Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El clan por FiorelaN

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo XXIII: “Preparativos”. Parte I


Sasuke


Había ido a buscar a Naruto al orfanato relativamente temprano. No eran más de las diez de la mañana. La idea de invitar a Naruto junto a Deidara a almorzar para poder contarles todo había sido de mi hermano. Me sentía algo aliviado por el hecho de que por fin iba a poder deshacerme de esta carga al guardar el secreto sobre la vida que mi rubio desconocía. Ya no podía seguir soportando guardar silencio, porque detestaba ocultarle cosas, sobre todo si eso lo involucraba.


Itachi había decidido llevar a Deidara al bosque norte de Konoha para poder dar una caminata por la solitaria carretera que se adentraba en dicho bosque. Quería prepararlo mental y emocionalmente para soportar cualquier reacción de parte de Naruto al enterarse del vínculo sanguíneo que tenían entre ellos. No quería que Deidara se alterase o dijese alguna cosa que pudiese afectar negativamente a Naruto por impulso, al no recibir una buena reacción. Me había parecido una gran idea, porque quería evitarme el tener que partirle la cara en cuanto dijese algo hiriente a Naruto.


Mi trabajo en aquel momento era introducir a Naruto en el tema. Debía hacerle una especie de prólogo de lo que iba a hablarse en la sobremesa para que no le cayese la información de forma abrupta, pues eso le afectaría bastante y tendría demasiadas preguntas que no podríamos responder adecuadamente por la presión de no perturbarlo, pero no sabía cómo él podría reaccionar al momento de saber que yo había estado ocultándole por dos meses su realidad. Por supuesto, no podía decirle todo, pero iba a hacer el mejor trabajo que pudiese para que él estuviese esperando el impacto de la verdad.


Me encontraba cortando algunas verduras y armando algunas bolas de arroz para acompañar el resto de la comida que Itachi traería de fuera, ya que yo no iba a poder cocinar todo para los cuatro si tenía que hablar con Naruto y resolver cualquier contratiempo que se presentase con las reacciones de mi novio. Además, todavía seguía bastante alerta después del último incidente, aunque todo hubiera estado muy tranquilo durante los últimos dos meses. Sin embargo, durante ese tiempo…, no habíamos podido tener una verdadera intimidad como una pareja normal, porque aún estábamos algo afectados por todo lo que nos había sucedido.


—Sasuke, me siento un poco incómodo viniendo aquí a almorzar junto a tu hermano, dattebayo—me expresó su inquietud mientras estaba recargado en la encimera de la cocina observando cómo preparaba algunas bolas de arroz, tomate y otras verduras.


—No tienes por qué sentirte de esa manera. Sólo es Itachi—le dije sin darle mucha importancia a la razón de su inquietud.


—Ya lo sé, pero me siento muy pequeño cuando él está cerca de mí y, a veces, me mira muy raro, dattebayo—se cruzó de brazos.


—Bueno. Itachi puede ser así a veces. ¿Cómo es que piensas que te mira raro? —pregunté con algo de curiosidad y entendiendo más o menos a lo que se refería.


—Es como si quisiese decirme algo o como si estuviese sintiéndose nostálgico por alguna extraña razón. A veces, me mira como si estuviese viendo a alguien que ya murió, como si lo recordase al mirar mi cara, dattebayo—me explicó con seriedad llevándose un dedo a la barbilla.


Entendí inmediatamente lo que me había explicado, porque había atinado a absolutamente todo. Itachi seguramente recordaría al padre de Naruto cuando miraba al rubio sin poder evitarlo. Después de todo, él me había contado que el señor Namikaze había sido el mejor amigo de mi padre.


—Tal vez…—solté simplemente dejando todo listo y poniéndolo en el refrigerador para más tarde.


—¿Eh? ¿A qué te refieres con “tal vez”? —preguntó confundido y curioso.


—Itachi traerá el resto de la comida de algún restaurante—dije tratando de cambiar de tema.


—¿Eh? ¿No vas a cocinar tú el resto? A todo esto, ¿dónde está Itachi? ¿Tenía trabajo hoy también? ¿No salió ayer del hospital? —me atacó con demasiadas preguntas y sólo suspiré pesadamente pensando en qué contestar primero.


—No tengo ganas de ponerme a cocinar tanto sabiendo la cantidad que comes tú. En cuanto a Itachi… Bueno, una vez, él intentó hacer unos huevos fritos de desayuno y terminó llenando la mesa, el suelo y la encimera con platos con huevos mal hechos hasta que le salieron unos. Prefiero que traiga comida de otro lado—expliqué—. Además, Itachi dijo que se sentía mejor y tenía que ir a ver a un conocido. No está trabajando.


—Ya veo…


Logré conformarlo. Naruto no sabía que Deidara también nos acompañaría.


Por otra parte, no quería demorar más el asunto.


—Vamos a mi cuarto. Tengo que decirte algo importante—le informé sin rodeos comenzando a caminar hacia la zona de la escalera.


Naruto se sorprendió ante ese hecho, pero no dudó en seguirme para saber de qué se trataba lo que debía decirle. Él siempre había sido tan curioso.


Llegamos pronto a mi cuarto y no sabía por dónde empezar a hablar sin sonar demasiado directo. La verdad era que no me salía eso de dar noticias, armar un preámbulo a ciertas situaciones sin sonar brusco y que todo terminara saliendo de forma directa sin cuidado ni delicadeza. Era obvio que no tenía tacto para nada.


—¿Qué es lo que tienes que decirme, Sasuke? —me preguntó curioso mientras se sentaba sobre mi cama.


No dudé en acompañarlo y sentarme a su lado. Coloqué mis codos sobre mis rodillas y entrelacé mis manos apoyando mi barbilla en ellas pensando en cómo decir lo que debía decir. ¿Qué mejor forma de comenzar a contar la verdad que con una pregunta?


—¿Confías en mí, Naruto? —pregunté de forma seria y sin mirarlo.


Sabía su respuesta de antemano. Él era muy predecible y tan cursi.


—Por supuesto que confío en ti, Sasuke. ¿Por qué me preguntas algo tan ridículo? —ahí fue la respuesta que estaba esperando.


—Entonces…, si te dijese que te he estado ocultando algo durante dos meses… ¿me creerías si te dijese que tuve una buena razón para hacerlo? ¿Confiarías en que hice lo correcto y me comprenderás?


Hubo un silencio de unos dos segundos interminables luego de hacer esas preguntas. Supuse que él estaba procesando la información que acababa de recibir y, seguramente, estaba pensando en qué responderme.


—¿De qué estás hablando? ¿Por qué me haces esas preguntas? ¿Que me has estado ocultando algo dices? ¿Por qué? ¿Qué es lo que debo saber y no me has querido decir? —por todas las preguntas que me hizo, él estaba realmente confundido.


Suspiré. Me incorporé en una postura más erecta y miré su rostro, que se encontraba tan serio esperando respuestas, sintiéndose impaciente por dentro. Casi estaba pellizcándose las rodillas por los nervios. Hasta podía asegurar que estaba temblando.


—Naruto. ¿Qué es lo que sabes acerca de tu pasado y sobre tus padres? —pregunté intentando indagar un poco para luego comenzar.


—No entiendo por qué me preguntas acerca de mis padres y mi pasado. Realmente, no estoy entendiendo qué es lo que sucede—me dijo poniéndose aún más serio y nervioso.


—Sólo respóndeme—exigí con calma y bajó la mirada.


—Nada… Absolutamente nada…—me dijo casi en susurro y luego sonrió amargamente—Ni siquiera sé cómo se llamaban ni dónde nací… Ni siquiera sé… si ellos están vivos o muertos. No sé si me abandonaron o qué fue lo que sucedió. No sé por qué estoy en un orfanato—pude ver cómo sus ojos se cristalizaban poco a poco mientras hablaba y cómo su voz se quebraba un poco. Sentí una puntada en el pecho que casi me dejaba sin aire.


—Hace… dos meses, yo me enteré de algo sobre ellos—le dije y él alzó la vista rápidamente abriendo sus ojos humedecidos cada vez más. Estaba realmente sorprendido.


—¿Qué…? —soltó casi en susurro.


—Lamento habértelo ocultado, pero no podía decírtelo—vi cómo una lágrima rodó por su mejilla derecha luego de decirle aquello.


Bajó la mirada nuevamente y apretó sus puños teniendo las manos sobre sus rodillas. Su expresión aún era de sorpresa, pero se estaba conteniendo y creí que estaba tratando de entenderme, recordando las preguntas que le había dicho al principio.


—¿Por qué, Sasuke…? ¿Por qué debiste quedarte callado? —me preguntó limpiándose aquella lágrima.


—Porque tu padrino Jiraiya no nos había dado su permiso para contarte la verdad—le respondí y abrió los ojos sorprendido. Apretó muy fuerte los puños.


—Él jamás me había querido decir nada acerca de mis padres. Siempre evadía mis preguntas o me respondía que no tenía sentido saber sobre ellos, pero… ¿acaso no es normal querer saber sobre el pasado de uno y sobre sus padres? —me dijo con esa sonrisa amarga que perturbaba a todo mi ser.


Pude entenderlo, porque yo me sentía de la misma forma al querer saber sobre quién había asesinado a mis padres y el porqué. Naruto era el único, además de mi hermano, que me entendía en mi situación, y yo podía entenderlo a él.


—Mi hermano siempre supo sobre tus padres, pero jamás habría pasado sobre la voluntad de Jiraiya. Después de mucho tiempo, logró convencerlo y es por eso por lo que él te ha invitado a comer con nosotros y poder contarte todo lo que desees saber—le expliqué esperando que se sintiese más aliviado—. Sólo no quiero que te sientas molesto con tu padrino por esto, porque él tuvo que mantener la verdad oculta por una buena razón—me miró algo sorprendido y volvió a bajar la mirada.


No me dijo absolutamente nada y su silencio comenzaba a inquietarme un poco.


—Naruto. Mírame…—llevé mi mano a su barbilla para elevar su rostro y hacer que me mirase a los ojos—Ya no te sientas mal por no poder saber sobre tus padres, porque ahora podrás saberlo. Lamento no haberte podido contar nada. Ha sido difícil para mí callarme, pero prometo contarte lo que sea necesario, aunque no podré contarte todo, porque Itachi es el encargado de decirte la mayor cantidad de cosas, pero… puedo aliviar algunas dudas.


Él asintió y se limpió las lágrimas con los puños de sus mangas.


—Perdóname…—volví a disculparme.


—No tienes que disculparte, Sasuke. No podías decirme, porque estabas respetando lo que mi padrino quería, y me gustaría saber por qué él no quería decirme nada—me dijo sollozando un poco.


—Hay algunas cuestiones que no entiendo mucho y no sé, pero supongo que una respuesta más cercana a la verdad es que tu ignorancia te protegía. Fue por tu bien y tu seguridad—le respondí y supe que estaba confundido—. El resto sobre eso te lo contestará Itachi—adiviné lo que me preguntaría.


—Entiendo…—sonrió levemente como perdonando a Jiraiya.


—Tengo aquí unas fotografías de ellos y quiero mostrártelas. ¿Nunca los has visto? —me puse de pie para abrir el cajón de mi mesa de noche y observé que había cierta emoción en su rostro.


—Nunca. Jamás he visto ni una sola fotografía de mis padres, dattebayo—comenzó a lagrimear nuevamente.


Le entregué la fotografía y las lágrimas de sus ojos no se hicieron esperar para comenzar a caer sobre aquellas imágenes. Él trataba de frenarlas al limpiarlas con sus brazos. Apenas vio esas imágenes, comenzó a llorar como un niño desconsolado mientras le temblaban las manos y parecía que aquellas fotos iban a caérsele.


—Naruto. No puedo entender muy bien cómo es que te sientes, pero…—me interrumpió.


—Estoy muy feliz, dattebayo—me dijo mientras observaba las fotografías—. También me siento muy triste, porque ni siquiera sé sus nombres ni dónde están… Por fin puedo verlos, pero no reconozco sus rostros… No sé quiénes son…


—¿Quieres que te diga sus nombres? —pregunté lo obvio, pero era un momento tan sensible que no sabía qué demonios debía decir o hacer.


—Sí, por favor, Sasuke. Quiero saber cómo se llaman—me suplicó mientras acariciaba a los dos adultos a través del papel.


—Tu padre se llama Minato Namikaze y tu madre es Kushina Uzumaki—le dije y se sorprendió.


—¿Por qué soy Uzumaki y no Namikaze entonces? —me preguntó confundido.


—Eso… te lo dirá Itachi—respondí.


—Entiendo—volvió a mirar las imágenes—. Me parezco a mi padre, dattebayo—dijo formando una enorme sonrisa, pero se entristecía enseguida.


Naruto estaba siendo como una montaña rusa de emociones y no pude evitar morderme el labio inferior tratando de controlar las mías, porque me contagiaba. No sabía si estaba feliz o destrozado, enojado o emocionado. Quizá era todo junto.


—Mi madre es muy bonita, aunque no me parezco mucho. Ella tiene el cabello rojo y yo lo tengo rubio como mi padre Minato, dattebayo—me comentó entre entusiasmado y triste secándose las lágrimas constantemente—¿Dónde están? —preguntó de repente y me sobresalté—¿Por qué no estoy con ellos y por qué nunca supe de ellos? —pasó a mirarme.


—Ellos…—hice una pausa antes de seguir, porque debía decirle que estaban muertos.


—Ellos… ¿no me querían? ¿Por qué me dejaron solo? Pero si, en esta fotografía, se ven tan felices de tenerme en sus brazos… ¿Soy yo ese bebé? —sentí cómo sus palabras se alejaban lentamente y dejaba de oírlas.


—Murieron—solté sin más y supe que se había quedado en shock. Ni siquiera quería voltear a mirarlo.


Comencé a oír un leve sollozo que se iba haciendo cada vez más y más intenso. Quizá fui el único que escuchó cómo su corazón y el mío se rompían al mismo tiempo. Su tristeza era tan grande que me envolvía a mí también. Él no podía seguir ocultándola detrás de esa dulce sonrisa que siempre llevaba en su rostro.


—Ellos te querían, pero no pudieron verte crecer. No fue su culpa el que te quedaras solo, ni tampoco tuya. Simplemente, tuvieron un accidente cuando eras un bebé y por eso no pudiste conocerlos—le expliqué y se cubrió la cara con sus brazos tratando se ahogar ese llanto, pero no podía.


—Puedo entender todo lo que me dices…, pero no puedo soportarlo… ¿Por qué tuvo que suceder? Jamás voy a poder verlos…—me dijo haciendo un gran esfuerzo para poder hablar.


—Naruto—lo nombré sin poder soportar un solo segundo más de todo aquel sufrimiento.


Aparté abruptamente sus brazos de su cara y vi su sorpresa. Sin pensarlo dos veces, atrapé sus labios con los míos en un intento desesperado de calmar su llanto y su dolor. En ese beso quería decir tantas cosas como: Aquí estoy. Ya no estés triste. Todo lo malo ya ha pasado… No hay nadie en esta vida que te entienda más que yo. Quiero ser tu bálsamo y tu consuelo. Yo… quiero comerme tu dolor y tragarme tu tristeza. Quiero soportar todo lo que tengas en tu interior por ti y anhelo ver tu sonrisa más que cualquier otra cosa en el mundo, porque tú, Naruto…, hiciste lo mismo por mí en todo este tiempo que hemos estado juntos. Ahora, mirándote a los ojos mientras te beso, quiero devolverte aunque sea una mínima parte de todo el consuelo que tú me has dado. Por favor, ya no llores… Desde que aceptaste estar a mi lado, he comenzado a experimentar la felicidad que había creído perdida. Sólo tú, Naruto, eres capaz de hacer algo así.


Aparté mis labios de los suyos lentamente mientras él miraba mis ojos fijamente, como si realmente hubiera podido escuchar lo que pasaba por mi mente, y su sonrojo no se hizo esperar. A veces, me sorprendía demasiado la conexión que teníamos y cómo, con una simple mirada, podíamos entender lo que el otro estaba pensando o sintiendo.


—Sasuke…—susurró mi nombre.


—Si todo esto ha sido demasiado para ti, sólo dímelo y le diré a Itachi que podemos terminar con esto en otro momento—le dije tomando una de sus manos y apoyando mi frente sobre la suya.


—No… Yo estoy mejor. No sé lo que hiciste, pero… me siento mejor—me dijo y comenzó a acercar sus labios a los míos.


No fue hasta ese entonces que comencé a sentir aquella necesidad, ese anhelo de todo su ser y esa ansiedad por tocar sus manos y sus mejillas y besarlo, porque, pocas veces, teníamos la oportunidad, ya que no podíamos vernos muy seguido, porque no se lo permitían y en la escuela tampoco podíamos tener el privilegio de estar siempre juntos. Además, el gran susto de la vez anterior le había afectado bastante y no había estado muy centrado en querer mucho afecto. Prefería buscar algo divertido que ver en la televisión que lo distrajera de las horribles imágenes y no lo culpaba para nada.


—Naruto—lo nombré interrumpiendo el camino hacia mi boca.


—¿Qué pasa? —me preguntó con algunas lágrimas en sus ojos todavía.


Las limpié con mis pulgares y dejé mis manos sobre sus mejillas.


—Quiero besarte y quiero que dejes de llorar—le dije mirándolo a los ojos fijamente, lo que hizo que se sonrojase aún más—¿Qué voy a hacer si sigues llorando de esa forma?


—Sasuke… Tú eres el único que ha deseado decirme la verdad desde el momento en el que se enteró y sé que te sentías mal por no poder decirme nada. Gracias… —me dijo y supe que no estaba enojado conmigo. Sentí un gran alivio.


Él puso sus manos sobre mis hombros para después besarme con una dulzura difícil de explicar, pero tan fácil de sentir cuando venía de él. Solamente deseaba perderme en el mar de sus ojos y dejarme llevar por la corriente de sus aguas. Sin esperar demasiado tiempo, acomodó su cuerpo sobre el mío, sorprendiéndome. Rodeó mi cuello con sus brazos y mis manos bajaron a su cintura para aferrarme a él como si fuese mi salvavidas.


Él estaba sentado sobre mis piernas, aferrándose a mí como si fuese lo único que tuviese para sentirse aliviado en aquella tormenta de dolor. Nuestros corazones parecían sincronizados y, por alguna razón, podía sentir su pulso y el mío en cada rincón de su cuerpo. Me latía todo el cuerpo y el calor había aumentado.


A veces, la ansiedad podía volver loca a una persona. Yo me había sentido desesperado por mucho tiempo al no poder tenerlo como había deseado. Ni siquiera habíamos podido pasar más de cinco minutos seguidos por día juntos ni en un simple abrazo y eso me tenía bastante alterado. No sabía cuánto podía llegar a extrañarlo hasta que no lo tenía como deseaba.


Mi boca lo único que quería era sentir la calidez de la suya, su dulzura y su humedad. La suya parecía querer lo mismo, pero con mayor intensidad. Por momentos, parecía tan desesperado por devorarme que se volvía un poco torpe y no me permitía guiarlo. Naruto estaba tan necesitado de mi contacto y mi consuelo que ya no parecía un ser racional.


—Espera. Despacio… —me interrumpió volviendo a atrapar mi boca—Naruto… Aguarda un momento—me mordió el labio inferior y comenzó a meter sus manos por debajo de mi camiseta buscando mi piel.


—Sasuke, ya cállate y sigue besándome. Usa tus manos también—me dijo algo exigente volviendo a besarme.


—Hace un instante estabas llorando desconsoladamente y ahora tú…—me miró algo molesto.


—Ahora quiero a Sasuke, porque no te he tenido en mucho tiempo para mí solo y tú me haces sentir bien. La tristeza desaparece cuando Sasuke me toca, dattebayo… Cuando tú me besas y me acaricias, yo me siento muy feliz y me olvido de que estoy triste, dattebayo—me miró a los ojos suplicando y unas lágrimas se asomaron nuevamente.


—Está bien. No quiero que vuelvas a llorar—me rendí y llevé mis manos a su cintura para sujetarlo.


Continué besando sus labios y él me empujaba mi boca como intentando hacer más intenso el beso, pero no era posible que fuese más intenso de lo que ya era. Logró elevar mi camiseta y separamos nuestros labios para que él pudiese quitármela. Atrapó mi boca tan pronto como pudo deshacerse de esa prenda. No pude evitar bajar mis manos a sus muslos y apretarlos con intensidad, logrando hacer que él gimiese entre el beso. Subí mis manos a su trasero y lo acaricié un poco.


Realmente, no sabía hasta qué punto podría llegar a soportar que él estuviese arriba mío tan desesperado por el amor que no habíamos podido darnos en todo ese tiempo. Lo único que él hizo por su cuenta fue bajarse un poco el pantalón y luego trató de liberar mi miembro, a lo que me sobresalté un poco.


—Naruto, espera… Puedo hacerlo un poco mejor—intenté decir, pero me interrumpió.


—Sólo quédate quieto y déjame a mí—me dijo y se quitó la camiseta para luego comenzar a intentar hacer que yo entrase en él.


—Naruto… El lubricante… Vas a hacerte daño—le dije con algo de preocupación.


—No pasará nada. Ahora no dejes de besarme—me dijo volviendo a comerse mi boca con desesperación.


Al principio, le costó un poco lograr que el miembro entrase en su interior, pero, una vez que lo consiguió, no dejó de moverse ni por un instante, haciéndome enloquecer con su forma de ser tan espontánea. Mi corazón latía muy rápido y mi razón estaba nublada casi por completo al verlo tan desesperado, tan impulsivo y demandante. Separé mi boca de la suya para poder probar su cuerpo más a gusto.


—Sasuke… Aaaah…—gimió mi nombre y eso terminó por enloquecerme.


Me dediqué a devorar su cuello con vehemencia. No podía resistirme a morder su piel canela y sujeté sus caderas comenzando a moverlo con más fuerza sobre mí, lo que hizo que comenzara a gemir más fuerte. Bajé mi boca hasta su pecho y mordí cada parte de él, degustando los botones de su pecho con deseo y anhelo. Su voz llenaba la habitación y mi esencia su interior, al igual que la suya manchaba mi vientre. Recorrí su espalda con la yema de mis dedos y luego capturé sus labios.


—En este punto, no hay nada que no haría por ti, Naruto…—le susurré con mis labios pegados a los suyos.


Su sonrojo, sus ojos humedecidos por el deseo y sus jadeos por la agitación me embriagaban de deseo, pero ya no podíamos continuar o nos descubrirían.


Decidimos darnos una ducha rápida para limpiarnos y cambiarnos de ropa. Naruto había dejado unas prendas suyas en mi armario por si acaso hacía unas semanas y usó esas. Sabía que mi hermano no se daría cuenta de nada, aunque era obvio que sabía que Naruto y yo hacíamos estas cosas, porque no lo había visto llegar, por ende, no sabía con qué ropa había llegado a la casa.


—¿Todo está bien? —le pregunté acercándome a él por detrás y rodeando su cuerpo con mis brazos mientras él secaba su cabello con una toalla.


—Sí… Bueno, lo mejor que puedo estar en estos momentos, dattebayo, pero me siento extraño—me comentó con seriedad.


—Es normal en estos casos. Puedes tomar mi mano y apretarla tanto como quieras cuando hables con mi hermano o cuando quieras que se detenga. Sólo dilo y continuaremos otro día—me dijo y asintió.


Dejé un beso sobre su hombro y lo solté para después bajar a la sala. Justo en ese momento, mi hermano y Deidara abrieron la puerta de la casa.


—¿Deidara? —preguntó Naruto con confusión.


—Hola, hump—saludó Deidara sin mucha gana al ver a mi chico—. Sasuke—me saludó mencionando mi nombre y adentrándose a la casa.


—Hola, Itachi—saludó Naruto a mi hermano.


—¿Cómo estás, Naruto? Me alegra que estemos aquí por fin—dijo Itachi depositando la compra sobre la mesa de la cocina—. Sasuke, ayuda a preparar todo para que comamos—me dijo y supe que quería hablar conmigo a solas.


Dejé a solas a Naruto con Deidara, pero podía oír todo lo que se decían en la sala.


—¿Qué haces aquí, Deidara? —le preguntó.


—Itachi me invitó, hump—le respondió simplemente el otro rubio.


—Sasuke, deja de tener las orejas en la sala y ayúdame—me dijo mi hermano notando mi distracción.


—¿Qué quieres, hermano? —le pregunté sabiendo sus intenciones.


—¿Cómo fue todo? —me preguntó con la voz bastante baja.


—Más o menos, pero Naruto parece estar en condiciones de saber todo. Lloró un poco, pero ya está bien—le informé.


—No fuiste muy delicado si se puso a llorar—me dijo en forma de reclamo.


—Él es algo sensible de todas formas. Hice lo mejor que pude—le respondí con los brazos cruzados—¿Y con Deidara? —pregunté.


Noté que se puso algo nervioso, aunque lo disimuló bastante bien. Casi no pude notarlo.


—Todo fue bien. Deidara se comportará—me respondió con seriedad.


Acomodamos todo en el comedor y nos ubicamos en la mesa para poder comer. Naruto se sentó a mi lado y Deidara estaba al lado de Itachi. Por supuesto, para poder hablar con franqueza Itachi se puso frente a Naruto.


—Bueno, Naruto. Doy por hecho que se te ha informado la situación que te rodea. ¿Qué les parece si primero comemos y luego charlamos un poco? Responderé cada pregunta de ambos—dijo mirando un poco a cada rubio al final.


—¿A ambos? —preguntó mi rubio confundido.


—Sí—respondió con firmeza Itachi.


Automáticamente, Naruto tomó mi mano y la apretó un poco. Entendí que se había puesto algo nervioso.


—Supe que te gusta mucho el ramen, así que decidí traer bastante además de otras cosas. Traje un poco de todo lo que le gusta a cada uno. Sírvanse a gusto—nos sonrió con amabilidad.


Supe que Naruto estaba bastante nervioso, aunque sí había disfrutado de la comida, porque me apretaba la mano de vez en cuando y yo se la acariciaba con delicadeza, le dedicaba miradas o tocaba su pie con el mío para darle seguridad. Deidara se comportó de forma normal y estaba bastante callado, al igual que mi hermano, que parecía un poco nervioso, aunque, por fuera, parecía formal.


—Gracias por la comida—dijo Deidara dejando su plato de lado y sin mirar a nadie.


Mi hermano había terminado de comer hacía unos minutos, al igual que yo, pero Naruto continuaba devorando el último tazón de ramen y yo lo observaba disimuladamente con ternura, pero, unos segundos después, se lo acabó completamente. Agradeció con su característico entusiasmo. A mi hermano parecía agradarle su forma de ser, pero a Deidara no, porque observaba cómo estaba aguantándose las ganas de criticar a mi rubio.


—Itachi—dijo Naruto poniéndose serio de repente.


—Dime—respondió mi hermano.


—Me gustaría que me contases lo que tengas que contarme ahora que ya terminamos de comer, porque me siento un poco impaciente y hay cosas que no logro comprender, dattebayo, y eso me pone un poco nervioso, dattebayo—le comunicó mientras me apretaba un poco la mano.


—Hump—soltó Deidara recargando su espalda en la silla y cruzándose de brazos.


—¿Te gustaría hacerme alguna pregunta para comenzar o deseas que yo cuente la historia? —preguntó mi hermano ofreciéndole opciones.


—Quiero saberlo todo y que no te guardes nada. Seguro entenderé si lo cuentas desde el principio, dattebayo. No te confundas por el hecho de que, a veces, me cuestan algunas cosas. Yo no soy tan tonto y estoy harto de no saber absolutamente nada sobre mi pasado. Tampoco entiendo qué es lo que tiene que ver Deidara en este asunto y esa es una de las cosas que más me ponen ansioso, dattebayo—dio su respuesta con una seriedad que me hizo tener dificultades en reconocer a Naruto en ella.


—Comprendo. Supongo que contaré la historia desde el principio para que puedas entender la presencia de Deidara aquí, porque la historia también le incumbe y tiene que ver con su pasado. Él también está aquí para averiguar lo mismo que tú, Naruto—le dijo con mucha seriedad y una voz calma.


—Pues comienza a contar la historia, Uchiha. Todos nos estamos muriendo de ansiedad por tu estúpido suspenso, hump—reclamó Deidara.


—Muy bien. Les contaré—dijo antes de soltar un suspiro—. Naruto Uzumaki y Deidara Kamiruzu, ambos llevan el apellido de sus madres por razones de seguridad y no por capricho. Resulta ser que Deidara era hijo de Akihiko Namikaze y Reyhan Kamiruzu—al decir aquello, Naruto abrió mucho los ojos—. Akihiko Namikaze era hermano de Minato Namikaze, padre de Naruto. Es por eso por lo que este asunto también involucra a Deidara—sentí un fuerte apretón en mi mano—. Ustedes dos son primos. La razón por la que no lo sabían la explicaré ahora.


—¿Estás bien? —le pregunté por lo bajo a Naruto y él asintió, aunque supe que estaba muy sorprendido.


—Tampoco es la gran cosa, así que relájate, Naruto. Que seamos primos no significa nada especial. No es lo importante de la historia—le dijo Deidara y pensé que sus palabras pondrían peor a mi rubio, pero sirvieron de calmante.


Me relajé y mi hermano continuó con el relato.


—La razón por la que yo me he involucrado con ustedes hasta el punto de sentirme responsable de contarles la verdad es que la familia Uchiha y la familia Namikaze compartían un vínculo de amistad sumamente fuerte. Pensé que era mi deber encargarme de los hijos de aquellos que habían sido grandes amigos de mi familia después de la muerte de mis padres. Mis padres se habían encargado de protegerlos y darles lo necesario, a pesar de que no podían adoptarlos o tenerlos en nuestro hogar por razones de seguridad—explicó mi hermano con seriedad.


—¿Por qué tanta seguridad? —preguntó serio Naruto con la mirada baja.


—La familia Namikaze era y es dueña de una de las empresas más importantes del mundo en el sector de publicidad. La familia Uzumaki compartía acciones con la empresa Namikaze y la unión de tus padres, Naruto, permitió el crecimiento masivo de ambas empresas sin querer, porque tus padres estaban muy enamorados y ambas fortunas se fusionaron. Lo mismo pasó con los padres de Deidara, puesto que el apellido Kamiruzu también presumía de gran fortuna. Luego de la muerte de sus padres, se tomó la medida de ponerles el apellido menos conocido en esa ecuación y se los ocultó del mundo entero, porque se sospechaba de un crimen—les explicó y Naruto apretó muy fuerte mi mano mientras Deidara se mantenía sin expresión.


—Y eso… ¿fue así? ¿Fue un crimen? —preguntó mi rubio casi entre los dientes.


—Existen muchas casualidades, pero ninguna certeza. Se sabe que, luego del accidente de los padres de Deidara, tus padres fueron a recogerlo, pero nunca llegaron hasta él. Ellos también tuvieron un accidente en el camino—respondió.


—Hump—soltó simplemente Deidara, dando a entender que estaba convencido de que no habían sido accidentes ni casualidades.


Naruto se limpió los ojos con la manga de su camiseta sin permitirnos ver sus lágrimas.


—Entiendo—dijo simplemente.


—Tu padrino me otorgó el permiso para contarte lo sucedido en tu pasado. Lamento haber guardado silencio. Les pido disculpas a ambos—les dijo mi hermano muy serio.


—En lo que yo considero, hiciste demasiado y no debiste haberte molestado. No era tu asunto, pero supongo que está bien. Estás perdonado, hump—dijo Deidara sin mirarlo.


—Yo… creo que Deidara tiene razón. Has hecho demasiado sin tener la obligación de hacerlo. No podría detestarte, Itachi. Además, me hubiese gustado saber antes todo esto para haberles podido agradecer a tus padres la ayuda que me brindaron mientras aún vivían. Les agradezco a ambos y a ustedes también…—nos dijo con algo de dificultad para mantener entera su voz y no romper a llorar—Si me disculpan…, es hora de irme—hizo hacia atrás su silla y se puso de pie.


—¿Todo está bien? —le pregunté.


—Sí, Sasuke. No te preocupes. Solamente quiero volver con la abuela Tsunade y estar solo un rato en mi cuarto, dattebayo. Luego te escribo…—me dijo por último—Gracias por todo, Itachi. Nos veremos pronto—se dispuso a salir con prisas de mi casa.


—Naruto, espera—dije yendo tras él, pero mi hermano me sujetó del brazo.


—Tiempo al tiempo, Sasuke. Déjalo respirar por su cuenta un rato. Él dijo que te escribiría luego—me dijo mi hermano y me molesté un poco, pero tenía razón.


Todo había sido demasiado para él y no estaba seguro de cuál había sido la parte que más lo había impresionado. A Deidara nada parecía afectarle, pero supuse que él ya sabía todo. El tema de las empresas mi hermano había decidido dejarlo a deducción, porque era obvio que ambos eran herederos de una gran fortuna. Aunque a Naruto eso seguramente no le importaba para nada y prefería tener a sus padres con él, al igual que yo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).