa rara cara seria que tenía siempre.

Me puse de pie y él se acercó a mí.

—Naruto, buenas tardes—me saludó amablemente.

—Hola, señor Uchiha—le contesté el saludo.

Sí, le decía así porque casi nunca lo veía y, además, era mucho más grande que yo y era todo un señor de negocios. No podía llamarlo por su nombre.

—Llámame Itachi—me pidió—¿Por qué estás afuera? ¿Sasuke no está o qué? —preguntó con seriedad, pero extrañado.

Colocó las llaves en la puerta y abrió.

—Sasuke sí está, pero no quiso abrirme—le respondí.

Pude ver que su expresión cambió al doble de seria y soltó un pesado suspiro.

—Por favor, pasa y ponte cómodo—me invitó mientras él entraba.

Yo lo seguí y el lugar me trajo hermosos recuerdos del cumpleaños de mi teme que ahora no deseaba verme.

—Tsunade me informó de tu estado de salud. ¿Trajiste tu inhalador? —me preguntó.

—Sí—lo saqué de mi bolsillo y se lo mostré.

—Bien. De todas formas, ten—sacó una cajita exactamente igual a la que había traído mi inhalador cuando lo había comprado la abuela Tsunade—. Es por si acaso se te termina el que tienes—me lo extendió.

Yo lo tomé. Estaba sorprendido en gran manera. ¿Por qué Itachi Uchiha me compraría otro inhalador? ¿Quién le había dado mi receta? ¿Habría ido a ver a la abuela Tsunade primero para pedírsela? No entendía nada. Un tipo tan importante como él teniendo atenciones para con un huérfano insignificante.

—Muchas gracias, Itachi. No debió haberse molestado—hice una reverencia.

—No es molestia. Ponte cómodo. Enseguida, le digo a Sasuke que baje o… ¿por qué no mejor subes? —me preguntó y dudé sintiendo miedo.

—No… Él no quiere verme. Está enojado conmigo—le conté.

—Tranquilo. Ven—me dijo dirigiéndose hacia las escaleras y comenzando a subir.

Dudoso y con temor, le hice caso. Comencé a subir las escaleras yendo tras él y vi un pasillo con unas cuatro puertas al menos, las cuales eran dos de cada lado. Itachi se detuvo frente a la última puerta del lado derecho y la abrió.

—Sasuke, aquí te dejo a tu amigo. Que pasen una buena tarde y no se peleen mucho. Yo debo hacer unas cosas fuera de la casa—le dijo a Sasuke y me acerqué a Itachi—Entra, Naruto. Pídele mi número a Sasuke y me llamas cuando estés por irte. Yo vendré a recogerte. Nos vemos—dijo por último para irse rápidamente.

Sasuke estaba sentado al borde de su cama con una expresión que daba tanto miedo que dudé en entrar en la habitación. Él me estaba mirando directo a los ojos con una frialdad tan grande que no podía soportarla.

—Entra—me dijo fríamente.

Le hice caso y cerré la puerta tras de mí.

—Sasuke, yo…—me interrumpió.

—Di lo que tengas que decir y te largas—me dijo sin quitarme esa mirada aterradora.

Esos ojos tan hermosos que me habían enamorado estaban absolutamente vacíos del amor con el que me habían mirado en la mañana.

—Te amo y no puedo vivir sin ti—le dije intentando acercarme.

Él bajó la mirada hacia el suelo y se colocó dos dedos sobre la sien haciendo un masaje como si le hubiera fastidiado lo que le había dicho.

—Naruto, todavía no entiendo cómo es que tuviste el descaro de venir a mi casa y hacerme un escándalo allá afuera. Además, hiciste que mi hermano te abriera y me obligara a recibirte—me dijo muy molesto.

—Yo no hice nada. Él me dejó pasar porque quiso y le dije que no deseaba subir a molestarte en tu habitación, y el escándalo fue porque tú no me quisiste abrir—le dije levemente molesto.

—Lo que sea. Termina y vete…—me dijo con sequedad.

—Entonces, jamás terminaré, así no podré irme—tenté a que, posiblemente, me agarrara por la fuerza y me echara de su casa.

—Ja—soltó simplemente dándome una sonrisa ladina.

Me acerqué un poco a él. De hecho, bastante. No me importaba nada más y me sonrojé por la idea que había cruzado mi cabeza, pero era lo único que se me ocurría para que me hiciera caso. Sólo esperaba que no se lo tomara a mal.

Él estaba sentado en el borde su cama, con las piernas abiertas y encorvado con sus brazos apoyados sobre sus piernas. Yo me puse de rodillas frente a él y lo miré directamente a los ojos. Si él no iba a mirarme, haría que lo hiciera.

Estaba completamente sonrojado por la postura sugerente, pero no pretendía algo indebido. Solamente quería que me mirara a los ojos y él no había levantado su cabeza para mirarme, así que había tenido que arrodillarme y capturar su mirada a la fuerza.

Él me miraba indiferente, pero no pudo evitar recorrer mi rostro con sus ojos. Él sabía que yo estaba sumamente rojo mientras lo miraba con lágrimas asomándose por mis ojos. Mi boca estaba entreabierta, porque no sabía si decir algo o no.

—¿Qué quieres, Naruto? —me susurró y mi cuerpo se erizó.

Él me miraba desde arriba y yo estaba completamente indefenso mirándolo desde abajo.

—Te necesito, Sasuke…—le dije inspeccionando su perfecto rostro que me miraba con seriedad, pero sus profundos ojos negros intentaban decirme lo contrario a todo lo que su boca había soltado un rato antes.

No me dijo absolutamente nada. Ante su silencio, solamente pude sentir angustia, pero sus ojos negros trataban de decirme algo, porque no se apartaban de los míos y eso hacía que no pudiera evitar sonrojarme hasta las orejas. ¡Dios! Si seguía mirándome así, no podría evitar besarlo, aunque luego él me rechazara.

Quería una respuesta, lo que fuera. Odiaba su silencio, pero amaba sus ojos, así que toqué su rodilla con mi mano y la acaricié con todo mi amor. Él pasó a mirar mi mano y cómo realizaba esa acción.

Por algún motivo me estaba gustando más de la cuenta hacer eso y mi mano cada vez ganaba más espacio e iba más allá subiendo lentamente hacia su muslo. Entonces, vi cómo se mordió el labio inferior. ¡Bingo!

Continué haciendo eso, pero se tensó y me agarró la mano, aunque no con fuerza.

—¿Qué haces, Naruto? —me preguntó con seriedad, pero me miraba a los ojos con intensidad y con algo más que no entendía qué era, pero parecía deseo.

—No me importa si debo pedírtelo de rodillas o hacer lo que sea que me pidas, pero, por favor,… perdóname, Sasuke…—le supliqué y, aunque él tenía mi mano agarrada, podía moverla y toqué su mejilla.

Él no había evitado que yo hiciera esa acción y había notado alivio en su mirada cuando lo había tocado. Su mejilla era tan suave y estaba tan cálida.

—¿Qué tengo que hacer para que me perdones? —Le pregunté—Prometo confiar en ti y jamás volver a dudar de ti hasta el día en el que me muera y más allá. Por favor, Sasuke…—lo miraba con súplica.

—¿Qué es lo que tuvo que pasar para que confiaras en mí? —me preguntó apartando mi mano de su rostro y volviendo a hablarme con frialdad.

Bajé mi mirada con vergüenza. Él tenía razón.

—Ese entrometido tuvo que venir a convencerte. Yo no necesitaba eso. Necesitaba que tú me creyeras a mí y no a él, ¿sabes? Además, me mentiste desde el maldito principio, Naruto—tomó mi barbilla y me elevó el rostro para que mirara sus ojos—, desde el principio—me soltó.

—Ya lo sé y te pido perdón… Hice todo mal y lo arruiné. Tienes derecho a odiarme y a todo lo que quieras—le dije derramando unas lágrimas—, pero, por favor, Sasuke… No puedo estar sin ti. Muero si no te tengo a mi lado.

No pude evitarlo. Traté de controlar mis emociones, pero… ¡El maldito asma de porquería! De nuevo, había empezado a respirar agitado. La sola idea de perderlo y que me rechazara me subía la desesperación por los aires y activaba el maldito asma.

Saqué el inhalador de mi bolsillo y lo llevé hacia mi boca, pero él me lo arrebató de las manos. Me quedé helado ante ese hecho. ¿Qué demonios pretendía? Empeoré con esa acción suya y me había empezado a faltar el aire horriblemente.

—Sasuke… ¿Qué… haces? —le pregunté con toda mi dificultad para respirar—Devuélvemelo,… por favor…—le supliqué tratando de arrebatárselo de las manos, pero no pude.

—Escucha, Naruto—me sujetó de la barbilla para que no apartara mis ojos de los suyos—. No vuelvas a desconfiar de mí ni a faltarme al respeto como lo hiciste, no vuelvas a dudar de mis sentimientos por ti y no vuelvas a espiarme en tu vida. ¿Me entendiste, usuratonkachi? —me preguntó con una mirada intimidante que me hizo temblar de miedo.

Este no era el Sasuke que me trataba con amor. Este era un Sasuke cruel al que no le estaba importando ver que me estaba asfixiando ante sus ojos y se mantenía tan frío e indiferente como se le daba la gana. No sabía si quedarme con él por esas actitudes tan crueles que tenía a veces.

No pude evitar derramar más lágrimas mientras me estaba empezando a sentir mareado por la falta de oxígeno y logré asentir. Lo hice por dos razones: la primera era que me estaba asfixiando y, si esa era la única manera de que me diera mi inhalador, lo aceptaría. De todas formas, yo ya no iba a dudar de él, así que era razonable. Y la segunda razón era que, por más cruel y sádico que fuera, lo amaba y no podía evitar desear estar a su lado.

—Abre la boca—me ordenó mientras miraba con cierta lujuria mis labios.

Le hice caso y abrí la boca. Él introdujo con mucho cuidado y delicadeza el tubo. Entonces, lo apreté con mis labios y observé cómo él se mordió el labio inferior levemente. Yo no era estúpido. Sabía perfectamente qué cosas pervertidas estaban pasando por su cabeza, pero solamente por el momento presionó el botón dos veces dándome dos aplicaciones, las cuales aspiré con desesperación mientras entraba en el estado de relajación que tanto esperaba, comenzando a respirar mejor de pronto.

No duró mucho, porque sentí cómo, en menos de medio segundo, Sasuke reemplazaba el tubo que estaba en mi boca por sus suaves, dulces y anhelados labios que aprisionaron los míos. Entonces, el alivio fue doble.

Sasuke

Mentiría si dijera que no deseaba volver a ver a ese dobe insoportable, porque no era así. Lo deseaba tener conmigo a mi lado de por vida, pero lo que él había hecho no tenía ningún sentido ni justificación. Solamente deseaba estar solo un rato.

Posiblemente, después de unos días, el enojo menguaría y me arrepentiría de todas las cosas que me había dicho, pero, por el momento, estaba demasiado enojado como para pensar claramente. Aun así, lo único que me venía a la mente eran sus ojos azules llenos de lágrimas diciéndome que me quería y que lo perdonara.

Estaba tumbado en mi cama. Había venido de ese orfanato después de dejar llorando a Naruto y, posiblemente, le había dado otro ataque de asma y me sentía terriblemente culpable por ello, pero ni siquiera lo había pensado cuando me había ido de allí furioso con ese usuratonkachi.

No debí haber sido tan cruel con él, pero no me salía otra cosa que la crueldad cuando estaba enojado. Ya lo sabía mi hermano lo cruel que yo podía llegar a ser cuando estaba dolido y enojado. Podía hacer pedazos a una persona con mis palabras y, sobre todo, a los que me querían, como Naruto.

De todas formas, no podía dejar de pensar en que él había elegido escuchar a Gaara y creerle en mi lugar. Sabía que ese entrometido me había dado una mano convenciendo a Naruto, pero yo no había querido ninguna ayuda. Había deseado hacer yo ese trabajo, porque había sido mi maldito trabajo arreglar mis errores y Gaara se había entrometido. Quizá sí me habría llevado más tiempo, pero hubiera podido decir que había sido mi propio esfuerzo el que lo había traído de nuevo a mis brazos, pero no podría decir eso ya… Había sido el esfuerzo de otro.

Sí que tenía herido el orgullo y tal vez por eso me llevaría tiempo volver a estar bien con Naruto, porque, la verdad, no sabía cuánto tiempo podría durar lejos de él. Demonios… Lo quería demasiado como para siquiera pensar en pasar unas semanas alejado de él. No podría jamás hacer eso y mucho menos verlo triste en la escuela por mí. Tarde o temprano desistiría, pero no por el momento. Solamente deseaba estar solo, calmar mi enojo y pensar con claridad.

Al cerrar mis ojos para relajarme y tal vez quedarme dormido un rato para olvidarme del sentimiento de culpa por haber destruido el corazón de mi rubio, solamente veía esos increíbles orbes azules como dos zafiros brillantes penetrando todo mi ser y rompiendo la dura capa de hielo que intentaba sostener. El calor que me causaba la imagen de esos ojos derretía todo mi interior.

—Demonios, Naruto…—me quejé poniendo una almohada sobre mi cara.

Estaba más que intranquilo. No podía dejar de pensar ni por un segundo en cómo estaría él después de que lo había dejado así. Hasta pensaba en la idea de ir al orfanato de nuevo, decirle que lo sentía y que no lo volvería a tratar así, que me perdonara y que… olvidaría que me había mentido, que todo iba a estar bien de nuevo, pero… mi orgullo y mi dignidad me frenaban.

De pronto, escuché el timbre. No tenía idea de quién podría ser, porque jamás venía nadie a mi casa.

Me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta de entrada.

—¿Quién? —pregunté antes que nada.

Luego de lo que había pasado con mis padres, mi hermano me tenía terminantemente prohibido abrir la puerta a cualquier persona. Primero, debía asegurarme muy bien de saber de quién se trataba y, si no era nadie de confianza, no permitir el paso y pedir a la persona que se retirase y volviera cuando mi hermano estuviese presente.

Pude oír un susurro inentendible detrás de la puerta. No entendía qué estaba pasando y me alteré un poco.

—¿Quién es? —volví a preguntar para ver si la persona detrás de la puerta se identificaba.

—S-Soy yo… Sasuke. Ábreme, por favor—oí la voz temerosa de Naruto tras la puerta.

No podía creerlo. Llevé mis manos a mi frente.

—Usuratonkachi…—susurré y creí que ni siquiera me oyó.

Era increíble. Este estúpido dobe había venido a mi casa a buscarme para hablar y tratar de convencerme, pero yo aún estaba muy enojado, así que no deseaba verlo por el momento ni hablar con él.

Me fui hacia las escaleras y las subí corriendo mientras empezaba a oír cómo me gritaba desde fuera, tocaba el timbre como loco y golpeaba la puerta. Qué chico tan insistente.

Sabía que todo eso podría hacerle mal, pero había algo dentro de mí más fuerte que me impedía ir a abrirle la puerta y no podía evitarlo. No se me daba demasiado bien ser muy cariñoso ni complaciente. Se me daba mejor ser algo cruel, pero no era algo que deseaba ser realmente. Simplemente, no podía evitarlo. Tal vez era así por mi gran orgullo. Prefería evitar dejarme llevar por lo que realmente sentía y dejaba que mi orgullo me gobernara.

Me tumbé en mi cama mientras oía el increíble espectáculo que Naruto me estaba dando afuera mientras tenía una sonrisa ladina en mi rostro. Debía admitirlo. Me encantaba que él fuera tan persistente cuando se lo proponía y me atraía su insoportable forma de ser. Provocaba algo en mí que debía controlar y no dejar escapar, porque podía ser peligroso… para él.

Hubo silencio durante un rato y oí que el automóvil de mi hermano había llegado. También oí cuando dejó pasar a la casa a Naruto y cuando subieron ambos las escaleras. Sabía que vendrían a mi cuarto y, efectivamente, así fue, porque Itachi lo dejó en mi puerta y yo ya estaba sentado al borde mi cama mirando a Naruto a los ojos como si no deseara que él estuviese aquí…

—Entra—le dije con la mayor frialdad con la que podía hablarle.

Me hizo caso y cerró la puerta tras de él.

—Sasuke, yo…

—Di lo que tengas que decir y te largas—le dije interrumpiéndolo.

No deseaba que se fuera. Era más, quería que se quedara a mi lado para siempre. Deseaba levantarme e ir a abrazarlo, pero no podía,… no debía.

Sus ojos me miraban con tristeza, con dolor, y sabía que yo era el causante de todo eso y el enojo que había estado teniendo para con él se estaba volteando en mi contra. Estaba dejando de estar enojado con ese rubio y pasé a estar furioso conmigo mismo por mi forma de ser tan orgullosa que hacía sufrir a Naruto.

—Te amo y no puedo vivir sin ti—me dijo y mi corazón se estremeció, pero no romí mi postura.

Solamente bajé la mirada, porque ya no soportaba ver su tristeza y me masajeé la sien, porque estaba cada vez más enojado conmigo mismo, pero él no debía darse cuenta de eso. Quería que se alejara de mí, porque estaba empezando a pensar que yo no le convenía, así que podría fingir seguir molesto con él.

—Naruto, todavía no entiendo cómo es que tuviste el descaro de venir a mi casa y hacerme un escándalo allá afuera. Además, hiciste que mi hermano te abriera y me obligara a recibirte—le dije con molestia fingida.

Seguía enojado, pero ya no como antes.

—Yo no hice nada. Él me dejó pasar porque quiso y le dije que no deseaba subir a molestarte en tu habitación, y el escándalo fue porque tú no me quisiste abrir—me respondió con un gesto de molestia que me provocó algo de ternura.

—Lo que sea. Termina y vete…—fui seco.

No deseaba lastimarlo más y por su bien debía detestarme, y así no podría volver a hacerle daño, pero tampoco quería alejarme de él. Todo se estaba tornando confuso.

—Entonces, jamás terminaré, así no podré irme—me desafió.

—Ja—me causó gracia y ternura su forma tan insoportable de ser.

Empezó a acercarse bastante a mí, lo cual me sorprendió después de que yo hubiera sido bastante cruel con él. La verdad era que me preocupaba bastante su estado de salud y había pensado en bajar la intensidad de mis malos tratos, pero… no debía hacer que él volviera a mi lado por más que lo deseara con todas mis fuerzas, porque yo era un maldito desgraciado y lo sabía perfectamente.

De repente, se puso de rodillas frente a mí, por no decir que se metió entre mis piernas prácticamente, mientras me clavaba su mirada zafiro y buscaba mis ojos. No pude evitar verlo con anhelo, amor y deseo. Quería decirle que lo amaba tanto y que me perdonara por ser tan malditamente egoísta, malvado y cruel con él por dejarlo solo con un ataque de asma y por todo lo malo que le había hecho en tan sólo unos minutos.

Estaba completamente sonrojado. Pude ver su rostro tan hermoso, pero tan triste al mismo tiempo. Aunque parecía que no estaba mirándolo, sí lo había hecho, aunque hubiera sido por unos breves segundos.

Tenía la boca entreabierta, lo que provocó un deseo casi incontrolable de lanzarme hacia sus labios para devorarlos sin compasión. No podía evitarlo. Algo en mí estaba despertando y era más fuerte que yo.

Lo miraba, pero con indiferencia para que no notara que me encantaba tenerlo así frente a mí, pero no pude evitar recorrer todo su hermoso rostro con mis ojos y enterarme de que estaba tan rojo, aunque con lágrimas en sus hermosos ojos azules.

—¿Qué quieres, Naruto? —le susurré y noté cómo se estremecía.

Lo tenía a mi merced, a mi pura y exclusiva disposición. Me miraba desde abajo y estaba tan indefenso que estaba pensando en que había sido una muy mala idea que cerrara la puerta de mi habitación, porque había algo en mi interior despertándose violentamente y podía ser muy peligroso.

—Te necesito, Sasuke…—me respondió mientras sus ojos paseaban por cada parte de mi rostro como si no pudiera evitarlo.

No le contesté y pareció impacientarse, aunque, como no dejaba de mirarlo con seriedad intentando aguantarme las ganas de echarme sobre él, se había puesto mucho más rojo que antes.

Como no le contestaba nada, quiso llamar mi atención, porque empezó a acariciar mi rodilla y eso hizo que se me estremeciera todo el cuerpo, porque era un contacto que no me había esperado de él, que era tan tímido que le daba vergüenza hasta darme la mano. No entendía qué pretendía, pero, si quería llamar mi atención, lo había conseguido.

Continué sin responderle, mirándolo con seriedad, porque no quería que se diera cuenta de que me estaba encantando que me tocase, pero no pude evitar morderme el labio inferior cuando subió sus caricias hacia mi muslo. Lo que estaba haciendo Naruto era pecaminoso y lo peor de todo era que parecía estarlo disfrutando.

Él continuaba tocándome. No debía permitir que él siguiera haciendo eso, porque yo mismo debía contenerme, así que lo agarré de la muñeca apartando su mano de mi cuerpo.

—¿Qué haces, Naruto? —le pregunté con seriedad, pero no pude evitar mirarlo intensamente y con un deseo que estaba conteniendo con dificultad.

—No me importa si debo pedírtelo de rodillas o hacer lo que sea que me pidas, pero, por favor,… perdóname, Sasuke…—me suplicó llevando esa misma mano que yo le estaba sujetando a mi rostro.

Me alivió sentir su encantador tacto sobre mi rostro. Ya no podía continuar lejos de él. No podía seguir enfadado con él. Era demasiado hermoso como para abandonarlo y no tenerle piedad.

Comprendí que no debía alejarme por miedo a herirlo. Debía alejar de mí lo que me hacía herirlo.

—¿Qué tengo que hacer para que me perdones? —Me preguntó y la compasión se apoderó de mí sin que pudiera hacer nada—Prometo confiar en ti y jamás volver a dudar de ti hasta el día en el que me muera y más allá. Por favor, Sasuke…—me miraba con súplica.

—¿Qué es lo que tuvo que pasar para que confiaras en mí? —le pregunté apartando su mano de mi rostro y volviendo a ser frío, pero no porque quisiera, sino porque mi orgullo comenzó a tirar de nuevo.

Bajó su mirada con una vergüenza evidente. Entonces, no pude evitar reclamar lo que tenía clavado en el pecho.

—Ese entrometido tuvo que venir a convencerte. Yo no necesitaba eso. Necesitaba que tú me creyeras a mí y no a él, ¿sabes? Además, me mentiste desde el maldito principio, Naruto—tomé su barbilla y elevé su rostro para que me mirara a los ojos—, desde el principio.

—Ya lo sé y te pido perdón… Hice todo mal y lo arruiné. Tienes derecho a odiarme y a todo lo que quieras—me dijo derramando lágrimas—, pero, por favor, Sasuke… No puedo estar sin ti. Muero si no te tengo a mi lado.

Sus palabras no hicieron otra cosa más que conmoverme. Sabía que no me estaba mintiendo, que estaba siendo sincero conmigo, pero mi maldito orgullo estaba tan herido que, por más compasión que invadiera mi cuerpo, por más que lo amara y deseara ser piadoso, no podía evitar sentirme un poco molesto al recordar lo sucedido.

El enojo se me iba por momentos al verlo de esa forma, pero, al recordar, volvía. Aunque no quisiera lastimarlo, terminaba haciéndolo de nuevo.

Quería estar con él, pero debía asegurarme primero de que no volvería a herir mi orgullo ni a mentirme a la cara.

Algo me preocupó y era que él había empezado a respirar con agitación, como si le faltara el aire. Le vi sacar su inhalador, pero un impulso me invadió, haciendo que se lo arrebatara de las manos. Era mi oportunidad de demostrarle que a mí no debía mentirme, que debía confiar en mí y en el amor que le tenía.

Por más que sonara cruel, despiadado y malvado, era la única forma que conocía para hacerle entender qué cosas no debía volver a hacer conmigo. Era lo único que me había enseñado mi padre: ser duro y cruel para que los demás entendieran cómo debían comportarse, aunque doliera hacerlo.

Se puso nervioso cuando le quité el aparato y comenzó a agitarse el doble.

—Sasuke… ¿Qué… haces? —Me preguntó con toda su dificultad para respirar—Devuélvemelo,… por favor…—me suplicó tratando de arrebatármelo de las manos, pero no pudo.

Sentí mucho dolor al no responder a su súplica, pero debía asegurarme de que él no volviera a mentirme y de que podía creerle cuando me decía que confiaba en mí. Lo amaba demasiado como para perderlo, pero tampoco iba a estar con alguien que me mentía mirándome a los ojos.

De todas formas, no iba a dejar que se muriera ahogado. Se lo devolvería por más que no me diera lo que quería. No me perdonaría hacerlo sufrir más de unos segundos. De hecho, ya no me perdonaba hacerlo sufrir, aunque fuera un instante.

—Escucha, Naruto—lo sujeté de la barbilla para que no apartara sus ojos de los míos—. No vuelvas a desconfiar de mí ni a faltarme al respeto como lo hiciste, no vuelvas a dudar de mis sentimientos por ti y no vuelvas a espiarme en tu vida. ¿Me entendiste, usuratonkachi? —le pregunté tratando de intimidarlo, aunque sabía que no le hacía falta eso a él.

No quería que me hiciera caso por miedo, pero no me salía otra forma de mirarlo al decir eso.

La verdad era que yo no quería ser así, y mucho menos con él, pero no había aprendido otra maldita manera. Mi padre había sido así conmigo desde que solamente había sido un pequeño niño. Aunque deseara ser una persona dulce y amable como lo era mi rubio, no me salía por mi orgullo, pero, con él, el orgullo se apartaba bastante, aunque no del todo. Podía expresarme más libremente en su presencia.

Él había empezado a llorar mientras hacía un gran esfuerzo por respirar y traté de aguantar hasta que asintió con su cabeza.

Debía admitir que se veía tan hermoso, tan perfecto, pero, a la vez,… tan indefenso que no podía contener ciertos deseos que se habían despertado en mí desde que se había puesto de rodillas frente a mi persona.

Sabía que no era el momento, que no podía sentir deseo en una situación así, pero no podía evitarlo.

—Abre la boca—le ordené mientras miraba con cierta lujuria sus labios.

Traté de dejar de mirarlo de esa forma, pero, cuando él me hizo caso, ese sentimiento de pasión creciente sólo se hizo más grande. Pude ver en cámara lenta cómo abría su boca y mis pupilas se dilataron haciendo que mi interior se calentase rápidamente.

No pude evitar morderme el labio inferior tratando de aguantarme luego de que introduje el tubo dentro de su boca y lo apretó con sus labios. Creí un poco que él lo estaba haciendo a propósito. ¿Era verdad? ¿Naruto podía ser así sólo para provocarme? No creí que esa fuera una estrategia para convencerme. Tratar de convencerme por ese lado no parecía que fuera con él, pero, si sólo lo intentaba por ese lado, no conseguiría nada. Me convencía más verlo por el lado romántico y cursi que por el sexual.

Le di dos aplicaciones y vi cómo las aspiraba desesperadamente mientras empezaba a calmarse respirando mejor. Me aseguré de que estuviera bien antes de hacer lo que venía deseando hacía un buen rato, porque de eso sí que no se libraría.

Me arrodillé en el suelo en un movimiento rápido, quedando a su altura mientras estaba distraído controlando su respiración y le quité el tubo de la boca para atrapar sus labios, los cuales me supieron más dulces que nunca. Ni siquiera la miel se comparaba a los labios de Naruto, además de que eran tan tiernos y rosados que me volvían loco. Eran una completa adicción y eran completamente míos.

Había algo en mi interior que me impulsaba a devorar cada parte de su ser, pero debía controlarme. No podía seguir probando sus labios o no habría vuelta atrás, así que no tuve más opción que separarme de él y, en ese momento, el agitado era yo.

Él estaba completamente rojo. Me volví a sentar en la cama y lo miré, pues aún estaba arrodillado frente a mí.

—Ven…—le susurré y palpé a mi costado para que se sentara en mi cama.

Obedeció sin decirme nada. Creía que no sabía qué decirme, porque siempre era tan tímido con respecto a estos asuntos.

Estaba muy quieto, sin atreverse a mirarme, así que debía ser yo quien empezara a hablar, además de que tenía una duda.

—¿Estás seguro de que quieres estar conmigo? —le pregunté mientras lo miraba.

Él sólo miraba al frente.

—Sí. Estoy seguro, porque te quiero, Sasuke—me respondió y pasó a mirarme.

—¿Acaso no ves que te lastimo? —llevé mi mano a su mejilla sin poder evitarlo y él se acercó mucho a mí como deseando más tacto.

—Yo fui el que cometió el error de no confiar en ti—me dijo sin poder dejar de ver mis labios deseando que volviera a besarlos.

Yo tampoco podía dejar de mirar su boca con hambre de más. Me estaba enloqueciendo y sentía la sangre hirviendo recorrer mis venas.

—Naruto,… yo fui cruel contigo en el orfanato, aquí y te quité tu inhalador. Aun así, dices estar seguro de quedarte conmigo—moví mis dedos a sus labios y él abrió un poco la boca, haciéndome estremecer.

—Pero no me importa. Te quiero a mi lado, aunque seas así—me dijo, me aparté un poco de él y quité mi mano de su rostro.

Entendí que era demasiado sumiso y que aceptaba que lo tratase de cualquier forma con tal de quedarse a mi lado. Eso no me gustaba, porque no quería que él soportara lo que fuera por tenerme a su lado y yo no quería ser como mi padre.

—Naruto—pronuncié su nombre con seriedad mientras lo miraba a sus ojos—. Yo no quiero ser así contigo y no quiero que tú soportes que yo sea así contigo. ¿Lo entiendes? No está bien que tú te dejes tratar mal por nadie y mucho menos por tu pareja—le expliqué como si fuese un niño, y era que lo parecía.

Nunca nadie le había dado esa información al parecer, porque no entendía que no debía dejarse tratar mal y, desde que lo conocía, él se dejaba pisotear por todos, como cuando Sakura lo golpeaba y lo trataba mal a veces, o incluso su misma cuidadora. Él no hacía nada ni reprochaba. Sólo se dejaba golpear o insultar.

—Sasuke… Yo sé que tú no quieres ser así. Me lo estás diciendo. Eso quiere decir que estás arrepentido y yo te perdono, pero quiero estar contigo—me dijo como si siguiese sin entender lo que intentaba decirle.

—Tendrás que aceptar una condición para estar conmigo—le dije con seriedad.

—¿Cuál?

—No permitas que nadie te trate mal de nuevo, ni siquiera yo. ¿Queda claro?

—¿Qué debo hacer si eso ocurre? —me preguntó.

—Defiéndete y, si yo te trato así de nuevo, también defiéndete. Hazte valer y, si debes dejarme para evitar que te trate mal, hazlo. De todas formas, prometo no volver a ser cruel contigo ni nada por el estilo. Sé que, posiblemente, tendremos peleas y esas cosas, pero nunca más volveré a tratarte cruelmente—puse mi mano sobre su hombro y lo miré a los ojos— ¿Crees que puedes perdonarme?

—Claro que sí, Sasuke—me dijo para después darme un abrazo muy cálido y lleno de amor—, pero no voy a dejarte nunca, pase lo que pase. Simplemente, si pasa algo malo, podría tomar distancia,… pero no me pidas que te deje ni tú lo hagas nunca. No me abandones jamás o moriré de tristeza…—me suplicó y correspondí a su abrazo a modo de respuesta.

—Lo prometo—le dije afirmando que jamás me alejaría de él.

—Te amo demasiado, mi teme—me dijo en el oído.

—Y yo a ti, dobe…—me separé de él para mirar sus ojos que tanto me encantaban—Ya no me pidas perdón por lo que ocurrió, porque no es necesario. Es más,… yo soy el que más daño te hizo.

No pude soportarlo por mucho más tiempo y atrapé sus labios con un hambre incontrolable, pero iba despacio, lento y delicado. Me dolía el corazón por todo lo que había pasado, por cómo había actuado y por ver la inocencia de Naruto a flor de piel, por tenerle que pedir casi a ruego que se defendiera cuando alguien lo lastimara y porque yo debía empezar a cambiar un poco y dejar de ser un ser cruel cuando algo me enojaba o me lastimaba.

¿Qué era más importante sostener? Su amor o mi orgullo. ¿Qué me hacía feliz? Definitivamente, con él no deseaba ser un orgulloso, aunque no podía evitarlo, ya que mi personalidad era así. Al menos, no iba a dejar que ese orgullo llegara a lastimarlo de nuevo ni que fuera un impedimento para demostrarle todo mi amor.

 

Notas finales:

Notas de autor: ¡Gente! Espero que les esté gustando.

Nos vemos en el próximo capítulo ¡DATTEBAYO! :D


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