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Lovers. por RLangdon

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Faltaban tres días para que se cumplieran las dos semanas desde su llegada. Era doloroso e irónico lo rápido que pasaba el tiempo estando en la ciudad.
 
En el bosque no existían esa clase de inconvenientes. En realidad eran las preocupaciones más nimias, de entre la sarta de problemas generados a raíz de su primer encuentro con Naruto.
 
Itachi ya había meditado seriamente en ello. Al fin tenía la resolución para sus múltiples tropiezos. Quizá no era la más adecuada, pero prefería ponerla en práctica que permanecer de brazos cruzados como había estado haciendo las últimas semanas.
 
Su corta estadía en la ciudad, había contribuido en gran medida a la toma de una importante desición.
 
Mientras caminaba por la acera, Itachi pensó en Shisui, también en su padre. Reflexionó en cómo estarían las cosas a dos semanas de estar ellos dos ausentes. Desde siempre se había reeplanteado cómo sería vivir permanentemente en la ciudad. Era una utopía bastante lejana, sin embargo, le agradaba la idea de imaginarse a sí mismo interactuando con su familia como debió ser en un comienzo. Claro que, ahora que conocía a Naruto, las cosas pintaban para ser muy diferentes. Naruto estaba ligado al bosque, tenía a su familia allí, además de estar plenamente adaptado a la vida salvaje. Por lo tanto, Itachi creyó que sería muy egoísta de su parte, anteponer sus deseos a los de su pareja. De cualquier modo él no podía deslindarse de sus deberes en el clan, al menos no todavía.
 
Se detuvo frente al portón, inhalando el aire fresco de la mañana. Había salido a completar los escasos víveres faltantes y no había querido despertar a Naruto. Las compras le habían tomado más tiempo del estipulado, pero finalmente todo estaba listo para su pronto retorno al bosque.
 
Rebuscó en los bolsillos de su pantalón y extrajo prontamente la llave. Camuflar su relación con el Kitsune había sido tan o más complicado que ver a Sasuke tratando de seducirle a la menor oportunidad posible. Tendría que explicarle pronto las cosas a su familia, aunque en cierto modo dudaba que no lo supieran todavía. Sobre todo Sasuke...
 
Abrió la puerta de la entrada, dejando las bolsas del mandado en el pasillo al reparar en el desastre que había por doquier.
 
-Pero qué...- parpadeó confundido. Las cortinas habían sido arañadas. Había espuma del interior del sofá rezagada en el piso. A la alfombra le faltaba un trozo de tela, y los cojines habían sido destruidos en su totalidad.
 
-Tu zorro escapo- dijo Sasuke desde el comedor. Itachi se precipitó hacia esa sección, sin terminar de procesar lo dicho por el menor, quien vertía despreocupadamente leche sobre un vaso.
 
-¿A qué te refieres con qué escapo?- y seguidamente llamó a Naruto en voz alta. Nada. -Sasuke, ¿qué fue lo que le dijiste?
 
-Genial, ahora vas a culparme de que tu mascota se volviera loca- ironizó, dando un prolongado sorbo a la leche. -Cuando desperté, ya estaba hecho todo este desastre. Oh, y alguien dejó la ventana abierta.
 
Sin querer entrar en discusiones banales, Itachi corrió al jardín, manteniendo la firme esperanza de que Naruto no anduviera muy lejos. Quizá se había molestado al no verlo, o tal vez Sasuke estaba mintiendo...
 
-¡Naruto!- gritó, viendo inverosimil que Naruto saltara la valla. Iba a salir a buscarlo cuando oyó un gruñido de contestación, tan suave que le costó determinar de dónde provenía. -Naruto kun- insistió en llamarlo. De nuevo obtuvo un quedo gruñido por respuesta, esta vez prestó mayor atención. Provenía cerca del árbol.
 
Por un segundo Itachi temió lo peor. Asi que no lo pensó mucho en correr hasta llegar al frondoso ciprés que anteriormente sirviera de juego para el Kitsune.
 
-Naruto...- fue entonces que lo vio. Naruto había escarbado un agujero muy cerca de las raíces y se encontraba dentro. Pero no estaba solo.
 
-Itachi- Mikoto llegó corriendo al poco tiempo, alertada por Sasuke de la situación. Se arrodilló rápidamente junto al agujero y contuvo una exclamación de asombro al cubrirse la boca con ambas manos.
 
Naruto había dado a luz a tres bellisimos cachorros.
 
-Tienes mucho que explicar, jovencito- se volvió para ver a Itachi, quien aún se encontraba en shock, atónito por el inesperado suceso. Había tres crías hibridas de zorro y lobo, aunque Naruto se había ocupado de mantenerlas ocultas con su cuerpo. -¡Sasuke, trae mantas limpias!- exclamó la fémina al reparar en la inmovilidad de su otro hijo. -Ven aqui, pequeño- tomó cuidadosamente a Naruto, e Itachi se arrodilló para tomar una de las diminutas crías que yacían recostadas sobre el improvisado material que uso Naruto para abrigarlas: hule espuma, un trozo de la alfombra, el encaje de las cortinas y el relleno de las almohadas.
 
-Mis...hijos- fue todo lo que atinó a decir. Sentía que se atragantaba con su propia saliva.
 
Itachi Uchiha acababa de convertirse en padre.
 

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