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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XXXIV: Tiempo en familia.

 

Renato dejó su celular encima de su cama, mientras respiraba profundamente, llevó su mano  a su pecho sintiendo su corazón acelerado, acaba de sufrir el susto más grande de su vida con la noticia de que Camilo estaba en peligro. No era que el chico le agradara en un cien por ciento, pero si quería seguir manteniendo su personalidad inofensiva, tenía que obligadamente proteger a Camilo aunque fuera en la lejanía.

Tomó nuevamente su celular y lo guardó en su bolsillo antes de salir al pasillo a atender a su hermano menor, Gaspar parecía totalmente ajeno a todo el peligro que se aproximaba. Sonrió, era mucho mejor así, puede que su primera personalidad fuera inescrupulosa en algunos sentidos, pero su segunda personalidad le tenía cariño a su hermano menor y le decía con uñas y dientes que no le hiciera daño.

—Gaspar—llamó Renato, captando la atención de su hermano—Porque no eliges la película, mientras hago las cabritas.

— ¿Cualquiera?—preguntó emocionado.

 —Una que nos agrade a todos ¿Si?—propuso, con una sonrisa alegre.

Gaspar tomó el control del televisor y se entretuvo en la misión impuesta por su hermano. Renato se dedicó a las cabritas con una sonrisa alegre, observo el reloj dándose cuenta de que Maximiliano llegaría dentro de veinticuatro horas y su padre en cualquier momento. El aroma de las cabritas, poco a poco inundó la casa, haciendo que Gaspar en vez de concentrarse en su misión de encontrar una película para los tres, se dedicó a molestar a su hermano mayor para robarle las cabritas.

— ¡Te he dicho que no!—exclamó Renato, al mismo tiempo que Guillermo entraba a la casa.

Guillermo se acercó a la cocina, soltando una carcajada al ver que Renato luchaba con Gaspar para evitar que este se quemara al mismo tiempo que trataba de salvar las cabritas que se salían de la olla. Fue donde Gaspar y decidió apartarlo, causando que este le abrazara con una sonrisa alegre, mientras se dejaba guiar hasta el sillón. Guillermo le dejó allí para regresarlo a su antigua misión.

—Mejor, busca la película —dio como opción antes de dejarlo en el sillón.

Guillermo prefirió quedarse al lado de su hijo menor, mientras lo vigilaba para encontrar la película, conocía a Renato a la perfección como para saber que estaba molesto y nadie debía molestarlo. Él también estaba bastante cabreado con el asunto, le molestaba saber que Renato podía representar una amenaza para todo su entorno. Giró su cabeza para ver que Renato ya tenía las cabritas preparadas, pero su semblante de preocupación seguía intacto.

— ¿Qué sucede Renato?—preguntó acercándose a la cocina para que Gaspar no se enterara.

—Rodrigo y Gabriel, estaban preocupados por Camilo, pero ahora está mejor—resumió, mirando a su padre, no tenía que ser adivino para saber que su padre tenía algo de culpa en la situación de Camilo.—¿Por qué tenías que molestarlo?

—Porque me debo asegurar de que él se encuentre en perfecto estado con su familia—contestó a su hijo sin dejar de mirarlo.

—Pues, no lo hagas más. Él ya me odia lo suficiente—comentó con enojo, pasándole el bol con cabritas.

Guillermo asintió, mientras tragaba saliva algo había escuchado de Maximiliano sobre la relación de Renato con uno de sus compañeros, no le fue difícil averiguar qué se trataba de Camilo. En teoría jamás se llevaron bien y juntos igual de peligrosos que separados, pero prefirieron separados porque así cada uno tendría una experiencia propia de familia. Por lo menos, había averiguado que Camilo la había experimentado y tenía mucho miedo de perderla.

— ¿Me escuchaste? Quiero que lo dejes tranquilo—rectificó su petición con enojo.

—Sí, escuche. No volveré a molestarlo—susurró con seguridad, para que su hijo se sintiera tranquilo. — ¿Ahora podemos pasar un tiempo en familia?

—Sí, solo déjame llenar estos dos bol de cabritas, porque Gaspar se come todo. —pidió con una sonrisa que hizo a ambos sonreír, cuando Gaspar gritó emocionado, haciéndoles entender que había encontrado la película.

Guillermo sonrió, ahora sí podía comprobar también que Renato era muy probable que tuviera miedo de perder a su familia también. Ayudó a su hijo con ambas fuentes de cabritas para que Gaspar no sospechara de su conversación, llegó al sillón dejando ambas fuentes en la mesa bien como su hijo menor extendía para sacar cabrita de una de ellas.

— ¡Oye! Primero comete las que tienes en tu bol—le regaño haciéndolo retroceder.

—Papá, no lo regañes, mejor veamos la película ¿Si?—propuso, aburrido con una sonrisa.

Guillermo sonrió y se instaló al medio de sus hijos para ver esa película que a ambos les encantaba, pero que tanto le aburría a él, pero esos eran los sacrificios que debía hacer por sus hijos.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui, Nos vemos en la siguiente publicación.


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