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El clan por FiorelaN

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Capítulo XXVIII: “Este no es el final…”

 

Narración en tercera persona

—Cree en Dios… Cree en mí también. Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Hermanos, no queremos que ustedes se queden sin saber lo que pasará con los que ya han muerto, ni que se pongan tristes, como los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios levantará con Jesús a los que murieron en él. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni las llamas arderán en ti. Jehová es mi pastor y nada me faltará…—recitaba el sacerdote con una biblia en su mano delante de todos los presentes mientras un ataúd descendía hacia la tumba profunda.

La lluvia caía incesante sobre toda la ciudad empapándola con la tristeza que cada persona reunida en aquel lugar sentía. Se había pintado de amargura el paisaje. Mostraba nubes grises que se descargaban con desconsuelo. Las sonrisas ya no existían y no iban a renacer por algún tiempo, porque los corazones estaban rotos y los pedazos estaban desangelados.

¿Qué clase de final era ese? Todo había terminado, pues el bien había triunfado. Los planes oscuros habían desaparecido y todos eran libres de las mentiras. Lo oculto se había revelado y el peligro había pasado, pero no había un final feliz, al menos, no en esas condiciones. Itachi estaba dentro del ataúd que descendía lentamente y que era mojado por la lluvia y las lágrimas de su hermano, el cual no podía evitar derramarlas con desconsuelo por sentirse miserable de haberle quitado la vida a su amado hermano, pero pocas personas sabían sobre ese hecho.

El joven Uchiha estaba parado a orillas del profundo hoyo en la tierra. Su brazo era sostenido por una férula, ya que el disparo en el lado izquierdo que había recibido estaba más hacia el lado del hombro que de su pecho y del otro disparo se había recuperado pronto, porque la bala había pasado limpia por sus músculos. Habían esperado a que Sasuke saliese del hospital para poder realizar el funeral de Itachi.

—¿Qué se supone que quieres hacer ahora? —preguntó Kisame acercándose al joven Uchiha que miraba cómo el ataúd descendía mientras su corazón se estrujaba.

Sasuke guardó silencio ante esa pregunta, porque no tenía intenciones de responder en esas condiciones. Por supuesto que Kisame sentía exactamente el mismo dolor que Sasuke, porque Itachi había sido su mejor amigo y como un hermano durante muchos años, pero sabía que no había tiempo para sentimentalismos y había asuntos de extrema importancia que debían tratarse con respecto a la empresa y a todo lo que Itachi había construido durante aquellos años y debían comenzar lo antes posible.

—Sé que es difícil, porque él era todo lo que tenías en este mundo, pero… te necesito despierto y fuerte, porque tú eres el heredero del clan y de un imperio. El mundo entero querrá saber sobre las nuevas decisiones y deberías empezar a pensar en ellas después de este funeral, aunque suene cruel e inapropiado—explicó con suma seriedad.

—Tú eres… el director de la empresa, ¿verdad? —preguntó limpiándose las lágrimas con la manga de su camisa.

—Así es—respondió.

—Seguirás siéndolo… Itachi confiaba en ti con su vida y no se equivocó. Yo también confío en ti tal y como él lo hacía. Haremos lo necesario para que todo siga exactamente como antes de que todo esto sucediera. No debemos perder tiempo… Estoy seguro de que mi hermano hubiese querido eso, en vez de que perdiese tiempo llorándolo, ¿no es así? —lo miró con seriedad, mostrándole el rojo de sus ojos por tanto llorar.

—Así es—respondió.

—Pues, entonces…, hagámoslo—dijo casi en susurro.

Sasuke tomó un puñado de tierra y lo arrojó sobre el ataúd de su hermano, el cual ya estaba en el fondo de la tumba.

—Adiós, hermano…—dijo para después darse la vuelta y comenzar a caminar hacia el automóvil, abandonando aquel cementerio.

Naruto, quien había mantenido su distancia de Sasuke para darle la privacidad necesaria para despedirse de su hermano mayor, arrojó una camelia roja sobre el ataúd.

—Adiós, Itachi…—susurró el rubio con unas lágrimas en sus ojos y observó la fría lápida de mármol.

“Itachi, Uchiha; amado hermano y amigo”

Siguió a Sasuke hasta el automóvil. Kisame conduciría hacia la ciudad para comenzar todos una nueva vida. Tal vez no serían más felices, pero, al menos, Sasuke y Naruto por fin podrían estar juntos.

Deidara, por otra parte, se encontraba todavía en el hospital y no había podido asistir al funeral de su novio. Además, se sentía terriblemente mal por ser el responsable de darle la peor imagen de todas antes de que se fuese del mundo de los vivos. Estaba tan cegado por la ira y estaba demasiado confundido como para pensar las cosas aquella noche.

Por supuesto, cuando él había despertado después de haber estado inconsciente dos semanas, se había enterado de la verdad. Todo había sido un plan de Obito y había sido ese bastardo quien había asesinado a Sasori, pero ya era muy tarde para el arrepentimiento.

Deidara no hablaba con nadie ni tampoco miraba a nadie. Se había quedado mudo y sordo. No importaba quien lo fuese a visitar. Él simplemente los ignoraba a todos. El médico había dicho que estaba en un estado de shock post traumático y que le llevaría mucho tiempo recuperarse con las terapias adecuadas, pero el rubio no parecía tener intenciones de mejorar, por lo que era vigilado día y noche por posibles intentos de suicidio.

La única persona que podía hacer que mirase otros ojos, pues siempre su mirada estaba perdida en la ventana de la habitación, era Naruto. Por todo lo acontecido ellos se habían acercado un poco más. El rubio menor había sentido tanta pena y compasión por aquel insoportable chico que le había hecho su vida imposible en el pasado que no podía evitar querer estar con él y pasar horas hablándole de lo que fuese para que no tuviese pensamientos negativos. De todas formas, rara vez hacía que Deidara sonriese levemente, pero eso era un gran logro. Al menos, no estaba como un vegetal inerte que ni siquiera pestañaba.

El tiempo pasó tan rápido que no se habían dado cuenta. Dos años exactamente. Naruto cumplió su mayoría de edad y heredó la empresa de sus padres junto con toda la fortuna Namikaze y la Uzumaki. Deidara también lo había hecho, pero el único atino que tuvo en sus momentos de lucidez y donde sí accedió a mover las manos, fue que, cuando el escribano le llevó los papeles de la herencia para que la firmase, él escribió esto en toda la hoja: “Le cedo toda propiedad, bien monetario y empresarial a Naruto Uzumaki”. Ante esa petición, el escribano se hizo presente otro día, pero con papeles diferentes que hablaban sobre la sucesión de poderes de la empresa Namikaze y Kamiruzu a los dominios Namikaze y Uzumaki. Deidara firmó sin problemas, pero se había quedado en la completa calle.

Naruto se sorprendió al descubrir lo que su primo había hecho, por lo que se indignó un poco y no podía aceptarlo, pero tuvo que hacerlo, ya que esos bienes ya habían pasado a su poder y estaban a su nombre. Sin importarle la opinión del rubio mayor, Naruto le compró un gran departamento en el centro de la ciudad y lo obligó a vivir allí, además de otorgarle una mensualidad y depositar en una cuenta universitaria mucho dinero para que Deidara pudiese estudiar si lo quisiese. No iba a permitir que pasase penurias ni nada por el estilo después de haber cometido lo que Naruto creía que era una semejante estupidez.

Para todo el mundo que no era cercano a la familia Uchiha, el presidente de The Safe Company había sufrido un atentado después de salir de la empresa, al igual que su hermano menor, su tío y algunos de sus empleados. La policía había cerrado el caso diciendo que ya habían atrapado a los criminales. Por supuesto, habían sido comprados por Kisame para que nadie abriese la boca y Sasuke no fuese a la cárcel, al igual que Kakashi, quien estaba viviendo una vida medianamente feliz junto a Yamato, pero con mucho dolor después de haber perdido a las dos personas más importantes de su vida y sintiéndose culpable de ello.

De vez en cuando, Sasuke y Naruto visitaban el orfanato de Tsunade. Durante los cinco años siguientes al fallecimiento de Itachi, ellos continuaron realizando las mismas donaciones que él solía hacer.

Con 21 años ambos jóvenes, continuaron visitando una vez al mes aquel orfanato que les traía muchos recuerdos. Muchos niños nuevos habían llegado al lugar y todos eran ayudados a conseguir una familia lo antes posible, pero había uno que no tenía éxito. Naruto visitaba el orfanato con más regularidad desde que ese niño estaba allí, porque se había encariñado un poco con él.

—Hola, abuela Tsunade. ¿Cómo has estado? —le preguntó a la rubia entrando al lugar.

—Todo ha estado bien, Naruto. ¿Vienes a ver a Menma otra vez? —le preguntó y cerró la puerta.

—Sí. Ayer llamé a Shizune y me dijo que estaba algo decaído. ¿Cuál es el problema? —se preocupó.

—Lo de siempre. No ha querido comer últimamente. Sólo come cuando tú vienes o Sasuke anda por aquí. Solamente con escuchar de ustedes dos él quiere comportarse, pero no ha salido de su habitación estos días y ya no sé qué hacer con él—le explicó mientras caminaban hacia donde era la antigua habitación de Naruto.

—Hola, Menma—lo saludó abriendo la puerta y los ojos del pequeño de seis años se iluminaron.

—H-H-Hola—tartamudeó, pues tenía dificultades del habla y esa parecía ser la razón de por qué nadie lo había querido adoptar a pesar de ser muy adorable.

—Dicen que no quieres comer de nuevo. ¿Me quieres contar por qué? —se sentó a su lado en la cama y el pequeño bajó la cabeza.

—N-No… N-No s-sé—respondió algo decaído.

—¿Estás triste por algo? ¿Quieres que te compre algo? ¿Quieres comer otra cosa? —acarició su negro cabello y su mejilla.

—N-No—respondió y apoyó la cabecita sobre el brazo del rubio.

—¿Quieres contarme qué te ocurre?

—N-No m-m-me g-gusta estar aquí… Q-Quiero ir… c-c-con mis p-papás—respondió y esa respuesta rompió el corazón de Naruto.

Los padres del pequeño habían tenido un accidente aéreo de regreso a la ciudad, ya que habían estado trabajando en otro país. Ya no iban a volver nunca más.

—Ya no puedes ir con ellos, Menma. Tus papás se han ido y no podrán volver en mucho tiempo, pero…—suspiró—¿qué tal si tienes otros papás? ¿No te gustaría la idea? Yo podría ayudarte a encontrar nuevos padres.

—N-Nadie m-m-me quiere…—se le llenaron los ojitos de lágrimas—D-Dicen q-q-que h-hablo feo…—se abrazó a Naruto y comenzó a llorar.

—¿Y si yo soy tu nuevo papá, Menma? —soltó sin más y Tsunade se sorprendió.

—¿Eh…? —se sonrojó y sorprendió el pequeño.

Miró a los ojos del rubio y Naruto le sonrió.

—¿D-De verdad? —se ilusionó.

—¡Claro! ¡De veras! —le sonrió aún más—No habrá problemas con eso, ¿verdad, abuela Tsunade? —miró a la mujer, quien estaba impactada.

—C-Claro que no. Puedes adoptarlo si quieres, pero, Naruto. ¿Sasuke qué dirá? —se preocupó un poco.

—Bueno—se cruzó de brazos—. En realidad, Sasuke fue el de la idea. Nada más que pensé que Menma no querría ser adoptado, porque siempre se ha mostrado un poco reticente a la idea. Sasuke tampoco sabía cómo acercarse a él para tratar de ser su amigo y es por eso por lo que siempre vengo yo más seguido que él para ver si yo lograba algo.

—¡¿SASUKE TAMBIÉN SERÁ MI PAPÁ?! —preguntó muy emocionado y, por primera vez, no tartamudeó, lo que dejó sorprendido a ambos adultos.

—Eh… Sí, dattebayo—rio un poco el rubio y se rascó la nuca.

—¡GENIAL! ¡GENIAL! ¡GENIAL! —comentó a saltar en la cama—¡TENGO NUEVOS PAPÁS! —ante la emoción del pequeño, los dos adultos sonrieron.

Al parecer, alguien más tendría una nueva vida y muy feliz, a pesar de todo, pero… este no era el final. Faltaba tanto por vivir y soñar, a pesar de los malos momentos.

Siempre después de la tormenta, vuelve a salir el sol. No todos los finales pueden ser completamente felices, pero… este no es el final. Aún no… Todavía no podemos decir: “Y vivieron felices para siempre…” Todos van a vivir tranquilos por un tiempo. Eso es lo único que puedo prometerles ahora.

FIN

 

 

Notas finales:

Mil gracias por haber recibido con tanto aprecio esta historia durante un año entero. Nos conocimos aquí y terminamos en mil mundos. Si Dios quiere, quizá haya una segunda temporada, pero por ahora, este es el adiós. Gracias por todo <3


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