Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El clan por FiorelaN

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo XI: "Chocolate"


Sasuke


No sabía exactamente qué sentir en ese momento con respecto a toda la situación. Solamente podía afirmar que me sentía mal, aunque estuviese tocando el Paraíso con mis manos. Continuaba buscando la paz en los labios de Naruto.


Todo en él me sabía a dulce y su tacto era cálido, reconfortante y parecido a todo lo que me era lejano desde hacía mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que me había sentido “normal” y completo? Sí, completo. Ésa era la palabra exacta para describir cómo me estaba sintiendo en ese momento mientras degustaba sus labios con calma, sin prisas, sin otro sentimiento más que el cariño.


Aun así, no podía dejar de sentirme bastante mal por cómo había actuado. Entre sus besos, comprendí que, posiblemente, me había enfurecido mucho por algo tan tonto. Me habían herido el orgullo, sí. Me había mentido, sí, pero… ¿era como para haberlo tratado así? ¿Había sido una especie de venganza el quitarle el inhalador? Qué estúpido había sido…


Tal vez él se había sentido tan mal después de todo lo que le había pasado que había tenido derecho a tener inseguridades y desconfiar, pero era verdad que me habría gustado que me lo hubiera dicho desde un principio. Habría preferido esperarlo hasta que se sintiera completamente seguro, pero entendía que había preferido estar conmigo, a pesar de todo.


Él era inexperto, al igual que yo. Ambos habíamos cometido errores. Él por no ser sincero y yo por mi impulsividad, mi falta de comprensión a tiempo y mi poca delicadeza, además de mi actitud iracunda. Todo eso tenía solución y ahí estábamos, solucionándolo, y de la manera más dulce, cursi y que tan poco iba conmigo: afectuosa.


Siempre había rehuido el contacto físico. La verdad era que nunca me había gustado demasiado. Bueno, en realidad, cuando había sido un niño, sí había sido muy cariñoso y pegajoso, pero, después de un buen tiempo siendo rechazado por mi hermano constantemente con la excusa de tener asuntos que atender, como la escuela secundaria, las tareas y otras cosas, me había ido desapegando cada vez más hasta que había entrado en la adolescencia, donde todo rastro de afectuosidad y expresividad que había existido en mí se había esfumado. Luego me había empezado a desagradar bastante que la gente tuviera esas actitudes afectuosas para conmigo y sólo se las había permitido a mi madre.


Mi padre jamás había sido afectuoso con nadie, por lo menos hasta donde yo sabía, porque jamás lo había visto ser cariñoso ni siquiera con mi madre, y lo más cariñoso que había llegado a ver en él había sido cuando le había dicho a Itachi: “Ése es mi chico” cuando había obtenido logros. Por supuesto, jamás me había dicho algo ni remotamente parecido a mí. Mi padre siempre había parecido estar disgustado conmigo.


Por otra parte, yo jamás me había atrevido a ser afectuoso con mi padre, ni siquiera cuando yo había sido un niño, porque él había sido un hombre reacio a esas actitudes y me había dado miedo que me rechazara fríamente, así que solamente había sido así con mi madre y mi hermano, hasta que mi hermano también había empezado a rechazarme, pero con más delicadeza. Suponía que, al principio, había tolerado mis afectos por ser sólo un niño, pero él había ido creciendo un poco más y, al entrar en la adolescencia, también había perdido un poco el agrado hacia lo afectuoso.


Hasta ese día en el que le había confesado mis sentimientos a Naruto, había detestado el contacto físico, pero, luego de ese día, no podía resistirme a sus caricias, sus abrazos y sus besos. Su atolondrada y escandalosa forma de ser había perturbado todo mi ser. Su personalidad carente de orgullo y completamente afectuosa me empujaba a ser ese niño cariñoso que había creído haber matado hacía tiempo, pero Naruto me había hecho darme cuenta de que seguía ahí, dentro de mí.


De todas formas, aunque era cariñoso con ese rubio, y solamente porque era mi novio, porque, anteriormente, cuando había sido sólo mi mejor amigo, no habría pensado en darle un abrazo ni por asomo, y no porque no quisiera, sino porque no me había atrevido por mi orgullo y porque no había querido que tuvieran otra imagen de mí diferente a la que había mostrado desde siempre. Suponía que eso había cambiado desde el momento en el que me habían visto de la mano con mi rubio, pero tampoco había sido que había demostrado más afectos en presencia pública ese día.


No me sentía demasiado cómodo siendo así en público, pero, lejos de los ojos de los curiosos, podría ser de la forma en la que Naruto quisiera. Bueno, eso también era cuestionable. Que él sacara mi lado cariñoso tampoco significaba que iba a ser tan meloso como los demás novios. Más bien, iba a ser como siempre, pero… más cercano, tolerando el doble de cosas, permitiendo su tacto cuando él lo deseara y no pudiendo negarme a sus besos. Era todo lo que le podía ofrecer.


No llevábamos mucho tiempo besándonos. Tal vez hacía un minuto que no separaba mi boca de la de él y sabía que, en cuanto me apartara, él iba a estar tan rojo que podría confundirlo con un tomate, así que solamente para deleitarme con esa vista me separé de él.


Sus ojos estaban cristalinos, su boca estaba entreabierta, provocando que quisiera seguir besándolo, y su cara era color carmesí. No podía negarlo. Se veía endemoniadamente irresistible y tampoco podía negar que el calor se había subido a mi rostro y, probablemente, él no era el único sonrojado.


—Sasuke…—susurró mi nombre.


—¿Cómo te sientes? —le pregunté, porque quería saber si seguía triste o no.


—Me siento tan feliz, dattebayo—me regaló una enorme sonrisa luego de su respuesta y se lanzó a abrazarme, dejándome tumbado debajo de su cuerpo.


No pude evitarlo. Mis manos se movían solas con un gran impulso que me empujaba a sujetar su cintura para que no se separara de mí.


Estábamos tumbados en mi cama. Él estaba sobre mi cuerpo mirándome a los ojos con su rostro peligrosamente cerca del mío y tratando de provocar más besos y su aliento golpeaba mi boca sin piedad como gritando por atención. Tenía sus manos sobre mis hombros y los acariciaba.


—¿Tú cómo te sientes? —me preguntó expresando preocupación en su rostro.


—Si tú estás bien, creo que es todo. Solamente me sentía mal por ti desde hace rato. Ya no estoy enojado—le respondí y él apoyó su frente sobre la mía.


—Si me hubieran dicho hace una semana atrás que tú ibas a terminar siendo mi novio y que estaríamos aquí, en esta postura y besándonos…, habría golpeado a esa persona por estúpida—me dijo soltando una pequeña y encantadora risa.


No respondí nada porque no quería hablar. Solamente deseaba seguir probando el dulzor de sus labios. A mí no me agradaban las cosas dulces, pero sus labios eran otra cosa totalmente diferente y la razón por la cual podría empezar a amar los dulces.


Atrapé sus labios nuevamente, pero, esta vez, mi ser me impulsó a morder su labio inferior con suavidad y a jalarlo para después soltarlo. La expresión de asombro en el rostro de Naruto y el hecho de cómo se le habían dilatado las pupilas ante ese acto simplemente hicieron algo en mi interior que provocó una corriente eléctrica en mi cuerpo que se paseaba de norte a sur, despertando algo que sabía que no iba a poder controlar. Él me estaba mirando con ganas de más besos y no pude evitar sucumbir.


Sus manos habían empezado a bajar por mi pecho regalándome agradables caricias. Esas manos tan delicadas estaban haciéndome desear más su contacto físico. Mis manos sujetaban su cintura, pero se movían de arriba hacia abajo tocándolo con una necesidad creciente en mi ser mientras mi boca trataba de ir lento devorando la suya con sutileza.


Me ardía todo el cuerpo y sabía que el cuerpo de él también estaba ardiendo, porque lo noté al tocar su piel, ya que la camisa que llevaba puesta la tenía levantada por el movimiento ascendente y descendente de mis manos sobre su cintura. No quería asustarlo, pero me estaba empezando a sentir fuera de control.


Lo que él hizo luego provocó que casi muriera la poca cordura que me quedaba.


—Aaah… Sasuke…—soltó un gemido al separar brevemente sus labios de los míos.


Luego de hacer eso, él continuó besándome por unos segundos más, pero yo no podía permitir eso. La verdad era que no entendía por qué había soltado un gemido. ¿Acaso el hecho de que yo tocara su piel y lo besara con vehemencia lo había llegado a provocar tanto? Definitivamente, no podía continuar.


Detuve el beso y respiraba agitadamente, porque, aunque intenté besarlo lentamente, no podía evitar sentirme como si lo estuviera besando con descontrol. De hecho, me estaba mordiendo de ganas de perder el control, pero no podía ser. Aún era muy pronto para todo aquello.


Empujé su cuerpo, tratando de librarme de él, porque me tenía prisionero bajo dicho cuerpo. Él se sorprendió un poco y entendió que quería acomodarme, así que se levantó y se quedó sentado sobre mis piernas. Yo me senté apoyando mi espalda en el espaldar de la cama.


—¿Pasa algo? —me preguntó con inquietud por mi repentina actitud.


—Nada—le respondí simplemente—¿Podrías levantarte de arriba de mis piernas? —le pregunté, porque no soportaba que estuviera así.


Él era muy inocente y se notaba a kilómetros. Este rubio no entendía nada de lo que hacía o provocaba en mí. Para él, todo era muy inocente y sin dobles sentidos, sin segundas intenciones, pero había hecho dos cosas que no podía dejar pasar: gemir mi nombre y sentarse sobre mis piernas. Qué bobo era…


Sabía que no era tan idiota. Él se daba cuenta de varias cosas con doble sentido o de las cosas más obvias, pero, aunque esto era muy obvio también, él parecía no saber que sus acciones eran muy sugerentes, por no decir señales directas de provocación.


Posiblemente, había gemido por un impulso, pero no podía hacer eso conmigo o podría pasarle algo malo y, la verdad, no quería con él ese tipo de cosas…, al menos, no por el momento. Tampoco estaba seguro de si él sabía qué podría pasar mientras estábamos a solas y si yo me dejaba llevar por las cosas que él creía que solamente eran besos. Los besos casi siempre llevaban a algo más.


Me hizo caso y se bajó de mis piernas, sentándose frente a mí en medio de la cama.


—¿Qué ocurre, Sasuke? ¿Hice algo malo? —me preguntó preocupado por mi actitud repentina y repelente.


—No. Tranquilo—le respondí mirando hacia otro lado.


—Entonces, ¿por qué te pusiste tan serio de repente y te apartaste?


—Naruto…—pronuncié su nombre con preocupación mientras miraba sus ojos—¿Tú sabes… lo que sucede cuando dos personas son pareja y se quedan solos? —le pregunté tan estúpidamente inocente de mi parte como si yo no supiese mucho, pero la verdad era que sabía bastante poco.


Yo jamás había estado con nadie. Bueno, con Orochimaru, pero no había terminado de enseñarme todo lo que se hacía ni cómo se hacía.


Yo sabía muchas cosas, pero por las clases de biología de la escuela. Jamás había investigado por otros métodos que sabía que usaban los adolescentes alborotados de mi edad, porque nunca me habían llamado realmente la atención ese tipo de cosas hasta que me había obsesionado con ese sujeto y desde que estoy con Naruto. Realmente, sabía la teoría que se explicaba en cualquier libro de escuela, pero, en la práctica, estaba frito y desconocía mil cosas seguramente, aunque no todas, porque no era sordo y, a veces, escuchaba en clases a los idiotas de mis compañeros hablando sobre todo lo que sus novias les hacían. Sabía que había todo un mundo sobre el tema del sexo allí afuera, pero yo sabía lo básico y no tenía muy claro cómo era el sexo entre dos chicos o dos chicas. Solamente sabía cómo era entre un chico y una chica.


Me sentía muy inseguro de cómo proceder en cuanto llegara el momento. Tendría que investigar bastante, porque no quería dañar físicamente a Naruto ni tampoco arruinar todo el mágico momento con mi torpeza y desconocimiento. Obviamente, no era ignorante. Muchas cosas las deducía, pero no sabía cómo podría ser posible introducir algo por una cavidad que no estaba preparada para ello y que no se lubricaba por sí misma, así que tendría que investigar esa parte. Yo no quería arruinar las cosas yendo con prisa tampoco. Hacía sólo un día que llevábamos siendo novios, así que pensar en todo ese tema era bastante estúpido.


Noté que se había puesto más rojo de lo que era humanamente posible.


—Yo… no sé de qué hablas, Sasuke—me respondió nerviosamente bajando la mirada.


Elevé una ceja extrañado por esa reacción. Al parecer, me había equivocado. Este dobe sí sabía cosas y yo no estaba enterado. Pensaba que era tan inocente como yo o incluso más, porque este no se había leído un libro de biología ni de broma. Además, jamás había prestado atención a las clases de educación sexual.


—Naruto, no te hagas—lo presioné para que hablara.


—Bueno, puede que un poco—me confesó sonriendo y estando todo rojo sin mirarme.


—¿Cómo es que sabes? —sentí curiosidad y algo de celos, porque me estaba imaginando lo peor.


Tal vez alguien ya había posado sus manos en mi rubio.


—Bueno, Sai me mostró unos videos una vez y…—se detuvo aún más rojo, como dejándome deducir.


—Ese pervertido…—dije con molestia, pero también con alivio—¿Entonces, nunca hiciste nada con nadie? —quería quitarme la duda.


Él simplemente negó con su cabeza y con bastante vergüenza. Yo solamente suspiré con alivio y, además, me puse serio para decirle lo siguiente:


—Escúchame, Naruto. Me detuve hace un momento porque yo no quería que las cosas subieran de tono, ¿me comprendes?


Él me miró algo extrañado, pero con la inocencia estampada en la cara.


—¿Tú… querías hacer algo, Sasuke? —me preguntó tímidamente.


—No—le respondí, pero él expresó tristeza—. No es que no sintiera deseos de hacer algo, pero no quiero hacer nada por ahora. Es muy pronto y, además… —le agarré la mano y lo jalé hacia mí para que se pegara a mi cuerpo—Quiero que tú y yo vayamos lento, que conozcamos esta nueva parte de nosotros y, además, no quiero que sea lo mismo contigo que con lo de ya sabes quién. Quiero que sea especial y a su debido momento, cuando ambos estemos listos—le dije dándole a entender que no quería que fuera lo mismo que había pasado con Orochimaru y él entendió a la primera.


—Comprendo. De todas formas, yo también quería lo mismo. No me había puesto a pensar en eso. Solamente quería disfrutar contigo de los besos y caricias, ya sabes, y pasar el día contigo, dattebayo—me sonrió.


—Bien. ¿Quieres chocolate? —le pregunté repentinamente y lo tomé por sorpresa.


—¿Qué? —me preguntó.


—Sakura me regaló unos chocolates el día de mi cumpleaños, pero no me gusta lo dulce y no quería tirarlos. Los dejé en la nevera para ver si mi hermano se los comía, pero no funcionó y no quiero que se echen a perder—le expliqué.


—Pero son un regalo de Sakura para ti.


—¿Prefieres que los tire o se echen a perder? Podrías comértelos tú mejor, ¿no? —le respondí con seriedad.


—Bueno—me sonrió felizmente—. A mí sí me gusta mucho el chocolate, dattebayo—rio con felicidad.


Se levantó de la cama enérgicamente y se puso de pie. Lo imité para ir a buscar los chocolates a la nevera y él me siguió.


—¿Por qué no te gusta lo dulce? —me preguntó con curiosidad.


—Simplemente, me empalaga muy rápido y no me agrada—le respondí mientras abría la nevera y sacaba los chocolates.


Eran dos barras grandes de chocolate negro, que me imaginaba que eran para preparar chocolatadas. Se los di a Naruto, quien sonrió enormemente.


—¡Tengo una idea, dattebayo! —me dijo poniéndose hiperactivo.


—¿Sobre qué? —pregunté con curiosidad.


—Podría hacer que te guste lo dulce, dattebayo—me dijo abriendo ambos envoltorios de los chocolates.


—No entiendo—respondí elevando una ceja—¿Te los vas a comer a los dos ahora? Podría hacerte daño.


—Lo comeremos juntos—me respondió sin borrar esa enorme sonrisa y lo miré incrédulo.


—¿Puedo usar tu microondas? —me preguntó sonriéndome con tanta alegría que parecía un niño.


—Claro.


Abrió el microondas y puso ambas barras de chocolate dentro del tazón que había ahí dentro para luego poner a funcionar el aparato.


—Naruto, ya te dije que a mí no me gusta el chocolate—le respondí a lo anterior sobre comerlo juntos mientras metía mis manos en los bolsillos.


—Te dije que tenía una idea para que te guste—me respondió alegremente.


No dije más nada y, dudando muchísimo de su idea, porque no entendía de qué forma haría que, mágicamente, me gustara el chocolate. Yo detestaba el chocolate y todo lo dulce. Hasta me llegaba a dar asco siquiera ver todos los postres de las pastelerías. Prefería comer tomates toda mi vida o cualquier cosa salada.


Después de unos treinta segundos, el microondas sonó y Naruto retiró el recipiente con el chocolate derretido para ponerlo sobre la mesa de la cocina.


—¿Y ahora qué harás con todo ese chocolate derretido? —le pregunté observando la cantidad, porque eran dos enormes barras hechas líquido.


Naruto sopló un poco el recipiente, como intentando enfriar la sustancia, y metió un dedo dentro del chocolate.


—¿No quieres una cuchara, dobe? —le pregunté mientras me parecía antihigiénico lo que hacía, pero así era él en general.


—No, teme. No estás entendiendo la idea—me sonrió de una forma extraña, porque no era de alegría, sino que era una divertida.


—Naruto, ¿qué…? —me quedé a medio formular la pregunta, porque no podía creer lo que estaba viendo.


Manchó su labio inferior con el chocolate de su dedo como si de un lápiz labial se tratase. Entonces, me sonrió alegremente como un niño que acababa de tener una brillante idea. Realmente, estaba sorprendido de ese rubio. No podía creer que a él se le ocurrieran ese tipo de cosas.


—¿Te gusta besarme, Sasuke? —me preguntó sonrojado y acercándose a mí.


Me puse bastante nervioso, porque todavía estaba bastante reacio al contacto físico, pese a que no podía resistirme estando frente a él, lo cual no quería decir que me estuviera acostumbrando recién a todo esto. Me llevaría un poco de tiempo asimilar que todo eso estuviese pasando y uno no se acostumbraba a tanto contacto físico de la noche a la mañana. Aunque era cierto que, cuando ya estaba tocando su cuerpo y besando su boca, me sentía muy cómodo. El principio era lo complicado. Además, no quería tentarme a hacerle nada.


—Sí, Naruto, pero no creo que esto funcione…—le respondí dando un paso hacia atrás cuando noté que se acercaba.


—Vamos, Sasuke. Si quieres besarme, tendrás que probar el chocolate también—me sonreía con tanta alegría que me la contagiaba y con algo de picardía.


—No sé… Tus métodos son algo…—me interrumpió.


—Vamos, teme. Yo quiero comerme ese chocolate y se enfriará—me dijo haciendo un puchero.


Suspiré resignado.


—Bien, pero vamos al cuarto. Si llega Itachi y nos ve aplicando tu extraño método, será sumamente vergonzoso…—tomé el recipiente con el chocolate y nos dirigimos hacia la habitación.


Él iba detrás de mí saltando escalón tras escalón con una emoción impresionante. Sí que se ponía hiperactivo como niño con sobredosis de azúcar. No quería saber lo que sería Naruto con un tazón de chocolate dentro del cuerpo si así estaba antes del tazón. Ciertamente, me daba ternura.


Entramos a mi cuarto, puse el tazón sobre mi escritorio, que estaba al lado de mi cama, y me senté en el borde de la cama. Naruto tomó la silla de mi escritorio y se sentó frente a mí.


—Bien, que comience la operación “hacer que a Sasuke le guste el chocolate, dattebayo”—dijo y me pareció bastante ridículo, pero gracioso.


No mostré expresión alguna en mi rostro. Me mantuve serio, pero no pude evitar hacer un comentario.


—¿Hacer que a Sasuke le guste el chocolate, dattebayo? Es el nombre más ridículo que oí—reí levemente.


—Teme—se molestó.


Yo tenía las piernas juntas, así que a él le fue muy fácil acercarse demasiado a mí, porque acercó lo más que pudo la silla y abrió las piernas, dejando las mías entre medio de las suyas. Este dobe… Sabía que no era su intención, pero todo lo que hacía mi cerebro lo procesaba con maldad. Estúpido cerebro.


Acercó su rostro al mío y el chocolate brillaba en su labio inferior.


—Debo decir que se ven mejor sin el chocolate encima—comenté.


—Cállate y bésame, teme—me ordenó y fruncí el ceño.


—¡Jump! —hice una mueca de enfado y ladeé mi rostro en señal de no querer hacerlo.


—¡Teme! —me gritó.


Suponía que, si seguía llevándole la contraria, se iba a poner más insoportable, así que debía complacerlo, al menos, por ese día. De paso, lo compensaría por todo lo que le había hecho pasar.


Acerqué mi boca a la suya atrapando su labio inferior en un beso muy tierno donde pude sentir cómo el chocolate se adentraba a mi boca, obligándome a saborearlo, lo cual me desagradó bastante, pero el hecho de estarlo probando de la boca de Naruto me motivaba a seguir degustando ese dulce. Su método no estaba tan mal, porque, si debía comer dulces de su boca, me haría adicto a ellos.


Quise ir más allá y comencé a chupar su labio inferior hasta no dejar nada de esa sustancia sobre su labio, lo cual provocó que su respiración se agitara un poco, y yo tenía mis ojos abiertos clavando mi mirada en los suyos, provocando que se pusiera tan rojo que pareciera un lindo tomate. Al finalizar mi tarea, me aparté de su rostro con una sonrisa ladina y mis brazos cruzados.


—No estuvo tan mal, usuratonkachi. Tienes buenas ideas después de todo.


—Tú nunca vas a cambiar, ¿verdad? —me dijo haciendo un puchero.


—Pues ya está. Misión cumplida. Ahora cómete el chocolate—le dije no deseando seguir con el juego por dos razones.


La primera razón era que me estaba costando la vida aguantar mis ganas de lanzarme sobre él y besar cada parte de su cuerpo, y la segunda razón era que no quería seguir comiendo chocolate.


—¿Todavía no te gusta? —me preguntó curioso.


—No me gusta—le respondí simplemente.


—Entonces, la misión todavía no está completa. No se trataba de que lo probaras, sino de que te gustara, Sasuke—me dijo sonriendo.


Lo siguiente no me lo esperaba. Se estaba colocando chocolate con su dedo en la mejilla, pero era una línea que bajaba hasta casi llegar a su cuello.


—Naruto, ¿qué te dije? —me sentí frustrado, porque me lo estaba haciendo difícil.


Él entendió a lo que me refería.


—Solamente serán besos, Sasuke. No te preocupes—me sonrió con inocencia.


Él no entendía que los besos provocaban más cosas en mí que, posiblemente, él no podría controlar una vez que se desataran.


Volvió a acercarse a mí. Resignado y anhelando con todo mi ser probar lo que me ofrecía, me mordí el labio inferior acercando mi rostro a su mejilla. Pude oír un leve y casi imperceptible jadeo ante mi acción de acercamiento.


—Este chocolate no se quitará de aquí sólo con besos, Naruto…—le susurré perdiéndome en el deseo mientras apoyaba mis manos sobre sus rodillas para sostenerme.


Él estaba completamente quieto y sumamente rojo.


—Pues a ver cómo lo quitas… Aaah…—gimió al sentir mi lengua cálida haciendo contacto con su irresistible piel.


Él lo había pedido. Lo había estado buscando y no podría detenerlo. Yo iba a hacer todo lo posible, pero me lo estaba dejando tan difícil que no sabría cómo detenerme. Obviamente, no íbamos a hacer demasiadas cosas de las que yo no tenía ninguna información que me permitiera no hacerle daño, pero sí íbamos a hacer todo lo que mi boca pudiera hacerle a su tentador e inocente cuerpo.


Mi lengua recorrió todo el sendero de chocolate hasta casi llegar a su cuerpo. Pude retirar algo de ese dulce, pero aún quedaba. Me mordí el labio inferior y observé su rostro un segundo. Luego me dirigí a su oído.


—Aún no se quita…—le susurré y su cuerpo tembló en señal de que se había estremecido.


No pude evitar morder suavemente el lóbulo de su oreja.


—Aaah… Sasuke… Ahí no hay chocolate—me dijo entre gemidos.


Sonreí divertido y complacido de estar provocando todo aquello en él.


—¿Y ya pensaste dónde más ponerte chocolate para que yo pueda probarlo? —le pregunté en un tono sensual que sólo causó que pusiera sus manos en mis hombros como sosteniéndose para no desmayarse por las sensaciones que provocaba en su cuerpo.


—Sasuke… Pensé que tú no querías…—trataba de decirme algo que entendí sin que terminara de formular la oración.


—No quería, pero tú logras provocar cosas que ni siquiera puedes llegar a imaginar. Además, dijiste que disfrutáramos de los besos y caricias. Pues lo acepto y no te preocupes. No haremos “eso”, pero hay mil cosas antes de que “eso” suceda, ¿sabes? —le expliqué con el tono más sensual que pude.


Simplemente, me salía solo sin que yo lo buscara sacar. Jamás había hablado de esa forma sensual a nadie y ni siquiera me imaginaba que yo podría ser así.


—¿Cómo cuáles? —me preguntó mordiéndose el labio inferior.


—¿Quieres que te las diga o que las hagamos? —le pregunté volviendo a lamer su dulce mejilla lentamente.


—Aaah… Sasuke… Házmelas…—me suplicó entre gemidos—Sasuke… Me estoy sintiendo muy… caliente—me confesó sumamente avergonzado y llevándose las manos a su entrepierna para ocultar lo evidente.


Este rubio me estaba sorprendiendo cada vez más. Era una mezcla entre inocencia, inexperiencia y un manojo de vergüenza con timidez que me estaba enloqueciendo a pesar de todo. Yo era un inexperto en la práctica y tenía teoría científica con algo de información de anécdotas, pero él era un misterio. Se suponía que la única información que tenía era de unos vídeos pornográficos que el degenerado de Sai le había mostrado. Suponía que era suficiente para ver qué era lo que iba a hacerle.


Quería ir despacio con él, pero él mismo no me lo permitía. Me había dicho que él no había estado pensando en ese tipo de cosas y que no las quería por el momento, pero, dos minutos después, me suplicaba por tener ese tipo de atenciones y yo… estaba igual de hipócrita, porque había dicho que no quería y ahora estaba a punto de devorarlo junto con el asqueroso chocolate.


Quité esa sustancia dulce de su mejilla por completo con mi lengua.


—Naruto—lo llamé con seriedad separándome de él y mirándolo a los ojos—Acuéstate en la cama—le ordené.


Él se sonrojó muchísimo, pero se levantó de la silla y fue a tumbarse a mi cama. Yo estaba de pie ya mirándolo desde arriba y veía la forma en la que me miraba avergonzado a los ojos.


Me coloqué delicadamente sobre su cuerpo sentándome sobre sus caderas para tener una mejor visión de él y manejar todo a mi antojo, porque yo era el que mandaba en esta situación.


—Sasuke—me llamó.


—Dime—le respondí con un tono de voz suave.


—¿Cuánto me amas? —me preguntó tímidamente.


Me acerqué a él y apoyé mi frente sobre la suya. Sentí la inseguridad sobre nuestras acciones y buscaba protección, seguridad y amor. Era como un niño pequeño buscando refugio y, a decir verdad, ambos estábamos iguales.


—Sé que soy bastante seco y poco cálido, que no diré muchas veces que te amo, pero… te amo demasiado, Naruto. Ni yo sé cuánto es que te amo—clavé mis ojos sobre los suyos, los cuales se iluminaron al oír mis palabras.


—Sasuke… Yo te amo tanto que no quiero estar lejos de ti. Me muero sin ti, Sasuke. Quiero todo contigo—me dijo con desesperación para después atrapar mis labios y besarlos con la misma desesperación.


Llevé mis manos a las suyas y sujeté sus muñecas para llevarlas hasta que quedaran a la altura de su cabeza. Entonces, comencé a desabotonar su camisa mientras degustaba sus labios. Naruto estaba bastante ansioso al parecer. Se lo notaba en sus desesperados besos el insistente deseo de contacto físico y compañía. Al parecer, la soledad nos había golpeado bastante, porque yo estaba igual y estaba empezando a vivir por estos momentos con Naruto, donde ya no me sentía solo.


Él abrió su boca bastante soltando un pequeño jadeo, pero yo separé mis labios de los suyos.


—Te cubriré de chocolate y te comeré. ¿Qué te parece eso, Naruto? —le dije sonriendo de lado y él se sonrojó muchísimo, pero no cerró su boca esperando que la devorase.


No lo hice esperar más y metí mi lengua en su boca empezando a saborear cada rincón de esa cálida, perfecta y adictiva cavidad que me sabía a gloria. Ya tenía él su camisa desabotonada y jadeó al sentir que mis manos no se privaron de posarse sobre esa suave piel recorriéndola de norte a sur con una necesidad creciente por abarcar cada trozo de ella.


Llevé una de mis manos a aquel recipiente para embeber dos de mis dedos en ese chocolate y, entonces, manché su cuello en una línea que se dirigía hacia su pecho deteniéndose en su pectoral derecho. Mis dedos aún estaban sucios. Separé mi boca de la suya.


—Es un poco injusto que yo te haya regalado el chocolate y solamente yo me lo esté comiendo—comenté con ese tono sensual que me salía solo.


Le mostré mis dedos y los vio con cierto deseo, como si le hubiera mostrado lo que más anhelaba. Era la misma mirada que ponía cuando tenía un gran tazón de ramen frente a él.


—¿Quieres probar el chocolate, Naruto? —le pregunté y el asintió con la cabeza tímidamente.


Acerqué esos dos dedos, el índice y el mayor, a su boca y sacó su lengua automáticamente para lamerlos. Me estremecí al sentir el contacto cálido de su adictiva lengua sobre mis dedos y no sabía cómo diablos se le había ocurrido, pero me enloqueció cuando, después de dos o tres lamidas, se metió los dedos a la boca comenzando a chuparlos mientras el rojo de sus mejillas se incrementaba.


Pude sentir cómo su lengua se paseaba por cada parte de aquellos dos dedos mientras los tenía aprisionados con sus labios. Mi cuerpo estaba sintiendo espasmos que me impactaban como proyectiles, haciendo que la razón se me nublara hasta que por fin terminó de limpiar esos dedos y los quité de la boca rápidamente para comenzar a comerme sus labios con desesperación saboreando el chocolate que aún le había quedado en su adictiva cavidad.


Pronto dejé esa tarea y jadeó al separarme de sus labios. Su respiración era agitada y me preocupé.


—Naru, ¿necesitas el inhalador? —le pregunté tratando de relajarme un poco por su bien.


Noté la sorpresa en su rostro y pronto me regaló la más hermosa, enorme y mayormente iluminada sonrisa que jamás le había visto tener.


—¿Qué pasa? —le pregunté sonriendo un poco.


Entonces, él sonrió el doble.


—Me llamaste “Naru” y ahora sonríes—sus ojos se llenaron de lágrimas—. Es el día más feliz de mi vida, dattebayo.


Caí en la cuenta de dos cosas que no sabía que había hecho, porque había sido instintivo el hecho de usar su diminutivo, cosa que jamás había hecho, y nunca había oído a ninguno de sus amigos llamarlo así. Además…, había sonreído. Hacía mucho que no sonreía sincera o espontáneamente de esa forma. Naruto provocaba milagros en mí.


—¿Te gusta que te llame así? —le pregunté deseando saber, porque me había gustado llamarlo así.


—¡Sí! —me respondió felizmente—Mi Sasu—remató y creo que me hizo sonrojar.


Desvié la mirada ante eso. Jamás en la vida habían utilizado un diminutivo en mí, ni siquiera mi madre, que había sido una melosa conmigo, y mi hermano.


—E-Está bien…—respondí algo apenado, pero tratando de mantener mi imagen de siempre—Nos estamos poniendo muy cursis.


—¡Me encanta, dattebayo! —me respondió alegremente.


Parecía no importarle cuán cursis o románticos estuviéramos. A él le encantaba todo y no se quejaba de nada. La verdad…, a mí tampoco me molestaba y… me estaba empezando a gustar todo esto.


—Entonces, ¿no necesitas tu inhalador? —volví a preguntar.


—No. Estoy bien—me sonrió.


Volví a mi labor de comerme a Naruto, mi Naru…, y quería deleitarme con la hermosa melodía que salía de sus labios, pero su voz me detuvo.


—Sasuke.


—¿Qué? —pregunté en tono suave.


—No importa si vamos un poco rápido con todo esto, porque el hecho de que me esté entregando a ti significa que yo confío en ti, Sasuke…, y que no estoy prefiriendo esperar para que me toques, sino que dejo que lo hagas cuando tú quieras—me dijo con su rostro de chico enamorado que me miraba como si yo fuera lo más hermoso que había visto en su vida.


—Sí, lo sé—le respondí depositando un breve pero dulce beso en sus labios—. Lo mismo digo, aunque el plato fuerte no lo tengamos por el momento.


—Lo sé, pero podemos ir probando la entrada—me sonrió—. Experimentar un poco y explorar el terreno.


—Quiero explorarte entero, Naru—mordí su mejilla.


—Aaah… Sasu…


Entonces, algo en mí se despertó como una tormenta muy fuerte que amenazaba con arrasar todo a su paso.


—Me dijiste que estabas caliente. ¿Quieres que te ayude un poco? —le pregunté con mi nuevo tono sensual.


—Me da… un poco de vergüenza, pero… sí…—me respondió sumamente sonrojado.


Toqué la piel de su cuello manchada de chocolate con mi lengua y comencé a oír sus jadeos incesantes donde, entre medio, pronunciaba mi nombre, lo cual me llevaba a otro universo, uno de perdición y pecado. No pude evitarlo y recorrí su pecho con mi mano bajando hasta su vientre, recorriendo ese camino con las yemas de mis dedos, haciendo que se estremeciera y arqueara su espalda.


Mientras tanto, estaba besando y lamiendo su cuello. De vez en cuando, le daba unas suaves mordidas en el proceso. Deseaba dejar marcas en esa piel, pero me recordaba que no podía, porque las verían en el orfanato y le harían preguntas, por lo que me reservaría ese gusto para otro momento.


—Aaah… Sasuke… Aaah…—no se contenía en gemir y eso me provocaba aún más.


Me daba miedo, porque, si mi hermano llegaba de repente y lo oía gemir, me iba a regañar cuando estuviéramos solos y me daría una de esas vergonzosas charlas o… no sabía, porque realmente no tenía idea de lo que él me diría. Sí se había encargado de explicarme mil cosas sobre cuidados, prevenciones y procesos biológicos, todo muy técnico para hacerlo menos vergonzoso, pero… no quería otra charla más, si era que me la daba.


Bajé con mi boca hasta el pecho de Naruto limpiando todo rastro de chocolate con desesperación y deseo. La mejor parte era cuando ya no quedaba el sabor del chocolate estorbando y podía saborear el autentico sabor de su piel acanelada.


Ya estaba en su pectoral derecho y mi mano se estaba escabullendo entre su pantalón y su ropa interior, encontrándose con una dureza. Naruto acalló sus gemidos y se tensó bruscamente, lo cual sabía que pasaría, porque jamás nadie lo había tocado y era bastante vergonzoso con este tema. Yo también lo era, pero, cuando estaba en medio de todo, ya me sentía más cómodo a su lado.


—¿Quieres que me detenga? —le pregunté mirándolo a los ojos y comenzando a retirar mi mano de allí.


—N-No—me respondió sujetando mi muñeca rápidamente para que no apartara mi mano de allí.


—Está bien—volví a mi labor y él se relajó un poco.


No pude evitar atrapar el pezón que estaba en su pectoral derecho comenzando a degustarlo, lo cual provocó algo muy violento en Naruto.


—¡Aaah! —soltó un fuerte gemido y me di cuenta de que todas las sensaciones eran nuevas para él.


—Naru… Trata de no gritar tanto—le dije con temor a que mi hermano lo oyera desde la calle si venía.


—L-Lo siento…—se apenó y trató de controlarse.


Continué con mi labor. Mientras mordía suavemente aquel delicioso botón rosado y comenzaba a succionar de él, haciendo que Naruto se tuviera que cubrir la boca, también había empezado a masajear lentamente su miembro con mi mano en un movimiento ascendente y descendente. Entonces, noté que estaba más que rojo mientras arqueaba la espalda y se mordía la mano.


—No te muerdas. Te harás daño—le dije con seriedad.


—Aaah… ¿Qué… quieres… que haga? Aaah… Sasuke…—gimió con algo de molestia.


—Gime bajito—le dije, pero sabía que era imposible que lo cumpliese.


Aumenté el ritmo de mi mano a propósito, porque me gustaba oírlo y agregarle la sensación de peligro de que nos descubrieran.


—¡Aaah! Aaah…—volvió a gritar mientras apretaba la almohada con una de sus manos con todas sus fuerzas—No… puedo…, teme… Aaah…


Estaba empezando a sentir las pulsaciones en mi mano, señal de que estaba a punto de estallar. Yo no podía dejar de degustar su pecho y mi mano se movía cada vez más rápido. Estaba terriblemente perdido en sus jadeos, en su aroma, en el contacto con su cálida piel, en lo que me estaba permitiendo hacerle. Quería adueñarme hasta de la última gota de placer y que quedara más que claro que la primera y única persona que le había hecho sentir todas estas sensaciones había sido yo y nadie más que yo.


Naruto ya no aguantaba más y yo tampoco. No me importaba no estar recibiendo el mismo placer. Yo estaba disfrutando más de lo que imaginaba probando su cuerpo y oyéndolo gemir mi nombre.


—¡Sasuke! —oí la voz de mi hermano y el sonido de la puerta de entrada cerrarse.


Instintivamente, le tapé la boca a Naruto con mi mano libre y él se quedó petrificado, porque había oído lo mismo que yo. La respiración de Naruto se aceleró increíblemente por el miedo, la vergüenza y la interrupción. Yo deseaba matar a mi hermano… Nunca llega a casa. ¿Por qué demonios tenía que venir ahora?


Oí sus pasos subiendo por las escaleras y llegando hasta cerca de mi puerta.


—Sasuke, ¿Naruto sigue contigo? —preguntó detrás de mi puerta y sentí miedo de que la abriera.


—Sí, está aquí. ¿Qué quieres? —le pregunté nervioso y de mala gana.


—Se está haciendo tarde. Tengo que llevarlo de vuelta—me respondió—¿Todo está bien?


—Sí, todo está bien. Enseguida baja—le respondí.


Me tranquilicé al escuchar que sus pasos se empezaban a alejar y luego oí cómo bajaba la escalera, así que me apresuré a continuar con mi labor sin apartar la mano de la boca de mi rubio mientras sentía cómo su esencia escapaba de su cuerpo, manchando mi mano, y observé detalladamente las expresiones de su rostro en ese pequeño instante con todo el gozo de mi alma.


Me acerqué a su oído para susurrarle.


—Te veías hermoso mientras terminabas… Parece que ahora me agrada más el chocolate…


Le provoqué una vergüenza increíble y aparté la mano de su boca lentamente para después depositar un dulce beso en sus labios.


—Eres un teme—me dijo molesto por haber seguido después de que mi hermano llegara.


—Te amo, Naru… Gracias por todo—le dije y rodeó mi cuello con sus brazos.


Luego de eso, Naruto se acomodó la ropa lo mejor que pudo, pero esperaba que no se notase nada de lo que habíamos estado haciendo. Rápidamente, lo ayudé a limpiarse con unas toallas higiénicas humedecidas en alcohol que siempre compraba para estarme limpiando las manos. Le limpié la cara, su cuello y el pecho. Yo me limpié las manos y nos acomodamos.


Había algo que no podía quitarle al rubio y eso era el sonrojo. Él estaba completamente avergonzado y dudaba de mirar a mi hermano. Encima, él debía llevarlo hasta el orfanato. Me hizo gracia la idea, pero nadie quitaba que había sido uno de los mejores días a su lado y él me afirmó que, para él, también lo había sido.

Notas finales:

Nos vemos en el siguiente capítulo ¡DATTEBAYO!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).