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Lovers. por RLangdon

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Itachi echó un futil vistazo por la ventana del vagón, entreteniendose por un momento efímero al contemplar las centelleantes luces de la ciudad. De manera distraída, apoyó su barbilla sobre la palma de su mano y se quedo pensando en lo meláncolico que era retornar cada cierto tiempo.
 
Parpadeó al oír el sutil gruñido a su costado y entonces reaccionó. Junto a él se hallaba la pequeña jaula y dentro yacía Naruto, recostado sobre un improvisado cojín de estopa.
 
-Lo siento, Naruto kun- se maldijo por haber estado cavilando y tomó el vaso de cartón de la mesita para verter la crema líquida restante de su café. Había querido llevar a Naruto consigo en su forma humana pero sabía lo complicado que era para el kitsune mantenerse demasiado tiempo así. Además, su transformación distaba mucho de ser perfecta, sería arriesgado tratar de encubrir las orejas y colas bajo un atuendo holgado, sin mencionar que ello no aseguraba que Naruto no levantaría sospechas, muy por el contrario.
 
Naruto se incorporó poco a poco de su lecho, se estiró y esperó a que Itachi intrudujera el cuenco para beber de su delicioso contenido. Sus papilas gustativas hormiguearon en deleite, y aunque se sentía incómodo de estar encerrado, el viaje había resultado medianamente aceptable.
 
-Casi llegamos- Itachi trató de reconfortarlo con unas cuantas caricias. Afortunadamente su padre había guardado todos los documentos para el traslado de animales en la cabaña.
 
Naruto se mostró sumiso ante el afectuoso trato. Luego volvió a acurrucarse en su sitio y reprimió sus ansias por salir al exterior.
 
"Me pregunto, ¿Qué habrá allá afuera?
 
Alzó sus ojos azules y vio a traves de los barrotes el gesto de tristeza que enmarcaba el rostro de Itachi.
***
 
Altas y gruesas efigies se erigían en derredor como montañas. Las había coloridas y de todas las formas, pero lo que más llamó la atención del curioso kitsune fueron las placas izadas en la parte frontal de los rascacielos, aquellas barandas que almacenaban millares de lucecillas, apenas equiparables al brillo de las luciernagas.
 
-Debes tener mucha hambre- Itachi se puso de cuclillas para ofrecerle en la palma de su mano un trozo de pan con queso, mismo que Naruto devoró en un par de bocados, saboreandose hasta la última migaja.
 
Le dolían un poco los tímpanos por el bullicio, y además no había visto un solo árbol desde su llegada, hecho que comenzaba a inquietarlo un poco. Dejó que Itachi lo tomara nuevamente en brazos y no despegó la vista de las decenas de anuncios publicitarios que tintineaban en determinados y coloridos patrones. A cada paso, una nueva duda surgía. Quería saber qué era cada cosa y en dónde estaban los animales, sobre todo los Alfas y Omegas, sin embargo, comprendió que tenía que esperar un poco más, ser paciente para obtener todas las respuestas que necesitaba.
 
-Aqui es- Naruto apartó sus garras del hombro de Itachi y se viró hacia el frente, encontrandose con un amplio jardín que le recordó a su casa. Había hierba, un montón de hojarasca, un árbol y un pequeño lago bordeado de un material extraño que Naruto no supo identificar hasta que Itachi aclaró sus dudas.
 
-Es una pisicina- le acarició detras de las orejas tras abrir el cancel y lo bajó para permitirle explorar por cuenta propia.
 
Sin demorar un solo segundo, Naruto correteó de un lado al otro, feliz y más cómodo en ese medio. Se revolcó en la hojarasca, rasgó la base del árbol con sus afiladas uñas y luego fue a beber un trago de agua, pero Itachi se lo impidió al tomarlo en brazos.
 
-Es agua contaminada- explicó. -Tiene cloro y es perjudicial para ti.
 
Naruto ladeó la cabeza confundido y notó que el mayor lo conducía a otra de esas coloridas montañas, con la diferencia de que esta era más chica y menos ostentosa que el resto, además de carecer de luces.
 
-Aqui vive mi madre- sonrió Itachi, mientras alcanzaba la llave bajo la alfombra de bienvenida. -Y mi hermano- añadió después. De sus labios se desvaneció todo vestigio de alegría. Naruto estuvo atento cuando el joven cruzó el umbral, encendiendo las luces al paso antes de anunciarse.
 
-¿Mamá?- fue a la cocina y encontró a la susodicha picando vegetales.
 
-Oh, Itachi- la fémina abandonó toda labor al verle. Sus ojos negros se cristalizaron segundos antes de que corriera a abrazarlo. -Mi Itachi- sollozó abiertamente sobre su hombro, palmeandolo con suavidad en la espalda.
 
Naruto la observó desde el hombro izquierdo, pero apenas logró distinguir la larga cabellera oscura cubriendo sus facciones.
 
"La mamá de Itachi" pensó embelesado. No esperaba que ella estuviera viviendo en la ciudad, apartada de su hijo.
 
-Me alegra mucho que vinieras- Mikoto se limpió los residuos de lágrimas con el brazo y tomó a Itachi de las mejillas para apreciar una vez más su rostro. -Tan apuesto como siempre- sonrió afectuosa y volvió a abrazarlo.
 
Itachi correspondió a cada gesto maternal, apartandose un poco de ella tras el segundo abrazo.
 
-He traído compañía- ni bien terminó de decirlo cuando Naruto se escabulló presuroso bajo su brazo, intentando ocultarse al sentirse totalmente expuesto ante ella.
 
Mikoto parpadeó confundida. Vio a Itachi descender al pequeño zorro hasta posarlo en el suelo.
 
-¿Quién es?- no resistió las ganas de tocarlo. Naruto miró contrariado a uno y otro lado, como si sopesara lo que debía de hacer o no hacer.
 
-Su nombre es Naruto- respondió Itachi, intrigado con el actuar del kitsune. -Creo que está nervioso.
 
Mikoto esbozó una sonrisa comprensiva, palmeó la sedosa cabeza del cachorro y lo abrazó delicadamente para no asustarlo.
 
-Es precioso- lo tomó de la barbilla y su mirada se cruzó con los bellos ojos celestes. -Oh, Itachi, es adorable, ¿es amigo tuyo?
 
Itachi asintió, sin siquiera pensarlo. Sabía que era muy pronto para dar a conocer la relación que tenía con Naruto. Era preferible dejarla creer eso a tener que dar largas explicaciones. Quizá en la proxima visita le diría la verdad.
 
-Sasuke está en su recámara- comentó Mikoto, dejando al pequeño zorro libre. Naruto salió disparado hacia el jardin para retomar sus juegos. -Puedes llamarlo si asi lo deseas.
 
-Eso haré- Itachi suspiró antes de encaminarse a la pieza del susodicho.
***
 
Era un tonto, un imbécil, un estúpido. Desesperado corrió a lo largo del prado, internandose en la maleza y bordeando cada obstaculo a su paso para abarcar más pronto la extensión que le había sido asignada por su padre.
 
No debió haberlo alejado. No había sido culpa de su pequeño e inocente hermano, y aún asi se había atrevido a ignorarlo, a hacerlo a un lado después de todo lo que sufrieron para poder recuperarlo.
 
-¡Naruto!- llegó a la cima y se concentró en distinguir el menor atisbo de su aroma.
 
Nada otra vez.
 
Lo peor de la situación era que Kushina había estado espabilando los últimos días. La étapa de paranoia había finalizado para dar paso a una profunda depresión aunada a una marea de alucinaciones que involucraban al cachorro pérdido. Por las mañanas la hembra Omega buscaba angustiada el paradero de Naruto, mientras que por las noches lloraba inconsolablemente, maldiciendose a sí misma por su actuar pasado. Todos se habían equivocado, creyendo que el castigo adecuado para Naruto era la ley del hielo temporal. Pero una vez más habían errado.
 
-Naruto- respiró agitado y agachó la cabeza en señal de derrota. Estaba exhausto y no había señales de él. Y pensar que se había enamorado de ese idiota impulsivo. Sabía que sus acciones no habían sido las mejores, pero su intención si que lo era. Amaba a Naruto ya no solo como a un hermano. Desde que el cachorro entrara en celo, había empezado a desearlo de una manera mucho más intima. Por ello se molestó en exceso cuando descubrió aquel aroma tan distintivo en los lobos.
 
Quizá solo había sido un error. Un arranque infundamentado. Nadie tenía la certeza de que Naruto había intimado con un lobo, pero el simple olor del Alfa que impregnaba su pelaje fue motivo suficiente para querer alejarse por un tiempo.
 
-¿Eres Menma?
 
El aludido levantó de golpe la mirada y se acomodó en posición de ataque. Había un cuervo frente a él. Ni siquiera notó en qué momento había aterrizado.
 
-¿Quién eres y qué es lo que quieres?- gruñó en tono amenante. El cuervo retrocedió unos pasos.
 
-Me llamo Shisui, y tengo un mensaje importante para la familia de Naruto. Un camarada me pidió ponerme en contacto con ustedes.
 
A pesar de haber escuchado toda la oración, Menma solo prestó atención a lo de mayor relevancia.
 
-¿En dónde está Naruto?, ¿Qué sabes tú de mi hermano?- contuvo el instinto de abalanzarse cuando el cuervo graznó su respuesta.
 
-Está a salvo. Pero ustedes no, y es mejor que me escuches con atención porque no hay tiempo que perder- Menma dejó de tensarse para adoptar una postura de confusión. -Los lobos vendrán dentro de poco.
 
-¿Por qué?- rezongó impotente. -¡Son ellos quienes se llevaron a mi hermano de nuevo!
 
Shisui no se imutó por la exclamación.
 
-Ya habrá tiempo de aclarar todo. Por ahora asegurate de alertar a tu familia.
 
-Eso haré- sin intención de dar las gracias, Menma trotó en dirección al claro. No entendía qué estaba pasando, pero intuía que nada bueno resultaría de todo.
 

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