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La obsesión de un Slytherin (Drarry) por LalaDigon

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Parados en la puerta de la enfermería se sentían peor. No le había preguntado a Pansy como estaba llevándolo, pero sabía que ella se sentía igual de enferma que él. Ni en los peores escenarios pensó que Draco podría colapsar de ese modo. Era verdad que el plan consistía en hacer que accidentalmente lo asustaran al punto de llamar la atracción de Potter sobre él y lo empezará a ver como una víctima de lo que ese grupo de prejuiciosos suponía, era la escoria de Slytherin. Pero Draco se descontroló. Había intentado hechizo tras hechizo para zafarse y cuando no lo logró cada que intentaban acercarse más histérico se ponía. Cuando Pansy lo tocó, no importó que le hubiera gritado en su cara que iba a hacerlo, Draco simplemente perdió el conocimiento.

Habían sido estúpidos; al parecer el único motivo por el que Draco podía seguir parado y vivir lo más normal que pudiera, era porque sabía que podía defenderse. Él y todos los de octavo año que habían regresado habían tenido que proteger a los demás alumnos del arranque demencial de magia que expulsó Draco de su cuerpo antes de caer rendido.

—Pans —la llamó mientras la veía caminar por el pasillo de un lado al otro con expresión atormentada. 

—No lo intentes. —Lo atajó antes de que llegará a decirle que aquello no fue su culpa

  —Iba a decirte que te sientes antes de que te petrifiques. Me tienes los nervios destrozados de tanto caminar. Si quieres desfilar para mí, deberías saber que debes quitarte la camisa y la falda, como mínimo.

Vio sus labios temblar y sus ojos calmarse.

—¡Ustedes dos! —gritó Astoria apareciendo por el pasillo echa una furia—. ¡Despreciables, intentos de amigos!

—Vete Astoria. Nada tienes que hacer aquí —masculló Pansy.

—Vete... —murmuró repitiendo las palabras de Pansy, la miró trinando y sacó la varita apuntando a Pansy—. ¡Soy su prometida, por mucho que tu envidioso culo no lo acepte!

—¡No eres nada porque él nunca te va a aceptar! —chilló su amiga perdiendo todo el decoro que había intentado guardar.

Un ruido desde el pasillo llamó su atención. Lamentaba que ese par no pararan de gritarse una idiotez tras otra, pero si no se equivocaba —y salvo lo que había pasado hace unas horas, no solía hacerlo— solo una persona tendría el valor suficiente para aparecerse en la enfermería a riesgo de una sanción y esa persona era Harry Potter.

Era más que claro que cualquier plan de intentar poner a Draco como una víctima quedaban descartados. No iba a arriesgarse a dejar más traumado al pobre rubio. Ahora, las palabras de Astoria en la sala común, abrieron una nueva puerta. Si Potter no estaba allí para hacerse cargo de sus sentimientos por Draco iba a poner en funcionamiento el plan B.

—Chicas creo que podríamos dejar establecido que Draco no va a casarse con ninguna de ustedes. —Las dos lo miraron echando chispas por los ojos—. Lo siento, lo siento. Todos aquí sabemos que tengo yo más posibilidades que ustedes —Pansy abrió la boca sorprendida.

—¿Disculpa? —dijo Astoria resentida.

—Lo siento linda, es una cuestión de género. Le gustan los hombres y a menos que nos quieras confesar que lo eres, te diría que vayas yéndote por donde apareciste Astoria —se acercó a ella despacio y amenazadoramente—.  No me gusta repetirme, aléjate de Draco.

—¿Estás celoso? —preguntó la chica incrédula.

—Puede que me moleste que lo rondes, sí —aceptó divertido.

— Esto es ridículo, a ti no te gustan los hombres —masculló Pansy a su espalda.

Tuvo que resistir el impulso de insultarla. Cuando quería era la más lenta del mundo.

— Los hombres, no. Pero Draco es más que solo un hombre, ¿no Pans? —le preguntó volviéndose a mirarla mientras la taladraba con los ojos.

—Blaise… —empezó, pero cerró la boca cuando él señaló el pasillo a su izquierda con los ojos—. Yo... yo creo que Astoria sería mejor para él que tú.

—Me importa un rábano tu opinión. Ahora si las dos dejan de pelear por algo que ninguna va a tener, quiero ver si consigo que Pomfrey me deje entrar.

—¿A ti? —gritaron las dos indignadas a su espalda y él solo sonrió.

Iba a ser divertido, la realidad es que tendría que haberle dicho a Pansy que ese debía ser su primer plan.

— Si yo —les dijo, fingiéndose cansado—. Tengo una cosa que decirle que no puede esperar

—Me dan asco. No sé qué traman, pero espero que lo que pasó en el Comedor no se vuelva a repetir —los amenazó Astoria—. No puedo creer que eso sea lo que interpretas con ayudar Parkinson, pero si me entero que intentas ayudarlo de esa forma nuevamente vas a vértelas conmigo.

—No te preocupes Astoria, no voy a dejar que ella vuelva a estar muy cerca de él, no sin mí de por medio.

Con un resoplido molesto ella salió a paso decidido. Frenó en seco en el pasillo y Pansy la vio asentir saludando a alguien antes de continuar. Menos de un segundo después, Potter aparecía con expresión molesta indescifrable. La ira crecía dentro de ella. Lo odiaba. No era nada racional, lo sentía en el fondo de su estómago cuando lo tenía cerca; le molestaba su pelo, su cara, sus lentes, su actitud, sus amigos, básicamente todo de él era un insulto para ella y el día en que entendió que Draco amaba todo aquello que ella odiaba, más lo odió. 

 

—¿Se te ofrece algo Potter? —le dijo Blaise a su lado, todo amable y servicial.

Era un lameculos tan bueno que a ella se le retorcía el estómago de solo verlo.

—Quiero hablar con Malfoy —dijo mirándolos con su soberbia natural.

—Imposible, en este momento se encuentra fuera de servicio —le dijo molesta.

—¿Sigue inconsciente? 

Podía ver su horrible cara deformarse de la impresión, pero eso le daba igual, no se merecía a Draco.

—No veo porque eso sería asunto tuyo —ladró.

—Porque tengo que hablar algo con él.

— ¿Qué quieres decirle Potter? Cuando me dejen pasar se lo puedo comentar. 

Rodó los ojos asqueada. Blaise, tan servicial.

—Gracias, pero preferiría hablarlo personalmente con Dr… Malfoy —se corrigió rápidamente, pero ella vio el brillo peligroso prenderse en los ojos del dichoso Elegido cuando Blaise se ofreció a ser el intermediario.

Blaise tenía un plan, ya lo había captado. Iban a darle celos a Potter, y si Blaise iba a enamorar a Draco, el pobre bastardo cuatro ojos no sabía que se le venía encima.

Si algo podían decir a favor de Blaise quién fuera, es que tenía las mismas dotes seductoras que la viuda negra a la que llamaba mamá. Su piel chocolate resultaba atrayente, pero eran su pose, su sonrisa ladeada y sus ojos azul noche lo que lo hacían un imán para el sexo opuesto. Muchos fueron los chicos que intentaron convencerlo de que se cambiase de bando, pero él siempre se resistió. Ahora el pobrecito Potter iba a saber lo que era que un chico como Blaise enfilase la artillería. No dudaba de que Draco jamás iba a caer en esa simple patraña pues era el primero en quejarse de las andanzas de Blaise, lo molestaba diciéndole que algún día iba a pillar alguna enfermedad; pero Potter…. oh, él no iba a saber qué hacer cuándo viera con sus propios ojos los descarados intentos de Blaise por convencer a alguien del porque era una buena idea tomarlo como amante.

Lo primero era ver que quería Potter ahí, quizás, el plan de Draco si había funcionado. Por la cara del pobretón Weasley, no era así, pero se lo debía a Draco. Le debía mucho después de lo que pasó en el comedor y si tenía que darle a Potter 5 segundos de su tiempo lo iba a hacer. 

—¿Que quieres decirle Potter? ¿Qué si o qué no? —le preguntó sin miramientos.

Blaise a su espalda gruñó molesto. Ella no iba a dejar que sus ganas de jugar al enamorado del año bloquearan la relación de Draco con el infeliz cuatro ojos que abría y cerraba la boca como un pez frente a ella. No tenía caso fingir que Potter no sabía quién era su admirador. Lo vio mirar directamente a Draco unos segundos antes de que todo se le fuera de las manos y en sus ojos pudo confirmar la sospecha de Blaise, sí lo sabía.

—No entien...

—No te hagas el desentendido Potter —le dijo dejando traslucir el fastidio que le provocaba aquella inútil charla—. Sabes que el que está detrás de todos esos detallitos es Draco. ¿Acaso vienes a decirle que quieres estar con él?

El idiota de Weasley a su espalda tosió descontroladamente poniéndose tan rojo que podía hacerse pasar por banderín de Gryffindor.

—No claro que no —le respondió Potter muy rápido. Demasiado rápido.

¿Así que no? El muy bastardo sangre sucia inmundo. El jodido elegido era mucha cosa para la escoria del mortífago. Sintió como las lágrimas llenaban sus ojos. Ese hijo de puta se atrevía a despreciar a la única persona que parecía quererlo por algo más que sus disque habilidades.

—Vete —le ordenó bajando la voz.

—No me das ordenes Parkinson —le dijo cruzándose de brazos con altanería.

—No me interesa lo que quieras o no Potter yo le voy a informar a Draco que no quieres nada con él. Ahora vete.

—Yo vine a hablar con él no contigo —respondió enervándose cada vez más.

—¡Me importa una mierda lo que tú quieras, Potter! —le gritó fuera de sí.

—Pansy —suspiró teatralmente Blaise—. Sinceramente, podrías ser menos histérica.

Le lanzó una mirada que despejaba toda duda sobre si el comentario era o no gracioso.

—Potter, no te hagas problema —dijo volviéndose a ver al moreno con una de sus mejores sonrisas—. Lo que aquí Pans quiere decir es que yo voy a comentarle a Draco que estás agradecido pero que no estás interesado.

—Te lo repito Zabini, no vine a hablar con ustedes dos —masculló ligeramente irritado—. Vine porque esto es algo que tengo que hablar con él.

—Potter —gruñó cansada de su parloteo.

—Pansy, ¿por qué no haces algo útil por todos aquí y te vas a refrescar? —sugirió Blaise mostrándose enojado de verdad—. Ahora Potter —volvió a mirarlo y esta vez ella pudo ver que la farsa quedaba atrás—. Por si no te diste cuenta

—Cosa muy probable —murmuró por lo bajo ella mirando a Blaise y sonriendo angelicalmente. Lo que le valió una mirada airada del moreno.

—Decía. Si no te diste cuenta, Draco ahora está indispuesto. Lo que pasó hoy ya es comidilla de todos los estúpidos en este colegio y suficiente humillación por un día. No estoy de acuerdo —nunca lo estuve— con esa fijación idiota que siente por ti, pero lo respeto. Es mi mejor amigo y creo que tuvo más que suficiente por un día.

 

La cara de Potter se mantenía inmutable pero su postura se relajó considerablemente.

—No quieres nada con Draco, mejor —dijo encogiéndose de hombros—. Pero creo que Draco tuvo más que suficiente. Puedo prometerte que no voy a dejar de insistir para que él encuentre alguien nuevo en quien fijar su interés así te deja en paz.

Potter apretó la mandíbula, pero no dijo nada. Sus ojos miraban con escepticismo a Blaise pues este lo había encerrado. Si de verdad no quería nada con Draco la solución de Blaise era la mejor. No iba a tener que verle la cara, pero algo en la actitud del Gryffindor le dijo que eso no era para nada algo que le agradara. No parecía estar muy contento con la promesa de Blaise.

Se mordió la lengua para no lloriquear. No podía ser que... no era posible. El idiota plan de Draco si había funcionado, la mierda de Potter si estaba interesado en él. Solo que no podía entender porque se negaba. Después de todo, podía entender la mayoría de los prejuicios, pero Draco era brutalmente hermoso. Ella misma había sentido envidia en más de una ocasión.

Sus ojos grises se oscurecían deliciosamente cuando se enojaba y solo a veces lo hacía adrede para poder ver sus ojos plata fundirse al color del acero. Su pelo era algo de lo que ella no perdía tiempo intentando explicar, seguro que si acercaban unas tijeras a él las tijeras se quedan sin filo antes de lograr cortar una sola hebra; después estaba su cuerpo, lo suficientemente entrenado para ser firme y fibroso, pero no tanto como para tener músculos a la vista. Era fuerte y macizo. A Potter, por su lado, podía reconocerle que sus ojos verdes tenían algo que podría describirse como encanto, pero nada más jugaba a su favor.

Claro que San Potter, no podía descender al nivel de un mortífago, así fuera uno como Draco que, salvo los primeros meses, no había disfrutado para nada de la experiencia.

—Vamos Harry —dijo la comadreja abriendo la boca por primera vez.

— Eso Harry, váyanse de aquí. Nadie los quiere. Ni los necesita. Draco va a estar mucho mejor con alguien de su clase.

— ¿Cómo tú? —le preguntó mirándola con odio.

—Podría, pero a él le gustan más los chicos, pero no sé. Blaise es un claro ejemplo del espécimen perfecto para él —se acercó unos pases a él amenazadoramente—. Lárgate de mí vista Potter.

—¿Acaso crees que te tengo miedo Pansy? —preguntó él soltando una cruel carcajada—. ¿De verdad? —la incredulidad bañaba sus palabras—. ¿Acaso crees que después de matar a Voldemort me da miedo una estudiante cómo tú?

Todos en el pasillo se quedaron mudos. Las palabras de Potter golearon a Pansy justo en la cara.

—Creo que deberías tenerle miedo que esté dispuesta a apuntarte con una varita que no se rehúsa a tocarte Potter, no seré tan fuerte, pero mi varita no se opondría a freír tu desagradable trasero —le contestó con su orgullo herido.

Claro qué si le hubieran preguntado, buscar a Potter no fue la más brillante jugada de su mejor amiga. Potter era terco, decir cosas como: «»no puedes», «no te incumbe», «o no es problema tuyo», solo activaban ese gen rebelde que tenía. 

Él sí quería que Draco terminase con ese idiota; pero Pansy, que si esperaba que esto fuera una cosa pasajera, había cometido el peor error en la historia de los errores, le dijo a un perro que no podía tener un huesito. Había dinamitado toda posibilidad de que el plan fallase con una sola palabra, «vete».

—Ya pueden pasar señores —la voz de Madame Pomfrey los sorprendió a los cuatro. Él se giró para mirar a Pansy y suplicándole con la mirada la agarró del brazo. 

—Ya voy yo, gracias —dijo educadamente mientras la enfermera lo estudiaba detenidamente.

—¿Potter puedo hacer algo por usted? —preguntó mirándolo con precaución.

— No solo vine a ver a Draco —le respondió y el color llenó sus mejillas. 

Era toda una sorpresa que lo llamara por su nombre de pila, pero no podía decir que no fuera algo esperable, después de todo, el pobre Potter estaba muy coladito por su amigo. 

—Muy amable de su parte, pero me temo que el joven Malfoy se encuentra... delicado y por el momento mejor que lo vean solo sus amigos. —se disculpó y Pansy no pudo evitar refrenar su soberbia expresión.

Esa chica iba a tener que aprender más de Potter, porque una vez que fuera novio de Draco o aprendía a controlarse o el chico siempre iba a ganar todas las discusiones. 

—Yo soy su mejor amigo, yo entro —se apresuró a decir antes de que Pansy y su boca derribaran su plan. 

Ella, si bien no estaba contenta, resopló, aceptando que fuera él quién entrara. Le apretó el brazo y la arrastró lejos de Potter que parecía tener intenciones de quedarse allí plantado. Weasley lo miraba impotentemente mientras que, cada pocos segundos, los miraba a ellos dos entrecerrando los ojos. No se equivocaba en suponer que ellos no eran de confiar. Después de todo, ¿quién sino alguien que fuera muy retorcido ayudaría a unir a ese par?

—Pansy linda, necesito que dejes la puerta abierta, que pongas un hechizo amplificador y que te asegures que Potter escuche cada una de mis putas palabras, ¿será acaso eso pedirte mucho? 

 

El bufido poco femenino que le dio como respuesta le bastaba.

 

 

Draco estaba medio recostado en una de las primeras camas de la enfermería. Su piel casi traslúcida daba testimonio del mal momento que había pasado. Sin embargo, era en su cara donde se veía su tormento. Había luchado mucho por mantener un poco de su viejo estatus. Casi todo el mundo sabía que lo suyo no fue exactamente la valentía durante los últimos meses del Lord al poder y ahora con la imagen de nene frágil y roto, podía irse olvidando del viejo respeto o el miedo que le tenían todos.

Se recordó patearse a sí mismo por no haber previsto que el plan de Pansy exponía brutalmente el orgullo de su amigo y se juró dar todo de él, para que esa vez las cosas funcionaran. 

Se acercó sonriéndole de lado, la lástima no iba a ayudarlo y era una buena idea que lo prepara para lo que se le venía.

—Entonces, eso fue todo un show Draco —dijo pasando de la silla y sentándose en la cama.

Draco alzó una ceja extrañado por su elección de asiento, pero no dijo nada al respecto. «Buen chico», pensó divertido.

—Eso dicen —masculló aburrido.

«Excelente chico, si a él no le importaba en lo más mínimo, los demás no iban a poder usarlo en su contra, o por lo menos no con demasiado ahínco».

—Oh lo fue, juro que hubiera sido hermoso poder guardarlo para la posteridad —le dijo riendo—. En especial cuando Pansy gritó que iba a tocarte, creo que podría sacar unos cuantos patronus de ese momento.

—Imbécil —dijo con fastidio.

—Lo dijo el trastornado —asintió.

—¿Viniste a molestarme? Porque eso puede esperar unas horas más, Blaise.

El suave susurro de la puerta sonó a su espalda y empezó su actuación.

—Potter sabe que eres el de los regalos —comentó acercándose más a él.

—¿Sí? —los ojos de Draco brillaron expectantes y tenía que reconocer que no le agradan en lo más mínimo darle las siguientes noticias.

—No quiere saber nada de ti —finalizó. No iba a adornar la verdad, mientras más realista fuera con sus posibilidades menos iba a sufrir.

Nadie que viera como sus ojos se apagaban podría decir que Draco no tenía corazón. Y eso que él era el primer escéptico.

— Ya —murmuró aceptando su realidad.

—Draco —lo llamó empleando su mejor tono, ese que solía reservar para las chicas con las que pretendía esforzarse. 

Si Draco no estuviera tan conmocionado con lo que acababa de decirle hubiera notado la diferencia, pero en este momento se estaba bañando en la laguna de la autocompasión. 

— Draco, es lo mejor ¿no crees? —le preguntó tomando su mano.

Su mejor amigo seguía sin prestarle mucha atención, a duras penas le había dirigido más de una mirada.

—Draco, de verdad, hay muchos chicos en nuestra casa que se cortarían una mano si supieran que te gustan los mancos.

Eso último logró traer un poco de su atención.

—¿Algo más Blaise? —preguntó cerrando los ojos.

«Oh tanto más Draco», pensó con malicia.

—Sí, yo... Draco, ¿por qué no dejas de lado a ese inservible de Potter?  Podrías tener a todos los chicos de la escuela, sin importar sus preferencias sexuales, eres tan sexy que cualquiera querría hacerlo contigo.

Los ojos de Draco se abrieron de golpe y tuvo que obligarse a no soltar la carcajada que le atravesaba el pecho.

—¿Disculpa? —preguntó su amigo desorientado por el rumbo de sus palabras.

—Eso que escuchaste. De verdad creo que, si tan solo miraras para los costados, o enfrente tuyo, encontrarías mejores opciones que ese bueno para nada Potter, digo, ni siquiera tiene estilo.

—Ya dije que no iba a seguir discutiendo esto. Ahora, si me dejas, quiero dormir.

—No me estas escuchando —rezongó—. Quiero que lo aceptes Draco, esa mierda de Potter no vale todo lo que hiciste, digo, yo habría saltado a tu cama después del estúpido relicario.

—¿Escuchas alguna de tus palabras Blaise? —dijo su amigo sacudiendo la cabeza, desconcertado—. ¿Qué tú qué? Por Merlín, ¿es que también tuviste un accidente?

—No solo, bueno. Me asusté con lo que te pasó, eres importante para mi Draco —se acercó un poco más a su amigo y lo vio abrir los ojos alarmado.

Había reconocido su tono de voz y lo estudiaba alarmado. Sabía que cuando él estaba interesado en una chica, no tardaba mucho en conseguir lo que quería. 

—¿Te hechizó Pansy? —le preguntó terminando de incorporarse en la cama. 

—No —dijo ofendido—. ¿No puedo preocuparme por ti si no es porque ella hechizara?

—Lo que no puedes es estar usando tu tono de cacería conmigo Blaise.

—¿Por qué no? —le preguntó cerrando más la distancia entre ellos—.  Digo, eres un hombre libre, yo también...

 

—Eres heterosexual. Muy heterosexual. Y yo estoy muy enamorado del idiota cuatro ojos cara rajada que decide ser mucho para mí, pero, ¿qué le vamos a hacer? Ahora, déjame en paz. No lo quiero repetir. 

—Soy bisexual Draco y en todos estos días estuve pensando mucho en que no sería una mala idea probar un poco de todo mientras esté en la escuela. Y si en verdad salgo con tantas chicas solo porque nunca probé con los hombres.

—Definitivamente estoy delirando. Es eso ¿no? Me golpeé fuerte la cabeza al caer al piso y esto es un sueño. —Se llevó la mano a la cabeza y se apretó los costados concentrado en su revisión.

—No sabía que soñaras conmigo Draco —ronroneó.

—Merlín —susurró Draco mientras él se abalanzaba por su boca.

Rezó para que Potter no se tomará demasiado tiempo en reaccionar y tuvo que apretar los brazos de Draco que luchaban por liberarlo de su agarre, pero era una cuestión de orgullo para él. Nunca, desde los trece años, una persona no disfrutó de sus besos y no pensaba romper su racha.

Se subió sobre el regazo de Draco y ajustó sus piernas sobre sus brazos y con las manos libres al fin, lo sujetó de la cara para obligarlo a echar hacia atrás la cabeza. El gemido de Draco fue todo lo que Potter necesitó, en menos de un segundo, cuando logró obligar a la boca de su amigo abrirse para él, fue derribado de la cama. 

Respirar era terriblemente doloroso. Una risa divertida, un suspiro resignado, un jadeo de sorpresa y una respiración entrecortada y rápida fue lo último que escuchó. 

El dolor no logró mermar el regusto a victoria llenó su boca. Había ganado en la lucha de voluntades. 


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