Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Niños... por Yakaylex2

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí la continuación, ¡que la disfruten!

Me dirigí al cobertizo y para mi sorpresa Yamato, Daisuke y Takeru estaban allí.


- ¡Taichi! - Gritaron los tres, pero el primero en abrazarme fue Daisuke. Yamato continuaba abrazando a Takeru.


- Lo siento... yo... - Un nudo en la garganta me impedía hablar.


- ¿Dijiste que no teníamos ninguna relación? - Me preguntó con una voz un poco fría. Aunque no sé si estaba enojado conmigo o solo quería verse fuerte para Takeru.


- Si... lo hice... - Lo miré y su hermosa sonrisa me devolvió el corazón a mi alma.


- También nosotros. Los tres dijimos que veníamos a practicar contigo para tu obra de teatro. Cómo habíamos acordado.


- ¡Si! -  Gritaron con entusiasmo Daisuke y Takeru.


- ¿Qué vamos a hacer? - Les pregunté.


- ¡Escapar, Taichi! - Daisuke dijo muy entusiasta, mientras entrelazaba sus manos con las de Takeru. - ¡Vámonos juntos los cuatro!


- No es tan fácil, Daisuke. - Le dije.


- ¿Por qué no, Taichi? - Me sorprendió que fuera Yamato el que hablara. - Aquí no hay nada para nosotros. Podríamos irnos lejos sin que nadie se entere y viviríamos todos juntos.


- ¿A dónde? - Le pregunté dudoso.


- A Francia. - Respondió Takeru con velocidad. - Mi abuelo se hará cargo de nosotros. No habrá problema.


- ¿Por qué si tienen un abuelo están en este lugar? - No entendía nada.


- Porque él no sabe que estamos aquí. - Me explicó pacientemente Yamato. - Pero si logramos contactarlo, seguro que viene por nosotros.


- ¿Y para qué escapar entonces? - Suspiré. - Bien podrías encontrarlo desde aquí dentro y después él podría adoptarnos a los cuatro.


- Pero no sabemos cuánto tiempo vamos a tardar en encontrarlo. - Me respondió de inmediato y por fin la enormidad de lo que quería hacer se hizo evidente. Takeru y Daisuke nos miraban confundidos.


- ¿Lo ves? No sabemos cuánto tiempo pasará para que lo encontremos. No podemos hacer nada allá afuera. Para el mundo solo somos unos niños. No nos darían empleo, no tendríamos un hogar, ni alimento. Nos perseguirán como a unos perros. - Mi voz comenzó a elevarse. - ¡Piensen un momento siquiera en que Takeru no aguantaría nada de eso con su enfermedad! - Daisuke lo abrazó de los hombros mientras Yamato bajaba la mirada. Traté de calmarme. - Soportemos un poco la presión de Sora. Me duele que no vayamos a pasar tiempo juntos, pero podemos hacerlo. Si me va bien con lo de la obra tendremos algo de dinero para alguna emergencia. Por lo pronto podemos ir moviendo poco a poco nuestras influencias para tratar de encontrar a su abuelo.


- ¿Y qué pasará con Izumi? ¿y con Sora? - Me preguntó molesto Yamato. – Sora prácticamente me obligó a volver con ella, a ti te comprometió con su amiga ¿Qué tal si quiere casarnos?


- Dudo que quiera que nos casemos a esta edad... - lo pensé un instante- no puede hacerlo, ¿o sí?


- Creo que no tendríamos que tenerle tanto miedo a Sora. - Por primera vez Takeru externaba su opinión. - Sin la autorización de sus padres no puede hacer nada, quizá solo los está tratando de manipular… -Suspiró. - Taichi tiene razón, si nos escapamos sería un movimiento tonto. En cambio, si nos quedamos podremos hacer mejor las cosas y sin tanto peligro.


- ¡Gracias, Takeru!  - Le agradecí de inmediato.


- ¿Y tú en qué piensas, Daisuke? - Preguntó Yamato, ya que desde hacía unos momentos el chico parecía en trance.


- Los padres de Sora vendrán de nuevo en un mes. Para ese tiempo necesitamos conseguir que su abuelo venga hasta aquí. Sería bueno tener algún aliado allá afuera para que lo busque. - Se quedó pensativo un momento y luego su rostro se iluminó. - ¡Un momento! Ken pronto va a salir de aquí ya que una familia que perdió a su hijo lo quiere adoptar. Podríamos pedirle que nos ayude. Solo necesitaríamos tener alguna fotografía o dirección.


-Espera... - Yamato revolvió en su bolsillo. - Esta fue la última carta que recibimos, hace casi ocho años. Después de eso, mis padres se mudarían a este país, se separarían en tan malos términos y nosotros terminamos aquí. Nunca le pudimos avisar a mi abuelo de nuestra nueva dirección.


- Lo ideal sería enviarle una carta, explicándole la situación y la fecha en la que debería presentarse. Si la recibe estaríamos salvados. Si no lo hace... -guardé silencio.


- ¡No nos pongamos pesimistas! Lo vamos a conseguir ¡Ya lo verán! - Gritó Daisuke y todos sonreímos, pese a nuestros enormes deseos de llorar.


Después de unos minutos, cada uno se dirigió a un extremo del cobertizo.


- ¿En qué piensas, Yamato? - Giré mi rostro para quedar de frente. Yamato me tenía abrazado de la cintura. Me encantaba que lo hiciera pues me hacía sentir seguro.


- En que voy a extrañarte cada día un poco más. - Sonrió tristemente y depósito un suave beso en mi frente.


- Siempre estaré a tu lado, aunque no me veas.


- Si, pero no quiero imaginarte besuqueándote con alguien más. - Me dijo con una mueca de desagrado. Le sonreí.


- Yo tampoco quiero imaginarte a ti de esa manera. Si quieres, cuando bese a Izumi, puedo imaginarme que te beso a ti.


- ¡No, gracias! - Me dijo más molesto. - No quiero que le des un beso francés a ella como correspondiste el mío. -Reí con más fuerza.


- Está bien, solo en la mejilla. Además, si es amiga de Sora, seguramente será igual de mojigata que ella.


- Eso espero. - Suspiró. Después se inclinó y me besó tiernamente en los labios. Habíamos acordado esperar un poco para llegar más lejos.


- Mira, Taichi. Hagamos algo genial. Algo que nos mantendrá unidos para siempre. - Sacó una pequeña navaja.


- ¿Qué? - Le pregunté con mi voz temblorosa, mientras él se hacía una pequeña herida en el antebrazo.


- Un pacto de sangre. - Me tendió la navaja.


- ¿Qué? Ya no estamos en los años 20. - Le dije.


- No estamos muy lejos de esos años. – Me respondió divertido mientras la sangre comenzaba a correr por su brazo. Suspiré y tomé la navaja.


- Está bien, está bien. Solo por ti, Yamato. - Me hice una pequeña herida en el brazo y de inmediato los unimos.


- Ahora estamos unidos por un pacto de sangre para siempre, Taichi.


- Si, Yamato. - Ambos nos abrazamos y sellamos el momento con un beso, que yo recordaría para toda la vida. - Te amo.


- Yo también te amo, Taichi.


Un rato después nos reunimos con los más pequeños y nos fuimos a nuestros respectivos dormitorios.


Después de eso, Sora cumplió al pie de la letra sus amenazas. Eran pocas las ocasiones en las que podíamos vernos en el comedor, porque nuestros horarios siempre eran diferentes. Sora no se le despegaba ni un momento. En las citas que habíamos tenido, tampoco tuvimos oportunidad de charlar ni un momento, pues ambas chicas eran demasiado posesivas. Lo único que nos quedaba era dirigirnos breves sonrisas y miradas cómplices al encontrarnos por los pasillos.


Una semana después, cuando todos dormían, escuché a mi amigo llorar.


-Daisuke, ¿estás bien?


- No... extraño a Takeru... - lloró un poco. - Lo extraño más que a nadie en mi vida. – Sentí un nudo en la garganta, por lo que acaricié su cabeza. – Para mí, él es mi familia, pues no tengo a nadie más en el mundo. Desde que llegó aquí estuvimos juntos, pero ahora… - Pude notar que su puño sostenía algo rubio.


- ¿Qué es eso?


- Es un mechón del cabello rubio de Takeru. - Me lo extendió y luego se limpió las lágrimas. Pese a la obscuridad podía notar lo brillante que era. - Él tiene uno mío, así podemos estar juntos. - Sonreí. Desee tener también uno de Yamato, pero sabía que una parte de él estaba dentro de mí por el pacto de sangre que habíamos hecho.


Pasaron las semanas. Faltaban dos días para que los padres de Sora llegaran, cuando Daisuke llegó con una gran noticia.


- ¡Ken encontró al abuelo de Takeru! - Gritó entusiasmado.


- ¿De verdad? Oh, cielos. - No podía dar crédito a lo que escuchaba.


- No nos había podido avisar ya que las actividades de sus padres no le permitían venir a la Casa. Pero hoy que por fin pudo venir a visitarme, me trajo la carta que recibió hace unos días. El abuelo llegará mañana por la noche, así que el viernes a primera hora estará por aquí, dispuesto a adoptarnos a los cuatro.


- ¿Takeru ya lo sabe? - Le pregunté, Daisuke era el único que podía acercarse un poco al chico, ya que solo había un grupo de estudio para los de su edad.


- Ya y no sabes lo feliz que se puso. Me daban ganas de comérmelo a besos allí, pero el profesor nos vigila como un halcón.


- ¡Qué bueno! - La alegría invadió mi corazón. Por fin las cosas volverían a estar bien. Yamato y yo, Daisuke y Takeru. Todos estaríamos juntos para siempre.


Al día siguiente, realizamos nuestras actividades con más entusiasmo que en días pasados. Nuestro miedo había desaparecido. En la cita de ese día terminé con Izumi, argumentando que estaba enamorado de alguien más. Cuando regresé a la Casa quería tirar la puerta del cuarto de estudio y tomar a Yamato entre mis brazos. Bailaríamos por toda la casa, nos besaríamos en la misma cara de Sora y haríamos las cosas más locas que se nos hubieran ocurrido jamás. Pero no lo hice. Tenía que fingir lo más posible.  


Por la noche, Daisuke y yo estábamos juntando nuestras escasas pertenencias en una vieja mochila cuando la puerta se abrió.


- ¿Qué hacen, chicos? - Otra vez, esa inconfundible voz salía de la obscuridad. - ¿Se van a escapar o qué?


- ¿Cómo crees, Sora? - La voz de Daisuke se oía animada. - Nos preparamos para dormir.


- ¿Con todas sus cosas? - Miró inquisitiva.


- ¿Qué quieres? - La interrumpí. No tenía humor para aguantarla.


- Me enteré de que terminaste con Izumi – la miré sorprendido. – La pobrecilla no paraba de llorar. – No dije nada. -  ¡Ah! y también me enteré de que mañana vendrá el abuelo de Takeru y Yamato, ¿lo sabían?


- ¿Cómo...? - Comenzamos a preguntar.


- ¿Creen que no reviso sus pertenencias, muchachos? - La carta estaba en las cosas de Takeru. - Lastima que solo se llevará a dos de ustedes.


- ¿Por qué dices eso?


- Porque así son las reglas. - Nos dijo con una sonrisa de satisfacción en el rostro.


- Para que lo sepas, el abuelo de Takeru es muy rico, y podría llevarse a todos los huérfanos de esta casa. - Gritó Daisuke.


- Ya lo veremos. - Se dio la vuelta y se marchó de prisa. ¿Qué habría querido decirnos? Pese a la incertidumbre que nos produjo su visita, nuestro ánimo no se había ido. Nos fuimos a dormir con una enorme sonrisa en el rostro, sabiendo que al dia siguiente nuestra vida daría un giro muy especial.


A la mañana siguiente durante el desayuno, me sorprendió sobremanera que nuestros compañeros de mesa fueran Yamato y Takeru. ¡Qué alegría sentimos! Discretamente nos sentamos uno al lado de nuestro respectivo chico. Y con la misma discreción nos tomamos de la mano bajo el mantel. Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas. Había pasado un mes entero sin poder sentir el suave tacto de Yamato entre mis manos. Me sonrió como siempre lo hacía y me apretó con más fuerza. Pude notar que Daisuke y Takeru también actuaban como dos tontos.


La comida llegó. Leche de vainilla y leche de chocolate. Se notaba que hoy estarían los señores Takenouchi en la Casa. Daisuke y Yamato devoraron la leche de vainilla, pues era su favorita. Takeru y yo la de chocolate. Charlamos sin parar de lo que haríamos a partir de ese día. Yamato me abrazó la cintura mientras me sonrojaba a más no poder. Lo miré sorprendido, pero solo me guiño el ojo. Cuando vimos que Sora se acercaba, siguió abrazándome con fuerza.


- ¿Se divierten, chicos? - Su falsa sonrisa comenzaba a cansarme.


- Mucho Sora, gracias por preguntar. - Fue Yamato el que habló. - Y si fueras tan amable de dejarnos solos te lo agradeceríamos.


- Oye, no debes hablarle tan feo a tu novia, hermano. - La voz de Takeru se escuchaba sarcástica.


- Ya no lo es.  - Respondió fríamente. Pude notar el sonrojo en las mejillas de Sora. Se veía furiosa, pero logró controlarse. Suspiró.


- Tienes razón, Yamato. - Nos dio la espalda y comenzó a caminar. Aunque después de unos pasos se detuvo abruptamente. - Espero que hayan disfrutado su comida... yo misma la preparé...


Yo misma la preparé...


Mi cerebro repitió con fuerza esa frase. Mire a mis amigos, ellos también me miraban a mí. Y de pronto comprendimos.


La mitad del comedor comenzó a toser. Yamato y Daisuke se doblaron del dolor. Algunos de los otros supervisores y yo nos pusimos de pie, unos fueron por el subdirector y otros más nos quedamos auxiliando a nuestros compañeros.


- ¡Cada uno ayude a su compañero! - Alguien gritó. Los llantos de las chicas se combinaban con el dolor de los muchachos y viceversa. Takeru se acercó a Daisuke, yo me acerqué a Yamato.


- Yamato... - Lo trataba de ayudar a sentarse en el suelo, pero era tanto el dolor que Yamato se recostó sin pensarlo. Comencé a llorar. Podía ver su hermoso rostro contraído por el dolor. - ¡Oh, Yamato!


- Tran... tranquilo... - hacia un esfuerzo sobrehumano por hablar. Me incliné hacia él. - Estaremos bien.... -abrió los ojos y los vi nublados. - Cuida a... Takeru... -  


- No... - Me negaba a aceptar la idea.


- Promételo… - Me miró con desesperación.


- Lo prometo… - Asentí mientras mi voz se quebraba. Sonrió débilmente.


- Te... amo... - Levantó el rostro y rozó mis labios, después cayó pesadamente.


- ¡Oh, Dios mío! - Comenzaron a gritar todos. El subdirector llegó y las ambulancias se escuchaban a lo lejos.


- ¡Yamato! - grité. Miré a Takeru y vi que el hacía lo mismo con Daisuke. Unos minutos después varios camilleros nos hicieron a un lado y los mayores comenzamos a llevarnos a los más chicos a los respectivos dormitorios. No me separé de Takeru.


Por la tarde seguíamos encerrados en las habitaciones. Takeru estaba inconsolable. Yo trataba de animarlo, pero sabía que todo sería en vano. Una patrulla se escuchó a lo lejos Y desde el dormitorio pudimos ver como Sora era arrastrada hacía ella. Pude ver a su madre llorando desconsoladamente y a su padre gesticulando frenéticamente. Pude ver que la chica se resistía un poco y como si fuera posible, a su mirada encontrándose con la mía. Sonrío con frialdad. "Ya vez", parecía decirme, "solo se podrá llevar a dos de ustedes". Comencé a llorar desconsoladamente, mientras Takeru se unía a mí en un abrazo profundo. Esa noche nadie cenó, nadie salió de sus camas o de sus dormitorios. La Casa se hallaba sumida en un absoluto silencio, como si presintiera el futuro.


Al día siguiente se publicaría en el periódico:


"Mueren por intoxicación una veintena de niños y niñas en la "Casa File", el hogar de cerca de cuarenta huérfanos. Los informes indican que los niños bebieron leche contaminada por lo cual sufrieron el percance. Las autoridades sanitarias investigan si se trataba de un lote defectuoso el que acabaría con la vida de estos niños."


Más abajo aparecería el nombre de todos los niños, entre ellos Yamato Ishida y Daisuke Motomiya.


Esa mañana la situación estaba igual, pero yo no quería que Takeru se enfermera. Debía tomar sus medicamentos y alimentarse bien. Por suerte en mi dormitorio tenía algunas golosinas y panecillos. No sería lo mismo, pero ayudaría. Por la tarde el mismo Sr. Takenouchi lo mandó llamar. Takeru se negaba a ir, a menos que yo lo acompañara. A regañadientes, el subdirector nos permitió ir juntos. Entramos a la enorme oficina.


- Mi más sentido pésame, Takeru-chan... - me miró con sorpresa - y también para ti, Taichi-kun. Se que Daisuke-chan era como tu hermano. -Ambos asentimos. - Los he hecho llamar porque...


- ¿Qué pasó con Yamato y con Daisuke?, ¿Con todos y todas nuestras compañeras? - Pude notar su mirada sorprendida, pero tenía un discurso bien elaborado.


- Como habrán visto en el periódico, fallecieron por una intoxicación masiva por consumir leche contaminada. – “Si claro,” pensé, “a menos que seas un tonto, creerás que alguien puede morir por leche contaminada”. - Después de las autopsias realizadas, todos los cuerpos fueron cremados. Sus urnas serán enviadas al último familiar conocido o en caso de no tener a nadie, serán devueltas a la Casa y ...


- No me refiero a eso, - lo interrumpí. - ¿Qué les pasó en realidad? - Alcé mi voz, pude notar la incertidumbre en sus ojos, no me importaba.


- Lo que te he dicho... - Agachó la vista avergonzado.


- ¡Se perfectamente que su hija tuvo que ver con sus muertes! - Alzo la vista con horror. - ¡Solo una persona despechada como ella podría matar a una persona! ¡Si Yamato no era para ella no lo sería para nadie!


- Tu eres el chico... - suspiró. - No era correcto la relación que tú y tu amigo llevaban con los hermanos.


- ¿Y a usted le parece correcto que su hija sea una asesina y haya envenenado a la mitad de los chicos de su casa, solo para asegurarse de que Yamato y Daisuke no pudieran irse con nosotros?


- ¿Irse? ¿A dónde? - Preguntó, sin darle importancia a lo que le había dicho.


- Con mi abuelo, él ya debe estar aquí. - Contestó Takeru.


- Lo entiendo... - Suspiró otra vez. - tu abuelo es el señor Takaishi, ¿correcto? - Takeru asintió. - Si, recibimos su solicitud hace varios días. El trámite está hecho. Ahora entiendo porque quería adoptarlos a los cuatro - se puso de pie. - Lamento decirte, Takeru, que tu abuelo está en el hospital.


- ¿Cómo? - Preguntamos al mismo tiempo.


- Al recibir la noticia de lo ocurrido con tu hermano, lamentablemente tuvo un ataque al corazón. - Pude notar el miedo en los ojos de Takeru, y al parecer el señor Takenouchi también lo hizo. - No, no te preocupes, está un poco delicado, pero saldrá adelante.


- Por un momento creí... - Takeru se interrumpió.


- Preparen su maleta, muchachos. El chofer de su abuelo ha venido a recogerlos. - Nos entregó unos papeles. - A partir de ahora sus vidas cambiaran para mejorar. - Su sonrisa de aliento hizo que me hirviera la sangre. Al acercarse a nosotros para darnos la mano, rápidamente me puse de pie y lo golpeé tan fuerte en la mejilla que lo hice tambalear.


- ¡Taichi! - Takeru gritó. El hombre solo tocaba su mejilla.


- No me venga con idioteces. Tal vez tenga las influencias necesarias para que nadie investigue un asesinato, pero te juro que me voy a vengar de tu loca hija.


- Fue un lote defectuoso de leche... - Suspiró. - Y ella será internada en un hospital psiquiátrico. - Se acercó a la puerta y nos despidió. - Pueden irse.


No quería dejar las cosas así, pero Takeru me arrastró con el hacia afuera. Cada uno se dirigió a su antiguo dormitorio y rápidamente empacamos nuestras cosas y las de Daisuke y Yamato. En cuestión de minutos nos despedimos de unos cuantos compañeros y salimos por la puerta grande, acompañados del subdirector. Cómo el abuelo estaba en el hospital, el chofer nos llevó directo a la habitación del hotel donde se quedaban. Nos dijo que en cuanto fuera posible podríamos ir a visitarlo.


Mientras Takeru tomaba un baño, yo me dirigí al balcón. Sintiendo el aire fresco en mi rostro, la nostalgia y las ganas de llorar volvieron a mí. ¡Qué diferente sería todo con ellos a nuestro lado! Extrañaba a Yamato, con todo mi ser. ¿En dónde estaba? Casi esperaba verlo cruzar la puerta, abrazar mi cintura como solía hacerlo, y recibir sus cálidos labios con los míos. Desearía... estar con él... para siempre...


- ¡No te atrevas! - Una mano firme me tomó del hombro. - No soportaría una pérdida más, Taichi. - No había notado que estaba inclinado peligrosamente en el barandal, retrocedí rápidamente.


- Gracias, Takeru... - Susurré.


- Tal vez ya no están con nosotros físicamente - su voz se quebró, - pero siempre estarán aquí, a nuestro lado. - Me mostró su antebrazo mientras señalaba el mío. - Los llevamos en nuestras venas, en nuestra sangre. Estaremos unidos por toda la eternidad.


- Tienes razón... - Sentí ternura por ese pequeño que intentaba animarme, tendría que haber sido al revés. - ¡Vaya que la tienes! Viviremos nuestra vida para cumplir nuestros sueños y los de ellos. - Takeru asintió. Entonces recordé. - Tengo algo para ti. - Corrí a mi mochila y saqué el pequeño cofre de Daisuke. Se lo mostré.


- Es mi cabello, - sonrió. Sacó dos pequeñas bolsas de su mochila y me enseñó el contenido de una. - Yo tengo el de Daisuke, ahora podremos unirlos. - Los colocó juntos en el cofre.


- ¿Y esa bolsa? - Le pregunté inquisitivo.


- Es de mi hermano. - Bajó la vista por unos segundos y después levantó el rostro. Me tendió la bolsa y me sonrió. – Ahora es tuyo. En realidad Yamato me había pedido ayer por la mañana que se lo diera a Daisuke para que te lo diera a ti, pero… ya sabes… - Tomé el suave y fino cabello de  Yamato y las lágrimas amenazaron con salir de mis ojos, hice un esfuerzo para que no pasara.


- Gracias... - Nuevamente tomé mi mochila y busqué entre mis cosas. Encontré mis tijeras y se las di a Takeru.  - ¿Puedes...?


- ¡Claro! - dijo con entusiasmo. - Tomó un poco de mi cabello y lo cortó. Después puse los dos mechones juntos en la bolsa. En cuanto tuviera oportunidad los pasaría a un lugar más apropiado.


- ¿Me prometes que no harás nada tonto? - Me preguntó con su voz infantil, haciéndola un poco ronca. Lo miré y noté que me extendía su mano. Como cierran los tratos los hombres. Sonreí.


- Te lo prometo. - Tomé su mano y la apreté con firmeza. - Por Daisuke, por Yamato y por nosotros.


Después de todo lo pasado, habíamos dejado de ser unos niños.

Notas finales:

Bueno, hasta aquí la historia. Tengo pensado hacer el acto final para saber qué pasó con nuestros protagonistas, pero déjenme estructurarlo bien y ya lo veremos. Espero que les haya gustado y de verdad, de verdad, les recomiendo mucho ese libro. ¡Es tan romántico y trágico! Con este fanfic más o menos verán por dónde va la cosa. (¡Alexandre, ¿por qué?!) Y para los que me preguntaron por qué no hice un fanfic directo con los personajes originales… bueno… es una buena pregunta XD. Es que cuando estaba leyendo la historia, me pasó por la mente que valdría la pena verla con mis shippeos favoritos de Digimon (lo sé, estoy obsesionada con ellos). En fin, espero verlos pronto, amigos. ¡Sayonara!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).